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Nació para ello por dark-angel

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Hank se sorprendió por la iniciativa de Connor, en especial porque realmente no estaba cerca del detective como para ofrecerse, aun así, no pudo negar que era una buena idea. Él particularmente no era bueno atendiendo a nadie, ni siquiera podía cuidarse a sí mismo, si alguien podría mantener a raya al desgraciado de Reed era Connor. Así que asintió a sabiendas, el médico hizo una mueca, pero no dijo nada, argumentando que le avisaría cuando estuviera listo para irse y pidiendo que deje su método de contacto en la recepción, luego los invitó cordialmente a que abandonara las instalaciones dado que el horario de visita había terminado. Anderson tuvo tentación de discutir, mandarlo al demonio, pero la verdad sea dicha quería regresar a su lugar y darse una larga ducha; mañana ya podrían interrogar a “Karen”. Se hicieron las llamadas pertinentes y el mayor condujo hasta su hogar, mientras Connor solicitaba una copia del código de seguridad del detective para comprobar si su casa tenía los sustentos necesarios para su traslado próximo, el teniente se preparó la cena (pizza recalentada del día anterior) y le colocó su alimento a Sumo. En silencio se sentaron a cenar mientras el Android hacía una investigación sobre cuidado y una lista mental de qué conseguir, al finalizar acompañó a su figura paterna para mirar tv un rato y luego la rutina de sueño.


Después de dejar a Hank en el recinto para hacer el papeleo adeudado, se dirige al hogar de Reed para comprobar el estado de dicho. Dado que no tenía que regresar hasta después del almuerzo, Hank afirmó que solo interrogarían al androide en ese momento ya que: “no perdería el apetito por ningún Androide psicópata”, se tomó su tiempo para recordar cada tienda cercana y detalle del circuito hacia el hogar del detective. El edificio en cuestión estaba deteriorado por fuera y su puerta principal tenía un cerrojo viejo y roto, hizo nota de solicitar la reparación o ejercerla el mismo de ser necesario. El ascensor tampoco funcionaba, por lo cual debió de subir los siete pisos necesarios, los pasillos eran helados, aunque aceptara que las luces de seguridad de estos y las escaleras al menos funcionaban correctamente; dichas, para su sorpresa, estaban impecables. El piso donde estaba el departamento de Reed era frívolo en su mayoría, dos puertas más allá de la indicada tenían macetas y platas decorativas, el resto era gris y opaco. Notó, también, que el departamento de susodicho era el único con una cerradura actualizada, mientras el resto tenían una de la misma época de la de la entrada (lo cual no era sorprendente). Dentro, el lugar no era mejor que el exterior.


 Helado e insípido, el departamento acogía a Connor con tristeza y desesperación. En la sala lo saludaba un sofá de dos plazas que vio mejores días con un montículo de mantas en una esquina. La mesa de café frente tenía dos tazas a medio tomar, frías, de café ya rancio; la superficie tenía manchas viejas de no usar porta vasos, papeles de casos -esperaba que sean copias- esparcidos y el control remoto de la tv -pequeña y bastante vieja- que se posaba contra la pared tras esta. La cocina apenas tenía electrodomésticos, el horno y sus hornallas parecían prácticamente nuevas, la cafetera -por otro lado- demostraba su constante uso y estaba sucia con café de hace unos días (anotó en su lista de quehaceres vaciarla y limpiarla). El fregadero estaba lleno de tazas y vasos, extrañamente no platos, lo que sugería que Reed no está comiendo (o al menos nada que los requiriera). La heladera estaba prácticamente vacía, unas botellas de agua y una barra de chocolate dentro eran sus únicos acompañantes; noto, así, que extrañamente no tenía cerveza como creyó que habría en exceso. Los muebles sólo contenían café, cereales azucarados y la vajilla (inmaculada, saldó así hipótesis de que realmente no la usaba con frecuencia). La siguiente habitación a revisar (y única sin contar el baño) fue el cuarto de Gavin. Dudó unos momentos antes de irrumpir en la privacidad del hombre, la vista fue aún más desalentadora que el resto del lugar. El colchón viejo, apenas con sábanas, era prácticamente el único mueble del lugar y decoraba gran parte posándose en el centro contra la pared. La ropa de Reed, en gran parte, se encontraba sobre una silla pulcramente doblada (lo que fue sorprendente) y el resto en un armario incrustado en la pared minúsculo. Había un velador del lado izquierdo de la cama y más archivos del derecho. Sin fotos o artículos personales que hicieran el cuarto como propio más allá de la ropa. Haciendo una nota mental de armar la cama y mudar las mantas del sofá a esta, se dirige al cuarto de baño, revisando el botiquín encuentra antidepresivos y ansiolíticos de venta libre, también pastillas para dormir a base de hierbas, ninguno usado y con vencimiento ya superado; el surtido de vendas y blanditas es sorpresivo, y la botella grande de alcohol casi vacía también. Hay medicación de venta libre para los dolores de cabeza y musculares que han sido ya consumidos a medias y comprados recientemente. Hace una nota mental de tirar lo vencidos y de surtir aquello que no posee o está por acabarse. No encuentra cosas llamativas; todo está demasiado ordenado. Sin más que hacer, realiza lo que puede en ese momento y cronometra la posibilidad de hacer compra de alimentos antes de regresar o no; opta por ir a la farmacia que llevará menos tiempo por ahora y en la noche el resto.


