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All we are por LucyR

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3.  El otro lado de la moneda.

 

Luego de que Moody se haya llevado a Malfoy a la oficina de Snape y que además haya tenido que perder algunos puntos para Slytherin, por fin Draco regresaba a la sala común de su casa, donde ya lo esperaban sus amigos, Blaise, Pansy y Theodore, quienes fueron alertados de lo sucedido por Creabe y Goyle.

— No es necesario, Pansy, estoy bien —Decía Draco tratando de apartar a su amiga quien intentaba de darle una poción para el dolor.

— No pareces bien —Insistió una vez más y una vez más fue rechazada, por lo que con un gran suspiro se rindió y dejo la poción en una de las mesas—. ¿Por qué atacaste a Potter? Digo, ¿qué te hizo pensar que atacarlo frente al Gran Comedor fue buena idea? Era bastante obvio que algún profesor podía atraparte.

— Fue un impulso de idiotez —Draco rodó los ojos—. No necesitan saber más.

Luego de eso, Draco se giró para caminar al sofá en el que usualmente se sentaba y que de alguna manera, el resto de los chicos de Slytherin sabía era de su preferencia, por lo que siempre que el rubio estaba en la Sala Común, este estaba libre para él. Al sentarse, sintió los músculos de su cuerpo quejarse y en ese momento se arrepintió por haber rechazado la poción que Pansy le ofreció hace unos momentos. Definitivamente, el profesor Moody se ganó su odio total.

Theodore Nott, le dio una mirada perspicaz que Draco supo evadir, pues justo en ese momento, Pansy se sentó a su lado, tratando de entrelazar su brazo con el de él, a lo que Draco simulando acomodarse en el sofá, logró zafarse de aquel incomodo contacto con su amiga.

— ¿Piensan quedarse ahí como estatuas? —Enarcando una ceja miró a sus amigos— Dudo que el profesor Moody aparezca por aquí.

— O peor aún. Potter —Theodore continuo mirándolo de la misma manera, cosa que molesto un poco a Draco.

— ¿Por qué aparecería él por aquí? Potter es de Gryffindor —Desconcertado, Blaise miró a Theo y luego a Draco, los cuales parecían tener una batalla de miradas.

— Si, Theo ¿por qué Potter? —Cuestiono Draco.

— Solo decía —Se encogió de hombros con una sonrisa burlona en el rostro, después miró a Pansy quien solo seguía la conversación con la mirada—. Querida, me acompañas a la lecucería; mi madre dijo que esta misma tarde enviaría tu pequeño encargo.

— ¿Tan rápido? —En un parpadeo de ojos, Pansy se puso de pie— Vamos.

— Claro —Ofreció su brazo a la chica para que lo tomase—. Regresamos en un momento —Sin borrar esa sonrisita burlona, miró a Blaise quien de repente parecía molesto.

Draco suspiro aliviado cuando Pansy se alejó de él, no sabía por qué, pero su extrema cercanía lo hacía sentirse incómodo. Poco después se sobre salto cuando Blaise se dejó caer con todo su peso sobre el sofá, el cual rechino y se movió unos centímetros hacia atrás en señal de protesta por el brusco movimiento.

— ¿Y a ti qué te pasa? —Draco miró a Blaise como si fuese un extraño.

— ¡Nada! —Dijo con el ceño totalmente fruncido sin dejar de ver la puerta por la que cruzaron Theo y Pansy hace unos instantes. Theo, ¡maldito Theo! ¿cómo no se da cuenta?

— Pues ese “nada” no suena precisamente como a un simple “nada” —Fijó su vista en él, esperando a que este dijera algo, pero los segundos pasaban y Draco no era una persona que destaque por su paciencia, así que al final suspiro rodando los ojos— Como quieras.

Sin esperar a que Blaise contestará, se puso de pie y se encamino a la habitación que compartía con Theodoro, Blaise, Creabe y Goyle.

Trato de subir lo más recto posible, y se arrepintió aún más por haber rechazado la poción de Pansy, pero no había problema, entre sus cosas tenía un poco de poción para el dolor, después de todo, como jugador de quidditch, tenía que ser precavido pues no sabía cuándo podría utilizarla. Como en esa ocasión por ejemplo.

Al entrar a la habitación, vio que Creabe y Goyle estaban platicando en voz baja. Los ignoró y paso de largo hasta su cama y en sus cajones comenzó a remover hasta encontrar el pequeño frasco con la tan ansiada poción. La destapo y de un sorbo la bebió toda.

