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Bajo la sombra de Central. por Sombra96

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La aparición de Alejandra en la vida de Daniel regresó su relación a unas aguas más conocidas. Tras su inesperado acercamiento esa noche, las cosas habían estado tensas entre los dos. Por un lado, Camilo había tomado con rapidez la determinación de no decir nada al respecto y el lunes siguiente había saludado a Daniel como lo hacía todos los días, entablando una breve conversación sobre su fin de semana. Su decisión se había basado en su principio filosófico: todo es una experiencia y por tanto, vale la pena ser vivida.


Sin embargo, Daniel parecía incapaz de aceptar el hecho de que casi había follado con quien era su mejor amigo de la universidad; después de Jehison, se había prometido así mismo volver al cauce normal: las chicas. Así que en las semanas posteriores a su fugaz contacto sexual tras las graderías, huyó de Camilo ante la más mínima oportunidad. Se refugió en Ángel y Pablo para detener cualquier tipo de charla o contacto más allá de lo permitido con él.


Entonces, una tarde-noche cualquiera, apareció en su mapa Alejandra.


En realidad, no. Ella ya había colisionado con su mundo meses atrás pero su sola existencia ocasionaba en Daniel un profundo sentimiento de malestar. Alejandra había sido la primera pareja oficial de Jehison, lo había llevado de la mano hasta la universidad y Daniel había sido testigo mudo de interminables charlas sobre la relación entre ambos antes de que Jehison consiguiera su objetivo de meterlo en su cama –literalmente-.


Pero iniciar una relación amorosa con la exnovia de tu exnovio era lo menos raro que podía pasarle. No cuando casi se había follado a su mejor amigo solo semanas atrás producto del alcohol y el despecho.  No cuando había huido de él por tanto tiempo que comenzaba a sentir que perdería su amistad debido a su cobardía. Lo cierto, es que Daniel temía enfrentar el hecho de que aquel encuentro le había gustado y el fin de semana siguiente a él, había soñado con repetirlo y culminarlo.


Una y otra vez asesinó aquel pensamiento apenas aparecía hasta que dejó de colarse en sus pensamientos cada vez que la figura de Camilo inundaba su plano visual. Jehison había sido su única experiencia homosexual y había pensado que sería la única; así que la idea de desear follarse de forma brusca y profunda a su amigo, le aterraba. ¿Qué mejor manera de olvidar el deseo por alguien que con otra persona? De paso, podía curarse de una vez por todas de las mil y un sensaciones que Jehison aún despertaba en la boca de su estómago –y dentro de sus pantalones- cada vez que aparecía.


Alejandra era extremadamente dura y radical, lo supo desde el primer momento. Daniel se dio cuenta con rapidez que la química entre ambos existía y que la forma que tenía ella de ver la vida era lo suficientemente similar a la suya como para considerarla digna de ser algo para él. En cuestión de semanas, ella lo llevó a su cama –sí, ella y literalmente-. Fue en el momento en que se hundió en su cuerpo y un cúmulo de sensaciones placenteras se instaló alrededor de su sexo, que decidió que ella sería su novia.


Ella era su tabla de salvación.


Su relación ocasionó un conjunto de reacciones que eran de esperarse: gran parte de sus compañeros pegaron el grito en el cielo, motivados por el chisme y las ganas de conflicto en una vida universitaria sin gracia; otro grupo decidió que poco importaba, ni que fueran un chimpancé que se follaba a una ballena frente a ellos. Por último, hubo tres reacciones importantes en todo el asunto:


Ángel y Pablo le regalaron una botella de lubricante y condones, celebrando el hecho de que su amigo había regresado al ruedo sexual de las mujeres.


Camilo se encogió de hombros, realmente feliz de ver en Daniel una sonrisa.


Jehison decidió regresar a su vida y joderle la existencia.


Mientras todo ese conjunto de cosas sucedían, Camilo iniciaba una relación también. Era una linda chica que vivía cerca de él y tenía aspiraciones a actriz. Cabello pelirrojo zanahoria, piel blanca y de estatura baja. Camilo se encontró fascinado por el conjunto completo que ella era y pronto zanjó cualquier posibilidad de tener una temporada de sexo esporádico con chicas –y comenzaba a creer, chicos-.


Decidió que ese el tipo de cosas que iban con él, que esperaba de su vida: una relación estable con una linda chica y la posibilidad de plantearse un futuro con ella más allá de unos meses y unos polvos. Tiempo atrás, cuando su primera relación se había acabado, por un momento Camilo creyó que no volvería a querer a nadie, ni a sacrificarse por una persona como lo había hecho con su primera pareja.


