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DEATH CHESS por Toko-chan

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Notas del capitulo:

¡Buenos días, gente! Tal y como os dije publico la segunda parte del capítulo "Funeral". Poco a poco la historia va tomando forma y cada vez sé más a donde quiero llegar :)

Cualquier cosa que no os convenza, o que al contrario os guste mucho, decídmela! Me gusta saber vuestras opiniones, siempre y cuando no sea si L o Light serán seme o uke XDDDD Me he encontrado esa petición a veces, y la respuesta es: ni uke ni seme, ni suke, son personas teniendo sexo, ni pasivos ni activos, ya veremos cómo va.

Sin más dilación, capítulo 7 parte 2:

VII. Funeral

Parte II

 

En ese mismo momento en un lugar distinto, los dos jóvenes genios del Cuartel General de Investigaciones terminaban con su cena en un pequeño comedor adyacente a la cocina en la que solían desayunar. Watari les había dejado la comida preparada hacía un rato, Light a penas lo había visto un par de segundos, el tiempo que el anciano había tardado en servir a Ryuuzaki. Pero así era mejor, porque no podía evitar sentirse un tanto incómodo en su presencia. No olvidaba la mirada afilada que le había dirigido la noche anterior, antes de alejarse de la celda en la que le habían encerrado.

Subieron a la habitación en un silencio un tanto redundante para su gusto. Ambos habían actuado con una decente normalidad durante la jornada laboral pues, durante su corta estadía en la celda la noche anterior, Light había tenido tiempo para asimilar tanto lo sucedido como sus propios sentimientos, por lo que, al menos delante de todo el mundo, no había supuesto ningún problema ser discreto r13;dejando a otro nivel la bochornosa conversación sobre el chupetón delante de su padrer13;. No obstante, en los pequeños instantes en los que se habían quedado a solas Light había notado cómo el aire se cargaba de electricidad y su cuerpo reaccionaba ante esa electricidad creándole un creciente mariposeo en la boca del estómago. Lo máximo que habían hablado en su intimidad había sido algún que otro comentario sin la más mínima relevancia y el molesto «Ya te vale» que Light le había mascullado a Ryuuzaki en un momento que este necesitó ir al baño.

No creo que fuera necesario decir lo que has dicho había reprochado Light de espaldas a él.

¿Eso crees, Light? No suelo hacer cosas innecesarias.

Claro, porque para ti es necesario tocarme las narices. No quiero ni pensar lo que puede haberse imaginado mi padre cuando has insinuado que me acosté con una tía contigo delante.

Bueno había contestado Ryuuzaki entonces, estoy seguro de que su imaginación no llega a sobrepasar la realidad.

Y Light había sentido un repentino calor abrasarle el cuerpo al recordar que, en efecto, el otro hombre tenía razón. Difícilmente se iban imaginar, ni su padre ni nadie, que él y Ryuuzaki se h13abían estado enrollando juntos. A él mismo le había costado pensar en ello en un principio, antes de que, con el pasar de las horas, se hubiera acostumbrado al recuerdo. Pero la perspectiva de Light era el resultado de una evolución que correspondía al transcurso de días, no había manera de que los demás pudieran entender la forma en la que habían acabado así, con la lengua metida en la boca del otro y con el corazón de Light anhelando la compañía del otro hombre.

Cuando llegaron al que se había convertido en su cuarto, se desvistieron siguiendo el orden habitual, ambos tratando de no mirar al otro cuando este se quedaba prácticamente en cueros. Light carraspeó, ligeramente incómodo; los ojos fijos en el suelo y el ceño fruncido. De pronto, sintió el contacto frío de la esposa contra su muñeca y escuchó el click de esta al cerrarse en torno a ella, entonces supo que Ryuuzaki ya había terminado. Pero hubo algo más, apenas perceptible, que erizó su piel. La cola de una caricia distraída sobrevolando el dorso de su mano durante las milésimas de segundo que siguieron al frío del metal de la esposa. Una caricia fantasmal que murió demasiado rápido. Sin embargo, cuando Light se dio la vuelta un poco sorprendido, Ryuuzaki se estaba subiendo a la piltra sin dedicarle un solo vistazo.

Light se subió también con un millar de pensamientos contradictorios hirviendo en su cabeza, calentando su entera anatomía, mientras él no sabía cómo abordar el asunto o siquiera si debía.

Su teléfono móvil sonó entonces. Lo cogió suponiendo que sería un mensaje de Takada. Al fin y al cabo, era casi la única con la que había intercambiado mensajes en los últimos días, un movimiento infantil con el que había tratado de engañarse a sí mismo tras el primer beso que le había dado a Ryuuzaki en la sala del piano. En efecto, el mensaje era suyo.

«Light, ¿cómo has acabado el día? El profesor Mashimoto ha añadido temario extra en la lección de poder legislativo internacional a primeros de siglo, te mandaré una copia de la bibliografía recomendada y algunos documentos más que nos ha entregado. Sería bueno que pudiéramos vernos, no me desagrada del todo el plan del que hemos estado hablando, sabes que siempre es interesante pasar un rato contigo… No sé qué tal te va el finde que viene, ya me dirás. Echa un vistazo a Flor de Amor de Oscar Wilde, espero tu opinión. Buenas noches, Light.»

Sus labios tironearon en una media sonrisa divertida. La chica era interesante, por supuesto. El único pero, tal y como le recordó una voz maliciosa en su interior, era que no tan interesante como otro conocido sujeto. Desde luego, tal hazaña resultaba complicada con la existencia de Ryuuzaki. Durante los próximos minutos en los que se dedicó a mirar por encima el poema que le había recomendado su compañera de estudios, Light fue incapaz de privar a sus ojos de desviarse hacia un lado de vez en cuando, donde el otro hombre se encontraba acuclillado, con la sábana y la colcha recogidas alrededor de la cintura; los brazos extendidos hacia delante mientras sostenía un folio que miraba con apacibilidad; su pelo todo un nido de paja negra y revuelta.

