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Problemas... ¿dónde? por Ali-Pon

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Notas del capitulo:

¡Hola! ^^/ Sí, estoy de vuelta y bueno...un día después de la fecha acordada ^^u7 pero tuve un contratiempo (por culpa de la escuela) sin embargo, logré terminar el cap :v

Solo espero les guste.

Además de que agradezco los revs :´D me hicieron jodidamente feliz, espero recibir otros más ^^

bien les dejo leer ¿sí?

Capítulo IV

Lejos es mejor…entiéndelo

–Ryouta… –escuché  que había dicho mi nombre, que me había hablado en tono suave. Por varios segundos permanecí expectante, viéndole con mis ojos completamente abiertos y fijos en él. Mi corazón comenzó a latir frenético, a llevar mi respiración a un estado anormal. Es que simplemente no podía comprenderlo…a creer que él estaba ahí, con las manos con rasguños y heridas, con sus ojos azules viéndome con sentimientos entremezclados que ni yo pude descifrar. Pensé que todo había terminado en aquel instante y que me iba a dejar en paz, que nuestro destino se había desatado y que jamás nos volveríamos a ver.

            Comenzó a caminar a paso lento, sin reparo en llegar a pisar las manos o pies de aquellos verdugos que cayeron con un puñetazo suyo. Sentí miedo que subía desde mis pies hasta llegar a las puntas de mis cabellos. Lo quería lejos, deseaba que todo hubiera sido un sueño, que jamás pasó, que jamás pasaría o pasará. Sin embargo, seguí congelado, teniéndolo más cerca de mí, más cerca de mi vida. Deseaba correr o algo, pero el sonido de mi muleta caer me hizo recordar que ya jamás lo volvería a hacer.

            Cuando al fin estuvo cerca de mí, se acuclilló y fijó su mirada en mis pupilas. Tragué grueso sintiendo cómo mi estómago se contraía y comenzaba a arder. La gente pasaba y se nos quedaba viendo de forma extraña, y no era para menos de hecho era comprensible, él era muy guapo y yo…yo…yo era horrendo. Además de estar en una posición un tanto fuera de lo común, entre hombres.

            –Tiempo sin verte, Ryou. –Sus palabras salieron fluidas, suaves y con melancolía…algo que jamás pensé escuchar de él.

            –Lo mismo digo, Kasamatsu. –A comparación de él, mis palabras fueron secas y frívolas…tan distantes que tal vez le pesaron, ya que tensó su mandíbula y forzó una sonrisa para poder ocultar su anterior acción.

            Volvió el silencio y con ello la incomodidad. Resoplé hastiado de tenerlo cerca y sentir mi estómago arder por los nervios.

            –¿Qué quieres? –Le pregunté tajante y con enormes ganas de que todo aquello terminara.

            –Nada. –Asentí sin siquiera verle y comencé a ponerme poco a poco de pie. Él se alejó de mí, dándome un respiro y permitiéndome el acomodarme para iniciar mi caminata a mi casa.

            En ningún momento le miré a la cara, no tenía por qué hacerlo, mi único fin era salir de ahí y que aquel encuentro se esfumara como el vaho. ¿Por qué la vida o el destino siempre tenían que dañarme? ¿Por qué lo hacía? ¿Qué ganaba con sangrar más la herida? ¿Le divertía? ¡¿Cuál era el punto?!

            –Adiós. –Dije con voz neutra y sin ápice de empatía. Deseaba que con esa simple palabra él se jodiera y se fuera, no me importaba a dónde ni por cuánto tiempo…sólo no quería volver a verlo, volver a recordar que él alguna vez fue alguien sumamente importante, alguien en quien creí al punto de que a mi menor descuido fui apuñalado por él, por su cinismo y ególatra actitud.

            Estaba por dar un paso cuando me detuvo del brazo, haciéndome recordar a Aomine y por unos instantes pensar que era él quien hacía aquella acción, pero en cuanto me giré, me topé con el rostro de Kasamatsu a una distancia tan cercana que pude sentir su cálido aliento chocar contra mis labios.

            Por breves instantes me sorprendí pero después reaccioné como debía ser: le golpeé…con la cabeza, pero fue algo que me libró de él. Mi frente dolía, pero no quise demostrarlo, mi rostro era duro y mi mirada desafiante y molesta. Se alejó un poco pero lo suficiente para que pudiera sentir que mi espacio personal no era invadido. Se sobó la frente con una mueca de dolor en su faz.

