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You Are Welcome por Papercut For This Ghost

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Notas del capitulo:

Primera parte del BRERARD, (Gerard way x Billie joe) Espero que sea de su agrado. :3 Mp

A lo mejor estamos en un lugar por una razón. Un destino, una encomienda, algo que deba dar respuesta a cada pregunta sin formular aún.

 

-”Tantos pasillos, sillas y personas ¿Es necesario que éste aquí hoy? - preguntaba para sus adentros un chico de cabellera larga y oscura sentado en la Sala de Espera.

 

Llevaba un café en mano, mientras con la otra leía un cómic que había comprado momentos antes de entrar en ese gran hospital en el centro de la ciudad.

 

Vestía ropa oscura, una chaqueta negra y unos pantalones que le hacían juego.

 

Se encontraba distante del resto, que preguntaban angustiados las salas de cada hospital, sí había un cupo de más, alguna noticia. Las enfermeras de la recepción con una cálida sonrisa y un maquillaje notablemente perfecto sólo asentían como rutina, dándole escasas expectativas de seguir conversando y volviendo a sus atareadas computadoras.

 

El chico, de unos 17 años, seguía en silencio, haciendo caso omiso a los alaridos de las madres y los gemidos de los pacientes con dolores. Su mente estaba perdida, leyendo cómo un villano conseguía la clave de la caja fuerte de la Gran Ciudad, amenazando al héroe que era lo bastante cobarde como para seguirlo allí.

 

Palabras que le hacían sacar una leve sonrisa, por breves segundos, después de saborear su café, el cual siempre admiraba.

 

La lectura se interrumpió al momento que se acercó una señora blanca de cabello rubio, algo nerviosa, titubeó unos momentos antes de acercarse lo suficiente y decir en voz baja con los brazos cruzados.

 

-Gerard, tenemos que entrar a la Sala 11 ¿Podrías acercarte al menos y saludar? - le preguntó con suma brevedad, volteando su mirada a su esposo detrás de ella, el cual le hacía señas para que se aproximara.

 

Gerard subió la cabeza algo aturdido y la observó con cierto disgusto, de verdad estaba evitando esa pregunta toda la mañana, pero estando en ese lugar, lo dudaba mucho.

 

-¿Por qué? - preguntó después de suspirar, cerrando su cómic y dejándolo en el borde de su silla, ahora se sentía más cómoda de lo recurrente.

 

-Solo obedece, por favor. Tu padre me ha mandado. No te quitará ni un minuto de vida -respondió la señora, conociendo bien a su hijo, le tomó el comic y se lo llevó a un brazo- Levantate.

 

Estaba cansado de discutir. Siempre pasaba cuando visitaban el Hospital Saint Romer en Denver, Colorado. Una que otra disputa del “¿Por qué visitar a alguien que pronto morirá?”.

 

La respuesta siempre cambiaba conforme al día. Y en ése, Gerard no estaba de humor para caminar delante de una camilla.

 

A pesar de eso, no replicó, no quería escuchar más sermones de su madre delante de todo el hospital. Se levantó del asiento, mientras le daba un último sorbo al café, el cual dejó en el otro extremo del asiento. Era claro que volvería por él.

 

-Solo unos minutos - dijo en un tono casi audible, acomodándose las mangas de su chaqueta - Solo eso.

 

-Es más que suficiente -declaró aliviada la señora, acompañándolo de un brazo - Comportate e intenta sonreír un poco.

 

-”No presiones” - pensó.



La Sala 11 del hospital era espaciosa. Un televisor se encontraba en la pared de enfrente a una enorme cama, cubierta de sábanas blancas, combinando con las paredes. El frío traspasaba los huesos, otorgándole escalofríos a cualquiera que entraba. Un joven de menor edad que Gerard se hallaba acostado, con la mirada fija en el techo. Su cabello castaño abarcaba la almohada.

 

La familia Way pasó, reconfortando el ambiente. En excepción de Gerard, el resto sonreia cálidamente a su segundo hijo.

 

-Buenos días Mikey ¿Cómo estás? - preguntó tiernamente su madre, sentándose en la esquina de la cama-

 

El chico ladeó la cabeza, observando con tristeza su rostro.

 

-¿Cómo estoy? … -preguntó lentamente, cerrando los ojos - Me acaban de decir que estoy igual que ayer… ¿Crees que estoy bien? ¿Mal? -lamentaba dando pausas en cada pregunta - Ni siquiera yo lo sé.

 

La sonrisa de la Sra. Way desapareció, acariciándole el brazo, suspiró pesadamente.  

 

-No es tu culpa Mikey. Estas siendo muy duro contigo.

 

-Tú puedes decir eso. Estás sana y salva. Yo me pregunto si aún dormiré esta noche- una lágrima bajó por su mejilla - ¿No me tienen lastima? Acostado en una habitación, viendolos 1 vez a la semana -se secó los ojos con la manga de su pijama - Quisiera volver a salir. Solo eso.

 

Su padre se acercó a su esposa, colocando su pesada mano en el hombro mientras a ella se le humedecen los ojos. Habían pasado 5 meses desde ocurrió el accidente.

 

-Te vas a recuperar -dijo su padre con potente voz, sin detectar alguna duda en ella - Procuraremos que así sea.

