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Golpes de la realidad por Samantha0507

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Notas del capitulo:

Hola gente bonita bonita que me lee, les traigo esta actualizacion, estoy un poco mas constante ya que he podido adaptarme y ordenar un poco mejor mis tiempos.

 

Bueno estoy un poco enferma del estomago y no me he sentido bien este fin de semana, pero solo trabajo 4 días esta semana por lo que creo podre descansar.

 

Bueno además de eso decirles que estoy contenta pues una persona que me gusta vivio algo super importante, y me tiene super feliz, sonara tonto y se que dije que me había rechazado, pero cuando la persona que quieres es feliz, yo no puedo evitar sentirme feliz...

 

Muchas gracias a todos quienes han seguido este fic, no recuerdo los nombres de todos, pero creo que ellos sabran que les estoy inmensamente agradecida por la buena llegada.

 

cualquier error, diganme y lo arreglare y bueno el spam solo se los puedo dar en privado 

Aomine caminó nuevamente en dirección al departamento, se había quedado dormido y a pesar de que estaba con permiso ese día en el trabajo, no podía dejar a Kise a cargo de su hijo, después de todo el niño es su responsabilidad, no la de Kise.

 

Daiki estaba tremendamente confundido, habían sensaciones extrañas, realmente incomodas en su pecho; no había necesitado que nadie le confirmara que ese bebé que el modelo había perdido era su hijo, pero con esa verdad habían llegado un sinfín de dudas y de culpa.

 

Shun se sostuvo cerca de un callejón, mientras afirmaba su vientre, sentía que este se había vuelto más pesado y que estaba caído.

 

—Vamos bebé, tenemos que reunirnos con tío Taiga, vamos un poco más—acarició su abultado vientre esperando apaciguar ese extraño malestar, pero una sensación de asco lo embargo, parecía que vomitaría, su cuerpo comenzó a temblar y las piernas le fallaron, cuando dos grande manos lo afirmaron, un pecho firme le sirvió de descanso mientras respiraba pausadamente esperando disminuir el mareo que estaba sintiendo.

 

—Shun puedes decirme, ¿qué estás haciendo solo, en las calles a esta hora? No falta nada para que nazca el bebé, no debes andar solo— por un minuto el moreno había centrado su completa atención en el débil cuerpo del mayor, lo había rodeado con sus brazos, dándole el apoyo que tanto parecía necesitar.

 

—Aomi—dijo. —Aomine, me siento extraño— Shun levantó su rostro, se había empezado a sentir débil y tenía una sensación incomoda en su cadera, como si la pierna se le hubiese trabado, se le entumecía, estaban concentrados en su conversación, que no notaron la presencia de cierto pelirrojo, que los observaba con el ceño fruncido.

 

—No puedo creer que sean tan malditos—Ambos miraron como frente a ellos un furioso Kagami parecía los miraba como si fuera a golpearlos. — Así que este fue su plan, se aprovechan de mi hermano y de Kise, me dan asco, que quieren, ¿quitarles dinero?

 

—Kagami no es eso. — Shun despabilo, tratando de concentrarse y reunir fuerzas para hablar con su cuñado,  trato de alcanzarlo separándose del cuerpo del moreno, pero el tigre simplemente se alejó.

 

—No me toques, me repugna pensar en todo el daño que le haces a mi hermano, el jurándote amor eterno y tú, una simple puta  barat…—No pudo continuar cuando uno de los puños de Shun se estrelló contra su mejilla, mandándolo directo al suelo.

 

—Cállate, cállate, cállate. — Las lágrimas bajaban por el rostro del ojos de águila, mientras sus gritos parecían se escuchan en todas partes. — no digas esas cosas,  cometí  un error, lo sé, me fui tras Hyuga, sé que preferí ser el amante que quedarme junto a Himuro que era quien más me necesitaba, pero no soy su puta, el dinero de Himuro no me interesa. —Shun apretaba los puños, pero aún seguía molesto,  mientras un sorprendido Daiki se había paralizado, sabía que la historia de Shun e Himuro no era bueno, pero jamás se imaginó que era lo que realmente había llevado a Himuro al borde del suicidio.

 

—Sempai…—

 

Kagami trato de agregar algo, pero Shun no se lo permitió.—Crees que ya no me odio demasiado por lo que hice, por lo que provoque, crees que no sé qué preferí ser el amante de una persona, crees que no tengo claro que me arrastre por alguien que era mi amigo, que me veía como un hermano, crees que no sé todo lo que piensan de mí, de cómo me ven todos, incluso mis amigos; para que lo sepas vivo con mi puta conciencia día a día, vivo sabiendo que pude costarle la vida al hombre que amo, vivo sabiendo que por mi culpa su hermano, la única familia que tiene lo dejó, crees que no sé qué se siente saber que eres la peor persona que existe, qué eres lo peor que le pudo pasar a la persona que amas. —Aún gritaba, pero las frases se entrecortaban por el llanto, por el dolor que él cuerpo de Shun estaba tratando de sacar.

 

Kagami se sentía extraño, sabía que no era perceptivo, ni mucho menos, pero sabía cuándo le era honesto, los ojos de Shun, su reacción, todo ese sacrificio, podía ser que Shun realmente quisiera a su hermano, que realmente no estuviera tras su dinero, ni que mucho menos buscara dañarlo.

 

—Vamos Shun. — Daiki rodeo el cuerpo de otro para darle firmeza. —Que este imbécil crea lo que quiere, tú ahora debes descansar. — Shun se dobló sobre sí mismo, antes que el moreno estuviese lo suficientemente cerca, dejando salir un gruñido doloroso. —Shun, ¿qué tienes?

