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Te atrape a ti por Adid

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Notas del fanfic:

Pff, parece que el universo que confabula en mi contra ¬¬

 

Este, a diferencia del de ayer, ya lo tenía bastante avanzado, pensé que podría terminarlo a tiempo, pero no me fue fisiologicamente posible (maldita gripa!! X0) No me quedo más remedio que cortarlo u__u  

 

Así que para no pasarme del día, subo hoy el primer cap. 

 

Esto es para la Semana GaaLee

 

Un fanfic sobre vampiros >u< Espero que les guste 

Notas del capitulo:

Los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto. 

El viento parecía ser cada vez más potente y más helado a medida que avanzaba. Podía sentirlo despeinando sus cabellos y acariciando sus mejillas dejándola entumecidas. No había calculado nada bien el tiempo. Había pensado que para esa hora ya habría llegado a su destino, pero resultaba que no estaba, seguramente, ni a la mitad del camino.

 

A Lee le encantaba viajar por el mundo, pero más que grandes ciudades y abarrotados sitios turísticos amaba visitar pequeños poblados, de esos que están desperdigados por la carretera. LLenos de artesanías, rodeados de naturaleza, habitados por personas amables y trabajadoras. Conocer sus culturas, sus leyendas, probar su comida, pasear por sus tranquilas calles, todo eso era lo que lo hacía feliz. Y en cada tiempo de vacaciones él aprovechaba para salir de su casa, y de la monotonía de su ciudad natal, para emprender un viaje hacia el campo, siempre en una dirección distinta, visitando cuanto pueblo apareciera en el mapa, sin importar su tamaño o popularidad.

 

Algunas veces acompañado de sus amigos, quienes contagiados de su entusiasmo y animados por la infinidad de divertidas y emocionantes anécdotas que siempre contaba , se convencían de seguirle. Aunque la verdad, la mayoría de las veces emprendía sus viajes en solitario, porque sus métodos para viajar no eran precisamente los convencionales. No tenía un vehiculo propio y rara vez tomaba algun autobus. La mayoría del tiempo se la pasaba caminando por las carreteras, esperando conseguir un aventón de algún vehículo  que lo llevara, o al menos lo acercara, a su próximo destino, cualquiera que éste fuera.

 

Siempre cambiando de dirección. A veces viajaba con risueñas familias, otras con grupos de chicos que al igual que él decidían escapar a las tranquilidades del campo para pasar un buen rato, otras viajaba en la parte trasera de una camioneta observando el paisaje tranquilamente.  Algunas otras, especialmente de noche, subía a esos grandes camiones que transportaban todo tipo de materiales y artefactos por todo el país y cuyos conductores siempre tenían historias interesantes que contar.

 

Eso es lo que había esperado esa tarde, tener la suerte de algún automóvil de los que circulaba por el camino tuviera la gentileza  de llevarlo. Sin embargo el camino resultó ser muy poco concurrido, y lo iba siendo cada vez más mientras más tarde se hacía. Y ninguno de los escasos coches que pasaron se detuvo ante su señal. No era raro, sabía que seguramente un chico que caminaba solo por una carretera, al parecer en medio de la nada, no debía dar mucha confianza, no era la primera vez que le pasaba. Además los trailers y demás camiones transportistas no solían utilizar esos caminos pequeños, ellos siempre circulaban por las autopistas y grandes carreteras.  Así que cuando menos lo había pensado había terminado haciéndose de noche en el camino.

 

La oscuridad poco a poco  había ido tragandoselo todo, y los alrededores pronto se convirtieron en un juego de sombras indistinguibles y sonidos nocturnos. No le era posible distinguir la punta de los diversos cerros y lomas que lo rodeaban, a excepción de unos cuantos que lograban perfilarse levemente gracias a la luz de las ciudades que debían estar tras ellos. Se guiaba sólo con la luz de una pequeña lámpara de baterías. Levantó la vista hacia el cielo y lo encontró cuajado de estrellas, una vista hermosa y que era imposible de contemplar en ninguna ciudad. La luna que brillaba casi llena estaba ligeramente tapada por unas cuantas nubes delgadas que dejaban traslucir su figura. Por un momento se quedó embelesado por la vista.

