"Dulce Reencuentro Familiar"
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Movía sus piernas con nerviosismo y porque negarlo, también de una manera muy ansiosa y como no, si al fin pudo derrotar a Amano Ryuji y rescatar a su Baka, ahora lo que más quería era verlo, abrazarlo y nunca soltarlo, pero para eso tenían que llegar al hospital y su hermana manejaba a paso de tortuga, cosa que lo desesperaba enormemente.
Tanta era la desesperación del escritor, que cuando sintió el auto detenerse frente a un semáforo, no dudo ni un segundo en bajar y empezar a correr lo más rápido que sus piernas le permitían hacia el hospital.
—¡¡LO SIENTO MIKA, PERO TENGO PRISA!!—Grito el rubio mientras hacía un ademán de despedida.
—Mika solo vio a su hermano correr y luego suspiro con resignación. —Ese Eiri, es un exagerado, ya solo faltaban unas cuantas cuadras y llegábamos al hospital, bueno pues creo que mejor seguimos con calma. —Dijo divertida mientras veía a su pequeño hijo reír, para que después siguiera manejando con su "paso de tortuga, pero seguro".
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Yuki corría con gran rapidez y agilidad, y no se detuvo hasta que por fin llego al hospital, pero justo cuando entro al estacionamiento del lugar, el cual estaba completamente solitario y oscuro debido a las altas horas de la noche, una sombra muy conocida apareció frente a él con un filoso cuchillo en mano.
—No me dejaste otra opción, Yuki Eiri, yo quiero a mi lindo Shu-chan para mí y si para tenerlo tengo que matarte y llevármelo lejos...eso mismo haré. —Dijo el pelinegro con una retorcida sonrisa mientras señalaba al escritor con aquel cuchillo.
—El rubio frunció el ceño con molestia. —Si creíste que con una estúpida y patética amenaza yo te dejaría el camino libre para llevarte a Shuichi, estas muy equivocado. —Hablo con frialdad mientras apretaba fuertemente los puños. —Aunque tu pequeño cerebro no quiera entenderlo, yo amo a Shindo Shuichi y él también me ama...aunque no quieras aceptarlo eso jamás va a cambiar. —Dijo con completa sinceridad.
—Ryuji se enojó aún más a la vez que odio aún más al escritor, así que con furia corrió hacia el rubio con el cuchillo preparado para acertar un ataque.—¡¡MALDITO...MUERETE!!—Grito lleno de odio y rencor.
Aquel ataque iba directo al corazón del rubio, sin duda alguna el pelinegro no estaba dispuesto a perder a lo que consideraba suyo y menos contra el escritor, tanta era su obsesión con aquel hermoso peli rosa de hipnotizantés ojos tan morados como las amatistas mismas que era capaz de matar a cualquiera que se interpusiera en su camino.
Pero justo cuando su ataque iba a acertar, el escritor agarro el filo del cuchillo con su mano derecha y lo apretó de tal manera que de su mano comenzó a salir sangre por montón.
—Yuki veía con odio al pelinegro frente a él mientras apretaba aún más aquel filoso cuchillo.—Sabes, yo una vez mate a alguien...ese alguien era mi maestro, Kitasawa Yuki y yo alguna vez lo llegue a amar o al menos eso creía...hasta hace algunos años descubrí que lo que sentía por mi maestro no era amor, más bien era gratitud, una fina gratitud y respeto que se perdió en el momento en el que Yuki me vendió a unos bastardos...yo mate a Yuki y al hacerlo mi maldición llego, pero en el momento en el que Shuichi entro a mi vida esa maldición desapareció y descubrí que a quien amo y siempre amaré es a Shindo Shuichi...lo que quiero decir es que en ese entonces yo mate a un hombre solo para defenderme, pero ahora voy a matarte por haberte atrevido a mirar a Shuichi, por haberlo separado de mi lado y por poner en peligro su vida y la de mi hijo, por eso ahora te voy a matar.—Hablo con rencor y furia para después golpear con fuerza el rostro del diseñador de aquel juego del infierno.
