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Segunda oportunidad... por Kunay_dlz

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Notas del fanfic:

Personajes pertenecientes a Akira Amano.

Capítulo único

Segunda oportunidad


Capítulo único


 


--¿Estás bromeando? –preguntó aún impactado un hermoso castaño de grandes e inocentes ojos del mismo color.


--No, piénsalo… sería algo fuera de la rutina… algo nuevo, interesante y, más que excitante. –trataba de convencer un sofisticado moreno de imponentes ojos negros.


Ellos eran una pareja, eran novios desde secundaria, ahora a sus cinco años de vivir juntos, se consideraban esposos, el moreno de nombre Hibary Kyoya  pide a su esposo Sawada Tsunayoshi probar una nueva experiencia: intercambio de parejas.


Al parecer uno de los compañeros en el trabajo de Kyoya le planteó la idea ofreciéndole además la oportunidad de experimentar en la próxima reunión. Kyoya analizó la propuesta por varios días y llegó a aceptar la propuesta. Ver a su esposo teniendo sexo con otro hombre y él mismo con otro… en la misma habitación… suena bien, bastante.


El problema, olvidó mencionárselo a su ahora choqueado esposo.


--Kyo, te das cuenta… de lo que me estás pidiendo… ¿Quieres que me acueste con otro mientras tú estás con su pareja? –el castaño respiraba erráticamente. 


--Será divertido. Dime ¿No te parece excitante la idea? Eso nos acercaría más, me haría feliz experimentar esto. Hazlo por mí. –pedía el moreno con las palabras exactas, esas palabras que nunca fallan.


La mirada del castaño decía todo. No terminaba de creer lo que su amado le pedía, sin embrago lo haría. Lo haría por él. Sólo por él. Después de todo, se casarían oficialmente la próxima semana, sería como una despedida de solteros… tal como sus amigos la tuvieron… ¿A sus amigos también les dolió el entregarse a alguien más antes de la boda?


 


Ya estaba ahí, rodeado de personas que le miraban con deseo. Veía a su esposo mirar a otros como solía mirarlo a él. El corazón seguía doliendo. Se perdió entre sus pensamientos… Kyoya se acercó a él con una pareja, se limitó a asentir a todo lo que le decían… si algo salía de boca no sería nada bueno. Sonreía o eso trataba.


Se asustó cuando se vio en un cuarto con la pareja que Kyoya había elegido, empezó a temblar cuando alguien se le acercó. Un chico, pelinegro de grandes ojos cafés y una impecable sonrisa, buscó a Kyoya y lo vio… lo vio con ese otro chico, un peliplateado de ojos verdes y aire rebelde muy sexy para ser honestos.


--¿Sucede algo? –preguntó con amabilidad el pelinegro. Al notar la confusión del castaño se acercó con cuidado y le abrazó.


--Lo siento… lo siento… lo siento… –repetía el castaño.


--Shh, está bien. Está bien. –consolaba el de alegres ojos cafés.


--Lo siento… no puedo hacerlo… no puedo, lo siento. –se deshacía en el silencioso llanto el castaño.


--Tranquilo, ¿Quieres salir de aquí? –ofreció.


El castaño asintió. El pelinegro le ayudó con cuidado. Unos minutos después ambos se encontraban en un pequeño restaurant de los que abren las veinticuatro horas. El castaño tenía en sus manos una taza de chocolate caliente, la miraba como lo más interesante del mundo.


--¿Ya estás mejor? –preguntó el pelinegro con su taza de café en camino a su boca.


--Yo… ver al hombre que amas… con alguien más… no sé cómo es que sigo respirando. –declaró el castaño con una hilo de voz.


--En mi caso, te acostumbras… Amar con locura a una persona que no puede verte como tú lo ves, haces lo que sea con tal de estar a su lado… dolió mucho y, sigue doliendo. Pero estoy con él y es lo que importa ¿Cierto? –decía el pelinegro con una gran sonrisa auto convenciéndose de sus propias palabras. El castaño le miró intensamente.


--No quiero eso para mí. Tal vez… tal vez no lo amo tanto como para hacer lo que él está… lo que dijo… eso de ‘experimentar’. –decía el castaño con una voz muy bajita, avergonzado de lo que acababa de decir ¿Dudar del amor que le profesaba a kyoya? Jamás lo habría pensado.


--O tal vez, le amas demasiado como para ‘compartirlo’ con alguien más… Es tu esposo después de todo.


--Te equivocas. No estamos casados oficialmente. La fecha de la boda es… mañana. –la voz del castaño se volvió a quebrar. Lloró de nuevo. El pelinegro le dejó llorar, no le interrumpió esta vez, dejó que el otro se desahogara. –Vivimos juntos desde hace cinco años… nos llamábamos esposos porque ese era nuestro sueño… esto lo tomaría como una despedida de soltero pero, no pude, no pude y no lo haré… en cambio, él…


--Quiero decir algo que te haga sentir mejor, pero, sólo soy un idiota del beisbol como Hayato suele llamarme… así que, temo decir algo que te haga sentir peor. –dijo con cuidado el pelinegro pues no quería dañarlo más.


--¿Idiota del beisbol? A mí me llaman inútil-tsuna. –dijo con una débil sonrisa el castaño.


--Hey, tenemos apodos similares… yo soy capitán del equipo de beisbol local, ¿Cuál es la razón del tuyo? Del sobrenombre quiero decir. –intentaba de distraer al castaño.