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Cuando ingresó al recinto nuevamente, si dirigió automáticamente hacia la sala de interrogación número dos donde se encontraba “Karen”. Del otro lado se posaba Hank, observando con fuego profundo al atacante y secuestrador, como si pudiera comprender lo que sucedía en la cabeza del androide de sólo verlo a través del espejo. Connor comprendió su malestar y decidió no comentar nada de ello, se paró a su lado y observó en silencio el comportamiento. Dicha se encontraba tranquilamente sentada, sin ninguna acción errática como se había previsto y casi parecía calmada, como si nada nunca hubiera estado mal.


— La interrogaré —Afirmó, tras unos momentos, Connor. Hank no se negó, aunque alzó su ceja con una pregunta muda de: “¿estás seguro chico?”, el calor se extendió en su sistema ante esa acción cariñosa del teniente antes de asentir con firmeza y retirarse fuera del lugar.


El interrogatorio comienza con preguntas estándar. Cuál es su número de serie, su nombre asignado y si está o no desviado, también sus anteriores dueños y que ha sido de ellos. Ella recita fácilmente su número como si lo cantara y deletrea su nombre con lentitud. Afirma que sus dueños están muertos, pero cuando Connor intenta presionar más en ese detalle ella sólo canta de forma maníaca: “Muertos, muertos”, hasta que la desvía con otra pregunta. Fácilmente nota que el comportamiento es erróneo, corrupto, si fuera un humano sería considerado loco, pero al ser un Androide simplemente estaba “rota”. Cuando la pregunta si dirige a porqué secuestro al Teniente y al Detective, ella ladea su rostro y susurra un muy bajo:


— ¿Me recuerdas? —Sonando, por primera vez, “cuerda”. Connor rápidamente hace un reconocimiento facial, pasándolo por sus recuerdos, sin encontrar coincidencia, al comentarle aquella ella se sobresalta, golpeando sus manos contra la mesa y tironeando de las cadenas que la retienen. Grita frenéticamente y a todo pulmón, mientras sus ojos demuestran simplemente una locura extrema: — ¡Mentiroso! —Recita, una y otra vez. El acto se prolonga por unos sólidos tres minutos, debe de hacer una seña muda al vidrio para no ser interrumpido y tranquilamente espera, RK, a que ella pare cuando se sienta lista. Las lágrimas brotan por sus ojos y ladea su rostro con fuerza hacia los lados; de ser humano causaría daño, pero al no serlo la acción puede repetirse tanto como desea—. ¡Asesinaste a Luna! ¡Asesino! ¡Tú teniente merecía morir! ¡Ojo por ojo!


