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I Don't Deserve You por Kris Kuro Angel

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Notas del capitulo:

Buenas, buenas~

No tengo excusas por mi tardanza... fue culpa de un mouse loco que me hizo la vida de cuadritos pero bueno ya volví con mucha sensualidad(?) ok no tanto pero sí.

No voy a arruinarles la sorpresa pero este cap estuvo intenso para mi, así que a leer /o/

Capitulo 5.

 

Los días fueron pasando con una extraña normalidad para Kuroko, su padre adoptivo le había aplicado la ley de hielo aunque si había recibido uno que otro golpe al defender a su madre. Ese hombre definitivamente se tramaba algo, su madre sabía que sucedía pero se negaba a decírselo incluso lo alentaba a que se marchara de la casa pero Tetsuya se negaba, no iba a abandonarla con ese monstruo.

 

Por otro lado, se encontraba muy a menudo con Akashi Seijuro, casi a diario. Al principio le molestó que lo siguiera pero con el tiempo fue aceptándolo, tenían pláticas interesantes y podía desestresarse con él, pero había un brillo extraño en los ojos de ese heterocromático que le intrigaba en demasía.

 

—Nee, Kurokochii —su amigo Kise trataba de llamar su atención al verlo distraído—, ¿tu novio pasará por ti otra vez?

 

—Akashi–kun no es mi novio, Kise–kun.

 

Le molestaba que confundieran al pelirrojo con su pareja, muchas veces les dijo que su novio era Reo no Akashi.

 

—No es tu novio pero aspira a serlo, Kuro–chan —Takao rodeó sus hombros con sus brazos depositando su cabeza en el hombro de su amigo—. ¿O acaso no te habías dado cuenta?

 

—…No —respondió tímidamente.

 

Lo siguiente lo dejó desconcertado, y adolorido, Takao apretaba su mejilla con sus dedos pulgar e índice, y Kise hacia lo mismo con el contrario.

 

—¡Kurokochii es tan inocente!

 

—¡Parece una papa bebé!

 

Si hubiera podido inflaría sus mofletes, pero solo se limitó a fruncir el ceño en señal de desagrado.

 

—No es gracioso —dijo serio.

 

—Pero debes aceptarlo, Kuro–chan. Ese hombre esta que besa el piso por donde caminas —Takao soltó su mejilla y, en cambio, junto la suya propia con la del peli celeste—. Cuando Shin–chan me habló de él nunca me lo imaginé tan guapo.

 

—¿Nunca lo conociste en persona, Takaochii?

 

—Lo vi de lejos una vez pero no lo admiré completamente hasta ahora.

 

—Cambiando el tema, Takao–kun, ¿Cuándo será tu fiesta de compromiso?

 

Unos días atrás Takao les había contado sobre que sus padres querían hacer oficial el compromiso entre su hijo y el hijo de los Midorima, aunque el tema estaba siendo tratado aun.

 

El suspiro cansado de Takao le indicó que las cosas no iban muy bien.

 

—Shin–chan le está dando largas al asunto —confesó—. Él quiere que termine la secundaria y sea aceptado en una buena universidad antes de comprometernos. A veces pienso que ni siquiera se está tomando nuestra relación enserio, creo que piensa que me voy a cansar de él en cualquier momento con todo eso que nos llevamos muchos años de diferencia y bla bla bla… —Kuroko apretó su hombro en señal de apoyo y Kise le brindó una sonrisa cómplice—. ¡Pero no me cambies el tema! No estamos hablando de mi, estamos hablando de–

 

—¡Kise–kun!

 

—¿Qué yo qué? —el modelo se descolocó cuando Kuroko lo señaló.

 

—Has estado raro, ¿otra vez te has peleado con Aomine–kun?

 

Kise bajó la mirada, era cierto, ultimadamente las peleas con Aomine se habían vuelto algo cotidiano y casi siempre era por el mismo tema.

 

—Sí, otra vez.

 

—¿Ahora porque fue? —Takao pareció interesarse—. Dale, cuenta. Somos amigos y estamos para aconsejarnos, llorar y alcahuetearnos las cosas.

 

Aquello hizo a Kise y Kuroko reír, era cierto eran amigos desde hacía mucho tiempo y siempre se contaban todo.

 

—Aominechii quiere que me entregue a él y, no lo sé, no me siento seguro.

 

—¿A poco todavía están con eso? —Takao aún no comprendía del todo como Kise, teniendo la personalidad que tenía, no se había acostado con el moreno policía.