— Después tendré que hacer más —Se dijo a sí mismo, haciendo una nota mental.

— Draco —El aludido dio un pequeño brinco al ser llamado ten repentinamente cerca.

Al girarse se encontró con Creabe y Goyle, quienes llevaban un par de panques, una rebanada de pastel de cerdo y una botella de zumo de frutas (a diferencia de muchos, a él no le gustaba el jugo de calabaza). Un poco sorprendido, miró a sus amigos.

— ¿y eso? —Dijo sin salir de su sorpresa.

— El profesor Moody te ataco antes de que entráramos a Gran Comedor —Dijo Creabe.

— No tuviste oportunidad de cenar —Completo Goyle.

— Y yo que pensaba que solo tenían aire en la cabeza —Los chicos se sonrojaron un poco, pero no se movieron de su lugar—. Lo tomaré.

Ambos sonrieron conformes con eso, dejaron las cosas en la cómoda de Draco y al girarse para regresar a sus camas, un carraspeo les hizo girarse nuevamente.

— Gracias —Miró a ambos, agradeciendo sinceramente, pues ni él se había percatado de que tenía hambre hasta ese momento en el que vio la comida.

La sonrisa en sus rostros se ensancharon y con un asentimiento de cabeza cada quien volvió a su cama.

Draco podría ser altanero, grosero, burlón, patán y un perfecto egocéntrico; pero hasta él sabía apreciar la mistad de sus amigos y ser agradecido con ellos (al menos solo con sus allegados). Razón por la que ellos llevaban años siendo sus fieles amigos.

Después de haber comido y bebido su pequeña cena. Escribió una carta para su madre y su padre. Al parecer algo importante estaba ocurriendo en casa y quería averiguar de qué se trataba. También aprovecharía y haría unas cuantas tareas para evitar que se acumularan.

Para cuando termino, se dio cuenta de que ya todos estaban en sus camas durmiendo. No era nada raro para él, siempre que se sumergía en los deberes, perdía la noción del tiempo y terminaba siendo el último en acostarse.

***

Los siguientes días las cosas volvieron a la normalidad: las clases eran igual de aburridas, sus amigos animaban sus días y de vez en cuando se burlaba de uno que otro compañero, principalmente de Gryffindor o Ravenclaw y muy rara vez de Hufflepuff.

La única diferencia era que cada que se encontraba con el trio de Gryffindor, Draco prefería pasar de largo, ignorándolos completamente ya que siempre que los veía, se daba cuenta de que Moody se encontraba cerca y ni de loco volvería a ser un maldito hurón.

Ya encontraría el momento y el lugar preciso para vengarse. Mientras tanto los ignoraría olímpicamente, pretendiendo que ellos existen o comparten el mismo aire. Merlín le de paciencia para seguir aparentando con Moody cerca.

Un lunes por la mañana, Draco despertó más temprano de lo usual, pues esa mañana su madre le enviaría un paquete y al mismo tiempo él enviaría una carta para ella. Así que, se dio un baño rápido, se colocó el uniforme perfectamente planchado y los zapatos pulcramente limpios. Salió en dirección de la lechucería.

Draco amaba su Sala Común y el hecho de que las habitaciones se encontraran bajo el lago negro, era algo que no se comparaba con nada, pero debía admitir que cuando debía ir a la lechucería o a clases de Astronomía, odiaba profundamente tener que subir todo el maldito castillo.

Al llegar a la lechucería dio un largo suspiro, de verdad odiaba los malditos escalones. Dio una mirada alrededor y noto que la lechuza de su madre aun no llegaba. Mientras tanto se dispuso a observar por la ventana. Había una gran vista desde ese punto. Vio aparecer los primeros rayos de sol y como con ellos llegaba la lechuza de su madre y tal como ella le dijo, llegaba con un paquete.

La lechuza parda se paró a orillas de la ventana y Draco pudo tomar el paquete. Le dio unas cuantas golosinas, que la lechuza agradeció ululando. Luego ató la carta para su madre.

— Sé que es un largo camino, pero necesito que le entregues esto a madre, ¿lo harás? —Acaricio las plumas de la cabeza del ave y esta ululó suavemente—. Entonces ve, Narfy.

Observo como la lechuza parda volaba surcando el cielo hasta volverse un pequeño punto negro y finalmente desaparecer.

Antes de que saliera de la lechucería escuchó la puerta chirriar. Al girarse vio a un pelinegro de horribles gafas redondas entrar y cubrirse el rostro al recibir los rayos del sol directo en la cara.