 

La verdad es que ya estaba sintiendo el cansancio, le apetecía bastante descansar un poco, pero no se atrevía a detenerse pues temía que si se quedaba quieto podría quedarse dormido debido al cansancio y al frió que le calaba los huesos, y si eso pasaba tendría suerte si salia con solo una hipotermia.  Lo mejor era continuar caminando, si sus cálculos no fallaban, si seguía con ese ritmo tardaría alrededor una o dos horas en llegar al próximo pueblo que se encontraba a unas cuantas lomas por delante de él. Así que sin más se dispuso a continuar con su camino.

 

Recordó a la chica que atendía una tienda, que también era una pequeña fonda, en el último pueblo en el que había estado. Se había detenido a buscar algo para merendar y también para comprar algunas provisiones para el camino. Con lo platicador y sociable que es había terminado contandole a la chica, amable y simpática, su intención de salir esa misma tarde hacia el pueblo vecino, y que probablemente hiciera el recorrido a pie la mayor parte del camino. La chica se mostró preocupada diciéndole que lo mejor era esperar al día siguiente, que el camino es muy solitario y muy poco concurrido, especialmente tan tarde.

 

-La gente evita lo más que puede ese camino de noche.

 

Le había dicho con voz misteriosa, y cuando el pelinegro le preguntó el porqué ella contestó que había varias historias muy raras y escalofriantes alrededor de ese lugar, asesinatos, personas desaparecidas, accidentes. Muchísimas leyendas, algunas de las cuales su abuela ya escuchaba de boca de sus padres cuando era niña. Mucha gente en el pueblo lo consideraba territorio de demonios. Lee solo sonrió ante eso, sabía por experiencia que todos, absolutamente todos, los pueblos tenían sus historias de fantasmas, en todos siempre había un lugar considerado embrujao. Y aunque le encantaba escuchar esas historias él no creía demasiado en ese tipo de cosas.   .

 

En ese momento no le había dado mucha importancia a la advertencia de la chica. Sin embargo, no supo si fue por el cansancio o el frío, o lo abrumadoramente solitario del camino, pero después de llevar ya un rato caminando en la oscuridad comenzó a sentirse muy nervioso.

 

Era una sensación extraña, era como si alguien lo vigilara, como si, escondido entre entre las sombras, algo o alguien lo observara detenidamente. Intentó no prestarle atención pero lo que  había comenzado como un ligero malestar, poco a poco pareció acentuarse. Sentía como si alguien lo siguiera muy de cerca, casi pisándole los talones. Su cuerpo se tensó como si pensara que en cualquier momento una de las múltiples sombras que lo rodeaban se le echaría encima. Sintió su respiración agitarse, algo andaba terriblemente mal, pero no lograba distinguir qué era. Casi podía jurar que oía susurros.

 

No sabía en qué momento había comenzado a correr, o peor aún, en qué momento había cometido la estupidez de desviarse del camino. Porque eso había hecho, no sabía por qué, fue alguna especie de impulso, por alguna razón sintió que estaría más seguro entre la cobija de sombras y matorrales que había cerro adentro que lo que estaba en esa solitaria carretera. Si se ponía a pensar era una acción tonta ya que era más peligroso adentrarse en terreno inestable y desconocido, y más aún con esa oscuridad. Pero ese era precisamente el problema, no parecía capaz de pensar con claridad, y sus acciones eran más bien producto de impulsos, era como si algo ajeno a él lo empujara a actuar de esa manera.

