Esta noche puedo ver oscuridad en tus ojos, como si se reflejara en ellos la sombra de tu alma, algo extremadamente oscuro y maligno que finge inocencia pura, tus dudas se reflejan en el espejo de la habitación, yo solo puedo observarte y quedar en blanco, sé que esa no es tu verdadera forma, lo único que quieres es salvar tu alma y comprender lo incomprensible. El espejo me revela tus dudas y lamentablemente el sufrimiento no ha acabado todavía.
Tranquilo, solo debes aguantar un poco más, aun puedes salvarte de este mundo lleno de basura, porque todo lo que has visto hasta ahora ¿no es diferente o sí? Tu posición en este mundo es eliminar las maldades de otros; después de todo, la vista es “mejor” desde arriba, tanta tragedia que tus jóvenes ojos han visto, lentamente terminan corrompiendo tú alma y sellando uno por uno cada sentimiento que alberga tu ser, dejando solo uno, el odio. No es que para mí sea una molestia, gracias a este lugar al que muchos llaman “hogar” pude llegar a conocerte, deseo poder devorar algún día esa alma llena de sentimientos escondidos, tan fuertes que solo se dedican a esperar.
Ya no importa el lugar donde estés, pues aunque trates de escapar de cualquier mentira adornada, ellas siempre te alcanzaran, estúpidamente todos tratan de que las creas, pero es imposible, conoces cada reacción y emoción tan a fondo que las puedes descifrar con solo una mirada. Sin embargo yo seguiré allí contigo, salvándote de esas mentiras que igualmente odio, me arriesgo y salto descalzo, casi librándome de oscuras cadenas que simplemente me atan al suelo y se quedan atrás, solo puedo sonreírte mostrándote la fuerza inquebrantable del contrato que algún día acabara con tu vida.
Mis latidos descontrolados duelen y hacen que me sienta como un tonto, pero ya es hora de abrir las ventanas que esconden la noche. Todo depende de ti. Debo hacer todo lo que tú me ordenes, no importan las palabras o acciones, yo siempre estaré allí, como un perro que espera a su amo.
Aunque consigas destruir un sueño, seguirá siendo solo eso, un sueño. Desata ese listón de tu cuello, ese collar de obligaciones que solo te llevara a la muerte, solo termina de amarrarlo a tu ser indigno y con asco, tíralo al suelo.
Vamos, invítame y arrástrame a este mundo que esta de cabeza, las palabras simplemente sobran puedes verlo ¿verdad?
La oscuridad tiene luz.
Aunque esta triste y amarga realidad quiera caer sobre nosotros, con todas mis fuerzas luchare y la lanzare lejos de una patada, solo para comenzar a correr descalzo nuevamente, pues mis alas han sido cortadas, un rojo carmesí mancho mis uñas rotas.se que pronto vendrá un trago amargo lleno de dolor que tendré que soportar. Mientras lo bebo todo se acelera.
Puedo sentir como la rabia llena mi pecho, todavía desconozco la razón, mi deshonesto corazón que solo late con fuerza, trata de negar la verdad, golpeando la ventana del mañana para después finalmente romperla, tus sentimientos amenazan con salir, pero ya es demasiado tarde. Ya todo depende de ti.
El cielo que solías observar ya no es como antes, todo se derrumba, borra de a poco los nombres de las flores que caen de el para reemplazarlas por otras, que tu elegirás y a las que finalmente les darás un nombre, tus palabras finalmente son las que decidirán las formas de las cosas.
No puedo evitar comenzar a temblar, mi corazón no puede dejar de latir rápido, siento esta inquietante sensación como algo que jamás terminara. Puedo sentir un viento frio rosar lentamente mis mejillas. ¿Es acaso ya el fin? Es verdad.
Todo dependerá solo de ti.
-¿así que este es el final? -decía el joven Phantomhive mirando a su mayordomo.
-así es- contestó el peli-negro
-un pájaro me está acechando- comentó con un tono aburrido el conde
-así es –volvió a contestar el mayordomo
-te daré lo que quede después de que me quites el alma-dijo con frialdad el oji-azul
-ya lo esperaba de bocchan, es tan amable-dijo el oji-rojo
-¿duele? –pregunto el menor tocando su parche
-así es, un poco, pero tratare de que duela lo menos posible- contesto el demonio – No – Contesto repentinamente el oji-azul – hazlo lo más doloroso posible, grava el dolor de mi vida en mi alma.
El mayordomo le sonrió al menor, se arrodillo y dijo su típica frase.
