Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

I Don't Deserve You por Kris Kuro Angel

[Reviews - 48]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola~ les traigo sensualidad!

Ok, se que no tengo perdón de kami por haber tardado tanto tiempo sin actualizar (un mes para ser exactos) y aqu van mis escusas: UNIVERSIDAD DEL DEMONIO!!!! Me absorvió por completo la vida, solo había pude escribir la mitad de este capítulo y además tenía planeado subir un especial de Halloween y ni eso pude hacer.

Bueno, vuelvo a la vida porque ya no tengo muchas cosas que hacer y tendre más tiempo de escribir (o eso quiero creer).

 

Sin más que decir, disfruten del cap ^u^

Capítulo 7. 


 


Su madre había quedado hospitalizada por cinco días, ella y su hermano estaban estables y eso le bastó para relajarse un poco. Midorima les sugirió a un obstetra para controlar el desarrollo del bebé.


 


Por otro lado, Aomine les hizo una serie de preguntas para llevar el caso de su padre. Cualquier cosa que supiera seria de ayuda, aunque no podía decirle mucho respondió todo lo que preguntara.


 


—Tetsu —lo llamó amistosamente el moreno, puesto que varias veces se habían encontrado por intercepción de Kise era suficiente para considerarse amigos—, es delicado lo que voy a preguntarte pero es necesario —el peli celeste asintió sospechando lo que quería decir—. ¿Él abusó de ti? Sexualmente, me refiero.


 


—No, no lo hizo —el rostro de Aomine pareció aliviado con eso—. Él parecía tenerme asco, me culpaba de algo.


 


—¿De qué?


 


—No lo sé. Creo que indirecta o muy directamente me culpaba de la muerte de mi papi, eran familia.


 


—Ya veo —Aomine se llevó una mano al rostro y rascó su mejilla—. Bueno, tengo un socio que se especializa en estos casos de violencia intrafamiliar, quizás lo conozcas muy pronto. Por los momentos estarás bajo vigilancia por si él vuelve a buscarlos, a ti y a tu madre. Akashi aceptó llevarte a su casa, mis mejores hombres estarán custodiándolos.


 


Kuroko bajó la cabeza y observó sus manos entrelazadas, deseaba que todo acabara rápido y tener una vida normal. Sabía que este tipo de casos tomaba tiempo y más si el victimario huía.


 


—Gracias —susurró el oji–celeste.


 


—Es mi trabajo, lo hago con gusto —sintió la mano del moreno en su hombro, dándole su silencioso y sincero apoyo—. Además, Kise no me perdonaría si algo le pasa a su querido ‘Kurokocchi’.


 


No pudo evitar dejar escapar una pequeña risa.


 


—Probablemente seré yo quien este en problemas cuando vuelva a clases por no decirle lo que paso —dijo Kuroko.


 


—Lo conozco lo suficiente para decirte que si, lo estarás.


 


 


 


 


Reo estaba nervioso, esperando por que el interrogatorio terminase pronto. Frente a él estaba la puerta que conducía a la habitación de la madre de Kuroko, Kaoru. Sentía como las venas en su cabeza palpitaban, no era la primera vez que la veía pero si la primera vez que cruzaba palabras con ella, se veía como una madre amorosa, una buena persona, sabía que ella hizo lo posible por proteger a Tetsu pero no podía evitar tenerle un poco de resentimiento.


 


—Reo–kun —su suave voz lo sacó de sus pensamientos. Su amado se acercó hasta él sentándose sobre sus piernas y rodeando su cuello—, no pensé que te quedarías aquí.


 


—Quería verte antes de que te llevaran, se que a partir de ahora no podremos vernos pero —su mano tembló inconscientemente mientras acariciaba el pelo de Kuroko— no perdamos el contacto. Podría ir a visitarte de vez en cuando, podría…


 


—Reo–kun, no llores. Esto no es un adiós definitivo, todo acabara pronto cuando atrapen a… ese hombre.


