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Notas del fanfic:

Un one-shot corto para entrenerlos y pedir disculpas por mi tardanza con Ojos Bonitos y Tímido.

Notas del capitulo:

Antes de recibir regaños por parte de mis lectores de Ojos Bonitos, explicaré el porqué de mi retraso. Tuve problemas con mi laptop, un defecto de fábrica. Ahora no tengo ningún computador donde pueda escribir, he estado haciendo todo desde el celular que resulta ser terriblemente cansado. Me tardo mucho tiempo en escribir, y como el siguiente capítulo de Ojos Bonitos es corto, pero importante, he decidido tomarme mi tiempo en él.

Si no los he mareado con mi explicación (O si sólo decidieron brincársela), espero que disfruten de la historia ^^

Minho se sentó en el sofá, esperando a que el muchacho del día entrara.

 

Cada semana, al menos una noche, Minho iba a la misma casa de mancebía, donde tenía sexo con alguno muchacho (o algunos). Después de todo, ese lugar aún mantenía buena reputación y todos los papeles en orden.

 

Él nunca había sido de mantener relaciones, por eso le gustaba ese lugar. Podía tener sexo, sin compromiso alguno. Por eso, prefería asistir a ese lugar, que tenía hombres y mujeres por concubinos y donde ya le tomaban por cliente frecuente, e incluso, podía darse la libertad de pagar por tener privilegios.

 

Le dio un trago a su copa de vino tinto, logrando ver que un chico entraba por la puerta. Era curioso, nunca había visto a ningún chico que trabajara ahí vestido de blanco, pero en ese muchacho se veía bien, cuando fácilmente en otro sería un insulto a la inocencia.

 

Minho le miró, alzando una ceja. No le conocía, nunca había estado con él, lo que le parecía algo bueno, ya que no gustaba de repetir; aunque, si fuera por aspecto, no le molestaría repetir con algunos. Le examinó, delgado, de cabello oscuro y corto, labios rosados, mirada algo perdida en la nada. Sonrió, indicándole que podía empezar a desnudarse.

 

Sus movimientos eran suaves, dando un toque de majestuosidad, como si no estuviera pensando mucho en el hecho de quitarse la ropa en frente de un desconocido, casi como si hubiera desinterés en ello. Fue cuestión de segundos, en un instante, se encontraba desnudo, dejando ver el color blanco aperlado de su piel.

 

-¿Sabes bailar?- Le preguntó, aprovechando la desnudez, que dejaba ver un buen cuerpo.

 

El chico sólo hizo un movimiento de cabeza, liberando un suspiro, como si su paciencia estuviera colmada. Juntó sus manos con delicadeza, pasando la derecha, por encima de la izquierda, recorriendo el hueso de su pecho, mientras lentamente tomaba ritmo. Se movía con gracia, pero muy desinteresado. No eran nervios, pero se notaba que esa era una petición o que no le hacían muy seguido, o que cuando la hacían tenía que pasar por una larga noche.

 

Minho se puso de pie, recorriendo el lugar, observándole desde diferentes ángulos. Era deleitable verle moverse, pero esa frialdad que tenía quitaba mucha emoción al momento. Sonrió, maquiavélico.

 

-¿Quieres beber?- Se acercó, casi pegando su copa de vino a los labios ajenos.

 

El chico tomó la copa, rozando sus dedos con los contrarios, mientras observaba bien a quien le ofrecía la bebida. Era suspicaz, sólo se trataba de trabajo, no debía cruzar la línea. Bebió un pequeño sorbo, procurando no dejar que se le subiera rápido, nunca había sido buen bebedor. Hizo una mueca, parecida a una sonrisa, mientras dejaba de lado el vino; había algo que le llamaba la atención,era extraño que el señor aún no le hubiese tocado, no sabía que pensar ante esta situación.

 

Minho le tomó por una mano, y con la otra le tomó por la cadera, sabía y pensaba que un cuerpo así como el del chico debía ser valorado de todas formas. Empezaron a bailar un vals, girando por todo el lugar, como si pudieran escuchar música rodearles. Estaban consumidos ante la fantasía, que les hacía ver un enorme baile, sólo para ellos. Minho no había escatimado en el tiempo, simplemente decidió alargar todo lo que fuera posible.

 

Y cuando el baile acabó, tomó al muchacho por la cintura, acercándole, con intenciones ya establecidas. Rozó sus labios, dispuesto a morderle, con absoluta placidez. Nunca había durado tanto con alguno de los muchachos de ahí, pero alcanzaba a comprender que éste valía la pena. Le arrastró, haciéndole caer sobre la cama, quedando sobre ese cuerpo delgado. Se dirigió a su cuello, iniciando con besos, cortos, rápidos, que se movían a lo largo. Volvió a su boca, mordiendo, introduciendo la lengua con fuerza, sin haber pedido permiso. Le gustaba jugar un poco, antes de adentrarse por completo en el acto mero del sexo, que en realidad no era más que insulso, si no se sabe cómo llevarlo a cabo con alevosía.

 

Tocó su figura, deslizando sus dedos hacia abajo, quedando atascado, mejor dicho entretenido, en los muslos de chico que no había hecho más que desviar su vista. En serio, ese muchacho estaba resignado a no participar en el acto. Minho rió, desconcertado al contrario, pero él era muy consciente del tiempo, y no le gustaba perderlo.

 

-Es tarde, tengo que irme.- Se alzó, quitándose de encima del muchacho, que le veía con incredulidad, podía leer su mente ¿En serio? ¿Va a dejar las cosas a sí? O mejor un ¿Perdió todo este tiempo para nada?

 

-Aun no acabo, bonito.- Le guiñó un ojo, desconcertando más al chico. -¿Cómo te llamas?

 

El chico echó la cabeza de lado, ya entendía qué estaba pasando, pero nunca había conocido a tan extraño cliente. Abrió sus labios, dispuesto a decir su nombre, primero perdiéndose un poco en quien le miraba con ojos de lujuria.

 

-Taemin.- Dijo, con resignación, sabía que le volvería a ver.

 

~(*)~(*)~(*)~(*)~(*)~

 

Fue fácil, decir a quien se encargaba de asignar a las parejas que quería volver a estar con Taemin, y aunque le había desconcertado un poco, la señora no negó esa petición de Minho.

