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All we are por LucyR

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6. Confundiendo al enemigo

 

24 de noviembre. 

Esa era la fecha para la primera prueba del torneo y Harry no tenía ni la menor idea de que se trataba. Sin embargo, y por alguna razón, cada que se encontraba con Malfoy, le miraba de cierta manera que no podía descifrar. Quizá era preocupación, tal vez desagrado o quizá simple desprecio. No lo entendía. Cada que pensaba en la posibilidad de dos Malfoys, se le hacía menos descabellada; más aún por la campaña anti-Harry con todo y botones que el mismo Malfoy le había organizado.

Por otra parte estaba el hecho de que aún no se reconciliaba con Ron y que, aunque no quisiera admitirlo, lo echaba mucho de menos, pero tampoco quería ser él quien diera el brazo a torcer. Además de que durante toda esa semana ha tenido que soportar los comentarios burlescos por el fiasco de entrevista que tuvo con Rita Skeeter. Sin duda, aquel año se le estaba haciendo terriblemente pesado.

La noche anterior se enteró por Hagrid que la primera prueba se trataba de un enfrentamiento contra un dragón. Harry sintió sudar frío cuando los vio en las jaulas. Todos fieros e intimidantes lanzando llamaradas de fuego a sus cuidadores.

Para cuando volvió a la torre de Gryffindor (siempre oculto bajo su capa de invisibilidad) habló con su padrino Sirius, pues dos semanas atrás, le había escrito pidiéndole hablar con él a media noche.

Esa noche Harry liberó todo su estrés acumulado, sus dudas, el temor al torneo y al dragón con el que debería enfrentarse. Al final dejó el hecho de que el comportamiento de Malfoy lo estaba confundiendo mucho, a lo que Sirius contestó diciendo que no se confiara por unas cuantas veces en las que Malfoy se mostró amable, pues no sabían si él estaba haciéndolo con una doble intención por su padre mortifago; aunque también le advirtió no acercarse tanto a Karkarov por haber sido también un seguidor de Voldemort.

Harry no podía dejar de pensar en el rubio y en sus extrañar manías de confundirlo, y tratando de poner en orden sus pensamientos decidió alejarse un momento del castillo y sus alumnos. Por lo que esa tarde (después de avisar a Cedric acerca de los dragones), se quedó a orillas del lago negro, sentado en una roca, a la sombra de uno de los tantos árboles. Observando como el barco de Durmstrang se mecía lentamente por las corrientes de agua y de viento. Harry trataba de no pensar en nada, pero se le estaba haciendo difícil.

— ¿Por qué la cara larga, Potter? —Aquel arrastre de palabra lo reconocería donde sea y, lamentando su mala suerte de querer alejar al rubio de su mente, golpeó su frente con la palma de su mano.

— No molestes, Malfoy —Cuando levantó el rostro esperaba ver toda la bola de serpientes de los amigos de Draco, pero le pareció raro solo verlo a él con un grueso libro y un balde en la otra mano.

— Vaya genio —Rodó los ojos no dándole importancia— Hazme un favor Potter y piérdete —Dejo el libro y el balde al pie del troco de un árbol mientras él se sentaba sobre una gran piedra para quitarse los zapatos y subir un poco su pantalón— Necesito privacidad.

— Hogwarts es enorme, creo que puedas encontrar otro sitio donde desnudarte en privado —Atacó Harry, esperando que con eso Malfoy le escupiera algunas palabras y se marchara, pero no espero ver su sonrisa coqueta y sus ojos grises observarle fijamente. Instintivamente, Harry se sintió sonrojar.

— Disfrutando de lo que ves, ¿eh, Potter? —Dijo Draco al tiempo en que se quitaba la túnica y caminaba descalzo por las hojas secas en el suelo, cargando en sus brazos su libro y su túnica; acercándose lentamente a Harry aun con esa misma sonrisa en los labios— Tienes buenos gustos, eh de aceptar.