 

—Duele, me duele, me duele. — La voz le salía forzadamente desde lo profundo de su garganta.

 

Taiga estaba en el suelo, mirando la escena ante sus ojos, sus movimientos, todo parecía ir en cámara lenta, hasta que miró el suelo y las gotas de sangre descansaban, Shun estaba teniendo una hemorragia.

 

Kagami se puso de pie, ayudando a Daiki a recostar a Shun mientras llamaban una ambulancia.

 

—Izuki, lo siento. — Kagami se veía asustado, mientras Daiki  llamaba una ambulancia y a Midorima.

 

Shun se había aferrado a la mano del tigre, mientras con la otra oprimía su vientre, tanto Kagami, como Aomine podían ver como el redondo vientre del mayor se contraía una y otra vez.

 

—Tengo miedo. — la respiración del moreno se entrecortaba. —No quiero que muera, no lo dejen morir, no importa lo que pase conmigo, no dejen que el hijo de Tatsuya muera, no lo dejen morir.

 

Nadie sabía que decir, no querían prometer algo que no sabían si se podría cumplir, la mancha entre las piernas del antiguo pilar de Seirin crecía, mientras su rostro empalidecía con rapidez.

 

La ambulancia se los llevó a los tres, mientras un asustado Kagami le mandaba un mensaje a Kuroko y a los demás.

 

Por su parte Daiki se dedicaba a hablarle al moreno, le decían que debía permanecer consiente, sabía que Midorima se encargaría de llamar a Tatsuya.

 

Por su lado Kise corría de un lado para otro, buscando la maleta que Shun había preparado, sacando dinero y cualquier otro documento que necesitaran, pero solo al llegar a la sala con un Ryouta muy dormido en sus brazos que pudo percatarse de cómo se encontraba Himuro.

 

Tatsuya permanecía en medio de la sala, en su mano derecha firmemente el celular  era apretado con toda la fuerza que el moreno tenía, mientras que su mano izquierda estaba en su pecho, tirando de sus ropas con desesperación.

 

—Tatsucchi, ven. — estaba en shock, el pelinegro no podía entender que estaba pasando, hace menos de una hora Shun dormía en el sofá de la sala junto a Kise y ahora debían ir al hospital, ya que Shun podía estar teniendo un aborto, todo su mundo estaba rompiéndose frente a sus ojos y ahora, nuevamente sentía como perdía todo, como todo ese hermoso sueño de una familia que estaba llevando, no era ni cercano a lo que él podría tener.

 

—No quiero— era un susurro más para el que para el modelo. —No quiero, no quiero— lo repetía una y otra vez, sus ojos estaban fijos en el suelo, empañados por las lágrimas, el rubio no necesitaba más para saber qué era lo que le pasaba al mayor, estaba a asustado, no quería perder a Shun.

 

—Vamos Tatsucchi, no pasara nada, vamos que tú esposo e hijo no nos esperaran mucho. — el niño en los brazos del rubio se removió inquieto, tras notar que la suave cama en la que había estado antes, era remplazado por el cálido cuerpo de Ryota.

 

—Shhhh, Ryoucchi duerme, shhhh. —lo meció un poco, pero el niño se acomodó mirando a su alrededor.

 

— ¿qué pasho?

 

—Lo que pasa es el bebé de Shuncchi  va a nacer y vamos al hospital para hacerle compañía, ¿ya no te duele el estómago?

 

—Solo duele poquito, mida así. — con sus manitas hizo un gesto para que Kise entendiera que estaba bien o al menos un poco mejor.

 

Se fueron rápido, Ryota consujo el vehículo a toda velocidad, pero con la calma suficiente y las precauciones necesarias; Himuro no estaba en condiciones, sus manos temblaban visiblemente; Ryota destinaba su atención a la carretera, pero de vez en cuando daba una breve mirada al pequeño niño, que ahora más pálido parecía a punto de vomitar.

 

Cuando llegaron Kise tomó al menor, notando que la fiebre había vuelto, lo envolvió en una manta mientras buscaban la sala de cirugía, detuvieron sus pasos, Taiga estaba sentado en uno de los sofás de la sala, con las manos y la ropa cubierta de sangre, mientras a su lado Aomine contenía las lágrimas que amenazaban salir de sus ojos, como si se tratara de él peor de los presagios, ambos hombres se quedaron quietos, sabiendo lo que estaba pasando.

 

Taiga levantó la vista encontrándose con los ojos de su hermano, se puso de pie, todo esto estaba pasando por su culpa, si no hubiese sido tan obstinado, sí algo le pasaba a Shun o al bebé jamás se lo perdonaría. — Bru…—pero los fuertes brazos de Tatsuya lo rodearon antes de poder continuar; el llanto se hizo presente, Himuro no sé contuvo, estaba asustado, molesto, necesitaba a su hermano a su lado y agradecía a los cielos que Shun hubiese estado con él y con Daiki.

 

Aomine miró al rubio que cargaba a su hijo y la imagen del modelo con una barriga lo golpeo, el fruto del amor más puro que nunca había sentido, aquel amor que nunca espero sentir, había muerto sin que el si quiera se enterara, el pecho de Daiki dolía, quería decirle tantas cosas al modelo, tantas cosas, tantos sentimientos que llevaba semanas guardándose.

 

—Kise…

 

—Aominecchi…

 

Hablaron al mismo tiempo, esperando tener las palabras exactas, pero no pudieron continuar cuando el pequeño tras una fuerte arcada termino por vomitar todo lo que había en su estómago.

Notas finales:

Nos leemos 


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