 

Ya había pasado una semana, pensaba terminar lo acontecido anteriormente. Era la misma habitación, estaba esperando a que el chico llegara. Y cuando llegó, le vio de la misma manera que aquella vez; no llevaba blanco, pero sí colores claros, evocando de nuevo una imagen que no le quedaría bien a cualquiera. En cuanto el chico le vio hizo una mueca, recordando. Se desnudó, con esa parsimonia fría, desinteresada, asimilando quizás una burla a quien le observaba.

 

Minho le tomó por la cadera, haciendo que se girara, llevándole a la cama. Taemin alzó una ceja al ver el lugar, la vez pasada sólo tenía vino, pero ahora, además tenías de esos absurdos bocadillos que la gente rica suele comer. Quiso bufar, pero se contuvo, trabajo era trabajo. Se dejó caer en la cama, quedando atrapado bajo el cuerpo ajeno. Podía sentir esos labios recorrer su piel, como muchas veces había sentido otros hacer lo mismo. Pasó sus manos, por encima de los hombros del señor, que insistía en llamar así a pesar de no verse tan viejo.

 

-¿Habías estado esperando? - Minho preguntó, agregando algo de humor a la situación.

 

-...No...- Taemin le miró, quizás algo rudo, no comprendía la mentalidad de este rico, ¿acaso no era cómo los demás? Había vuelto, pero no se veía tan presuntuoso como algún otro lo haría. Sintió como el señor tomaba algo y lo arrastraba por su piel, hasta llegar a su boca.

 

-Di ah.- Fue una orden, sin escucharse como una.

 

Taemin abrió la boca, para enterarse que lo que comía era una uva. Sonrió, ese era un viejo cliché, pero se le agradecía el intento. Por un momento dejó su usual actitud que demostraba en el trabajo de lado, dejando ver algo de su personalidad.

 

-Vaya...- Minho rio, lo había notado, la frialdad en el muchacho había desaparecido. -Sabes sonreír. ¿Por qué mirás todo con tanto desapego?

 

-No creo...Señor...Sea algo de su incumbencia.- Fue sincero, dejándose llevar por el momento.

 

Minho se mofó, riendo, sobre aquella boca que ahora hacía una mueca, sin entender por qué se reía.

 

-No eres tan dulce como tu apariencia.- Sonrió, sabiendo que tenía un reto.

 

-¿Qué le hizo pensar que soy dulce? - Sabía que no debía interactuar con el cliente, pero éste en particular le sacaba de quicio. Frunció el ceño, a pesar de saber que no sería lo correcto, podía hacer enfurecer a este loco.

 

-Tienes un rostro bonito, que hace creer a cualquiera que estás perdido y no deberías estar aquí.- Le jaló el labio inferior, obligándole a abrir la boca de nuevo. -Uno nunca esperaría que contestaras de esa manera.- Frunció los labios haciendo un ruido con la lengua. -Deberías ser dulce...- Le susurró al oído.

 

-¿Quiere que sea dulce?- No sería la primera vez que actuaría de algo que no es. Respiró, esperando esa respuesta, que incluso había repetido en su cabeza.

 

-No.- Le mordió el cuello, consiguiendo que el chico abriera los ojos por la sorpresa de haber sido mordido y de no quererle dulce. Por supuesto que Minho no le quería dulce, le haría volverse dulce, a la fuerza.

 

-¿Q-Qué...- Taemin dio un respingo al sentir que esa boca le soltaba. No había sido tan fuerte, como para dejarle una marca, pero sí inesperado. Quiso quitarse al hombre de encima, más por orgullo, que por haber sido trasgredido, estaba acostumbrado a cosas peores.

 

-¿Eres sensible?- Preguntó, mientras hacía presión sobre su entrepierna. Podía verlo, el chico se estaba enojando, y eso le causaba risa.

 

Le soltó, ayudándole a incorporarse, para poder tomarle un mechón de cabello y acomodarlo por detrás de su oreja. Se estaba divirtiendo sólo con molestarle. Le tomó por el cuello, besando con fuerza, mordiendo el labio inferior, hasta sentir que el chico le volvía a empujar para alejarle. Sí, le gustaba que le diera batalla, que apesar de que su trabajo le indicara seguir órdenes, no hiciera caso.

 

Taemin se estaba desesperando, ¿cuándo pensaba acabar? Bufó, sin intenciones de reprimirse, este hombre le provocaba tanto desespero. Se dejó hacer por esas manos grandes que le tocaban con fuerza y profesionalismo. Gimio, porque no pudo contenerlo, ciertamente sí era sensible y no podía contra ello. Se recostó, dejándose, para terminar cuanto antes, cerrando los ojos.

 

Minho alzó una ceja, ¿estaba dándose por vencido? Ese chico no quería jugar. ¡Jo! Pero qué más aburrido que eso. Le tomó por el mentón, besando desde ahí, bajando por su pecho, donde mordió el pezón izquierdo del muchacho. Le escuchó jadear, haciendo el rostro de lado; en realidad ese chico se reprimía.

 

-Me encantaría verte ser tú.- Le susurró, al oído. Mordiendo de nuevo, mientras sentía que el chico se movía en protesta a las muchas mordidas.

 

-¿Qué? - Jadeó, al fin quitándoselo de encima. -¿Por qué usted es tan extraño?- Se cubrió la boca al darse cuenta que se había dejado llevar por la situación.

 

-Extraño, ¿quisieras definirlo, dulzura?- Le retó con sorna.

 

-¡Agh!- Taemin se jaló el cabello, mientras pataleaba la cama. Ese hombre le exasperaba.

 

Minho llenó una copa de vino y se la ofreció al muchacho enojado. Taemin la tomó de mala gana, pero la bebió rápidamente. Se dejó hundir en la cama, pegando sus piernas a su pecho, y frunciendo el ceño. Minho se sentó enfrente de Taemin imitándole. Estaban teniendo una absurda competencia de miradas, para ver quién resistía más tiempo esa tensión.

