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Justificado por Yae

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Estaba exaltado, furioso con el mundo entero y todo ser que lo habitase, como si por unos segundos hubiese olvidado sus deberes de santo dorado, ya que en ese preciso instante a Saga no le hubiese importado menos una guerra santa en la que Hades ganase.

Su arrebato le consiguió aventar todas las chucherías que reposaban sobre aquel mueble en su habitación, todo aterrizó en el piso desparramándose de inmediato.

No lo aceptaba.

Y menos aún, no lo entendía.

A su percepción era casi abominable haberse sentido encandilado como adolescente al haberle sostenido la mirada a Aioria la noche anterior.

El recuento del incidente lo ubicaban en el lugar donde debía reunirse con aquella mujer que le ofreció una solución a la incordiosa pestilencia que adherida a su dermis lo convertía en un hervidero de sangre, arriesgándose hubo acudido al encuentro sin llegar a localizarla.

No obstante fueron segundos después en los que sintió  haber sido atacado por alguien o algo… tan fugaz emoción se evaporó convirtiéndose en algo indescriptible.

Sensación ambivalente entre frío y calor que por milésimas le robó la poca cordura que mantenía devolviéndolo al umbral de locura del cual a duras penas pudo escapar luego del suicidio. Como si toda su vida hubiese estado viviendo esperando al pabilo que lograse someterlo a ignición con su sola presencia.

Absurdo.

Como si todo lo demás solo hubiese sido nada más que una mera fantasía.

Estúpido.

No estaba bien…

Indudablemente.

 

La espantosa punzada que palpitaba en sus sienes solo estaba consiguiendo estresarlo más si eso era posible, debía haberse tratado de un bajón de azúcar nada más… Saga resopló tranquilizándose todo lo que pudiese utilizando incluso su cosmos para calmar el alboroto mental del que en esos momentos sufría.

 

— Si sigues así vas a activar el laberinto de tal manera que todos en el santuario de darán cuenta de ello.

La neutra voz de su hermano resonó en sus oídos haciéndolo respingar y deteniéndolo por completo. Viró entonces hacia la puerta de la habitación encontrándose con su gemelo que curioso le miraba cruzado de brazos y apoyado en el marco de la misma.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó casi mordaz espabilándose para empezar a recoger el tiradero que había ocasionado demorando excesivamente en la labor.

— Hacías mucho escándalo, fue imposible no notar el belicoso estado de tu cosmos. Es probable que Máscara y Aldebarán también lo hayan sentido.

No fue intencional, quiso rebatir pero de nada serviría puesto que dentro de poco todos se enterarían de su exabrupto  matutino, bufando hastiado prosiguió con su tarea recogiendo del piso el diminuto frasco de perfume que la mujer le regalase y que afortunadamente no había sufrido ningún daño.

— Shion ha llamado a todos al coliseo… creo que va dar alguna charla, no ha pedido que nadie porte armadura.

Saga miró de soslayo a su menor por dos razones, la primera simplemente por la total irreverencia de este al no usar ningún honorifico ni mucho menos para referirse al Patriarca y la segunda porque cuestionaba la razón para que se les pidiese reunirse sin portar los mantos dorados… tal vez debido a que ninguno; ni Kanon, ni él había vuelto a llamar a la armadura de Géminis.

— ¿Ahora? — cuestionó en tono ahogado.

— Ahora Saga, — resopló cruzando las piernas — anoche regresaste muy tarde y…nervioso. ¿Se puede saber a dónde fuiste?

Mordisqueando con disimulo el interior de su labio inferior el mayor de los hermanos se puso de pie dirigiéndose a la puerta para salir de su habitación pasando de largo al otro sin responder.

— Aun apestas a sangre…

Pero milésimas se congeló al oírle sintiéndose mareado.

 

 

 

 

.

 

 

— ¿Vas camino al coliseo? — animoso Milo le dio alcance al guardián de la casa de Leo cuando este descendía de su templo.

—  Ya deben estar todos allí — aclaró caminando junto a su compañero.

— Estas demasiado serio — señaló — no parece que estés disfrutando el estar de vuelta.

— ¿No te incomoda el silencio de Atena? Que nos vaya a dejar marchar del santuario.

El de cabellos largos hizo amago pensar asintiendo después, — por ahora no podemos hacer mucho, lo más probable es que ningún caballero deje Grecia de ese modo si algo llegase a suceder podríamos actuar de inmediato.

Aioria también asintió sin detener su caminata, aun le preocupaba las razones de su diosa y lo que evidentemente les estaba ocultando pero también le intrigaba el porqué de la errática actitud de Saga la noche anterior cuando lo encontró en medio de aquel páramo.

 

.

