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El anhelo de Tabris por Tabuko

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-¿Nagisa? -era la voz de una mujer- ¿Puedes escucharme, Nagisa?

Tabris abrió los ojos pero no consiguió enfocar ni percibir su entorno con nitidez. Todo le pareció nublado y su mente se tornó confusa al no saber en qué lugar se encontraba; solo pudo permanecer quieto un momento e intentar calmarse.

Fue entonces que poco a poco empezó a verlo todo con claridad pero eso solo le generó una mayor confusión.

-¡Qué bueno que despertaste, Nagisa! -exclamó de nuevo la misma voz femenina que él no consiguió visualizar- ¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo?

El ángel giró un poco la cabeza y finalmente pudo ver a dueña de aquella voz.

-¿Lilim? -murmuró observándola con desconcierto pero ella no alcanzó a escucharlo-

Al darse cuenta de que estaba tendido, se sentó de golpe y observó sus manos con una expresión de total sorpresa y desconcierto. Luego empezó a tocarse el rostro sin poder creer que estuviera materializado.

En tanto, esa mujer rubia que llevaba una bata blanca se acercó a él algo preocupada.

-Tranquilo, Nagisa. Estás en la enfermería -explicó ella intentando infundirle confianza- Te trajeron aquí luego de que te desmayaste en la sala de música, ¿no lo recuerdas? Al parecer te descompensaste porque no te estás alimentando bien.

Tabris la miró con atención sin ser capaz de emitir una sola palabra, hasta que leyó el portanombres que decía Dra. Ritsuko Akagi, supuso así se llamaba. Sin embargo, todo estaba confuso para el ángel, él no entendía absolutamente nada y no lograba hilar sus pensamientos.

Volvió a observarse a sí mismo, en especial sus manos, un par de manos como las de los Lilim. Entonces también pudo notar que llevaba puesto un uniforme escolar y según lo que escuchó, esa mujer lo llamó por un nombre también.

Nagisa.

¿Qué significaba todo eso? Lo último que Tabris alcanzaba a recordar era su discusión con los otros ángeles y que se había aislado para que lo dejaran en paz por un momento; también que tenía en mente intentar hablar con el Creador, aún si eso implicara enfrentarse al mismísimo Arcángel Miguel.

Y de repente se encontraba allí, en ese sitio que parecía la enfermería de una escuela, vistiendo un uniforme escolar y siendo llamado por un nombre ajeno. El desconcierto y la confusión se apoderaron del ángel. ¿Por qué estaba ahí? ¿Qué había sucedido?

-Nagisa, puedes quedarte a descansar aquí el tiempo que necesites, yo estaré en la otra sala. Si requieres de alguna cosa, puedes decírselo a Ikari y . Lo conoces, ¿verdad? Es de segundo año y hoy está de servicio aquí. Vendrá enseguida a hacerte compañía.

¿Ikari? ¿Acaso ella estaba refiriéndose a Shinji Ikari?

Tabris solo asintió con la cabeza y comenzó a experimentar una terrible opresión en el pecho. En cuanto la doctora se marchó, él no consiguió contenerse más y se cubrió el rostro para poder ahogar el llanto entre sus manos.

¿Entonces su mayor anhelo se había cumplido?

Sí, tenía que ser eso.

En ese momento, todas pareció cobrar sentido y consistencia. En efecto, ese era un ciclo nuevo y Tabris volvió a ser Kaworu Nagisa, tal y como lo deseaba, para encontrarse de nuevo con Shinji Ikari, el Lilim a quien proclamó como el dueño de su empatía y amor.

El ángel sintió su corazón latiendo muy fuerte, todo eso era demasiado para él. Sucedió de golpe y era preciso que se tranquilizara un poco para lo que vendría luego. El hecho de saber que se reencontraría con su ser más amado lo llenaba de tantas emociones indescriptibles y lo hacían suspirar a cada rato.

-No lo puedo creer. Estoy aquí, con forma de Lilim otra vez, ¿pero cómo? -se preguntaba Tabris en voz baja sentado en la camilla de la enfermería- ¿Por qué sucedió tan repente? Ni siquiera puedo recordarlo con claridad.

