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Cajón de parejas. por Sombra96

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Jungkook carga con un fantasma.


Lo lleva sobre sus hombros y su espalda desde hace tres años, le acaricia con amor e incluso, en las noches más solitarias de todas; esas donde sólo son él y sus pensamientos; le habla, le cuenta y le llora. Le llora tanto que siente que nunca volverá a llorarlo. Sin embargo, siempre termina llorándole de nuevo, casi como la primera vez. Siempre como la primera vez.


Y no es como si fuese un fantasma de verdad pero era el recuerdo de alguien y lo lleva diligentemente consigo todo el tiempo, sin embargo, Jungkook sabe muy bien qué no debería de ser así. No cuando su estilo de vida siempre había pautado esa despedida, Jungkook debió haberlo sabido, así como sabe que en cualquier momento puede ser él quien se vaya, porque tomó el mismo camino, porque decidió seguirlo. 


Aun así, Jungkook lleva siempre a su fantasma consigo. Lo lleva en forma de una pistola negra con una inscripción plateada de una S y una J entrelazadas. La J la añadió él mismo, queriendo dejar sus nombres juntos para siempre. Porque no bastaban los recuerdos, porque no bastaban los regalos y las fotografías esparcidas por su casa de la infancia ni en su apartamento. Porque no bastaba ver los rostros a los que él llamó amigos ni seguir paso a paso su camino.


Nada bastaba.


Porque Yoongi ahora era sólo un fantasma, una sombra que se movía en la periferia de su vida mientras Jungkook abandonaba sus sueños y se convertía en un excelente tirador, en un hombre de confianza de Hoseok y en alguien perfecto para saldar cuentas. Buscando la muerte, buscando la justicia cada noche a una vida que no quería vivir porque sólo tenía un fantasma y porque los recuerdos ni las promesas bastaban para él.


Podía recordar ese momento con precisión, incluso si se esforzaba lo suficiente, podía volver a sentir el calor que la pequeña fogata les había proporcionado mientras la noche se cernía a su alrededor, el humo del cigarrillo que Yoongi había estado fumando todavía presente en el ambiente. Y ambos juntos, sus cuerpos tan cerca el uno del otro que Jungkook sentía el latido de Yoongi en sincronía al suyo.


Porque siempre había sido así, porque no había nada más correcto en el mundo que eso.


Incluso aunque Yoongi cargase un arma ahí donde fuera o que le empujase lejos por días para que no se enterase de lo que hacía. Incluso aunque Jungkook no dudaba de que mucha sangre había sido derramada por las manos del mayor y que las cosas caras que le compraba no venían de dinero limpio. Aún con todo eso, no había nada en el mundo que se sintiera tan correcto y perfecto, como el corazón de Yoongi latiendo a la par que el suyo.


Y ahora, ahora no había nada.


Nada más que el recuerdo de esa noche, que incluso si se esforzaba, podía sentir el calor de la hoguera y escuchar la suave respiración de Yoongi.


.- No seré tu único amor – la voz de Yoongi rompió el silencio mientras estampaba sus labios en su cuello, como un suave pétalo.


.- Claro que sí – contestó con obviedad.


.- Kook – susurró mientras enterraba su nariz en su cabeza, con ese tono suyo que decía que hablaba en serio – Algún día, amarás de nuevo y es posible, que yo también amé de nuevo.


.- ¿Dejarás de amarme? – se enderezó, sus ojos escociendo por repentinas lágrimas ante la idea pero Yoongi sólo rió, suave y dulce, y sólo para él.


.- Cómo se te ocurre – respondió antes de revolver su cabello – Yo nunca, y escúchame bien, Jungkook, yo nunca dejaré de amarte.


De alguna forma, su corazón se sintió liviano al escucharlo: .- Qué cursi, hyung – bromeó mientras volvía a encajar su espalda con el pecho del mayor, sintiendo sus brazos rodearlo al calor de la fogata – Pero yo tampoco lo haré – confesó bajito, sintiendo el calor trepar a sus mejillas – A donde vayas, yo iré y…


.- ¿Y sí me asesinan? – la pregunta brotó suave, flotando entre los dos y Jungkook se encontró sin aire.