 

—Bueno, tener sexo es una decisión muy importante y tiene que ser consensuado —dijo Kuroko tratando de apoyar a su amigo rubio—. No puedes hacerlo si no estás seguro de quererlo y menos si tu pareja te lo impone.

 

El chico de orbes azules no quería decirle a su amigo que había visto un par de veces a Aomine en el burdel de Nijimuro, y siempre lo veía acompañado de Sakurai. Claro que no podía señalar nada puesto que allí todos debían trabajar con sus cuerpos y satisfacer a sus clientes.

 

—Escucha a Kuro–chan, él es un experto.

 

—¡Takao–kun!

 

—Kuro–chan, se consiente, eres un precoz.

 

Sus mejillas se encendieron y estuvo a punto de hacerse bolita de no ser porque Kise lo abrazaba por la espalda y Takao intentaba pellizcarle las mejillas.

 

—¡Chicos, la practica va a empezar! —Wakamatsu los llamaba a lo lejos con la mano.

 

—¡Ya vamos, Capitán!

 

Los tres corrieron directo a los vestidores lo más rápido posible, no querían ser víctimas de la ira de la entrenadora.

 

 

 

 

 

 

Midorima quitó sus lentes y se masajeó el tabique, se sentía tan drenado, tan falto de energía. Era tan difícil mantener satisfecho a dos hombres, aunque solo tuviera responsabilidad con uno no podía evitar caer rendido en los brazos del otro.

 

Podría sonar repulsivo, tan falto de moral, pero su cuerpo se había hecho adicto a aquel prostituto de mirada afilada, Izuki simplemente tenía algo que lo atraía y se reusaba a dejarlo ir.

 

Muchas veces se dijo a si mismo que no volvería a aquel burdel, que resistiría la tentación, pero su determinación se iba al caño a la hora de la hora. No podía hacerle eso a Takao, aunque haya sido un compromiso arreglado ellos eran novios y debían ser fieles. Takao lo amaba pero él no podía llamarle ‘amor’ a eso que sentía, no el amor que él se merecía.

 

Estaba atrapado, no podía ir más lejos con esa situación, pero tampoco podía terminarla. No podía vivir sin Takao y sin Izuki.

 

 

 

 

 

Al final de la practica todo mundo salió casi arrastrándose por el suelo, Riko había sido más exigente al punto de que casi nadie podía andar con normalidad.

 

—Ni cuando tengo sexo con Shin–chan me siento así —dijo Takao como si nada.

 

—¡Takaochii, no digas esas cosas!

 

—Ay, perdón, chico virgen.

 

Mientras Takao y Kise discutían, Kuroko se limitaba a caminar a paso lento. En algo si podía estar de acuerdo con Takao es que ni con el sexo se sentía tan molido. Detuvo su andar al contemplar un auto estacionado frente al portalón y a Akashi Seijuro recostado de él, trató de mantener la compostura y actuar casualmente.

 

—Hola, Tetsuya, ¿Cómo te fue en la práctica de hoy?

 

—Brutal —fue su respuesta con una media sonrisa en su rostro, hasta sonreír le dolía.

 

Akashi le devolvió el gesto atrapándolo en esa nube en el que todo a su alrededor brillaba.

 

—¡Que se diviertan en su cita! —una voz lo sacó de su ensoñación.

 

—¡Nos vemos, Kurokochii! —ambos chicos se montaron en un taxi que amablemente se había estacionado delante de ellos.

 

—¡No es una cita! ¡Aish! —Kuroko se llevó una mano a la cara y negó con la cabeza, a veces deseaba golpearlos.

 

—¿Quieres que te lleve? —sugirió el pelirrojo abriendo la puerta de su auto.

 

Kuroko se preguntaba porque se tomaba la molestia de preguntar si quería si de todas formas terminaría acompañándolo. Subió al auto en el asiento del copiloto mientras Akashi tomaba el volante y conducía. Kuroko miraba por la ventana tratando de no cruzar miradas con el pelirrojo, aunque bien sabia que él no lo miraría por estar al pendiente del camino.

 

Se dio cuenta de que estaban saliendo de la ciudad, eso hizo que extrañado se alertara.

 

—¿A dónde vamos, Akashi–kun?

 

—Tranquilo, Tetsuya. No voy a secuestrarte —respondió con una media sonrisa—. Solo quiero llevarte a un lugar especial.

