Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Fuego en Sicilia por Sherezade2

[Reviews - 121]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Ups!!!!

Capitulo 6

Quemadura.

 

   Estaban en una gran terraza alta con vista a la nocturna ciudad. La plaza que estaba sobre la calle tenía muchos restaurantes colindándola y todas las mesas estaban ubicadas en el exterior, sobre la callejuela empedrada. Había una gran palma al lado de ellos, con un farolillo colgando de ella. El farolillo hacía bailotear sus sombras sobre el mantel. La lamparita de la mesa también se movía graciosa.

   Pidieron pizza porque era la especialidad de la casa. La receta Napolitana era la mejor de todas; un mozzarella suave y cremoso que se derretía junto al tomate y las alcaparras. El orégano le daba un punto de perfección exquisito. La salsa marinea estaba para besar las manos de cocinero. Una delicia.

   El ambiente era bastante informal, por lo que ambos estaban cómodos en sus atuendos: Gau con unos pantalones oscuros de mezclilla más una camisa casual color magenta y André con unos shorts de tela de índigo un poco más arriba de la mitad de sus muslos y una camisa blanca trasparente con aberturas laterales, cubriendo un top también blanco que llegaba hasta un poco más arriba de su ombligo. Sus botines negros le daban un aspecto un poco más aniñado que el habitual, pero no por ello menos atractivo.

   André tomó un trago de su refresco de limón y devolvió el vaso a la mesa. Gau, frente a él, hizo lo propio con su bebida. No tenía ni idea por qué  había aceptado la invitación de ese mocoso pero ahí estaba frente a él, comiendo pizza junto al mar con Cantu di lu Carriteri de fondo musical.  El acordeón sonaba magnífico y la vista era espectacular, no podía negarlo. Habían hablado de algunos temas en general, como que ambos eran poliglotas y otras cosas sin importancia, sin embargo el ambiente entre ellos era un tanto tenso. André estaba extraño, observaba su reloj de pulsera constantemente y estaba atento a cualquier vibración de su teléfono. Allí estaba pasando algo raro, pensó Gau. Estaba seguro.

   —¿Sucede algo malo? —preguntó entonces.  

   —Nada —respondió rápidamente André—. ¿Por qué habría de pasar algo?

   —¿Por qué me invitaste aquí en primer lugar? —repitió su inquietud el Alpha. Esa inquietud que ya había manifestado nada más llegar a la cita.

  —Porque quiero que nuestra relación mejore, ya te lo dije.

   —¿Nuestra relación?

   —Eres el hermano de Shante y quiero que él sea mi amigo. —anotó parcamente el omega—. Siento que no te agrado y eso no me gusta.

   —¿Y por qué no te gusta? ¿Acaso no puedes soportar la idea de un Alpha que no se rinda a tus pies?

   —¿Y tu no puedes soportar la idea de que te gusto?

   Gau frunció el ceño. André sonrió interiormente ante ese pequeño triunfo. No sabía de dónde había sacado el coraje para decirle eso, pero por primera vez estaba a un paso por delante de ese orgulloso Alpha y eso le gustó. Todo él temblaba entero. Desde que realizó aquella llamada no había dejado de hacerlo. No sabía cómo pero había logrado convencer a ese hombre para que tuvieran una cita. Le aseguró que sería algo casual al aire libre, que quería conversar un poco con él y limar asperezas. Gau no pareció muy convencido a la primera pero luego terminó aceptando. En su mente, André se decía que todo eso lo estaba haciendo por Bruno, pero había terminado por aceptar que no era del todo así. Gaurav Zarabi lo cautivaba de una forma que no podía definir. Esos ojos verdes lo absorbían y le robaban el aliento; le hacían temblar y sentirse pequeño, diminuto. Tan frágil que dolía.

   De repente la risa del Alpha lo sacó de sus pensamientos. Era áspera y estaba cargada de burla. Le indignó.

   —¿Qué me gustas dices? —repitió  Gau sin perder la sonrisa—. Sí que eres vanidoso, niño. ¿Dime por qué habría de gustarme un niño frívolo y engreído como tú? Mi hermano me contó sobre tus bromas crueles y tu afición por sentirte siempre el centro de atención. ¿Eso debería gustarme?