— Potter —Sus labios pronunciaron automáticamente en su tono usual de desprecio.

— Malfoy —Dijo Harry una vez se quitó del rayo de sol.

Ambos se quedaron en silencio, mirándose mutuamente y estudiándose, tratando de adivinar el siguiente movimiento del contrario. Draco miraba a Harry con ese gesto de rencor tan propio de él. Harry por su parte, solo se mantenía atento por si debía sacar su varita para un posible duelo.

Al final, Malfoy se balanceó de izquierda a derecha sobre sus pies al tiempo que lanzaba un pesado suspiro.

— Cuidado con el piso, esta todo resbaloso —Dijo Malfoy en un tono aburrido, caminando unos pasos para salir de la lechucería con el paquete de su madre en las manos.

Harry abrió la boca un segundo, no sabiendo cómo responder a aquello y antes de que Draco hubiera salido, Harry se giró para decirle un rápido:

— Gracias —Malfoy lo escucho, pues se detuvo en el marco de la puerta y sin girarse solo asintió con la cabeza—, y buenos días.

— Buenos días —Respondió el rubio luego de lo que fueron para Harry, los más largos cinco segundos de su vida.

Harry sonrió inconscientemente cuando el rubio le regreso el saludo, pues ese simple gesto le recordó al Draco Malfoy que vio en el mundial de quidditch. Otros cinco segundos más tarde Harry volvió a la realidad y continúo a lo que iba: mandarle una carta a Sirius y así evitar que se pusiera en peligro al venir a Hogwarts por asuntos tan tontos como un simple dolor en su cicatriz.

Cuando Draco salió de la lechucería no pudo evitar que en sus labios se dibujara una sonrisa. Era la primera vez que ambos se hablaban y no habían ofensas de por medio.

Al ir bajando las escaleras para volver a su habitación por sus cosas para clases; recordó los sucesos del mundial de quidditch. ¿Por qué actuó de esa manera tan Gryffindor? Ni él sabía que fue lo que lo impulso a actuar de manera tan estúpida. Solo a él se le ocurría arriesgarse por alguien que le odiaba.

Sin embargo, desde hace unos días en que se estuvo carteando con su madre, ella le contaba que su padre últimamente se encontraba viajando más seguido de lo que normalmente hace, por algunos problemas supuestamente con la empresa, pero que no debía preocuparse, pues todo era para beneficio de la familia. A Draco no le convencía del todo aquella historia, pues la última vez que acompaño a su padre a la empresa, todo marchaba perfectamente.

Entonces recordó que Potter lo acuso de que sus padres fueran los responsables del ataque al campamento, ¿y si él tenía razón y sus padres junto a otros más planearon aquello? Después de todo él sabía que su padre fue un mortifago, la marca en su brazo era una prueba de ello. Pero, de ser así, ¿por qué se estaban reagrupando?

De repente el trayecto de regreso a la Sala Común se le hizo terriblemente corto. Alejando aquellos pensamientos de su cabeza y se encamino a su habitación donde los demás ya estaban arreglándose para ir a desayunar.

Dejo el paquete de su madre en su cómoda y cuando Draco tomo su mochila, vio el símbolo que representaba su familia en ella; algo hizo estragos dentro de él. Recordó todas aquellas palabras de odio de su padre y abuelo hacia los mestizos y los sangre sucia.

Ahí estaba la razón por la que se estaban reagrupando los mortifagos. La dinastía de la sangre. ¿Qué se supone que eran ellos? ¿Una especie de nuevo Hitler en busca de “la raza ideal”? Un sentimiento de asco y repulsión a sí mismo lo invadió. No era que sintiera asco por su familia. No, él amaba a sus padres, pero sintió asco por esos pensamientos tan retrogradas. Si bien a él le enseñaron que los mestizos y los sangre sucia eran de lo peor y que no merecían llamarse magos o brujas, ese no era motivo para querer aniquilarlos hasta hacerlos desaparecer.

— ¿Estás bien, Draco? —Se sobresaltó cuando Theo le tomo por el hombro. Debería dejar de sobresaltarse por cualquier cosa.

— Si, solo estaba revisando que no olvide nada —Sonrió tratando de olvidar ese tema por un momento—; vamos a comer.

— Vamos —No muy convencido, Theo le siguió hasta la Sala Común.

Ya ahí les esperaban Blaise y Pansy, los dos estaban platicando tranquilamente, pero en cuanto Pansy vio a Draco, ella camino hacia él, le dio los buenos días con un beso en la mejilla y le tomo del brazo.