 

Akashi tomó la carretera ancha junto al mar mientras dejaba atrás la estrepitosa ciudad. Kuroko sintió como un aire diferente acariciaba su rostro, aun estaba ansioso por saber a dónde podría llevarlo Akashi. La carretera empezó a empinarse y un espeso bosque los engulló. Kuroko se encogió sobre sí mismo, temía que eso fuera la escena de una película de terror.

 

El auto se detuvo, Tetsuya dio un salto sobre el asiento al sentir la puerta del auto cerrarse. Akashi rodeó el auto y abrió la suya, como todo un caballero.

 

—Ven, Tetsuya —Kuroko dudó un momento, luego tomó la mano del pelirrojo y lo siguió.

 

Los árboles y los arbustos se iban despejando a su paso. No entendía el motivo de los latidos acelerados de su corazón, quizás era porque no sabía que se encontraba al final de ese recorrido. ¡Sí! Era eso, tenía que serlo, o… quizás era porque Akashi le estaba sujetando la mano, sus palmas muy juntas y sus dedos entrelazados enviaban ondas de calor por todo su cuerpo.

 

Una punzada de dolor atravesó su pecho.

 

—Llegamos.

 

Sus ojos brillaron maravillados ante el hermoso cielo pintado de colores naranjas, la puesta de sol adornándolo y el mar reflejándolo como un espejo. Sin duda era una vista hermosa, mejor que cualquiera que haya visto antes en toda su vida.

 

—Es… hermoso, Akashi–kun.

 

—Lo sé. Solía venir aquí con mi madre cuando aún vivía, era su lugar favorito.

 

—¿Por qué, Akashi–kun? ¿Por qué me has traído a un lugar tan importante?

 

Estaba sorprendido, casi pasmado, de ser parte de un recuerdo invaluable para el heterocromático. Él había escuchado de su propia boca lo maravillosa que había sido su madre, prácticamente la tenía en un altar. Una amada esposa, una excelente madre, una dama sin igual. Y él estaba allí, en ese lugar que había sido el lugar especial de una mujer de su talla y de su exitoso hijo.

 

Presenció el suspiro y la sonrisa melancólica que se dibujó en el rostro de Akashi. Todo su cuerpo se estremeció ante ese gesto.

 

—“¿Por qué?”, dices. Yo también me lo pregunté hace un tiempo cuando me decidí a traerte aquí —Akashi tomó las manos de Tetsuya y las condujo a su boca, deposito tiernos besos en sus dedos y en el dorso de ambas manos—. La razón, el por qué, es algo complejo y simple a la vez. Quizás solo un poeta pueda retratar este sentimiento en palabras más dulces, pero yo solo puedo decirte esto —sus ojos se encontraron y, en ese instante, Kuroko comprendió ese extraño brillo en los ojos de Akashi—. Me he enamorado de ti, Kuroko Tetsuya. Como un loco te he estado amando en silencio.

 

Los pies de Kuroko se volvieron plomo impidiéndole moverse de su lugar, su corazón supero el número de latidos de los que sería capaz de dar en un día, golpeaba con fuerza su caja torácica y amenazaba con traspasarla y salir huyendo. Se sentía confundido, extasiado y culpable. Era amado por Akashi Seijuro, amado por otro hombre que no era Reo, y él estaba demasiado conmocionado como para dar una respuesta.

 

—Se que no soy correspondido, que amas a alguien más, y créeme que he luchado por mantenerme al margen, pero no puedo. No puedo hacerlo sabiendo que esa relación puede llevarte a la miseria, tampoco puedo hacerlo sabiendo la clase de persona que es ese hombre que cuida de ti —Akashi tomó el rostro de Kuroko entre sus manos obligando a verlo—. Ven conmigo, Tetsuya. Ese hombre está metido en algo peligroso y temo lo que pueda llegar a pasarte, y esa relación que tienes con Reo no te beneficiara en nada. Yo puedo salvarte de todo ello, solo tienes que venir conmigo.

 

Era demasiado. El cansancio de su cuerpo, la conmoción de aquella declaración y el miedo ante aquella propuesta hicieron que su cuerpo se desmoronara y cayera en bruces.

 

—A–Akashi…kun, no… no puedo, mi madre… Reo…

 

Sintió los brazos de Akashi alrededor de su cuerpo, rodeando su cintura y acariciando su temblorosa espalda.