   —No… —André pasó saliva y buscó seguridad para volver a llevar su conversación de tú a tú con ese sujeto que tanto lo perturbaba. —Pero todo ha sido un terrible mal entendido —se defendió—. Yo sólo quiero…

   —Tú sólo quieres seducirme para que luego no me parezca mal que tu primo seduzca a mi hermano, ¿no es verdad?

   —¿Qué dices? —se turbó André. ¿Acaso lo sabía?

   —Sí, lo sé —confirmó Gaurav—. Se que durante tu fiesta, tu primo se acercó a mi hermano y empezó a hacerle promesas que seguramente no va a cumplir. ¿Ese es el modo en que operan ustedes dos? ¿Es así cómo les gusta jugar? Pues desde ahora te digo que ni mi hermano ni yo nos prestaremos a tu juego. Adviértele a tu primo que deje en paz a Shante o estará en graves problemas. Y yo sí que no estoy jugando, niño.

   Poniéndose de pie, Gau sacó su billetera y dejó varios billetes sobre la mesa. Era lo suficiente para saldar la cuenta y adicionar una jugosa propina. André se paró también y su rostro se llenó de indignación. Las cosas no estaban saliendo para nada cómo las había planeado.

   —¡Yo te invité, no tienes que pagar tú! —se ofuscó atrayendo la atención de varios comensales.

   —Tómalo como una gesto de despedida —se dio la vuelta el Alpha comenzando a caminar hacia la rampla de salida—. Esperaré hasta que tu chofer te recoja, no te apures. No le contaré a Shante nada de esto y espero que tú tampoco lo hagas. No le dije a nadie que me vería contigo hoy.

   —Eres un patán, un cretino y un grosero.

   —¿Y qué eres tú? —perdió la paciencia Gau arrinconando a André en una de las callejuelas desiertas. —¿Un mocoso al que le gusta jugar con fuego? ¿Un niño que pensó que sus lindas piernas desnudas me harían perder la cabeza y que sus ojos delineados me robarían el sueño?

   —¿Y lo hicieron? —retó el omega sintiendo que se desmayaría allí mismo cuando su mentón fue tomado con fuerza por una mano grande y poderosa.    

   —No —aseguró Gau susurrando sobre esos labios que jadeaban contra los suyos.

   —Entonces…

   —¿Entonces qué?

   —Dame otra oportunidad para que lo hagan.

   La respiración de Gau se aceleró cuando los dedos finos y delicados de ese omega de los infiernos subieron hasta su boca, delineando sus labios. Ese chico era una completa Naga, de las peores; de esas que pueden llegar silenciosas hasta tu lecho y morderte en la noche, inyectándote todo su veneno hasta dejarte muerto entre las sábanas. Su lengua lamió esos dedos, mordisqueándoles luego. Los dedos dejaron sus labios, paseándose ahora por su mentón, recorriendo con suavidad su insípida barba de tres días. Su mano dejó también el mentón de André y se posó sobre su cuello, lo acarició con suavidad, usando sólo su dedo pulgar, recorriendo el camino del collar de oro que portaba.

   Con algo de brusquedad lo aprisionó contra la pared de piedra antes de apretarlo suavemente y acercarse a su boca.

   —Otra oportunidad —susurró con voz ronca antes de adueñarse de aquella boca y besarla con destreza. André separó sus labios en un jadeo al sentir la presión en su cuello y lo siguiente que encontró fue la tibieza de aquellos labios y la arrogancia de la lengua que sin permisos ni recelos se enredó con la suya y jugó con ella. La mano de Gau dejó libre el cuello de André, descendiendo ahora hasta uno de sus muslos desnudos, libres ante la tela que el corto short que traía no alcanzaba a cubrir. Con un poco más de atrevimiento se recostó por completo sobre el cuerpo del omega, apresándolo por completo contra la pared; su otra mano se enredó en los cabellos rojos que la brisa marina mecía a su antojo. André respondía con igual ímpetu. Su boca y su lengua eran tan diestras como las de Gau, aleccionadas por otras bocas que nunca lo habían hecho perder el aliento como lo hacía la de ese Alpha. Lentamente alzó sus brazos, entrelazándolos alrededor del cuello de Gau. El susodicho lo abrazó por la cintura y de esta forma profundizaron el beso. Los sonidos de la noche, la melodía del acordeón, el romper de las olas del mar, el murmullo de la gente, todo se volvió distante; sus respiraciones entrecortadas y el sonido que producían sus labios devorándose, explorándose, marcándose con pequeños mordiscos tenues era todo lo que escuchaban.