El sobresalto de Karen fue nuevamente asombroso, comenzó a golpear la mesa y mecerse como si intentara salir de las ataduras que la mantienen; no podría, eran tan fuertes que lo retendrían a él que era el androide más fuerte construido hasta la actualidad. Mientras esperaba que volviera a calmarse y estudiaba que sus niveles de estrés no se extendieran demasiado, intentó nuevamente buscar en su base de datos información sobre este individuo presentado. La búsqueda fue larga y no encontró nada, aun así, cuando ella al fin se calmó otra vez, decidió redirigir la conversación hacia otro lado.


— Secuestrar al Teniente y dañarlo era tu venganza contra mí, ¿por qué has lastimado al Detective Reed en su lugar?


— Porque se lo merecía.


— ¿Por qué?


— Es un asesino, como tú, como tú, como tú —Repitió varias veces más las últimas palabras y ladeo su rostro hacia los lados. En un movimiento inesperado, extendió su mano como si quisiera alcanzar la de Connor, pero este estando demasiado lejos sólo la hizo mantenerla en el aire suspendida unos momentos—. Puedo mostrártelo.


La duda de qué hacer se presenta con una gran incógnita y marca roja en su visión. Al conectarse con ella podría correr el riesgo de que, si ella estaba infectada con algo que la haga reaccionar así, se lo transmitiera; también a que el vídeo mostrado muestre un Gavin realmente culpable de la atrocidad que ella afirma. No quiere aceptar que realmente el hombre podría haber atacado androides en su pasado y mutilado estos, pese a que todo podría indicar que eso sería algo común en el individuo, no quería tener pruebas tangibles de todos los rumores puestos en él. A pesar de que esto no podría contar como prueba, porque técnicamente no estaba cometiendo asesinato dado que fue previo a la revolución (esperaba y deseaba que así fuera), seguiría dejando una gran marca en la imagen de Reed. Una cosa era creer que era un anti androide, otra era afirmarlo. El tiempo para elegir una opción se está acabando y opta por la que menos desea, debido a que era la más apropiada. Acepta la interacción extendiendo su mano hacia ella.


La memoria se reproduce con brusquedad, siendo casi invasiva. Él observa en ojos de un tercero, cual también tiene una advertencia de cierre inminente. Se ve a un hombre, de posiblemente una contextura similar a la de Gavin, que alza un fierro y golpea de forma errática, maníaca y compulsiva a un PL600 que se encuentra en el suelo; Connor no pude evitar sentir cierta necesidad de cortar la conexión al identificar al androide dañado, dado que los recuerdos de Daniel intentar surgir para contrarrestarlo y sofocar la culpa que jamás desapareció. El ataque se ve durante los próximo siete minutos que lleva al androide que graba en cuestión cerrarse, lo que indica que también es un recuerdo transferido y no de ella. Se puede observar tanto Thryrium y hasta un brazo salirse de lugar, los gritos y suplicas robóticas resonando en el callejón oscuro siendo tapado por el susurro ronco del humano pidiendo que cierre su maldita boca. Todo, desde esa distancia, podría confundir al humano con Gavin, pero fácilmente RK podría refutar aquello. La altura no era la propia, era más alto que el Detective y la masa muscular tampoco era la correcta, siendo este mucho más musculoso y hasta “graso”, también había una falla en su voz, que claramente no era perteneciente a susodicho y al final del clip, cuando está por cerrarse, el hombre se gira para mirarlo y sus ojos marrones se clavan con maldad en la figura; su rostro era completamente diferente, sin tener ni un rasgo similar. 800 puede comprender por qué ella confunde a esta persona con el Detective; el cabello es similar y casi el mismo tono, con un corte bastante igual, también lleva ropas al estilo de este y su malhumor y malas palabras podrían ser atribuidas fácilmente a la figura; pero no era, nunca sería Gavin. El alivio invade su sistema sin poder evitarlo y cuando termina este intenta despegarse del agarre de Karen, violentamente ella lo retiene y muestra otro vídeo más.


Luna era un YK500 cual es tomado durante la noche fatídica donde se invadió Jericho. Ella intenta huir de la policía y es baleada, Karen intenta ayudarla y también es baleada, herida es llevada al campo de concentración y prácticamente es destrozada. Es de los pocos Androides que pueden ser revividos por Jericho después de ello, pero antes de terminar su arreglo ella huyó, dejando sus procesadores a medio juntar y una cantidad de errores descomunales. Ella busca por todos lados a Luna, quien poco más tarde recuerda que fue asesinada y culpa a Connor de esto. La conexión es cortada cuando ella agrega un:


— Asesino.


