Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Problemas... ¿dónde? por Ali-Pon

[Reviews - 49]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Soy flash!! xD

Capítulo XV

Confiesa

Ya era fin de semana, había sido una semana (o lo que restaba de ella) bastante cansada y agobiante. Al día siguiente de haber pasado la noche con Ryouta, tan pronto llegamos a la escuela, fui llamado a la oficina del director. En el camino tortuosamente silencioso, até cabos y resoplé cuando vi a Wakamatsu con moratones en la cara y un vendaje cubriendo su nariz posiblemente rota. Sus ojos destilaban odio, sin embargo, no me dejé intimidar. Sentí que había hecho lo correcto y nadie me diría lo contrario. Mis ojos pasaron a otra figura que se encontraba parada a un costado del herido y que me miraba con enojo: el entrenador.

El director me pidió tomar asiento a un costado del estúpido y fue ahí donde dictó mi sentencia de servicio comunitario que haría después de clases y que mis entrenamientos serían más rigurosos. Wakamatsu alegó que era un castigo menor y que yo merecía la expulsión, pero no fue escuchado. Ser considerado un as para el equipo representativo de baloncesto tenía sus ventajas. Aunque no fue todo, también me hizo pedirle una disculpa al entrenador por haber sido un mal educado. Ese vejete tampoco defendió a Ryouta, pero no tenía otra opción, así que lo hice.

Y cuando pensé que todo había terminado, en el entrenamiento, Satsuki me cuestionó sobre mi relación con Ryouta. Intuí que ella sabía algo, pero no iba a decírmelo directamente. Esa mujer podía ser toda una agente de la CIA si lo quería. Al final nunca le respondí, haciéndola enojar.

Así, pasaron mis días, mis mañanas eran relajadas por la compañía de Ryouta y en las noches nos mensajeábamos hasta tarde. Me sentía estúpidamente feliz y de buen humor para hacer tal cosa. No supe más de Tetsuya y eso me alivió; no quería lidiar con él nunca más. Cuando llegó el tan preciado fin de semana, decidí visitar a madre; había decidido hablar con ella y lo haría.

Mi viaje fue normal, con unos cuantos mensajes a Ryouta explicándole dónde estaría esos dos días. Sabía que no estaba obligado, pero me sentí cómodo al hacerlo, como si fuera algo normal. Eso me llevó a pensar, ¿no era algo que hacían las parejas? ¿Eso éramos?

Todas mis dudas fueron enterradas cuando, en la parada, me topé con mi padre esperando. Tan pronto bajé noté su mirada de reproche; sabía de mi problema ocurrido en la escuela y era casi seguro que lo discutiríamos en un café para no alterar a mamá. Lo seguí luego de que emprendiera su caminar tenso y disgustado. No intercambié palabras con él, no tenía ganas y probablemente me mandaría a callar. Lo vi entrar a una cafetería (¡Bingo!) y supe que sería tal como imaginé. Siempre que pedía un café cargado, implicaba que yo sería reprendido por completo. Yo pedí un capuccino y en cuanto llegaron nuestras bebidas, después de un sorbo, decidí cortar el aura tensa que desprendíamos.

—Sólo dilo. De cualquier forma, ya lo sabes —dije con desgano, mirando el líquido café de mi taza. Le escuché gruñir y dejar caer la taza con fuerza.

—¿En qué estabas pensando, Daiki? —recriminó entre dientes. Al mirarle a los ojos, sabía que no estaba para bromas.

—Defender a un amigo.

—Defender a un amigo, eh —repitió con burla. —¿Desde cuando defender a un amigo significa desfigurarle la cara a un compañero de equipo e insultar a tu entrenador?

No respondí y simplemente bebí otro poco de mi bebida.

—¿Acaso no piensas en tu madre?

—No la metas en esto, Tanaka —respondí molesto, recibiendo una mirada furiosa y que padre golpeara la mesa, llamando la atención del establecimiento. —Oye, si no quieres que todo el mundo se entere, mejor cálmate.

—No me hables en ese tono chulesco, Daiki, soy tu padre —advirtió firme.

Hacía tiempo que teníamos ese trato; tan difícil y áspero, que sabía a mamá le dolía. Sus dos amores siempre peleando, la ponían mal, decía ella.