.- Entonces haré que me maten también.


.- Inténtalo – rugió el mayor, sus brazos cerrándose con más fuerza aún – Y entonces vendré a joder ese culo bonito que tienes y no de la forma que nos gusta, precisamente. Así que mantente alejado de los problemas y si me matan…


.- Que no lo harán… - argumentó con obviedad.


.- Aún si lo hacen, llévame contigo siempre – pidió en un susurro.


Y Jungkook asintió antes de acurrucarse contra él: .- Toda mi vida, Yoongi.


Lo que no dijo, lo que calló, es que probablemente no sería una vida muy larga, porque no tardaría en seguirlo. Era una resolución definitiva, aún si el cuerpo de Yoongi se ponía rígido tras él y su respiración pesada. Aun cuando no fuese lo que el mayor deseaba, Jungkook sabía que esa resolución era definitiva. Adonde Yoongi fuese, incluso si era el infierno, él iría tras él.


No podía evitar preguntarse si en ese momento Yoongi ya lo sabía, si ya le habían informado que lo estaban buscando y que, si tenía suerte, tendría sólo tres semanas más de vida. Pero no la tuvo, dos días después y mientras Jungkook mordisqueaba el borrador de su lápiz sentado en su pupitre, a Yoongi le dispararon 13 veces seguidas justo a fuera del apartamento que compartían. Incluso cuando ya estaba muerto, siguieron arremetiendo contra su cuerpo: pecho, cuello, abdomen y cabeza. 


Murió con el segundo disparo.


Y el corazón inocente de 17 años de Jungkook, también.


Desde ese día, cuando algunos de los amigos de Yoongi llegaron a buscarlo y Hoseok, quien había sido el mejor amigo de su novio desde siempre, se lo dijo; Jungkook se prometió a sí mismo que no lo dejaría ir. No permitiría que Min Yoongi lo abandonara. Y eso implico, aun yendo contra los deseos de su novio que Jungkook entrara en la pandilla bajo la tutela de Hoseok.


Desde eso habían pasado tres largos años y Jungkook había crecido, repleto de odio.


.- ¡Ellos lo mataron! – empujó la puerta de una patada, observando a Hoseok con rabia mientras todos los demás abandonaban la habitación con aprehensión.


.- Jungkook, cálmate – terció el mayor, no queriendo armar una discusión con quien era, después de tanto, a quien más confianza le tenía.


.- ¡No me calmaré! ¡¿Cómo puedes?! – Siguió gritando, golpeando las sillas y lanzándolas lejos con rabia - ¿Cómo puedes aliarte con la pandilla que mató a tu mejor amigo?


.- Ya cobramos esa deuda – trató de serenarlo Hoseok – Tú fuiste quien la cobró, ¿lo recuerdas? Mataste a quien lo mató.


.- ¡ELLOS LO MATARON! – Gritó de nuevo, arremetiendo ahora contra la mesa en la que Hoseok se apoyaba y lanzándola contra la pared con tanta fuerza, que la madera se rompió producto del golpe – Me lo quitaron, te lo quitaron… ellos…


.- Van a matarnos a nosotros si no nos unimos – volvió a tratar el mayor, alzándose a su lado y palmeándole la espalda – Jungkook, él no quería esto para ti… te dejaré ir, vete a la universidad o donde quieras.


.- No me iré a ningún lado - tomó aire, Yoongi estaba muerto y era Jungkook el que decidía cuál era o no su destino - ¿Confías en ellos? – preguntó al fin.


Y Hoseok asintió con pesadez. Así que Jungkook trató de serenarse y de recordarse a sí mismo que el hijo de puta que había puesto fin a la vida de su novio estaba muerto, que él había disparado en su contra tantas veces que duplico los 13 disparos que se llevaron la vida de Yoongi. Lo había hecho con tanto gusto que al regresar esa noche a casa, lloró como un niño gritando su nombre.