Después de un instante de vacilación, Light tragó saliva y bloqueó el móvil.

¿Qué miras?

El otro hombre dio un pequeño respingo al oír su voz pero no volteó a mirarle.

Reviso unos documentos contestó en su lugar.

¿Algo referente al caso Kira? preguntó el japonés, tratando de entablar conversación a pesar de su propia inseguridad.

Sí, un informe de las primeras muertes que se asocian al nombre de Kira.

Ya veo. Ahora que tenemos un plan para atrapar a este Kira y poder sonsacarle el método que utiliza para asesinar, será más sencillo establecer un vínculo con el anterior. De esa forma, extraer conclusiones sobre el Kira genuino será solo cuestión de tiempo.

Sí, en efecto, yo también lo creo.

«Ya…», suspiró Light interiormente. Resultaba por demás evidente que Ryuuzaki no estaba muy dispuesto a iniciar una conversación, evidencia que para ser sinceros le frustraba bastante. Cualquiera diría que era el único que le daba vueltas a lo que pasaba entre ellos dos, pero sabía que no era así y que la falta de iniciativa por parte del detective tenía más que ver con su personalidad más que con el hecho de que le fuera indiferente.

«No estoy interesado en nada contigo a pesar de que me sienta atraído, Light.» «...no soy el tipo de persona que puede estar en una relación.» «Sobrevaloras mi atracción por ti.» Meneó la cabeza con la pretensión de sacudirse aquellos pensamientos de encima. A continuación se movió un poco, recostándose mejor contra el cabezal de la cama.

Si quieres decirme algo, Light, dímelo cuanto antes. De lo contrario, vas a seguir observándome y dificultando así mi capacidad cognitiva.

Las palabras del detective le tomaron desprevenido.

No importa dijo. Solo quería… hablar, supongo.

¿Hablar?

Sí, hablar.

¿De algo en concreto?

«De cómo nos enrollamos el otro día y de si deberíamos volver a hacerlo. Si quieres, vaya. Si yo quiero.»

Nada en concreto se acobardó en el último momento.

Ante su lacónica respuesta, los ojos negros de Ryuuzaki viraron en su dirección causando que a Light se le hiciera un nudo con su propio aliento.

Era extraño, de alguna forma, notó, cuán engorroso se había vuelto todo entre ellos dos; cuán embarazoso resultaba el simple hecho de buscar la conversación con el otro hombre; y cuán idiota Light se sentía al dejarse afectar por ese inaudito sentimiento de bochorno que le hacía actuar casi como un adolescente atolondrado.

Los ojos de Ryuuzaki lo estudiaron durante lo que parecieron minutos y Light no pudo evitar adentrarse en aquellos pozos de obsidiana líquida, resaltando enormemente en la piel pálida. Inclinó el cuerpo hacia delante en un arrebato de osadía que sorprendió a Ryuuzaki cuando la distancia entre ellos se vio mermada hasta solo unos pocos centímetros. De pronto, Light fue consciente de un conjunto de cosas. Fue consciente de lo pequeña que era la habitación, de las cuatro paredes que los encerraban. Ahí. Solos. Y juntos. Fue consciente de la oscuridad nocturna del exterior que, apenas aplacada por la tenue luminosidad de una lámpara en el lado de Ryuuzaki, era una entrada abierta al pasaje de la perdición y del auge del delirio y la pasión. Fue consciente del silencio, tan pesado que parecía como si las partículas de oxígeno se hubieran disuelto, y de la pausada respiración de Ryuuzaki golpeando contra sus labios. Fue consciente de tantas cosas del zumbido, en sus oídos; del mismo zumbido, contra su pecho y descendiendo hasta crear un torbellino tórrido junto a su vientre, pero lo más destacable, lo que movió hilos en su interior y lo desestabilizó hasta el punto en el que su boca cobró vida y potestad y se abalanzó sobre los labios de su contrario, fueron las palabras no dichas que Light adivinó flotando en la superficie de la mirada de Ryuuzaki.

Palabras desconocidas. Palabras sin matizar, sin voz. Palabras mágicas, oscuras, profundas, y puede que un poco inocentes también. Palabras difíciles de comprender, y mucho, mucho más difíciles de explicar.

La boca de Ryuuzaki se encontró con la suya a medio camino y ambas bocas encajaron la una con la otra de tal manera que pareció el anhelado reencuentro de dos viejos amantes. A diferencia del restregón frenético de la noche anterior, este fue un beso húmedo pero pausado, y no por eso menos ansioso. Los labios de Ryuuzaki eran finos pero seguros, deslizándose sobre los suyos envueltos en la languidez del crepúsculo, enredando la lengua de vez en cuando, lamiéndole por dentro, absorbiendo todo lo que Light tenía para darle.

Un gemido resonó en la quietud. Light no podría haber dicho de quién había sido. Extendió un brazo con el que rodeó al otro por la nuca e intensificó el contacto. Un suspiro escapó de entre los labios de Ryuuzaki, que sabían a caramelo y dulce de leche, y Light se lo tragó, hambriento de él, hambriento de aquel extravagante ser que lo estaba haciendo delirar. Unas manos delgadas y fuertes lo envolvieron por la espalda y le tiraron suavemente del pelo de forma que tuvo que echar la cabeza hacia atrás. Ryuuzaki aprovechó eso para tomar el dominio del beso, manteniéndolo a un ritmo lento pero mucho más intenso. Light se dejó embriagar por esos labios de ambrosía divina. En algún momento, las manos de uno estaban sobre el cuerpo del otro, tirando de la ropa del pijama, tratando de ir más allá, de consumir el incendio que se había desatado en su interior. Pese a notar que se había empalmado, Light hiz un esfuerzo sobrehumano para no perder el control como la noche anterior y, en su lugar, cuando el detective se subió a horcajadas sobre su cintura, le dio un último beso ardiente mordiéndole un poco el labio inferior antes de cogerle de la cara y separarle lo justo para que se pudieran mirar a los ojos.

