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Atrapando tu alma. por Ameno

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"Atrapando tu alma"

Capi #68

Madara observo con indiferencia a cada invitado, una vaga sonrisa dibujándose en sus labios al ver salir a Hanzo y Danzo rápidamente cuando poso su mirada en ellos, disfrutando cada segundo de la incomodidad de los dos hombres; brevemente  considero que hacer con ellos ¿Acabar con ese juego de una vez y hacerlos desaparecer del mapa? Eso no solucionaría nada ya que primero deseaba acabar con su organización y todos sus miembros, no compartía la apreciación de los seres humanos de que la mejor manera de terminar era cortándoles la cabezas; en su opinión, Las sectas, las organizaciones paramilitares y los gobiernos eran como la hidra de Lerma; sino las destruías totalmente una cabeza más fea, voraz y desquiciada ocuparía su lugar.

 

Por otro lado debía encontrar primero a las dos criaturas que estaban bajo su mando, dudaba que estas soportaran por mucho tiempo más el fingir ser las marionetas de estos hombres, por el momento había descubierto y a su entender era más un cobarde que le gustaba estar entre los vivos a una amenaza propiamente, sólo debía decidir qué hacer con él ¿Eliminarlo y sacarlo de su miseria o utilizarlo para llegar a los otros dos? Decisiones, decisiones...Sus ojos se desviaron a la figura de rojo que se fue sin mirar atrás, dolía a su cuerpo y a su alma no poder hacer nada por reclamar a su pareja, si esta supiera cuanto la necesitaba tanto física, como anímicamente casi hasta el punto del dolor.

 

—Discúlpeme su majestad, el joven amo lo espera— El vampiro le dedico una mirada de helado desprecio, a quien osaba interrumpir sus pensamientos y el cual lucho contra sí mismo para no caer de rodillas delante de él, frente a los invitados que quedaban.

 

Iroha estaba pálido, guiando al poderoso sangre pura hasta el despacho donde poco después se presentaría su señor, en cuanto cerró la puerta se arrodillo delante de él quedándose petrificado cuándo este tomo su barbilla y obligándole a verlo a la cara y señalo sin la más mínima muestra de cortesía.

 

—Eres un hyuga, uno poco atractivo por cierto.

 

Luchando con el sentimiento de nauseas hacia sí mismo, que amenazaba hacerlo vomitar y el deseo que inflamaba su sangre al sentir los dedos del otro hombre sobre su piel repuso—Lamento no ser adecuado, mi señor.

 

—Descuida muchacho, soy demasiado exigente y no hay muchos que puedan cumplir mis gustos. Vete y no me molestes aguardare hasta que venga tu amo.

 

—Si su alteza—Respondió el vampiro saliendo rápidamente de la habitación y recostándose contra el marco de la puerta. El imperador era más poderoso de lo que supuso y haciendo lo posible por ocultar la creciente erección, en sus pantalones murmuro para sí mismo—Esto es malo, muy malo, es fuerte; demasiado, igual que…espero que sepa lo que hace joven amo. Por lo menos el poder de este hombre es antiguo, oscuro, salvaje, incontrolable, realmente temible. Pero no sentirá la sensación de asco y terror que lo invade cuando…

 

Interrumpiéndose a sí mismo no queriendo atraer la mala suerte, el incubo se marchó con pasos rápidos comprendía ahora la obsesión de su amo hacia el vampiro más viejo y poderoso; tal vez debió acercarse para interactuar con el acompañante de este y descubrir que era lo fascinante del portador (además de lo obvio) ya que pocas veces su señor no mostraba otra sensación aparte del desprecio, hacia otras personas o criaturas de cualquier tipo.

