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DEATH CHESS por Toko-chan

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Notas del capitulo:

¡Buenas noches en España! Por otras zonas nose, buenos días, buenas tardes. 

Anyway, siento haber tardado en subir el tercer capítulo, no me matéis, la rutina diaria exige mucho a las personas aunque no es excusa.

Sea como sea, no lo voy a abandonar, lo seguiré cueste lo que cueste. Por eso no os preocupeis. 

Este capítulo en concreto me ha costado algo, pero al final me ha gustado el resultado, espero que os guste a vosotros también. ¡A disfrutar!

III

- No.

- ¿Natillas?

- No.

- ¿Brownie?

- No.

- Er… Ryuuzaki, ¿qué narices es esto?

El último departamento de la nevera. ¿Que era eso? ¿Un piolín de chocolate? Ocupaba prácticamente todo el estante. Era amarillo, ojos sin brío, chocolate mate; con pico y alas diminutas, y desprendía el característico perfume dulce y amargo al mismo tiempo, cacao y sueños de parque de la infancia. La presunta ave viajaba en una avioneta de chocolate coloreado.

Ryuuzaki, pulgar en la boca, se estiró para ver a qué se refería Light.

Una sonrisa alienígena, de esas suya, desdibujó su rostro. Su boca se abría horizontalmente, ni mucho ni poco, estática. Sus ojos se abrían también, grandes, oscuros, siniestros y, <> le había dicho Light en una ocasión. <>, y la respuesta había sido un rotundo no por lo que Ryuuzaki retrucó, con acierto, que entonces no debía parecer tan depravado, ni tan sexual.

- Una mona de Pascua, Light. ¿No las coméis en Japón?

Light puso una cara extraña.

- Siento tirarte del guindo, Ryuuzaki. Pero sea lo que sea que te hayan dicho de pequeño, te engañaron. - la cadena tintineó cuando señaló la figura - Eso es como mínimo un Piolín, y piolín era un polluelo, no una mona.

- Light…

- ¿Que?

- Se trata de una tradición cristiana, simplemente se les llama monas.

No tenía sentido. Arqueó una ceja, curioso.

- No tiene sentido. - dejó saber.

Y su pálido compañero tuvo que explicárselo, tuvo que explicarle algo a Light, algo que no sabía. De donde provenía. La Pascua. Cómo lo celebraban, y porque habían derivado las famosas monas de huevos a todo tipo de representaciones. <> dijo Ryuuzaki. Está de coña, claro, pensó el aludido. Era complicado distinguir las bromas del detective, o al menos antes lo era. Ahora ya se había formado su croquis personal para buena comprensión. Igualmente el japonés quiso aclarar que, <<sí, un enorme interrogante es tu mona>>.

Al final, después de que le dejara de interesar el tema y se cansara de buscar algo, cualquier cosa, que pudiese ser del agrado de su excéntrico compañero, cerró la nevera con un suspiro impaciente.

- Ya te lo he dicho, mi cuerpo me pide delicias turcas.

Light quiso expresarle que no le importaba realmente lo que su cuerpo le pidiera. No lo hizo.

- Por mucho que te apetezcan, no las puedo dibujar. - evidenció, mientras se presionaba el cuello con sus dedos, masajeando. Le dolía desde que se había levantado hacía unas horas, la parte superior de los hombros y el cuello. Debió haber dormido en mala postura. - ¿Quieres que salgamos? Podríamos salir y así las compramos, delicias turcas. - propuso, mirándole ahora, la idea de tomar el aire le resultaba alentadora.

- En realidad, acabo de mandarle un mensaje a Watari. No tardará mucho, ha ido a comprarlas.

No debía sorprenderle y aún así…

- ¿Enserio?

- Enserio. - afirmó, indeleble.

Light agitó la cabeza, como resignándose a que L no tenía remedio. No lo tenía, la verdad.

- ¿Acaso no sabes lo que es ir a comprar, Ryuuzaki?

El aludido pareció pensárselo un momento antes de responder como quien recita la respuesta a un examen.

- Bueno, es el acto que realizan las personas cuando se disponen a ir a locales, tiendas o grandes almacenes con el propósito de...

Una mano alzada detuvo su explicación. Light tenía el ceño fruncido, los ojos cerrados y una mueca entre crispada e impasible en cara. Su flequillo castaño caía lacio sobre su frente, la luz de las lámparas recreaba destellos rojizos en algunos mechones.

- No sigas, lo he entendido. - atajó.

Estuvieron en silencio después de eso. No fue mucho tiempo, o quizás sí lo fue. Light no lo sabe. Él se había acomodado en una de las sillas de la cocina, frente a la mesa de vidrio con mantel de espeluznantes colores, había cruzado las piernas y le daba vueltas a la cucharilla de su café a medio tomar. Las tostadas del desayuno ya digiriéndose en su estómago, cuando Ryuuzaki retomó el tema cogiendo a Light por sorpresa.