 

Ninguno de los dos supo cuánto tiempo perdieron (a pesar de que Minho fuera un obsesivo del tiempo), hasta que el mismo sueño empezó a vencer a Taemin. Entrecerró los ojos, con pesadez, quería que ese hombre desapareciera de su vista. Al abrirlos pudo ver una sonrisa en

aquel rostro que empezaba a aborrecer. No pudo evitar despertarse al sentir cómo le asaltaba con un beso. Ese idiota, debía ser el mayor engreído del mundo.

 

Después de eso, Minho se fue, no permitiría darle el gusto a ese caramelito de no verle de nuevo; había encontrado un mayor placer en molestarle, que tener sexo.

 

~(*)~(*)~(*)~(*)~(*)~

 

"Te has vuelto adicto a Taeminnie "

 

Eso le había dicho la ajhumma a Minho, antes de volver a asignar al chico. Minho no pudo evitar considerar que la señora se equivocaba. No, no gustaba del chico, a pesar de ser bonito, y no había copulado con él, como para desearle. Era más su morbo por hacerle enojar, por el cual seguía asistiendo a verle, y no llevado a cabo el acto sexual.

 

Le esperó, como las últimas veces lo había hecho. Taemin nunca demoraba más de la cuenta, aunque sí parecía que se tomaba su tiempo en recorrer el pasillo. Ahí estaba, en la puerta, haciendo un puchero de descontento por volverle a ver. Minho no pudo hacer más que sonreír, conteniendo la risa.

 

Taemin se desnudó, sin realmente hacerlo con ganas. Ni siquiera miró al hombre que le desquiciaba. Fue directo a la cama y se recostó ahí, mirando el techo.

 

-¿Ya? ¿No harás un esfuerzo por seducirme para no volverme a ver?- Minho fingió hacerse el ofendido.

 

-No pienso tratar con usted, señor.- Taemin habló monótono, sin quitar la mirada del cielo raso.

 

-Oye, tengo nombre.- Lo dijo marcadamente. -Soy Choi Minho.

 

-Señor Choi, no es algo que me interese.

 

-Umm, ¿a sí que hablaremos de intereses? Bueno, en primer lugar, no creo que ser tan mayor que tú, olvídate de decirme "señor" . ¿Qué edad tienes, Taemin ah? - Se sentó a su lado, atosigándole.

 

Taemin rodó los ojos, volteando a verle por un segundo. ¿Le estaba haciendo la pregunta sinceramente? Ah...Bufó, incorporándose, para quedar un poco a la altura del otro.

 

-Tengo 24 años, y no pienso dirigirme a usted de otro modo, señor.

 

Minho alzó una ceja, ¿dijo 24? Taemin parecía haberse quedado atrapado en los 20, pero le alegraba que sólo fuera seis años menor. Recogió un mechón de cabello detrás de su oreja, viendo como el muchacho hacía un gesto de desagrado.

 

-Yo, tengo treinta.- Siguió, sabiendo que Taemin no quería hablar. -.¿Oye...

 

-¿Sabe?, sé que sabe que no me agrada, y usted no pretende usarme para lo que vino. ¿Por qué insiste en verme? No nos agradamos, aquí debería terminar todo. ¿Cuál es este absurdo juego?- Taemin dijo, algo cansado.

 

-¿Nunca nadie te ha pedido hacer algo que no quieres, o no sabes?- Minho se acercó, hablándole tan pegado que podía rozar sus labios con los ajenos. Taemin asintió, sin quitarse de ahí. -Esto es igual, no te gusta, pero yo me divierto.- Le sonrió. -Me alegro que al menos hayas sido tú, y dicho lo que piensas.- Sí, el chico el día de hoy había hecho todo lo que estaba en su mente, sin reprimirse o limitarse.

 

Taemin se volvió a dejar caer en la cama, no debía perder la cordura. Pudo ver cómo Minho se ponía a horcajadas sobre de sí, con ese par de ojos enormes llenos de un brillo extraño.

 

-¿Qué más quiere?- Preguntó, resignado a lo más seguro recibir una respuesta tonta, o desafiante.

 

Minho sonrió, buscándole, para no volverle oír quejarse, era divertido, pero prefería seguir guardando sus cartas para después. Desplazó su boca, llevándola al cuello de Taemin, mientras sus manos le asiaban de la cadera, marcándole suavemente.

 

Taemin rió, una carcajada suave, Minho al fin de cuentas, era un hombre que había ido ahí por algo. Sus manos buscaron llegar a la camisa del alto y empezar a desabrocharla. Quitó la camisa, y acarició el pecho de Minho, dibujando un camino hacia abajo, y poder llegar al pantalón. No, no necesitaba seducirle, confiaba en que le pareciera atractivo a Minho, ya que se encontraba desnudo y Minho estaba ahí por algo. Alcanzó a desabrocharle el pantalón, antes de que Minho le detuviera. Le sostuvo ambas manos, mientras sonreía con sorna. Bajó, acariciando el cuerpo del muchacho con sus labios y su nariz. Después le soltó, para poder abrirle de piernas. Taemin era realmente bonito, pero no le importaba mucho eso. Se acercó al muslo derecho y lo besó. Escuchó una pequeña risa que le desconcertó. Volvió a besar, varias veces, repitiendo esa risa que no era lo que se esperaría de ese rostro.

 

-¿Te hace cosquillas?- Le miró.

 

-Sí.- Taemin cubrió su boca, ocultando su sonrisa, en realidad era sensible y cosquilludo.

 

Minho sonrió, volviendo a pensar que Taemin era bonito, pero ahora creía que era más bonito cuando no se reprimía y era sincero. Volvió a besar su muslo, intercalando con lamidas y pequeñas mordidas, brincando al muslo contrario y repitiendo los actos. Era bello escucharle reía, en vez de bufar. Se quedó ahí, de nuevo, encantado de esa risa. Después subió, a la boca

rosada. ¿Alguien más habría notado que Taemin mordía sus labios? Porque él lo podía ver, Taemin lo hacía todo el tiempo, aunque no fuese por nervios o rabia.

 

Taemin logró tomar a Minho, por los brazos, aferrándose a ellos. Había muchos hombres que les gustaba sentirse el mejor, y tomando esa posición era fácil hacérselos creer. Pero, Minho, él seguía besando, mordiendo, acariciando, llevando a la larga todo lo posible que fuera. Incluso parecía que no quería tener sexo.