            –No vuelvas a tocarme. –Mi voz fue grave por el enojo que comenzaba a florecer. Tanto tiempo sin saber de él, aguantando en mi interior las enormes ganas de gritarle para descargar el coraje acumulado, estaba por estallar. Apreté mi agarre a la muleta, sintiéndome un completo inútil al recordar que ya no tenía esa movilidad para poder escapar y correr, correr lejos y volver a huir de mi realidad.

            –Tampoco vuelvas a buscarme; no me sigas; no vuelvas a aparecer en mi vida. Tuve suficiente de ti, así que lárgate. –Estaba controlándome para no descargar todo lo que tenía guardado, para no hacer una escena a mitad de la calle, para no hacerme ver débil…aunque en verdad lo era.

            –Pero…Ryou… –quiso hablar pero le interrumpí.

            –¡Cállate! –Mi válvula se estaba botando. -¡No vuelvas a llamarme así! –Mis lágrimas estaba acumulándose en mis orbes…esto debía acabar…debía huir rápido…debía alejarme de él…debía.

            Su mirada se tornó triste y llena de dolor. No me importaba si ahora estaba arrepentido, si quería mi perdón, si quería volver a iniciar aquella amistad que fue la causante de que quedara como un maldito estorbo, como un ser asqueroso y sin tener la oportunidad de cumplir su sueño y ser feliz.

            –Por favor, Ryou…escúchame. –Desvié la mirada enfadado, no quería verle su rostro…no quería caer en sus redes, en su chantaje, en sus mentiras.

            –Por favor…perdóname. –Quiso acercarse, pero di un corto paso hacia atrás. –Sé que todo fue mi culpa, sé que fui un estúpido, sé que has sufrido mucho, que no lo has pasado bien… –sorbió su nariz –Por eso quiero…que me des otra oportunidad, que me permitas demostrarte que he cambiado. ¡Lo he hecho! Soy diferente, ¡créeme! Comencemos de cero, como si no nos hubiéramos visto antes y…

            –Eso quiero… –le  interrumpí con voz baja.

            Por unos instantes su faz mostró felicidad y esperanza…pero yo hice lo que él me había hecho un año atrás: le despojé de todo eso.

            –Quiero que te largues, que no vuelvas…pero deseo algo más –le miré impasible –, que desaparezcas. No sabes cuánto deseo que jamás te hubiera conocido. –Escupí aquellas palabras, viendo cómo su pequeña sonrisa se apagaba, cómo sus ojos perdían aquel brillo de esperanza.

            –¿Qué? –Su mirada de desconcierto fue algo que me satisfizo…se sentía bien hacerle sentir a aquel que te hirió, lo que tú pasaste por su culpa, que sintiera en carne propia el dolor y la frustración.

            –Lo que oíste. No me interesa que hayas cambiado, que seas alguien “mejor”…no esperes que te crea ni que te dé el perdón, porque jamás te perdonaré lo que me hiciste. Y ten bien claro algo, Kasamatsu, no quiero saber nada de ti. Ahora si me permites, debo irme. Hasta nunca, Kasamatsu. –Dicho aquello, retomé mi camino a casa. Aunque se había sentido bien el destruirle sus esperanzas, en mi interior algo se había roto, un sentimiento de culpa comenzó a invadirme…comenzó a carcomer mis pensamientos. Mi conciencia me golpeaba mentalmente, me decía que fui un idiota impulsivo…que fui todo, menos yo.

            El dolor en la rodilla seguía latente, así como el ardor en mi estómago. Fue un milagro que llegara a casa aguantando la culpa y el dolor interno.

            Al llegar, mi madre se asustó por mi estado y fue en mi auxilio, me llevó hasta mi alcoba y me dejó recostado en la cama, me dio la pastilla que supuestamente me quitaba el dolor y me dejó descansar. Cuando estuve solo, estrujé entre mis manos las sábanas, grité a todo pulmón, acallando mi voz en la almohada. Lágrimas cayeron y empaparon la tela de mi almohada. El dolor era insoportable, me sentí ruin y desdichado. Jamás pensé que volver a ver a alguien que te traicionó en el pasado, sería doloroso…sería un calvario.

            Lloré hasta que mi garganta ardió, hasta que mis ojos se cerraron y cayera en un profundo sueño.