—¿Sabes cuánto tengo que pagar por la atención médica de ese muchacho? ¿Entiendes que en la situación que está tu madre, no podemos tener más gastos? ¡Ah!

Lo sabía y no hacía falta que me lo reprochara de esa forma; lamentaba ser impulsivo, pero no podía dejar pasar una injusticia así y menos si la persona de la que estaba enamorado estaba de por medio.

—No quiero recibir otra llamada así, Daiki. Tengo que cuidar de tu madre, tienes que cuidar de ella, no puedes y no debes andar de matón por ahí. Estoy reconsiderando cambiarte de escuela…

—¡No! —exclamé con desespero. No quería alejarme de Ryouta, no estaba entre mis planes; no después de todo lo que habíamos logrado avanzar. Mi padre se calló y me miró con escrutinio.

—¿Hay algo más que deba saber?

No estaba seguro si él comprendería, por lo que simplemente negué y carraspeé. Sabía que mi padre no era de mente abierta y yo no consideré que fuera el tiempo suficiente para decirle lo que, a su hijo, Aomine Daiki, le estaba pasando con un chico.

—No —respondí con cautela, terminando mi bebida y deseando irme de ahí pronto.

Él tardó en despegar su filosa mirada de mí, pero al darse cuenta de que no diría algo más, llamó a la mesera para pedirle la cuenta; pagó y fuimos a casa. Al llegar subí cada peldaño con tranquilidad, sintiendo que un peso sobre mis hombros se estaba retirando. Siempre mamá calmaba esa bestia estúpida en la que me convertía. La amaba demasiado que me dolía verla en el estado que se encontraba. Al abrir la puerta de su habitación, ella me recibió con esa sonrisa cansada, pero con ojos brillantes. Cual niño me recosté a su lado, cuidando no lastimarla, recibiendo caricias en mis cabellos, consolándome y apartando todo pensamiento difícil.

—Mi pequeño Dai-chan ha venido —articuló con dificultad, pero siendo tan amorosa. —Tan travieso. Sé que fuiste un jovencito malo —recriminó con una risilla seca y tirando un mechón de mis cabellos con debilidad. —¿Por qué?

Mis ojos se llenaron de lágrimas al saber que mamá siempre sabría lo que me sucedía, lo que yo hacía, por más que papá trataba de ocultárselo ella se enteraba.

—¿Por qué mi Dai-chan se portó así?

—Un estúpido estaba burlándose de un chico… diferente —respondí vacilante, sin saber cómo catalogar o describir exactamente a Ryouta.

—Oh, así que decidiste salvar el día, eh —comentó juguetona, tosiendo un poco. —Recuerda que la violencia no arregla las cosas, hijo.

—Lo sé, pero es el chico que me gusta mam…

Tan pronto sentí que sus caricias se detuvieron, supe que había dicho de más. Sentí miedo, como aquella vez con Ryouta, pero esta vez era un miedo a ser rechazado por la persona que siempre estuvo ahí conmigo y me crio. No sabía si soportaría algo así de ella. Con dificultad me aparté de su lado, sin verle a la cara y murmurando “mamá” sin saber qué decir o hacer… por segunda ocasión. Lo que provocaba Ryouta en mi vida.

En mi cabeza contemplé los diversos escenarios y en todos ambos salíamos lastimados; más yo que mi madre, porque quizás de la impresión podría empeorar su situación y entonces yo no sabría si había valido la pena lo que sentía por Ryouta. La culpa, las miradas de reproche y el repentino alejamiento de ella, serían golpes duros contra mí. Papá probablemente se enteraría y entonces todo se iría al carajo. Nuestra desastrosa relación padre-hijo se rompería por completo; lo conocía y quizás llegaría a entenderlo. Lo más seguro es que me pidiera una explicación a algo que ni yo mismo entendía, porque no fue algo que quise sentir, tampoco algo que pedí, simplemente ocurrió y eso, aunque me descolocaba, me aliviaba. Sentir amor o cariño hacia la persona que menos esperas… ¿Golpe de suerte?

—¿Cuándo me lo vas a presentar? —inquirió curiosa y con voz tranquila.

Con rapidez elevé mi rostro y la miré. No se veía molesta, no se veía sorprendida… Seguía siendo la misma mujer amorosa que siempre conocí. Me sentí tan conmovido, tan abrumado que rompí a llorar como un niño en su regazo. Era la tercera vez que lloraba en mi vida y en todas esas veces ella siempre me consoló y acunó en sus brazos frágiles.