   Se sintieron mareados y aturdidos cuando sus celulares vibraron en sus respectivos bolsillos; al mismo tiempo. Se separaron entre miradas de reto y deseo mientras descolgaban sus teléfonos. Eran Bruno y Shante quienes los solicitaban. Sus corazones se sobresaltaron.

   —¿Shante?

   —¿Bruno?  

 

 

   Aún no lo podía creer. No podía ser posible. Muerto. Su querido Harsha estaba muerto. Lo había matado. Lo había matado con su lascivia y con su obscenidad. Toda su familia lloraba ante los paramédicos que habían llegado lo más rápido posible, pero que de todos modos no pudieron hacer nada.

   Cuando Bruno le dijo que su primo no respiraba, Shante dio alarma a sus familiares y todos corrieron en su auxilio. Por pedido del mismo Shante, Bruno salió de la casa antes de que los demás llegaran al patio y angustiado se quedó en la vereda del frente viendo cómo transcurrían los hechos pues se negó a irse hasta su casa dejando todo eso así. Uno de los hermanos de Harsha, que esa noche se había quedado en la casa, fue quién comenzó con las maniobras de reanimación mientras llegaba la ambulancia. Gau se había ido llevándose el auto por lo que no era posible transportarlo al hospital. Un taxi demoraría en llegar y además, no podían parar la reanimación para transportarlo.

   El mamagui de Harsha estaba casi en estupor y su padre estaba como loco. No entendían qué había sucedido. Su hijo había estado bien, feliz, haciendo compras para su bebé y de repente sucedía eso. ¿Los dioses los estaban castigando por algo? ¿Qué habían hecho para merecer semejante castigo?

   —Tenemos que llamar a medicina legal—informó en esas uno de los paramédicos—. Se trata de un muchacho joven, sin aparente enfermedad física. Necesitamos que un médico legista determine la causa de la muerte.

   —¿Un medico legista? —preguntó el hermano del difunto—. ¿Usted está diciendo que tendrán que hacerle una autopsia a mi hermano?

   El hombre asintió.

   —Me temo que sí. Cuando llegamos el chico ya llevaba más de tres minutos en parada cardiaca y respiratoria. No parece tener huellas de trauma ni signos de asfixia pero ninguno de nosotros puede determinar cómo murió. Además, lo hizo fuera de un hospital por lo que no tenemos acceso a historia clínica y ustedes mismos han dicho que no padecía ninguna enfermedad.

   —Sí, comprendo. Pero…

   El padre de Harsha puso una mano sobre el hombro de su hijo y con lágrimas en sus ojos se acercó al cuerpo inerte y lo miró. Tendría que revisar los pecados de sus últimas siete generaciones para descubrir por qué los dioses le enviaban un dolor así. Sin embargo, comprendía también que necesitaba saber el porqué y el cómo había muerto su pequeño. Con angustia pensó si podía deberse a alguna enfermedad en los genes y entonces quizás, el resto de sus hijos y nietos también peligrara.

   —Sí, se hará la autopsia.                                                

   —Pero, baldi.

   —Se hará —sentenció el hombre mayor—. ¿Cuando tendremos el dictamen?

   —Posiblemente el lunes —respondió el paramédico—. Pero para estar seguros le preguntaremos al médico legista de turno. Tendremos que esperar un poco mientras llega el equipo de medicina legal. Mi compañero ya está informando.

   El vehículo de medicina legal llegó un poco antes de la llegada de Gau. Shante corrió hacia los brazos de su hermano mientras el equipo de especialistas recorría el área y revisaban el cuerpo. Cuando determinaron no haber encontrado signos visibles de violencia en el cuerpo, y que de momento, la causa más probable parecía una muerte súbita, el medico legista se dirigió directo a Shante. Era entrado en años y bastante intimidante. Parecía un espectro.

   —Me dicen que fuiste el último en ver con vida a tu primo. Recuerdas exactamente qué fue lo que pasó.

   Shante ya había contado su versión a los paramédicos, pero no se negó a repetirla al especialista forense.

   —Bajé a tomar agua y de repente escuche a mi primo gritar. Cuando llegué vi que se agarraba muy fuerte el pecho y de repente se desplomó y ya no reaccionó más.

   Gau abrazó a su hermano cuando éste se hundió en su pecho sollozando.

