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Golpes de la realidad por Samantha0507

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Notas del fanfic:

Los personajes de KnB le pertenecen a Tadatoshi Fujimaki y son usados solo por diversion.

 

Notas del capitulo:

Este capitulo nunca iba a ver la luz,pero se lo dedico ami hermanita linda que hoy cumpleaños 

Querida Star!!!!!! no recuerdo como nos conocimos, ni como empezamos a hablar, pero quiero decirte que te adoro aunque tu hermanita no sabía que hoy era tú cumpleaños, pero creo que me redimí 

FELIZ CUMPLEAÑOS HERMANITA ESTE FIC ES TU REGALO ESPERO TE GUSTE !!!!

 

 

 

Aomine vuelve a Japón con la cola entre las piernas y con un pequeño niño de 3 años aferrado a su pantalón mientras mete su pulgar en su boquita.

El moreno se había marchado a los Estados Unidos a jugar baloncesto recién habiendo cumplido la mayoría de edad, había decidido hacer su vida lejos de todo lo que había sido su vida hasta ese día.

No se había contactado ni con su familia, ni menos amigos en los últimos 5 años, había querido alejarse de todo, pero su vida no había salido nada bien después de eso.

Cuando ya llevaba 1 año en la universidad,  había empezado a salir con una muchacha que siempre apoyaba a su equipo, la muchacha era realmente bella, para los ojos de cualquiera era llamativa, tenía el cabella largo y rubio, pero lo que más había encantado a Aomine eran sus ojos, un tono celeste diferente, extraño, casi como un vicio, eran vacíos, sin luz, le recordaban a sus años en Teiko, de alguna forma lo dañaba y lo rearmaba ver algo así nuevamente.

La chica lo metió en un mundo desconocido para él, ya no fue solo la pasión por el balón lo que lo movía, ella lo hacía también a su antojo.

Pero de la misma forma en que esta chica lo acompaño, lo llevo a probar cosas que jamás imagino.

La primera vez que se percató de lo que estaba haciendo, llevaba más de media botella de tequila y en su mano una pequeña bolsita con un par de pastillas, las fiestas y las drogas se convirtieron en una necesidad, pero las cosas no eran como esperaba.

La muchacha salió embarazada, Aomine no pudo confirmar si era o no de él, hasta que este nació, ella le conto que su padre había muerto y que vivía sola con la segunda esposa de este, pero que la mujer cumplía solo con pagarle la carrera y esas por el acuerdo que dejo su padre, pero que un hijo no era bien recibido.

Él y la chica no se drogaron más, nunca se amaron, pero tenían ese pequeño que cuidar, el día del parto algo salió muy mal, el cuerpo de la mujer perdió fuerza dejando un bebé recién nacido y un hombre con la mirada perdida solo al cuidado de un ser pequeño y frágil.

El moreno busco la forma y logro cuidar al bebé, pero este no era su hijo, lo supo cuando se lo entregaron, ese no era su hijo, al menos no de sangre, al paso de los días y cuando el pequeño ya había abierto los ojos y habían tomado un color definitivo noto las bellas orbes doraras del menor, su cabello era rubio, más oscuro que él de su madre, solo era una pequeña pelusita que se extendía sobre su pequeña cabecita, su piel era blanca, tersa, como la de una muñeca y sus ojos, eran tan dorados como él mismo sol.

-Kise…- ese nombre salió de sus labios rápidamente al ver su marida fija en él, no pudo evitar recordar la pura mirada del que era hasta hoy su más alegre recuerdo, su compañero, su amigo, su ser más querido Kise.- te llamaras Ryota…- agrego mientras una lagrima caía por su mejilla, ante el recuerdo, extrañaba tanto al rubio.-… eres tan puro como él…cuando lo conozcas veras que se parecen mucho.- lloro por horas ese día recordando lo perdido, lo que tanto extrañaba.

Cuando el niño estaba por cumplir 2 años y con su carrera en la universidad terminada, Aomine Daiki definió dejar el deporte y volver a su hogar, las cosas ya estaban siendo muy difíciles para él, ganar dinero, trabajar, estudiar y poder criar a un niño como Ryo, alejándolo de todos los riesgos que tenían a su alrededor, todo esto solo.

Y hay estaba ahora nuevamente a la puerta en casa de sus padres, con el niño pegado a su pierna, se veía asustado, débil, indefenso, necesitaba ayuda, tocó el timbre tragándose su orgullo, había bajado varios kilos en los últimos meses, el financiamiento de sus alimentos había terminado con el término de su carrera y con ello, había pasado hambre un par de veces privilegiando el que Ryo comiera.

-¿Si, quién es?…Daiki.- su padre abrió la puerta con un rostro de sorpresa.

-papá…yo

-Lárgate ya no eres bienvenido en esta casa.

-Pero… papá- el niño en su pierna se aferró con más fuerza, el hombre frente a sus ojos lo asustaba.

-Lo siento hijo, pero no puedo abrirte las puertas de mi casa con todo lo que has hecho….- agrego mirando al niño, notó cierto desprecio en su mirada y una molestia sensación le subía por el estómago al moreno.

