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Safe and sound por PureHeroine

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Notas del capitulo:

Buenas noches, aquí os traigo el siguiente capítulo de l a hisotira, a ver si os gusta!

PD: aquí dejo la descripción física de Emma: pelo largo y levemente ondulado de color castaño. Ojos verdes con algunas hebras marrones. Mide 1'75 y hace deporte, por lo que tiene un buen y estilizado cuerpo.

Y aquí dejo el de Chloe: pelo largo y ondulado, de color rojo cenizo. Ojos azules y grandes. Buen cuerpo, porque hace bastante deporte y mide 1'70, algo más bajita que Emma.

ESTE CAPÍTULO HA SIDO MODIFICADO EL 11/01/2018 POR EL SIGUIENTE MOTIVO: quiero que el fic coja una temáica más profunda, más intensa, que el desarrollo de los personajes y las relaciones sean más intensas que en un principio. 

-          Vamos, Emma… - Me zarandearon suavemente y me encogí aún más entre las sábanas. - ¡Em!

-          Mmm… cinco horitas más… - Me di la vuelta y escondí mi cabeza bajo la almohada.

-          ¿Cinco hor… - Suspiró Becca. - ¡Venga, vamos, arriba! Que hemos quedado con las chicas para desayunar…

-          Ve tú, Becca… - Balbuceé. – Luego voy yo…

-          Como quieras, pero Aubrey se enfadará y no creo que… quieras dar otras treinta vueltas al escenario… - Dijo con algo de miedo. - ¡Las chicas nos iban a dar una gran noticia! ¡Vamos, Em!

-          En serio, Becca, voy enseguida…

-          Vale. – Suspiró. – Yo no me quiero hacer responsable de las consecuencias de esto, lo siento.

-          Gracias por preocuparte por mí… - Coloqué mi almohada entre las piernas y apoyé mi cabeza sobre ella, como si fuese un koala enganchado a un árbol.

-          Acuérdate que hemos quedado en…

-          Sí, Becca, no te preocupes… - La corté antes de que pudiese decir nada y se volvió a despedir, cerrando la puerta.

-          Por fin solas tú y yo, querida cama… - Me volví a acomodar y sin querer ni beberlo, me quedé completamente dormida. Otra vez…

 

….

…..

…….

 

 

 

-          Ay, Becca, que ya voy… - Me volví a retorcer al notar como tiraban de mí. – Becca… No seas pesada y métete en la cama, a ver si dejas de zarandear… - Escondí mi cara bajo las sábanas y noté como la cama se hundía tras de mí y un cuerpo chocaba levemente contra el mío. – Así… ¿Ves que bien? A dormir… - Bostecé y me di la vuelta, quedando enfrente de Bec… de… Becc… de… ¿¡CHLOE!? - ¿Pero qué haces aquí? – Me incorporé sobre la cama y abracé mi almohada.

-          Meterme en la cama. – Dijo con simpleza. – Lo que tú me has dicho. – Tragué saliva al ver sus ondulaciones pelirrojas caer rebeldemente sobre el colchón.

-          Yo pe-pensaba que tú… - La señalé y las palabras murieron en mis labios.

-          Que era Becca, ¿Verdad? – Asentí con vergüenza. – O sea, que ella sí y yo, no. – Suspiró pesadamente y me hizo un gesto de burla. – Bueno, ¿Vamos a desayunar? Llevamos esperándote dos horas… - Se levantó y arregló su cabello con los dedos. – A este paso, el desayuno se convertirá en comida. – Torció la sonrisa. - ¿Vamos?

-          S-sí.

-          ¡Oh, vamos! – Metió algo de prisa. - ¿Quieres que te eche una mano para vestirte? – Alzó una ceja y se acercó provocativamente, agarrando la sábana con sus dedos. - ¡Vamos, arriba! – Tiró de ella, mandándola hacia el otro lado de la habitación. – E-eh, eh… - Noté como la saliva recorría fuertemente su garganta y sus ojos se abrieron más de la cuenta.

-          ¿Qué pasa? – Alcé también la ceja al ver su expresión y bajé mi cabeza, viendo como estaba en ropa interior. – Ups… - Rasqué mi nuca. – Suelo... dormir con poca ropa. – Me levanté  rápidamente y crucé la habitación hasta llegar al armario. – Chloe…

-          S-sí d-dime. – Parpadeó varias veces para salir de su pequeña ensoñación y me miró a los ojos.

-          ¿Podrías dejar de mirarme así? – Pregunté tapándome con la puerta del armario. – Me estás poniendo… bastante nerviosa.

