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Golpes de la realidad por Samantha0507

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Notas del capitulo:

Hola, hoy es un día con sentimientos muy encontrados, decir que estoy feliz de haber pasado todos mis ramos en la universidad es poco, pero soy feliz, aunque realmente estoy algo triste por un par de cosas que han pasado.

 

En fin les dejo l capitulo, espero les agrade, bueno como siempre disuclparme ppor posibles errores y bueno, se acerca el final

asi que nos leemos 

Aomine se dejó llevar por el rubio, esas manos, blancas, grandes, tersas, lo tocaban, lo recorrían de pies a cabeza, como esas manos podían sentirse tan bien, su cuerpo empezó a calentarse, podía sentir su cabeza hirviendo y como cada parte que era tocada por Kise parecía quemar cuando el rubio simplemente lo rozaba.

 

La piel de Kise desprendía un aroma suave, dulce, los sentidos de Aomine se estaban nublando, era como si todo su cuerpo estuviera siendo controlado por el rubio.

 

Sus labios, eran sedosos y dulces, Aomine no quería detenerse, seguían oprimiéndose más y más sobre los suyos, seguían tomándolo, Kise podía ser un modelo e incluso más cuidadoso que muchas mujeres con su cabello o su piel, pero era un hombre y hacía uso de su fuerza cuando era necesario, podía sentir las piernas de Ryota presionándose contra su entrepierna.

 

Se separaron cuando el aire finalmente les hizo falta, pero sus ojos se conectaron de forma repentina, sus miradas estaban llenas de amor, de deseo, de ese eterno sentir que llevaban tiempo compartiendo.

 

Fue en ese instante en que los ojos de Daiki pudieron observar de cerca todo lo que esas clara orbes podían transmitir, en ellos había mucho más de lo que podía recordar, esos ojos eran suaves, pero intensos, realmente parece que lo estaba llevando muy lejos, podría perderse en ellos por horas.

 

—Kise, deten—.Un profundo jadeo salió de los labio del moreno cuando Kise mordió suavemente su cuello.

 

—Aominecchi, no lo diga, solo dime que es lo que realmente deseas—. El aliento del rubio hacía que el cuerpo del moreno se estremeciera, su entrepierna comenzaba a presionarse entre sus pantalones

 

El rubio se levantó, haciendo que el moreno lo siguiera, con una mano se desabotonaba su camisa, dándole la espalda a un aturdido Daiki, pero al llegar a la puerta se giró dejando ver su blanca piel, se soltó de las manos del moreno apoyándose en el marco de la puerta.

 

—Aominecchi, puedo detenerme si es lo que realmente quieres—. Ambos cuerpo se rozaron, aun sobre la ropa, pero el calor que ambos desprendían hacían que el ambiente se caldeara más y más.

 

—Ya no puedo Kise, te deseo, ya no puedo detenerme—. Aomine rodeo el cuerpo del rubio, apretando el pecho desnudo de Ryota, rápidamente Daiki acercó el cuerpo de Kise a la cama, pero no lo dejó caer, fue suave, delicado, algo que estaba muy lejos de lo que él rubio podía recordar era una costumbre de Aomine.

 

—Aominecchi—. La duda se hizo visible en su rostro, pero los movimientos del moreno no cambiaron, era como si cada contacto fuera sumamente preciado para Daiki, si quiera recordar cada una de las reacciones del rubio.

 

—Llevo tanto tiempo, pensando, recordando esto Kise, llevo tanto sintiendo como sería sentir nuevamente tú piel contra la mía, realmente esto es como para atesorarlo Kise.

 

No necesitaron más palabras para saber que sería lo que seguía, fue en ese instante que la ropa dejo de importar, fue en ese instante en que sus cuerpo se dejaron guiar por el instinto, ese deseo que rápidamente subía por sus pieles, sus manos quisieron deshacerse de todo aquello que se estaba interponiendo, de todo eso que le estaba quitando tiempo de aquellos que tanto deseaban consumar.

 

Un giro en la cama fue lo que ambos necesitaron para darse cuenta que en ese fogoso beso había perdido no solo la ropa, si no cualquier rastro de cordura.

 

Las manos de Daiki recorrieron nuevamente las fibrosas piernas de Kise, el rubio mantenía ese cuerpo envidiable que Aomine recordaba, esas piernas duras y tonificadas, esa suave piel, blanca y tersa, por un segundo el moreno dudo si debía mostrarse en su estado actual frente a los ojos del rubio, pero nuevamente esas claras orbes le dejaron claro, que no importara el estado de su cuerpo.