 

La luna se había ocultado parcialmente tras una nube bastante gruesa que limitó la, ya de por sí poca, iluminación. No supo por cuánto tiempo estuvo corriendo, esquivando ramas espinosas y demás vegetación de esa zona semidesértica, estuvo a punto de tropezar varias ocasiones. Llegó a la cima de una pequeña colina, estaba exhausto, más de lo que ya estaba por caminar tantas horas, la carrera lo había hecho sudar bastante y la sensación del sudor enfriándose por el aire helado sobre su cuerpo aún caliente y agitado era bastante incómoda. Sentía la garganta totalmente seca, subir aquella colina le había quitado el aliento, pero aún tenía la sensación de que algo lo perseguía.

 

De pronto las nubes que tapaban la luz de la luna se habían retirado un poco, y bajo la renovada claridad pudo distinguir a lo lejos, bajando por el lado opuesto de la colina al que había subido, lo que parecía la silueta de una casona. Por un momento se sintió salvado, pues pensó que tal vez había encontrado un refugio en donde pudiera pasar la noche, un descanso era lo que necesitaba, ya por la mañana podría continuar con su adorado viaje, el siguiente pueblo no se movería de su lugar. Además ver otras personas le ayudaría a calmar sus nervios, a quitarse esa sensación que le aplastaba el pecho. Comenzó a descender a trompicones pues la tierra era inestable y por las prisas resbaló y estuvo a punto de caer en varias ocasiones. A pesar de eso terminó de descender en un tiempo relativamente corto.

 

Pero al llegar al lugar sus esperanzas se vinieron abajo, pues a pesar de la poca luz, el lugar se veía claramente abandonado. Efectivamente, se trataba de una gran casa, antigua y majestuosa, pero sus ventanas estaban selladas, muchas tenían los vidrios rotos, y las grandes y gruesas  puertas principales estaban cerradas y aseguradas con una gruesa cadena y varios candados, y no solo eso, también había grandes vigas de madera clavadas, parecía que más que cuidar la entrada de intrusos hubieran querido asegurarse de que algo no saliera.

 

Lee saboreo su frustración por un momento. Estaba claramente perdido, no creía que con la oscuridad fuera capaz de encontrar el camino de regreso, además se había quedado sin energía. Sentía que se desmayaría de un momento a otro, fruto del miedo y el cansancio. Y lo peor es que sentía que aquella cosa que lo había estado acosando, fuera lo que fuera, finalmente lo había acorralado. Lo sentía llegar, de todas partes y de ningún lugar, cada vez más cerca. Apuntaba a todos lados con su linterna, que milagrosamente no había perdido en el camino, pero no lograba distinguir nada.

 

Cuando finalmente se lanzó sobre él no tuvo fuerzas para reaccionar más que para proferir un grito que terminó ahogado por la noche. La linterna cayó a sus pies, donde quedó olvidada.

 

***

 

Lee abrió los ojos para cerrarlos casi en seguida, pues la intensa luz que bañaba la habitación lo encegueció. Se llevó una mano a la cabeza, que sentía palpitar dolorosamente, tenía la mente en blanco. No podía recordar nada. ¿Dónde estaba? ¿Por qué estaba ahí? Sentía los rayos del sol caer sobre él, quemándolo.

 

A su mente adolorida llegaron vagas imágenes del que, esperaba, fuera el día anterior. Había salido de un pequeño pueblo por la tarde con la esperanza de llegar esa misma noche al pueblo vecino, pero un error de cálculo y algo de mala suerte había provocado que se quedara hasta muy noche caminando por una carretera solitaria. Hasta ahí todo estaba más o menos claro, pero ¿qué había sucedido después?  

 

Había salido corriendo, algo lo había asustado, se desvió del camino, llegó a una especie de mansión abandonada en medio de la nada. Algo se había abalanzado sobre él. A partir de ahí todo era mucho más confuso y borroso. ¿Qué había sido esa cosa?