-          S-sí, perdona. O sea… - Movió las manos rápidamente y se giró, no sin antes notar como el color de sus mejillas se tornaban del mismo que el de su pelo. ¿Al final va a resultar que la pelirroja no es tan atrevida como parece?

-          Ya casi… - Me coloqué los vaqueros y agarré un top de color negro. – estoy. – Me coloqué enfrente del espejo y me peiné mi largo y castaño cabello, el cual tenía alguna que otra leve ondulación, pero era liso casi en su totalidad. - ¿Vamos? – Le toqué la espalda a Chloe, que seguía girada y con algo de rubor en sus mejillas. - ¿Qué pasa?

-          N-nada. – Volvió a tragar saliva. – Bonito… tatuaje. – Esbozó una pequeña sonrisa y se dirigió a la puerta sin darme tiempo a contestar. ¡Maldita pelirroja!

 

 

 

-          Parece que la bella durmiente ha despertado. – Suspiró Becca profundamente.

-          ¿Y ha sido gracias a un beso de amor? – Cynthia miró a Chloe de manera traviesa y ésta sonrió.

-          Entonces seguro que no ha sido de Chloe. – Atacó Stacie. – Hubiese sido mío. ¿Verdad, Em? – Rasqué mí nuca ante la incómoda situación y guiñé un ojo a Becca de manera cómplice.

-          En ese caso hubiera sido de Becca. – Zanjé la situación ante el ceño fruncido de Chloe y la boca desencajada de Stacie. – Lo siento Bec. – Me acerqué a ella y me disculpé. – Te dije que iba a venir en seguida…

-          No te preocupes. – Sonrió. – Yo de ti me hubiese quedado durmiendo, ayer estuviste quince horas en un avión. – Me agarró de los hombros con cariño y mantuvo su sonrisa. – Lo sorprendente es que sigas en pie.

-          ¿Quince horas de avión? – Preguntó una voz a mis espaldas. - ¿Pero qué…

-          Soy de España. – Me giré y Chloe mantenía su ceja alzada. – He venido aquí por temas de estudios…

-          Oh, una chica española de sangre caliente. – Pronunció en español y solté una leve risa divertida.

-          Sí, una chica española de sangre… muy caliente. – Esbocé una sonrisa burlona y me giré ante la atenta mirada de las otras. - ¿Qué… pasa?

-          El acento español es muy sexy. – Dijo Cynthia desnudándome con la mirada. – Me gustarí…

-          A ti no te gustaría nada. – Se adelantó Chloe. – Cuidado con lo que dices, guapa.

-          ¡Eh! – Se encaró. – No la quieras tener solo para ti, zanahoria.

-          ¿Zanah… - Abrió sus ojos y apretó las mandíbulas. - ¡Te vas a enterar! ¡Ven aquí!

-          ¡Yo desayuno chicas como tú todos los días! – Amenazó Cynthia y ambas se miraron desafiantes. Esto era el comienzo de una 3º Guerra Mundial, con consecuencias muchísimo más devastadoras que la 2º.

-          ¡¡Bellas!! – Gritó una conocida voz. - ¿Estáis todas ya? – Se acercó y suavizó su tono, algo raro en Aubrey.

-          Sí. – Afirmamos.

-          Quiero que me sigáis. – Se giró sobre sus talones e hizo una señal con la mano.

-          ¿Podemos desayunar ya? – Oímos participar por primera vez a Amy. – No puedo estar más de dos horas sin comer, en serio. – Se sobó el estómago. – Se me caerá el culo si lo hago.

-          ¿Por qué siempre tienes que meter tu culo en todas las conversaciones? – Preguntó Stacie.

-          Porque es muy grande. – Aclaró. - ¿Dónde quieres que lo meta? – Reí, seguida de las demás.

-          ¡¡Bellas!! – Gritó Aubrey y se giró hacia nosotras. Eché un vistazo a donde nos encontrábamos y vi que era la zona de las Hermandades. Lo más típico de las universidades de Estados Unidos, ya que en cada casa vivían los miembros de un mismo club y… bueno, todo lo que eso conlleva.

-          No me digas que… - Las palabras murieron en los labios de Chloe.

-          Sí, Chloe. – Dijo Aubrey con los ojos vidriosos. – ¡Las Bellas tendremos nuestra propia casa de Hermandad! – Se giró y miró la casa donde reinaba una gran B en el techo.