- La verdad es que nunca he ido a comprar, o si alguna vez lo he hecho ha sido cuando era un crío. Pero… - hizo una pausa, su tono era aburrido - No, diría que no.

Cuando Light tenía menos de once años, recordaba haber ido con su madre al supermercado, generalmente, y también a centros comerciales en Navidad u otras festividades en busca de buenos regalos para sus seres queridos. Recordaba haber preferido quedarse en casa, no recordaba haberse quejado nunca aunque su madre aseguraba que a los seis años, una vez, le hizo un berrinche porque le obligó a acompañarla cuando él estaba <>, palabras textuales. Con unos años más, nunca fue de dar problemas, ayudaba a su madre, se ofrecía incluso - solo en ocasiones -. Y luego, cuando la edad - y sus padres - se lo permitieron, ya iba a comprar solo. Sus cosas. Cosas de casa. Como todo el mundo, vamos. Nunca creyó que llegaría el día en que conocería a alguien que NUNCA había ido de compras. Válgase riquezas, Señor, pensó.

Podríamos cambiar esa mala costumbre hoy, iba a decir, pero entonces entró Watati, envuelto en un abultado abrigo y una bufanda de lana, saludó cortésmente, y volaron los minutos hasta que la caja de delicias turcas recién adquirida contaba con la mitad de su contenido.

A Light realmente, realmente le hubiera encantado poner los ojos en blanco ante la sonrisa satisfecha del detective. Migas y tropezones en sus manos, prueba del delito. Otro tanto en el contorno de sus labios.

Ryuuzaki se relamió. Light apreció el rastro de saliva que quedó en su lugar, como brillantes puntos luminosos, escarcha de hielo sobre piel nevada.

Estuvo a punto de comentar algo pero se limitó a sacudir la cabeza e inmediatamente la imagen - de saliva, boca, lengua, saliva, boca - se evaporó. Ryuuzaki se había levantado y, tras despedirse de Watari, se encaminó a dios sabe dónde. Light no tuvo mucha elección. La cadena lo arrastró tras él.

 

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Subieron al ático, al patio que hacía a su vez de tejado del edificio. Un edificio realmente alto, así que Light pensó, mientras se asomaba al límite del bordillo, que alguien con vértigo o poco estómago se pondría enfermo al subir allí. Cerró los ojos y dejó a la brisa fría soplar sobre su piel, acariciándola casi con crueldad. Empezaba a necesitar una buena ola de calor, el invierno llegaba.

Un movimiento a su lado lo instó a darse la vuelta y vio aquellos pozos negros observándole impasibles.

- Antes me pareció que insistías mucho en salir a la calle y ya que no me siento inclinado a pensar que en el fondo eres un devoto por ir de compras, - señaló. A Light se le escapó una sonrisa divertida - deduje que necesitabas un poco de aire fresco.

- Muy perceptivo, Ryuuzaki.

Se encogió de hombros.

- Si, bueno, ya sabes. De vez en cuando ejerzo de detective.

Light resopló. A pesar de su mal humor últimamente sonreía mucho, es decir más de lo común. Se sentía, irónicamente, ligero. Quizás no era tanto últimamente, quizás solo era una deformación de su percepción de la realidad y simplemente era hoy - día de fiesta - que se estaba sintiendo algo más relajado. Tampoco importaba.

- ¿Y ejerces bien de detective? - cuestionó mientras avanzaba hacia una pared del centro y se dejaba caer junto a ella. Un ceja alzada en dirección a Ryuuzaki que en ese momento se sentaba junto a él. Oh, bueno, de cuclillas. “Sentar” y “Ryuuzaki” en una misma frase era igual a “cuclillas”.

- No lo sé, recientemente he tenido falsas corazonadas. - comentó con ligereza.

- ¿Enserio? ¿De qué tipo? - continuó chinchando Light, en broma. En las pasadas semanas, había descubierto que cuando quería el famoso detective podía gozar de un peculiar sentido del humor.

Ryuuzaki se rascó la barriga antes de responder y Light no pudo evitar ver como la usual camiseta blanca se le subía unos centímetros. Y abdomen, un blanco abdomen quedaba a la vista de cualquiera que pasara por ahí. O sea nadie. Excepto Light y dos o tres pajarillos verdes.

- Verás, Light, del tipo de corazonada que te dice “ey, hombre, ese sujeto es perfecto, demasiado perfecto. Asombrosamente inteligente, amable, comprensivo, gran embaucador, competitivo, guapo, excepcionalmente atractivo… Eh - Se calló abruptamente al ver el parpadeo de mofa en la mirada dorada. - ¿Que pasa?