--… Yo, no soy bueno en nada… no fui inteligente en los estudios y en los deportes, digamos que pierdo antes de empezar. –dijo algo avergonzado el castaño –Por cierto ¿Cómo te llamas?


--Yamamoto Takeshi, un placer. –sonrió divertido, se supone que ya se habían presentado pero si lo decía volverían a lo que se propuso dejar de lado. -¿Y tú, cómo te llamas?


--Soy Sawada Tsunayoshi, llámame Tsuna, un gusto conocerte. –se presentó e intentó brindarle una sonrisa a Yamamoto.


El tiempo pasó volando. Hablaron de todo y de nada a la vez. Acompañados de chocolate caliente y de café. Sólo intentaban olvidar. Sólo olvidar. Se conocieron mejor, reían de cosas simples, reían por reír, reían para no llorar.


 


 


Un apresurado Kyoya salía del lugar donde se celebró la ‘reunión’, salió disparado al no encontrar a su castaño, se preguntaba dónde puede estar y trataba de olvidar lo que acababa de hacer. El peso de la realidad le despertó de golpe.


Abrir los ojos y ver alguien desconocido compartiendo su lecho fue un shock del que teme no recuperarse.


El recuerdo del castaño, su reticencia, su mutismo absoluto y sobre todo, el rostro lleno de decepción… se pateó mentalmente. Se merecía mucho más. Y, para hacer más insoportable el tormento, no soportaba la idea que su hermoso castaño se hubiera entregado a alguien más.


Valla hipocresía.


Pensaba en todo y pensaba en nada. Lo que fue, lo que pudo ser y lo que será. Su cabeza explotaría en cualquier momento y lo único que le importaba era que Tsuna estuviera bien. Seguía corriendo, regresó sobre sus pasos, Tsu no pudo ir muy lejos. De nuevo en al inicio, al fin lo vio.


Estaba ahí, al otro lado del cristal de ese restaurante, parecía no haber dormido. Su rostro apagado se debatía en recordar algo. Lo hizo. Hablaba con tanta soltura… hablaba con… Yamamoto Takeshi, la pareja del que… no. ¿Qué hacía ahí con él? ¿Qué hacía Tsuna con ese tipo? Tan sonriente mientras que él le miraba desde el otro lado con la respiración agitada y unas tremendas ganas asesinas.


Haciendo un esfuerzo sobrehumano para no moler a golpes a Yamamoto, entro al lugar directo a la mesa del castaño, se colocó junto a él y comenzó a hablar.


--Este no es lugar para que estés Tsuna, vámonos. –lo tomó del brazo.


--Kyo… -susurró el castaño. El pelinegro que acompañaba al castaño bebió de su cuarta taza de café sin apartar la mirada de su acompañante.


Nadie se atrevió a decir nada. El ambiente se congeló de golpe. El castaño empezó a temblar, se deshizo del agarre de Kyoya, se puso de pie y le miró de frente.


--Kyo… Hibari-san –empezó el castaño, el nombre con el que se refería a él hace muchos años  sorprendieron de sobremanera al aludido –no iré a ningún lado contigo. No me veas así. Simplemente me di cuenta que no soy lo que tú necesitas… yo no me siento capaz de experimentar cada vez que tú… tengas curiosidad. No soy así. Lo siento.


--Tsuna… -dijo dolido Kyoya.


--Me disculpo por que no podremos hacer realidad esos sueños que tuvimos, me disculpo por haber pasado tanto tiempo monopolizándote. Realmente te amé… pero es hora de seguir caminos distintos.


--No, no puedes hablar en serio, nos casaremos en un par de horas… Tsuna, hoy es nuestra boda.


--Lo sé. Qué bueno que no nos casamos, habría sido un completo error.


--Tsuna… –al ver sólo decisión en los ojos de Tsuna, se volvió hacia Yamamoto –¿Qué dijiste desgraciado? ¿Qué le hiciste a Tsuna?


--Basta Hibari-san, estoy hablando por mí mismo. Sabes que no creo en las segundas oportunidades, así que no intentes crear una. No hay excusa. Simplemente esto se acabó. –se sentó ante la mirada atónita de Kyoya.


--¿Y qué haras? ¿Irte a vivir con este? –espetó Hibari Kyoya, con el mismo tono despectivo que usaba cuando se conocieron.


--No es asunto tuyo, Hibari-san. Por si no lo recuerdas, tengo muchos amigos  que ayudarán cuando les diga que se terminó lo nuestro. Y aunque no te guste, no tengo miedo.


--Tsuna… Tsuna…


Por más que Hibari Kyoya decía ese nombre, nadie le contestó. En ese preciso momento, se dio cuenta que no había vuelta atrás. Todo por una estupidez. Justo antes de la boda. ¿En qué rayos estaba pensando?


Ese fue un extraño día.


Tsunayoshi Sawada aprendió lo que su definición de amor quería decir, aprendió que sigue cometiendo errores y que puede aprender de ellos por mucho que duela, consiguió un buen amigo y unas clases de beisbol.


Hibari Kyoya aprendió que no se juega con el amor, aprendió que una relación es de dos y no de más personas, aprendió que todo el éxito que tuvo en la vida no le servía en ese momento, y prendió lo que es sufrir por amor.


En un lugar lejano, una recepción de boda se levantaba, se canceló el juez, se canceló la cena, se canceló una luna de miel sorpresa y se guardaban las mesas y sillas mientras daban la noticia a los invitados que iban llegando.


 


Fin.

Notas finales:

Gracias por leer.


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