-          Espera, espera, espera. – Se adelantó Becca. – Esto quiere decir que ayer estuve horas y horas con la mudanza… - Cogió aire. - ¿Y ahora tengo que volver a moverlo todo? – Señaló la casa despectivamente y bufó molesta.

-          Sí. – Dijo Aubrey con simpleza. – Si no te gusta puedes…

-          ¡Parad, parad! – Las corté, ya habíamos tenido suficientes peleas por hoy. – Yo te ayudaré, Bec.

-          Todas. – Se adelantó Chloe. – Todas te ayudaremos. – Me miró y se giró para entrar en la casa junto a Aubrey. – Ahora somos un equipo.

 

 

 

 

-          Y esta es… la última caja. – Suspiré pesadamente y la coloqué en el escritorio. – Gracias Bec, por ayudarme. – Me acerqué a ella, que estaba tirada boca arriba en mi cama, descansando de la mudanza.

-          No te preocupes… - Cogió aire. – Tú me has ayudado a mí… - Acomodó sus brazos bajo la cabeza y se estiró.

-          ¿Es cómoda? – Me paré enfrente de ella y coloqué mis brazos en jarras.

-          Compruébalo tú misma. – Se hizo a un lado y me acerqué a la cama, aunque mis pies tropezaron con la alfombra y caí abruptamente sobre la cama, y, sobre Becca. – Qué  tropiezo más tonto, lo siento. – Sonreí y al abrir los ojos me encontré con el cuerpo de Becca debajo de mí.

-          ¿Estás bien? – Preguntó algo ruborizada por la situación.

-          S-sí, solo ha sido una tonter…

-          Emma, baja cuando… - La puerta se abrió, dando paso a una pelirroja cuya cara se transformó en una mezcla entre enfado y sorpresa. – Bueno, bajad cuando hayáis terminado de… en fin. – Cerró la puerta de un portazo y me separé rápidamente de Becca.

-          Lo siento, ha sido culpa mía. – Me disculpé. – Soy un poco torpe.

-          Tranquila. – Sonrió restándole importancia. – El problema lo tienes tú con Chloe.

-          ¿Por qué lo dices?

-          ¿No la has visto? – Rió. – Es Chloe Beale.

-          Sí, ya sé quién es…

-          No, no lo sabes. – Me interrumpió. – Yo llevo apenas algunas semanas estudiando aquí pero… los rumores sobre Chloe se extienden más rápido que una mononucleosis.

-          ¿Y qué dicen esos rumores? – Pregunté interesada y algo seria.

-          Dicen que cuando se le mete alguien en la cabeza… - Levantó las manos. – Tanto chicos como chicas… - Encogió los hombros. – Ya sabes.

-          Así que… le gusta jugar. – Fruncí el ceño. – Pues bien, que juegue, que acabará quemándose.

-          No te lo tomes  tan a pecho.

-          No, no. – Negué. – Pero si cree que yo voy a caer en sus redes con dos o tres jueguecitos provocadores, ¡Va lista!

-          Si no te interesa pasa de ella y…

-          ¡Es que antes me enrollo con Amy la gorda! – Abrí la puerta de golpe y me encontré con la misma rubia a la que había mencionado. – A-Amy… - Rasqué mi nuca. – No habrás oído por casualidad…

-          L-La comida está… preparada. – Bajó por las escaleras sin decir nada y Becca soltó una risa tras de mí.

-          No. Es. Gracioso. – Puntualicé cada palabra y hundí mi dedo índice en la frente de Becca. – ¡Ahora Amy se piensa que voy detrás de ella! ¡Genial!

-          Creo que… la comida va a estar divertida. – Se carcajeó y suspiré derrotada.

-          Se supone que me tienes que animar. – Cerré la puerta de la habitación y bajé las escaleras junto a Becca. – Eres una mala persona.

-          Seguro que Amy no dice nada. – Pasó un brazo por mis hombros. – Tranquila, ¿Vale? – Asentí al entrar al comedor, donde ya estaban todas sentadas. Me senté justo en frente de Amy, y al lado de Becca. Mientras que Chloe y Aubrey se encontraban en ambos extremos de la mesa, liderándola.

-          ¡Ay! – Se frotó las manos Stacie. - ¡Sushi! ¡Cuánto tiempo!

-          Muchas gracias Lilly por prepararlo para nosotras. – Agradeció Aubrey educadamente y colocó la servilleta sobre sus muslos de forma recatada.

-          Lo he preparado con carne humana. – Dijo en un susurro que hizo que me atragantase con el agua que estaba bebiendo en ese momento. – Gracias. – Le agradecí a Becca por sus palmadas en la espalda.