 

-¿Qué más te hace reír?

 

Taemin sonrió, ¿acaso Minho pretendía recibir una respueta.

 

-No le contaré mis secretos...

 

~(*)~(*)~(*)~(*)~(*)~

 

Taemin entró a la habitación. Hizo una mueca, un simple gesto que emulaba una sonrisa. Ya se había hecho costumbre, que Minho le visitara. Nunca hacían nada, más que discutir y de vez en cuando hablar, pero nunca llegaba a nada más. No sabía ni para qué se quitaba la ropa. Apenas logró hacer el ademán de desnudarse, cuando el mayor le detuvo.

 

-No es necesario que te quites la ropa, si así te sientes más cómodo.- Parecía por un momento que Minho quería ser indulgente con Taemin.

 

Taemin rió, Minho había dicho cómodo, de cualquier modo se quitó la ropa, mirando algo retador al alto. Se sentó en la cama, con una gran sonrisa. Había sido un buen día y no pensaba dejarse molestar por Minho.

 

-¿Te sientes bien?- Minho le picó en la mejilla, buscando provocarle.

 

-Tengo sueño, dormiré un rato.- Se dejó caer en la cama, hundiéndose entre las sábanas. Podía verse feliz y eso no le agradaba a Minho.

 

Minho se puso a horcajadas sobre Taemin, mirándole. Le molestaba, y mucho, que Taemin no se dejara el día de hoy. Recorrió con sus dedos el pecho del menor, hasta llegar a su cintura. Alzó la vista, Taemin cerraba los ojos, con absoluta placidez. No, le haría rabiar, a como diera lugar. No sabía qué hacer, ciertamente entendía que si Taemin ya no se molestaba, todo llegaría a su fin. Tampoco quería eso. Abrió los ojos, perplejo, alcanzaba a entender cómo podía seguir prolongando esas secciones de nada.

 

-Taemin-goon, ¿por qué estás aquí?- No quería interesarse, pero ya se había cuestionado eso varias veces.

 

-¿Eh? ¿A qué se refiere?- Se incorporó, quitándose a su cliente de encima.

 

-Eres orgulloso, y réplicas mucho. No pareces alguien que trabaje aquí.- Le tomó de la mano, abriendo su palma y extendiendo los dedos. Jugó a delinearlos, uno por uno.

 

-Ahhh...- Suspiró. -Aquí trabajo...Este es el tipo de trabajo que uno consigue cuando está desesperado.

 

-¿Desesperado?- Alzó una ceja. Obligó al chico a que le mirara de frente, quería escuchar esa historia, cuando nunca antes quiso escuchar la de nadie más.

 

-Mi hermano...Estaba perdido en las drogas, necesitaba el dinero, para rescatarlo, sacarlo adelante. Soy el mayor, debo de dar todo por él.

 

-Tae, hay otras formas que...

 

-¿Cuáles formas? No he estudiado más que el instituto. Mi hermano apenas pudo completarlo...No quería perdelo...- Ciñó sus piernas contra su pecho.

 

-¿Y tus padres? ¿Tienes padres?- No le importó si la pregunta podría ser dolorosa, quería saber, más, mucho más.

 

-Supongo que...cuando huyes de casa dejas de tener padres.- Se encogió de hombros.

 

-Taemin...quiero saber...

 

Taemin le miró, ¿en realidad quería saberlo? Sería la primer persona que tuviera la voluntad de escucharle. Sonrió, Minho no se había dado cuenta, pero él también se había rendido de discutir.

 

-Mi hermano y yo dejamos la casa donde vivíamos. Uno nunca llega a entender cuán grande es el maltrato, hasta que lo ve por fuera. Aquí me tratan bien, tengo trabajo con el que puedo pagar la comida del día al día y también pude llevar a mi hermano a rehabilitación. Ahora, trabajo por que mi hermano pueda entrar a una Universidad.

 

-¿Y qué hay de ti?- Minho echó la cabeza hacia un lado, Taemin sólo habia hablado de su hermano. ¿Acaso eso es amor desinteresado?

 

- ¿Yo? Estoy bien...- Sonrió. -Tengo más de lo que pensé tener cuando salí por la puerta de lo que solía ser mi casa.-Suspiró, acurrucándose de nuevo en la cama. Minho le acompañó, por un lado, mirándole directamente. -Conseguí trabajo que me ofrece vivienda. Tengo fans, que me

envían regalos, anónimamente, a pesar de que sé de quién son por sus gustos. Nunca me ha importado el pudor, así que no sufro.

 

-¿Y no piensas estudiar?- Minho acarició el cabello del menor.

 

-Eso...se lo dejo a mi hermano. Espero que algún día pueda tener una mejor vida que la que yo le ofrezco.

 

-Puedes tener una vida mejor...

 

Le susurró, pero Taemin le ignoró por completo. Ahí estaba, Taemin, tratando en serio de dormir. Minho consideró dejarle dormir en el siguiente encuentro.

 

~(*)~(*)~(*)~(*)~(*)~

 

Los días pasaron, haciendo las sesiones tan seguidas. Ahora, Minho visitaba tres veces por semana al muchacho, siempre lo mismo, nunca tenían sexo. Y la razón era que simplemente Minho ya no consideraba esa opción. Sabía que el día en que tuviera sexo con Taemin sería el parte aguas de algo nuevo. No le volvería a ver, tal vez ni siquiera regresaría a ese lugar.

 

Taemin llegó, de nuevo luciendo inocente, como siempre lo había hecho; y luciendo alegre, imagen que había tomado después de que las asistencias de Minho aumentaron por semana. Se sentó en la cama, mirándole con un puchero.

 

-¿Esta vez sí me dejarás dormir?- Alzó una ceja, sabiendo bien la respuesta.

 

-Sé que nunca hacemos nada interesante, pero creo que vale la pena estar despierto.- Minho elevó una sonrisa seductora, de comercial, que hizo reír al chico.

 

Taemin se recostó en la cama. Habían cambiado tanto las cosas entre ellos. Ahora no se imaginaba que tan aburrido podía ser su trabajo si al final del día no tuviera que ir a esa habitación y estar con Minho.