 

Kise vibraba ante cada nuevo contacto, llevaba años deseando ser tocado de esa forma, ser recorrido por alguien como en ese minuto las manos de Daiki lo estaban haciendo, había intentado rehacer su vida, pero la depresión había sido más fuerte de lo que el mismo habría deseado, haciéndolo desechar la idea de una pareja.

 

Fue en medio de esos pensamientos fue cuando el profundo jadeo dejó el cuerpo de Ryota, la lengua del moreno tomaba y oprimía con dientes los pezones del más bajo.

 

Daiki aun podía recordar como el cuerpo de Kise respondía a cada uno de sus movimientos, la piel del rubio, sus extremidades e incluso su respiración se acompasaba al ritmo que Aomine le imponía.

 

Los besos comenzaron a intensificarse la velocidad, sus pieles estaban expuestas.

 

Ambos hombres se miraron fijamente, sus movimientos se detuvieron, el contacto entre sus pieles quedo resumido a sus manos, sus miradas se cruzaron y el silencio inundo la habitación, sus pechos subían y bajaban velozmente, había tantas cosas que decir, tanto que preguntar, pero como hacerlo,  Daiki se sentía cautivado, ese cuerpo era el mismo del que se había enamorado hace ya tanto tiempo, se sentía tan pequeño, tan en deuda con Kise, que no pudo evitar dudar, merecía si quiera tener contacto con alguien como lo era Ryota.

 

El rubio al notar la expresión en los ojos de Aomine, simplemente se acercó a sus labios nuevamente, pero esta vez Kise quería trasmitirle más cosas al moreno, no solo era su pasión, no solo era su propio deseo, quería darle esa seguridad que seguro le faltaba, sus labios se tocaron suavemente con los del moreno, los movimientos eran suaves, delicados, algo tímidos, era su primer beso.

 

No necesitaron nada más en ese instante, las manos de Daiki tomaron las caderas del rubio apretándolas suavemente.

 

Ambos tomaron su tiempo de reconocerse, de recorrerse, en tocar cada parte del cuerpo de su compañero, las manos de Daiki se deslizaron por las piernas del rubio, depositando delicados besos donde hacía contacto con sus dedos, Kise sentía que su piel quemaba, era imposible que esos labios no lo hicieran sentir como un adolecente, tenía miedo y a la vez se sentía feroz.

 

Sus cuerpos comenzaron a sudar, el contacto entre las pieles subía la temperatura de la habitación, las suaves sabanas, las frazadas, todo lo que había en esa cama había terminado en el suelo de la habitación, solo ellos sobre el blanco lecho.

 

Sus miembros se rozaban al paso de los minutos, Aomine tomo valor cuando en un movimiento los labios de Kise dejaron salir un profundo jadeo, el cuerpo del rubio se retorcía de placer.

 

—Aominecchi, en la mesita­—dijo. — Te quiero Aominecchi, te quiero mucho.

 

­—Demonios Kise— Tomó el frasco que descansaba en la mesita, su miembro estaba erecto, quería tirarse sobre el cuerpo del rubio y hacerlo suyo en ese instante— debo prepararte—agregó con su voz entrecortada, pero se contendría hasta que el cuerpo del rubio estuviera listo.

 

Sumergió sus dedos en el frasco de lubricante, para colocarse entre las blancas piernas del modelo, evitando que este se girara— No te gires Kise, quiero observarte, quiero recordar tú rostro, quiero verte a cada segundo.

 

—Aominecchi—. El cuerpo de rubio vibro cuando el primer dedo del moreno toco su entrada.

 

—Dolerá, lo sé, pero te pido que me dejes verte Kise—.Dijo mientras el trasero de rubio se alejaba de sus dedos.

 

—Haré lo que me pidas, lo haré—casi parecía una súplica, Daiki beso el pecho del rubio mientras jugueteaba con la entrada, descendió por su abdomen hasta llegar a su miembro, Aomine lo introdujo en su boca, justo cuando introdujo el primer dedo en el cuerpo de Kise.

 

El cuerpo de Ryota se contrajo ante la mezcla de sensaciones que las acciones del moreno provocaban,  Aomine jugaba con el miembro del rubio, su lengua se movía en distintas direcciones, mientras sus dedos habían hecho uso de aquella cálida entrada.