 

Al oír el peculiar sonido del estrepitoso silbar del viento se apresuró a hallar la raíz de este, siendo lo único que halló fue al santo falaz que se hallaba de rodillas sujetándose el pecho con fuerza como si algo lo estuviese atravesando, casi le oyó gritar espantándose después al apreciar la mirada suplicante que por menos de un segundo Géminis le dedicó.

¿Saga? tontamente preguntó optando por acercarse un par de pasos a su compañero notándolo más nervioso a cada segundo que avanzaba.

Cuando dio el tercer paso para tratar de advertir cualquier lesión que el mayor sufriese grande fue su sorpresa al verle casi brincar del piso desviando la mirada opaca.

¿Estas herido? preguntó más por obligación que por preocupación real. De tener que hacerlo optaría por utilizar su cosmos para aliviar alguna herida en el gemelo.

Saga negó sin atreverse a abrir la boca abrazándose a sí mismo con fuerza los segundos que le tomó ponerse de pie con torpeza.

Y cuando Aioria quiso preguntar algo más el santo de Géminis presuroso se escabulló entre los arboles dejándole severamente confundido. Sopesó el seguirle y sonsacarle una explicación coherente pero eso solo alertaría al gemelo bipolar de la extrema desconfianza que le despertaba.

 

 

 

.

 

 

Kanon tamborileaba sus dedos contra el gigantesco pilar de roca con exagerada rapidez que Saga sentía a ese sonido como alguna melodía odiosa a sus oídos, — deja de hacer eso — sugirió en tono de orden viendo de reojo a su gemelo.

— Entonces deja de tronar tus dedos que es exasperante, vas a fracturarte un dedo si continuas — rebatió de inmediato.

Solo al oírle el mayor cayó en cuenta de que su hermano decía, viendo sus propias manos claramente notó como estaba crujiendo sus nudillos sin siquiera haberse percatado del repentino tic. De inmediato cesó bufando quedamente, se hallaba sentado en una de las graderías junto a su gemelo estando este de pie, resultaba curioso puesto que ya casi no recordaba la última vez que estuvieron uno tan cerca del otro sin intentar agredirse de algún modo.

— ¿Por qué estás tan inquieto? — Kanon rompió en esta ocasión en pesado silencio que se hubo formado — ¿es por lo que dije de tu aroma? — inspiró queriendo ser algo mas condescendiente pese a lo difícil que pudiera resultarle —… ahora hueles… dulce, no tienes que preocuparte.

Saga se mordió el labio inferior cruzando sus manos apoyadas sobre sus rodillas, claro que debía preocuparse. En cuanto le señaló de nuevo sobre su metálica fragancia se encerró en el cuarto de baño para tratar de disipar el hedor con otra exhaustiva faena de aseo pero optando por utilizar algo del perfume que guardaba al culminar.

Pero eso solo era una solución temporal, en unas cuantas horas el aroma del perfume cedería y el diminuto frasquito que lo contenía se acabaría al cabo de algunos días, agregándole a ello el hecho de no poder dejar de pensar en el guardián de Leo y la terrible impresión que debió llevarse de su persona al huir la noche pasada…

¿En que estaba pensando?

Se sobresaltó al descubrirse tan espontáneamente preocupado por lo que Aioria pensase, negó suspirando en silencio dirigiendo su mirada a su alrededor viendo como los demás dorados reunidos esperando al Patriarca que aún no daba señales de asomarse.

— Puedes visitarme en mi templo antes de que nos marchemos, Saga.

El aludido se giró viendo a Afrodita detrás suyo, sosteniendo a la inmarchitable rosa que siempre llevaba consigo y con la postura tan sugerente en la que se acomodaba.

— Llevas un perfume delicioso pero…

— ¿Y porque no me invitas también a mí a retozar en tu templo? — Kanon interrumpió perfilando una diminuta sonrisa de algo parecido al sarcasmo.

— Porque tu mi querido Kanon… a diferencia de Saga eres mucho más tosco — sonriendo con suavidad le devolvió el gesto.

 

 

A unos cuantos metros Aioria contemplaba la escena de los gemelos junto a Piscis, no estaba del todo seguro de si informar sobre el comportamiento del santo de Géminis la noche pasada a Shion, de todos modos no había mucho que contar… no pudo hallar nada que confirmase sus sospechas sobre el antiguo Kyôkô salvo quizá podría  acusarlo de estar tal vez… tan solo tal vez perdiendo el control sobre sí mismo.

— ¿Qué estas mirando? — nuevamente Milo se acercaba al de cabellos cortos tratando de indagar en la excesiva concentración de este. — ¿A Afrodita? — mirando en la misma dirección que Leo fue su deducción.

— ¡Claro que no! — algo espantado se sobresaltó negando efusivamente.

— ¿Kanon? — probó a preguntar.

— Saga probablemente.

Y antes de que Aioria pudiese defenderse la grave voz de Aldebarán hizo a ambos girarse notando al imponente custodio del segundo templo cruzado de brazos.

