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Sefinid Love Boy por Richie Ness

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Notas del fanfic:

Este Fic va dedicado a mis amigos Alan y Joaquin, quienes en broma se arrojan indirectas homosexuales, por eso me tome el tiempo para escribir una pequeña historia (que seguramente no terminare) y fastidiarlos.

Notas del capitulo:

Espero sea de su agrado. Por favor reporten cualquier falta de ortógrafia.

Sefinid Love Boy

Capítulo Uno

––Llegada––

 

  El avión desprendió el tren de aterrizaje para tocar la pista y de esa forma terminar la larga travesía de Buenos Aires al Distrito federal de México, donde momentos después tendría que ir a una terminal de autobuses para tomar una salida programada al medio día. Programo ese momento desde hace meses, no dejaría que nada lo detuviese.

  Desde que Alan comenzó a sentir algo especial por su amigo de Skype, Joaquín quien vive en el estado de Guerrero y no le brindaba la atención que el necesitaba dio un todo por el todo en ese viaje que definiría su vida amorosa.

  Durante los meses pasados arrojaba indirectas en el chat esperando que su amigo (por más que le doliese decir esa palabra) las cachara. A cambio recibía un: “jajajajajaja” que claramente era una evasión. No dejaría que algo así acabara, si no podría llegar a Joaquín en persona seria imposible. Hablo con su amigo para asegurarse que lo podría recoger y darle un lugar en su departamento, se acercaban las vacaciones de verano, por lo que podrían hacer cualquier cosa para pasar el tiempo. Esa era su oportunidad, un verano para encender el corazón de su amado… aun si significaba que saldría herido.

 

  Se apresuró a correr por las entrañas del aeropuerto que brindaban como único apoyo señales que te decían en dónde estaban los baños, alguna planta o sala. Finalmente logro alcanzar la salida y la luz del sol le abofeteo con su calor, en el avión contaba con aire acondicionado y la terminal estaba climatizada, por lo tanto nunca supuso que el medio día fuera tan fuerte.

  Se limpió las gotas de sudor que se deslizaban por su frente. El teléfono saco su melodía en un intento de atraer la atención de su amo, extendió la mano al bolsillo y contesto mientras caminaba a su destino.

  ––Madre ¿Cómo estás? ––Contesto con la respiración entre cortada, el cambio de horario y la altitud fueron suficiente como para afectar su condición física, que de por sí ya no era como antes ––Ya llegue a México, en este momento voy a la estación de autobuses para salir al estado de Guerrero.

  La madre de Alan aun mantenía su oposición a que su hijo fuera solo a otro país, pero ya era muy grandecito para arreglárselas solo, además de que su año sabático seguía en marcha. Nunca estuvo tan feliz de tener tiempo para estar en un grupo de retrasados mentales que hablaban de cosas anime y manga.

 

  Piso los últimos escalones del autobús, avanzo un poco preparado para enfrentarse a su realidad, a la realidad que ansiaba conocer. Lentamente buscaba lugares para exponerse y fuera fácil de ver, ansiando escuchar la voz…

  ––Alan, ¿eres tú? ––Esas palabras lo paralizaron, las saboreo intentando analizarlas para verificar que efectivamente, ese tono, esa gravedad, ese ritmo, eran en verdad la de su amado. La persona que realmente ansiaba conocer. ––Eres tú ¿cierto?

  Giro la cabeza en dirección de la que provenía la voz. Su corazón se aceleró buscando salir disparado de su pecho. Sus sentidos se entorpecieron y entumecieron su cabeza, la presión sanguínea que viajaba a toda velocidad por todo su cuerpo era suficiente para alejarlo de la realidad. Parecía adrenalina, fuera de ese mundo lo que deseaba estaba frente a sus ojos, lo podía palpar y sentir, era real, estaba ahí. Su oportunidad llego.

  ––Lo sabía, eres Alan ––Joaquín le sonrió y extendió la mano para saludarlo. ¿En qué momento se acercó?