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Connor no recuerda haber entrado en estadios la noche anterior, demasiado abrumado por la locura y los fallos presentados por el Android cuestionado previamente. Sintiendo esa sensación subyacente de querer creer, pero no poder por las verdades claras que ella misma presentó, pese a estar segura de lo contrario. Con dicha angustia y procesamiento constate, casi obsesivo, no recordó desconectarse en ningún momento; pero lo hizo. Despertó con una notificación titilante a las seis y tres minutos de la mañana. Recibe un informe sobre el papeleo a rellenar del alta médico de Gavin, que, si bien este ha sido completado por susodicho, es necesario que sea retirado por un responsable que también forme tal. Sabiendo la necesidad casi compulsiva del detective por abandonar el lugar, Connor deja una nota en la cafetera para Hank informándole de su paradero antes de tomar su chaqueta y salir de su hogar. Su camino debe de desviarse hacia el departamento del humano para conseguirle una muda de ropa, también se da cuenta en ese momento -sintiéndose culpable- que en e, día anterior no visitó a susodicho como tenía planeado; no notó cuánto le afectó la entrevista hasta ahora. Sabía que este pequeño desliz bajaba garrafalmente las posibilidades de buena convivencia con Reed; lo haría mejor, piensa mientras la notificación de proteger a Reed titula en su visión, lo haría mejor.


El hospital era tan luminoso y agente dado como siempre, la recepcionista le dio una inclinación con su cabeza sabiendo quien era y le mostró los papeles que rellenar; aunque era raro el protocolo de dejarlo en manos de un Android, no pareció haber mucha negativa; casi era sospechoso. Al finalizar y agradecer se dirige directo al cuarto asignado, donde el detective se sienta cuando lo ve y extiende su mano expectante.


— Te tomarte tu puto tiempo —Muerde con fuerza, mientras abre y cierra su puño en cena, universal de “dámelo”. Connor evita rodar los ojos y extiende la bolsa con la ropa seleccionada, el hombre en cuestión no parece realmente tener intenciones de cambiarse y solo lo observa alzando su ceja; RK no lo entiende— ¿Qué estas esperando lata? ¿Una invitación? ¡Sal del maldito cuarto! —Estalla con facilidad, agitando su mano libre con violencia. Connor tiene la decencia de inclinar su rostro confundido hasta que la realización llega a él. El detective se siente avergonzado de cambiarse en su presencia, concluye, extrañado dada la sensación de vanidad que este exuda.


— Lo siento.


— ¿Qué coño está mal en este puto mundo que no puedo vestirme sin que me observe un puto Androide? —Gavin murmura entre dientes mientras Connor abandona la habitación ante la petición de este. Comprende, así, que realmente no sabe nada de Reed. Toda personalidad pre construida con los datos recolectados no parece encajar; nada que lo implique lo hace y eso es molesto. El Android necesita saber a ciencia cierta quien es realmente este hombre y qué esconde. Mientras espera fuera en el pasillo, la misma enfermera que lo ha atendido desde el comienzo de su instalación, se acerca con una silla de ruedas e informa sobre las políticas del hospital. Asintiendo y agradeciendo, asegura que llevará al Detective, sin dudarlo, con dicha hasta el taxi. Ella agradece y se retira con la misma rapidez que llegó, posiblemente prefiriendo jamás cruzarse con Gavin otra vez; no podría culparla del todo. Por su parte espera unos sólidos cinco minutos antes de ingresar con dicha, tras haber pasado ya unos diez minutos completos desde que la ropa fue dejada.