 

Paseo  un rato por la estancia, el escrutinio de la mente del vampiro lo había dejado satisfecho, el hyuga era uno de los que se había acostado con Rin, él junto con la vigora que andaba esparciendo bebidas por doquier como si de su veneno se tratara. Sin embargo no es algo que él sirviente hubiera querido hacer, así como no lo era la perdida de esa cría el dolor sordo de la soledad era algo que conocía muy bien y estaba grabada en fuego en el alma del hombre. No obstante había tres fuertes cadenas que lo detenían y las cuales tenían más peso que la vida de la criatura no nata; la triple atadura del amor, el deber y el temor; el hombre consideraba a su amo como a un hijo lo crío desde que era un bebé y cumplía todos sus caprichos antojos y misiones que le encomendaba desde que lo tenía bajo su cuidado, inclusive los sexuales; no es que pudiera negarse ya que le debía total obediencia a su amo a coste de su vida, pero era la del temor la que lo intrigaba el niño no tenía padres era ilógico que una cría de esa edad no estuviera aferrado a la falda de su madre y los pantalones de su padre y menos que estos lo dejaran sólo.

 

Pasando los dedos por el escritorio quedo cavilando en el enigma, el vampiro estaba aterrado por una niebla sin nombre en la que no se divisaba una silueta su cuerpo despedía el hedor del miedo cuando quiso disiparla, el miedo a la muerte; un olor fétido y mal oliente que impregna todo cuanto toca sobre todo cuando fue impuesto a ti por un sello poderoso, morir mientras partes de tu cerebro estallan y la sangre sale por tu ojos nariz, oídos y boca, una muerte realmente sádica y cruel. Si tienes la fortuna de que se te permita morir, siendo un vampiro probablemente hubiera sobrevivido quedando a la triste condición de un vegetal, mientras su cuerpo moría lentamente consumiendo a si mismo hasta morir finalmente entre horribles dolores causados por los estertores del hambre.

 

Se encogió de hombros, en si lo que le pasara al sirviente no le importaba, pero dudaba que la cría hubiera tenido nada que ver con ese sello y aunque despiadado no era precisamente cruel con los recién nacidos y estaba seguro que la muerte de su niñero empujaría a la locura al muchacho. Siguió caminado por el despacho antiguo, sus pasos deteniéndose en un estante adornado con libros más antiguos, muchos más que su dueño e inclusive dudaba que sirvieran para otra cosa que no fuera para ser utilizados de adorno por el chiquillo, cuando escucho los pasos de su anfitrión siguió examinando los libros y comento cuando lo sintió detenerse a su lado.

 

—Bonita fiesta, me pregunto si debo sentirme; disgustado, halagado, indiferente o simplemente soltar mi hilaridad.

 

— ¿Y se puede saber el porqué de eso?

 

— ¿No crees que es demasiado? El que hayas preparado todas esta farsa, sólo para recibirme niño

 

— ¿De verdad? ¿No eso es lo que se hace cuando alguien importante recibe a otro, no montar una farsa para demostrar su poder y jactarse de su superioridad haciendo creer al otro que toda esa ostentación es en su honor?

 

—Hábil de palabra y con ingenio muy rápido debo decir, es increíble teniendo en cuenta que eres una cría que ni siquiera tiene la décima parte de mi edad.

 

—La edad no denota la inteligencia Monsieur.

 

—Lo concedo chiquillo, pero no he visto a nadie que haya alcanzado mi edad para afirmarlo, por lo menos no he dejado a nadie con vida.

 

— Oh cette belle conversation, mais cela ne vaut pas pour nous (Oh que intéressante conversación, pero no tiene que ver con nosotros).

 

—Mais peut-être à côté du point (Quizas, pero viene al caso).

 

— Peut être… peut être que non, il n'a vraiment pas d'importance, Ce qui importe est que vous êtes ici. (Puede que sí, puede que no... Pero eso no es de ninguna importancia, lo importante es que usted está aquí).

— Je suis d'accord, mon petit garçon (Estoy de acuerdo, mi pequeño niño).

 

— ¿Enfant? Je ne suis pas un enfant… comme vous pouvez le découvrir. (¿Niño? No soy ningun niño… Como usted podra descubrir).

 

Repuso Toneri acariciando con un dedo el pecho de Madara, dedo que el vampiro retiro en cuanto quiso pasarlo por debajo de la camisa, para nada sorprendido por este movimiento, aunque sí por la edad del que lo ejecutaba. El peli-gris sonrió antes de dirigirse a un gabinete (que en su interior ocultaba un pequeño refrigerador) y sacar una botella, depositando el contenido en dos copas y pasarle una al hombre mayor; quien la tomo con cortesía, el hombre aspiro el olor del líquido rojo en ella.