Tardaron unos segundos en acompasar sus respiraciones. Cuando el universitario creyó que su voz estaba lo suficientemente estable como para no hacerle sentir avergonzado, habló:

No tengo ni idea de cómo quieres llamar a esto, pero me cuesta creer que esté sobreestimando tu atracción hacia mí.

La mirada de Ryuuzaki era febril pero a Light le sorprendió entrever un ápice de irritación.

Es interesante que lo menciones, porque si mi memoria no me falla, y déjame decirte que lo dudo mucho, has sido tú el que me ha besado las últimas tres veces.

¿Entonces?

Aún sobre él, Ryuuzaki se lo quedó mirando con expresión neutra, como si no supiera a dónde quería llegar Light, pero, conociéndolo, dudaba que fuera el caso. Se inclinaba más a pensar que Ryuuzaki no quería ponerle las cosas fáciles, o a que tal vez estuviera asustado.

Light… Tuvimos esta conversación ayer.

Conversación que no finalizamos por la interrupción de Watariseñaló.

Habíamos dejado de hablar ya para ese entonces, por desgracia.

Bueno, ese es precisamente mi punto. Aún con la cara del detective entre sus manos, le acarició una de las mejillas con el pulgar y le pareció que Ryuuzaki temblaba bajo su toque. No me malinterpretes, soy perfectamente consciente de que las últimas veces he sido yo el que se ha lanzado a besarte, pero… susurró mientras escudriñaba las facciones occidentales del otro hombre… eso no quita el hecho de que tú me hayas correspondido en cada una de ellas. Y no con reticencia precisamente.

Ryuuzaki tardó un poco en contestar. Tiempo que Light aprovechó para volver a acariciarle la mejilla con algo de fascinación. El cuerpo de Ryuuzaki se sentía cálido sobre él; y la situación, extrañamente íntima y agradable.

Bueno, no sé qué quieres que te diga dijo al fin. Al fin y al cabo, si me siento atraído hacia ti y te me lanzas encima lo mínimo que puedes esperar…

Pero Light bufó, dejando caer una de las manos de la cara de Ryuuzaki y cortando su pretensión de hablar.

Si quisiera escuchar excusas me las inventaría yo mismo, Ryuuzaki. ¿Sabes una cosa? Fuiste tú el primero en empezar todo esto así que carga con las consecuencias. Nada más decirlo vio como una de las cejas negras de Ryuuzaki se enarcó con diversión. Creeme cuando te digo que no sé qué demonios me está pasando. No con exactitud. Pero si una cosa tengo clara es que lo que sientes no es una simple atracción física, y la razón por la que lo sé, precisamente, es por la forma en la que me siento yo. Ni siquiera me gustan los hombres, y eso no es algo que haya cambiado ni que vaya a cambiar en un futuro. Al menos no en esta vida. Aún así… vaciló un poco azorado. Luego clavó los ojos en Ryuuzaki con determinación. Aún así, puedo ver que todo es distinto entre nosotros.

Después de un instante, Ryuuzaki alzó una de las manos que tenía apoyadas en el colchón, a un lado de la cabeza de Light, para hacer que este le soltara la cara. Sin embargo, no se alejó ni rompió el contacto visual.

No me estás diciendo nada nuevo al decir que lo que sientes es más que una atracción física tanto su tono de voz como su semblante eran completamente impasibles. Siendo cien por cien heterosexual, la única explicación para esto es que te hayas fijado en mí por algo más que el físico. De hecho ladeó la cabeza, meditabundo, bueno, como bien has dicho, mi caso no es muy distinto. Antes siempre me había fijado en mujeres. Aunque tampoco es que tenga un gran historial.

La naturalidad con la que contestó Ryuuzaki le permitió relajarse un poco, apenas percatándose de lo nervioso que había estado.

Desconocía que tenías un historial dijo, logrando arrancar una de esas sonrisas alienígenas al detective.

Bueno, se necesita práctica para alcanzar la maestría.

Light fue incapaz de retener un resoplido irónico. Seguidamente, sacudió la cabeza.

No lo entiendes expresó, volviendo a retomar el tema anterior. Tú no eres como nadie que haya conocido, ninguna mujer ni ningún hombre, por lo que he llegado a la conclusión de que no tiene sentido definirnos según esos estándares.

Un silencio siguió a las palabras de Light. En algún momento, Ryuuzaki debió sentirse incómodo, porque primero se removió y luego terminó por bajarse de encima de Light y se acuclilló a su lado. Light había cerrado los ojos al terminar de decir aquello y ahora se preguntaba si acaso estaba teniendo algún efecto en el otro hombre, no lo parecía. Era tozudo como una mula y Light sabía perfectamente que el motivo principal de esa tozudez era su tontería sobre Kira.

Tras un espacio de tiempo en el que creyó que no iba a recibir contestación, recibió algo peor: una contestación absurda.

Entiendo que lo que quieres es amistad y sexo. Eres joven después de todo, tu cuerpo lo necesita y, puesto que te empeñas en considerarme un gran amigo, comprendo que quieras llevar esa amistad a un plano más carnal, de forma que satisfaga, no solo tu necesidad de diálogo y sociabilidad, sino también el instinto animal del ser humano. Le echó una mirada de reojo. O sea, el sexo.

Tú lo que eres es imbécil.

Light, si tu padre te escuchara…

Sabría que eres el único en ponerme de los nervios refutó con un deje irritador13;, Es imposible hablar contigo cuando empiezas en hacerte el subnormal.

Puedes decir lo mismo con un vocabulario menos burdo, Light.

… pues déjame aclararte una cosa.

