Durante los días de encierro, Ren visitaba a Aron, pero no lo hacía porque realmente le importara, lo hacía para recordarle la muerte de Minhyun y de JR. Más de una vez Ren perdió los estribos y terminaba golpeando a Aron y como siempre, era sujetado por BaekHo. La primera visita fue después del entierro de sus dos amigos, ambos fueron enterrados uno al lado del otro, tal y como ambos murieron; y solo en esa oportunidad BaekHo le acompaño.
La familia de Minhyun se arrepentía enormemente el dejarlo a su cuenta con un asesino y loco como Aron, su madre lloro por horas sobre la tumba de su hijo y aquello rompió el corazón de MinKi. Ambas familias, la Kim y Hwang no quisieron hablar entre sí, el día del entierro solo se saludaron y aquello fue todo. Muchos esperarían que se dieran el pésame, pero ni eso ocurrió. El ambiente era demasiado tenso aun para un entierro.
Tiempo después, Ren decidió ir a darle una visita a Aron, pero llevaba algo consigo, era unas pequeñas fotos de algo pequeño e inocente; MinKi se sentó frente a él, y ni el menor lograba reconocer a la persona que estaba frente a él. Aron estaba completamente ido y solo miraba hacia un punto fijo. “Minhyun, este no es el chico del que te enamoraste”
Ren le enseño unas pequeñas fotos y Aron las tomo de inmediato.
–“Iba a ser un niño”– como dolieron esas palabras… el mayor hubiera sido padre de un precioso niño, con los rasgos de su querido Minhyun. Aún no terminaba de entender cómo es que Minhyun resulto siendo un Doncel y terminó teniendo hijos de dos hombres totalmente diferentes; MinKi le explico que después de que Aron lo maltratara y violara, Min había quedado embarazado, cuando el menor escapo se dirigió donde JR y ambos tuvieron relaciones sexuales casi uno o dos días después; MinKi trato de explicarle tal y como el médico de cabecera de la familia Kim le había dicho. Minhyun tuvo un embarazo múltiple. Era así de simple. Su cuerpo estaba dividido en dos, por una parte albergaba un bebe de JR y por otro lado, un bebe de Aron. El de lentes suspiro mientras escuchaba la explicación del menor.
MinKi aún recordaba la cara del doctor cuando tuvo que levantar la sabana blanca y ver el rostro de Minhyun, tan frágil… tan tranquilo…tan en paz. Y aquel doctor lloró. Se había encariñado bastante con aquel joven que hasta lo consideraba su hijo, pero fue aún peor cuando tuvo de levantar la sabana en la cual estaba JR, BaekHo tuvo que mirar hacia otro lado antes de enfrentar la realidad. Aún no concebía aquella idea… de sus dos amigos muertos.
Ren suspiro profundamente para que así las lágrimas no escaparan.
–Solo dime por que tuviste que matarlo. Él nunca te hizo nada, todo lo contrario… te quería– Aron miraba un punto fijo sin pestañar. Minki estaba frente a él con la cara completamente seria, típica de él. BaekHo estaba igual o tal vez peor que él, había perdido a su mejor amigo, a JR, solo cuando nadie estaba con él se permitía llorar, pero cuando estaba con Ren, todas esas fuerzas se las tenía que transmitir al pequeño rubio; y como era de imaginarse, su boda fue puesta en Pausa.
Todas las noches antes de que lo dirigieran a su celda, Aron se dirigía al patio del reclusorio y golpeaba un saco de boxear con todas sus fuerzas, aquello hacía que estuviera tan cansado que no se permitía soñar, y soñar era lo menos que quería en ese entonces. Cada vez que todos estaban en sus celdas escuchaba el llanto de un bebe, Aron se colocaba en posición fetal sobre la mugrienta cama cubriéndose los oídos de aquel sonido y lo único que podía pensar era que aquel llanto era el de su pequeño hijo no nato.
Minhyun… me estas castigando de una forma cruel, y es muy poco comparado con lo que realmente merezco. Perdóname, Min.
Después de dos años, BaekHo y Ren terminaron casándose, aún dentro de ellos albergaba el dolor de la pérdida de sus dos amigos. Aún les dolía y aún soñaban como Aron disparo sin piedad alguna hacia Minhyun, matándolo a él… y su hijo.
***
El tiempo hace que olvides todo, en el caso de Aron, el tiempo hizo que entrara en razón y que su locura desapareciera, las terapias fueron tan inhumanas y crueles que era de esperarse. Cada día aquel medico le enseñaba imágenes de las dos personas a las que asesino, le enseñaba aquellas imágenes en las cuales aún era feliz con Minhyun, mucho antes que sus celos y rencor llegaran a su punto máximo; después del segundo año cumplido en la cárcel, Ren y BaekHo no volvieron nunca más, según había logrado escuchar de algunos guardias, ambos se habían casado y por fin algo de felicidad pudo albergar su alma. Aron se sentía mucho mejor, y feliz por ambos.