 

No tenía nada claro. Solo recordaba el miedo, un terror intenso que jamás había experimentado. Un dolor atroz, un destello rojo y … unos ojos verdes.

 

Quien quiera que lo había atacado, y se aferraba a la idea de que fuera un quién y no un qué,  tenía ojos verdes y espectralmente brillantes. Hermosos, sin duda, pero espeluznantes.

 

Abrió los ojos de nuevo y esta vez logró acostumbrarse de a poco a la inclemente luz del sol que entraba por una gran ventana. Frunció el ceño tratando de ubicar el lugar en el que se encontraba. Lo primero que notó es que estaba sobre una cama, por cierto bastante incómoda, echado sobre las sábanas que parecían haber pasado una eternidad desde la última vez que vieron el agua y el jabón, dió una pequeña palmada sobre la superficie y una gran cantidad de polvo quedó suspendida en el aire, provocandole tos y estornudos que lo hicieron incorporarse de golpe. Se arrepintió de inmediato, sentía todo su cuerpo entumecido y muy adolorido. Llevó una mano hacia su cuello masajeandolo suavemente, pero al presionar un punto a un costado sintió un pinchazo de dolor, toqueteo el lugar con más cuidado sin dejar de sentir un poco de ardor.

 

Miró a su alrededor, parecía encontrarse dentro de una habitación, que alguna vez debió ser acogedora y elegante pero que en la actualidad lucía abandonada y en decadencia, todos los muebles, aunque finos, se notaban demasiado viejos y descuidados, además de que los cubría una muy gruesa capa de polvo.  

 

Haciendo un gran esfuerzo debido a lo adolorido de su cuerpo, se acercó a la cómoda que se encontraba en el lado opuesto de la habitación. Y en el gran espejo lleno de suciedad pudo observar su reflejo difuminado por el polvo, pero a pesar de poca claridad no pudo evitar asustarse por la imagen que le regresó la mirada.

 

Lucía realmente fatal. Con el cabello totalmente desordenado y su ropa hecha un desastre. Pero lo que más le sorprendió fue la palidez y las tremendas ojeras que enmarcan sus ojos redondos. Parecía que hubiera pasado la noche en vela. No ni siquiera eso, no recordaba haberse visto así ni siquiera en sus más cruentas resacas.  

 

Sintió un pequeño mareo, dándose cuenta de pronto de lo débil que se sentía. Un ligero temblor le recorrió el cuerpo. Tenía la garganta completamente seca. Mirando hacia un lado descubrió que su mochila estaba tirada cerca de la cama y rápidamente se abalanzó por ella. Encontró una botella de agua que destapó a toda prisa y apuró terminandosela casi de un solo trago, después rebuscó en los bolsillos interiores y encontró varias barras de cereal y algunas piezas de fruta. Tomó una manzana y una de las barras y se dirigió de nuevo a la cama para sentarse y comer ahí sus alimentos. Cuando terminó volvió a recostarse, el mareo había pasado un poco pero aún se sentía débil y desubicado, y el dolor de cabeza aún persistía. Sin embargo alimentarse le ayudó bastante y poco a poco los malestares fueron disminuyendo, aunque no se erradicaron del todo.

 

Cuando se hubo sentido un poco mejor volvió a levantarse ya un poco más despejado. Se acercó a la ventana y descubrió que la habitación se encontraba en un piso alto. Hacia todas direcciones se extendía  un terreno árido repleto de tierra seca y matorrales espinosos, no había ni un alma a la vista. No podía equivocarse, debía estar dentro de la casona a la que había llegado la noche anterior. Pero no podía explicarse cómo se las había arreglado para entrar, que él recordase había encontrado la puerta bastante cerrada al llegar. Observó el cielo despejado y el sol que brillaba intensamente en lo alto, debía de pasar ya de medio día, calculaba que debía de ser alrededor de las 2 de la tarde.