Entonces alargó una mano, lo tomó por el hombro y lo obligó a volverse hacia él con brusquedad. Ryuuzaki lo hizo pero, más allá de la curiosa expectativa, no hubo ninguna otra emoción reflejada en su rostro.

Las hormonas sumadas a los lazos afectivos sumados a la convivencia diaria pueden hacer milagros parafraseó las palabras de Ryuuzaki de la noche anterior. Luego, completó: pero eso no significa que los milagros resultantes carezcan de validez, tampoco de importancia. No sé si es un puto milagro, el destino o una completa locura pero sé que… vaciló.

Las dos lunas negras frente a él lo miraban ahora con abierta curiosidad e, incluso, una pizca de incertidumbre. Vio cómo se pasaba la lengua por los labios y movía los dedos de los pies, síntoma de que estaba nervioso o en modo analítico.

¿Qué es lo que sabes? preguntó, al fin.

Light cerró los ojos y meneó la cabeza, tratando de aclarar sus pensamientos. Aquella era un pregunta que creaba una explosión confusa de emociones en su cabeza. No, ya basta de ñoñezes. Después de un instante, volvió a abrir sus ojos del color del oro.

Le estuve dando vueltas durante el rato que pasé en la celda y también a lo largo del día de hoy, así que escúchame bien, Ryuuzaki, porque voy a serte completamente sincero advirtió. Tomó una bocanada de aire. Todo lo que sé es que me divierte pasar el rato contigo cuando no me estás atacando. Que me importa tu bienestar, a pesar de que me creas capaz de ser un asesino sin escrúpulos; que me duele tu falta de confianza desde que te has convertido en la persona más importante de mi vida que no forma parte de mi familia; que ver películas contigo es mucho más estimulante que con nadie más, al igual que tus conversaciones; que estar encerrado aquí, encadenado a ti, no es ni la mitad de malo de lo que me pareció al principio. Sé, aún a riesgo de que lo malinterpretes, que deseo saber más de tu pasado porque deseo conocerte, comprender tus miedos y tu forma de ser, cada suceso en tu vida que te ha convertido en la persona que eres hoy. Sé que mis palabras te están haciendo sospechar aún más de que soy Kira, pero no me importa, porque sé que necesito que comprendas lo que pienso, porque nunca nadie antes me había comprendido como tú has demostrado hacerlo. También añadió en un último aliento, mirándole a los ojos sé que podría aficionarme a tus besos y a tu expresión cuando me miras de cerca con algo más que desconfianza, complicidad o curiosidad.

La boca de Ryuuzaki se había entreabierto en algún punto de su perorata con sorpresa y desconcierto. La máscara, si no se había caído por completo, estaba a un paso de romperse. Ryuuzaki lo observaba con ojos oscuros, abiertos como grandes naranjas e indescifrables, pero había un destello definitivamente distinto en lo más profundo de su mirada, y Light, con alivio y algo de bochorno, se dio cuenta de que sus palabras lo habían descompuesto aunque fuera un poco.

El claxon de un coche hendió la atmósfera en la calle. Los labios de Ryuuzaki temblaron. Dejó caer la cabeza de forma que su expresión quedó oculta por una cortina de cabello negro.

Light… susurró.

Light lo vio morderse el labio.

No busco ponerle un nombre a este sentimiento, a esta necesidad de estar contigo y de conocerte, tampoco sé si va a durar o se evaporará en cuestión de días. Lo único que sé es lo que ya te he dicho. Fijó la vista en la pared de enfrente, evaluando lo que estaba a punto de decir. Finalmente suspiró. Nuestro objetivo es común: atrapar a Kira. Por eso sé que no nos vamos a estorbar. Puede que no puedas confiar en mí aún, simplemente… solo te pido que dejemos de actuar como unos idiotas y disfrutemos de esta extraña… complicidad que se ha creado entre nosotros, no importa que sea.

Después de unos segundos de meditación, en los que pareció que no iba a decir nada, Ryuuzaki alzó la cabeza y contestó:

Creo que esta vez… puedes tener razón, Light. Pero admito que no me esperaba tanta insistencia por tu parte. Sonrió un poco, de vuelta a su desenvoltura natural;. No voy a dejar de sospechar de ti, Light, e indagar sobre mi pasado no es una opción.

El aludido no pudo evitar enarcar una ceja.

Como si eso fuera posible… dijo, aunque en el fondo le molestara. Y ya te dije que esperaría a que tú mismo confiaras en mí.

La mirada de Ryuuzaki lo evaluó por unos momentos.

Lo que no entiendo, Light añadió finalmente, es por qué te has detenido cuando lo estábamos pasando tan bien solo para decirme que querías seguir enrollándote conmigo.

Un resoplido incrédulo escapó de los labios del universitario. Ryuuzaki trataba de sacarle de sus casillas, no había otra explicación. Al menos, eso quería decir que todo estaba bien entre ellos.

Precisamente, te he parado para decirte que no es solo eso lo que quiero.

Ni una relación tampoco.

Sería demasiado raro. No hay necesidad de darle nombre, ya que es algo que solo podemos tener nosotros dos.

Le pareció ver como un leve rubor ascendía por el cuello de Ryuuzaki hasta arrebolarle las mejillas y eso le hizo sonreír con suficiencia a pesar de saber que había sonado un poco cursi para su gusto. Se estaba sintiendo un poco cursi últimamente, algo fuera de todos sus esquemas. Su único consuelo era que ese extraño detective estaba, de hecho, fuera de todos sus esquemas, por lo que su cursilería estaba plenamente justificada. Además, este tampoco parecía habérselo tomado en cuenta. Light se preguntó, intrigado, si le gustaba que le dijese ese tipo de cosas.

Súbitamente, Ryuuzaki se inclinó hacia él; el pulgar entre sus labios y los ojos negros y abiertos destacando en su piel blanca.

Entonces, ¿te apetece seguir donde lo dejamos?

