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All we are por LucyR

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2. El beneficio de la duda.

 

Un nuevo curso dio inicio y como tal, ahora todos se encontraban cenando en el Gran Comedor. Harry solo escuchaba a medias las palabras de sus amigos, al parecer molestos por ser demasiado jóvenes como para poder participar en el torneo de los tres magos. Para Harry era lo de menos, así no tendría que debatirse entre participar o no; por el momento ya tenía suficiente con pensar en Draco Malfoy y su “ayuda” en el mundial de quidditch.

No podía evitar pensar ello, no con el rubio sentado frente a él en la mesa siguiente. Entre más lo pensaba, más sus ojos se desviaban a él riéndose con sus amigos y esa chica Pansy. ¿Debería dejarlo pasar y solo fingir que aquello jamás paso? ¿O solo debía preguntárselo directamente? Y en caso de que contestara su última pregunta ¿qué tan honesta sería su respuesta? ¿De verdad podía confiar en alguien como él?

— Vámonos —La voz de Hermione lo saco de sus pensamientos— Si nos quedamos aquí, nos quedaremos solos.

¿En qué momento los platos y la comida habían desaparecido? Harry dio una mirada a la mesa de  Slytherin y vio que ni Malfoy ni ningún otro de sus amigos estaban allí.

— ¿Todo bien, Harry? —Pregunto Ron, al notar que su amigo se quedó con la vista perdida en un punto de la pared de enfrente.

— Genial. Vámonos, ya quiero dormir —Dijo poniéndose de pie para ir a los dormitorios. No notando la mirada interrogante de sus amigos.

Aquella noche, se mantuvo despierto pensando en los sucesos del mundial de quidditch. Su mente se mantenía alrededor de la misma pregunta ¿Por qué Malfoy lo ayudo?

Al final y antes de que cayera dormido, se dijo a sí mismo que vigilaría a Malfoy y de acuerdo con su conducta sería que decidiría si sus acciones fueron nobles o con una doble intención.

***                                                                                         

Por la mañana y durante toda la semana lo observaba lo más discreto que podía, la mayoría de las veces era en clases y las comidas. Entre clases y descansos evitaba mirarlo pues Ron y Hermione podrían comenzar a especular sus acciones.

Fue hasta una tarde en la que tendría su primera clase de ese curso escolar con Hagrid como profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas, la cual tuvo que compartir con los alumnos de Slytherin y en la que, por desgracia  no estaba empezando con el pie derecho, por mucho que a Harry le costara admitir.

La clase consistió en averiguar qué era lo que los escregutos de cola explosiva comían. A nadie le estaba yendo bien, pues a Seamus le exploto uno en la cara y Lavander resultó herida por los enormes aguijones de aquellas criaturas.

— Ahora ya entiendo porque estamos intentando criarlos —Dijo Malfoy no muy contento con la clase y su rostro lo decía a gritos— ¿Quién no querría tener una mascota que es capaz de quemarlo, aguijonearlo y chuparle la sangre al mismo tiempo? Es como un pequeño bastardo que no entiende que le estamos ayudando a sobrevivir.

— El que no sean muy agradables no quiere decir que no sean útiles —replicó Hermione con brusquedad— La sangre de dragón es increíblemente útil por sus propiedades mágicas, aunque nadie querría tener un dragón como mascota, ¿no?

Aunque Ron y Hermione miraron sonriendo a Hagrid y que este les regresara la sonrisa. Harry no pudo evitar sentir aquellas palabras como si fuera una pedrada, pues él mejor que nadie entendió el doble sentido de aquel comentario, porque si, él era ese “pequeño bastardo” al que le ayudaron a sobrevivir.

Un poco apenado, pero simulando no haber captado el mensaje, lo miro molesto por haber ofendido a su amigo. A lo que Malfoy contesto entornando los ojos y volviendo a la tarea de tratar de alimentar a los bichejos esos sin salir herido en el intento.