- Es un honor, Grandioso L, que me consideres excepcionalmente atractivo. - dijo con tono pomposo.

- Creí que el honor sería recibirlo de un gran rebaño de mujeres - La respuesta del universitario fue una desdeñosa agitación de mano que le sacó una sonrisa involuntaria a Ryuuzaki. - Entiendo, a ese ya estás acostumbrado. Eres un pretencioso, eso te quita mucho encanto.

- No es para tanto.

Los minutos transcurrieron en un apacible silencio, uno de esos que debería ser incómodo pero resulta no serlo. Ahora que Ryuuzaki había superado su presunta depresión, Light podía jurar que nunca se había sentido así con nadie. Comprendido. Relajado. En el mismo plano, vamos. Tuvo un impulso.

- Voy a conseguir que me consideres tu amigo, Ryuuzaki.

Cuando se dio la vuelta pudo ver que el detective tenía la mirada perdida en el horizonte.

- Ya te considero mi amigo, Light, aunque no lo creas.

- Me refiero a un amigo de verdad - declaró y, ahora sí, los ojos de Ryuuzaki se encontraron con los suyos. Colisionaron. Dos lunas oscuras contra dos soles radiantes. - Uno en el que puedas confiar. No se como ha sido tu pasado, quizás no hayas tenido muchos amigos. Yo en realidad tampoco. No uno íntimo, al menos.

De súbito, las mejillas pálidas se volvieron rojo grana para asombro de Light.

- ¿Que pasa?

- Luego dices que yo soy el pervertido, Light. - Ojos gatunos e inocentes, pulgar en boca.

Inocente y una mierda. Se llevó la mano al entrecejo fruncido y cerró los ojos.

- En serio, Ryuuzaki, hablo en serio. Sabes a lo que me refiero.

- Lo se, pero no me importa - Auch - No mientras albergue la mínima sospecha de que tu seas Kira. - Con un balanceo se irguió sobre sus pies y metió las manos en los desgastados jeans - Vamos para abajo, ¿te gustaría ver una película?

Pero no espero respuesta. Solo caminó, dando por hecho que Light lo seguiría. Light lo hubiera seguido aún sin la cadena y no hubiera hurgado más en el tema. Porque se había dado cuenta de una cosa. Ryuuzaki se estaba protegiendo, protegiendo sus emociones. Protegiéndose de él.

Recordó algo que le dijo hace tiempo.

...Porque Light, tú… eres el primer amigo que tengo.

Tal vez, tal vez y solo tal vez, aquello no fue una treta de L. Al menos no en esencia.

 

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Light ni siquiera había sabido que aquella sala existía. Y sin embargo, ahí estaban. En una habitación descomunal, abarrotada de cómodos asientos inutilizados, y con el gran proyector en el alto techo proyectando ahora las diapositivas de una película. La película “El club de los poetas muertos”. Light ya la había visto, era un clásico del cine y realmente era buena.

- ¿Que opinas del trasfondo de la película, Light? - preguntó Ryuuzaki, que no había hablado en un buen rato.

- La premisa máxima de la película es como el famoso lema indica, cosecha la vida, Carpe Diem, ¿no?

Light no apartó la mirada de la pantalla hasta que sintió los ojos de su compañero escrutándole desde las sombras. Entonces se encogió de hombros.

- Aparte de eso, también realza el amor y las sensaciones en conjunto con la poesía, las palabras como un método de expresión de algo real pero intangible. El compañerismo y la convivencia y los vínculos que se establecen a raíz de ello. - explicó Light de ese modo suyo, agitando uno de sus brazos como para dar énfasis a sus palabras - Sinceramente, desde la primera vez que la vi pensé que era una magnífica obra de arte.

- ¿Enserio?

- ¿Qué opinas tú? - dijo, cogió uno de los batidos que habían adquirido de la nevera antes y le ofreció uno a Ryuuzaki, que lo aceptó con gusto - ¿Acerca del Carpe Diem?

En ese momento la secuencia final era representada en la tela colgada en la pared frente a ellos, se veía en grandes dimensiones sin tener nada que envidiar a los cines públicos, y proyectaba claroscuros sobre Ryuuzaki, sobre sus mechones de pelo, entre los huecos del cuello y mandíbulas, y los dobladillos de la ropa.

- Verás, Light, estoy considerablemente de acuerdo contigo en todo lo que has mencionado. - dijo Ryuuzaki - Pero en cuanto al Carpe Diem, solo es una fórmula ideada por los humanos para hacer lo que quieran, cuando quieran, sin preocupaciones y sin tener en cuenta a terceros.