 

Tenía que salir de ahí. Debía encontrar el camino de regreso a la carretera y esta vez asegurarse de llegar a su destino. Tomó su mochila y se dispuso a salir de la habitación, abrió la puerta y salió al desolado pasillo. El resto de la casa parecía igual de ruinoso, sino es que más, pues algunas partes parecía a punto de derrumbarse. La suciedad lo invadía todo y el moho se había apoderado de las paredes, el piso y los muebles, infinidad de telarañas colgaban del techo.

 

A pesar de todo, la construcción aún conservaba cierta belleza de antaño, tenía un ligero aire melancólico que la hacía lucir misteriosa y hermosa a la vez. Lee no se entretuvo demasiado admirandola, se apresuró a cruzar el pasillo y llegar a unas gruesas escaleras que desembocaban en un gran recibidor en frente de la entrada principal, y que crujían a cada paso que daba, como si se fueran a desplomar de un momento a otro.  

 

Llegó hasta las grandes puertas e inmediatamente intentó abrirlas pero éstas no cedieron ni un milímetro. Lo intentó varias veces pero cada intento resultó fallido, la puertas no se movían ni hacia adelante ni hacia atrás ni hacia ningún lado. Seguramente debía de seguir tan sellada como la había encontrado. Pero entonces ¿cómo había entrado? Revisó el resto de la casa tratando de encontrar una salida, pero su búsqueda fue infructuosa. Toda puerta y ventana hacia el exterior en el primer piso estaba cerrada y duramente sellada, había varias partes de la casa a las que le fue imposible acceder debido a su mal estado o a que eran habitación igualmente cerradas con llave. Salir por una ventana del segundo piso no parecía algo muy seguro. Empezó a sentirse desesperado. En su exploración descubrió  que la casa contaba con un jardín interno, pero tampoco fue capaz de acceder a él.

 

La tarde había pasado volando, y cuando se dio cuenta  el sol ya empezaba a ocultarse. Se dio cuenta de que era inútil seguir, en caso de que lograra salir de la casa no le sería posible retomar su camino si debía seguir viajando de noche. Lo mejor era pasar la noche ahí de nuevo, ya por la mañana seguiría  intentando.

 

Destrozó uno de los muebles para apilar la madera en una pequeña fogata improvisada, la cual encendió gracias a una  de las cajas de cerillos que guardaba en su mochila.  La oscuridad poco a poco lo reinó todo hasta que la única luz que iluminaba el lugar era la proveniente de la fogata de Lee y la poca que lograba colarse por las rendijas en las ventanas selladas que provenía de la luz de la luna.

 

Un ruido extraño lo hizo levantar la cabeza. Esos eran ¿pasos?  Parecía como si alguien se acercara, de pronto le invadió la sensación de que no estaba solo, y el mismo miedo que  experimentó la noche anterior se apoderó de él.

 

Se levantó de un brinco. Mirando hacia todos lados. Pero no parecía que hubiera movimiento alguno ni fuera ni dentro de la casa. Intentó tranquilizarse pensando que tal vez se trataba de algún animalillo nocturno.

 

-Eso que estás quemando es de mi propiedad ¿Lo sabías?

 

Lee casi llego al techo por el brinco que pegó al escuchar esa voz. Todo el vello de su cuerpo se puso de punta y la piel se le enchinó. La voz era demasiado profunda y grave, casi parecía un susurro del viento, pero era inconfundible, a pesar de no parecer una voz humana. Lentamente, y sudando frío, fue volteando la cabeza hacia el lugar de  donde le pareció que procedía la voz.



 

 

 

Continuara...

Notas finales:

Pues sí, hasta ahí por hoy u__u


Solo espero que no esté tan "pior" XD 


Trataré de terminarlo lo antes posible, aunque propablemente sea hasta la proxima semana por que ésta estare ocupada con los demás temas. 


Digánme que les pareció =)


Besitos >3<


Adid


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