Por un momento, se quedó pasmado, bajó la mirada a los labios de Ryuuzaki y de nuevo enfocó sus ojos que lo miraban con un deje juguetón. Luego, no lo pudo evitar y empezó a reírse.

¿He dicho algo gracioso? preguntó, ladeando la cabeza.

Light negó aún riéndose, se había llevado una mano a la cabeza y otra al estómago, incapaz de contenerse.

Pues vaya… murmuró Ryuuzaki.

Cuando finalmente pudo obligarse a terminar con aquella risa tonta, tan poco común en él, Light se tapó con las sábanas, le dio un suave apretón en la pierna a Ryuuzaki, que lo miró con curiosidad, y luego se acostó en posición fetal, dispuesto a dormir.

Es tarde. Buenas noches, Ryuuzaki.

Creo que te crees muy gracioso.

Light soltó una breve carcajada, se había vuelto hacia el otro lado y había cerrado los ojos.

Tómalo como una represalia.

¿Una represalia…? Parpadeó. Oh, claro, eres un rencoroso, Light. Nadie ha sospechado nada.

Aún así. Se señaló al cuello. No vuelvas a hacer algo como eso.

Ryuuzaki esbozó una sonrisa y «No parecías quejarte ayer», que solo obtuvo un gesto de mano desdeñoso por parte del universitario, al que se quedó observando un rato más hasta que cogió unos archivos del cajón de su mesita y se dispuso a pasar las horas hasta la llegada del amanecer.

Tenía muy claro lo que había acontecido, aunque no estaba seguro de estar haciendo el movimiento más inteligente; porque era consciente de que si Light Yagami resultaba ser Kira estaría perdido. Tal vez se sentía un poco conmovido por las palabras de Light, por la sinceridad que desbordaba.

Por su parte, Light se dejó llevar por los brazos de Morfeo sintiéndose agradablemente en paz con cómo habían ido las cosas. Todo había vuelto a la normalidad. De hecho, todo había mejorado ahora que se habían deshecho de las cohibiciones y, él mismo, de sus prejuicios. Pero había una cosa que tenía clara: nadie se podía enterar de lo que estaba pasando entre ellos, fuera lo que fuera. Mucho menos su familia. Mucho menos su padre.

 

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El día siguiente pasó sin demasiados contratiempos, Light y Ryuuzaki habían evitado mirarse de forma experta delante del resto de miembros del Cuartel General, lo justo para que no sospecharan nada extraño; a Light le había costado un poco hacerlo cuando alrededor de las diez de la mañana Watari le había traído a su protegido un espléndido cucurucho de tres bolas de helado, y aquel imbécil de Ryuuzaki había empezado a lamerlo como si fuera el mejor manjar del mundo. Light había tenido problemas entonces, pero era algo que no iba a admitir ni bajo tortura.

No tardaron mucho en poner en práctica la estrategia de infiltración de Misa mediante una entrevista. Aiber, que desempeñaba a la perfección el papel de Erald Coil, había dejado caer la información precisa que iba a llamar la atención de la Yotsuba acerca de Misa Amane: sus presuntos antecedentes como segundo Kira. Todo salió a pedir de boca y, poco después del mediodía, Misa había conseguido ser contratada como la imagen publicitaria de la empresa. A partir de ahí, era cuestión de que Kira cayese en la trampa.

En ese momento, ella y Mogi, que la había acompañado como su representante y probablemente había cogido el ejemplo de Matsuda, volvían al Cuartel General. Su padre, Matsuda y Aizawa charlaban acerca de lo exitoso que había resultado todo al final. Todos esperaban que el plan se continuara encauzando así de bien en los siguientes pasos.

Matsuda estiró los brazos, desperezándose y bostezando a la vez que se levantaba de la silla.

En fin, al menos ya no estamos estancados. Hay que ver, esta noche casi no he podido dormir y estoy muerto de sueño.

¿Y eso? ¿otra vez te quedaste viendo ese programa hasta las tantas?

¡Que va, Aizawa! Ojalá fuera por eso dijo, negando con la cabeza. Hubo un revuelo anoche en mi vecindario, se ve que la abuela del bajo le prendió fuego a una cortina y todo empezó a arder.

Matsuda, un poco de respeto por los mayores reprendió su padre sin demasiado intención. Parecía distraído, como si le estuviera dando vueltas a algo, Light lo había notado y le intrigaba, sobretodo porque no había pasado por alto alguna de sus miradas inquisitivas clavadas en su espalda. ¿Alguien sufrió algún daño?

No, por suerte no. La familia Fukuoka, que viven en la puerta de al lado de la señora, se dieron cuenta rápido por el olor y avisaron a los bomberos. Incluso los desperfectos solo fueron en el piso afectado y un poco en el rellano de la escalera del bajo. Suspiró dramáticamente. Pero el lío que montaron…

Bueno, lo importante es que nadie salió herido dijo Aizawa.

Light estuvo escuchando durante un tiempo más con mediano interés, mientras iba hacia la cafetera y se preparaba un café para él y otros dos para Matsuda y su padre que se lo agradecieron al momento. Aizawa aún tenía uno sin acabar en la mano, y a Ryuuzaki sabía que no le gustaban aquellos; después de todo, tenía unos gustos muy peculiares que solo Watari sabía satisfacer.

La conversación se prolongó tocando diversos temas, como política, deporte y algún que otro acontecimiento reciente; por ejemplo, el escándalo de un famoso cantante, Tsukumi Oba, con las drogas. Ryuuzaki se mantuvo en un silencio hermético, enfocado afanosamente en la tarea de comerse unas rosquillas glaseadas, incluso cuando el parloteo dio un vuelco hacia el último crimen de un, para entonces, no desconocido asesino en serie.

¿Ha cuántos ha matado ya?

No sé, es el quinto o el sexto contestó Aizawa a la pregunta de Matsuda. Dios, no quiero ni imaginar cómo se deben sentir esas familias.