- Puede ser - concedió Light, pensativo - No obstante… ¿no es algo malo eso, o sí? El mundo no es un paraíso, y las personas no vivimos para complacer a los demás, por lo que…

- Tampoco para imponer nuestra felicidad ante los demás. - interrumpió Ryuuzaki, su voz carecía de sensibilidad y eso le resultó irónico a Light teniendo en cuenta su postura. - Una persona no puede creerse Dios y actuar como le plazca.

Y Kira. Si, señores. Ese era Ryuuzaki. Monotema si eso significaba fastidiarle. Hay que joderse...

- Creo que lo estás pillando por el lado equivocado. - pero Light no estaba dispuesto a caer en su juego.

- ¿Qué quieres decir? - preguntó Ryuuzaki.

- No dudo que haya personas que utilicen la consigna Carpe Diem de la forma que tú dices. Pero yo creo que se trata de algo mucho más sutil, más natural. La libertad. - buscó las palabras, las correctas. Quería que Ryuuzaki lo entendiera, que viera su punto, sin darse cuenta de cuán importante eso era para él. - Mira - lo señaló y provocó un pequeño “tic” de sorpresa en Ryuuzaki - como tú. No eres común, haces lo que te da la gana. Tienes que ir de etiqueta a una apertura de universidad, pues L va con unos jeans rotos y una camiseta grande y del todo informal. Tienes que sentarte correctamente en un exámen, pues tú te lo pasas por el forro y como si te sientas haciendo el pino. - recordó Light, sonriendo - Eres tú, y no te importa nada más.

Silencio. Silencio y la música final de los créditos de la película. Los ojos de Ryuuzaki, negros, oscuros, se habían agrandado y su mirada fue, por primera vez, abierta y de una sinceridad que Light no creyó posible de no ser porque lo tenía justo delante suyo. La intensidad de la mirada provocó un desconocido sonrojo en Light.

- ¿Q-que? - balbuceó.

Ryuuzaki desvió la mirada y murmuró un casi inaudible <>.

El móvil de Light vibró, y pitó de forma molesta. Al mirarlo vio que era un mensaje de Ken Murata, un compañero de la universidad, pidiéndole si tenía el trabajo de investigación que hizo acerca de Shakespeare. Aunque fuese la carrera de derecho la que cursaba, a veces les metían pequeñas cosas de filosofía, literatura y matemáticas, como complemento.

- ¿Takada? - dijo Ryuuzaki, a su lado. Y Light no pudo evitar mirarlo un momento, sorprendido.

- No, un compañero de la universidad.

- Ah…

Se calló y Light aprovechó para contestar al mensaje <>.

- ¿Has vuelto a hablar con Takada? - volvió al ataque, con una curiosidad mal disimulada que Light no entendió. Especialmente porque Watari tenía pinchado su móvil. Cosas de ser el principal sospechoso. No había mucho que pudiera ocultarle al detective.

- No desde el último mensaje - contestó, de todas formas - ¿Por qué?

Ryuuzaki se encogió de hombros, se levantó, se tomó de un trago el batido que le quedaba por beber y pulsó el botón del mando a distancia y los focos del techo se iluminaron derramando su luz por toda la habitación. El proyector ya apagado.

- La película ha acabado. - dijo el de ojos oscuros, aunque era evidente.

- Si.

A Light le vino la visión del día anterior. De la mirada extraña de Ryuuzaki. De su incomodidad después cuando Light le había descubierto en el acto. De su chapurreo al hablar, nada común en alguien tan inteligente como lo era Ryuuzaki. Tan seguro y autosuficiente, <>. Aquella mirada no tuvo nada que ver con la vulnerabilidad que había vislumbrado, como llamas de fuego cambiante, ahora en el detective. Fue más compleja, mucho, muchísimo más compleja. Y Light se encontró, en contra de su voluntad, turbado y confuso por la complejidad de aquella mirada y la simplicidad de ésta.

 

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La mesa estaba preparada, o casi preparada. Colocó los cubiertos que había conseguido de uno de los cajones y ¡hecho! Corrió hacia el salón, sus pasos repiqueteando en el parquet, por poco se resbala cuando casi da de bruces con su padre.

- ¡Ups! Papá, la comida está lista. - anunció Sayu.

Su padre sonrió.

- Ya iba para allí. - dijo - Y no corras, tu madre te llamará la atención, además puedes caerte.

- Vaaaale - asintió, sintiéndose inexplicablemente feliz a pesar de sus palabras.

O quizás no era tan inexplicable. Se sentaron en la mesa, los tres juntos. Mamá, papá y ella. Faltaba Light, claro. Pero al menos por una vez en semanas no eran solo su madre y Sayu, la familia se había vuelto muy triste desde que su padre estaba enfrascado con la investigación de Kira, con el tal L que a Sayu le caía mal sin remedio. No tenía derecho, no lo conocía, solo era un ente sin rostro que hacía a su padre trabajar demasiado, Sayu recordaba cuando su padre tuvo el ataque al corazón y estuvo hospitalizado.  