De eso había pasado ya dos años pero Jungkook seguía sintiendo la rabia picar en la punta de sus dedos, ansioso de cobrar venganza. Sintió el vórtice aún más fuerte en la boca de su estómago cuando dos de los miembros de la recién añadida pandilla entraron a hablar con ellos. No parecían mucho mayores que Hoseok y él pero no es como si tuviese mucho interés.


Aunque sí que se interesó en algo.


El segundo chico que entró era un poco más bajo que él, de cabello oscuro y labios pronunciados. Y a ojos de Jungkook, que se consideraba un gran experto en belleza masculina, era extremadamente caliente. Así que se relamió los labios cuando sus miradas se cruzaron y el chico le sonrió de forma ladina, sus pómulos alzándose y sus ojos estrechándose.


Quería comérselo.


Así que apenas ambos salieron para dejar a los dos líderes hablar, le empujó contra la pared en el pasillo oscuro, estampando sus labios en un beso feroz mientras juntaba sus caderas, restregándose contra él. El chico más bajo, que si no recordaba mal se llamaba Jimin, le respondió con la misma ferocidad mientras ahora le giraba, estrellando su espalda contra la pared mientras deslizaba sus manos frías bajo su camiseta blanca, acariciando su marcado abdomen. Jungkook gimió contra sus labios.


.- ¿Te gusta confraternizar con el enemigo, precioso? – Gruñó Jimin mientras ahora bajaba a su cuello y Jungkook gimió como respuesta – Eres tan caliente…


Pero el menor no tenía cabeza para nada más que las sensaciones que recorrían su cuerpo. Le gustaba el sexo y a lo largo de esos años había compartido cama con varios de sus compañeros sin embargo, la idea de hacerlo con su recién estrenado aliado lo ponía más caliente que de costumbre, tanto que ya tenía una dolorosa erección en camino.


Aun cuando una vocecita en lo más profundo de su cabeza seguía mencionando que aquel chico pertenecía a la pandilla que asesinó a Yoongi. Pero Jimin la alejó mientras su mano se colaba por la cinturilla de su pantalón, apretando su miembro. Entonces Jungkook decidió que era solo sexo y lo jaló para volver a besarlo.


Ese fue el primero de sus encuentros.



Siete meses después, Jimin decía que estaban en una relación y Jungkook solo se limitaba a negar con la cabeza y follar con él para apaciguar todos los pensamientos de culpa que lo invadían por compartir su cama y su espacio vital con Park Jimin. Porque, aunque lo negara a todo el mundo, Jungkook no podía mentirse a sí mismo y la verdad es que Jimin le gustaba mucho más que para sólo coger con él.


Aunque coger es un punto importante en el asunto.


El chico le recordaba ligeramente a la persistencia que había tenido cuando adolescente, era bastante dulce para ser un asesino a sueldo y movía la cadera como un condenado experto cuando estaban en la cama. Y a Jungkook le gustaba muchas otras cosas de él que nunca diría en voz alta, porque estaría traicionando la promesa muda que le hizo a Yoongi el día de su muerte y porque estaría yendo contra todo lo que había forjado en esos años.


Jungkook cargaba con un fantasma y Jimin lo sabía aunque no se lo dijese nunca.


Lo supo cuando Jungkook fue herido con un disparo en el abdomen mientras vendía drogas en territorio enemigo. Hoseok lo había hecho llevar a una habitación vacía de la casa que usaban para distribuir dinero y mercancía, la sangre regándose por el suelo mientras Jimin corría tras él, tratando de tomar su mano pero cuando lo consiguió, Jungkook lo alejó de un manotazo y un grave “hijo de puta”.


Ese era uno de los problemas de enamorarse de alguien como Jungkook, comprobó mientras permanecía con el rostro tranquilo ante los gritos de dolor del menor, el médico improvisado insertando una pinza para sacar la bala que se había alojado en su abdomen. Jimin sabía que no podía mostrarse asustado ni preocupado, eso era parte de su vida. Jungkook pagaba la universidad de su hermano mayor y todo para sus padres arriesgando así la vida.