Yes, Mi Lord.
-Bocchan, antes de tomar su alma permítame darle algo- dijo el mayordomo sacando de su impecable traje una carta.
El confundido conde miro a su mayordomo y comenzó a leer la carta.
Querido Bocchan:
No sabe cuántas veces he soñado con entregarle esta carta, finalmente espero que este leyéndola y que estas palabras no se pierdan ni se borren con el paso del tiempo.
La forma más rápida de decir esto es sin anestesia .Estoy enamorado de usted, bocchan. Sí, no es una broma, lo amo, de hecho me costó mucho poder llegar a reconocer este hecho. Mis sentimientos por usted van más allá que el simple deseo de devorar su alma, con el tiempo pude entender de qué comer su alma no es solo lo que quiero, pues también quiero su cuerpo y su corazón.
He sido cautivado, solamente por usted. Por favor le pido que busque en lo más profundo de su ser y pueda corresponder este sentimiento.
Su fiel mayordomo hasta el final.
Sebastian Michaelis
Después de leer la carta los ojos del joven conde estaban abiertos como platos al igual que su boca, mientras su mayordomo esperaba pacientemente que le dirigiera la mirada. La escena era extremadamente tierna, como si de estudiantes se tratara, simplemente era como un concurso de cuál de los dos estaba más sonrojado.
-Bo-Bocchan, ¿se encuentra bien?-dijo el mayordomo tratando de sonar lo más tranquilo posible.
- Sebastian, esta carta… es… ¿enserio?- el conde miró a su sonrojado mayordomo, quien trataba de evitar su mirada, deslizándola por todo lo que los rodeaba.
-S-Si Bocchan, puede reír si quiere, ya estoy preparado para cualquier reacción que tenga-dijo el peli-negro que ya se enfrentaba a el rechazo de su Bocchan.
Cuando de repente paso algo para lo que no se había preparado en absoluto…
Ciel se había lanzado a él y lo habría abrazado para darle un dulce beso en los labios, el mayordomo se encontraba confundido y como pudo comenzó a corresponder, mientras tanto el joven conde estaba notoriamente sonrojado y se encontraba con los ojos cerrados suavemente.
-Esto ¿es un sueño?- dijo el conde cuando se separaron y sus ojos comenzaron a ponerse vidriosos
-Yo - yo siempre, siempre soñé con que pasara, y tiene que ocurrir… tiene que ocurrir… ¡JUSTO AHORA!- cuando termino de decir esto lagrimas comenzaron a caer por sus mejillas y se abrazó con fuerza a su mayordomo.
-Bocchan, no sabe lo feliz que soy de que este sentimiento sea correspondido, pero me temo que si lo decía ya no sería igual que ahora…-dijo abrazándolo con dulzura.
-¿Qué vamos a hacer ahora Sebastian?-el menor alejó su rostro del palpitante pecho del ojirojo.
-Solo nos queda una cosa por hacer… dijo el mayor, secando las lágrimas de su amado.
-Tienes razón Sebastian, el juego ha terminado y debemos continuar.-el chico le sonrió a su mayordomo mientras dejaba caer unas últimas lágrimas.
-Pero Bocchan…
-Sebastian ya sabes que hacer, por lo menos tuve la oportunidad de pasar mis últimas horas con la persona que amo y con la que estaré por siempre…-interrumpió el conde y vio caer una silenciosa lagrima por les mejillas de su mayordomo.
Solo atino a besarlo y en ese beso traspasarle todo su amor, el mayordomo le correspondió y le pidió permiso con su lengua para entrar, lo que el menor con gusto concedió. Era un beso tierno lleno de pasión y de sentimientos que los dos pensaron que jamás podrían sentir.
-Jaque mate, Sebastian-dijo el conde cuando se separaron.
-entendido- el demonio se acercó lentamente a los suaves labios de Ciel y los atrapó en un casto beso.
Estaba cumpliendo con lo que el conde le había pedido, sacar su alma de la manera más dolorosa posible, como no hacerlo con un beso de algo que jamás se podría concretar.
El conde comenzó a cerrar los ojos lentamente mientras observaba los tristes ojos de su amante que le decían solo una sola cosa….
Te amo.
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En un lugar no muy lejano a la mansión, unos hermosos ojos azules se abrieron para contemplar las bellísimas rosas blancas de un jardín. El joven parpadeó suavemente y buscó la intensa mirada que sentía sobre él. Repentinamente sonrió sin poder evitarlo.
-Sebastian…
-Buenos días, mi amado bocchan.