Aomine camino en silencio, había conseguido un trabajo, luego de mucho esfuerzo, le habían dado un puesto en la parte de una trastienda, entraba cerca de las 10 de la noche y salía a las 6 de la mañana, debía descargar camiones, ordenar cajas y abastecer distintas partes de la tienda dependiendo como se lo ordenara, la verdad es que la paga era poca, el mínimo, pero era eso o no tener ningún ingreso era algo que no se podía permitir.
Pero hoy era un día diferente, era su primera paga, un mes de trabajo y tenía su primer sueldo en su poder, realmente se sentía realizado, miró la hora, probablemente no le alcanzaba para reponer todo lo que Kise le había dado a su hijo, ni menos a él, pero ya había dividido todo el dinero de tal forma de ahorrar un poco para poder alquilar un lugar pronto, compraría cosas que Ryou necesitaba, compraría algún pequeño obsequio para Kise y le entregaría un poco de dinero para poder colaborar con los gastos de su hogar.
Decidió comprar en un pequeño almacén, el supermercado aún se encontraba cerrado y le dolían los brazos y las piernas como para seguir caminando o si quiera esperando a que este abriera.
Dejó las bolsas en la cocina del apartamento, Kise le había dicho que ese día no tendría trabajo, además de que no quería apretar su agenda ya que obligaba a Tatsuya a estar con él en el trabajo a pesar de que él moreno deseaba estar con su esposo.
Miró el cuarto que compartía con su pequeño, notando como la cama donde el menor debía estar se encontraba vacía, sonrió mirando por la puerta entre abierta del cuarto de rubio mayor.
Ryou se levantaba cada noche, aunque Aomine lo dormía cada noche antes de marcharse, el pequeño se levantaba y se acostaba junto a Kise, la primera vez que los profundos ojos azules de Aomine habían mirado la escena, las piernas del moreno habían fallado, mientras el corazón le latía a una velocidad increíble, pero con el pasar de los días lo había dejado pasar.
Aomine se metió a su cama, solo esperando poder descansar su cuerpo durante algunas horas, deseando que esa molestia en su pantorrilla no se convirtiera en un calambre, que ese tirón que sentía en su hombro no fuera más que por la caja que casi tira y no por una posible lesión, esperando que al menos en sus sueños el fuera digno de tocar nuevamente el cuerpo de su amado ángel, cerro sus ojos con ese suave olor que llenaba todo el departamento del rubio.
Kise se despertó uno segundos antes que su alarma sonara, ese día era muy importante y tenía algo planeado, pero debía hacerlo en silencio para no despertar a Aomine.
— Ryoucchi, pequeño, despierta…— Kise removió al menor quien abrió sus ojitos. — amor buenos días. — el pequeño sonrió. — recuerda que hoy le daremos a tú papi una sorpresa.
Al menos se le iluminaron los ojos, después de todo no cualquier día le organizarías una festa de cumpleaños a tú papá.
Daiki solía dormir hasta cerca de las 2, normalmente a esa hora Izuki lo despertaba para que comiera junto a él y a su hijo, pero ese día el moreno no supo nada del mundo hasta cerca de las 6.
Abrió los ojos con pesadez, realmente se sentía relajado y todo el cansancio había desaparecido, pero al mirar la hora se preocupó, Ryouta no lo había despertado y Kise tampoco, eso no era normal, ambos rubios eran realmente ruidosos.
Se levantó rápido y se fue a la sala, cuando un grito ensordecedor llego a sus oídos.
— ¡feliz cumpleaños Aomine! —el moreno no podía creer la cantidad de gente que estaba a su alrededor, todos le sonreía, incluso Momoi estaba presente, la comida y las bebidas estaban por toda la sala, habían decoraciones e incluso regalos, un cumpleaños en todo uso de la palabra.
— Papi, papi, papi, ¿te gusta? Kisecchi y yo lo planeamos, elegí el patel y tío Mukkun lo hizo, y, y, y, Kudokocchi tajó una tadtaleta, una tatedeta, y dijo que tiene fiuta y y y Akashicchi tajo leche, pada mí, me la galo y Zukicchi mi compaño pod tu gegalo y y y t tengo un gegalo papi, un gegalo papi— Aomine se arrodillo frente a su hijo, la sonrisa del menor era bellísima y llevaba ropa nueva, miró a su alrededor sintiendo como todo su cuerpo temblaba por las ganas de llorar, sus ojos y los del rubio se cruzaron, por un segundo solo ellos estuvieron en ese apartamento.
—Aominecchi, queríamos celebrarte y como no te toca trabajar y bueno, Ryoucchi estaba realmente emocionado y…— el rubio no pudo continuar con los fuertes brazos del moreno lo rodearon, decir que estaban sorprendidos era decir poco, nadie recordaba que el moreno tuviera ese tipo de muestras de afecto con nadie.
