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I Don't Deserve You por Kris Kuro Angel

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Notas del capitulo:

En primera instancía, HAPPY NEW YEAR!!

Espero que hayan teniado unas agradable navidad y un buen ingreso de año.

No se como escusarme, no tengo perdón de Dios por haberme tardado casi dos meses sin actualizar. En resumidas cuentas me atacó la depresión, murió un familiar muy querido para mi, la epoca navideña no es algo que disfrute desde hace unos años y además me enfermé de Zica (fue horrible, me dolía todo el cuerpo).

Otra cosa también es que no tuve inspiración para escribir, incluso siento que este capítulo no quedó a la altura de los otros, lo siento algo corto y poco explicativo pero es lo mejor que pude hacer, como ya dije no me encuentro con el mejor de los animos lo cual no me parece pretexto ni tampoco justo para ustedes no poder disfrutar de algon bien escrito por culpa de mi estado.

Me disculpo por el retraso y los inconveniente, espero que aunque sea disfruten un poco de este cap.

Capitulo 8.


 


Sentía el calor subir desde la parte baja de su cuerpo hasta llegar a cada nervio de su cerebro y llevarlo al límite del éxtasis. Había atravesado ese cálido pasaje virgen, se había hecho son su inocente cuerpo a base de engaños pero no sentía remordimiento alguno. Era suyo, mucho antes de que su futuro esposo lo poseyera.


 


Sonrió al verlo caer extasiado sobre el colchón, sus ojos llenos de lágrimas y sus mejillas sonrosadas por el bochorno. Se recostó a su lado, acarició sus cabellos y sonrió triunfante. ¿Qué cara pondría aquel que lo había destrozado completamente al ver que había tomado algo que, según él, le pertenecía?


 


Vendería su alma por verlo herido.


 


 


 ********


 


 


Kise tenía la mirada perdida, estaba completamente solo en la azotea. Su mente seguía rebobinando aquella escena de hacía varias noches, aquel chupetón, y por más que trataba de hallarle una explicación no la encontraba. ¿Acaso Aomine le había sido infiel? ¿Solo porque él no quiso entregarse antes?


 


Se llevó las manos al rostro y exhalo frustrado. No podía ser. No podía ser. Se rehusaba a creer eso. Él lo amaba, se amaban. ¿Él lo amaba?


 


Sintió que lo apresaban por la cintura, dio un brinquito asustado pero cuando la voz de su pelinegro amigo llego a sus oídos se calmó.


 


—¿Qué sucede, Kise–chan? ¿Por qué esa cara?


 


—No es nada, Takaocchi. Solo soy yo preocupándome demás por las cosas.


 


—¿Seguro? Porque no parece ser solo ‘nada’ lo que te preocupa. ¿Es Aomine? ¿Te hizo algo? —Takao conocía muy bien cada expresión de su amigo y aquel suspiro solo aseguraba sus sospechas—. ¿Bingo?


 


—Sí, es por él. Siempre es por él —refunfuño molesto.


 


—¿Ahora qué? ¿No está contento con que ya te le entregaste? ¿Qué? ¿Ahora quiere practicar BDSM contigo? ¿O lo quiere hacer en la capilla de una iglesia?


 


—¡Ay no! Que ni se le ocurra pedirme algo como eso o lo descuartizo vivo —se llevó una mano a su cabello y tiró de él con frustración—. ¿Alguna vez has sentido que algo anda mal en tu relación pero no es por ti o por él sino por alguien más?


 


—¿Qué quieres decir, Kise–chan? —claro que había sentido eso pero no pensaba declarar sus inseguridades así como así, era muy orgulloso para eso.


 


—Es que siento como si Aominecchi hubiera tenido a alguien más aparte de mí —dijo por fin el rubio—. Quizás son solo ideas mías pero… es una idea que no he podido sacarme de la cabeza.


 


Takao lo apretó aún más en su abrazo, no podía negar ni afirmar nada. Tampoco se le ocurría nada bueno que decir, así que solo le ofreció su compañía y su silencioso pero sincero apoyo.


 


—¿Ese no es Kuro–chan? —preguntó Takao al ver un minúscula figura peli celeste—. ¡Si es! ¿Quién es ese? No parece ser Akashi…


 


Un pelirrojo corpulento parecía discutir con él. Kuroko dejó escapar un suspiro frustrado y entró al colegio mientras el otro hombre seguía allí de pie. El peli celeste miró hacia sus amigos, con un gesto les dijo que iría hacia ellos.


 


Al cabo de unos minutos Kuroko llegó agotado, su respiración era irregular y transpiraba un poco. En cuanto vio a sus amigos se preparó para el abrazó tritura huesos de Kise, pero no llegó. Este solo lo abrazó suavemente por los hombros y se lanzó a llorar.


 


—¿Kise–kun?


 


—Déjalo, esta sensible —Takao se unió a ese abrazó algo incómodo—. Te extrañamos mucho, Kuro–chan.


 


—Yo también los extrañe mucho.


 


—¿Cómo sigue tu brazo, Kurokocchi? —preguntó el rubio apartándose de él y limpiando sus lágrimas.


 


—Mejor, ya no me duele.


 


—¿Y quién es el grandote? No me digas que ese es Reo —las cejas de Takao se alzaron sugerentes.


 


—No, es mi guardaespaldas Kagami–kun. Me sigue a todos lados —dijo con expresión cansada—. Si fuese Reo–kun no me molestaría tanto.


 


—¡Woow! Akashi hasta guardaespaldas te puso, que persistente.


