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Amantes sunt amentes por Kunay_dlz

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Notas del capitulo:

Personajes pertenecientes a Yana Toboso en Kuroshitsuji.

 

 


 


Narcisista Por Excelencia


 


 


 


Un joven conde dueño de un par de ojos inusuales, color malva el derecho y añil el izquierdo, debido a una alteración genética; su cabello negro azulado cual mar profundo, piel nívea y complexión delicada… toda una belleza andante, él poseía un gran intelecto que le permitió manejar el negocio familiar a sus cortos trece años y, además, servir a la reina como sus antepasados lo hicieron… todo un genio… todo un heredero del apellido Phantomhive. Ciel Phantomhive. Su único defecto: no era consciente de las sensaciones que causaba en los que lo rodeaban.


Alguien como él, a diferencia de los jóvenes de esa edad, que no saben lo que deben hacer, él sí lo sabía, él quería a Sebastian Michaelis. Un extranjero que se presentaba en las fiestas dadas por la nobleza, un hombre tan perfecto a los ojos del joven conde así como inalcanzable. La razón, Sebastian Michaelis se acercaba única y exclusivamente a “damiselas”: las ponía bajo un hechizo en el que le entregaban lo que él les pidiese, todo… no había reservas… y no habías arrepentimientos.


Nuestro joven conde, por primera vez, sintió la angustia de no poder tener algo, éste sentimiento ni siquiera lo experimentó cuando se enteró del fallecimiento de sus progenitores hace un tiempo atrás, ahora lo único que le perturbaba el sueño era el hecho de ser… hombre.  


Sabes que es la inseguridad,


Sabes lo que es sentir la soledad,


Mi peor error fue haber


 aceptado mi fealdad


 


A pesar de no hallar de su agrado el asistir a semejantes fiestas donde solo presumían lo que poseían los nobles o esas presentaciones de sus hijas a la sociedad para así ”venderlas” al mejor postor, el conde hacía acto de presencia sólo para verlo, para ver a ese endemoniadamente apuesto hombre. Esperaba que ese hombre se acercara para pedir algún trato con alguno de los negocios Phantomhive, incluso participó en otras sociedades para ver si de esa manera obtenía la atención de quien tanto deseaba… sin obtener resultado alguno.


 


Él, al ser hombre, nunca se fijaría en otro hombre, menos en un joven como él que… era un joven. Jamás pensó en lo que sería la felicidad para no pretenderla. Jamás pensó lo que sería el amor para no encontrarlo. Jamás pensó que se sentiría tan desesperado por obtener aunque sea una mirada de otro hombre. Sólo anhelaba una mirada escarlata de aquel hombre que le hizo sentir algo con tan solo su mera presencia.


 


 


Porque ahora ya no tengo donde esconder el miedo


Y el miedo sigue vivo se la vive aquí conmigo


Yo me baso en la apariencia con placer y sin conciencia


Esperando a que algún día tu atención fijes en mí


 


Ciel Phantomhive hace lo necesario para obtener lo que quiere cuando el tiempo lo propicia. Él planea cada paso que da. Es todo un genio. Para acercarse a su amor inalcanzable, ha decidido tomar medidas un tanto drásticas para alguien que lo conozca un poco: se presentó a la fiesta con vestido rosa con detalles negros, unos cuantos holanes que le daban gracia a su apariencia aniñada, su cabello con extensiones amarrado en dos coletas, en cuanto a sus ojos, uno de ellos estaba cubierto por su flequillo y un pequeño sombreo acorde al conjunto.


 


En la fiesta se observa a una hermosa señorita, que opacaba a la anfitriona y demás damiselas presentes, rodeada de hombres desesperados por convertirse en el afortunado acompañante de semejante belleza. En primer lugar ¿Quién dejaría plantada al capullo de flor que admiraban? ¿Qué clase de cretino idiota la dejaría plantada? Mientras ellos se hacían tales preguntas, nuestro querido conde comenzaba a arrepentirse de su idea… era más que evidente el éxito del disfraz, nadie sabía su verdadera identidad, solo esperaba lograr su cometido con prontitud o tendría que marcharse. La idea de comportarse como señorita comenzaba a dificultársele.    


 


Es por eso que ahora visto así


Quiero ser elegante y estilero hasta el fin


No podré proyectarlo me lo tengo que creer


 


Ahí estaba, su demonio personal acababa de llegar a su rescate. Amablemente corrió a quienes le rodeaban. Le invitó una bebida. Platicaron un poco de cosas triviales. Escuchó varios cumplidos hacia su persona, muy bellos por cierto. Hablaba con sinceridad, a excepción de su género, sobre su forma de pensar y sus proyectos… el dolor y la soledad que amenazaban su vida, no los motivos, sin dejar de lado sus preocupaciones.


 


Ante la repentina tristeza reflejada en el ojo añil de la hermosa joven, como caballero que era, Sebastian le invitó a bailar. Bailaron y bailaron hasta el cansancio. Bailaron hasta que la tristeza desapareció.


 


Ya era la culminación del evento. Los anfitriones despedían a sus invitados. Ciel escuchaba una propuesta bastante tentadora. Nada le haría más feliz que pasar la noche con el hombre de sus sueños, antes de aceptar recordó su situación: Sebastian estaba invitando a una chica a pasar la noche con él… a una chica… no a un chico. Al pensar en la desilusión que le causaría a Sebastian y con la esperanza de que no lo odie jamás, dio a conocer su negativa...y ante el desconcierto de Sebastian, la promesa de un baile en la próxima fiesta en que se vuelvan a encontrar.   