 


Reo no se había dado cuenta de que sus lágrimas estaban cayendo libremente por sus mejillas, paso el dorso de su brazo para limpiar su rostro. Kuroko lo apartó y besó sus labios, sintiendo esa electricidad que solo el cuerpo de Reo podía transmitirle. Sus manos se enrollaron en su sedoso cabello, así como las de Reo hurgaban debajo de su camisa, sus cuerpos se apresaron uno al otro incapaz de dejar ir ese momento, porque no sabrían cuando volverían a tocarse otra vez.


 


—Te amo —susurró Reo contra sus labios—. Te amo demasiado.


 


—Yo también te amo —dijo Kuroko—. Espérame, muy pronto estaremos juntos y nunca más nos separaremos.


 


—Sí, te esperaré… te esperaré toda mi vida…


 


 


 


 


Ese día estaba nublado, el clima estaba algo frío pero no por eso las calles estaban despejadas. Habían partido rumbo a la casa de seguridad en un modesto auto, para así no llamar la atención. Kuroko llevaba su mano izquierda entrelazada con la derecha de su madre, la sentía cálida contra su helada piel. Sabía que estarían bien, que estarían protegidos de ese hombre, pero no podía ignorar esa sensación que se alojaba debajo de su estomago, ese calambre que parecía explotarle los órganos internos. Era miedo, lo sabía.


 


—Llegamos —sentenció Aomine en el asiento delantero, él y su compañero fueron los primeros en bajar y abrir las puertas traseras del vehículo.


 


La casa de seguridad se veía como una casa normal, claro que muy espaciosa y cercada. Supuso que allí también vivirían los guardias que los protegerían, ese lugar debía ser el más seguro del mundo para ellos.


 


 Su mano fue sujetada en un cálido apretón, algo que le transmitió algo de confortación. Vio a Akashi a su lado con una sonrisa que solo le trajo paz, algo de paz a su caótico interior.


 


—Todo va a estar bien. Esto acabará pronto —besó su mano con devoción. Fue un roce dulce que estremeció por completo al peli celeste—. Me quedaré a tu lado para lo que necesites.


 


—Gracias, Akashi–kun.


 


 


 


 


Cierto rubio de ojos afilados se paseaba cual león enjaulado por su departamento, siendo a su vez observado por un peli negro con mirada de águila.


 


—¿Vas a seguir? —preguntó Takao.


 


—¡Estoy molesto, ¿puedes entender eso?! —gritó iracundo Kise.


 


—Te entiendo, pero traspasar en suelo hacia el otro departamento no va a ayudar.


 


El rubio tomó asiento al lado de Takao y rodeó su cintura con sus brazos apoyando a la vez su cabeza en su hombro. El peli negro acarició sus cabellos consolando silenciosamente a su amigo.


 


—Él va a estar bien, ¿cierto? —su voz salió muy baja y casi ronca.


 


—Sí. Nuestro Kuro–chan es fuerte.


 


Los músculos de Kise se relajaron un poco, la tensión fue disminuyendo de sus hombros pero no así su inquietud. Aomine se había comportado de lo más neutral con él a través del teléfono, era lógico que no pudiera ser tan efusivo al estar en su trabajo pero siempre le otorgaba una palabra amorosa para calmarlo, a excepción de esta vez. Aomine debía estar allí consolándolo y no Takao.


 


—Takaocchi, ¿Qué debo hacer? Sé que no es el momento pero… —tuvo que detenerse a tomar un poco de aire, sentía como sus pulmones se volvían de concreto— quiero estar con Aominecchi. Quiero ser suyo.


 


—Entonces solo debes ir a él sin condiciones, sin miedo. Solo sean dos hombres que se aman y quieren reforzar ese amor. Él es tu novio y es consciente de que aun eres virgen, no te lastimará.


 


—Lo sé. Aominecchi jamás me lastimaría, él me ama.


 


 


 


 


 


Después del largo día de trabajo, después de haber organizado toda la investigación y mandar a sus mejores detectives y personal en general, por fin pudo darse un descanso. Tenía varias ideas en mente de cómo hacer que toda esa tensión abandonara su cuerpo, una de ellas era ir a ver a Kise, aunque sabía perfectamente que aun estaba molesto con él, y la otra opción era ir con Ryo.