 

“Procuraremos que así sea” pensó Gerard en la esquina de la entrada, con los brazos cruzados mientras su mirada recaía en el suelo. Se preguntó cuántas veces practicó esas palabras frente al espejo para sonar tan seguro.

 

Mikey dejó de hablar, no abría los ojos y respiraba lentamente, casi parecía dormido.

 

-Si tu lo dices -susurró, abriendo nuevamente los ojos, viendo al chico cerca de la puerta.

 

Gerard levantó la mirada, justo para ver cómo su hermano se le quedaba viendo. Se estremeció un poco, relajando los brazos y haciendo una mueca, tal vez una débil sonrisa.

 

-Q-que tal Mikey -titubeó, aclarándose la garganta algo incomodo - Te hemos extrañado en casa. Espero te recuperes hermano.

 

El chico en cama sonrió con esfuerzo, intentando ignorar el dolor que su cuerpo le otorgaba. Las palabras de su hermano siempre le reconfortó desde muy pequeño. Sin embargo, sabía muy bien que había cambiado algo en él.

 

-Eso espero también… -finalizó volteando la cabeza al techo.



-Señores… - una enfermera rubia de labios color carmín entró en la habitación con las manos entrelazadas por detrás - Mis disculpas pero deben retirarse. El paciente debe descansar -con un ademán les señaló la puerta con delicadeza- La visita ha culminado.

 

Todos dirigieron su mirada a Mikey, el cual se había quedado dormido por minutos. La Sra. Way se acercó a su hijo menor, besándole la cabeza con cariño como despedida.

 

-Volveremos la próxima semana -le susurró, mientras le acomodaba los mechones del cabello- Cuidate mucho.

 

-Nosotros cuidaremos de él, señora -respondió la enfermera con una radiante sonrisa - Ya le tenemos la reservación para la siguiente semana.

 

-Bien, nos vamos -declaró el padre de la familia, dedicándole una última sonrisa a su hijo en cama - Donna, vendremos después.

 

La Sra. con mucho pesar se levantó. Trataba de ahogar sus lágrimas apartando la vista de la cama. Gerard fue el primero en salir, volteando la cabeza para mirar atrás. Observó cómo su hermano descansaba en la enorme cama de la Sala 11.




-Sigo sin entender para qué venimos - decía mientras tomaba su café para salir por las puertas del hospital.

 

-Es mejor que calles -le reprimió la Sra. colocando su cartera en su hombro, mientras que las puertas de la salida se deslizaban automáticamente. No tenía ganas de discutir nuevamente.

 

-Si quieren venir, me pueden dejar en casa. Estoy cansado de todo esto. Ver gente por aquí y allá, sollozando por muertes y alegrandose por nacimientos. Es algo abrumador - comentó dando pasos y volteando la cabeza de lado a lado, intentando encontrar el auto para salir huyendo de allí de una vez.

 

-Es tu obligación venir a ver a tu hermano. Demuestra algo de empatía al menos ¿Qué te ocurre? ¡Es como si no lo conocieras! -dijo molesta, intentando buscar algo en su cartera, estresada.

 

Por un momento maldijo entre dientes volteandose dirección al hospital, cruzando la calle -Espera aquí, dejé las llaves dentro.



Gerard volteó y lo que vió correr le heló la sangre. Un carro a velocidad estaba a menos de 2 metros de su madre, la cual seguía caminando sin interés alguno a lo que se aproxima.

 

-¡¡Mamá!! -gritó el chico detrás de ella, corriendo y empujándola al momento que se lanzaba, evitando que el auto le arrolle.

 

La Sra. Way salió disparada al frente, tambaleándose por ese peso que le empujó.

El auto siguió su camino, dando caso omiso al obstáculo frente a él.

 

Volteó la cabeza, aturdida por lo que acababa de pasar, y contempló un cuerpo en mitad de calle, con las piernas arrasadas y sangrando por el pantalón color negro, ahora rasgado.  

 

-¡¿Qué diablos?! … ¡Gerard! -dejó caer su cartera, corriendo hacia su hijo que estaba gimiendo de dolor. Su cara se tensó. Empezó a sollozar, arrodillada frente a él -¡Ayudenme! ¡¡Por favor!! ¡Nesecito ayuda ahora, maldita sea! -se acercó al rostro de éste, el cual tenía los ojos apretados, mientras chillaba de dolor.

 

Cuatro enfermeros salieron enseguida, junto a una camilla detrás de ellos. Tomaron al chico con cuidado, colocándolo encima. La mayoría gritaba órdenes, corriendo en dirección nuevamente al hospital.

 

Una enfermera detuvo a la Sra. que intentaba perseguir la camilla llorando fuertemente.

 

-Es mi culpa, es todo mi culpa… -decía temblorosa, colocando sus manos en el rostro, que ahora derramaba maquillaje por los ojos llenos de lágrimas.

 

Los enfermeros y un médico de urgencias corrían a la sala más cercana, mientras que Gerard caía bajo la anestesia inyectada en su brazo.

 

“¿Qué hago aquí?” 

Notas finales:

Comenten! :D por favor, su opinion es muy importante! Gracias :3


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