 

            Al día siguiente no asistí a clases. Ni al siguiente. Ni al siguiente. No asistí por tres días a la escuela. Llámenme exagerado o melodramático, pero tuve uno de mis cuadros depresivos. Todos se preocuparon al notarlo, ya que había dejado de presentarlos tan seguido los últimos meses. Antes me daban continuamente y por periodos largos. El psicólogo dijo que era razonable, pero que no era bueno para mi salud el recaer tan frecuentemente.

            Todos aquellos días, sólo salía de mi recámara a comer (si tenía hambre) pero siempre me la pasé encerrado en mi recámara, viendo a través de la ventana el pasar del día. Viendo a las personas ir de un lado a otro sin mayor problema, y eso me enfadaba…nadie padecía lo que yo, nadie sufría lo que yo…y eso era frustrante.

            Nadie preguntó la razón de mi depresión y me alegré, no quería dar explicaciones.

            –¿Se puede? –Llamaron a mi puerta.

            –Sí. –Respondí por lo bajo, sintiendo cómo era abierta la puerta y cerrada. Pronto un peso más hundió un poco la cama, pero no atrajo mi atención, sabía quién era.

            –Habla de una vez Yuki. –Le pedí desinteresado, no quería hablar.

            –¿Crees que lo que haces está bien? –Me encogí de hombros, restándole importancia a lo había dicho mi hermana. Sinceramente ya no sabía si lo que hacía estaba bien o mal, sólo buscaba una razón para creer en las palabras que alguna vez me dijeron:

            “Tarde o temprano, encontrarás aquello que te haga sentir realmente vivo”.

            Aquellas palabras que aún no tenían sentido para mí.

            –Hermano –dijo dulcemente, sosteniendo mi mano y logrando que le mirara a los ojos. –, no me gusta que estés así. Tú eras muy alegre y enérgico –sonrió con alegría –, alguien que tenía un hermoso sueño y que…–tragó saliva mientras controlaba sus traviesas lagrimillas– creía que él podía lograr todo. ¿Dónde está mi lindo hermanito? Vamos Ryou-chan, no todo es tan malo sólo debes ir a tus terapias y verás que pronto volverás a jugar baloncesto como antes y…

            –¿Eso es lo que piensas? –Dije molesto, frunciendo el entrecejo y apartando de forma brusca mi mano de la suya. –¿Crees que eso es todo? ¿Crees que las terapias han ayudado? ¡Sólo mírame! ¡Sigo atado a esta puta muleta! –Señalé el objeto –¿Y cuánto llevo yendo a las dichosas terapias? ¡¿Cuánto Kise Yuki?! ¡Llevo ya un año! Todo eso es mierda, basura, una tomada de pelo. Tú bien sabes que sólo los doctores me dan esa cantaleta para que “mantenga las esperanzas” y siga como estúpido haciendo toda esa cagada. Así que no me vengas a sermonear con eso, para la próxima búscate algo más inteligente. –Y ahí sentí cómo mi rostro se giraba bruscamente y mi mejilla dolía.

            Ella me había abofeteado.

            –¿Tú crees que lo que dices es correcto? ¡Nuestro padre se mata en el trabajo para poder pagar tus consultas, medicinas y terapias, como para que salgas con esto! –Sus ojos estaban cubiertos en lágrimas y sus sonrosados labios temblaban. Y nuevamente la culpa me golpeaba el culo. –No. A mí no me vengas con esas niñerías, Ryouta. ¿Y sabes qué? ¡Haz lo que se te dé la puta gana!

            La puerta se azotó tras aquellas palabras que sólo hicieron que me sintiera más culpable. Fui un imbécil, un tarado, un estúpido…no debí descargarme con ella. No debí gritarle, no debí…pero lo hice. La cagué.

            Eché hacia atrás mi cabeza, golpeándola con la pared mientras comenzaba a reír por lo bajo, derramando lágrimas a la vez. ¿Por qué tenía que ser así? Tal como dijo antes mi hermana, yo fui amable, agradable, alegre, feliz…fui una buena persona…un buen chico. ¿Cuándo dejé de serlo? ¿Cuándo comencé a enterrar aquella luz y permití que mi maldita sombra predominara? ¿Fue cuando Kasamatsu me traicionó? ¿Fue cuando desperté en el hospital con la noticia de que mi rodilla tenía una placa incrustada? ¿Fue cuando me di cuenta que los doctores mentían? ¿Fue cuando pensaba que mis padres sólo me cuidaban por lástima? ¿Cuándo fue?