Para Aron el tercer año sin ninguna visita excepto el de su abogado le resulto sosa, cuando BaekHo o el rubio menor lo visitan, al menos se sentía recordado y por tonto que pareciera… cerca de Minhyun; aquel fue un año sumamente triste, y el castaño solo pudo pensar de que si no hubieran sucedido de esa forma las cosas, ahora probablemente estarían celebrando el tercer cumpleaños de su pequeño hijo, pero… ¿No es muy tarde para arrepentirse del asesinato de Minhyun y de tu hijo? Palabras tan frías surgían cuestionándose a él mismo.
El cuarto año fue un poco mejor, su abogado le informo que en las terapias en las que estaba, iba progresando y aquello hacia reconsiderar al juez sobre su sentencia, si seguía con aquella buena conducta, tal vez estaría libre en muy poco tiempo. Claro. Lo primero que Aron haría al salir libre es ir a visitar a su amado Minhyun. Cuatro años aislado de la sociedad fue lo que le deprimió por completo, no tener a su familia apoyándolo; su padre al enterarse de lo acontecido, no hizo absolutamente nada, solo le dio uno de sus abogados a su disposición y aquello fue todo, sus hermanas preguntaban por él pero su padre y madre no querían tocar el tema. Su hijo era un asesino. No. Era un asesino. Aquel chico no era más parte de la influente familia Kwak. La madre de Aron solo fue a visitarlo una sola vez en aquel tiempo y solo para lanzarle una bofetada y después… abrazarlo como nunca.
Se estaba cumpliendo ya el quinto año en ese lugar deprimente y el abogado le dio una excelente noticia: saldría en libertad condicional en unos 2 meses. Y Aron se sintió tan agradecido con su abogado, no solo le daba una oportunidad de ser libre, sino que también la oportunidad de poder comenzar de nuevo, cambiar completamente. Las terapias iban realmente bien y todo lo que redactaba el psiquiatra, era entregado a manos del juez. Aquellos dos infernales meses se le hicieron eternos al castaño; el tiempo de salir había llegado y Aron salía por la puerta grande de aquel sitio, como siempre sus compañeros le deseaban lo mejor:
–Volverás, maldito bastardo–
–Tu celda estará igual cuando vuelvas hijito de papá–
–No te vayas muy lejos, te esperaremos, maldito asesino–
Aron paso con la frente en alto no le importaba en lo más mínimo lo que le dijeran. Su abogado le dio ropa decente junto con sus gafas las cuales le habían quitado al momento de entrar a aquel infierno, un pantalón y saco negro para el frío, una chalina color beige acompañaba el atuendo. Aquel día estaba nevando ligeramente y una fuerte punzada en su corazón sintió en el momento en el cual el frío viento acaricio su rostro. Ya no estaba dentro de ese lugar, ahora era libre. Pero la nieve le hacía recordar el día en el cual… Minhyun murió en sus manos. Su abogado lo llevo en su auto hasta el lugar al cual Aron quisiera ir; pero le sorprendió enormemente que le dijera aquellas palabras.
–Quiero ir a mi antiguo departamento– el abogado parpadeo varias veces antes de asentir con la cabeza y hacer lo que el joven Kwak le había dicho. Aron miraba por la ventana y por algún motivo sentía un extraño deja vu que no le dejaba tranquilo; una vez estuvieron en la puerta del lugar aún en la acera, Aron bajo sin decir nada a excepción de:
–Muchas gracias por todo, pero de ahora en adelante, es hora de que yo me valga por mi solo. Dígale a mi padre que ya no volveré a ser una vergüenza para la familia– Aron solo giro y le dedico una sonrisa torcida, el abogado de la familia le dio su tarjeta por si sucedía algo, el de lentes lo acepto sin objeción y el abogado se perdió entre las calles de Seúl.
Empezó a subir los escalones de manera lenta y tranquila, pero se detuvo en un punto en particular.
Miro hacia el muro y sintió una ligera presencia pero resaltaba el olor de su querido Minhyun.
–Min…– susurro cerrando los ojos por un instante y continúo con el recorrido. Giro la perilla y un gélido aire le choco de lleno en la cara y una lágrima recorrió su mejilla haciéndole recordar momentos tristes y lamentables. Dio un paso de forma lenta y se encontraba completamente solo. La ventana aún seguía rota y las cortinas oleaban a causa del viento, todo estaba completamente igual, nada había cambiado, la única diferencia es que… las marcas de sangre habían sido limpiadas. Cerró los ojos por un instante y a su mente llegaron esos momentos tan penosos.
–Aron…– abrió de golpe los ojos ya que había escuchado claramente la voz de su querido Min junto con un grito desgarrador.