Light se giró hacia su ordenador y tecleó unas palabras en el buscador.

Shindou Hikaru, 17 años, ha sido encontrado muerto junto al puerto de Odaiba con las mismas características que las anteriores jóvenes víctimas informó con el ceño fruncido antes de cerrar la ventana de internet y voltear hacia los demás. Al parecer la familia no sabía nada acerca de su condición sexual, una amiga suya fue a la policía a dar ese dato con la esperanza de ayudar en la caza del culpable.

Vio a su padre negar con la cabeza, una circunspecta expresión de horror abriéndose paso desde el fondo de sus ojos. Las caras de los demás eran igualmente serias, poniéndose, por un instante, en la posición de aquellas familias que un día, de repente, reciben la más trágica noticia: la muerte de un hijo. Light percibió el vistazo de reojo que Ryuuzaki le lanzó y alzó una ceja en su dirección, preguntándose qué estaría pensando. Sin embargo, el sombrío detective no le devolvió el gesto y, en su lugar, volvió a centrar su atención en un último pellizco de rosquilla; por lo que el universitario se encogió de hombros internamente, quitándole importancia. Matsuda soltó un comentario más, enfatizando que «ya podría Kira encargarse de los que no podían capturar», que fue recibido con una amonestación por parte de Aizawa y su padre.

Era broma, era broma se excusó con una risa nerviosa.

Pero Light no lo culpaba por pensar aquello aunque no fuera lo más ortodoxo. A veces pensaba que el mundo estaba ya demasiado podrido.

Misa y Mogi llegaron unos minutos más tarde. Tras saludar, la modelo se dirigió directamente hacia él, para su desgracia, y se dejó caer sobre su regazo con total naturalidad.

Oye protestó Light, incómodo.

¿Qué tal ha ido?

La pregunta de Ryuuzaki no sonó fría ni cortante, mucho menos molesta, pero Light no pudo evitar preguntarse si realmente era tan indiferente a los constantes coqueteos de Misa con él. La verdad, lo dudaba. Estaba seguro de que una parte instintiva de Ryuuzaki era incapaz de mitigar los celos.

Ha ido muy bien respondió Mogi de pie a un lado de Aizawa y su padre. Como ya os he dicho por teléfono, Misa ha sido contratada como la imagen de la campaña publicitaria de la Yotsuba, tal y como habíamos planeado. Nadie ha sospechado nada, por lo que Aiber puede seguir ejerciendo su papel. Creo que su credibilidad ha aumentado con esto.

Ya veo. Me alegro.

¡Eso es genial, Ryuuzaki! exclamó Matsuda, poniéndose en pie antes de voltearse a felicitar a la modelo, aún sentada sobre las piernas de un fastidiado Light. Muy buen trabajo, Misa-Misa.

La chica dejó escapar un suspiro pesaroso.

Sí, mira, no ha pasado ni una hora y tres de ellos ya me han enviado mensajes para tener un cita a solas. Hay que ver cómo son, ¿verdad? dijo en un tono ligero mientras le enseñaba la pantalla de su móvil a Light, como para que no cupiesen dudas.

¿¡Que qué!? exclamó Matsuda, ultrajado.

¡Lo único que tengo que hacer es quedar con ellos e investigar, como habíamos pensado!

No, me temo que hay que anular el plan.

Nada más lo dijo, Misa se volteó a mirarlo por encima del hombro, sorprendida y con voz indeciblemente chillona.

¿¡Por qué?! ¿Ahora que he llegado tan lejos quieres que me eche para atrás?

Esto es demasiado peligroso para ti, Misa. La forzó a levantarse de encima suyo con una gentileza que no sentía hacia la chica. Una cosa es que salgas es sus anuncios, pero lo que tienes que hacer a partir de ahora es negar a cada uno de ellos que tu fueras el segundo Kira, tampoco debes quedar con ellos a solas y, además, Mogi será tu guardaespaldas y tú te ceñirás a tu faceta de actriz.

¡Pero…! fue a protestar pero repentinamente hizo algo poco habitual en ella, en lugar de seguir defendiendo sus ganas de ayudarle, aceptó sin más que su papel en el plan de capturar a Kira había terminado. Bueno, si me lo pides tú, Light, lo haré. No tengo mucha hambre y estoy cansada, así que me voy a acostar un rato, ¿vale?

Light asintió en su dirección vagamente consciente del extraño comportamiento de Misa, pero le restó importancia. Realmente no le importaban los motivos de Misa, ya no, estaba demasiado quemado de sus tonterías. No obstante, sí se fijó en Ryuuzaki, de quién no estaba cansado en absoluto; Ryuuzaki, que se había quedado mirando a la modelo rubia con una expresión indescifrable que hizo que Light frunciera el ceño.

¿Qué…?

Light… ronroneó Misa bajando el tono y apoyada en el quicio de la puerta, ni fuera ni dentro de la sala. ¿Por qué no te acuestas conmigo?

Eso  le pilló desprevenido.

¿Pero qué dices, Misa? dijo, mordiéndose la lengua para no soltar un «¿Eres tonta de remate?». Desde su posición pudo ver la incomodidad plasmada en los ojos de Aizawa, Mogi y Matsuda, que en ese momento observaban el suelo con sumo interés en un intento por evitar la mirada ilusionada de Misa. Su padre, sin embargo, se mantuvo serio. Light, por primera vez, tenía la sensación de que no sabía lo que pasaba por la mente de su progenitor. Anda, ve a echarte esa siesta, tienes que descansar despidió finalmente a la chica que no pareció amedrentarse ante su obvia falta de interés.

Sí, ya lo sé, eso para cuando atrapemos a Kira, ¿verdad? Mira que eres cortado, Light y, risueña, salió de la habitación cerrando la puerta tras ella.