Harry entonces se volvió a preguntar si no habría juzgado mal a Malfoy, después de todo ¿Desde cuándo el rubio se preocupaba por alguien como para arriesgar su vida por ese alguien? Por su puesto que Draco no parecía ser de esas personas.

Al final y con un pesado suspiro tuvo que aceptar que tal vez Malfoy si lo ayudo sin ninguna doble intención y si eso era verdad, entonces él le debía una gran disculpa por haberle hablado así y agradecerle por su ayuda. ¿Quién lo diría? Jamás pensó que algo como eso le pasara él.

***

Ya por la tarde cuando se dirigía al Gran Comedor para cenar en compañía de sus amigos y luego de su primera clase de Adivinación con la profesora Trelawney. Ron iba de mal humor por los deberes que les dejo la profesora por un chiste que hizo a mitad de clase.

— ¿Muchos deberes? —les preguntó muy alegre Hermione, al alcanzarlos—. ¡La profesora Vector no nos ha puesto nada!

— Bien, ¡bravo por la profesora Vector!— dijo Ron, de mal humor.

Llegaron al vestíbulo, abarrotado ya de gente que hacía cola para entrar a cenar. Acababan de ponerse en la cola cuando oyeron una voz estridente a sus espaldas:

— ¡Weasley! ¡Eh, Weasley!

Harry, Ron y Hermione se giraron. Malfoy, Crabbe y Goyle estaban ante ellos, muy contentos por algún motivo.

— ¿Qué? —contestó Ron lacónicamente.

— ¡Tu padre ha salido en el periódico, Weasley! —Anunció Malfoy, blandiendo un ejemplar de El Profeta y hablando muy alto, para que todos cuantos abarrotaban el vestíbulo pudieran oírlo—. ¡Escucha esto!

MÁS ERRORES EN EL MINISTERIO DE MAGIA

Parece que los problemas del Ministerio de Magia no se acaban, escribe Rita Skeeter, nuestra enviada especial. Muy cuestionados últimamente por la falta de seguridad evidenciada en los Mundiales de quidditch, y aún incapaces de explicar la desaparición de una de sus brujas, los funcionarios del Ministerio se vieron inmersos ayer en otra situación embarazosa a causa de la actuación de Arnold Weasley, del Departamento Contra el Uso Incorrecto de los Objetos Muggles.

Malfoy levantó la vista.

— Ni siquiera aciertan con su nombre, Weasley, pero no es de extrañar tratándose de un don nadie, ¿verdad? —dijo exultante.

Todo el mundo escuchaba en el vestíbulo. Con un floreo de la mano, Malfoy volvió a alzar el periódico y leyó:

Arnold Weasley, que hace dos años fue castigado por la posesión de un coche volador, se vio ayer envuelto en una pelea con varios guardadores de la ley muggles (llamados «policías») a propósito de ciertos contenedores de basura muy agresivos. Parece que el señor Weasley acudió raudo en ayuda de Ojoloco Moody, el anciano ex auror que abandonó el Ministerio cuando dejó de distinguir entre un apretón de manos y un intento de asesinato. No es extraño que, habiéndose personado en la muy protegida casa del señor Moody, el señor Weasley hallara que su dueño, una vez más, había hecho saltar una falsa alarma. El señor Weasley no tuvo otro remedio que modificar varias memorias antes de escapar de la policía, pero rehusó explicar a El Profeta por qué había comprometido al Ministerio en un incidente tan poco digno y con tantas posibilidades de resultar muy embarazoso.

— ¡Y viene una foto, Weasley! —añadió Malfoy, dándole la vuelta al periódico y levantándolo—. Una foto de tus padres a la puerta de su casa... ¡bueno, si esto se puede llamar casa! Tu madre tendría que perder un poco de peso, ¿no crees?

Ron temblaba de furia. Todo el mundo lo miraba.

—  Métetelo por donde te quepa, Malfoy —dijo Harry, arrepintiéndose de a ver pensado que el rubio podría haber cambiado, aquello solo le recordó lo hijo de puta que podía ser—. Vamos, Ron...