 


—Solo estará conmigo hasta que atrapen a… a Ren–san.


 


—¿Nada aun?


 


Kuroko negó con la cabeza.


 


 


 


 


Las clases concluyeron, Kuroko y Takao se dirigían a la cancha de basket hasta que se encontraron a Kise en el pasillo con el celular en la mano, tenía la mirada perdida y los labios fruncidos.


 


Takao se acercó a él rápidamente y golpeó su hombro.


 


—Si te sigues preocupando así te vas a arrugar —dijo con las manos en su cadera viéndolo seriamente— y no te voy a querer siendo una pasa.


 


—Takaocchi…


 


—¿Hay algo que te preocupa, Kise–kun?


 


—Muchas cosas, Kurokocchi.


 


—Cree que Aomine lo engaña.


 


Kuroko lo observó sorprendido.


 


—¿Lo viste con alguien más?


 


—No, pero… quizás solo son ideas mías.


 


—Debes hablar con él, decirle cómo te sientes. Aclarar todo. Si haces que las dudas crezcan, su relación no va a terminar bien.


 


Algo en Kise se tranquilizó, su amigo tenía razón, debían hablar y no dejar que una estúpida suposición acabara con su relación.


 


 


 


 


Kuroko salió casi al final, se había quedado demasiado tiempo bajo la ducha pensando en todo. Volvía a su rutina, la escuela, sus amigos, sus pláticas sin sentido, pero aun así sentía que le faltaba algo y él sabía que era ese algo. Su amado Reo era aquello que le faltaba a su vida. Deseaba poder ir a verlo pero sabía que aquello le sería negado y con Kagami vigilándolo no le sería permitido ni acercarse.


 


Montó en el asiento trasero del auto, Kagami conducía sin querer perturbar al chico, se le veía pensativo así que prefirió mantenerse callado todo el trayecto.


 


Kuroko miraba las calles y los edificios, fácilmente se dio cuenta que no iban a casa.


 


—¿A dónde vamos?


 


—Akashi dijo que te llevara a un lugar que reservó.


 


—¿Reservó?


 


—Aquí —dijo para luego estacionarse frente a un restaurante lujoso, las luces d neón adornaban la entrada, la puesta brillaba como piezas de plata y una alfombra roja daba la bienvenida.


 


Kuroko no quiso ni saber el precio del agua con el que regaban las plantas allí, se notaba a leguas lo caro que era. Kagami abrió su puerta y lo ayudó a bajar, ambos ingresaron, se identificaron con el recepcionista, para luego buscar la mesa que les habían asignado. Pudo divisar a su madre, a Akashi y a Himuro, el guardaespaldas de su madre, en una mesa charlando animadamente.


 


—Buenas noches —dijeron Kuroko y Kagami.


 


—¿Cómo te fue en la escuela, cariño? —preguntó su madre con ojos risueños.


 


—Excelente —contestó el peli celeste—. Kise–kun, Takao–kun y los muchachos del equipo estaban preocupados por mí pero ya todo está bien.


 


—Eso me parece perfecto.


 


Unos meseros se acercaron con bandejas repletas de comida, pavo asado, carne picada, ensaladas, frutas, bebidas. A Kuroko se le hizo agua la boca al ver su plato rebosante de toda esa deliciosa comida.


 


Mientras comían, platicaban. Kuroko sonrió levemente al ver a su madre feliz, incluso Kagami había dejado su cara de pocos amigos y hablaba más. Desprevenido una mano se posó en su pierna, el peli celeste casi salta de su asiento. Miró de reojo el largo brazo de Akashi estirado en su dirección, ¿Qué estaba haciendo, y en frente de todos? —aunque nadie lo había notado—. Bajó su mano para apartar la del pelirrojo pero, en su lugar, quedó atrapada entre los hábiles dedos de Akashi, siendo su palma acariciada con sensualidad hasta crear un perfecto enlace. Kuroko no supo en que momento su mano cobró vida propia pero ya estaba afianzada a la de Akashi, sin intenciones de soltarla.


 


Unos pequeños murmullos llegaron a sus oídos crispando sus nervios. “¿Son novios?”, “¿Estarán comprometidos?”, “¡Qué bonita pareja!”, cosas así. ¿Pareja? ¿Acaso se veían como tal? ¿Él, suyo? Tetsuya pudo notar como una pequeña sonrisa se alojaba en los labios del pelirrojo.


 


¡No! ¡De ninguna manera! Su mente se negaba a creerlo.


 


Su corazón estaba inquieto, sus manos sudaban y sus pulmones se negaban a respirar normalmente. Estaba descendiendo a un túnel oscuro, estaba siendo engullido por una masa negra. Todos esos sentimientos, todas esas sensaciones que se apoderaban de su cuerpo lo estaban condenando.


 


Por más que lo negaba, por más que quisiera dejar de sentirse de esa manera no podía. Aquella cosa pequeña que despertó con la confesión de Akashi, su cercanía, sus buenos tratos, se tornaba en algo más grande con el pasar de los días y ahora un abismo negro estaba bajo sus pies. Estaba dividido.


 


Se estaba enamorando de Akashi…

Notas finales:

En el proximo capítulo la cosa se pondrá más interesante, lo prometo.

 

¿Kuroko se habrá enamorado de Akashi realmente?

¿Aomine seguirá engañando a Kise?

 

Reviews para que aliementen mis ganas de escribir! Nos vemos, preciosas criaturitas que me leen o/


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