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Lo imposible por Kunay_dlz

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Notas del capitulo:

¡Woow! Tanta aceptación de su parte asuta, es genial pero asusta, realmente espero no decepcionar.

¡Aquí en nuevo capítulo!

 

 

Lo imposible

VII

El otro rey

 

 

 

Un mes de noches silenciosas en The Black Order, un mes que no ha ocurrido nada fuera de lo normal para sus habitantes, un mes que todo volvió a la normalidad relativa a la que estaban acostumbrados antes de la llegada del ángel… Se preguntaban del silencio repentino de la melodiosa voz, si fue para bien o fue para mal, si fue liberado o si está confinado en los calabozos, ¿Habrá olvidado volar… habrá olvidado lo que es la libertad?

 

Mientras tanto en el castillo, se observaba a un hermoso peliplateado vestido de seda, su piel exhalaba un delicioso aroma a jazmín, sus movimientos delicados resaltaban su esbelta figura, y su rostro reflejaba… nada… se dirigía al harem del rey.

 

Entraba sin tocar. Un enorme salón de alabastro adornado de flores, suaves cojines, una fuente con agua perfumada lo suficientemente amplia para albergar un par de personas dentro y una mesa repleta de frutas exóticas además de algunos platillos afrodisiacos, era lo que Allen encontraba cada noche que entraba ahí, al harem del rey. Sólo estaba él, las noches él era el dueño de todo lo que en el salón existía… órdenes del rey.

 

Avanzó un par de pasos, esperó a que él apareciera, no debía tardar. “Un mes más…” se decía, “sólo un mes…”. Su delgado cuerpo fue envuelto por uno fuertes brazos, la hora en que veía y escuchaba a un rey completamente diferente de lo que todos sus súbditos creían comenzaba, los brazos que lo rodeaban bajaron lentamente en busca de sus manos, las sostuvieron con delicadeza y entrelazó sus dedos.

 

--Si la perfección se materializara sería idéntica a ti. La belleza que te fue dada no se compara con nada, –escuchaba Allen mientras se volvía con parsimonia hacia el que le hablaba con devoción –eres como una ilusión de la que no quiero despertar, tus ojos superan con creces el reflejo de la luna, tu pelo plateado deja atrás los hilos de la seda, tu piel es más blanca que la nieve y tus labios nacarados… son una tentación irresistible.

 

Allen observaba a ese hombre frente a él, tan tierno, tan cuidadoso, tan… falso. Sus palabras endulzan el oído, marean la consciencia y enloquecen al corazón… sus actos sutiles estremecen al cuerpo y erizan la piel… “si tan solo fueran verdaderos”. El hombre al que miraba, ese hombre que parecía un príncipe ideal era ni más ni menos que el rey, Yu.

 

El rey intentó acercarse un poco más, lo suficiente para unir sus labios a los del ángel que le observaba sin parpadear más éste lo esquivó. Otro rechazo. Juraba que esos labios eran la gloria, una probada del paraíso más nunca cedían ante él. Usaba sus dotes de conquistador para obtener lo único que valía la pena en el mundo, placer. Sin embrago esos dotes no funcionaban con la bella criatura que lo miraba sin expresión alguna, no quiere tenerlo a la fuerza, no quiere doblegarlo como deseó hacerlo desde el día en que lo vio en la ventana… quería disfrutar de su entrega total, quería ver las expresiones que pueda ofrecer, quería que él mismo le pidiera poseerlo.

 

No hay nada como el placer de la entrega total. Nada lo supera. No iba a negarlo, cuando escuchó a su general hablar de su acompañante le llamaron la atención do cosas, la primera, la forma en que se expresaba de él… como si fuera un gran tesoro que tuvo la fortuna de encontrar, y lo segundo, que tenía el valioso don de dar vida. En ese momento decidió verlo con sus propios ojos, en ese momento deseó descubrir lo que motivaba al general a expresarse así de él, en ese momento decidió quedarse con él.

 

Él era el rey, era poseedor de cosas hermosas y su próxima adquisición la vio en la ventana de la torre norte, ahí de pie, sin miedo a lo que sucedía a su alrededor, aterrado de lo que sucedía en su interior, resplandeciente, lleno de luz entre tanta obscuridad. Ese chico lo desafiaba, lo trataba como a un igual, expresándole lo que pensaba y sentía, ese chico era honesto con todos incluso con él: el soberano de medio mundo, el cruel dictador, el malvado rey. Si tuviera sentimientos podría decirse que se enamoró, si tuviera sentimientos podría decirse que le ama, si tuviera sentimientos.

 

Al momento de presenciar el alumbramiento de Noah no pudo hacer más que brindarle apoyo, el dolor que emanaba era casi palpable, no soportó verlo sufrir de esa manera, estuvo a punto de sacar su espada y blandirla contra el que le provocaba tanto sufrimiento pero, ya nacido, no pudo. Era idéntico al ángel que había arribado a ese palacio. Estuvo a punto de perder la razón al ver que el ángel no reaccionaba ni uno ni dos ni tres días después, el angelito lloraba por la ausencia de su ‘madre’ y él pedía a quien quiera que le escuchaba que le devolviera a su ángel, simplemente no podía abandonar el mundo terrenal sin haberlo tenido, sin haber degustado de su cuerpo, sin haber disfrutado del placer de un ser divino. Su esperanza volvió al sexto día, cuando despertó el ángel, cuando sostuvo entre sus brazos a ese bebé que se le parecía tanto… cuando deseó tener uno propio. Un hijo de ese ángel y de él.

