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I Don't Deserve You por Kris Kuro Angel

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Notas del capitulo:

Holis, les traigo sensualidad (~*o*)~ ya se que me tardé más de un mes en actualizar pero acostumbrence, mi vida y suerte son bien mierdas que se me cortó el internet, se me borró el capítulo en un corte de luz y no se guardó u_u además de que también estoy trabajando en otros fanfics que aun no público y no son de KNB ni de anime sino de otro de mis vicios que es el kpop (¿A alguien le gusta el kpop? ¿O alguna banda en específico?)


 


Sin más que decir, disfruten del cap~

Capítulo 13:


 


Takao bebía el contenido de su décima lata de cerveza, mientras Kise simplemente lo observaba desaprobatoriamente. Él, por obvias razones, no podía beber.


 


—Takaocchi… creo que ya has bebido suficiente —dijo el rubio.


 


—No tienes idea de cuánto necesito esto, Kise —contestó Takao desechando la lata de cerveza, su rostro estaba colorado y empezaba a arrastrar las palabras—. ¡Seguro el infeliz de Shintaro está revolcándose con la perra esa y yo aquí sufriendo por él!


 


El pelinegro se dejó caer sobre las piernas de Kise, las abrazó fuertemente intentando contener sus lágrimas. Odiaba llorar, odia verse débil, odiaba todo lo que le estaba pasando.


 


—Takaocchi, esto pronto pasará. Tu dolor desaparecerá más rápido de lo que te imaginas y esto solo será un mal recuerdo —tocó su vientre que aún no se notaba—. Quisiera decir lo mismo de mi pero Aominecchi va a estar siempre presente en mi vida, aunque yo no lo quiera.


 


—¿Aun lo amas?


 


—Mucho —contestó con la mirada pérdida—. Y me duele amarlo tanto. Me duele que ni siquiera me haya buscado para saber de su hijo. Yo creo… que nunca le importé realmente, él solo quería sexo y nada más.


 


—Es un idiota por no valorarte —la mano de Takao viajó hasta el rostro de Kise limpiando la lágrima que se había escapado de sus ojos—. Nee, Kise… déjame vivir aquí. Si quieres te lavo o te cocino gratis pero no quiero volver al departamento de Shintaro, no quiero nada que me recuerde a él y tampoco quiero ir con mis padres, no toleraría sus miradas de decepción.


 


—Sabes que eres bienvenido aquí, Takaocchi.


 


—¡Eres un sol, Kise–chan! —exclamó Takao abrazándolo—. Vas a ver que no te voy a causar problemas, incluso voy a ser un padre para tu hijo, mucho mejor de lo que Aomine Daiki puede ser.


 


El rubio sonrió, sus mejillas adquirieron una tonalidad rosácea. Su amigo borracho decía tantas cosas extrañas pero, a la vez, se le hacían tan tiernas que podría explotar por ello.


 


—Gracias, Takaocchi…


 


 


******


 


 


Kuroko pudo salir de su dolorosa inconciencia, sentía el peso de Reo aplastando su pecho. Con cuidado pudo colocarlo a su lado, para su suerte el hombre no despertó. Como pudo logró vestirse y cubrir en lo posible las marcas en su cuello, salió de la habitación sin emitir el más mínimo ruido.


 


Caminó como pudo, ignorando el dolor en su parte baja. Ignorando el dolor que le carcomía el alma. Era su culpa lo que había ocurrido, era completamente su culpa que Reo se comportara así y lo lastimara. Él lo había arruinado, lo había herido y solo merecía dolor por lo que había hecho. No reparó en las personas que estaban a su alrededor, ni en las miradas que algunos de sus conocidos le lanzaron. Ni siquiera en la penetrante y preocupada mirada de Izuki, quien lo observaba desde el otro extremo del salón con la ansiedad plasmada en el rostro. Quería detenerlo y preguntarle qué había pasado, la razón de su mirada herida y su andar incomodo pero no lo hizo, no podía, debía seguir trabajando.


 


Kuroko le concedió una leve reverencia a Hyuga antes de irse, sin intercambiar palabras y sin detenerse. Al cruzar el umbral de la salida vio a Kagami ascendiendo por las escaleras, seguro iba en su búsqueda. No pudo más y se lanzó a sus brazos buscando algo de refugio y consuelo, estaba destruido.


 


—¿Qué sucedió? ¿Por qué tardabas?


 


—Llévame a casa… por favor —su voz salió acompañada de un sollozo—. Solo… quiero ir a… casa…


 


Lo empujó un poco para que ambos bajaran. Se apoyó en el brazo del pelirrojo para que el rebote contra los escalones no lo lastimaran más de la cuenta, sentía que sus caderas se desgarrarían en cualquier momento.