Y así era, Tabris no conseguía encontrar respuestas a sus miles de preguntas, simplemente había descendido a la Tierra una vez más y no sabía qué esperar al respecto.

-Gracias, querido padre, gracias por concederme este deseo. Sé que no soy digno de esta gracia a causa de mis constantes errores -murmuraba Tabris mientras sonreía, una felicidad extrema invadía su ser y lo llenaba de júbilo- Gracias por dejarme llevar a cabo esto que necesito concluir esto de buena manera.

Pero de un momento a otro, esa sonrisa se esfumó de su rostro cuando aquel ser, al que Tabris esperó con tantas ansias, se presentó allí ante sus ojos color rubí. El ángel pudo evitar sentir una especie de parálisis momentánea a causa de la enorme impresión que se llevó al verlo.

Shinji Ikari, la persona que había robado su corazón de ángel, estaba de nuevo frente él. Tabris lo miró y descubrió que el chico lucía exactamente igual que la última vez que lo vio. A su vista, ese joven era perfecto y no había nada en él que no le gustara.

El ángel no supo que hacer, le temblaron las manos y los labios, también sintió que iba a caer desmayado otra vez, sin embargo intentó sobreponerse y esbozó una tímida sonrisa intentando hacer contacto visual con el Lilim.

Aunque en realidad, Tabris tenía ganas de ponerse de pie e ir hasta ese chico que amaba, estrecharlo fuerte entre sus brazos, besar sus labios y acariciar su rostro, pero se contuvo pues sabía que esa ansiedad podía jugarle una mala pasada.

-Nagisa -murmuró Shinji con timidez mientras lo observaba con dudas- Me alegra saber que ya estás bien.

-No sabes cuanto me alegra verte de nuevo.

Shinji se ruborizó visiblemente, la voz pacífica y dulce de Kaworu provocaba algo extraño en él, quizás una nostalgia que no era capaz comprender con exactitud.

En ese nuevo ciclo que les tocaba vivir, ambos eran estudiantes en la misma escuela siendo Kaworu un año mayor; es decir, iba en tercero mientras que Shinji en segundo año, por esa razón, el más joven se le dirigía con bastante respeto.

Lo que Tabris no sabía era que, aparentemente la fortuna se encontraba de su lado, ya que en ese ciclo, el joven Ikari también estaba enamorado de él. Claro que en secreto y él todavía no lo había notado.

-¿Cómo te sientes, Nagisa? -preguntó Shinji con cierta preocupación al percibirlo un tanto retraído y confundido-

El joven albino se puso de pie y quedó justo frente a Shinji.

-Ahora, en este preciso instante, me siento muy bien.

-¿Estás seguro? -replicó Shinji con ciertas dudas- La doctora Akagi me pidió te dijera que puedes irte a tu casa si lo deseas y ella firmará el permiso de tu salida.

-Creo que sí me retiraré, no estoy con un ánimos de continuar las clases este día. Por cierto, Ikari, ¿me harías un favor?

Tras decir eso, Tabris clavó sus ojos en los del otro chico y en ese instante ambos tuvieron la misma visión extraña en sus mentes que duró apenas una fracción de segundos.

Se vieron a sí mismos fundidos en un fuerte abrazo, vistiendo unos trajes iguales de color azul con detalles en rojo. Se trataba de los plugsuits que usaron la última vez en el ciclo anterior para pilotear el Evangelion 13, apenas fue una visión fugaz pero bastó para dejarlos totalmente conmovidos.

-¿En qué podría serte útil, Nagisa? -preguntó Shinji, bajando la mirada-

-Si no es molestia para ti, quisiera que me acompañes en el camino a mi casa. ¿Podrías?

Shinji aceptó acompañarlo hasta su casa, incluso la doctora Akagi estuvo de acuerdo con que lo hiciera para evitar que a Kaworu le pudiera suceder algo de nuevo por el camino.

Ambos chicos fueron caminando a paso lento, ninguno tenía prisa y querían disfrutar la compañía lo más que se pudiera. Shinji se sentía complacido de poderle ser útil de algún modo al albino; de repente lo miraba de reojo y sentía que se agitaba un poco.