Draco, por su parte; por su cabeza aun resonaban aquellos pensamientos que no le dijo nada a Pansy cuando ella se colgó de su brazo y de esa manera. Los cuatro subieron las escaleras.

Blaise y Theo caminaban detrás de Draco y Pansy. Blaise miraba de reojo a Theo, lo veía sonreír al muy descarado, parecía como si su vida fuera miel sobre hojuelas. Lo veía sonreír cada que Pansy sonreía y eso lo estaba matando.

Cuando llegaron a la escalinata de mármol para poder entrar al Gran Comedor, no pudieron hacerlo, debido a la multitud de estudiantes que se arremolinaban alrededor de un gran letrero.

Draco estaba por leer el letrero cuando cierto pelirrojo se puso delante de él, cubriéndole la vista.

 

TORNEO DE LOS TRES MAGOS

Los representantes de Beauxbatons y Durmstrang llegarán a las seis en punto del viernes 30 de octubre. Las clases se interrumpirán media hora antes.

Los estudiantes deberán llevar sus libros y mochilas a los dormitorios y reunirse a la salida del castillo para recibir a nuestros huéspedes antes del banquete de bienvenida.

 

Leyó Ron en voz alta para él, Harry y Hermione que estaban a su lado.

— ¡Estupendo! —Dijo Harry— La ultima clase del viernes es pociones, ¡a Snape no le dará tiempo envenenar a toda la clase!

— Sería una lástima si alguien le sugiere a Snape que seas de los primeros en envenenar y comprobar si tu antídoto funciona —Dijo Draco en un tono acido, le molesto que la comadreja no le permitiera leer de primera mano el cartel.

— Oh, cierra la boca hurón —Ron se giró molesto a donde estaban las serpientes de Slytherin.

— Cierra la boca comadreja —Rebatió Pansy con un gesto de desagrado, mirándolo de arriba abajo— No nos arruines el día tan temprano con tu pecosa cara.

— Déjalos, querida —Dijo Theo saliendo de detrás de ellos, con su sonrisa burlona, mirando fríamente a Ron— No gastes energías en personas como ellos.

Draco sonrió complacido al ver las caras del trio enrojecer. Miró a Potter y se sintió un poco mal con él, pues luego de su muy breve conversación de esa mañana, le pareció ver una pizca de decepción en sus ojos verdes.

Ni modo. Después de todo, no vivía para complacer a otros.

— Potter —Escupió aquel nombre con burla y después los cuatro se encaminaron al Gran Comedor.

Harry, Ron y Hermione vieron a las serpientes irse, mientras que ellos se quedaron parados no muy contentos con Draco y su sequito.

— ¡Son unos…! ¡Cabrones! —Dijo Ron bastante molesto.

— ¡Ron! —Le amonesto Hermione— Solo ignóralos.

— ¡Sólo falta una semana! —dijo emocionado Ernie Macmillan, un alumno de Hufflepuff, saliendo de la aglomeración ignorando la cara de enojo de Ron—. Me pregunto si Cedric estará enterado. Me parece que voy a decírselo...

— ¿Cedric? —dijo Ron sin comprender, mientras Ernie se iba a toda prisa.

— Diggory —explicó Harry—. Querrá participar en el Torneo.

— ¿Ese idiota, campeón de Hogwarts? —gruñó Ron mientras se abrían camino hacia el Gran Comedor por entre la bulliciosa multitud.

— No es idiota. Lo que pasa es que no te gusta porque venció al equipo de Gryffindor en el partido de quidditch —repuso Hermione—. He oído que es un estudiante realmente bueno. Y es prefecto.

Lo dijo como si eso zanjara la cuestión.

— Sólo te gusta porque es guapo —dijo Ron mordazmente.

— Perdona, pero a mí no me gusta la gente sólo porque sea guapa —repuso Hermione indignada.

Ron fingió que tosía, y su tos sonó algo así como: «¡Lockhart!»

Hermione le miró empequeñeciendo los ojos, indignada. Ninguno de los dos notó que Harry mantenía la mirada en la mesa de Slytherin, observando a cierto rubio que comía en silencio y tanto pensativo.

Notas finales:

Hola! 

¿Qué les pareció? Espero que les haya gustado. 

Ya sabe, cualquier duda o comentario no duden en hacermelo saber. Trataré de estar contestando sus mensajes durante el día. 

Nos leemos la siguiente semana. 

¡Saludos!


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