 


Escuchó a la lejanía un grito desesperado, una voz conocida. Su cuerpo no pudo evitar temblar. Se adentró en el auto lo más rápido posible pidiéndole desesperadamente a Kagami que lo llevara a casa, que lo alejara para siempre de ese lugar. Él encendió el auto y arrancó tan rápido como pudo, temía que Kuroko entrara en una crisis nerviosa.


 


Desde la acera Reo observaba el auto alejarse, sus cuerdas vocales dolían de tanto esfuerzo por gritar y su corazón se rompía en miles de pedazos tan pequeños como para juntarlos otra vez.


 


Kuroko lo había abandonado.


 


Su peor pesadilla se hizo realidad.


 


Se dejó caer sobre sus rodillas, dejó que sus lágrimas resbalaran por sus mejillas y que intentaran lavar el dolor que solo crecía y crecía dentro de su pecho. No supo cuando su mente se desconectó de su cuerpo, ni cuando su cuerpo fue arrastrado de esa fría acera. Él ya se encontraba abrigado en su habitación rodeado por Kotaro e Izuki.


 


—Reo–nee —articuló nervioso el rubio—, ¿Qué sucedió?


 


Aquellas palabras fueron un detonante para que los recuerdos volvieran. El dolor y los celos comiéndose su alma, incentivándolo a herir a su amado. El llanto volvió a embargarlo.


 


—Me dejó… se fue… se fue con… Akashi —contestó entre hipidos.


 


Kotaro e Izuki solo pudieron abrazarlo, arrullarlo hasta que pudo tranquilizarse y dormir. Entendían cuan doloroso resultaba para Reo el perder a Kuroko, ellos mismo eran testigos del gran amor que el pelinegro le tenía al adolescente. Salieron, dejándolo aparentemente dormido.


 


Izuki se deslizó por la pared hasta llegar al piso, escondió su cabeza entre sus rodillas flexionadas. Recordaba su situación con Midorima Shintaro, la confusión y desdicha del médico lo afectaba. Sabía que su relación con Takao era muy fuerte, se amaban, y él estuvo dispuesto a ser solo su amante pero, sin quererlo, se vio deseándolo más. Él quería el lugar de Takao en la vida de Midorima, quería ser la pareja de aquel distinguido médico y que este lo amara más que a su vida.


 


Ahora, Takao ya no estaba y Midorima no tenía claro lo que deseaba en su vida. ¿Y si lo dejaba de lado? ¿Si solo fue para satisfacer la emoción de estar engañando a su pareja? ¿Si nunca significó nada para Midorima?


 


—Izuki, debemos ir a trabajar —dijo el rubio—. Reo–nee estará bien. Sabíamos que esto tarde o temprano pasaría.


 


El pelinegro se puso de pie, se tragó sus lágrimas, y caminó de vuelta a la sala principal. Claro que sabía que esa relación no duraría cuando Kuroko creciera, después de todo ellos solo eran objetos de placer y nadie los veía como una pareja estable. Eso le dolía, le dolía ser consciente de que nunca podrían ser como los demás y tener una vida “decente” o una familia.


 


Se alejaron para cumplir con la tarea que mejor se les daba en ese momento de sus vidas.


 


 


 


 


 


Kuroko estaba oculto bajo las sábanas de su cama, en la penumbra de su habitación. Akashi lo vio llegar, le exigió una y mil explicaciones de su estado pero se negó a dárselas. Se encerró en el baño y limpio su cuerpo bajo fría agua de la regadera, frotó su cuerpo hasta que la piel quedó roja, ardía pero aún se sentía sucio.


 


Pudo asumir que Kagami estaba relatándole vagamente lo que había pasado, ni él sabía que pasó. Solo Kuroko sabía lo que sucedió.


 


Escuchó la puerta de su habitación abrirse, seguro era Akashi dispuesto a interrogarlo nuevamente. Mantuvo sus ojos cerrados simulando dormir, pensó que se iría si lo veía dormitar pero no fue así. Un peso extra cayó a su espalda y unos brazos lo rodearon. Akashi apoyó su frente en la espalda del peli celeste.


 


—¿Qué te hizo? ¿Por qué te lastimó de esta manera? ¿Cómo… pudo…? —suspiró, lo sentía temblar—. Tetsuya…


 


—Fue mi culpa… yo lo merecía… —gimoteó—. Lo lastimé tanto… él me odia… ya no… ya no puedo volver a él…


 


—Tetsuya, te dije que yo haría hasta lo imposible por ti. Te amo y este amor es muy celoso y protector, quiero ir hasta ese Burdel y hacerle a Reo el mismo daño que te hizo a ti…


 


—¡No! —exclamó dándose la vuelta, encarándolo y aferrándose a su camisa—. Fue mi culpa… lo que me hizo yo…. Yo lo ocasioné… —se refugió entre sus cálidos brazos—. No lo dañes, por favor. Esto fue… solo un efecto colateral…


 


—Tetsuya, ¿Cómo puedes tratarte así? ¿Cómo puedes defender lo que te hizo?