— E-Estas mal yo no… —Harry pasó saliva no entendiendo como llegaron a esa situación, lo peor era que no le incomodaba ni le molestaba, Malfoy lo estaba poniendo nervioso.

— ¡Eres un maldito enfermo! —Escupió, golpeándolo con su libro y echándole encima su túnica para cubrirle su enorme cabeza de nido de pájaros.

Harry se quedó en silencio por un segundo, agradeciendo que le haya atacado con su túnica y no con el balde o con una maldición.

Durante ese segundo, Harry fue capaz de percibir el aroma de la colonia de Malfoy en su túnica e inevitablemente inhaló más de la cuenta, pensando en que era un aroma sutil, realmente agradable.

Para cuando se quitó de encima la túnica de Malfoy, el rubio ya se encontraba con los pies dentro del lago negro, palmando con las manos el fondo y con el ceño fruncido.

No quiso hacer más incómodo el ambiente y por un momento sintió la necesidad de alejarse, pero tampoco quería dar la idea de que estuviera huyendo además, ¿por qué debería irse él? Él había llegado primero, que se vaya Malfoy.

No teniendo otra cosa que mirar, vio el libro con el que Malfoy le pegó segundos antes y su  curiosidad lo llevó a ojearlo, descubriendo que este estaba abierto y un poco sorprendido se dio cuenta que no era un libro, sino un cuaderno donde tenía varias notas con rayones, al parecer por errores cometidos; aun así con todas esas manchas de tinta, el cuaderno se veía impecable con la cursiva caligrafía de su dueño.

— ¿Qué, acaso tu padre te castigo no mandándote los ingredientes para tus pociones? —Ya que tenía compañía forzada, intentaría hablar un poco, con suerte y podría tener una charla como la de la biblioteca.

— No seas figón —Draco rodó los ojos y se levantó para mirarlo ya que se mantenía agachando palpando dentro del agua—, y por si no te diste cuenta, lo que hay en ese cuaderno son anotaciones donde  he clasificado animales pequeños además de plantas según sus efectos y el uso para el que pueden ser empleadas para la fabricación de pociones —Harry no creyendo en sus palabras, regreso la vista al cuaderno pero esta vez lo tomo entre sus manos para leerlo.

— Pero… —Él también llevaba pociones y no recordaba si Snape les había pedido algo así— ¿Con qué finalidad lo haces? ¿El profesor Snape te lo pidió como actividad extra?

— No, Potter no —Sonrió de lado dejando ver sus perfectos dientes blancos, parecía que el enfado se le había pasado ya— Lo hago porque me gusta —Una vez más se agachó para palpar dentro del agua— Las pociones son mi fuerte y me gustaría hacer las mías propias, por eso investigo por mi cuenta lo que esconde el lago. Después seguiré con algunos insectos y otros elementos.

— ¿Tú trabajando con insectos? —Sonrió incrédulo y un tanto burlón— El mundo se ha vuelto loco, que alguien me despierte.

— No, lo que pasa es que por primera vez estás viendo más allá de tu burbuja ¡Oh! —Se levantó sujetando con ambas manos una planta que a Harry se le hizo parecida a una enorme rosa blanca hecha de cristal— Te encontré —Con cuidado la metió dentro del balde y puso un poco más de agua para consérvala— Tengo otras formas de entretenerme aparte de molestarte —Con balde en mano comenzó a salir del lago.

— ¿Se supone que eso debería ser bueno para mí? —Esa parte de Draco era interesante, si alguien más le dijera lo que él acaba de descubrir del rubio, simplemente se reiría y se negaría a creerlo.

— Tómalo como más te plazca, ahora hazte a un lado —Se sentó a un costado de Harry y con su varita seco sus manos y pies para ponerse de nuevo los zapatos. Harry solo se quedó en silencio y al tenerlo a su lado se dio cuenta que tal vez lo había juzgado mal todo ese tiempo, quizá debería dar una oportunidad de conocerlo un poco más, quizá y podían llegar a congeniar y ser amigos— ¿Qué me ves?