 

El mayor se acomodó, jalando a Taemin, para que se recostara sobre su pecho. Taemin había omitido quitarse la ropa, algo que de vez en cuando hacía, después de que le ofreciera la opción de no desnudarse. Pero hoy no era el día correcto para estar con ropa. Minho no podía quitarse ese sentimiento de encima. Le jaló el cuello de la camisa, para ver parte de su pecho, soltando un gruñido al no obtener mucho éxito.

 

-Quítate la ropa.- Le gruñó, con una voz ronca y sensual.

 

Taemin soltó una risilla, parte de un murmullo, mientas con sus finas manos quitaba la poca ropa que solía usar.

 

-Minho, ¿por qué a veces me demandas que me quite la ropa, cuando casi siempre me dices que no es necesario que lo haga?- Preguntó, mirando con unos ojos transparentes al alto.

 

-Sólo quiero asegurarme que estés bien...

 

Taemin se sonrojó, echando rápidamente el rostro de lado. Sí, ahora entendía lo que Minho hacía, y sabía muy bien por qué. Hacía semanas, un cliente algo rudo le había dejado marcas en la cintura y parte de sus muslos. Eran marcas púrpuras, que se desvanecían en rojo vivo. Minho le había visto y se había puesto furioso, ya que los clientes no tenían permitido hacer daño o marcar a los concubinos. Una de las reglas de ese lugar, quizás la segunda más importante.

 

Minho tomó al menor por los brazos, pegándolo de nuevo a su cuerpo. Taemin tenía una risa fresca, extravagante y completa de algo que él no conocía.

 

-Minho hyung...- Respiró ondo, mientras ponía su mano sobre el pecho del mayor. -Usted me agrada.

 

Minho rió, recordaba aquella vez en la que Taemin había dicho que no le soportaba. Ese chico era tan encantador.

 

-Mentiroso...- Murmuró, también alegre.

 

-No es mentira.- Taemin le miró directamente. -Yo solía hacer lo que me decían, estaba acostumbrado a eso. Luego usted llegó y me pidió hacer algo que iba contra las reglas. Ser yo mismo.- Jadeó. -Me tomó mucho tiempo poder entender por qué lo hacía.

 

-¿En serio?- Minho le tomó por el mentón y le alzó el rostro. -Dime, ¿ya puedes ser tú mismo conmigo?

 

Taemin sonrió, tomando al mayor por los hombros, pegando sus labios a los de Minho. Un pequeño osculo, sin ninguna otra intención. Después volvió a acomodarse, como antes para poder descansar.

 

-Taemin...- No, Minho nunca le dejaría dormir. -¿Qué te gusta?

 

El menor abrió un ojos, para verle. ¿A qué se refería? Tendría que pensar que era lo que más le gustaba dentre todas las cosas que le gustan.

 

-Las fresas.- Sonrió, mirando a los ojos del chico alto. Podía mirarle todo el tiempo, le gustaban esos ojos grandes, que le miraron con lujuria, pero que ahora ya no lo hacían. -Los dulces de fresa, el aroma de las fresas, bebidas de fresa; oh dios, el pastel de fresa...

 

Se veía excitado sólo de pensar en comer fresas, ellas eran su dicha. Empezó a dar brincos sobre su lugar, imaginando lo que para él era un mundo perfecto color de las fresas, con todo y sus pequeñas semillas y hojas verdes.

 

Minho sólo se quedó ahí, observándole. Taemin ya no se dormiría, estaba tan activo en su mundo feliz. No lo quiso sacar de esa fantasía, le hacía bien ver la felicidad en aquel rostro que antes no le miraba más que con muecas de desprecio.

 

 

 

Al día siguiente, Taemin entró a la habitación, hallándose con la sorpresa que Minho le había preparado.

 

Globos color rosa, pero con pequeñas imágenes de fresas. También las sábanas de la cama eran rosa, ese intenso que se pega en los labios después de comer aquella frutilla. Y sobre todo, un enorme pastel de fresas.

 

Se quedó sin aliento, quiso saltar de alegría. ¿Cuándo había sido la última vez que había comido pastel de fresas? Lo recordaba bien, era el cumpleaños de su hermano y había logrado ahorrar para un pastel. De eso hacía dos años.

 

-¡Ta-Da!- Minho se acercó al chico que obviamente iba a explotar de alegría en cualquier instante.

 

-Oh, Minho-ssi, no debió.- Mordió su labio inferior.

 

-Tú dijiste que te gustaba...Es para remediar todo lo que te hice rabiar.- Le abrazó por los hombros, mientras notaba que Taemin no se atrevía a acercarse al pastel. -¿Qué pasa? ¿Eh?

 

-Quiero que dure para siempre...No puedo comerlo...- Susurró. No sabía cuándo sería la próxima vez que comería tal postre, quería atesorarle.

 

Minho hundió su rostro en el cuello de Taemin, el chico olía a fresas, era de esperar.

 

-Prometo comprarte un pastel de fresas cada mes.- Fue solemne. -Ahora, cómelo.

 

Taemin brincó, de emoción acercándose a la mesita donde tenía Minho el pastel. Cortó una rebanada enorme y se sentó en la cama, como niño pequeño, con el tenedor en la boca y un gesto de placer por aquel sabor.

 

Después de comerse media porción de lo que se sirvió, decidió que no podía ser egoísta.

 

-Minho-hyung, coma.- Le extendió un trozo, en la punta del tenedor, para que lo comiera.

 

-Es tu pastel, pastelito.- Minho tomó la mano de Taemin, deteniéndole.

 

-Por favor~.- Rogó, con voz infantil. -Hyung, diga ah.- Abrió la boca, para que el mayor le imitara, como se hace con los niños pequeños.

 

Minho rio, girándose ligeramente de lado, para no comer.

 

-Por favor, Minho. No puedo comerlo yo sólo, y aunque lo lleve a casa, es mucho para dos personas.- Puso el bocado sobre los labios del mayor.

 

Minho abrió la boca, aceptando el bocado. Taemin había sido dulce, tierno y bastante responsable a la vez. Recordó la vez cuando le conoció, creyéndole dulce. Después creyó que Taemin era duro, soberbio. Ahora lo entendía, Taemin era como uno de esos caramelos que tienen muchas capas de diferentes sabores. La dulzura de Taemin estaba hasta el fondo, y él había podido llegar a ella.