Ambos habían perdido gente bajo las balas pero no dejaba de ser angustiante ver a tu amante habitual tendido sobre una camilla improvisada en una sala, con el abdomen abierto y tanta sangre alrededor que cualquier podría desmayarse. Quería sostenerlo y calmar su dolor pero cuando Jungkook susurró un suave “Yoongi” antes de desmayarse por la pérdida de sangre, Jimin entendió que no era él quién debía estar ahí.


El menor despertó cinco horas después y para Park, no hubo más alivio que ese.


.- Eres un imbécil – le regañó cuando se acercó a limpiar la herida y Jungkook le gruñó aún adormilado – Mira que dejar que te disparen así como así.


.- ¿Acaso sabía que el maldito tenía una pistola? – respondió cortante el otro.


.- ¡Pues debiste saberlo! – alzó la voz, dejando caer sin ningún cuidado el alcohol sobre los puntos y provocando un chillido en el menor.


.- ¡Jódete Park!


.- ¡Jódete tú Jeon!


Y entonces, Jimin comenzó a reír mientras Jungkook maldecía por lo bajo.


No había otra manera para alejar el miedo. No cuando tu estilo de vida está rodeado de muerte y de dudas constantes. Jimin había decidido ser pandillero sólo por necesidad y sabía que, aunque Jungkook les daba una buena vida a sus padres con el dinero que ganaba de esa forma, que él no lo necesitaba como Jimin lo había hecho a los 15 años.


Podía imaginarlo en una universidad, rodeado de amigos.


Riendo.


Pero Jungkook no reía. Nunca. Y Jimin realmente quería conocer su sonrisa, algo más que su cara malhumorada en las mañanas o sus gestos al tener un orgasmo. Quería ver más allá de esos muros impenetrables de frialdad, de las horas de práctica de tiro o de pararse en una esquina a vender droga a adolescentes sin capacidad de decisión.


Quería amarlo, amarlo de verdad.


.- Podemos irnos lejos – susurró Jimin mientras vendaba su herida, la sangre cubriendo la tela con lentitud – China, Japón… Yo podría ser policía y tú…


.- Cantante – respondió de inmediato, con una mueca adolorida – Hyung y yo siempre quisimos hacer música.


¿Quién es hyung?, quiso preguntar Jimin pero los ojos vacíos de sentimiento de Jungkook lo detuvieron. Ahí estaba de nuevo, se dijo, la tristeza que había visto desde la primera vez en el menor, el fantasma tan pesado con el que cargaba en cada respiración. Había tanto que quería preguntar pero sabía que no habría respuesta.


Así que hizo lo que mejor sabía hacer: lo besó.



Cinco semanas más tarde, Jimin ya no lo soportó más.


.- Háblame de él – murmuró al fin Jimin, sintiendo su corazón presionar con fuerza mientras observa la espalda de Jungkook tensarse – Dime su nombre y cómo era.


.- No sé de qué mierda hablas – escupió las palabras, cada musculo de su cuerpo tenso mientras contenía la respiración, tratando de poner orden en sus pensamientos.


Quién se lo había dicho…


.- Hablo de tu novio – respondió con calma – ¿Creías que no lo sabría? En las calles se dicen muchas cosas, Kook. Y muchos murmuran tu nombre con él de otro chico – confesó mientras se acercaba hasta él, temiendo que el menor sacara su pistola en cualquier momento y acabara con él – Hablo del dueño de tu pistola… del dueño original.


.- Cállate – susurró en respuesta y con la voz contenida – No digas más, vinimos aquí a coger y eso haremos… así que cállate y bésame.


.- No – tajó de lleno mientras ahora lo tomaba por los hombros, batallando con la fuerza y la altura de Jungkook, que se negaba a mirarlo – Háblame de él…


Pero Jungkook sólo respondió estampando con fuerza sus labios contra los suyos en un beso hambriento y molesto, Jimin trató de retroceder y no caer en ello. Quería saberlo todo, quería escucharlo de los labios de Jungkook, conocer la historia desde sus ojos. No mentía cuando decía que en las calles se decían cosas pero había sido Hoseok quien se lo contó todo: Suga. 20 años. 13 disparos. Había dejado atrás una madre prostituta, un mejor amigo y a su novio.


