Kise sentía que hasta sus orejas se calentaban con el contacto del moreno, realmente era increíble como la solo presencia del otro hacía estragos en su cuerpo.
Iban hacía los estacionamientos cuando la imagen frente a los espejos dejó a Kise sin aliento, los tres se habían reflejado en el gran espejo que formaba parte de la escalera, juntos parecían una hermosa familia.
Kise apretó fuertemente la mano de su acompañante, sintiendo que por primera vez en mucho tiempo su mundo se sentía lleno, completamente feliz y perfectamente iluminado.
En el trayecto Ryou se había vuelto a dormir entre los brazos de su padre, los adultos no habían querido decir nada, a pesar de que trayecto no era corto.
Aomine solo pudo abrir sus ojos cuando pasaron frente a la entrada peatonal del edificio de departamentos, su padre y su madre estaban quietos, mirando la entrada como esperando algo.
Kise se detuvo y le dijo que los invitara a pasar, que el estacionaria el auto.
Aomine oprimió el niño contra su pecho, mientras lo cobijaba nuevamente con su chaqueta, Kasamatsu les había pedido que cuidaran al menor, que por ahora tuviera reposo.
—Mamá, papá. — los mayores se giraron al sentir la voz de su hijo.
Aomine pudo notarlo, los años no habían pasado en vano y a pesar de que se había cruzado con su padre antes, realmente no había observado como su cabello se había matizado con distintas hebras en tono plata, tampoco en como los ojos de su padre se habían sombreado por unas marcadas ojeras.
Su madre lo miró con los ojos cristalinos por las lágrimas que trataba de retener, Aomine quería correr y abrazarla, sentir ese calor que tantas veces había extrañado.
—Daiki. — la voz de padre se oía triste, su semblante tampoco era mejor, odiabas ver su rostro con ese gesto. — Satsuki nos llamó, dijo que habías ido al hospital.
—Papá— Aomine sentía que le habían comido la lengua los ratones. — Mamá, ¿mami? — los profundos ojos azules del mayor se llenaron de lágrimas mientras oprimía a su hijo contra su pecho.
—Hijo, mi Daiki, mi bebé. — repentinamente los tres se rodearon en un profundo abrazo, en algo cálido y lleno de emociones, todo parecía estar mejorando.
Aomine invito a sus padres a subir con él, al departamento del modelo, tal como Kise se lo había dicho.
—Hijo, te debo una disculpa, me comporte como un idiota, realmente lamento mi actitud, entiendo que nada justifica mis estúpidas acciones, pero estábamos tan preocupados y a la vez molestos por todo lo que hiciste mientras estabas en el extranjero.
—papá
—pero anoche, cuando Satsuki nos dijo que habías ido de urgencia al hospital, Dios, pensamos lo peor.
— ¿hijo, tú estás bien? —su madre se veía preocupada.
—SÍ, Ryou tuvo una pequeña infección estomacal y uno de mis amigos entró en labor, así que tuvimos que ir al hospital de forma urgente, pero todo ya está bien. —Aomine sonrió de forma sincera a sus padres, tenerlos frente a él nuevamente, lo hacía realmente feliz, saber que se preocupaban por él, que realmente lo amaban.
—hijo, nos preocupamos, nos alegra saber que todo está bien, pero no vinimos solo para esto.
Aomine se puso un poco tenso, Kise se había quedado en el cuarto con Ryou mientras los demás hablaban, su corazón latía rápidamente, el rubio sabía que las cosas podían complicarse y Aomine no estaba al 100% para lidiar con todo lo que sus padres pudieran decirle.
—Hijo. —la voz del padre de Daiki se oía más profunda de lo que el mismo pudiera recordar. —queremos que tú y Ryou se vengan a vivir con nosotros, queremos ayudarte, la verdad es que sabemos que no te tendimos una mano cuando más lo necesitabas, pero por ahora queremos estar contigo y con nuestro nieto.
—Hijo te lo pido. — la fina voz de la mujer se oía compungida, parecía a punto de llorar. —no hemos conocido a nuestro nieto y a ti recién te estamos recuperando, ven a nuestro lado, te ayudaremos con los gastos mientras consigues empleo y todo.
—yo…— Daiki no estaba seguro, el apartamento no era suyo y no podía simplemente quedarse para siempre, no podía ayudar con muchos de los gastos del lugar, Kise se estaba haciendo cargo de todo, incluso de alimentarlos, pero no quería alejarse del rubio, por más que lo pensaba, la sola idea de no verlo en las mañanas o no cenar juntos lo incomodaban. — Déjenme pensarlo.
Los ojos de Kise se cruzaron de golpe con las orbes doradas de Ryou, se notaba que el pequeño estaba aguantando el llanto.
—papi no…—el menor esquivo al modelo para gritarle a su padre. — el señod malo no quiede mi, no quiedo idme, papi no, tu diciste que nos quedadiamos, lo diciste, lo diciste, papi tonto. — Daiki trató de acercarse a su hijo, pero este lo evito.
—Amor, ven, ellos no son malos, son tus abuelos, ellos simplemente quieren ayudarnos.
—noooo, papi malo, no dejade a Kisecchi, yo quedo Kisecchi, yo qede estad aquí, ya no te quedo nada. — el menor se giró corriendo a la entrada del departamento.
Kise fue el primero en reaccionar y salir tras el menor, Aomine tras un par de segundo de duda logro entender lo que estaba pasando, saliendo del departamento por su hijo.
Aomine se encontró con el modelo apretando a su hijo contra su pecho, parecía un abrazo doloroso, las manos de Ryou se habían clavado en los hombros del mayor.
—No vuelvas a hacer eso Ryouta, me escuchas, no puedes salir de casa tú solo, no te das cuenta de que podría pasarte algo malo.
—Lo siento, lo siento. — el menor lloraba. — no deje Kisecchi, no quiedo que papi mi saque de qui, esta mi casa con Kisecchi, con papi, con Himudocchi y Shuncchi, esta es mi casita y la de papi, no deje que vaya, no deje.
—Shhuuuuu, amor, tranquilo bebé, hablaré con Aominecchi, para que piense mejor las cosas ¿te parece?, pero tienes que entender, que tú padre solo quiere lo mejor para ti.
—lo mejor pada mi es estad con Kisecchi, lo mejod pada papi es estad aquí, yo solo quedo estad con Kisecchi.
—pero amor…
—yo quedo que Kisecchi sea mi mami, pofavod Kisecchi se mi mami y nunca nunca me dejes, pometo que no mi metede en pobemas, pero se mi mami, se mi mami.
—Amor eso no es tan fácil, tú papá…
—Papi ti ama, tu edes su angelito, tu edes quien lo cuida, tu edes quien mi papi ama, po eso tu edes mi mami Kisecchi.
—Ryouta…— ambos rubios se voltearon, observando al de orbes azules, Daiki se había puesto pálido, Kise trago el nudo en su garganta, los niños no mentían, así que Aomine aún lo amaba, aún existía esa oportunidad entre los dos.