  Respiro hondo para tranquilizarse. ––Hola ––Dijo respondiendo al saludo.

  ––Esperaba que llegaras más tarde.

  ––El avión se hizo menos horas de lo esperado.

  ––Bien, ¿Nos vamos? ––Joaquín pretendía ayudar a Alan con su equipaje.

  ––No es necesario ––Se apresuró a tomar la maleta.

  ––Como gustes ––Dijo Joaquín con aire ofendido.

  Alan comprendió que su amigo solo intentaba ser amable, pero sintió un impulso por impedir aquel acto. Ahora la única cosa que sentía, era golpear su cabeza contra la pared.

 

  Alan se sintió feliz de poder reparar su error, el trasporte público era tan molesto y poco cómodo que la gran maleta que guardaba sus ropas y demás productos para subsistir las próximas dos semanas, era necesaria ser llevada entre dos personas.  

  ––Escuche que vives con tus tíos ––Comento Alan para romper el incómodo silencio que solo era suprimido por el estrepitoso ruido del motor y la vieja estructura del camión que crujía y temblaba en cada bache o desigualdad de la calle.

  ––Si, pero se fueron de viajes de negocios a otro estado, estarán fuera aproximadamente una semana.

  –– ¿Por qué no me dijiste? ––Alan se dejó ver molesto, pero realmente estaba feliz, estar a solas con Joaquín por una semana era más de lo que jamás hubiera podido pedir. Definitivamente algo o alguien estaban conspirando a su favor para que todo saliera bien.

  ––Me dijeron ayer por la noche, ya estabas en el avión así que no te pude avisar. ¿Estás enojado? ––La voz suave que representaba arrepentimiento dejo a Alan sin palabras.

  ––Para nada ––Giro la cabeza para evitar que Joaquín viera sus mejillas rojizas.

  ––Llegaremos en unos cinco minutos, ten paciencia. Por la noche saldremos a cenar y después dormiremos ¿te parece?

  ––Claro, me encantaría ––Instantes después de que dijera eso, se murió de vergüenza por dejar escapar su entusiasmo y alegría, no podía dejar que Joaquín interpretara eso como un signo de que su amigo sentía atracción por él. Al menos todavía no.

  Joaquín relajo el ambiente con una risa, o eso intento. Un golpe crítico para Alan, esa risa que tanto había escuchado por las conversaciones del grupo de Skype, era un manjar para sus oídos, una miel que se escurría hasta su corazón. Alan también rio para disimular.

 

  La casa de los tíos de Joaquín no era grande, de hecho era de un piso con tres habitaciones, tres baños y una cocina con sala y comedor separados, pero era acogedora y aun que pudiera parecer malo en ese estado de México, era cálida.  

  ––Dormirás con migo en mi habitación, la habitación de huéspedes esta en reparación. Lamento no poder darte el espacio que necesitas ––Joaquín tiraba de la maleta a través de la casa, un extenso corredor unía toda la casa.

  ––No te preocupes, lo último que quiero es causarte problemas ––Cada una de las fibras de su cuerpo se prendieron fuego en un efecto kamikaze. La alegría lo invadió tan profundo que su cuerpo lo empujaba a tirar a Joaquín a la cama y besarlo, estrujar cada segundo, cada minuto de la semana que tendrían solos. Pero como tan rápido se encendió, así de rápido se extinguió. Alan se decidió a ir lento pero seguro, de alguna forma lograría envolver el cuerpo de su amado con el suyo, solo era cuestión de tiempo.

  ––Puedes dejar la maleta aquí ––Joaquín señalo a la cama y se dirigió a la ventana, de un rápido movimiento extendió los brazos separando las cortinas, permitiendo que los rayos del sol iluminaran la habitación. ––Te acostumbraras al calor de aquí.

  ––El calor de México al de Argentina no es tan diferente.

  ––Lo mejor es que tomes un baño, pasar más de doce horas de viaje no debe ser sencillo.

  Alan asintió como única respuesta.