 

Taemin sonrió, Minho había aceptado el bocado. Se sentía dichoso.

 

-Gomawo...- Se sonrojó un poco, mientras daba gracias por el pastel. -Es el mejor regalo que me han dado...

 

-Creí que tenías muchos admiradores.- Comentó con algo de amargura.

 

-Neh...Pero me dan regalos ostentosos, que comprarían a gente que está acostumbrada a tener ese tipo de cosas. No son de mi agrado, y no sé qué tipo de problemas me pueda causar tener cosas así en mi casa. Los devuelvo...Pero...

 

Minho le tomó por las mejillas y le besó. Ya no quería escuchar más sobre lo que otros hacían para ganarse el cariño de Taemin. No, por ahora, Taemin era suyo, y mientras estuviera a su lado sólo haría lo que estuviera a su alcance para tener lo que ellos jamás verían en Taemin.

 

~(*)~(*)~(*)~(*)~(*)~

 

Pero ambos sabían que esa clase de relación que tenían no duraría mucho, al menos si seguían viéndose ahí. Ninguno de los dos iba a ser completamente del otro mientras sus encuentros fueran así.

 

Ese día, en particular, Minho había llegado algo tarde y presuruoso, con lo obseso del tiempo que era, había sufrido al no poder llegar a tiempo.

 

Pero, hubo algo peor. Cuando Taemin llegó tenía el cabello mojado. Se había bañado. Había estado con alguien momentos antes.

 

Minho sintió un remolino destruírle todo su interior. Lo había olvidado, Taemin trabajaba ahí teniendo sexo con la gente. No quería eso, quería que el chico fuera sólo suyo. Pero Taemin no renunciaría, tenía un motivo, y nada lo haría salir de lo seguro, ¿o sí?

 

-Taemin ah...- Le jaló, hundiéndolo en la cama, bajo su cuerpo. -Eres tan bonito.- Y lo era, resultando un problema, ya que por eso era muy solicitado.

 

Escuchó la risa de Taemin, le congeló, ¿acaso Taemin no entendía? O ¿no sentía lo mismo? No podía imaginar eso, no quería hacerlo. Pero entonces, la boca de Taemin rozándose con la suya le hacía tranquilizarse. Taemin le besaba, con esa paciencia que había aprendido a tenerle, con gratitud, con cariño.

 

-Llegas tarde.- No le recriminó, sólo resaltó el hecho.

 

-El tráfico es un asco en esta ciudad. Ha sido un día complicado.- Puso su cabeza sobre el pecho de Taemin, rindiéndose.

 

-Me alegro que hayas llegado.- Le acarició el cabello. -Pensé que no ibas a venir.

 

Minho no supo cómo contestar, tal vez un día dejarían de verse, y olvidarían estos encuentros. Besó al chico, mientras sus manos quitaban la bata de baño que Taemin usaba.

 

Taemin suspiró, lo sabía, en el fondo de su ser, Minho se iría algún día. Logró manejar las cosas, para quedar sobre el mayor, besando esos labios, el cuello. Quería hacerlo, no por trabajo, por sentimientos, pero...tenía miedo.

 

Minho notó ese dubitar en la mirada del chico. Le tomó por la cintura, con cariño, llevándole a abajo de nuevo. Acarició esas piernas, mientras veía la expresión que Taemin tenía, tan bonito como siempre.

 

Lo admitía, sentía celos. Celos de que otros le vieran, le tocaran, y no sintieran ese remordimiento de usarle. No podía, había aprendido de Taemin, de sus sentimientos, quería cultivar y hacer crecer esa felicidad, el cariño que puede llegar a sentir.

 

Se detuvo en la boca del menor, ahogándose, suicidándose ahí, con ese sabor dulzón de los labios ajenos, que rogaban por que no le abandonara nunca. ¿Es que no se daban cuenta de lo mucho que ahora se necesitaban? No sólo eran el escape del otro, eran todo un nuevo mundo.

 

Taemin respiró, un poco más tranquilo, si pasaba, es porque tenía que pasar. Aprendería a vivir con el hecho de haber conocido a Minho, y le tendría que olvidar. Pero, la boca del alto seguía atacándole, con fervor, mucha devoción. ¿Cómo no derretirse ante tal persona?

 

Se separaron, quedando jadeantes, con los labios brillosos por la saliva compartida. Ninguno de los dos quería separarse, estaban bien así, ambos cuerpos tocándose, sin lascivia de por medio.

 

-Taemin ah...- Dejó que todo se enfriara, acomodando al chico en sus brazos. -Quisiera hacerte una pregunta...

 

-Hazla, Minho, te escucho.- Se acurrucó en aquel pecho fuerte que le daba seguridad.

 

-¿Cuántos...clientes tienes por noche?

 

Esa risa, calida como una ventisca de primavera hizo sentir en el ambiente que todo estaba bien.

 

-Depende, en mis días cortos, tres. En los días largos, puedo tener hasta diez. No me dejan ir tan fácilmente.- Hizo un puchero adorable, que Minho odió por culpa de la situación. -Tres de ellos son clientes frecuentes.

 

Minho abrió los ojos por completo, Taemin también podía ser un descarado total.

 

-¿Estás diciendo que además de mí hay otros dos acosándote?

 

-No...- Rió, cubriéndose la boca con gracia. -A usted no lo cuento, dije clientes frecuentes, ellos son diarios.

 

Minho bufó, molesto. Taemin era realmente maldito, batalló para recordarle dulce. Entoces entendió que esta era otra faceta del chico.

 

-¿Así que tres, eh?

 

-No se preocupe, Minho-hyung. Mis días favoritos son estos, en los cuales sé que a usted es a la última persona que veré.- Sonrió, mientras sus mejillas se tornaban rosa. Se dejó caer sobre el cuerpo de su amante, quien no dudó en abrazarle con ahínco.

 

Minho suspiró, hundiendo todo lo posible a Taemin contra su cuerpo. Quería en exceso poder tenerle, llevarle lejos, apropiarse de él.

 

-Taemin ah...¿Has pensado en irte de aquí?- Apenas pudo alzar la voz, no sabía cómo reaccionaría el chico.