 


—Lo amo, Akashi–kun —afirmó—. Lo amo y por eso estuve dispuesto a lastimarlo y aceptar que me lastimara… —sus orbes celestes se cristalizaron, las lágrimas que intentaba retener salieron empañando su bello rostro—. Prométeme que no lo dañaras, Akashi–kun. Prométemelo y yo me quedaré a tu lado…


 


—No me compres con las migajas de tu amor —dijo acariciándole el rostro—. Te quiero completo, en cuerpo y alma.


 


—Lo seré si no lo lastimas, si no lo busca, si lo olvidas —rozó los labios del pelirrojo con los suyos, aun cuando su corazón estaba roto y mancillado, quiso intentarlo—. Promételo…


 


En contra de sus deseos, de su dolor, de la ira que lo embargaba. Akashi tuvo que aceptarlo.


 


—Te lo prometo, Tetsuya.


 


El resto de la semana se quedó en casa, su cuerpo dolía y su corazón estaba destrozado. Las llamadas en su celular eran recurrentes y se acumulaban en la sección de llamadas perdidas, siempre el mismo número. Reo. Kuroko prometió no contestarle, no buscarle. No deseaba poner en riesgo a Reo, él no podría vivir sabiendo que algo malo le pasó por su culpa, aunque él mismo lo había lastimado.


 


El lunes su madre cumplió seis meses de embrazo. Su vientre había crecido considerablemente, el niño que esperaba se desarrollaba saludablemente. Eso lo hacía sentir mejor, saber que su sacrificio traía buenos resultados le hacía creer que valía la pena.


 


Otra de las sorpresas que se llevó fue el saber que Takao y Kise ahora vivían juntos. El pelinegro se la pasaba al pendiente de Kise, de sus comidas y del bebé que ya llevaba seis semanas de gestación. Parecían una pareja de recién casados en espera de su retoño, Kise la madre risueña y Takao el padre nervioso y propensamente emocional que, ante el mínimo movimiento del bebé, se lanzaba a llorar.


 


Por su parte, estaba en una extraña relación con Akashi. Resultó ser bastante atento y dulce, le gustaban sus besos y abrazos mientras miraban televisión en la sala o cuando dormían juntos. Nunca hubo un contacto más allá de simples caricias ni tampoco volvieron a exponer sus sentimientos, solo dejaron que las cosas fluyeran pausadamente sin apresurarse a nada. Estaban bien así.


 


Todo marchaba bien aunque la salud de Kuroko había desmejorado. Se sentía cansado, algo molesto y ciertas comidas le repugnaban. Pensó que se debía a todo el estrés que estaba pasando pero su perspectiva cambio cuando se lo comentó a su madre.


 


—Oh, cariño —dijo Kaoru—, creo que estás embrazado también.


 


—Imposible… —luego la imagen de aquel desgarrador momento vino a su mente, las heridas en su cuerpo aún no habían sanado y parecían palpitar a medida que recapitulaba ese evento—. No…


 


—Deberías hacerte los análisis para descartar la duda.


 


El peli celeste asintió y fue a su habitación. Se recostó en la cama y dejó que las lágrimas fluyeran. Eso no debía estar pasando, las cosas no podían complicarse de esa manera. Tocó su vientre plano con temor, si algo estaba creciendo allí no sabría cómo lidiar con esa situación. Estaba aterrado.


 


En el burdel de Nijimura las cosas no iban mejor. Kotaro tocaba insistente la puerta de la habitación de Reo, el pelinegro se había rehusado a salir, a comer o a trabajar, eso los tenía preocupados a todos. También estaba el hecho de Nijimura parecía muy retraído y algo arisco, y Sakurai parecía un muerto en vida. Las cosas se habían puesto extrañas desde que aquel telón que ocultaba las infidelidades se había levantado.


 


—¡Reo–nee, no puedes estar así! ¡Abre! —vociferaba el rubio.


 


—Traje la llave —Izuki llegó con el juego de llaves de las habitaciones e insertó rápidamente la que correspondía a la habitación de Reo.


 


No esperaron que cuando la puerta se abriera encontraran la habitación hecha un desastre, la mesa y la cama volcadas, ropa destrozada al igual que el espejo del tocador. El cuerpo de Reo estaba en el piso en medio de un charco de sangre.


 


Dos cortes profundos en ambas muñecas eran la razón de toda esa sangre.


 

Notas finales:

La cosa está fuerte por aquí x.x

¿Será que Takao y Kise si están en una relación? ¿Se quieren de esa manera?

¿Kuroko será capaz de olvidar a Reo y amar a Akashi?

¿Se enterará de lo que pasó con Reo?

En un arrebato de locura y desesperación Reo intentó cometer suicidió, ¿Estará realmente muerto?

 

Nos leemos en el próximo capítulo, espero que más pronto que tarde XD

Saben que sus reviews alimentan mi oscura y retorcida alma *-*


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