 

—Tómame— Su voz se entrecortaba— Aominecchi ya estoy listo, no soy una chica.

 

Aomine dejó libre el pene de Kise para acercarse a su rostro, los ojos dorados estaban llorosos, sus mejillas sonrojadas y su respiración entrecortada, el mismo sabía que su rostro debía estar en las mismas condiciones, cuantas veces había deseado volver a tener ese cuerpo, cuantas noches había soñado que el rubio estuviera a su lado nuevamente, pero ahora estaba excitado y con unas extrañas ganas de llorar que lo embargaban.

 

—Jamás he pensado que seas una chica Kise, eres incluso más hombre que yo—agregó antes de juntar sus labios en un profundo beso.

 

Aomine levantó las piernas de Ryota, haciendo que su miembro se empujara contra la entrada del rubio.

 

Kise contraía su cuerpo, realmente era doloroso y placentero, apretó las sabanas con los puños y contuvo sus ganas de gritar en la boca del moreno, cuando el pene de Daiki entró en su cuerpo.

 

Ambos se quedaron en silencio, detuvieron sus movimientos, separaron sus labios, y solo pudieron observarse por un par de segundo antes que las caderas del rubio invitaran a Daiki a moverse.

 

Fue suave, ambos comenzaron a moverse, las uñas de Kise se encajaron en la espalda del moreno, su miembro se ponía tirante, como si en cualquier minuto fuera a correrse, no quería terminar sin complacer a su compañero, no quería que Daiki notara cuanto tiempo llevaba sin tener sexo con alguien.

 

Aomine sentía como todo alrededor de su pene se contraía, no quería correrse, quería que todo lo que estaba pasando durara para siempre, pero su miembro le exigía la liberación.

 

Fue una última estocada cuando las paredes internas del rubio se contrajeron mientras su semen caía en ambos vientres, Aomine dejó su miembro liberar esa presión que lo molestaba, simplemente oprimiendo los hombros de su compañero.

 

—Aominecchi, Aominecchi, Aominecchi—Kise simplemente podía repetir su nombre una y otra vez.

 

—Kise, eres lo mejor que me pudo pasar en esta vida— Daiki beso los labios del rubio fundiéndose en un cálido beso.

 

Ambos se abrazaron y se perdieron en el calor que el cuerpo del otro despedía, Aomine había traído de vuelta la sabana a la cama, ambos querían solo querían dormir con el cuerpo del otro.

 

La mañana llegó rápidamente, tanto que a Daiki aún le dolían todos los músculos, se obligó a mirar a un costado, ya que el calor del rubio no se encontraba a su lado.

 

— ¿Kise? —Dijo.

 

—Aominecchi— Ryota caminaba con dificultad hacía el baño— No quería despertarte

 

—No lo hiciste, pero mira que te vez ridículo caminando así, déjame te ayudo. — El moreno se puso de pie, pero antes de llegar al rubio miró el frasco de medicamente que el rubio trataba de ocultar, claramente eran anticonceptivos, pero no podía reclamar, después de todo embarazar al rubio no era una buena opción cuando ellos recién se estaban reencontrando— ven acá, no los ocultes, lamente no haberme puesto condón, ¿quiere que te llevé algo al baño?

 

—Aominecchi— el rubio estaba realmente sorprendido, pero feliz de como ahora se comporta el moreno con él. — no te preocupes, llegaré solo, pero me harías un gran favor si traes algo por mí, en el cajón hay una crema, ¿puedes llevármela al baño?

 

El moreno asintió mirando al rubio avanzar, Aomine estaba cansado, pero el estar nuevamente junto a Ryota le retornaba las energías nuevamente, miró el mueble que el modelo le había señalado,  los cajones estaba ordenados, pero dentro del cajón diviso algo más que la crema, un sobre se deslizó entre sus manos, conocía el nombre de la clínica, era de la familia de Midorima, no quería inmiscuirse en la vida del modelo, pero aún tenía sus dudas sobre la depresión y quizás en ese sobre estaban las respuestas que necesitaba.

 

El contenido le quitó el aliento, una ecografía con el nombre de Kise Ryota, tenía fecha de unos días después de que él se marchara, junto con unos análisis, el pecho se le contrajo y una extraña angustia lo sobrecogió al comprender, al atar los cabos sueltos, esa era la pieza que faltaba.

 

“Aborto espontáneo…”

 

 

 

 

Notas finales:

Nos leemos!!!


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