Un ligero silencio se adueñó de la estancia con la salida de Misa, pero fue roto unos segundos después por Ryuuzaki, el cual se había quedado mirando la pared de enfrente.

Venga, no te cortes, hombre dijo. Aprovecha.

No me estoy cortando.

¿Por qué te pones tan serio, Light? Seguro que te lo pasarías bien.

El aludido fue a protestar con un comentario ácido, pero entonces se percató de que tal vez esa era la forma que Ryuuzaki tenía de protegerse, de resguardarse de unos sentimientos de celos que Light, por mucho que el otro lo negara, sabía que tenía. Era curiosa aquella conexión que los vinculaba a él y al otro hombre, cómo podía comprender lo que el otro sentía ahora que se daba cuenta de que su sentir no distaba mucho del propio.

La voz de su padre lo retrajo de sus pensamientos.

Hijo, deberías volver a hablar con Misa, sigue haciéndose ilusiones contigo.

Eso no es culpa de Light intervino Aizawa a su favor. Se lo dejó bien claro y la chica aún no lo entiende.

Contempló a su padre durante un momento, curioso e inquieto. El hombre se pasó la mano por la cara, de esa forma, pareció recobrar un poco la compostura y se dirigió a Ryuuzaki cambiando de tema. Light no podía decir qué demonios pasaba con su padre, ¿sospecharía algo acerca de Ryuuzaki y él? ¿por lo del chupetón? No, eso no era posible, no había manera de que siquiera se lo imaginara; aunque con todo el tema del asesino de homosexuales… «Lo quiera o no, el tema ha sido bastante recurrente», pensó en un estado analítico. Empero de súbito sintió una sensación parecida a la de una aguja pinchándole junto a la nuca, y cuando se giró para ver el origen de esa sensación se encontró con la mirada suspicaz de Watari, que se encontraba apartado en una esquina de la habitación. Light casi retrocede, sorprendido por la intensidad de esa mirada.

¿Ya es la hora? preguntó Ryuuzaki un rato después en dirección al anciano, que en algún momento se había acercado a ellos. Watari se limitó a asentir con un breve cabeceo funesto. Entendido.

Light no era el único que había dejado lo que estaba haciendo, concretamente leer las últimas noticias, para dedicar su atención a los dos hombres. Ryuuzaki se levantó de la silla en ese momento mientras sacaba una llave pequeña y metálica de uno de los bolsillos de su tejano raído. La llave de las esposas. Por suerte, Light no tuvo que ser el que preguntara prefería evitarlo, pues Matsuda lo hizo por él. Fue Watari el que respondió:

El señorito Ryuuzaki y yo tenemos unos asuntos que atender en el extranjero, por lo que debemos ausentarnos durante el resto del día. He dejado preparada comida en la cocina, usted sabe como encontrar todo, joven Yagami especificó, dirigiéndose a él. Entonces, si me disculpan.

Watari se marchó de la habitación, Light supuso que para ir encendiendo el motor de la limusina, pero antes intercambio unas escuetas palabras con Ryuuzaki, que le aseguró que en un momento bajaba. Luego, el detective se giró hacia los demás, por algún motivo, notó Light, no lo miraba a él a los ojos.

Es un asunto privado. Pero como bien sabéis… Bueno, lo ideal sería que usted, Sr. Yagami, se pusiera las esposas con su hijo durante mi ausencia y pasara la noche aquí, espero que no suponga un gran problema. De todas formas, hay vigilancia por casi todo el edificio, los datos de las cámaras se transfieren automáticamente al portátil de Watari.

Soichiro que había abierto los ojos y la boca con asombro tardó un instante en reaccionar, pero cuando lo hizo fue tan solícito como siempre.

Bueno, tengo que avisar a mi esposa e hija, pero no hay ningún problema.

L asintió.

Espero estar de vuelta mañana por la tarde. Si pasa cualquier cosa, tendré el móvil encendido así que solo tenéis que hacer una llamada, ya sea a mí o al móvil de Watari.

Todos asintieron, aún vacilantes debido a que aquello les pillaba totalmente desprevenidos y era lo más inusual que se podían esperar. Light fue el único que no asintió ni contestó de ninguna forma, sino que se limitó a clavar su mirada en Ryuuzaki a la espera de que éste le dedicara un simple vistazo. Tenía bastante claro de qué iba todo aquello y, pese a haber asegurado que tendría paciencia, le fastidiaba como nunca antes la falta de confianza del detective.

Por fin, las orbes oscuras lo enfocaron. Light no pudo evitar que su vista descendiera hacia sus labios. Le quemaban las manos a causa del deseo de tocarle, tal vez no tendría que haberse negado la noche anterior. No se había esperado este repentino cambio de planes, tampoco.

Bien, entonces…

Ryuuzaki. Justo cuando Ryuuzaki hendía la llave en el hueco de la cerradura de las esposas, Light habló. ¿Podemos tener unas palabras?

El aludido se lo quedó mirando un momento sin ninguna expresión reflejada en su rostro, pero finalmente asintió «Claro, Light» y, bajo el escrutinio inocente de varios pares de ojos, ambos salieron de la estancia en silencio y entraron en una adyacente y más pequeña, de paredes asalmonadas y un mobiliario más bien escaso. Poco importaba la decoración, de todos modos, pues en cuanto se escuchó el sonido de la puerta al cerrarse, la boca de Light estaba sobre la de Ryuuzaki, las manos de uno sobre el cuerpo del otro, y un beso devastador, lleno de saliva, gemidos, lengua y más saliva tuvo lugar.

Cuando se separaron, ambos respiraban entrecortadamente. La espalda de Ryuuzaki había acabado contra una de las cuatro paredes y Light, aplastado contra él, podía sentir una protuberancia dura junto a su pelvis a través de los pantalones del otro.

Así que te vas ahora, justo cuando teníamos asuntos pendientes… susurró Light muy cerca de su boca; el roce de sus narices le erizaba el vello del cuerpo.