Su madre le sirvió un plato de arroz al curry que lucía apetitoso, cogió los palillos y comenzó a comer, casi atragantándose en el proceso.

- Sayu, come con cuidado. - dijo Sachiko, indulgente.

- Si, mamá.

También estaba el hecho de que ese detective, muy famoso y muy bueno pero decididamente idiota, sospechaba que su hermano era Kira. Light. ¡Kira! Por Favor, si se esforzase en conocer a Light como lo conocía Sayu podría ver que era lo más retorcido que alguien podía inventarse. Su madre había estado llorando varios días cuando el padre de Sayu les había informado acerca de la situación actual, no había dicho mucho, solo que Light había de permanecer conviviendo con L un tiempo y ayudándole en la investigación hasta que a este se le disiparan las dudas acerca de su inocencia. A Sayu, L simplemente no podía caerle bien.

- ¿Como va la escuela, Sayu?

La pregunta de su padre la sobresaltó y alejó de sus sombríos pensamientos, que se ocultaron bajo el peso de una gran resoplido. Uno de esos que hacía sonreír a sus padres.

- Bueno, bien. Seguramente me quedaran cuatro notables, excelente en gimnasia y lo demás… - hizo una pausa de lo más expresiva - ¡Ay, es que matemáticas, física y literatura es horrible! No entiendo nada, y sin Light para ayudarme… - La expresión de su padre fue velada por una profunda pena. Quiso remediarlo, atropelladamente, agitando las manos - ¡No quiero decir que tu ayuda no me valga! Es solo que, Light ya está acostumbrado a explicarme las cosas, y de alguna forma-

- No tienes que excusarte, Sayu, no me molesta - interrumpió Soichiro, su mirada se desvió un momento a Sachiko y entonces Sayu se percató de lo vidriosos que estaban los ojos de su madre, como perlas de cristal y agua. La mano de su padre tomó la de su madre por encima de la mesa - Sachiko...

La mujer negó con la cabeza, solo un suave balanceo.

- Estoy bien cariño - sonrió - ¿Como está Light? Tienes que decirle que llame más, no queremos llamarle por no molestarle cuando esté trabajando.

- Si, es mejor no molestarle demasiado. Él y Ryuuzaki están decididos ahora en atrapar a Kira.

- ¿Entonces ese detective ya no sospecha de mi hermano? - preguntó, esperanzada, y su voz resultó demasiado aguda para su gusto.

- Bueno. No, no examente. Aún sospecha, pero… - sacudió la cabeza ante la expresión confundida de su familia - No importa, aún no está libre de sospechas pero digamos que va por buen camino.

Ambas féminas soltaron suspiros de un alivio no del todo pletórico, pero alivio al fin y al cabo. Sayu pensó que, por lo menos, tenían algo, y <> dijo, su boca torcida en un puchero mohíno. Siguieron comiendo y hablando de temas más amenos, disfrutando, <>, su padre elogiando la cocina de su madre, la tele encendida intercalaba anuncios con algún culebrón que nadie escuchaba.

Cuando terminaron con el postre - una enorme tarta de nata y chocolate para devoción de Sayu -, Sachiko se levantó con la intención de recoger la mesa y fregar los platos. Fue entonces que su padre soltó la bomba.

- Por cierto, se me ha pasado comentaroslo - empezó, consiguiendo la atención de las dos - Light y Misa han roto.

Un bomba atómica ante los ojos de Sayu, su boca abierta de par en par en un ruidoso <<¿¡POR?!>> y la explicación de su padre <>.

- Que hermano más soso tengo - masculló Sayu. Su movil vibró en su bosillo. Un mensaje. Pero lo ignoró, luego lo miraría. - Con lo guapa que es Misa, ¡tendrá cara!

- No todo es belleza, Sayu - dijo su padre.

Ella se limitó a rodar los ojos del modo en que solo los adolescentes saben hacerlo, cómo preguntándose porque los adultos no se enteran de nada. Con una sonrisa perversa, sugirió:

- A lo mejor es que mi hermano no está interesado en chicas...

El grito sobresaltado y, en opinión de Sayu, teatralmente ofendido de su madre, <<¿Como se te ocurre, hija? Light es normal>> le hizo reírse con una diminuta risa, agitar las manos y de un brinco subir a su habitación mientras sus dos palabras eran ahogadas por la esquina de las escaleras.

- ¡Era broma!

Palabras traviesas. Palabras golfas. Sin maldad, pero. Ahogadas como cuando uno mismo ahogaba sus más profundos y culpables secretos.