–Minhyun ha muerto, no está aquí… Minhyun ha muerto, no está aquí– suspiro hondo tratando de tranquilizar su respiración y su ritmo cardiaco.
Se paseo por toda la habitación y se detuvo frente a un portarretratos que se encontraba en la estantería, saco sus manos de los bolsillos de su saco y acaricio el marco de la foto, aún se podía ver a Minhyun contento y sonriendo, Aron sintió que un ardor se apoderaba de sus ojos, quito la foto del cuadro y observó un poco mejor, le dio la vuelta y pudo leer algo que había escrito.
–“Desde ahora… mis sonrisas son solo para ti, Aron. Te amo~”– se mordió con fuerza el labio inferior que empezaría a sangrar.
–Tus sonrisas se convirtieron en lágrimas, Minhyun– Aron suspiro pesado y se guardo la fotografía. Cogió las llaves de su auto que aun se encontraban en el recibidor y salió del lugar. Se dirigió hasta el estacionamiento del edificio y saco lo que lo cubría a su auto, dejando un auto en muy buenas condiciones color azul intenso, se subió en el auto e inicio la marcha saliendo de aquel lugar oscuro. Aquel auto le traía bastantes recuerdos, tanto de los cuales, la mayoría fueron felices y llenos de ternura. Continuo conduciendo con la nieve aun cayendo sobre el auto, aparco el auto fuera del lugar en el cual había parado y cuando llego al lugar indicado, se hinco con las rosas rojas en sus manos.
“Aquí yace Minhyun, gran hijo y amigo que será recordado por todos”
Y en otro epitafio estaba escrito:
“Se encuentra aquí sepultado Jonghyun, excelente amigo, hijo y hermano”
Y uno en medio de las dos tablas de fina roca había una más pequeña que decía:
“Junto con ellos están sus dos hijos, los cuales forman la familia Kim Hwang. Serán recordados hasta el fin de los tiempos”
Aron cayó sobre sus rodillas con las lágrimas bordeando sus ojos, nada había sido un horrible sueño, su querido Minhyun y su hijo están ahora en esa tumba. Acerco su mano hacia el pequeño epitafio que estaba frente a él y se sintió impotente por no retroceder el tiempo. La culpabilidad envolvía su alma y corazón haciendo que se sintiera inmensamente culpable por JR, después de todo, JR solo quería darle amor y todo lo que alguna vez Aron le había dado Minhyun pero de una forma completamente errónea lo que termino en la muerte de la única persona a la que llego a amar.
–Perdón JR– y fueron esas palabras las que se escucharon en el lugar de descanso final de muchas personas.
Dejo las rosas rojas en ambas tumbas y unas blancas en la de los dos niños. Aron no pudo evitar llorar su error, pero ya era demasiado tarde, habían pasado ya 5 años y borrar todo el dolor que le causo a Minhyun era imposible. La fría nieve caía sobre él haciendo que su saco lentamente estuviera lleno de la delgada nieve. Suspiro hondo limpiándose las lagrimas y se levanto aun con el corazón latiéndole a mil.
– ¿Papi?– el corazón y respiración de Aron se detuvo por un instante al escuchar aquellas palabras. Tal vez solo estaba alucinando, su mente le estaba jugando horriblemente. Aron giro la cabeza y noto a un niño pequeño viéndolo. Aron se coloco a su altura viéndole aun sin poder decir nada. Pero antes de que pudiera decir algo, un hombre un poco más alto y mayor que él se aproximo.
–Disculpe al niño, se ha equivocado. Te he estado buscando, no te vuelvas a separar de tu madre– Aron solo asintió con la cabeza aun con el corazón en un hilo por lo que acababa de suceder. Dirigió la vista hasta la tumba de Minhyun y se le quedo mirando por un instante algo desconfiado en sí.
–No juegues de ese modo, Min, me has asustado mucho realmente– cerro los ojos y camino hasta el enorme portón del lugar dirigiéndose al estacionamiento, subió a su auto aún con el frío calándole los huesos del cuerpo y con la respiración entrecortada. Se coloco lentamente el cinturón de seguridad casi de mala gana y se quedo ahí. Sin hacer más. Su mente vagaba por los recuerdos que aún preservaba con cariño, en los cuales Minhyun era el protagonista, el único. Pero luego de tan bellos recuerdo, todos ellos se sumían en la oscuridad cuando se escuchaba un disparo y aquellas últimas palabras que Minhyun logró decirle.
–Disculpe– Aron salió de su terrible sueño y mirar al lado izquierdo, encontrándose con una mujer, que seguía tocando el vidrio. Presiono un botón y el cristal descendió. –Perdone que lo moleste pero algunas personas necesitan el estacionamiento– El de gafas asintió con la cabeza dedicándole una ligera sonrisa a la mujer para después hacer ascender el vidrio y encender el auto y entrar en marcha.