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Ilógico. por Whitekaat

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Notas del capitulo:

Saben susede algo en extremo gracioso, mañana debo ir a la universidad es demasiado tarde pero aqui estoy actualizando solo para ustedes pequeños lectores que si me leen  a pesar de no poseer ni si quiera un fandom <3, muero de sueño y de frìo, pero saben no importa este fic me gusta, lo puedo llevar con tranquilidad ya que cada capitulo es un drable diferente que sigue el mismo hilo de una historia, no me causa desesperanza no saber que escribir, ya que puedo escribir lo que quiera xddd bueno este capìtulo en particular me gusta bastante, quizas se deba a que el color "Rojo" es mi favorito y quizas inconcientemente me esforze un poco màs en que quedara bien, advierto que la fiebre es algo "fogosa", bueno sin mas preambulos espero disfruten leerlo como yo al escribirlo c:, por cierto creo seguire escrbiendo mas drabbles,aunque esto resulto ser mas largo que uno, creo que he divagado demasiado en una sola nota de capìtulo, debe ser el sueño, debe ser el hambre,debe ser las drogas que aun no consumo... saludos.

Una Respiración sobre su nuca.

Otra mucho más cercana.

Corazón palpitante, puños cerrados, estático, inmóvil, con sus labios entre abiertos y respiración agitada.

Un olor masculino y desconocido se colaba por sus fosas nasales, un tacto que jamás había sentido, pero a la vez cercano se colaba por el costado de su torso, extraño, diferente, enloquecedor y un tanto adictivo.

Sus ojos entrecerrados apenas dejaban vislumbrar el lugar en donde se encontraba, era la nada, era el todo, era el sublime cielo con el calor del infierno, perfecta sinfonía inaudible que nace de una voz la cual no emite sonidos. Huellas dactilares ásperas dibujan círculos en el pecho como esculpiendo arcilla que ha de ser moldeada.

Aliento tibio cual brisa de verano se acercaba sigiloso a su oído, espera ansiosa, largos segundos con intención maliciosa de alargar más aquel sentimiento de ascendente calor y descontrol.

Vibraciones en el aire sin ningún sonido que lo acompañara, un desesperante silencio, sus parpados pesados guardaban el misterio, escondían al dueño de la gentil caricia, el suave roce unos labios que contorneaban la curva de su oreja, y por causa y efecto erizaban cada centímetro de su piel.

—Yoshino — Una palabra lejana, una voz que ya conocía, un susurro que volvía aquel mundo  una fantasía de sabores agridulces.

Otra vez su nombra resonaba en sus oídos, mas y mas cerca, tan cerca, tan tibio. Unos rayos de luz se colaban por entre sus ojos ahora semi abiertos, la fantasía comenzaba acabar, la luz lo cegaba pero su respiración acelerada no cesaba, su corazón palpitante y aquel agradable olor que inundaba sus fosas se sentía a su lado.

Hielo, escalofrío, un balde de agua lanzada a una pequeña fogata.

El fuego se extingue, se apaga, la madera su humedece el calor desciende y como un  efecto retardado su mente, un témpano congelado.

— ¿Oye te encuentras bien? — Los toques de lucidez tocaron su conciencia y pudo ver unos fuertes y alargados ojos color granate mirándolo fijamente, por segundos su mente quedó en blanco como fría escarcha, frágil como fina capa de hielo, las manos del chico rubio tocaron su frente y sus frescos dedos contrastaron el calor que su cuerpo emanaba, se sentía bien ese templada sensación, que lo calmaba y a la vez absorbía.

— Claro que lo estoy, no te preocupes— Su voz algo apagada y somnolienta, su mirada borrosa y desenfocada, piernas inútiles y tiritantes no respondían a sus pensamientos, a sus órdenes. Otra vez… el calor interior aumentaba, lo quemaba por dentro llegando a desesperarlo y los delirios se posaban nuevamente sobre su piel, sus ojos, su cuerpo entero

Mahiro veía a Yoshino débil sobre el piso de su propia habitación, suspiro pesadamente, hastiado y un tanto escéptico al malestar de su par, se acercó más aun al cuerpo encogido e inmóvil que yacía sobre la alfombra de la habitación.