Por eso te dije que no te cortaras con Misa. Fue un acto de caridad.

Light gruñó y se apoderó de su labio inferior, clavando los dientes con suavidad antes de dejarlo ir. Un gimoteo contenido escapó de la boca de Ryuuzaki, tumefacta por el intercambio de besos. Se miraron a los ojos y ambos entendieron lo que Light quería decir: «No me interesan esos actos de caridad». Ryuuzaki ladeó la cabeza y los mechones de pelo le cayeron hacia un lado y le taparon uno de los ojos.

Espero que no te lo hayas tomado mal dijo. Pese al repentino cambio de tema, Light supo inmediatamente a qué se refería.

No realmente, estoy acostumbrado. Va a ser un poco incómodo dormir con mi padre, pero tampoco me esperaba que me fueras a dejar sin vigilancia.

Lo siento dijo, y Light se preguntó si realmente lo sentiría. Tenemos que volver, van a sospechar algo. Además yo tengo que irme.

Por toda respuesta, el universitario se inclinó de nuevo y pegó su boca a la mejilla pálida, delgada del otro hombre. Sus labios la besaron primero y luego descendieron por la línea de la mandíbula dejando a su camino todo un reguero de besos y lametones. Ryuuzaki cerró los ojos y se dejó hacer, ansioso a su pesar por las atenciones que le estaba brindando. Por el cuello, por la barbilla, un rastro de saliva. Ryuuzaki gimió quedamente mientras balanceaba sus caderas contra las de Light, que estaba ya medio duro también y que depositó un último beso sobre sus labios.

Nada más separarse, le invadió una sensación de añoro, de adicción que nunca antes había experimentado, y se quedó observando a Ryuuzaki con un gran asombro hacia sí mismo, preguntándose por primera vez cómo diablos había alcanzado ese absurdo estado de embelesamiento por alguien como el detective.

Debo estar loco.

Por algún motivo, Ryuuzaki se llevó el dedo pulgar a la boca, aparentemente meditabundo.

¿Qué pasa?

Sabes que hay cámaras en la mayoría de las salas comunes, ¿verdad?

Bueno, lo suponía. Pero el único que puede llegar a ver esas grabaciones es Watari y, de todos modos, ya no puede sorprenderse por esto contestó sin inmutarse.

Desde luego, aún me sorprende que no me haya mencionado aquello.

Tampoco es que haya tenido oportunidad. Estando yo encadenado a ti.

Hm…

Súbitamente, la mirada de Light se vio atraída hacia un punto en el pecho de Ryuuzaki, entre las clavículas, donde él sabía que se escondía la misteriosa moneda. De forma inconsciente, su mano se adelantó hasta tocar con los dedos la pieza metálica a través de la tela del jersey, pero entonces Ryuuzaki se tensó de pronto con tal recelo que Light se sintió mal sin saber el motivo.

Lo siento. El detective no dijo nada y Light se apartó completa y finalmente de él, pero mientras se dirigían hacia la puerta con la intención de volver con los demás, añadió: Espero que no haya pasado nada malo… en relación a esa moneda. Sospecho que debió pertenecer a alguien importante de tu pasado.

Ryuuzaki se había detenido con la mano en el pomo de la puerta y, aunque no volteó a verlo, su voz reflejó que no le molestaba que le hablara de eso, al menos no como otras veces.

Gracias, Light.

Después de eso fue cuestión de minutos que Ryuuzaki se marchara, tras dar unas cuantas anotaciones más, poner uno de los extremos de la esposa en la muñeca de su padre y señalar que, excepto en caso de emergencias, podían tomarse el día siguiente con calma y esperar a su vuelta.

Light lo vio irse con algo de optimismo, pensando que, después de todo, Ryuuzaki estaba comenzando a ablandarse. El resto del día se limitaron a comer y a revisar unos documentos después, charlar de temas varios y conjeturar; Light estuvo más hablador que de costumbre, viéndose liberado de la presencia de Ryuuzaki y, por lo tanto, de sus constantes escrutinios, ya fuera por una cosa u otra. Pero de vez en cuando su mente también vagaba hacia el otro hombre, preguntándose qué debía estar pensando y haciendo, y si ya habría llegado a cualquiera que fuera su destino. Misa no importunó durante toda la tarde, y Light se permitió relajarse cuando su padre sugirió que llamaran a casa para que hablara con su madre y Sayu. No fue una conversación larga pero sí necesaria, especialmente para las dos mujeres. Sayu, por alguna razón que Light no dejaba de encontrar sospechosa, le preguntó varias veces por Ryuuzaki que si cómo estaba, que si se habían vuelto más amigos, que sí que comida prefería,...; las respuestas de Light fueron escuetas en ese aspecto. También sacó provecho de aquella rara ocasión en la que no tenía a Ryuuzaki vigilando cada uno de sus movimientos para mandarle un mensaje a Takada, contestando a los dos anteriores a los que no había respondido y zanjando así su intercambio de correspondencia. La chica era interesante pero ya está. Había empezado a hablar con ella solo porque no había sido capaz de gestionar lo que le estaba pasando con Ryuuzaki, empero ahora sí podía y, por lo tanto, seguir coqueteando con ella no tenía sentido, ni siquiera por mensajes. No es que le debiera nada a Ryuuzaki, no estaban en esos términos; simplemente no sentía el menor interés por seguir hablando con Takada.

Finalmente, al caer la noche, Matsuda, Mogi y Aizawa se retiraron a sus respectivos hogares. Solo entonces, al quedarse a solas, Light volvió a tener la extraña sensación de que a su padre le preocupaba algo.

Notas finales:

Aún falta una tercera parte, chich s, y luego las cosas se empezarán a precipitar hacia el punto que todos conocemos... Light y sus recuerdos. ¡Gracias por leer y por comentar!


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