 


 


Suponiendo que en la gente la belleza es natural


Pues belleza es la palabra que aún no logro concretar


Disfraz, disfraz,


narcisista artificial


Disfraz, disfraz,


 todo es mental


 


Eso sí que fue inolvidable. Su plan superó sus expectativas iniciales, sin embargo, al dolor del rechazo a una apasionada noche… su primera noche de amor… es algo que no olvidará tan fácilmente. Ahora se suma a su dolor el tomar una difícil decisión: ¿Cómo se presentará a la fiesta de esta noche... como Ciel o como el Conde Phantomhive? Estaba seguro que a pesar de desear pasar toda la noche en compañía de Sebastian no podría soportar rechazarlo nuevamente. Incluso corre el riesgo que esté enojado por el desplante que le hizo. ¿Qué se supone que deba hacer?  


 


 


Como me peinaré esta noche


Que ropa me combinará mejor


Tener tu interés, convertirlo en amor


 


No había vuelta atrás, ahí se presentaba nuevamente como el Conde Phantomhive. Actuaba normal. Hablaba de negocios, evadía propuestas, y daba datos falsos cuando era cuestionado por las investigaciones hechas para la reina, eso era algo que no traicionaría. Aun así, buscaba a Sebastian con la mirada, se dedicaría a observarlo como había hecho desde que lo vio por vez primera. Suspirando por el de mirada carmesí y, aunque odie admitirlo, envidiando las chicas que podían acercarse a él.


 


 


Quisiera poder saber qué piensas


¿Me veré bien o acaso me veo mal?


Sé que es patético,


pero en mi es normal


 


Actuaría como siempre. Altivo, arrogante y sin ningún interés por formar sociedades. Su vida, volvía a ser un juego de ajedrez, su vida volvía a la monotonía de estar al servicio de la reina. Su objetivo de estar con Sebastian Michaelis se cumplió, no como esperaba pero lo hizo. Prefería quedarse con un bello recuerdo que con el sufrimiento de ser repudiado por el hombre que ama.


 


 


Suponiendo que en la gente la belleza es natural


Pues belleza es la palabra que aún no logro concretar


Disfraz, disfraz,


 narcisista artificial


Disfraz, disfraz,


 todo es mental


 


Buscando un poco de paz por parte de empresarios insistentes en formar una alianza con él, se alejó del salón principal, fue al baño y se topó con algo que no quería ver. Una chica estaba siendo “devorada” a besos por Sebastian. Quedó petrificado. Al reaccionar se dirigió hacia ellos. De esta no se salvaría… se detuvo en seco. ¿Qué es lo que haría? ¿Reclamarle? ¿Pedir explicaciones? ¿Advertirle a la chica que se alejara del hombre más apuesto del mundo?


 


La pareja termino el demandante beso y lo observaban. La realidad le golpeó la cara de manera brusca. Él no tenía derecho a nada. El conde Phantomhive no podía hacer nada… Hizo una reverencia… deseó unas buenas noches… Se dio vuelta y se alejó. Su andar sofisticado no se descompuso como lo estaba su corazón.


 


Suponiendo que en la gente la belleza es natural


Pues belleza es la palabra que aún no logro concretar


Disfraz, disfraz,


 narcisista artificial


Disfraz, disfraz,


 todo es mental


 


Sus pasos lo llevaron a un salón apartado de la fiesta. No quería presentarse en ella. No en el estado en que se encontraba. Su rostro apagado no demostraba mucho, lo que sentía en su interior era el problema… él no ha llorado en mucho tiempo, ni siquiera en el funeral de sus padres… no empezaría ahora a derramar lágrimas por sentir un vacío en su corazón.


 


Definitivamente no volvería a aceptar las invitaciones de los nobles a fiestas sin sentido, no lo haría a menos que fueran de utilidad para los casos de la reina… no estaba huyendo, él simplemente se hartó de estar rodeado por hombres que le miraban como lobos hambrientos por tener un poco de su dinero y de su prestigio. Ya era hora de dejar las máscaras.


 


Suponiendo que en la gente la belleza es natural


Pues belleza es la palabra que aún no logro concretar


Disfraz, disfraz,


 narcisista artificial


Disfraz, disfraz,


 todo es mental


 


De pie frente a un enorme ventanal por el que admiraba el misterio de la noche, escuchó que alguien se acercaba, decidido a ignóralo fingió no darse cuenta de nada. La persona desconocida se paró a medio metro de él. Escuchó un saludo y su corazón dejó de latir… era Sebastian quien le hablaba. No respondió, no podía, en verdad no podía formular ninguna palabra.


 


Después de un largo silencio Sebastian continuó con un monólogo donde relataba que esa chica le saltó fuera del baño, se le lanzó encima y no lo dejaba ir. Se notaba el afán del hombre por dar a entender el error, quería dejar claro que fue un mal entendido.


 


-       No es necesario que dé explicaciones, caballero. Si es por la reputación de ambos, no diré nada, no me corresponde.-dijo con dificultad el conde de manera seria y cortante.


-       No es mi reputación lo que me preocupa, my lord. Era necesario aclarar el incidente ante usted para evitar malinterpretaciones. –dijo Sebastian con un tono firme y amable a la vez.


-       No veo la necesidad de tal aclaración hacia mi persona. –dijo el conde mientras seguía con la mirada perdida en el firmamento.


-       My lord, era muy necesaria… no me gustaría que tal malentendido me costara el baile que me prometió.


 


El impacto de las palabras de Sebastian llegó tan rápido que casi perdía el equilibrio.


 


Sebastian camino hasta quedar de frente al conde.


 


 Se miraron durante un largo tiempo.


 


 No había máscaras de por medio.


 


No esta vez.   


 


 


 


Fin.

Notas finales:

Gracias por leer.

 


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