 

—Una cosecha exquisita he de decir, pero no estoy acostumbrado a recibir semejante ofrecimiento, exceptuando cuando hay reuniones del consejo o en algunos eventos de la nobleza.

 

—Los dos somos nobles, no hay nada de extraño en degustar un poco de sangre.

 

—Estoy sorprendido, siempre creí que los Uchihas nos habíamos reservado el permiso para comerciar con este bien en particular.

 

—A gran escala ¿Pero quién revisaría lo que tiene un particular en sus propias bodegas?

 

—Es cierto, pero aun así me asombra.

 

— ¿El qué?

 

—Cuanto me he perdido del mundo encerrado en esa pequeña isla bella y aislada como es Japón, me he llevado dos grandes sorpresas en poco tiempo ahora que he salido, una de ellas tu niño.

 

— ¿Y eso?

 

—No esperaba encontrar el sobreviviente de una familia ancestral, escondiéndose justo bajo mis narices se supone que destruí al último sin excitación ninguna.

 

— ¿Una amenaza?

 

—Un comentario, además tu predecesor puso en peligro a mi familia, algo que un chiquillo tan inteligente como tú dudo que haga, a pesar de sus no tan inocentes métodos para acceder a mi persona.

 

—Quien sabe los jóvenes somos caprichosos cuando queremos algo, sabe lo que me tiene sorprendido de ti ¿Espero que me permitas tutearte?

 

—Lo harás de todas maneras como cualquier jovencito imprudente lo haría, con o sin mi permiso.

 

—Y piensas permitirlo por lo que veo, me pregunto por qué será.

 

—Por qué las crías son ignorantes al peligro que corren, al enfrentarse a un adulto.

 

— ¿No será que la sangre joven y pujante le resulta interesante a los hombres cargados de vitalidad o experiencia?

 

—Sería más adecuado decir que la carne fresca despierta la lascivia de los hombres y atrae a los más inseguros de sí mismos. De todas maneras estoy interesado en saber que te hizo meter un espía en mi propia casa, una que ha estado allí por cincuenta años, justo tu edad ¿Qué curioso no? Es como si hubiera alguien más detrás de ti, como tú lo estas de la vigora y ese muerto viviente que anda sirviendo copas por el salón.

 

— ¿Y así alabas mis ojos? tienes una capacidad de observación sorprendente.

 

—La común.

 

—Tú y yo sabemos que no hay nada de común en ti.

—Lo mismo que tu chiquillo y ya que pasamos de las formalidades porque no al kit del asunto.

 

—No hay prisa juguemos algo primero.

 

— ¿Y no es eso lo que hemos estado haciendo desde un principio, jugando para ver quién gana nuestro primer enfrentamiento?

El peli gris ríos divertido antes de responder—No es un enfrentamiento en sí, cuando uno de los jugadores parece tener otras cosas en mente.

 

—No lo negare las tengo, pero ahora mismo cuentas con toda mi atención, enfant.

 

— ¿Eso de nuevo? He de decir que desde que supe de usted lo encontré fascinante, pero no encuentro fascinante el que me digan una y otra vez que soy un niño.

 

—Es lo que merece un bebé de brazos, al tratar de meterse con un adulto.

 

Toneri rio divertido y bebió de su copa dejándola sobre la mesita acercándose al macho más viejo murmurando— Esto no lo hace un niño—Antes de besarlo con pasión, su lengua introduciendo en la boca del otro con una temeridad sorprendente. Madara no estaba sorprendido por la acción de Toneri teniendo en cuenta el comportamiento del niño era inevitable que sucediera y también algo de lo que no deseaba que fuera testigo Orochimaru, necesitaba que el chico bajara sus defensas ante él y esta era la manera más rápida y efectiva. Retuvo una de las manos del niño al sentir que éste llego demasiado lejos, más por la sensación demasiado familiar y antigua (la cual no era precisamente excitación, aunque así lo pareciera) una que no podía ubicar al sentir las caricias intimas del chico en su entrepierna.

