Lo imposible
V
Nueve meses
En el pueblo de The Black Order se rumoraba entre sus habitantes la existencia de un ángel en cautiverio por órdenes del temido rey. El sentimiento que el soberano despertaba en cada uno de los habitantes impedía el acercarse al castillo, solo había rumores, mitos, acusaciones, un sin fin de historias que se relacionaban con la crueldad personificada: el rey. Pasaba el tiempo y todo parecía normal. Las visitas de lejanos gobernantes hacia su majestad para presentar sus respetos, reafirmar su lealtad, informar de los avances en la conquista de nuevos territorios, o presentar regalos como símbolo de sumisión.
Entre lo que se consideraba normal ya se había sumado el bello canto que salía del castillo, rondas de soldados especiales por el pueblo, y unos jinetes que recorrían el pueblo en busca de cosas insignificantes para la mayoría entre los que destacaban distintos tipos de comida, frutas exóticas e incluso dulces o pasteles de un sitio en particular.
Un nuevo pedido de reconocimiento de una relación entre un esclavo y su amo. Una nueva tregua por parte del rey. El inicio de un infierno para el desdichado que se atrevió a enamorarse. Un desdichado, un joven, las relaciones entre hombres se hacía más frecuente, quizá reducía el riesgo a que el rey realice la prueba absurda por el que los enamorados temen pasar.
--¿Por qué lo hace? No le afecta el que sus soldados encuentren a alguien especial. –decía Allen mientras veía el traslado del joven al harem del rey.
--¿Cómo sabías que estaba aquí? –respondió un pelirrojo que no dejaba de asombrarse con el chico que había venido del norte mientras salía de su esscondite.
--Contesta Lavi ¿Qué gana él con todo eso? –lo encaró el peliblanco.
--Él cree que no existe tal cosa como el amor. Separa a las parejas que vienen por su aprobación solo para comprobar su teoría que desafortunadamente, acierta cuando el momento llega. También hay que aceptar que lo que él busca es placer. –dijo Lavi tan convencido como si estuviera diciendo una verdad absoluta.
--En mi estado… no encontrará ese placer, pronto nacerá el ser que llevo dentro y te aseguro que después de ese momento no dejaré que me toque. –decía Allen mientras acariciaba su abultado abdomen.
--No podrás escapar cuando llegue el momento Allen-chan. –expresó Lavi evitando la mirada de Allen.
--¿Por qué todos tiemblan ante su presencia a excepción de ti y de mí? He escuchado que es terrible, un dictador, un hombre sin escrúpulos… la fusión del dios de la guerra y del inframundo. A mí me parece una persona normal. –platicaba Allen mientras caminaba hacia la cocina en compañía de un Lavi atento. –Incluso dio la orden de cumplir mis antojos por muy extraños que parezcan.
--Tiene curiosidad por tu embarazo, no todos los días vez a un hombre embarazado. Es extraño que no te paralices ante su presencia, te mentiría si te dijera que él no es lo que dicen, que él busca la aprobación de quienes lo rodean en secreto pero, la verdad ni yo lo sé. No te confundas, hay ocasiones en los que deseo estar a un mar de distancia de él… sólo llego hasta donde él me lo permite, no más.
Caminaban hacia la cocina del castillo un peliblanco y un pelirrojo, hablaban de varias cosas, entre sus temas favoritos estaba la actitud del rey. Hablaban como dos amigos, exponían sus miedos, hablaban de su pasado, hablaban de un posible futuro, hablaban del clima, hablaban de todo pero siempre hablaban del rey.
Los sirvientes y soldados en guardia del castillo apreciaban al joven peliblanco con apariencia de niño que solía deambular en solitario o en ocasiones acompañado por del consejero real entre los tenebrosos pasillos del enorme castillo. La sorpresa de la libertad que poseía el joven se incrementó al notar cómo su abdomen se abultaba con el pasar del tiempo, sus llegadas a la cocina para pedir cosas que pensaban inexistentes en el mundo pero por la orden del rey debían hacer lo que les pidiera… esa sorpresa se convirtió en asombro al experimentar la amabilidad que el chico que bridaba a todos, la ayuda que siempre estaba dispuesto a aportar y el sentir la calidez que su sonrisa dejaba en la persona a quien se la dedicaba. Rápidamente ese joven se ganó el cariño de todos.
--A partir de mañana no saldrás de la torre de vigilancia, tu complexión física ya presenta problemas por lo avanzado del embarazo, debemos tener cuidado pues no sabemos mucho del tema del alumbramiento en donceles. Me has metido en un gran lio muchacho. –se expresaba un hombre mayor, era el médico que le había atendido desde que su estancia en el castillo fue obligatoria.
--De acuerdo. –expresaba Allen con una sonrisa.