 

—Tráela también. No importa lo que pase, aceptare todo de ti pero te mantendré a salvo —apartó un poco su cuerpo para acercar su frente a la del peli celeste—. Si no me aceptas como hombre acéptame como un amigo, como alguien que siempre estará dispuesto a ayudarte —depositó un ósculo en la frente, sus labios enviaron una descarga electrizante por todo su cerebro—. Yo siempre seré esclavo de este amor hasta que el destino me una a ti o bien me diga que ya es suficiente.

 

 

 

 

Un fuerte dolor golpeó su pecho, tuvo que sostenerse del tocador para no caer y retorcerse por culpa de ello. Reo se vio en el espejo, habían gotas de sudor bajando por su rostro y una sombra apoderándose de sus ojos.

 

¿Qué había sido eso tan horrible? Solo experimento algo parecido hace un año cuando Tetsu fue a parar al hospital por una golpiza de su padrastro. ¿Sería eso de nuevo?

 

Cerró sus ojos tratando de calmarse, debía tener fe en que nada había pasado. Otra vez esas sombras se dibujaban tras sus parpados, ellos iban arrastrando a Tetsu lejos de él.

 

No, eso no podía suceder.

 

 

 

 

Su cabeza aún no podía procesar lo que había sucedido pero se forzó a hacerlo, e internamente a aceptarlo. Era una buena oportunidad para escapar lejos de aquel endemoniado hombre.

 

Observó a su madre al otro lado de la mesa, era el momento justo para decírselo y aprovechar la ausencia de ese hombre que no merecía siquiera que lo llamara padre.

 

—Mamá, ¿ocurre algo? —vio como su madre se llevaba una mano a la boca. Se levantó rápido de su asiento y corrió al baño.

 

Kuroko la siguió encontrándola hincada cerca del inodoro devolviendo todo lo que había comido, se le revolvió un poco el estomago pero se acercó para acariciarle la espalda y apartar su pelo. Al cabo de un rato, y con la boca limpia, ambos fueron a la sala y se recostaron en el sillón para tranquilizar los ánimos.

 

—No quería que presenciaras eso —dijo la mujer un tanto apenada.

 

—¿Estas enferma?

 

—No, nada de eso. Me han dado una maravillosa noticia pero él quiere que la mantenga en secreto—dijo llevándose las manos al vientre—. Tetsuya, estoy embarazada.

 

Kuroko se quedó boquiabierto, su madre le había dicho hacia unos años que ella no podía tener hijos y por eso no dudó en adoptarlo cuando tuvo la oportunidad. Así como habían hombres que podían concebir también habían mujeres con esa incapacidad, mujeres estériles, y algunos hombres tampoco podían concebir de ninguna forma. Pero escuchar eso era maravilloso y aterrador, ¿Qué haría ahora? Era el hijo de ese hombre y él no permitiría que su mujer y su hijo no nacido se apartaran de su lado.

 

—Escucha, mamá. Debemos irnos, y ahora con más razón —Kuroko contempló como la sonrisa de la mujer desapareció y sus ojos lo veían con asombro—. Conozco a alguien que está dispuesto a ayudarnos a desaparecer, a ser libres.

 

—¿En serio? —sus ojos se iluminaron, esperanzados lo observaron—. ¿Eso es posible? ¿Verdaderamente nos ayudará a huir?

 

—Sí, mamá. Esa persona es un ángel.

 

Solo les tomó unos minutos recoger todo lo necesario, Kuroko había aprovechado unos segundos para enviarle un mensaje a Akashi y asegurarse de que lo esperaría a unas cuadras para no levantar sospechas y que alguien le avisara a ese hombre.

 

Al salir su madre con una bolsa de viaje considerablemente abultada supo que todo estaba listo, eran libres. Bajaron las escaleras rápidamente, casi dando saltitos de emoción. Sus pasos los llevaron a la puerta principal, sus corazones palpitando a mil por hora y sus bocas saboreando la libertad.

 

Pero la puerta fue abierta y la figura aterradora de aquel hombre se hizo presente.

 

 

Notas finales:

Chan! chan! CHAN...!!!

¿Será que Kuroko logrará escapar?

¿Midorima saldrá de su ciclo vicioso?

¿Kise dejará de ser virgen?

¿Akashi dejará de estar tan bueno? Eso si puedo responderlo: ¡NUNCA!

Nos vemos en el siguien episodio, mis queridos lectores o/

¿Reviews que alimenten mi retorcida alma? X3


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