—Vamos levántate, no quiero alguien muerto en mi habitación — Pasó sus brazos alrededor de la cintura del chico de ojos verdes, pudo sentir aquel lánguido cuerpo hirviendo, levanto el pesado bulto del suelo y dificultosamente lo traslado hacia al cama que se encontraba a un lado, se dejó caer frente a frente sobre el mullido colchón.

 — Mahiro… Arde— Una mezcla de vibraciones en tan solo dos palabras, quejido, somnolencia, debilidad, inconciencia, confusión, malestar, calor. Aquellas dos palabras resonaban desde el inicio del oído hasta chocar con su tímpano, se sintió tan cerca, tan desesperado, tan “caliente”, como una reacción química un tanto exotérmica el calor no solo se quedo con un solo individuo si no que al mismo tiempo por contacto, por cercanía, por delirio se entrego al cuerpo que se encontraba cercano a él.

Dulce y amarga tortura del calor de su cuerpo se apoderaba de él, ese ardor, esa temperatura elevada comenzaba concentrarse en una región especifica en el cual el muslo de Yoshino estaba posado, se sentía avergonzado, incomodo, excitado, era su único amigo, un amigo afiebrado, un amigo convaleciente que causaba estragos sobre su propio cuerpo sin estar el otro conciente de lo que ocurrían.

Escurridizas y indecisas manos se acercan cautelosas a las caderas del afiebrado castaño, rompió la primera barrera de su propia locura al sólo palpar el pantalón de su compañero, era una sentimiento extraño el que experimentaba se sentía mal por experimentar aquellas cosas por una persona de su mismo sexo, mas aun su amigo que era arrastrado por los efectos de la fiebre, en lo prohíbo caía el encanto, el ver a Yoshino débil, indefenso y sereno, revolvía sus hormonas al igual que pensamientos y razonamiento

La segunda barrera de la cordura se rompió como un cristal atravesado por una roca, sus manos se posaban ya por debajo de camisa y playera del muchacho, esa piel suave y caliente se fundía con sus propias manos, como si lo incitaran y lo retaran a seguir.
Tercer barrera de razonamiento disgregada, pulverizada, desintegrada completamente. Culpables son aquellos ojos que miran con deseo, con lujuria, culpable aquella boca que jadeaba, culpable aquel rostro libidinoso y a la vez inocente, culpable por sobre todo su propio cuerpo que se removía, que se frotaba descaradamente con el cansado cuerpo de su único amigo.
Punto de ebullición

Ya todo se había perdido, la razón, la cordura, ética y moral se habían desvanecido  y perdido dejándolas en el olvido, como si nunca hubieran existido dentro de su memoria, sus labios acechaban peligrosamente a los del otro, sus alientos tibios entre mezclados, la respiración de ambos agitada pero por razones muy diferentes la una a la otra, daría ese paso, cortaría el ultimo hilo de cordura, el ultimo aliento de sensatez que le quedaba escasos centímetros… los cuales no lograron concretarse, una voz femenina como cable a tierra lo trajo de vuelta, parada tras la puerta de la habitación con un simple mensaje que rompía la fantasía y el momento.

— ¡Ey Mahiro, la cena estará lista en cinco minutos!— Sólo dejó su recado y abandonó el lugar, todo fue claro, todo fue incomodo, todo aun hervía pero aun no quería deshacer ese momento,  no quería soltar ese tibio cuerpo, dejaría que durara aunque sea unos minutos mas, no dejaría de aprisionar ese cuerpo hasta que sus pensamientos se reestablecieran por completo.

 

*********

— ¡Achís! — Su nariz roja combinaba a la perfección con sus ojos del mismo color, un castaño reía burlón frente a los contactes estornudos producidos por el rubio ingenuo e ignorante del motivo de la enfermedad, no se podía quejar ni rechistar por aquellas burlas, después de todo su propia locura lo había llevado a contraer aquel placentero resfriado.

 

“Estamos hechos de la misma materia que los sueños”

Notas finales:

Espero les haya gustado y como siempre, agradezco cualquier sugerencia o error que se encuentre en el escrito, au revoir


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