-él no tiene nada que ver- pero su padre no lo dejo terminar, cerrándole la puerta del que fue su hogar alguna vez, era probable que su padre y su madre supieran lo de las drogas y todas estupideces que había hecho, era obvio que la vergüenza debía ser más a la felicidad del regreso de su hijo.

-Oto-san….Oto-san- el pequeño tironeo del pantalón de su padre en busca de su atención.-¿podemos id a casa? teno hambe

-Si amor iremos a casa…- le mintió, no tenía idea que hacer ahora, no tenía mucho dinero, con el valor de los pasajes como para quedarse en un hotel, quizás con suerte tendría para alimentar a su hijo esa noche.

Camino un par de cuadras antes de sentir como se enfriaba el ambiente, el aire helado le calaba los huesos, miro su equipaje, una pequeña maleta y un bolso deportivo llevaban todo lo que tenían, no era mucho, pero era mejor que nada, le puso su chaqueta al pequeño tratando que este entrara en calor, además de que era probable que lloviera y el pequeño no traía nada que lo aislara del agua.

Cerca de las 9 de la noche aun no lograba encontrar algo que hacer, ni nada que poder darle de comer a su hijo, se sentía miserable, no contaba ni con un plato de comida para su pequeño, como se podía hacer llamar un padre.

-Papi… pofavod tengo hambe, vamos a casa…- las lágrimas en los ojitos del menor se hicieron muy obvias, partiéndole el corazón al moreno.- papi…oto-san… ya duele… pofavod…quiedo casa, tengo fio y hambe… oto-san pofavod…- las suplicas le partieron el alma, mientras el niño se abrazaba a su cuello.

-tranquilo, ven- lo rodeo con sus brazos buscando quitarle el frío al cuerpo del pequeño.- ¿qué te parece si papá te carga mientras vamos por algo de comer?

-Pedo oto-san ¿no ta cansado?.- el moreno negó cargando al niño y depositando un beso en su frente, la verdad es que él también tenía hambre y le dolían mucho las piernas, pero era su bebé.

Por más que pensaba, no encontraba una solución, no le alcanzaba más que para un trozo de pan o quizás una caja de leche, era muy poco para calmar el hambre de su bebé, no quería, pero no podía hacer otra cosa.

Por su hijo haría cualquier cosa, aunque eso incluyera romper las reglas

Camino hasta llegar a una tienda, debía buscar el artículo correcto, no debían llamar la atención, había que ser silencioso, solo necesitaba algo barato que pudiera pagar y algo que fuera fácil de esconder.

Aomine nunca había robado, pero tendría que hacerlo, por su pequeño Ryo.

Camino entre los pasillos, la calefacción del pequeño minisúper hacía el ambiente agradable, miro al encargado que lo seguía con la vista, ellos no eran mendigos, pero su ropa no pegaba para nada con la gente de la zona, era probable que llamara demasiado la atención, el solo llevaba una ramera delgada y su hijo una chaqueta que podía cubrirlo entero.

Dejo al niño en el suelo y comenzó a mirar entre los estantes, se sentía nervioso, jamás había hecho algo como esto, sentía que todos podían notar sus intenciones.

-Papi mida duce…- el pequeño había tomado un pequeño envase de patatas, si las llegaba a abrir todo el plan del moreno se iría al carajo.

-¡Ryota deja eso en su lugar!.- su voz fue firme y molesta llamó la atención más de lo que esperaba, el pequeño bajo la cabeza deprimido, los nervios lo habían superado y se había descargado con su hijo,  no quiso regañarlo, pero esto lo asustaba, había sido casi un delincuente en America, un mal vivido y ahora debía hacer lo mismo en donde esperaba alguien le tendiera una mano.

-Pedon Oto-san…- las devolvió con cuidado, Aomine se arrepintió tanto, su hijo era todo menos un mal niño y él se daba el lujo de gritarle.

-Ya bebé, lo lamento, pero es que no tengo mucho dinero ahora y no quiero que tengamos que gastarlo…-siempre había sido honesto con su hijo, el lo entendía a pesar de su corta edad.

-Esta ben papa…- el niño sonrió secando sus lagrimitas.- papito…papito.- le tiro el pantalón nuevamente, Aomine se estaba poniendo nervioso, llamarían demasiado la atención si las cosas seguían así.- yo pedo aguantad, no neesito que compe nada, yo no teno tanta hambe, pedo aguantad hasta casa - el corazón de Aomine se quebró por las palabras del menor, estaba dispuesto a no comer por no poner en aprietos a su padre, era su pequeño hombre grande, él se sentía cada vez peor, no tenía que ofrecerle al niño, un plato de comida, una cama caliente, ni siquiera 4 paredes que lo protejan del viento, era la peor basura que podía existir.

-Tranquilo bebé, no es para tanto, te parece comer un pan…- le sonrió a su pequeño para buscar calmarlo, su hijo no merecía sufrir las penas de las cuales él debía hacerse cargo

El niño asintió con un brillito en los ojos, estaba hambriento y confiaba en su papi.

Desde el fondo de la tienda una mirada apreciaba todo con ternura y cierta nostalgia, después de todo, no todos los días el amor de tú vida vuelve a ti tan de golpe.

 


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