— ¡Ah, Potter! Tú has pasado el verano con ellos, ¿verdad? —dijo Malfoy con aire despectivo y una enorme sonrisa en el rostro—. Dime, ¿su madre tiene al natural ese aspecto de cerdito, o es sólo la foto?

— ¿Y te has fijado en tu madre, Malfoy? —preguntó Harry. Tanto él como Hermione sujetaban a Ron por la túnica para impedir que se lanzara contra Malfoy—. Esa expresión que tiene, como si estuviera oliendo mierda, ¿la tiene siempre, o sólo cuando estás tú cerca?

El pálido rostro de Malfoy se puso sonrosado.

— No te atrevas a insultar a mi madre, Potter.

— Pues mantén cerrada tu grasienta boca —le contestó Harry, dándose la vuelta.

¡BUM!

Hubo gritos. Harry sintió que algo ardiente le rozaba un lado de la cara, y metió la mano en la túnica para tomar su varita. Pero, antes de que hubiera llegado a tocarla, oyó un segundo ¡BUM! y un grito que retumbó en todo el vestíbulo.

— ¡AH, NO, TÚ NO, MUCHACHO!

Harry se volvió completamente. El profesor Moody bajaba cojeando por la escalinata de mármol. Había sacado la varita y apuntaba con ella a un hurón blanco que tiritaba sobre el suelo de losas de piedra, en el mismo lugar en que había estado Malfoy.

Un aterrorizado silencio se apoderó del vestíbulo. Salvo Moody, nadie movía un músculo. Moody se volvió para mirar a Harry. O, al menos, lo miraba con su ojo normal. El otro estaba en blanco, como dirigido hacia el interior de su cabeza.

— ¿Te ha dado? —gruñó Moody. Tenía una voz baja y grave.

— No —respondió Harry—, sólo me ha rozado.

— ¡DÉJALO! —gritó Moody.

— ¿Que deje... qué? —preguntó Harry, desconcertado.

— No te lo digo a ti... ¡se lo digo a él! —gruñó Moody, señalando con el pulgar, por encima del hombro, a Crabbe, que se había quedado paralizado a punto de coger el hurón blanco. Según parecía, el ojo giratorio de Moody era mágico, y podía ver lo que ocurría detrás de él.

Moody se acercó cojeando a Crabbe, Goyle y el hurón, que dio un chillido de terror y salió corriendo hacia las mazmorras.

— ¡Me parece que no vas a ir a ningún lado! —le gritó Moody, volviendo a apuntar al hurón con la varita.

El hurón se elevó tres metros en el aire, cayó al suelo dando un fuerte golpe seco y rebotó.

— No me gusta la gente que ataca por la espalda —gruñó Moody, mientras el hurón botaba cada vez más alto, chillando de dolor—. Es algo innoble, cobarde, inmundo...

El hurón se agitaba en el aire, sacudiendo desesperado las patas y la cola.

— No... vuelvas... a hacer... eso... —dijo Moody, acompasando cada palabra a los botes del hurón.

— ¡Profesor Moody! —exclamó una voz horrorizada.

La profesora McGonagall bajaba por la escalinata de mármol, cargada de libros

— Moody, ¿eso es un alumno? —gritó la profesora McGonagall al tiempo que dejaba caer todos los libros.

— Sí —contestó Moody

La profesora McGonagall, bajando a toda prisa la escalera y sacando la varita. Al momento siguiente reapareció Malfoy con un ruido seco, hecho un ovillo en el suelo con el pelo desarreglado y rubio caído sobre la cara, que en ese momento tenía un color rosa muy vivo. Haciendo un gesto de dolor, sus brazos temblaban y al parecer estaba en una especia de shock pues se mantenía viendo el suelo con la respiración jadeante.

Malfoy, tenía los ojos llenos de lágrimas a causa del dolor y la humillación, miró a Moody con odio y murmuró una frase de la que se pudieron entender claramente las palabras.