— ¿Saga? ¿Y porque él?

— Ninguno de los tres Milo ya deja eso — falsamente ofendido bufó torciendo los labios.

— Creí que lo observabas porque también habías sentido a su cosmos expandirse hace poco — el más alto se mantuvo observando al otro trío.

— Su… cosmos… — el de Leo repitió afilando la mirada dirigiéndola de nuevo al tercer guardián, si lo dicho por Tauro era cierto bien podría notificar de ello a Shion argumentando que este era demasiado inestable aun.

Rió ante su paranoia y su desesperación por intentar enlodar el nombre del dorado antaño más respetado entre todos, debía comportarse como un santo de Atena apartando el pululoso rencor que aparentaba estar carcomiendo sus virtudes con extrema lentitud.

— No deberíamos hacer suposiciones de nuestros camaradas — esta vez fue Mu quien se inmiscuyó sonriendo afable.

— No las hacemos Mu, solo tratamos de adivinar a quien observa Aioria con tanta atención; si a Afrodita, a Kanon o a Saga.

Aioria rodó los ojos restándole importancia a la insinuación de Escorpión optando mejor por apartar la mirada del todo de sus camaradas.

— El Patriarca aún no ha llegado — señaló el brasileño y sus compañeros se limitaron a asentir.

 

 

Pero aunque Leo hubiese dejado ver en su dirección era Saga quien no podía apartar su mirada de soslayo del quinto guardián, ya ni siquiera era consiente que desde que pudo hallar a Leo en su rango de visión le estaba echando vistazos fugaces quizá algo mal disimulados suspirando quedito segundos después.

Suspiro que escandalizó a su hermano menor que le veía como a alguna especie de anómalo, no porque fuese algo novedoso si no por la postura que Saga había optado; apoyando su rostro entre sus palmas y los codos sobre sus rodillas como un adolescente ilusionado…

Kanon podría haber pasado gran parte de su vida a la sombra de su mayor -y por ende conocerle casi a la perfección- sumergido en ambiciones de divinas proporciones y por ultimo arrepentirse de sus vilezas pero jamás pecó de estúpido en ningún ámbito concerniente a las relaciones humanas. Y casi podía jurar que el suspiro emitido por su mayor correspondía al de alguien enamorado.

Cuando Afrodita daba señales de estar indagando en la fantasía que Saga estuviese imaginando en ese momento no tuvo más opción que irse sobre el santo de Piscis atacándolo de forma inofensiva como en algún entrenamiento.

El de cabellos claros reaccionó a tiempo esquivando el golpe del gemelo menor que se impactó en uno de los pilares captando la atención de todos los dorados reunidos.

— ¡¿Pero qué diantres te ocurre?! — reclamó indignado sacudiendo el polvo imaginario que hubiese caído en su ropa.

— Es aburrido esperar sin hacer nada, así que pensé podríamos entrenar un poco — de lo más ameno explicaba sacudiendo sus palmas ante la enfadada mirada del ultimo custodio y la algo perpleja de su gemelo.

 

 

— Es una buena idea — Cáncer secundó sonriendo para de un brinco quedar en medio del coliseo extendiendo los brazos como si estuviese desperezándose — vamos a calmar el estrés con una amigable ronda de puños.

Y aunque la mayoría miraba suspicaz al santo de la cuarta casa fue Milo el primero en decidirse desafiando al caballero de Acuario que le veía casi sin interés. De un momento a otro varios de los dorados entrenaban entre ellos casi jugando como niños sin pretender lesionarse en realidad, incluso Afrodita había aprovechado la oportunidad para intentar desquitarse con el gemelo menor atacándolo cuando lo creyó desprevenido.

Por su parte Saga permaneció sentado en las graderías observando a sus compañeros, el único ausente en todo el jolgorio era Shaka que aún no se reunía con ellos, suspiró algo aburrido soplando hacia arriba para apartar los mechones índigos que el viento desordenaba. Más que preocuparse por la tardanza del Patriarca de nuevo se había enfrascado en ver de reojo al hermano menor de Aioros que también se hubo quedado sentado viéndole atento.

Solo tras varios segundos Géminis cayó en cuenta de que el otro también le veía atento, con la mirada jade afilada analizándolo con detalle y como si su corazón hubiese decidido empezar a latir desbocado Saga pudo sentir claramente como sus mejillas subían de temperatura delatando su más que obvio bochorno.

Desvió la mirada en el acto inspirando hondo obligándose a calmarse, era inaceptable que como santo dorado de un momento a otro se sintiese tan nervioso por sostenerle la mirada a quien había demostrado antipatía a su persona sin querer disimularlo.

Algo no debía estar bien, entonces sus inquietos dedos buscaron hundirse en el granito sobre el cual estaba sentado.

— Necesitamos hablar.