 

-¿Bwoh?- Se incorporó de golpe. -¿Irme? Yo no quiero irme, sería cometer una locura.

 

-Pero, Tae, esto no es vida. Tú deberías huir de aquí y...

 

-¿Huir?- Sus ojos se abrieron por completo. -¡Huir! Dios, no, si me voy de aquí perdería la casa, no sabría a dónde nos mudaríamos. No podría pagar la Universidad de JongIn. No, no, no, cometería un error si me fuera. Me verían como un malagradecido, y...y...y...

 

Minho le besó, para callarle, y que pudiese dejar de pensar por tan sólo un momento. No podía creer lo tan acostumbrado que Taemin estaba a esa vida. Le quería dar algo mejor que eso, no aceptaba tener que dejarle ahí.

 

-Taemin yo...Quisiera...

 

Taemin sonrió, entendía lo que Minho iba a decirle. Sin duda, él tampoco quería perder a Minho. La necesidad era sólo un vestigio, minúscula parte del amor que sentían.

 

-Minho, no tengo necesidad de huir...- Le tomó por las mejillas. -Hay veces en las que debemos sacrificar los sentimientos.

 

Pero Minho era egoísta, antes de Taemin no había querido experimentar el amor, y ahora sólo quería poseer el destino del chico. No sacrificaría su felicidad, porque temía a lo que sería una vida sin poder volver a ver a Taemin.

 

Le abrazó, hundiendo su rostro en el cuello del chico. Era tan difícil, nunca había sido de relacione, y debió habérse quedado así. Besó el cuello, los hombros, siguiendo esa figura delgada. Podía deleitarse con aquel cuerpo de una vez por todas, pero no lo harías si el muchacho primero no daba su consentimiento.

 

-Te amo...

 

Un susurro, tan suave, imposible de escuchar, que fue la exhalación de una boca, siendo consumida por la otra.

 

~(*)~(*)~(*)~(*)~(*)~

 

Taemin mordió su labio inferior, sabía que el día llegaría, consumarían su amor. Pero tenía miedo, de lo que hubiera después.

 

Se sentó en la cama, mirando al alto, que sostenía una copa de vino en su mano izquierda. Odiaba lo bien que se veía así. Sonrió, Minho a pesar de todo no era un típico hombre rico. Era extraño y terminaba enamorándose de eso.

 

Se miraron, a lo largo de los segundos, mientras el aire se llenaba de esa tensión que tanto les había faltado a lo largo de sus encuentros. Minho se acercó, quedando encima del chico, mirándole con ojos profundos, inciertos. Lo había decidido, no le dejaría ir nunca, sea cual sea el costo. Taemin era tanto, valioso, y sobre todo hermoso. Gimió sobre aquella boca color rosa, rogando por amor. Le hacía mal pensar en Taemin, le dañaba no hacerlo. Le recordó, el único día que le había visto usar ropa color negro. Prácticamente se la arrancó, le daba un matíz tan diferente, sensual, que le volvió loco de lujuria.

 

Taemin juntó ambas bocas, sosteniéndose del cuello del alto. No había necesidad de más rodeos, lo quería, quería hacerlo. Buscó desabrocharle la camisa, a paso lento, mientras terminaba de darse cuenta que al terminar tal vez no le volvería a ver. Sus movimientos se volvieron melancólicos, no tenía ni idea que Minho tampoco quería dejarle ir. Una lágrima fría recorrió su mejilla, surcando en la piel como un cuchillo doloroso.

 

Minho terminó la tarea de Taemin, también le quitó la ropa. Había aprendido a hacerle el amor, cada día en que le vio, descubriendo algo nuevo de ese ser que ahora lloraba en silencio. Besó su cuello, dejando sus labios pegados más de la cuenta, sintiendo su respiración y el latir de ese corazón joven y lleno de esperanza. Le hizo subir los brazos, para poder tomarle del torso, acariciar con dedos rápidos, mientras besaba cuesta abajo. El cuerpo de Taemin era delicioso en todos los sentidos. Sentía su propia respiración acelerarse, de excitación. Le abrió de piernas, acariciando los muslos con las manos, con su boca. Escuchó a Taemin suspirar, le gustaba, pero no hacía nada más. Minho subió la mirada, cuestionándole.

 

-Por favor, Minho...Detente...- Jadeó, limpiando una lágrima de su mejilla. -No quiero que te vayas.

 

-Ven conmigo...- El mayor susurró, tomándole por el mentón, susurrando sobre sus labios.

 

-Agh...Sabes que no puedo, tengo responsabilidades...

 

-Shh.- Le calló. -Ven conmigo, yo puedo darte lo que quieras.

 

-Pero...

 

-Te ayudaré con lo que tenga que ser necesario. Ven conmigo...

 

Taemin tocó su mejilla, con ojos acuosos, llenos de expectación.

 

-Minho, me pides algo que sé sería maravilloso. Pero, ¿qué hay de mi hermano? No pretendras que le deje, yo no sabría vivir sin él y...

 

Minho sonrió, Taemin era dulce, siempre viendo por el bienestar de su hermano. Le acarició con ternura, amándole más de lo que jamás había amado.

 

-Jamás podría hacerte eso. Sólo quiero verte, todas las noches; puedes vivir con tu hermano, donde quieran.

 

-Minho, yo...- Abrió los ojos, no comprendía lo que el mayor decía.

 

-Trabaja para mí. Cada noche, quiero tenerte conmigo, saber que no eres de nadie más.- Le tomó con posesión, ciñendole la cintura.

 

-Trabajar...- Repitió, aún confundido.

 

Taemin era demasiado orgulloso como para aceptar dinero sin trabajar por él. Minho le engañaba, le regalaría toda una vida, con tal que no se apartara de su lado.

 

-Exactamente, ¿en qué trabajaría?- Había emoción en su voz. Minho era a quien nunca había esperado, y quería permanecer a su lado siempre.

 

-¿Te parece ser mi acompañante personal?- Sonrió, pegando su frente con la de Taemin.

 

-¿Cuáles serían mis funciones?- Preguntó entre besos. Estaba feliz, rebosando de júbilo.

 

-Esas...Las decidiré luego.- Le mordió el labio inferior, tentándole la cadera.