—gracias al cielo existes en mí vida Kise, gracias Kise, te lo agradezco con mi corazón, sin ti, sin ti nada de esto estaría pasando, sin ti no podía seguir con mi vida, no podría ser nada para Ryou, gracias. — Momoi dejó las lágrimas correr por sus mejillas y cuando Aomine se alejó del rubio ella corrió a sus brazos, después de todo su hermano había regresado.
La fiesta continuo, tanto Murasakaibara como Kagami habían felicitado al moreno, pero ambos mantenía su distancia, después de todos no estaban realmente convencidos de que el moreno hubiese cambiado, pero por sus parejas eran capaces de darle aunque sea una oportunidad al moreno.
Aomine se dejó caer en el sofá mientras los presentes conversaban animadamente, en como su hijo hablaba animadamente con todos los presentes, Ryou se veía sumamente feliz, solo podía sonreír, miró también a Kise quien parecía desbordar alegría, era como ese Kise que él recordaba de Teiko, ese alegre joven de mirada desafiante, con quien podía jugar un buen partido siempre; tan metido en sus pensamientos que repentinamente se dejó llevar por la idea de jugar, de tener nuevamente un balón entre sus manos, se sentía algo ahogado, deseoso, como deseando sentir esa nueva adrenalina fluir, esa que Kagami y Kuroko lo había ayudado a recuperar, fue en ese instante en que se percató de que Izuki y Kagami se encontraban en la cocina.
Se levantó buscando no llamar la atención, poniéndole especial atención a la conversación de los otros.
—No haré un escándalo aquí, Kise no estará feliz, así que te agradecería que te mantengas alejado de mi Izuki.
—Kagami, necesito hablarte de eso, es importante, al menos para mí lo es y para Tatsu lo será.
—No me hables de lo que es importante o no para mi hermano, resulta que lo conozco antes que tú y toda esta cosa que están armando comenzara.
—por favor Kagami, esto es importante, es por mi hijo…
—te lo dije, no me interesan ni tú, ni mucho menos ese bebé, no al menos mientras estés presente en la vida de mi hermano.
—Quizás nunca más este en su vida cuando este bebé nazca
— ¿Es una broma? — Kagami lo miró furioso, su cuerpo estaba realmente tenso, apretaba los puños y parecía contenerse para no gritarle, Aomine decidió que era momento de intervenir, no quería que le hicieran daño a Izuki cuando el parto estaba tan cerca.
—Izuki, Himuro está preguntando por ti. — El tigre corrió la vista mientras Izuki salía de la cocina, se quedó mirando al pelirrojo, quien parecía estar tratando de serenarse.- te diré algo Bakagami, pero no lo haré por ti, si no por Himuro e Izuki, que no merecen tú actitud
— ¿Quién demonios te crees Ahomine?
—Izuki tiene miedo idiota y tú hermano también lo tiene, te necesitan y tú lo único que haces es quedarte molesto por algo que ya paso. — el tigre se le acercó parecía que empezarían una pelea cuando el moreno decidió continuar. — escucha estúpido esto no me corresponde, pero te lo diré de todas formas, Izuki no está bien y puede que las cosas no salgan como deberían, ese bebé puede ser la mayor alegría de tú hermano o la mayor tristeza y si pasa lo que Izuki tanto teme, te arrepentirás.
—Acaso Izuki puede…
—No es de mi incumbencia decírtelo, pero solo te pido que reevalúes esto Kagami, puede ser peor de lo que esperas.
La fiesta continuo, nadie excepto Aomine, Izuki o Kagami estaban al tanto de la conversación, pero ninguno hizo algún comentario.
Cerca de las 10 de la noche el pequeño Ryou miraba a su padre con carita de borreguito. — pedo papi quedo quédame con la Tía Momoicchi y con Tía Dicocchi.
—Pero Ryou, no sabemos si Satsuki puede cuidarte, no quiero que sean una molestia…
—Daiki eres un idiota, jamás mi sobrino podría ser una molestia, además eres mi hermano, siempre será así, hagas la estupidez que hagas, siempre tendrás ese lugar — la pelirosa sonrió y tomó al menor en brazos. — vamos por las cosas que necesitaras.
El moreno se quedó en silencio al igual que todos en la sala, Momoi era una mujer maravillosa, igual que siempre.
Cuando todos se retiraron tanto Aomine como Kise se acomodaron en el inmenso sofá. —de verdad Kise, te luciste. — Aomine miró como el rubio se sonrojaba.
—y aún no he terminado Aominecchi, aún falta algo más. — Daiki lo miró, cuando las piernas del rubio se posicionaron sobre las suyas. — feliz cumpleaños Daikicchi. — el rubio presionó sus labios contra los del moreno, la noche era joven.