El joven Ikari se había dado cuenta de sus sentimientos hacia Nagisa hacía ya un tiempo pero sabía jamás se atrevería a decir nada al respecto, se limitaba a observarlo a lo lejos y verlo en la escuela casi todos los días. Eso era suficiente para él.

-Nagisa, la doctora Akagi dijo que sufriste ese desmayo porque probablemente no te estás alimentando adecuadamente, ¿es eso verdad? -inquirió Shinji con un tono de preocupación, lo notaba quizás demasiado delgado y pálido-

-Sí, puede ser -respondió Kaworu- No acostumbro a desayunar y a veces me salto las comidas por las prácticas de música.

-Deberías alimentarte mejor. Al fin de cuentas, estamos en pleno crecimiento, ¿no?

Tabris lo escuchaba hablar pero no conseguía prestar atención a sus palabras. Su mente volvía a rememorar esas prácticas de piano juntos, la música clásica, el hermoso sonido de aquel instrumento y una invasión de muchos otros recuerdos.

Lindos pero también dolorosos recuerdos.

Había un remolino en la mente de Tabris, en ese instante entendió que ese desmayo había sido el inicio de su caída en ese nuevo ciclo. Era una vida diferente esta vez, ya no tenían que luchar contra nadie, ya no tenían que pilotear ningún Evangelion.

Era algo distinto.

Tabris miró al cielo y sonrió agradecido. Luego volvió la vista a Shinji y lo detuvo.

-Espera, Shinji.

El castaño detuvo la marcha y lo miró sorprendido, hasta entonces no lo había llamado por su nombre pero escucharlo le causó una sensación extraña, como si ya lo hubiese escuchado antes pero no recordaba cuando.

-¿Qué sucede, Nagisa? ¿Acaso te sientes mal de nuevo?

-Shinji... -Kaworu se acercó más a él, tenía ganas de hablarle de toda la situación e intentar que lo recordara todo-

Shinji tragó saliva, estaba muy nervioso pero sabía que tal vez no iba a tener otra chance de tanto acercamiento con ese chico albino que le quitaba el sueño, así que tomó coraje y aprovechando la situación se atrevió a confesar la verdad.

-Nagisa, yo... -habló titubeando un poco pero finalmente se se animó- Yo necesito decirte algo.

-¿Dime? -el albino lo observó con extrañeza aunque luego esbozó una sonrisa, ese chico le parecía demasiado lindo y adorable-

-No sé que vayas a pensar de mí después de esto pero... necesito que sepas que tú -Shinji suspiró e hizo una pausa antes de proseguir, era preciso que se calmara o iría a hiperventilar a causa de sus nervios- Tú... me gustas mucho, Nagisa. Esa es la verdad y no puedo seguirla ocultándola más.

Tras haberse animado a hablar, el joven Ikari quedó completamente sonrojado y agachó la cabeza, no se atrevía a mirar para nada al otro chico y ya estaba más que preparado a recibir su rechazo y desprecio. Sin embargo, tras unos segundos de silencio incómodo, ya que el albino no se manifestaba al respecto, continuó.

-Quizás estés pensando lo peor de mí en este momento. Quizás creas que soy un maldito atrevido pero no espero nada, solo quería hacértelo saber. Me gustaste desde el primer día que llegaste como estudiante transferido, desde entonces... yo... --

Kaworu acortó aún más la distancia entre ambos e hizo que Shinji lo mirara, le pareció absolutamente hermoso verlo así avergonzado, intentando componer la situación, así que le dedicó una sonrisa tranquilizadora.

-No tienes idea de lo feliz que me hace escuchar eso de ti, Shinji. Ahora solo quiero que recuerdes todo, quiero que me recuerdes como antes. He regresado por ti, he vuelto para cumplir la promesa que te hice la última vez.

Obviamente, Shinji no tenía idea de lo que significaban esas palabras que le decía el otro pero grande fue su sorpresa cuando sintió una mano posándose en su nuca para atraerlo al frente y acto seguido, el contacto de unos suaves y cálidos labios contra los suyos.

Ikari cerró los ojos y disfrutó de esa sensación tan bella. En tanto, Tabris sintió que había vuelto a nacer. Era una suerte de redención, era un momento que deseaba eternizar en su memoria y en su corazón.

Estaban juntos de nuevo.

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