--Vamos panda, ve a decirle eso a Yu en persona, ve y dile que su músico estará en confinamiento por tus órdenes. –decía un malicioso Lavi.
Un ruido sordo se escuchó en esa reducida habitación perteneciente a Allen, el sabio médico había expresado su indignación hacia el consejero real por medio de un certero golpe en la cabeza que le hizo recordar hasta el inicio de la humanidad, al realizar su venganza el médico se dispuso a salir en dirección al castillo.
--Tu sonrisa es muy linda Allen-chan, en verdad me gustaría ver una auténtica no esa falsa que usas con frecuencia. –dijo Lavi mirándolo mientras se recuperaba del golpe.
Allen no respondió. Se dedicó a acariciar su abdomen, su bebé se movía con frecuencia últimamente. Dejó de lado la observación de Lavi para adentrarse en sus pensamientos. ¿Cómo sería su bebé? ¿Se parecería a él? ¿Se parecería al desgraciado de Tikky? ¿Sería una mezcla de los dos?... ¿Cuánto dolería?
No es como que si no conociera lo que es el dolor, el hecho de que un ser humano saliera de él es lo que aún no le cabía en la cabeza. Seguía teniendo miedo. Seguía maldiciendo a Tikky. Seguía esperando despertar de ese sueño lleno de fantasía.
--Allen-chan, hay que decirle a Yu que te deje descansar, no me quejo de tener que cargarte desde la torre de vigilancia hasta la torre norte, de hecho me agrada pero, tu embarazo está por terminar. Sin duda debes descansar. Hasta yo puedo ver que tu respiración es muy irregular y con trabajos puedes estar sentado. –decía Lavi con un lindo Allen en brazos en dirección a la torre norte donde el rey se presentaría.
--Solo debo tocar, no es necesario, cantar… te preocupas demasiado, Lavi. –medio respondía Allen.
--Sí que debo preocuparme. Eres tan frágil, ni tu propio cuerpo puede resistir más, estás en riesgo, tu situación es nueva para todos, nos tienes a borde de un colapso nervioso. Simplemente eres una brisa fresca que no queremos dejar pasar. –decía Lavi subiendo hacia la torre.
En esa fría noche dos melodías dieron cierre a la hora de meditación del rey. El grito de Allen les puso en guardia. Los gemidos ahogados de dolor que se escapaban del chico les hizo sabe que la hora crítica había llegado.
El dolor… es agonizante, no para, se incrementa cada vez más. Una imperiosa necesidad por pujar me invade. No siento mis piernas. La cadera me está matando. No sé lo que sucede a mi alrededor, mis oídos se ensordecieron, sujeto con fuerza lo primero que siento cerca.
El miedo de lo que está por ocurrir se materializa en mi mente, me mira con una lastimosa expresión, me dice que me rinda, que es una pérdida de tiempo y esfuerzo…
Un pinchazo en mi columna me hace arquearla en un reflejo violento… el miedo mueve su cabeza en desaprobación diciendo que lo peor está por iniciar…
Otro pinchazo más fuerte que el anterior desencadena otro grotesco reflejo… el miedo frente a mí ríe mientras a mí se me escapa el poco aire que contenía…
Las fuerzas en mis músculos se desvanecen…
Otro pinchazo, más doloroso me hace creer que me quebraré en cualquier instante…
¿Desde cuándo todo está en penumbras?
Siento un toque cálido en mi frente, escucho un “puja en esta ocasión, has un último esfuerzo, solo uno más y todo habrá terminado” le creeré, lo haré…
Un pinchazo más fuerte que los anteriores me hace ver luces, recuerdo lo que escuché y pujo todo lo que puedo. Entonces sucede. Algo se rompió en mí…
Con lo que me queda de consciencia deseo que mi bebé esté bien, deseo que todo haya salido bien, deseo que viva.
Las noches en The Black Order suelen ser frías, suelen venir acompañadas del canto del ángel cautivo en el castillo, menos este día. Hoy no hubo canto, hoy la noche fue silenciosa, hoy un grito desgarrador fue lo que perturbó la paz del pueblo. Provenía del castillo, los habitantes, tanto soldados como sirvientes se preguntaban por el ángel, quizá al fin tuvo su libertad.
Otro hecho desconcertante, fue el saludable llanto de un recién nacido, ese llanto provenía del castillo. ¿Es ese el inicio de una nueva vida? ¿La vida del ángel por otra? ¿Es así como se escucha la muerte y como se escucha la vida? Esa noche los habitantes de The Black Order durmieron hasta bien entrada la noche, más por cansancio mental que por otra cosa. Hacía tiempo que lo rutinario no importaba, siempre se encuentran con algo nuevo.
>>Continuará...