—Ryuji se levantó de manera temblorosa y paso su mano por su boca, se dio cuenta de que mucha sangre emanaba de la gran brecha de su labio lastimado, además de que al escupir la sangre acumulada, un diente salió junto al rojizo líquido. —Ase...asesino...tú tienes los ojos de un asesino y ahora sé porque. —Susurró mientras miraba al escritor con mucho temor.
—Ya me habían dicho que tengo los ojos de un asesino, un bastardo como tú me lo dijo, pero están equivocados, todas mis admiradoras me dicen que tengo los ojos de todo un seductor. —Dijo con burla mientras se acercaba al pelinegro. Tronaba los dedos de sus manos en una manera llena de rudeza. —Pero creo que ya no voy a fingir, al menos contigo, porque lo más seguro es que mueras o quedes en coma. —Susurró con malicia para después lanzarse y golpear al pelinegro como si no hubiera mañana.
Yuki golpeó de manera salvaje y con una descomunal fuerza al pelinegro, no se detuvo por nada, no le importo cuanta sangre se derramó, ni las incesantes súplicas, ni las convulsiones que el pelinegro tuvo, lo único que le importaba y por lo que luchaba estaba dentro del hospital esperándolo y con el peli rosa rondando su cabeza, se detuvo y dejo tirado al pelinegro, el cual ni se movía y apenas respiraba.
—Ya luego le diré a Tohma que se encargue de ti. —Susurró con asco y rencor para después entrar al hospital.
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Tohma veía con reproche al pequeño rubio, el cual estaba sentado frente a él mientras comía con ansias unas galletas, que su tío amablemente le había comprado.
—Riku-kun, la próxima vez que no hayas comido ni bebido algo, te quedas y recuperas lo que no ingeriste durante cinco días, pero como tú y Eiri-san son tan iguales cuando se trata de Shindo-san, pues que se le va a hacer.—Regaño el mayor con leve seriedad.
—Well, well, miren quien viene por allí. —Dijo divertido el manager al presidente de NG mientras señalaba frente a ellos.
—Eiri-san, que bueno que llegas pronto y mejor aún, sano y salvo, pero me intriga porque tus ropas están manchadas de sangre. —Dijo con una leve sonrisa, ya suponía que había pasado, así que de su chaqueta saco su celular. —No te preocupes yo me encargo de que Amano Ryuji no vuelva a molestar a nadie. —Susurró con extrema seriedad mientras caminaba hacia el estacionamiento.
—El manager se levantó de su asiento y comenzó a seguir al presidente de NG. —Y yo le ayudare, ahora usted Yuki-san, tiene a alguien esperándolo, así que dese prisa. —Susurró mientras salía del lugar.
—Yuki viro a ver a su hijo y le sonrió con burla. —con que ser el primero en ver a Shuichi, pero parece que tus planes no funcionaron mocoso. —Dijo con burla mientras se cruzaba de brazos.
—El pequeño hizo un adorable puchero. —Es que justo antes de llegar casi me desmayo, por suerte el tío Tohma y el señor K llegaron y me trajeron, lo único malo es que no me permitieron entrar a ver a mi mami, dijeron que tenía que esperarte. —Se quejó con falsa molestia.
—Yuki sonrió levemente para después acercarse al pequeño y revolver sus rubios cabellos. —Pues entremos a ver al Baka. —Susurró con ansias.
—El pequeño sonrió con ansias. —¡¡HAI!!—Grito lleno de alegría mientras se ponía de pie.
Ambos rubios abrieron la puerta de aquella habitación con extrema lentitud, de alguna manera aún estaba el miedo de ver al peli rosa durmiendo, pero lo que vieron hizo que las mejillas de ambos se sonrojaran.
Shuichi estaba allí, despierto y ya sentado en la cama, veía con nostalgia hacia afuera y la luz de la luna le servía como reflector, por alguna razón con aquella bata blanca y la luz que lo iluminaba parecía un hermoso ángel, pero lo que los dejo embobados era ver como el peli rosa acariciaba con mucho cariño su ya abultado vientre.
—Un ángel. —Susurraron ambos rubios con la mirada clavada en aquel hermoso peli rosa.
—El peli rosa escucho voces y viro a ver hacia la puerta encontrándose con su pareja y su hijo. —Yuki...Riku. —Susurró con alegría.