            ¿Podré recuperar mi antiguo yo?

 

                Después de aquella discusión con mi hermana Yuki, sufrí el látigo de su desprecio. Me ignoró durante todo el fin de semana. Por más que quería acercarme a ella y pedirle perdón, ella se alejaba o inventaba una escusa para no verme. La ironía de la vida me atacaba de una forma espantosa.

            Con resignación, y ganas de entretenerme en algo, al lunes siguiente decidí asistir a clases. Obviamente que mis padres tuvieron que escribir una justificación a mis faltas y así, evitar problemas por culpa de las faltas.

            Aquella mañana salí temprano de casa, con una dulce sonrisa por culpa de mi madre. Ella había preparado mi desayuno favorito y se ganó mi corazón. Algo me dice que es cierto que a los hombres se les gana por medio del estómago. En fin, lo que me aliviaba era que una mujer no lograría eso conmigo…pero tal vez un sexy chef, sí. Reí ante mi pensamiento tal alocado, pero así como había llegado, así fue desvaneciéndose al recordar que nadie podría llegar a amarme a causa de mi estado, con cicatriz incluida por favor.

            –Vaya, no sabía que rieras. –Aquella grave voz me tomó desprevenido, asustándome al instante. Con rapidez me giré y me topé con la mirada neutra de Aomine. Quedé con la boca abierta, por imbécil, ya que no me esperaba topármelo en el camino a la escuela.

            –¿Qué? ¿Te gusto o qué? –Mi rostro se sonrojó por su comentario y desvié la mirada al instante.

            –¿Me…estás siguiendo?

            –¿Ah? ¿Estás de coña cierto?

            –Ah…yo…

            –Esta es la ruta a la escuela, idiota. –Mi sonrojo volvió al instante que noté que mi pregunta era obviamente una reverenda estupidez.

            Seguimos andando en silencio, en uno que me hizo sentir paz aunque fuera irónico, ya que mi acompañante era un tipo con un carácter de perros. No fue hasta que mi cerebro captó el adjetivo que había utilizado como referencia hacia mi persona que caí en cuenta de ello.

            ¿Idiota? ¿Yo? Bueno, tal vez sí…pero él no tenía por qué decirme de aquella manera.

            –Oye, ¿me dijiste idiota? –Le miré con el ceño fruncido viendo como rodaba los ojos.

            –Vaya que eres lento. –Juro que una venita debió saltar en mi frente, ese tipo era el verdadero idiota.

            –El idiota eres tú.

            –Sí bueno, al menos no soy idiota y retrasado. –¡Cómo me sacaba de quicio!      Estaba por responderle cuando noté que había sonreído levemente. Mis palabras se fueron al caño cuando vi ese sutil gesto en él.

            Me perdí en sus labios por un instantes hasta que mis ojos viajaron a los suyos, topándome con sus orbes de un azul profundo como el fondo marino. Él poseía una mirada que me intimidaba pero me daba seguridad, qué contradictorio ¿cierto?

            Él estaba por decir algo cuando alguien le llamó.

            –¡Aomine! –Aquella voz se me hizo conocida al instante, teniendo una imagen mental del portador…y confirmé quién era en cuanto nos alcanzó.

            –Qué quieres. –Dijo neutro Aomine al momento en que aquel muchacho había llegado dónde nosotros.

            –Sólo quería confirmar que… –por un instante la mirada de aquel joven se desvió y terminó en mi persona, abriéndose estrepitosamente sus ojos por la sorpresa.

            –Kise. –Susurró anonadado.

            –Hola, Kagamicci.

            Y al parecer, el toparme con viejos conocidos se iba a volver una rutina diaria.

            ¿Qué no entendían que les quería lejos?

Notas finales:

¿y bien? ¿ahora Kagamicci qué hace ahí yyy en verdad Kasamatsu habrá cambiado? -w- Yo sé pero ustedes nop muajajaja xD soy tan mala~

En fin, solo me resta decirles que la proxima actu será....el 15 de noviembre ^^)/ jejeje

Lamento si lo sintieron corto :| pero hasta ahí quise dejarlo ^^ muajajaja~

Bien, solo espero les haya gustado y me dejen un hermoso rev, al tiro los respondo (rayos ya se me pegó esa frase xD).

Cuídense~

Les amodoro amores <3

AliPon fuera~


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