 

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Habían comido tranquilamente, entre una cosa y otra, pasadas las dos de la tarde, Watari como siempre predispuesto, siempre en servicio, les había preparado un delicioso manjar. En ocasiones Light se pregunta si a Ryuuzaki nunca se le iba a ocurrir dar un merecido descanso al hombre o es que simplemente, este disfrutaba demasiado cuidando del escuálido joven. Disfrutar, bueno, de una forma casi enfermiza.

Después de comer se habían duchado, Light se había puesto a leer y Ryuuzaki insistió en trabajar un rato. <> había dicho el universitario, su mirada afilada no daba lugar a réplicas pero con L no era sencillo. Nada era sencillo. <>, pero Light lo había interrumpido con un zarandeo de las esposas y una frase de lo más elocuente <<Precisamente, puesto que es mi día de descanso, ¿no te parece que debería al menos poder elegir algo que hacer? Ya que ni siquiera me puedo alejar de ti, y no, no estoy insinuando que me liberes porque sea Kira y tiente a la posibilidad, pero por lo menos podríamos salir a dar una vuelta. Anda, Ryuuzaki, los dos.>> Y el silencio fue vacío, vacío de emoción. Y la expresión de L vacía también cuando cedió <>.

Y no era que a Light no le importara lo que pensaran los demás al verlo encadenado a otro hombre, caminando arriba y abajo por la avenida. Era los más jodidamente humillante que se le podía ocurrir mientras bajaban el ascensor envueltos en una nube pensativa, no obstante la determinación a salir y de conseguir que Ryuuzaki lo considerara un amigo tuvieron más potestad esta vez.

- ¿Entonces, Light? ¿A dónde quieres ir?

Los dos habían frenado de caminar fuera del vertical edificio, junto a las puertas principales. Con un raudo vistazo captó el ir y venir de la muchedumbre, algunos niños acompañados de risas alegres y regaños de sus padres por ir demasiado deprisa, no hacía mucho viento y el sol se adivinaba tras un tumulto de nubes desprendiendo luces anaranjadas sobre la población. Una atmósfera agobiante pero de alguna manera le sentó a Light como un calmante contra su dosis de encierro domiciliario; el barullo de los coches, no obstante, era lo que más le molestaba.

Su mirada, dorada por el reflejo de la puesta de sol, se detuvo en Ryuuzaki. Su figura curvada, encogida sobre sí mismo, con las manos en los bolsillos y un semblante imperturbable que junto al pelo desgreñado le recordó vagamente a un espantapájaros.

- Podríamos ir al centro comercial pero visto tu gusto por las tiendas y la gente…

- No tengo ningún problema con las tiendas, Light - aseguró Ryuuzaki - Pero te doy la razón con lo de los lugares concurridos, siempre me he preguntado cómo la gente soporta a millones de cuerpos calientes a su alrededor, sudando, malolientes, en los conciertos o las discotecas por ejemplo.

- Ya sabemos entonces el destino de nuestra próxima salida - decidió, mientras comenzaba a caminar habiendo decidido también a dónde irían en ese momento.

Pudo distinguir, no sin satisfacción, una casi inapreciable mueca de disgusto en el ceño fruncido de L, su boca torcida levemente hacia la izquierda un segundo antes de hablar.

- Que haya cedido una vez no implica que lo vuelva a hacer, señor espléndido. - pararon un momento en un semáforo - De ninguna manera iré a un concierto o una discoteca o ningún otro fastidioso sitio que se te pase por tu despiadada mente.

- ¿Despiadada? - inquirió Light.

El semáforo se puso en verde con un guiño.

- Solo mantén presente mi postura. - dijo. Light suspiró, fingiendo darse por vencido y <> no fue más que una actuación, una que no pasó desapercibida para el otro.

Caminaron un rato más, pasaron entre callejuelas y más de una bifurcación. Hicieron una parada en una tiendas de chucherías, abarrotada de criajos, de donde Ryuuzaki salió con una COLOSAL, sí, Light juraba que era una COLOSAL bolsa de golosinas en las manos. Y por si fuera poco, la dependienta había mirado con asco sus muñecas unidas. Como si no fuera suficiente con la gente mirándolos con asombro, repulsión o curiosidad por la calle. Algunos hasta diversión.

Cuando un rato después, al llegar a una plaza ajardinada de varios metros de extensión, Light mencionó que tenían que tomar un taxi ahí, Ryuuzaki le miró desconfiado.

- Light, si lo que intentas es llevarme a un sitio escondido donde asesinarme debes saber que Watari tiene la forma de localizarme al instante. De hecho tiene órdenes estrictas de venir a recogerme si tardo demasiado.

- No empieces. - advirtió y suspiró avanzaban hasta uno de los taxis estacionados en la parada - Mira, si fuera Kira no seria tan… idiota como para intentar matarte de esta forma. Eso es algo que ya sabes.