Ese era el fantasma contra el que había luchado todos esos meses.


Y al fin entendía.


.- ¿Cuál era su nombre? – preguntó mientras Jungkook bajaba la cabeza, gruñendo un “cállate, mierda” - ¿Cuándo lo conociste? ¿Cómo te enamoraste de él? ¿Cuánto tiempo estuvieron juntos? – Siguió preguntando, el cuerpo de Jungkook temblando entre sus manos mientras pequeñas gotas se estrellaban con el suelo, provenientes de sus ojos - ¿Era muy guapo? ¿Era dulce? ¿Cuánto lo amaste? ¿Cómo murió?


Jungkook lo empujó lejos mientras las lágrimas se convertían en dos ríos por sus mejillas. Ríos incontrolables de palabras y tristezas que había callado por años, todo lo que había empujado en su interior con la idea de que no podía ser feliz, no sin Yoongi y no con la vida que había elegido.


.- Min Yoongi – susurró al fin, sintiéndose libre de decir su nombre en voz alta luego de tantos años – Éramos vecinos, así que siempre estuvo ahí y lo amé desde que pude amar a alguien. Fuimos pareja por casi cinco años – su voz ganó confianza y sin notarlo, una sonrisa triste se formó en su rostro que sorprendió a Jimin, porque nunca lo había visto sonreír – No hay nadie más guapo que él ni tan dulce. Y lo amé tanto, Park… que lo amaré hasta que no haya nada vivo en este maldito mundo.


Jimin asintió antes de sonreírle y acariciarle las mejillas por donde las lágrimas aún bajaban. La pregunta de cómo había muerto seguía flotando sin una respuesta pero entendía, entendía que realmente Jungkook no podía dársela porque para él todavía estaba vivo en algún rincón del universo. Todavía vivía en su interior.


.- Cuéntame más de él – le pidió entonces, alejándose y permitiendo que Jungkook tomara la decisión de hacerlo o no – Lo que quieras.


Entonces Jungkook habló. Le contó del increíble talento de Yoongi para escribir, de sus sueños. Le contó de todos sus años juntos y de cómo el mayor había sido quien le enseñó a nadar y montar bicicleta. De su primera borrachera juntos y como terminaron haciéndolo en el sofá de su casa. Le contó todo lo que podía decir de Min Yoongi y él en el mundo. Lo bueno, lo hermoso y también lo feo y aquello que no perdonaría nunca.


Que se haya ido…


.- Debe de estarse quemando en el infierno – concluyó mientras lanzaba lejos el último de los cigarrillos que había tenido que fumar para seguir hablando sin soltarse a llorar como una niña, sintiendo sus pulmones inflarse con la nicotina.


Jimin guardó silencio, sus ojos fijos en el horizonte donde el cielo y el mar se fundían en uno solo. Jungkook quiso llorar y luego besarlo, hablarle también de lo culpable que se sentía de quererlo cuando había prometido solo amar a Yoongi pero simplemente guardó silencio, tragándose las lágrimas y dejando ir sus ojos al vacío.


El vacío donde vivía Yoongi.


.- No lo creo – dijo al fin Jimin – No creo que esté en el infierno, no sí dices que te amó y cuidó tanto… va contigo a donde vayas, ¿no es así?


Entonces Jimin se giró y Jungkook asintió suavemente e inclinándose hacia él, lo besó.


Recordó de pronto su respuesta aquella última noche. Su suave “Toda mi vida, Yoongi” y sintió su pecho inflarse de una sensación indescriptible. Yoongi no había mentido aquella noche, había puesto en su camino al insoportable pero caliente de Park Jimin para joderlo y también para cuidarlo, para demostrarle que no había nada de malo con volver a querer a alguien y que eso no borraría nunca el amor que sentían el uno por el otro.


Porque vivía, vivía en él. Jungkook lo había aceptado como una prueba más, una prueba de que a donde fuera, llevaría a Min Yoongi con él. Así fuese solo en sus recuerdos. 


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