Era tan perfecta y frágil…

Ella viviría por un tiempo más, ¿verdad?

 

—¿Ya estás más tranquilo? —preguntó cálida y acariciando mis cabellos; yo simplemente asentí. —Eso es bueno, hijo. Ahora… dime, ¿cómo es ese chico?

¿Me estaba pidiendo que lo describiera? ¿Por dónde empezaría? ¿Desde su personalidad de un gato arisco o por cómo lucía?

—¿Qué quieres saber exactamente, mamá?

Me senté con lentitud en la cama y me acomodé para poder verla de frente. Ella me sonreía feliz como nunca la llegué a ver después de su enfermedad. ¿Por qué se veía tan radiante?

—Quiero saber qué clase de encantos tuvo que usar ese muchacho para hacer que te guste.

—¿Encantos? —dije juguetón, casi burlándome porque ni yo mismo sabía. —¿Eso no es pedir mucho, madre?

—Entonces… uhm… ¿cómo se llama?

—Ryouta, Kise Ryouta —respondí con una ligera sonrisa.

—Oh, mi Dai-chan acaba de sonreír. Esto es serio.

—¡Madre!

Ambos reímos como no hacíamos tiempo atrás y pareció que todo estaba bien, que era una tarde común y corriente. La burbuja en la que estábamos me dejaba respirar sereno, me daba ese confort que tanto pedí. Estaba feliz de que ella se viera interesada y para nada alarmada de la noticia. ¿Quién diría que su hijo que se creía un heterosexual fuera a caer por un gato arisco versión humana?

—Ryouta… bonito nombre. Me lo imagino pequeño, frágil, supongo que debe ser alegre —con eso de que los opuestos se atraen—, bonito… sí, bonito porque a mi Dai-chan le gustan las cosas y las personas bonitas. ¿Es así?

Me enternecí con su descripción tan ilusionada, completamente diferente a cómo era en realidad él.

—Quizás fallaste un poco —comenté. —Él no es exactamente pequeño, tiene casi mi estatura. ¿Frágil? Bueno, en eso tienes algo de razón. ¿Alegre? No exactamente, pero tiene una bonita sonrisa; me gusta cuando sonríe o ríe. Aunque la mayor parte del tiempo sea un arisco y parezca una señora amargada, pero es muy sensible y siempre lucha consigo mismo. ¿Bonito?...

¿Ryouta se me hacía bonito? Realmente no me interesaba en absoluto su apariencia, es decir, la cicatriz y su dificultad para caminar apropiadamente no me causaban conflicto, pero él era bonito.

—Tiene unos ojos ámbar tan bonitos que me gusta verlos, y más cuando son tan expresivos. Sus labios son finos y rosas, bastante suaves y bonitos. Su cabello es rubio y siempre desprender un aroma fresco, mamá. Tiene la piel blanca y suave. Sus manos son finas y un poco ásperas porque antes practicó básquet como yo. Tiene el cuerpo de un modelo, mamá y…

En ese instante caí en cuenta que me había creado la imagen mental de Ryouta, como si lo tuviera frente a mí. Me escuché delirar por él y eso me asustó un poco, porque no se me hizo anormal. La sensación de tenerlo cerca y volver a besarlo estaba burbujeando sin misericordia. Mi pene estaba reaccionando poco a poco, avergonzándome por eso. ¡Estaba frente a mi madre, por Dios!

—Estás enamorado —sentenció calma, tomando mi diestra entre sus manos delicadas. —Estoy tan feliz.

—¿No te molesta que esté así por un hombre y no por una mujer? —pregunté temeroso, tragando duramente.

Ella negó lentamente, afianzando un poco más su agarre.

—Mi mayor deseo es que seas feliz, hijo. Me tomaste por sorpresa, pero con esto me queda claro que él te hace sentir muchas cosas.

—Ni te imaginas —agregué con una sonrisa.

—Entonces, ¿fue a él a quien defendiste? —. Asentí mientras acariciaba sus falanges. —¿Por qué es diferente?

Mis ojos vieron directamente los de mi madre, buscando entre mis pensamientos la manera correcta de hablar de él. Inspiré profundamente y decidí que lo mejor era ser directo, como siempre.