- Es cierto. Pero no sé hasta qué punto Kira puede ser caprichoso y… - se relamió los labios antes de agregar, con un tono que rozaba lo sugerente - impaciente.

Se subieron al coche. En la parte delantera, fumando un puro por una ventanilla a medio abrir, se encontraba un hombre mayor, robusto en su ropa informal que parecía ser unas cuantas tallas más pequeña de lo que debería, y con una creciente calvicie.

- ¿A dónde os llevo? - preguntó, con voz rasposa.

Una vez dada la dirección, llegaron en un ininterrumpido silencio en aproximadamente media hora. Se había dedicado a ignorar a Ryuuzaki, lo cual no había sido muy difícil pues este estaba aparentemente satisfecho con su molestia y comía ufano golosina tras golosina. Después de pagar al taxista se adentraron en un frondoso bosquecillo que se conocía como la palma de su mano, los árboles en pinceladas de ocres y rojizos creaban un pomposo manto sobre sus cabezas. Las hojas caídas crujiendo bajo sus pies a cada paso que daban. Light observando a Ryuuzaki y a su flemática expresión.

- ¿No tienes ni una mínima curiosidad por hacia dónde vamos?

- Puede.

- Vamos, sabes que si.

- ¿Entonces para qué preguntas?

Apartó una rama de su camino y optó por no contestar a eso.

- Eres realmente difícil de tratar, ¿sabes? Puedo entender porque la gente se sorprende al conocerte. - dijo Light, <> pensó.

Ryuuzaki pareció sorprendido.

- ¿Enserio? Intento ser amable - dijo - dentro de mis posibilidades y de que el sujeto con el que esté no sea demasiado imbécil.

- No digo que no seas amable, solo digo que eres difícil. Especialmente superadas las primeras barreras de tu reserva.

Luego las palabras no dichas se las tragó el bosque, y solo hablaron los pájaros en rítmicos gorjeos. Apenas fueron unos minutos, incómodos minutos en los que Light no podía dejar de pensar en Ryuuzaki, en qué pasaba por su mente, el porqué de su reserva, de su desconfianza, también el porqué de sus ocasionales descuidos en la barrera que dejan entrever una íntima inocencia, o un destello de sorpresa y vulnerabilidad como el de antes al terminar de ver la película. A unos metros se adivinaba la salida de la espesura del bosque. Los rayos del sol en decadencia les golpearon en la cara cuando se abrieron paso a una pequeña cala de arena fina y blanca.

La boca de Ryuuzaki no emitió ninguna exclamación de sorpresa, pero Light pudo decir por el brillo de sus ojos que estaba sorprendido.

La playa era bordeada por altos despeñaderos como torreones y por el bosque. La zona arenosa apenas ocupaba unos cuantos metros, suficiente para un diminuto grupo de gente, y más allá, penetrando el mar estaban irregulares formaciones rocosas, grandes y pequeñas. Si miraban al horizonte, donde cielo y mar se unen y las aguas juguetean con los reflejos de luz, podían contemplar una magnífica puesta de sol al oro de incuestionable belleza.

- ¿Qué te parece? - inquirió Light, jactancioso.

Pero Ryuuzaki parecía perdido.

- ¿Porque me has traído aquí? - susurró - ¿Algún gusto retorcido de Kira? ¿Me pondrás un vestido y maquillarás antes de matarme?

Las ostia, es que era la ostia el muy cabrón.

- Joder, tío, es que eres experto en tocarme las pelotas. - escupió, repentinamente molesto y ¿porque no? ofendido.

- Y eso que no practico. - dijo Ryuuzaki.

- Vete a la mierda.

- Esa boca, Light, estás perdiendo los modales. Si tu padre te escuchara...

Jodido Ryuuzaki. Resopló sonoramente y se fue a sentar a una de las rocas, por defecto arrastrando al otro hombre con él. Lo mataría, no hacía falta ser Kira, lo mataría con gusto siendo Light Yagami. Cerró los ojos e inspiró profundamente, contando hasta diez, sintiendo la brisa marina acariciar su piel fría. Notó movimiento a su lado y supo que Ryuuzaki se había acuclillado.

- Es muy bonito - dijo. Light se dio la vuelta para mirarlo - No pasa mucha gente por aquí, eso es bueno no solo porque el lugar conserva su aspecto virgen sino porque ya sabes que no me gusta mucho la gente.

- Lo se.

Y entonces no hizo falta aclarar nada más. Ni que Light sabía ese dato acerca de L y por eso lo había llevado allí, ni que este se lo agradecía de forma tácita y silenciosa.