— Nada, es solo que… Eres interesante —Dijo de forma simple y sinceró.

— Dime algo que no sepa —Sonrió complacido por el comentario, poco después tomo su cuaderno y una vez comenzó a hacer anotaciones.

— ¿Por qué no eres así todo el tiempo? Puedes llegar a ser agradable de esta manera ¿sabes? —Harry miraba con atención como la mano de Draco escribía con elegancia sobre su cuaderno.

— ¿Y qué obtendría a cambio? —Dijo sin dejar de escribir pues no quería perder la concentración— Todo mundo sabe que soy un mago fértil, eso ya es bastante humillante y el mostrarme así solo me haría ver débil e inferior a los demás, un Malfoy no soportaría eso.

— No pienso que seas débil. El que seas un mago fértil no tiene por qué interferir o limitarte en tu desempeño como persona y como mago.

— No te entrometas en asuntos que no entiendes, Potter —Draco rodó los ojos y cerró con fuerza su libro.

— Si me explicaras entonces…

— ¿Qué? ¿Me darás tu estúpida charla sobre valores y autoestima? —Draco miraba a Harry con verdadera molestia— Que quede claro algo. Tú y yo no somos amigos, ¡se supone que somos enemigos!, ¿por qué tratas de levantarle el ánimo a alguien odias? ¿o es qué tu complejo de competidor del torneo no te permite ser hostil con el enemigo?

— Lo mismo me pregunto yo, ¿qué ganas con tratar de alejar a los que se burlan de mí en los pasillos? —Las mejillas de Draco adquirieron un tono rosado al escuchar aquel comentario— ¿Crees que no lo he notado? Incluso he visto como silencias a Parkinson y sus escandalosas amigas ¿o es qué molestarme es privilegio exclusivo del príncipe de Slytherin?

Ambos se quedaron en silencio, retándose con la mirada. Ninguno de los dos quería responder a las preguntas hechas porque ninguno tenía las respuestas. 

— Como sea —Harry suspiro dando media vuelta— Ya no importa.

Harry se marchó dejando a un muy pensativo Malfoy, tratando de contestar aquellas preguntas, y es que era cierto que últimamente ya no encontraba tan divertido burlarse de él y que a medida que el tiempo pasaba encontraba cada vez más interesante al cuatro ojos de Harry. Tenía que admitirlo, sentía que nadie más que él podía burlarse del maldito niño que vivió.

— Príncipe de Slytherin… ¿Qué clase de retrasado se autoproclamaría príncipe de su casa?

Pensó en voz alta cuando ya no se veía ni rastro de Harry.

Miró su balde con su cactácea de cristal. Dio un suspiro tratando de que la insistente presencia de Harry le afectara. Tomó sus cosas y se marchó de ahí.

.

.

.

Dos días después daría inicio oficialmente el torneo de los tres magos con la primera prueba y Harry no dejaba de retorcerse las manos debido al pánico que atravesaba en ese momento. Hay estaba él junto a los tres competidores quienes también lucían bastantes nerviosos, tanto que nadie se atrevía a decir nada; Cedric tenía la cara ligeramente verde. Fleur Delacour y Krum no reaccionaron en absoluto. Tal vez pensaban que se pondrían a vomitar si abrían la boca; en todo caso, así se sentía Harry. Aunque ellos, al menos, estaban allí voluntariamente...

Y enseguida se oyeron alrededor de la tienda los pasos de cientos y cientos de personas que hablaban emocionadas, reían, bromeaban... Harry se sintió separado de aquella multitud como si perteneciera a una especie diferente

Después, mediante un sorteo se les asignó el orden en que entrarían, solo tenían que meter la mano en una bolsa color marrón y sacar uno de los dragones en miniatura, idénticos a los que se enfrentarían, el objetivo era claro, conseguir el huevo de oro que los dragones protegerían con garras y dientes, ya que en ellos estaba la clave para pasar a la segunda prueba, no tardaron en hacer el sorteo siendo que Fleur Delacour enfrentaría a un Gales verde, Viktor Krum un Bola de fuego chino, Cedric Diggory al Ocicortus sueco y por ultimo Harry Potter al Colacuerno húngaro.