Se mordió la lengua cuando  oyó a Leo más cerca, concretamente a un par de pasos a su derecha. — Habla entonces — inhaló profundo sin querer mirarle.

Aioria arrugó en entrecejo unas milésimas contrariado por el pavor del mayor la noche pasada y la extrema frialdad con la que ahora se comportaba, admitía a ciencia cierta que Saga según algunos otros dorados no estaba muy bien de la cabeza, se le había acusado de bipolar, de poseer doble personalidad o ser esquizofrénico y al parecer ni siquiera el cálido cosmos de su diosa era suficiente para evanescer trastornos inherentes en sus mentes humanas.

— Anoche… ¿Qué hacías en ese lugar? — interrogó atento a cada acción del mayor — te vi de rodillas parecías… — se abstuvo de terminar la oración, asustado quiso agregar pero no consideraba al adjetivo el adecuado para referirse a alguien que siempre ostentó tanto poder.

— Aioria… — entonces el santo de Géminis se irguió con digna elegancia de un guerrero dorado — te respeto como mi camarada pero entenderás que aun como santo de Atena tengo asuntos que solo me conciernen a mí.

Los verdosos ojos de Leo se tiñeron con cierto enfado al terminar de oírle y más al ver los ojos del contrario mirarle fijos rebosantes de desdén, al menos así lo interpretó Aioria agregándole con ello más razones para no simpatizar más de lo obligatorio con esa persona. Pero en medio de su auto sátira a su orgullo herido por las simples palabras, nimiamente advirtió en el entorno la espeluznante fragancia de lo que tardó en identificar como sangre.

Así que en lugar de idear una respuesta igual de ácida que Saga se inclinó levemente hacia donde percibía el aroma.

Y la serena expresión que el gemelo había edificado con esfuerzo, se fue desquebrajando al sentir como su compañero acercándose mas rebasando su espacio personal con el descaro suficiente para reducir la distancia que los separaba a escasos centímetros.

Una alarma en Saga se activó en aquel instante pero fue silenciada de inmediato cuando sus ojos parecieron aprovechar la inusitada cercanía para apreciar cada rasgo en su compañero; desde las gruesas cejas hasta la fuerte mandíbula, subiendo de nuevo hasta quedar prendado de la boca ajena.

Sus labios entonces se entreabrieron, distraído de todo su entorno y del suave rubor que se pintaba en sus pómulos deseó que los labios de Aioria alcanzaran los suyos, perder el aliento sin sentirse responsable del pecaminoso y sencillo acto.

No obstante el guardián de la quinta casa había quedado notoriamente contrariado con la expresión de Géminis, con los ojos titilantes que ni siquiera le miraban del todo, con el gesto anhelante de algo que era incapaz de descifrar, — Saga. — No tuvo más remedio que tomarle de ambos brazos para zarandearlo leve y sacarlo de la repentina ensoñación.

Y con genuina desilusión el nombrado pareció reaccionar sintiéndose por primera en la vida haciendo el ridículo, sin estar familiarizado ante la nueva sensación tardó en recomponerse tan solo atinando a retroceder lo suficiente para establecer una distancia real. Quedándose al final solo con la mirada desconcertada de Leo que en nada parecía corresponder al despiadado afecto que se propagaba como alguna plaga en el entristecido corazón del antiguo Patriarca.

 

 

 

2.- Y ahora…

 

 

Notas finales:

 

¿Hola?...

¿Hay alguien ahí?

*Aullidos de lobos a lo lejos*

Está bien, lo admito nunca había tardado tanto en subir la continuación de un fic… ¡pero tuve mis motivos!

Verán cuando empecé este fic estaba algo dudosa del manejo de personajes, (me esfuerzo lo más que puedo para no pasarme a límites insospechados con el OoC) por eso decidí terminar de ver Soul of Gold que estaba en emisión en ese tiempo para tener otra pauta ya que en realidad me estaba basando en “la saga de Hades” para ello, pero SoG en lugar de ayudarme me confundió mas… es decir la idea que yo tenía de Saga de; estoico, algo martirizado y siempre leal a su diosa y a sus culpas no era la misma que vi en SoG  -estaba muy quitado de la pena :D ahí- puede que me equivoque, por eso pause esto. Pero no quiero dejar una historia inconclusa de allí que me arme de valor y retomé este fic.

Muchas gracias a quienes comentaron el primer capítulo y le dieron una oportunidad a esto; Whitekaat, Caronte, anónimo, Eurynome33 y a cross girl, infinitas gracias por sus bellos comentarios si me permiten he modificado la dedicatoria del fic.

En verdad espero que aun a alguien le interese leer esta historia que he retomado, de nuevo gracias por sus lecturas y el apoyo a todos los que se pasen por acá, nos leemos en el siguiente, cuídense mucho.

Yae.

 


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