— Mi padre se enterará de esto —dijo con los dientes apretados y la mejor cara de odio que pudo hacer, obligándose a que su voz no sonará quebrada.

— ¿Ah, sí? —dijo Moody en voz baja, acercándose con su cojera unos pocos pasos. Los golpes de su pata de palo contra el suelo retumbaron en todo el vestíbulo—. Bien, conozco a tu padre desde hace mucho, niñito. Dile que Moody vigilará a su hijo muy de cerca... Dile eso de mi parte... Bueno, supongo que el jefe de tu casa es Snape, ¿no?

— Sí —respondió Malfoy, con resentimiento. 

— Otro viejo amigo —gruñó Moody—. Hace mucho que tengo ganas de charlar con el viejo Snape... Vamos, adelante... —Y agarró a Malfoy del brazo para conducirlo de camino a las mazmorras.

Minutos más tarde cuando ya se encontraban sentados en la mesa de Gryffindor en el Gran Comedor. Harry no podía evitar recordar la cara de Malfoy, se sentía indignado por lo que acababa de pasar. Bien era cierto que el rubio se merecía un escarmiento por todas esas veces en la que les hizo la vida imposible, pero hasta para él, lo que había hecho el profesor Moody era demasiado extremista, algo que realmente horrendo.

A los oídos de Harry llegaban pequeños restos de conversaciones con comentarios burlescos a lo sucedido a Malfoy.

— Quiero fijar esto en mi memoria para siempre —Dijo Ron con los ojos cerrados y una sonrisa de inmenso bienestar— Draco Malfoy, el increíble hurón volador…

Hermione rio divertida mientras se servía un poco de estofado de buey. Harry fingió haber estado bastante distraído como para escucharlo.

— Aun así pudo haberse lastimado —Harry había hablado en voz alta sin haberlo notado.

— Estoy de acuerdo. McGonagall hizo bien en detener a Moody —Le secundo Hermione para su sorpresa.

— ¡Oh por favor! No me arruinen lo que podría ser el mejor día de mi vida —Dijo Ron elevando los brazos con dramatismo.

Nadie agrego otra cosa y se dedicaron a terminar su cena. Cinco minutos más tarde, Hermione se dirigió a la biblioteca. Su lugar fue ocupado por Fred y George quienes les contaron como era la clase del profesor Moody.

Harry escuchaba a medias, pues nuevamente su mente divagaba por el recuerdo de Malfoy-hurón y Malfoy-de-mundial. Esa noche se preguntó si el rubio tendría un gemelo, algo así como Fred y George, pero en este caso solo se turnaban para salir.

Era algo bastante estúpido, pero no se imaginaba otra forma para que el rubio pasara de alguien que ayudaba sin esperar nada a cambio, a alguien tan hijo de puta que disfruta reírse de los problemas ajenos.

Notas finales:

Hola a todos! 

Muchas gracias por haberle dado una segunda oportinidad al fanfic, de verdad que no me esperaba tantos comentarios de ustedes. 

Me han hecho muy feliz por eso! espero continuar con su apoyo. 

En fin y pasando a otras cosas paso hacer unos pequeños comentarios respecto a este capítulo. 

Como se dieron cuenta, Harry esta valorando el comportamiento de Draco y en base a ello es que él decidirá si acercarse o no a Draco (esto es un Harco así que es bastante obvio que sucederá xD). 

Y en este capítulo vemos que (practicamente) Harry ya había decidido aceptar que Draco le ayudo solo porque si y sin esperar nada a cambio, sin embargo, Malfoy no deja de ser Malfoy y su actitud altanera y burlona siempre saldrá a relucir, pero! Harry no estuvo muy feliz con el "castigo" de Moody. 

A partir de este punto las teorias conspirativas ya pueden comenzar :v 

Espero que les haya gustado el capítulo. 

Bonito inicio de semana y buen inicio de curso escolar (en mi paísla mayoria iniciaron clases hoy) 

Bye, bye! 

 


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