—Él… él no puede andar bien, requiere de una muleta para sostenerse y caminar. También tiene una cicatriza en su mejilla —señalé mientras hacía un ademán.

—¿Qué le pasó?

—Creo que tuvo un accidente… Realmente no lo sé.

Un silencio se instauró entre ambos, escuchando los vagos sonidos de la calle y la televisión encendida que estaba en la planta baja.

—Cuídalo, hijo, cuídalo y cuídate. Ámalo tanto como puedas, pero nunca te olvides de ti, ¿de acuerdo? —aconsejó seria y eso me descolocó un poco. —Espero puedas traerlo pronto, me gustaría conocerlo personalmente.

Ante su petición sonreír y asentí.

Si ella me lo pedía, lo haría.

 

 

El fin de semana pasó en un abrir y cerrar de ojos, papá decidió acompañarme a la parada del bus para volver a la ciudad. Era de mañana y había quedado con Ryouta de visitarlo por la tarde. La repentina compañía de papá me sorprendió y a la vez se me hizo extraña, porque durante el tiempo que estuve en casa, él me mandaba miradas rápidas y como si deseara decirme algo, pero no hallaba por dónde empezar.

—¿Te parece si desayunamos?—sugirió y yo me encogí de hombros a modo de respuesta.

Volvimos a la cafetería de la tarde del viernes e hicimos nuestra orden. Llegaron nuestros platillos y fue ahí donde mi padre tomó la palabra.

—Escuché tu conversación del viernes con tu madre.

En ese momento paré de comer y decidí hacerle frente y mirarlo a los ojos mientras él masticaba.

—Así que… ¿eres maricón?

Su forma de decirlo me caló internamente y me molesté. Dejé caer los palillos en mi plato para cruzarme de brazos.

—¿Sabes? Cuando decidiste ir a la ciudad a seguir estudiando, conversé con tu madre y le dije: Mi hijo conocerá a una linda chica, le hará sentar cabeza y probablemente lleguemos a disfrutar de nuestros posibles nietos —explicó con decepción y molestia entremezclados. —Pero me vengo enterando que nada de eso va a ser. ¿Por qué? Porque resulta que a mi único hijo le gustan los penes.

Ambos nos dedicamos miradas retadoras tan pronto terminó de hablar. Sabía que este escenario podría suceder… no me imaginé que sería tan pronto.

—Adelante, te escucho —alentó autoritario. —Discúlpate conmigo.

—¿Por qué me voy a disculpar?

—Por ser una deshonra para mi apellido y mi familia —reveló con enojo. —Yo no recuerdo haberte criado para que resultaras así.

—Pues, qué crees, no me voy a disculpar.

—No me hables así, Daiki.

—¿Y tú con qué derecho te atreves a querer rebajarme sólo porque esté enamorado de un hombre? ¿Deshonra a tu apellido y familia? Te recuerdo que una de tus hermanas es lesbiana.

Tan pronto dije aquello mi padre me abofeteó duramente, llamando la atención del establecimiento.

—No vuelvas a mencionar a esa degenerada en mi presencia. Por su culpa mi madre tuvo un infarto y murió. Ella no merece siquiera ser tema de conversación —dijo entre dientes y viéndome furioso. —Y de una vez te advierto, Daiki, no quiero que vuelvas a casa ni que traigas a ése porque no abriré la puerta. Este fue tu último fin de semana con tu madre y se acabó.

Aquello me alteró demasiado y no pude evitar tener un arrebato.

—¡¿Me estás negando ver a mi madre?! ¡Soy tu hijo, no puedes hacerme esto!

—No —dictó con firmeza y con la espalda recargada en respaldo de la silla. —Tú dejaste de ser mi hijo desde que te volviste un degenerado. No quiero que a tu madre le pase lo mismo que a mi madre. Pero, si quieres volver a verla, dime aquí y ahora que dejarás esa estupidez de amar a un hombre. He dicho.

¿Qué me acababa de pedir?

Notas finales:

Uy! El papá de Aomine, Tanaka, se puso pesado! >/<

Ven~ Soy flash~ xD

Espero les haya gustado el capítulo.

Ahora, ¿qué creen que diga Aomine? 

Los estaré leyendo~

Cuídense~

Ali vuelve a irse a escribir~

AliPon fuera~*~*


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).