-¿Porqué llegas a esta hora Gohan? ¿Dónde estabas?- su voz intimidante llegó a los oídos del joven al momento de entrar por la ventana de su habitación, no se había dado cuenta de que su madre lo estaba esperando en ella.
-Mamá...yo estaba estudiando algunas plantas...- el joven lucía nervioso ante la mirada penetrante de aquellos orbes oscuros que no dejaban de inspeccionarlo. Su madre veía algo diferente, no sabia que era pero intuía que la apariencia de su hijo había cambiado un poco. Su piel se veía con un brillo extraño y su olor era algo peculiar.
-¿Plantas?- preguntó la mujer con cierta duda.
-Si, es que me interesó un poco la botánica, en los libros se veía interesante y decidi buscar algunas de las plantas que ahí se mencionaban.
Fue lo primero que se le ocurrió y esperaba que su madre lo creyese, pasaban los segundos y la pelinegra no decía nada, simplemente continuaba clavando su mirada sobre su hijo.
-La próxima vez que quieras salir a ver plantas asegúrate de regresar temprano y avisarme.
Una sensación de alivio invadió al joven. - Si mamá, yo te avisaré la próxima vez.
-Bien, ya es tarde y debes tener hambre, en un momento estará la cena.
-Si.- la mujer se retiró de la habitación de su hijo, dejándolo a solas. Dio un suspiro con pesadez y se sentó a la orilla de su cama.
Inmediatamente sus mejillas se tornaron de un tono carmín al recordar lo sucedido con su maestro, su boca se curvaba en una sonrisa y sus ojos adquirían un brillo de alegría.
Al parecer, después de haber consumado el acto sexual, ambos se quedaron dormidos, no por cansancio físico pero si por la ola de emociones que descubrieron es esos momentos.
Sin darse cuenta la noche les llegó y al momento de abrir los ojos se encontraban aun entrelazados en un abrazo. Con la mente más fría, el namekiano sintió la vergüenza del momento, tomó sus prendas y se vistió, el joven hizo lo mismo, sabía que ya debía regresar y lo único que hizo fue dirigirse hacia el de piel verdosa para depositarle un beso en sus labios y posteriormente decirle ' Lo quiero señor Piccolo ' no le dio tiempo al namekiano de responder puesto que el joven se fue lo más rápido que pudo, ya estaba consciente de que su madre se habría dado cuenta de la falta de su presencia pero no había esperado encontrarla en su habitación.
Al menos ya había pasado ese susto y ahora solo pensaba en las excelentes sensaciones que había compartido con el de piel verdosa, su mente estaba en otro lado, solo reía al recordar cada roce de sus pieles, tenia perfectamente grabado en la cabeza el sonido de aquellos gemidos que le proporcionaba su maestro.
-Señor Piccolo...
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En una de las habitaciones del templo se hallaba en namekiano, demasiado pensativo para su gusto.
Estaba en el cuarto de baño, desprendiéndose de las prendas para quedarse bajo el chorro de agua, dejando que aquellos fluidos se fuesen mezclándose con cada gota de agua que pasaba sobre su cuerpo, su mirada estaba perdida, no estaba avergonzado, no, al contrario sentía un remordimiento tremendo.
Su cuerpo entero temblaba, estaba en esa delgada línea donde sabia que lo había disfrutado pero sabía en su interior que estaba mal, esa no era la forma en la cual había querido estar con el menor, se supone que lo protegería, se sentía impuro y sucio.
Lavo adecuadamente cada parte de su cuerpo, al terminar se secó y vistió sus ropas limpias.
El joven namekiano se encontraba mirando la Tierra, no pasó mucho tiempo antes de que viese a Piccolo salir a meditar. Al verlo sonrió, pero esa sonrisa no duró mucho tiempo ya que se dio cuenta de que se encontraba preocupado.
-¿Sucede algo señor Piccolo? - el joven se le acercó tratando de encontrar su mirada pero Piccolo lo quería mirarlo.
-No es nada Dende. Solo necesito meditar un poco.
El mayor se alejó dejando a Dende un poco triste, no le gustaba ver así a quien se había vuelto en parte su mentor.
Dio un suspiro de resignación, si no quería decirle que sucedía entonces tampoco insistiría.
Piccolo estaba a la orilla del templo del lado contrario de donde se encontraba Kami sama, se dispuso a levitar y a cerrar los ojos, tenia que pensar seriamente todo lo que había sucedido, fue demasiado para él, ni siquiera sabia que su cuerpo odia reaccionar de tal forma.
Cada beso, cada roce, recordaba como si los estuviese sintiendo ahora, su corazón comenzaba a acelerarse y su conciencia a disiparse, ese olor adictivo que tenia el pelinegro lo necesitaba.
-"Gohan, perdóname por pensar en ti de esta forma, no es algo correcto pero aun asi seria capaz de perder mi cordura solo para estar a tu lado de nuevo"
Lo odiaba, odiaba no poder resistirse ante el joven, caía ante el pecado de estar con esa persona que quería como un hijo, pero no podía evitarlo.
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-Mañana saldré de compras a la capital, asi que quiero que se levanten temprano ya que me acompañaran.
La pelinegra hablaba con sus hijos mientras estos comían gustosos la cena que les había preparado.
-Pero mamá, necesito estudiar. No creo que sea adecuado que salga contigo.- el joven trataba de excusarse de aquella salida, solo pensaba en que debía ver a su maestro de nuevo, estar a su lado y poder pasar tiempo juntos.
-No haría nada que interfiriera con tus estudios Gohan, por eso iremos temprano, para que no perdamos mucho tiempo en ello. Ademas hasta yo se que debes relajarte un poco.
El joven no continuo dando otra excusa, sabia que no podría ganarle a su madre, tendría que aguantarse y pensar en la forma de ver en la mañana a su amante.