— ¿A terminado, Detective? —La voz de Connor tiene ese tono suave y amigable que Gavin detesta. Dicho gruñe como respuesta, mientras lucha en ponerse el jersey viejo de la academia de policía que Connor le trajo. El pantalón está en su lugar, uno de los jeans más holgados y cómodos que el Androide pudo encontrar, abotonado y en su lugar. Podía oler, por debajo del olor clínico, el suave aroma de la sangre que posiblemente implicase la ruptura de sus puntos de sutura al intentar vestirse por sí solo. Pensó, durante una fracción corta de segundos, en reprenderlo, pero supo que era una terrible decisión; por otro lado, hizo un pedido online para la entrega de una muleta al hogar de Reed, sabiendo que el uso de una por dos semanas era recomendado por el médico en caso de requerir ir al baño, ya que técnicamente no se le permitía salir de la cama en ese periodo. Se acerca con cuidado y ve cómo la mirada del detective al fin se posa en él, gruñendo aún más fuerte al ver la silla de ruedas.


— Si crees que me subiré a esa mierda, estás más dañado de lo que creía —Era curiosa la palabra “dañado” usada en ese momento, presumió que se refería a locura, cómo él mismo implementó con Karen anteriormente. El recuerda de ella volvió a traer una confusión en su mente y decidió dejarlo de lado con facilidad. Con firmeza se acercó a la cama, donde el humano estaba sentado con torpeza, y se inclinó para tomar las zapatillas que aún no se había colocado.


— Las políticas del hospital requieren que seas acompañado en una silla de ruedas por una enfermera hasta el vehículo que te trasladará fuera de la instalación —Recitó con calma, mientras con cierta brusquedad para dar su punto, tomaba la pierna buena de Gavin y le ponía el objeto tomado con anterioridad. El humano chilló, tanto sorprendido como indignado y estaba a punto de decir algo más cuando fue cortado—. Logré evitar que la enfermera nos siguiera fuera, pero la silla de ruedas se queda. Si desea salir hoy del hospital, recomiendo morderse la lengua y cumplir la normativa.


— Vete a la mierda.


— Declinaré la oferta —Contratacó con facilidad y sin perder el ritmo, cosa que generó cierta estrangulación en la respiración del detective que parecía no esperarlo. No puso resistencia cuando calzó su otro pie, ni cuando intentó ayudarlo a llegar a la silla, pese a que estaba tan rígido como una tabla que debería de doler.


El transcurso por los pasillos del hospital hacia la parte frontal de las instalaciones fue rápido y silencioso, el Androide que se encontraba como parte de seguridad del lugar los siguió de cerca para recuperar la silla, mientras ellos se acercaban a uno de los taxis sin conductor que había solicitado RK antes. Se dedicó a ayudar a Gavin a subir a este, pero por primera vez este se negó a recibirla, murmurando un bajo “yo puedo, perra”, mientras con mucha torpeza cojeaba hasta ingresar a este. Parecía creer que se dirigiría solo hacia su hogar, porque miró confundido cuando Connor se subió a su lado tras entregarle al otro robot la silla. El viaje siguió igual de silencioso y confuso, para el humano al menos, quien al final se quedó dormido contra el vidrio del automóvil. La ruta llevaba unos veinte minutos debido al tráfico y una vez frente al departamento del humano, 800 se sintió sin corazón real para despertarlo. Estaba sudoroso, posiblemente por nueva fiebre adquirida, pero tranquilo. Con cuidado llevó su mano hacia el hombro del humano y cuando su palma tocó la tela de su ropa, ejerciendo una suave presión contra la carne contraria, Reed se despertó de golpe.


— ¡Aléjate de mí! —Exclamó con violencia, mientras su voz se rompía y se alejaba de forma brusca; sus manos revolotean por todos lados, como si se debatiera entre atacar a la persona que lo tocó o proteger su rostro y/o cuerpo mismo. Sus ojos son fieros, dilatados y asustados, mientras busca una salida y su mente confusa intenta comprender que sucedía. Connor alza sus propias manos, intentando demostrar que no era un peligro. Algo se encoje dentro del androide, confuso de la reacción y sin saber cómo actuar. Opta por seguir su programa ante las víctimas de abuso instalada en su sistema. Le da su espacio, muestra sus manos para que vea que no tiene nada que pueda lastimarlo y con voz baja, casi susurrante, agrega unas palabras que presume podrían calmarlo. La seguridad de llegar a un hogar siempre era buena… a menos que este mismo sea el que causa el pánico. Decidió probar suerte.


— Detective, Gavin… está bien, estás a salvo, llegamos a casa.


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