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Tohma y Mr.K llegaron donde estaba tirado el pelinegro y sonrieron con malicia, al fin Amano Ryuji pagaría caro el haberse metido con Shindo Shuichi y eso se lo harían saber de una manera sumamente dolorosa.
—Mr.K vigilado por favor, es que Mika ya está por llegar y no quisiera que ella o mi hijo vean a esta basura, además de que dentro de poco llegaran a sacar la basura.—Dijo con burla mientras veía al asustado e inmóvil pelinegro.—Hasta nunca Amano Ryuji.—Susurró para después irse.
—Vaya es la primera vez que algo que hace enojar al jefe me hace enojar a mí, de verdad que usted no sabe con qué demonios se metió. —Dijo con malicia mientras sacaba a relucir su amada mágnum, sol que esta vez el recargo, no con balas de salva, todo lo contrario, aquel temerario rubio estaba dispuesto a matar al pelinegro.
Amano Ryuji se arrepentía, muy en el fondo de su ser deseo nunca haberse fijado en Shindo Shuichi y ahora que veía al manager de Bad Luck apuntándole con aquella arma, no solo sentía un tremendo temor hacia él, sino que también a Seguchi Tohma y a Yuki Eiri, sin duda alguna era su fin.
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Yuki y Riku se acercaron a aquella cama, uno a cada lado del peli rosa y ya cada uno en sus puestos, abrazaron con fuerza y algo de temor al peli rosa, el cual correspondió encantado aquel abrazo, sin duda alguna la familia estaba feliz.
—Baka, juro que si vuelves a entrar a un estúpido juego te mato. —Dijo el escritor con falsa molestia mientras abrazaba al menor.
—No te preocupes Yuki, te juro que nunca me volveré a acercar a ninguna clase de juegos. —Susurró el peli rosa mientras comenzaba a derramar finas y cálidas lágrimas llenas de felicidad.
—Me alegra que lo entiendas y también que tú y nuestra hija estén bien. —Susurró el escritor con una leve sonrisa.
—Yuki, no me digas que viste el sexo de nuestro hijo mientras yo estaba atrapado. —Se quejó con un adorable puchero.
—En realidad mami, mi papi no quiso saber si mi hermanito seria niño o niña porque quería verlo con nosotros. —Reveló el pequeño con una sonrisa.
—Pero él dijo que sería una niña. —Susurró con intriga.
—Un ángel me lo dijo y sabes ya hasta elegí un nombre para ella. —Hablo con suavidad mientras posaba sus manos en el vientre de su amante. —Nuestra pequeña se llamará Hikari, Uesegui Hikari. —Susurró con una sincera sonrisa.
—El peli rosa sonrió agradecido y puso sus manos encima de las de su pareja. —Entonces Hikari será su nombre...Yuki me gusta mucho el nombre de nuestra hija. —Susurró con una mirada llena de amor.
—Sabes, creo que si te vas a casar conmigo, es hora de que me llames por mi nombre y dejes de ser un Baka. —Dijo con burla.
—El peli rosa hizo un mohín y se cruzó de brazos. —No soy un Baka, pero la idea de llamarte por tu nombre me agrada...te amo Eiri. —Susurró con sus blancas mejillas completamente sonrojadas.
—El escritor tomo aquel fino rostro entre sus manos. —Yo igual te amo, Shu-chan. —Susurró para después darle un beso a su pequeño peli rosa.
—El pequeño no quiso que lo ignoraran, así que abrazo a sus padres con fuerza, haciendo que rompieran el beso. —Yo también los amo...papi, mami y Hikari-chan. —Dijo con una sonrisa la cual se agrando al sentir como era abrazado por sus padres.
Aquella ansiada reunión siguió unos minutos más hasta que el doctor entro a interrumpir para hacer algunos análisis de rutina en el recién despertado Shuichi.
Después de todo, Yuki logró proteger a su Baka, ahora a esperar unos meses más para tener a su linda hijita y quien sabe, tal vez tener más hijos, después de todo no estaba dispuesto a formar su familia con alguien que no sea el Baka más Baka al que tanto amaba.
CONTINUARA