Luego de aquello se escuchó el sonido del silbato, dando señal a Cedric de entrar al campo, lo vio salir, con la cara más verde aún que antes. Harry intentó desearle suerte, pero todo lo que le salió de la boca fue una especie de gruñido áspero, se vio a Cedric dar un gran suspiro y salió a la arena. 

Poco a poco los demás competidores fueron entrando después de cada silbatazo, ya dos de ellos había logrado pasar la prueba y ya solo faltaba Viktor Krum quien en ese momento estaba dando lo mejor por conseguir el huevo de oro, a cada minuto que pasaba Harry se sentía cada vez más nervioso.

— Pss… Harry —Escuchó al otro lado de la carpa, algo curioso, pero más por distraer su mente y alejar los nervios se acercó a donde escuchó aquella voz llamarlo— ¿Potter, estas ahí?

— Sí —Contestó en automático, aquella voz se le hizo conocida pero se negaba a aceptar que esa persona estuviera al otro lado de la carpa.

— ¿Hay alguien más ahí? –Harry de inmediato contesto con un escueto “no” para después ver al rubio entrar y ver con gesto de preocupación— ¿Cómo estás?

— ¿Y cómo debería estar? Me va a dar un ataque de pánico antes de entrar al terreno —Dijo una vez se recuperó de haber visto a su inesperada visita.

— Cálmate un poco —Retuvo el aire un momento como pensando en sus siguientes palabras— Intente hablar con Bartemius y Bagman para te cambiaran el dragón o que definitivamente te exenten de la prueba ¡Esto es una locura!

— ¿Qué hiciste, qué? —Nuevamente Draco intentaba ayudarlo y seguía sin entender sus razones— ¿Qué intentas lograr con eso? Digo, sé que yo no pedí esto pero de nuevo intentas ayudarme ¿Por qué?

— Ya te dije. Es una locura que te quieran hacer enfrentar a un dragón cuando ni siquiera tienes la edad para participar en el torneo ¡Solo tienes catorce años! el que disfrute de molestarte no me hace un inconsciente igual que esos ineptos —A su forma de ver era fácil entender su punto de vista, pero a Harry eso solo le hacía explotar los sesos.

— No te entiendo de verdad, un día me hablas de lo más normal, otro te da por burlarte de mí, al siguiente me revelas tu sueño de ser pocionista y luego armas toda una campaña anti-Harry con todo y botones en mi contra, porque si, sé que fuiste tú quien los hizo —Le miró ceñudo y continuo— y ahora vienes a decirme que intentas ayudarme respecto al dragón. O tienes un gemelo que es de lo más simpático o tú estás verdaderamente demente —Con aquellas palabras logró quitarse un poco de estrés y quedó todavía más confundido cuando escuchó a Draco reír— ¿Quieres deja de reírte?

— No, no quiero; pero si te tranquiliza, mi padre y yo hicimos una apuesta, le dije que le apostaba un knut a que no durabas más de diez minutos en la arena ¿Y sabes que dijo? Que no durarías ni cinco —Sonrió de lado al ver la cara enrojecer de Harry de coraje por su comentario y antes de que lo tuviera golpeándolo se apresuró a continuar— Creo que ya no estás nervioso, recuperaste tu valentía y ahora también tienes el coraje para enfrentarte al colacuerno… Lo harás bien —Le sonrió, esta vez sin una pizca de burla o altanería, le palmeo el hombro y salió de la carpa.

Harry se quedó de piedra ¿Qué había sido todo eso? Draco una vez más hizo de las suyas y lo salvo de caer en un colapso nervioso, tenía razón pues ya no estaba tan ansioso como hace un momento; palmeo su cara para salir de esa especie de transe en el que se quedó; justo en ese instante el silbato volvió a sonar, avisándole que era su turno de entrar a la arena y con sus ánimos renovados camino con paso firme. El momento había llegado.


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