-          Bueno… - Carraspeó la rubia llamando nuestra atención y haciendo caso omiso del comentario de Lilly. – Que vivamos juntas no significa que esto vaya a ser una fiesta. – Nos miró duramente a cada una de nosotras. – Tenéis obligaciones: limpiar, lavar, ensayar… ¿Ha quedado claro? – Todas asintieron menos yo, que me limité a bufar y a apoyar el mentón en la palma de mi mano.

-          Esto es peor que una dictadura. – Susurré y Becca rió, despertando el interés de todas.

-          No te hemos oído, Emma. – Aubrey atrapó su mentón entre sus dedos índice y pulgar y me miró fijamente. - ¿Podrías repetirlo? – Fruncí el ceño molesta ante su suficiencia.

-          Que esto parece una dictadura. – Recalqué cada palabra y eso la molestó. – Deberías relajarte un poco y tomártelo menos en serio. Nos harías un gran favor a todas.

-          ¿Aca-Per-dón? – Abrió sus ojos y adoptó una postura bastante dramática.

-          Mira. – Dejé el cubierto con elegancia y entrelacé mis manos. – A todas nos encanta cantar, lo hacemos bien. – Le expliqué con tranquilidad. – Si trabajamos juntas, esto será la hostia. – Seguí. – Pero no necesitamos que nadie nos esté dando órdenes constantes como si fuesemos niñas de 8 años... ¿Sabes? – Suspiré. – No estoy diciendo que seas mala persona ni nada parecido. – Aclaré antes de que la rubia me saltara al cuello. – Solo que… te relajes un poco. Nada más. – Acabé mi discurso devorando un pequeño trozo de sashimi y todas callaron. Aubrey mantenía la boca desencajada y Chloe ocultaba parte de su rostro con la mano. Hasta que la rubia se levantó y se fue.

-          ¿Me he pasado? – Pregunté algo culpable. – Lo siento, pero es que... no llevo bien que me den órdenes.

-          La verdad es que le has dicho exactamente lo que todas pensábamos. – Inquirió Stacie. – Bien hecho, Em.

-          Me siento un poco mal… - Suspiré derrotada.

-          No te sientas mal, esta noche podría mejorar. – Ese comentario tan afortunado se coló por mis oídos, lo que me hizo levantar la vista y ver a Amy la Gorda comer sensualmente e insinuándose ante mí.

-          Esto… - Solté el cubierto y dirigí mi vista hacia la derecha, observando que Becca intentaba hacer lo imposible por no reírse y Chloe me miraba con una ceja alzada. – Creo que ha sido suficiente por hoy… - Susurré de manera que sólo podía oírlo Becca y peiné mi flequillo hacia el lado.

-          Amy, escucha… - Resoplé.

-          He oído perfectamente como decías que querías enrollarte conmigo. – Sentí piedad por el sushi que estaba siendo devorado por ella y tragué saliva.

-          ¡No, no, no espera, espera! – Apoyé mi frente sobre la palma de mi mano. – Ha sido un malentendido. ¡Becca! ¿Quieres parar de reírte? ¡Ha sido tu culpa! – Todas miraron la escena con la ceja alzada. ¿Yo… con… Amy?  ¿¡Pero de verdad?

-          No te culpo. – Dijo con la voz ronca. – Todos tienen derecho a probarme, oh, sí, joder. – Se chocó los cinco ella misma y sentí todas las miradas clavarse en mí.

-          No, no, espera…

-          Pero lo siento. – Se puso una mano en el pecho y adoptó un tono dramático. – No soy lesbiana. Lo nuestro es imposible, Emma. – Agarró mi mano por encima de la mesa. – Lo siento.

-          ¡P-pero pero que yo no quería decir eso! – Me zafé del agarre. -  Ha sido todo un malentendido. De verdad. – Aclaré. - ¿Podéis dejar de mirarme todas así? – Paseé mi vista por todas, especialmente por la de Chloe, que tenía una de… ¿Molestia?

-          Ejem. – Chloe carraspeó. – Será mejor que… continuemos cenando.

-          Gracias. – Le dirigí una mirada cómplice y sonrió levemente.

 

 

La comida transcurrió más o menos tranquila, sin más insinuaciones por parte de Amy ni más miradas molestas por parte de la pelirroja. Le volvimos a agradecer la comida a Lilly y me retiré a mi cuarto con la excusa de descansar durante toda la tarde, pues aún tenía la cabeza bastante cargada debido al jet lag y a las 15 horas de avión.