 

—Lo siento cría no tengo tiempo para juegos—Replico el imperator clavando sus ojos rojos en los azules brillantes del niño, adentrándose en la mente de este. Levito unos minutos viendo las escenas que se realizaban bajo sus pies, en el palacio suntuosamente decorado y llenos de riquezas inimaginables, las orgias interminables que se realizaban a los ojos del joven que brindaba sentado en un trono ante el espectáculo triste y lamentable. Bajo al suelo y con pasos firmes se dirigió al muchacho que lo observaba con ojos ávidos e inclinándose le susurró al oído— Muéstrame.

 

Sonriendo tristemente al ver que el niño se quitó la túnica revelando el cuerpo joven sano y bello, era un portador, uno demasiado joven para haber adquirido olor propio y las características que delataran su condición aun para un ojo avezado como el suyo y tal vez también para que el chico fuera consciente de que lo era—Eso no chiquillo, lo que hay detrás de la cortina— Le espeto acariciando suavemente la mejilla del niño, tal como un padre lo haría con su hijo asustado.

 

—No.

El imperator negó con la cabeza, debió suponer que no era tan fácil el chico después de todo era alguien de sangre real, a diferencia de los otros — ¿No? ¿Y qué debo hacer para conseguir que me permitas ver, más allá de las cortinas? Algo que no tenga que ver con sexo.El Otsutsuki lo miro molesto, pero volvió a apoyarse en el toque suave y transformándose por un segundo en un bebé de apenas cuatro años dijo con un brillo travieso en los ojos—Tu ropa, dame tu ropa quiero verte.

El Uchiha se lo quedo viendo por unos segundos, cualquier otro se hubiera apresurado a cumplir sus órdenes y se preguntó quién podría haber ensuciado hasta tal punto la mente de esté que confundía, el anhelo de atención y protección por parte de un adulto o un padre, con el deseo sexual. Tendría que seguir el juego del niño si quería respuestas pero cada vez se confirmaba más sus sospechas que el chico era otra marioneta más en las manos de alguien mucho más poderoso, fingiendo diversión ante sus palabras comento.

 

—Muéstrame algo que me interese y considerare tu pedido.

 

—No.

 

—Entonces no veo porque debería considerar tú petición.

 

— ¿Y si te muestro algo verdaderamente fascinante?

 

—Me desnudare completamente.

 

— ¿Cómo puedo estar seguro que cumplirás?

 

—Te doy mi palabra.

 

—Eres muy rebelde y mandón para ser una imagen en mi sueño, se supone que deberías haber obedecido mis órdenes y violado aquí mismo.

 

—Has hablado conmigo, no soy ese tipo de persona.

 

—Supongo de todas maneras nunca he recibido lo que deseo, ni siquiera en mi sueño.

 

—Sígueme—Repuso el peli-gris tomando de la mano al vampiro guiándolo a otra puerta, la cual estaba protegida por otro dosel de pesadas cortinas- Es un lugar prohibido y se supone que yo no debería saber o hablar de él, te mostrare el contenido si haces todo lo que yo te mande.

 

Madara entorno los ojos y considero marcharse cuando noto el símbolo demasiado antiguo y familiar, esa clase de sello solo se hacía para contener una magia poderosa, el niño mientras tanto se reía de su propia maldad ante el pensamiento, de que aunque fuera en su sueño había acorralado al sangre pura orgulloso y que era una variante divertida de sus fantasías oníricas, el murmullo de la tela cayendo a sus pies le hizo abrir los ojos clavarlos en su invitado lanzado un suspiro anhelante, era algo diferente a como se lo imaginaba normalmente, mucho más embarnecido y viril con una musculatura más definida, por no mencionar sus atributos. Estaba a punto de tocarlo cuando sintió el tacto fuerte del varón que le ordeno.

 

—Cumple tu parte del trato.

Toneri demasiado ansioso por terminar la parte aburrida e iniciar con la diversión, abrió la puerta diciendo— Puedes echar un vistazo.

 

 

Ojos rojos escanearon la zona era un invernadero dentro de un calabozo, lleno de flores marchitas y arboles moribundos en el más grande de ellos descansaba una figura al acercarse más y distinguir el rostro enflaquecido y moribundo exclamo con un rugido infrahumano más digno de un demonio que de un ser vivo ¡HASHIRAMA!...

Notas finales:

¡Por sus comentarios y revisiones!

                         ¡Muchas gracias!


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