Como cualquiera, había tenido miedo de volver a enamorarse.


También había terminado por creer que lo suyo era el sexo casual.


Sin embargo, Inara –si, si… un nombre poco lindo y sonoro- le había dado un cauce a sus complejos pensamientos sobre el futuro, el amor y el sexo. Su relación había sido producto del afán de Camilo de demostrar un punto a alguien, y cuando menos lo pensó, ya se encontraba con la pequeña y adorable chica entre sus brazos, besándola como sí el mundo se fuese acabar después de ello. Y tal vez era así, tal vez su mundo se hubiese acabado si ella no aparecía como una estrella fugaz en su vida.  


Mientras la relación de Daniel y Alejandra sufría los embates de los malintencionados comentarios de sus compañeros y la presencia recurrente de Jehison de un lado para el otro tratando de alguna forma de romper con esa relación que a sus ojos no tenía ni pies ni cabeza. Camilo e Inara parecían haber encontrado el equilibrio perfecto entre sus visiones del mundo, sus gustos y lo que deseaban del otro; viajaban juntos, corrían juntos y caminaban de la mano cada vez que les era posible.


Y entonces, el año terminó.


Terminó con él e Inara sentados en una banca, a centímetros de distancia físicamente pero emocionalmente alejados por kilómetros mientras ella enumeraba las razones por las que creía que no podía seguir con él y cómo su relación ya no tenía sentido luego de todo ese tiempo y cosas vividas entre los dos. Camilo no dijo nada mientas ella mencionaba que los meses que había pasado juntos habían sido una experiencia inolvidable.  


No dijo nada cuando ella se levantó  le ofreció un último abrazo que fue por demás incómodo. Regresaron a casa uno al lado del otro, ella seguía prometiendo que seguirían siendo amigos después de eso. Pero Camilo no creía que luego de haber tenido sexo con ella en cada rincón de su casa y haber dicho que la amaba, podría verla a la cara sin pensar en algo así.


Ella no había sido cualquiera.


Ella había sido la casi indicada.


Esa noche tocó la puerta de Daniel con insistencia, ganándose una mirada reprobatoria de la madre de su amigo cuando ésta le abrió la puerta y le dejó pasar, indicándole que Daniel estaba en su habitación. Subió las escaleras de dos en dos, ansioso de simplemente hundirse en la cama de su amigo y comer galletas de chocolate hasta que muriese de un coma diabético u olvidar a su reciente exnovia.


Lo que pasase primero.


Y como iban las cosas, primero moriría.


Daniel lo esperaba sentado en la silla reclinable de su escritorio, con una película en Netflix cargando y un gran pote de palomitas con mantequilla y pico de gallo –porque si, así eran de raros-. Ninguno de los dos dijo nada mientras se acomodaban en la cama del más alto y él le ponía el play a la película. De inmediato, casi quiso gritar de la frustración.


Frozen comenzó a reproducirse en la pequeña pantalla del computador de mesa mientras Camilo gruñía. Había ido a ver esa película a cine con Inara, y las sensaciones casi contradictorias en su pecho lo empujaron para actuar sin pensar. No supo cómo ni cuándo, terminó a horcajadas sobre Daniel, con sus piernas a ambos lados de su cadera mientras iniciaba un beso que era una lucha entre labios, lenguas y dientes por el control.


No le importó absolutamente nada más que las manos gruesas y ásperas de Daniel quitando su camisa para arrojarla lejos antes de ponerse sobre él en la cama. No quería pensar en nada más que el encuentro brusco y caliente entre sus cuerpos, en como las caderas de Daniel creaban una fricción exquisita con las suyas y la ropa comenzaba a ser molesta para sus fines más prácticos.


Nunca había sido partidario del sexo salvaje, siempre le había gustado ir despacio, jugar y entretenerse con el cuerpo ajeno antes de simplemente llegar a lo más carnal. Pero esa noche no quería detenerse ante nada. Detenerse implicaba pensar en su exnovia, en la novia de Daniel, en que eran amigos y se suponía que eso no debía repetirse – en realidad, nunca debió haber pasado-, no quería pensar porque no quería que Daniel pensara y se detuviese.


Iba a llegar hasta el final esa noche. 

Notas finales:

Un capítulo corto para dejar iniciada la lectura. :3 

Pronto la continuación, y la aparición de Jhon en todo el embrollo.

Gracias por leer


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