- Es mi lugar favorito - comentó Light llevado por un arranque de sinceridad - Solía venir aquí a pensar o a permitirme desaparecer del mundo cuando la presión de la rutina era demasiado aplastante. Fue a partir de los trece o catorce años, lo encontré de casualidad. No se, estar aquí es como un bálsamo, de alguna forma es todo lo que el mundo nunca será. Puro y - rozó con una mano el agua - transparente.

No sabía porque estaba revelando aquello, era como… demasiado suyo. Nunca se lo había dicho a nadie, ni siquiera a su familia, nunca se había mostrado tan vulnerable con nadie. Él ni siquiera era vulnerable, pero a veces, en ocasiones, necesitaba un poco de eso. Y aunque trataba de ignorar esa necesidad, eventualmente se volvía demasiado acuciante. Sintiéndose nervioso, enfocó su ojos en Ryuuzaki que ese momento le observaba intrigado y curioso, pero más allá de eso su mirada era opaca.

- No se lo diré a nadie - dijo, sorprendiéndole. Sin dejar de mirarlo, añadió - No le diré a nadie acerca de tu lugar secreto.

Una corriente de vergüenza traspasó a Light como una espada.

- Tampoco es eso, Ryuuzaki, suena tan infantil.

- ¿Estás admitiendo que eres infantil? - declaró, divertido, sonrisa alienígena. - No deberías avergonzarte por una debilidad que ni siquiera es debilidad, a veces nos pensamos que lo son cuando en realidad son lo que nos mantiene vivos.

- ¿Ganas de filosofar?

- Tu eres el primero que se ha puesto sentimental.

Light reconoció en su tono aburrido un deje de enfurruñamiento que nunca antes había detectado y no pudo evitar reírse. Estuvieron ahí más o menos una hora, o quizás dos, charlando amenamente de cualquier tema no demasiado íntimo ni revelador sobre la vida de ninguno. Ryuuzaki no mencionó a Kira, y Light pensó que realmente había logrado algo aquel día. Si alguien le preguntara porque quería ser tan desesperadamente amigo del detective, él contestaría que era un reto, un reto de lo más complicado. Pero si se lo preguntaba interiormente sabía que había más que eso, se trataba de una comprensión, una que más allá de querer ahorcarlo con sus propias manos de vez en cuando le hacía sentirse unido a alguien por primera vez en su vida. En el mismo plano.

Puede que por eso le haya llevado allí.

 

0.o.o.0.O.0.o.o.0

 

Ya se habían acostado. Hacía un buen rato. Debía de ser medianoche porque desde la ventana se veía la noche cerrada, sin estrellas por la contaminación lumínica. Ryuuzaki se removió en su posición pero el tintineo de la cadena lo hizo detenerse.

Light estaba dormido.

No le importaba despertarle. Solo que desde hacía unos días se había encontrado siendo algo más gentil con el universitario y procurando no incordiarle tanto el sueño. Lo cual era una lata, porque se aburría. Dejó el libro que estaba leyendo sobre la mesita de noche y, sentado con las piernas recogidas, se llevó un pulgar a la boca.

Aquel había sido un día de lo más raro. Extraño. Muy raro. Muy desconcertante. Así se había sentido, completamente perdido al mediodía cuando Light lo había descrito tras ver “El club de los poetas muertos”, e igual de perdido en el crepúsculo cuando había visto a un Light completamente distinto aparecer ante sus ojos. Uno que se veía genuino, ojos como soles dorados.

Se giró hacia Light y lo miró. Su respiración tranquila caía sobre la almohada; su pelo lo hacía sobre su rostro sereno. Tragó saliva, un aleteo sacudiendo su estómago conforme se iba acercando. ¿Porque? ¿Que le estaba pasando? No se reconocía, esa sensación explosiva, como si llevara una bomba atómica entre sus costillas. Una que amenazaba con estallar cada vez que Light se comportaba de forma inesperada y mostraba matices que Ryuuzaki creyó imposibles en él. En… Kira. No podía dudar, Light era Kira. No podía dejarse dominar por emociones, nunca lo hacía.

Su mano se elevó en contra de su voluntad, como tirada por hilos invisibles.

¡No! Estate quieto, maldita sea.

La acercó un poco más, contuvo la respiración y vio, con horror, a su mano deslizarse hasta tocar la mejilla del castaño. Cálida, muy cálida. Su calidez fue como una bofetada que lo hizo brincar y alejarse cuando Light murmuró algo entre sueños y cambió de postura.

Ryuuzaki soltó el aire que había retenido. Por primera vez no quiso pensar.

Notas finales:

Y.... ¡eso es todo! Parece que algo va pasando ¿no? Lo siento si es muy lento, no creo que lo sea tanto, es que Light y L no se enamorarian así plaf de un dia para otro. Poca gente en realidad, pero ellos menos que nadie.

Nos vemos en el próximo capítulo, sentiros libres que comentar cualquier cosa que no os haya gustado.

;)


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