Avergonzado era la palabra exacta para describir a Gohan en estos momentos. Su rostro estaba completamente enrojecido, su respiración agitada.
Su cuerpo estaba empapado en sudor y sentía cómo algo se presionaba en su parte baja, una erección, la primera que tenía. Acababa de levantarse, no recordaba nada de lo que había soñado pero se asustó al ver tal reacción en su cuerpo.
Tragó saliva fuertemente al retirar su sábana, tenía que darse un baño, no quería que su madre lo viese de esa manera. Caminaba con dificultad al baño, retiró rápidamente sus prendas, dejando al descubierto aquel miembro aún erecto. El joven desvío la mirada, no quería ver su cuerpo de esa manera, se sentía extraño.
Se metió directamente a la regadera, dejando caer el chorro de agua sobre su cuerpo, sintió un ligero estremecimiento cuando el agua tocó su parte baja, se quedó bajo el agua fría hasta que sintió como su erección bajaba.
Su respiración se hizo más calmada y continuo su baño con normalidad, fue una ducha rápida, salió del baño en cuanto terminó y se dirigió a su habitación.
Su madre aún no se había levantado por lo que el joven se sentía más aliviado. Se coloco su ropa, se coloco unos shorts de mezclilla que quedaban un poco arriba de la rodilla y una sudadera azul marino junto con unas calcetas anaranjadas que quedaban a los tobillos y unos zapatos cafés.
Era muy temprano para irse, esperaría hasta haber desayunado con su madre. Durante la noche el joven le pidió permiso a la pelinegra, que extrañamente lo dejó ir al templo, claro que después tendría que avanzar más en sus estudios.
El pelinegro se recostó nuevamente en la cama, su mirada se fijaba en el techo pero su mente rondaba por aquel incidente que acababa de tener. Esa reacción en su cuerpo lo tenia pensativo, además trataba de recordar su sueño.
-¿Qué fue lo que soñé?
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El sonido de los pasos era lo único que se escuchaba en el templo, Piccolo caminaba de lado a lado, estaba esperando a que el joven llegase, sabía que era temprano y que probablemente tardaría en llegar, pero algo en su interior comenzaba a desesperarse por ver a Gohan.
Su mirada seria era lo único que su rostro expresaba, sin embargo en sus pensamientos había preocupación, una que no sabía porqué tenía.
-"Demonios Gohan ¿Cuánto tiempo vas a tardar en venir?"
El de piel verdosa estaba más que ansioso, incluso se había encargado de que en el templo hubiese comida preparada para el joven.
Entre más pasaban los minutos, más acelerados se hacían los pasos del namekiano, hasta que sintió como aquella energía se acercaba con rapidez al templo, sacándole una pequeña sonrisa.
-Hola señor Piccolo.- el joven descendió frente al mayor, dedicándole una leve sonrisa.
-Hola Gohan.- el de piel verdosa le devolvió la sonrisa al menor, sintiéndose más aliviado al tener la presencia de Gohan cerca de él.
Ambos se veían tranquilos, al menos en ese momento, el silencio los invadió, no era uno incómodo, pero se vieron interrumpidos por un tercero.
-¡Gohan!- sin pensárselo dos veces, Dende corrió junto al joven y le dio un abrazo. - Me alegra que hayas venido, ayer me quede algo preocupado porque te fuiste de repente.
-A mi tambien me alegra verte Dende, ah...perdón, Kami-sama. Lamento haberme ido así ayer.
-Gohan, sabes que puedes llamarme por mi nombre, somos amigos.
Ambos jóvenes hablaban y reían, el mayor solo se dedicaba a verlos, parecía que Gohan ya estaba menos nervioso. Sin embargo eso no lo detendría para saber cual había sido el problema del joven.
Piccolo casi no decía nada, solo se dedicaba a ver las acciones del joven, esté se la pasaba jugando con Dende, ya tenía un tiempo que no se relajaban de esa manera. De vez en cuando lanzaba pequeñas miradas a su maestro.