 


Estuvo a punto de tomar la desviación, dejando así que su cuerpo actuara por sí solo, pero un imprevisto mensaje hizo detenerlo oportunamente en la luz roja.


 


De: Kise.


 


¿Podemos vernos ahora?


 


Con esa simple frase siguió su camino al cambiar la luz, rumbo al departamento de su novio. El cielo se había oscurecido y las estrellas adornaron el firmamento, un hormigueo se había apoderado de su cuerpo. Aparcó su auto en el estacionamiento, bajó de él y fue hasta el ascensor que lo llevó al departamento de Kise.


 


Fueron pocos pasos pero se le hacía interminable el camino. Se dio cuenta de que la puerta estaba abierta, notó que las luces estaban apagadas. Caminó con cautela hasta llegar a la cómoda sala, la puerta corrediza estaba abierta y a través de ella podía verse la silueta de Kise. Fue llevado por un impulso hacia su pareja, rodeó su cuerpo con sus fuertes brazos, besó su cuello y luego sus labios. Sintió los brazos de su rubio rodearlo.


 


—Te extrañé mucho, Aominecchi.


 


—Yo también —volvieron a unir sus labios con pasión y anhelo—. No peleemos más, no quiero estar lejos de ti.


 


—No volveremos  a pelear otra vez —le dio un beso corto—, ya no más. Llévame a la cama y hazme el amor.


 


Aomine se quedó un momento atónito, estupefacto. Cargó a Kise y ambos se dirigieron a la habitación del rubio. La ropa molestaba así que fue quitada y puesta a un lado rápidamente, la temperatura iba en aumento con cada caricia hasta que sus cuerpos se unieron.


 


La penetración fue dolorosa, Kise ya sabía que iba a doler pero no esperaba que fuera de esa manera. Sentía sus paredes internas expandirse, acoplarse al prominente miembro de su amante, de su pareja a quien amaba. El ardiente deseo fue creciendo, sus uñas se clavaron en la amplia espalda de su moreno, sus cuerpos se azotaban con fuerza hasta estallar en el más sorprendente orgasmo, era más de lo que podía imaginar. El dolor y el placer mezclándose, el amor y el deseo compaginados a la perfección. Kise estaba completamente seguro que nunca en su vida olvidaría ese momento.


 


—Te amo —escuchó que Aomine susurraba roncamente en su oído—. Te amo, Kise.


 


—Yo también te amo, Aominecchi.


 


Decidieron dormir abrazados el uno del otro, solo sintiendo el ritmo de sus corazones que latían casi al unísono. El celular del rubio lo despertó bien entrada la madrugada, era su manager enviándole el itinerario del día. No eran muchas cosas las que tenía que hacer pero igual tendría que faltar a clase, vio por el rabillo del ojo a su novio dormir profundamente, para su suerte el ruido no lo había despertado.


 


Kise suspiró soñador, de verdad se había entregado a Aomine y no cabía en sí mismo la felicidad que sentía pero algo llamó su atención. Era una mancha oscura en la clavícula de su novio, instintivamente pensó en un golpe pero al acercarse un poco más, y con ayuda de la luz de su teléfono, comprobó que no se trataba de un golpe.


 


Quedó contrariado, tratando de recordar horas antes si le había hecho algo a su novio aparte de arañar su espalda. Quizás lo hizo inconscientemente y no lo recordaba, trató de convencerse de eso pero su subconsciente no lo dejaba.


 


«No, yo nunca le deje un chupetón a Aominecchi».

Notas finales:

Y a partir de aquí empieza lo bueno con las parejas secundarias ewe

¿Qué pasará cuando Kise se de cuenta de que Aomine lo engaña con un prostituto?

¿Akashi logrará llegar al corazón de nuestro peliazul?

¿Algo crece entre Kise y Takao? oie ziiiii(?)

Nos leemos en el siguiente capítulo o/


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).