 

Taemin se aferró con fervor al hombre que le ofrecía una vida nueva. Estaba tan enamorado, que lo haría, renunciaría, se iría con Minho, a esa vida prometedora que nunca soñó tener.

 

Sonrió, jugando con la boca del mayor, le obligó a estar abajo. Quería besar a Minho, hasta que sus labios sangraran. Desabrochó el pantalón de Minho, sería la primera vez que le vería desnudo; ahora entendía que no sería la única vez. Dio un pequeño salto de emoción, sin darse cuenta que excitaba al mayor. Suspiró, mientras lograba deshacerse de ese pantalón, dejando al atractivo hombre en boxers.

 

-Esto es emocionante...- Parecía tan joven, como si hiciera una travesura. Volvió a brincar, ahora siendo consciente de lo que provocaba en el mayor, sus gemidos y la obvia erección le delataban.

 

-Taeminnie...- Dijo con voz ronca, tomándole por la cadera.

 

Taemin se movió, rozando ambos miembros, con una exacta lentitud. Había aprendido a ser paciente, para poder soportar a Minho, le haría pagar lentamente. Casi no se notaba su movimiento, pero vaya que Minho lo sentía, sufría. Quería que Taemin se moviera más rápido, quería entrar dentro de ese cuerpo cuanto antes, y escucharle gemir.

 

Taemin se dejó de mover, sonriendo traviesamente. Llevó su mano a donde aquel bulto resaltaba tanto. Le acarició de abajo hacia arriba, llegando a la punta, donde hizo círculos, lentos, suaves. Podía ver el rostro de Minho, frustración, deseo, lujuria. Sonrió, le gustaba escucharlo bufar de esa manera, prácticamente advirtiéndole que sus actos tendrían consecuencias. Mordió su labio inferior, mientras hacía una mirada tierna, pensaba quitar esos boxers del camino. Jugo un poco con el elástico, jalándolo rápidamente para llevarse la grata sorpresa de la erección de su amante.

 

-Suficiente.- Minho le tomó por los brazos, girándole, para que se quedara abajo. Taemin hizo un puchero, ahora Minho no le dejaría jugar. -Eres muy maldito, ¿lo sabías?- Taemin rió ante la pregunta de Minho. Sí, lo sabía.

 

-Minho-hyung~- Gimió, provocándole. -¿Me quiere?

 

-Si...- Se hundió en aquella boca, mientras sus manos abrían las piernas de Taemin. Le tocó, explorando cada área de su piel. Le mordió un pezón, jalando con los dientes hasta escucharle gritar.

 

Rápidamente empezaban a hacer lo que habían deseado hacer, tocar, con el cuerpo ajeno. Se demostraron esa pasión que sentían por el otro, tan sólo con toques y mordidas.

 

Minho introdujo dos dígitos dentro del cuerpo del menor, molestando con tal de hacerle gemir. Taemin se retorcía de placer, rasguñando los brazos de quien se encontraba encima.

 

-M-minho, usa condón...- Quizás estuvo demás decirlo, pero era una regla fundamental del lugar, por eso tenían tan buena reputación.

 

-Sólo por hoy, dulzura...- Le sonrió con esa gran sonrisa que enamora a cualquiera, mientras buscaba entre su ropa el condón. -No es algo que me importará cuando estés conmigo.

 

Taemin rio, mientras mordía su labio seductoramente. Él mismo le puso el condón, rogando por no demorar más tiempo. Se quedó sin aliento cuando el mayor entró dentro de su cuerpo, sintiendo el placer recorrer cada célula de su ser. Movió sus caderas, aferrado a la espalda de Minho, aumentando el ritmo marcadamente.

 

Giraron sobre la cama varias veces, revolviendo las sábanas, tirando las almohadas. Jadeaban, entremezclando alientos, uniendo sus cuerpos hasta volverlos uno sólo. Taemin arqueaba la espalda, cada vez que Minho tocaba el lugar indicado. Era fácil escucharles gemir, ellos no se limitaban. Minho buscó la mirada de Taemin, entrelazando los dedos de sus manos. Pronto terminarían, ambos, llevando a sus cuerpos al límite de lo que podían resistir. Taemin gritó, corriéndose, segundos después Minho le siguió.

 

Recuperaron el aliento, en esa última posición que habían obtenido. El silencio era claro, sólo se escuchaban sus respiraciones. Minho se recostó a un lado de Taemin, sin soltar su mano. Se miraron, con complicidad. La sonrisa de Taemin era tan característica de él, con ese par de ojos almendrandos, que brillaban de emoción.

 

-¿En serio me quiere?- Se acomodó de lado, comprobando que no era un sueño.

 

- Neh, y quiero que vengas conmigo.- Le sonrió, acariciando su cabello. -Te daré todo lo que quieras.

 

-Ya lo tengo...- Se puso rojo.

 

-Entonces, ¿me prometes que esta será tu última noche aquí?- Se le montó encima, besando por todos lados al chico.

 

-Lo consideraré...- Giró la cabeza de lado, haciendo esa mueca traviesa. -Me van a querer matar...Pero lo aceptarán.

 

-Te amo.- Le besó.

 

-También te amo...

 

~(*)~(*)~(*)~(*)~(*)~

 

-Vamos, Kai, lleva las maletas al auto. Ya verás, la casa es hermosa...

 

-Hyung, ¿por qué hacemos esto?

 

-Ya te dije que no podemos seguir viviendo aquí.- Taemin hizo una mueca, tratando de convencer a su hermano.

 

-No me refiero a eso. Usted...¿Va creer en esto? ¿Quien le regala una casa a alguien que conoció en un prostíbulo?- Lo dijo en un reclamo. -No confío en él.

 

-Sé que suena increíble. Pero, Minho es mi persona esperada.- Sonrió. -Creo en sus promesas.- Tomó la maleta de Kai y la puso en el maletero. -Además, la casa está a mi nombre. Si te preocupa que algún día resulte ser todo una farsa, te aseguro que no nos quedaremos en la calle, de nuevo.

 

-¿Sí te enamoraste de él, hermano?- Le cuestionó.

 

-Perdidamente enamorado...- Suspiró. -No dejaré que suelte mi mano nunca.

Fin


 

Notas finales:

Otra historia de amor~ ♥

Besos n.n!


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