 

-          Oh, cariño, cuánto tiempo. – Me sumergí bajo las limpias y nuevas sábanas tras quedarme en ropa interior, abrazando la almohada como si mi vida dependiese de ello. – A veces creo que eres la única que me entiende… - Suspiré largo y tendido hasta quedar totalmente relajada y dispuesta a dormir.

 

….

…..

 

-          ¡Oh, Dios! ¡Emma ha vuelto a la vida! – Me estiré tanto como pude y me retorcí como si fuese un auténtico gatito. - ¿Pero qué hora es? – Me giré hacia la mesita de noche, donde descansaba el reloj y vi que eran las cuatro de la mañana. – He dormido más de diez horas, joder. ¿Por qué no podría ser siempre así? Me deshice de las sábanas que cubrían mi cuerpo y de un salto agarré la ropa de cambio que había preparado horas atrás. Cogí la toalla y me dirigí al baño. Ni si quiera tardé cinco minutos en ducharme y en volver a mi habitación. ¡La cama me esperaba otra vez! Volví a cerrar la puerta con delicadeza de no despertar a nadie de la casa y encendí la luz.

-          Las duchas de madrugada son las mejores, ¿Verdad? – Una voz proveniente de mi espalda me hizo saltar y emitir un pequeño gritito.

-          ¡Joder, qué susto! – Coloqué mi mano en el pecho y respiré agitada. - ¿Qué haces aquí? – Me acerqué a ella y la miré con los brazos cruzados.

-          No podía dormir, y al ver que tú estabas despierta... – Hizo una pequeña pausa y, disimuladamente, recorrió con la mirada mis piernas desnudas. – Se me ocurrió…

-          Venir. – Acabé la frase y suspiré, agarrando los pantalones cortos y la camiseta de tirantes que usaba como pijama.

-          ¿Te molesta? – Colocó un mechón tras su oreja y sonrió de lado. – Quizás… esperabas a otra persona. – Cruzó sus piernas y me miró insinuante.

-          No te referirás a…

-          Amy, Stacie, Becca… - Enumeró con sus dedos. – Tenemos para elegir.

-          Lo de Amy ha sido… un malentendido. – Suspiré.

-          ¿Y qué tipo de conversación puede derivar en ese malentendido?

-          Olvídalo. – Volví a suspirar. – Sólo era una broma.

-         ¿Y qué me dices de Stacie?

-          ¿Qué pasa con ella?

-          ¿Te gusta? ¿Eres... lesbiana, bisexual, hetero-curiosa...?

-          Ah, eso… - Rasqué mi nuca. – Supongo que soy bisexual porque me gustan los chicos y las chicas. – Dije con simpleza y me recosté en la cama, mientras ella seguía sentada sobre ella. - Pero nunca suelo definirme, a mí me gusta una persona y ya. – Conecté mi mirada con la suya y alzó una ceja divertida. - ¿Y tú?

-          Bueno… estoy en una etapa de… experimentación. – Solté una pequeña carcajada al oírla. Había confirmado mis sospechas. Chloe era la típica chica que embaucaba a las chicas apara acostarse con ellas y así, pasar un buen rato, “experimentando con su sexualidad”.

-          ¿Por qué te ríes? – Negué con la cabeza.

-          Nada, me parece genial. – Dije con un claro tono de sarcasmo.

-          Eso no ha sonado muy bien, Em.

-          No, la verdad es que no. – Me reincorporé con el ceño fruncido. – No me gusta para nada ese rollo que llevas, pelirroja.

-          ¿Perdón? – La agarré de la muñeca, tirándola hacia mí y colocándola justo debajo. – Pero…

-          Te lo diré en unas cuantas palabras. – Me acerqué a ella estando a horcajadas y susurré cerca de sus labios. – Si pretendes acercarte a mí para “experimentar”, ve olvidándolo, pelirroja. – Me alejé de sus labios para acercarme a su oído. – Porque conmigo no se juega… ¿Qué te crees, que soy como las demás? ¿Qué voy a caer en tu juego? ¿Enamorarme de ti? ¿Para que después te olvides de mí y juegues con otra? – Sonreí con suficiencia y la agarré de la camiseta, acercándola a mí. – Que sepas que el día en el que yo empiece a jugar, serás tú la que se acabe enganchando.

Notas finales:

Y hasta aquí el capítulo de hoy, mañana más y mejor!! Espero vuestroes reviews! Muaks!


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