 

Dejando de lado la perene ausencia de sentimientos en él, las reacciones del ángel no lo ayudaban en su objetivo de obtener placer, al principio no podía acercase a más de un metro, tuvo paciencia y le hablaba para conquistar su corazón, con el paso del tiempo esa distancia se fue reduciendo hasta permitirle tenerlo en su regazo por algunos minutos, justo como en estos momentos: donde podía sentir esa tersa piel, donde podía embriagarse del aroma natural del peliplateado, donde aprovechaba para intentar probar sus labios.

 

--Me niegas tus labios, no me niegues tu mirada, no cuando en tus ojos puedo ver las respuestas a los misterios que me atormentan, el color de las flores, el ciclo del sol, la creación de la vida y tu presencia entre mortales.

 

Con su mano derecha sostuvo la barbilla del chico, hizo que sus miradas se encontraran, con su otra mano rodeó la fina cintura y se arriesgó a acercarlo más a su cuerpo.

 

--Tus labios me llaman a gritos y tú lo niegas, dulce ambrosía puede haber en ellos, un solo toque y me dará la vida eterna. Dime, dulce ángel ¿Por qué me niegas la inmortalidad?

 

Como al tocar una flor, la mano que sostenía la barbilla del ángel, se fue deslizando hasta abarcar su mejilla izquierda; su pulgar se aventuró a rozar esos labios que le enloquecían más éste se entretuvo con la cicatriz que le caracterizaba: era muy ligera, sólo una leve protuberancia con una forma singular, ni siquiera alteraba la belleza de ese ser sacado de la más sublime fantasía.

 

--Quizá es tarde para preguntar…

 

--¿Cómo obtuve esta cicatriz? –habló al fin Allen –No creo que sea importante, es una historia con hechos diversos y lleva mucho tiempo contar.

 

La forma en que la el rey lo tenía sujeto, la cercanía de sus rostros, el aliento del ángel en su cara le hizo olvidar el punzante dolor en su cuello por la inclinación forzada que le permitía estar a la altura del menudito ángel. Ese aliento embriagante… necesitaba sentirlo más.

 

--Absolutamente todo lo que se relacione contigo, es importante. Tu pasado, tu presente, tu futuro, incluso el aire que respiras y la tierra que pisas.

 

Eso no funciona conmigo” pensaba Allen. Se deshizo del agarre que el rey ejercía sobre él, caminó hacia los suaves cojines y se sentó en uno de ellos, esperó a que rey se acercara y comenzó a narrar su peculiar aventura. Una misión peligrosa, una infiltración exitosa, la recaudación de vital información, el regreso a las tropas de Tikky, una discusión, una nueva infiltración, una captura, un poco de tortura, una explosión causada por el ‘rescate’ de Tikky, una victoria para el general, un mes de recuperación en la carpa médica y un ajuste de cuentas entre él y Tikky.

 

Durante el relato de Allen, la noche pasó con prisa, él sonreía al contar algunas partes, su expresión cambiaba continuamente al hablar de Tikky, el rey no dijo nada, sólo lo observaba, se molestaba en cada mención del general… apretaba sus nudillo en un intento de calmarse, fue inútil, la ira recorría su cuerpo como sangre en sus venas y lo que le hizo descontrolarse fue el suspiro que Allen exhaló en la última mención de ‘Tikky’.

 

--¡Suficiente! Deja de pensar en él. NO te merece. NO merece tus suspiros, NO merece un solo pensamiento tuyo. ¡Tú eres para mí! –el rey se acercó peligrosamente a Allen, lo tomó de ambos brazos y lo tendió con brusquedad en el mullido suelo.

 

--¿De qué hablas? –dijo confundido el peliplateado al sentir cómo sus brazos eran aprisionados teniendo sobre él a Yu.

 

--Cuando estás conmigo no expresas nada. No me dejas acercarme. No me permites tocarte. En cambio, hablas de ese y todo en ti parece extrañarlo. ¡Entiende que eres mío!

 

--¿Qué pretendes? ¿Piensas que con estar contigo en este tiempo iba a caer ante ti? Así no funcionan las cosas. –se defendía Allen sin dudar de sus palabras.

 

--¡¿No es suficiente?! He sido amable, he sido considerado, he sido detallista contigo… sólo contigo. ¿No te basta?... –decía el rey entre dientes –¿Qué más quieres? –se acercó al cuello de Allen y comenzó a aspirar el aroma que desprendía –Pídelo y te lo daré. Cualquier cosa. Quiero complacerte, –decía desesperado –¿No lo entiendes?

 

--Aunque digas esas cosas, tú y yo sabemos perfectamente lo que buscas… y déjame decirte… que no lo conseguirás. –El rey detuvo el asalto al cuello del peliplateado para mirarlo a los ojos –No puedo darte eso que tanto buscas, es muy poco el tiempo que he estado contigo como para considerar si quiera esa idea.

 

Esos ojos grises mostraban determinación. Faltaba poco tiempo para que el trato terminara, pronto vendría alguien a arrebatarle al ángel que lo miraba intensamente, la idea de perderlo perforaba su cabeza. Si se marchaba no podría satisfacer su deseo. Si se marchaba… Era ahora o nunca. Lo tomaría por la fuerza. Lo obligaría a disfrutar. Dejaría plantado en él su semilla y entonces… consideraría dejarlo partir.

 

Allen observaba cada pequeña expresión del rey, buscaba el más mínimo detalle que le indicara peligro. Entonces lo vio. Los músculos tensos. La respiración agitada. Esos ojos obscuros se volvieron más fríos, fijaron un objetivo, parecían ojos de halcón en busca de su presa… y, era él.

 

  

 

>>Continuará...

Notas finales:

Nos leemos en el último capítulo, es decir... el próximo. 

Gracias por leer.


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