De pronto un sonido los interrumpió, dejando ver en el rostro de Gohan un leve sonrojo, su estómago había sonado muy fuerte.
-Veo que ya tienes hambre. - Piccolo se acercó al menor, quedando frente a él.
-Es que, no desayune mucho el día de hoy...- Su sonrojo aun era evidente.
-Si quieres puedes quedarte a comer, ya han preparado algo para ti. - Dende le hablaba con mucha amabilidad al joven, Gohan solo asintió y siguió a ambos namekianos que lo guiaban a una habitación donde había una mesa llena de comida.
El joven se sentó y degustó cada platillo que se le presentaba, Dende y Piccolo solo tomaban agua, pero aun asi acompañaron a Gohan hasta que éste termino de comer.
Dende salió un momento de la habitación, dejando a Piccolo y a Gohan a solas.
-¿Estas satisfecho?
-Si, la comida estaba deliciosa.- el joven sonreía ampliamente. - Waa...- no pudo evitar un bostezo.
-¿Quieres ir a dormir?- Piccolo se acercó al joven, esté solo negó con la cabeza, pero en su rostro podía notarse como sus párpados comenzaban a dejarse llevar por la gravedad. - Sabes que puedes ocupar una habitación y descansar un rato.
-Pero...- Gohan dio otro bostezo involuntario.- Esta bien.
Piccolo hizo un ademán con la mano para que el joven lo siguiese, Gohan caminaba tras él. Llegaron a una habitación, había una cama, puede decirse que de un tamaño matrimonial, tenia unas sabanas blancas y en la cabecera caía una tela transparente. Alrededor del cuarto habían algunos jarrones, pero en su mayoría la habitación estaba vacía.
-Puedes dormir aquí el tiempo que quieras. - Piccolo iba a salir de la habitación, pero Gohan jaló la capa del mayor para detenerlo. -¿Sucede algo?
-Ah..¿Podría quedarse hasta que me duerma? Es que me aburriría mucho estando yo solo. - el joven agachaba la cabeza, Piccolo se percató del tono rosado en las mejillas del menor.
El namekiano dio un suspiro y asintió. Gohan se quitó los zapatos y se acostó en la cama, Piccolo se sentó a la orilla mirando a la pared.
-Señor Piccolo ¿Usted no se aburre estando todo el día en el templo?
-No, ya que no estoy todo el día aquí. Cuando estoy aquí, entreno.
-Ya veo.- Gohan sonrió y comenzó a cerrar sus ojos. Poco a poco su respiración se hizo acompasada y su expresión relajada.
Piccolo lo observaba, su mano se dirigió a la cabeza del joven, enredando sus dedos entre aquella cabellera oscura. Se sentía bien estando alado del joven, sin darse cuenta sonrió.
Ya iba a retirarse, pero escuchó su nombre salir de los labios del menor.
-Señor...Piccolo...-el joven susurraba el nombre del namekiano mientras se movía en la cama.
Piccolo se acercó pensando que Gohan tenía una pesadilla, se notaba un poco agitado y sus mejillas estaban algo coloradas.
-"¿Tendrá fiebre?"- el namekiano posó su mano en la frente del menor, pero al tener ese leve contacto pudo escuchar como un suspiro salio de los labios del joven.
-Ha..ha..señor...Pi..ccolo..- sin querer en cuerpo de Gohan estaba reaccionando ante el tacto. Su cuerpo comenzaba a emitir calor y su piel se erizaba.
El namekiano nos entendía que pasaba, por lo que movió al menor para levantarlo, los ojos de Gohan comenzaban a abrirse, sentía como su respiración era acelerada, su mirada comenzaba a aclararse y al ver al namekiano frente a él no pudo evitar que su rostro se pintara de un rojo intenso.
En ese momento, Gohan podía recordar perfectamente que es lo que estaba soñando.