  ––Preparare el baño para que entres ––Sin esperar palabra, Joaquín se escapó de la habitación dejando a Alan solo.

 

  El agua fría fue exquisita para el cuerpo desnudo de Alan, cada gota que bailaba sobre su cuerpo, buscando camino hasta el desagüe, lo relajaba. No tenía ni la menor idea de cuál entumecido estaba su cuerpo, sin duda viajar era muy agotador y Joaquín le dio un buen consejo, por su bien. No pudo evitar que su corazón palpitara como estímulo.

  Se secó con su toalla y vistió. La puerta se abrió con un rechinido y Joaquín entro con solo un short que le cubría las partes bajas.

  –– ¡Joaquín! ¿QU-QUÉ HACES AQUÍ? –– ¿Acaso tartamudeo? Enserio ¿tartamudeo?

  ––También me voy a bañar, mis tíos me encargaron que atendiera las plantas del jardín. No me dio tiempo antes de ir por ti. ¿Estás bien?

  Alan suprimió las ganas de rugirle en la cara: “Claro que no, ¿no te enseñaron a tocar la puerta antes de entrar? Pude haber estado desnudo”. Logro hacerlo bien, en primer lugar porque agradeció ese momento donde vio a Joaquín sin camisa, y en segundo, aun si lo hubiera visto desnudo, eran hombres y no estaba mal visto. Maldijo por lo bajo ese hecho de la sociedad y le cedió el lugar a Joaquín.

  La ducha se escuchaba a través de las finas paredes de la casa, por arte de magia, como si su mente estuviera lista para ese momento, sintió un tirón de la cabeza y antes de darse cuenta ya estaba pegando el oído a la pared para capturar cualquier sonido que su amigo estuviese haciendo del otro lado.

 

  La imaginación de Alan dejo rienda suelta a sus deseos. Por un momento pudo ver al otro lado, donde estaba la regadera, aprecio el cuerpo desnudo de su amigo, como se enjabonaba y el agua fría desprendía la espuma de su tosca piel morena. Se pasaba la mano con el estropajo y nuevamente el jabón lo cubría. Claro, la forma tan erótica en la que lo hacía era producto de su imaginación, pero muy adentro en su ser, deseaba que fuera real ese acto tan obsceno que se procesaba.

  Finalmente se escuchó que Joaquín se vestía y la imaginación de Alan regreso a su celda donde permanecería encadenada hasta nuevo aviso, o se diera la oportunidad, tampoco era tan exigente. Cuando se vio el cuerpo, noto que un bulto en su pantalón se alzaba.

  ––Mierda ––No pudo reprimir decirlo.

 

  ––Alan, estoy preparado para salir a…

  Joaquín se quedó quieto, en un intento en vano de descubrir porque su amigo mantenía un bonche de ropa sobre las piernas y sonreía como estúpido.

  –– ¿Pasa algo? ––Dijo con voz calmada para disimular su extraño comportamiento.

  ––No es nada ––Decidió dejar desapercibido ese acto. ––Te iba a preguntar si querías ir a la casa de una amiga, me invito a comer a su casa hoy que es sábado, cuando le comente que vendrías de visita accedió a que también fueras.

  –– ¿Seguro? No quiero molestar. ––Sus celos lo comían por dentro.

  << ¿Quién es esa amiga? ––Pensó ––Más te vale que no estés interesada en ella>>

  ––Claro, siéntete como en tu país ––Le sonrió.

  Era un pésimo chiste, pero es lo que siempre hacia y así lo amaba.

  ––Entonces nos vamos ––Dejo el bonche de ropa a un lado y salto de la cama.

  ––Alan… ––Joaquín se  quedó quieto mirando a la parte baja de su amigo.

  –– ¿Qué suced…? ––Lentamente comprendió lo que pasaba, se le olvido por completo ese pequeño aspecto.

  El grito de Alan fue suficiente para taladrar los oídos de Joaquín y saliera del cuarto.

––Fin del capítulo uno––

Notas finales:

Espero sus comentarios.


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