   —¿Sabes si había alguien más con tu primo? —retomó la entrevista el legista—. ¿Sabes si había otra persona con él? ¿Por qué estaba solo en el patio a esas horas? ¿Alguna situación que lo afectara a gran extremo?

   —¿Situación que lo afectara a gran extremo? —repitió Shante como un autómata.

   —Sí, algo que lo aterrorizara o lo afectara tanto como para acelerar algún proceso cardiaco que hasta el momento no se hubiera manifestado. ¿Se te ocurre algo?

   ¡Por Lord Ganesha! Entonces… ¿Era posible? ¿Era posible que su querido Harsha si hubiese muerto por su culpa? ¿Era posible que lo hubiese matado en verdad? Sintió su corazón romperse en su pecho y las lagrimas corrieron sin control por su rostro.

   —No lo sé —susurró despacio con la mirada perdida. El forense trató de sacarle más información pero Gau lo apartó alzando en brazos a su hermano.

   —Por favor, no más preguntas —solicitó con algo de brusquedad—. Mi hermano está en shock y lo mejor será que descanse. Estoy seguro que cuando se sienta mejor recordará mejor las cosas.

   —Si, por supuesto. Llévelo a descansar.

   Volviendo al auto, el personal forense levantó el cuerpo y se fueron con el padre de Harsha hasta las instalaciones de medicina legal.   Desde la distancia, Bruno pudo ver cómo sacaban el cuerpo en una bolsa y lo metían al vehículo. ¡Por Dios! ¿En qué momento su mágica noche con Shante se había convertido en tamaño desastre? Tenía tantas ganas de entrar y abrazar a su pequeño; decirle que no se preocupara, que él estaba allí para apoyarlo y que nada de eso había sido su culpa. Bruno estaba seguro que ese muchacho no se había muerto sólo por haberlos visto teniendo sexo. ¿O sí? Pero ¿Quién se moría por algo así? La culpa lo agobió. ¿Y si sí? ¿Y si ese chico se había impactado tanto al verlos en esa situación que se la había parado el corazón? Sabía de casos de personas que después de un shock emocional muy intenso se morían así, en el acto. Aunque también era cierto que luego se descubría que la mayoría de esas personas realmente tenían enfermedades cardiacas previas. ¿Sería ese el caso de ese muchacho? ¿Lo habían matado de la impresión o tenía un corazón débil?

   ¡Joder! Quería entrar a esa casa pero sabía que eso sería una completa locura. Ya había hablado con André comentándole ligeramente los hechos cuando al muchacho apenas lo estaban reanimando, pero ahora tenía que avisarle que se había muerto. ¿Qué carajos iba a pasar ahora? ¿Shante se negaría a volver a verlo, sumido en el dolor y la culpa? ¡No podía permitir que eso pasara! ¡Tenía que ir y hablar con André! ¡De inmediato!

 

 

   —Espera un momento. Repite lo que estás diciendo.

   Un totalmente asombrado André escuchaba la narración de su primo desde su cama. Bruno caminaba de una lado al otro del cuarto, moviendo sus manos sobre su cabeza y hablando aceleradamente.

   —Lo que te digo, primo —repitió como por decima vez—. Estábamos allí, intimando en el patio y de repente ese muchacho llegó, pegó un grito y ¡PUM! Cayó al piso.

   —¿Me estás diciendo que te estabas follando a Shante? ¿Allí? ¿En el patio de su casa?

   —¡No me lo estaba follando! —se exasperó de nuevo Bruno—. No lo estaba penetrando, sólo estaba… ya sabes… frotándome entre sus nalgas.

   —¡Oh, madre mía! ¿Y entonces?

   —Y entonces ya te dije, llegó este chico, nos vio, seguro pensó que me estaba cogiendo a su primo, gritó cómo si hubiera visto una aparición y cayó desplomado.

   —¡¿Qué?!—André se burló sin poder contener la risa. No quería parecer un maldito burlándose de la muerte de un pobre chicho pero no podía evitarlo. La situación era desternillante. Se imaginaba la escena y sólo podía revolcarse de la risa.

   —¡André! ¡Esto es muy serio! ¡El chico está muerto! — rumió Bruno

   —Se murió por ver un polvo… o mejor dicho, un casi polvo —se carcajeó de nuevo el omega a pesar de la cara de reprobación de su primo—. Pero bueno, ya —se calmó limpiándose las lágrimas—. ¿Y ahora qué rayos vas a hacer? Shante debe estar sintiéndose como una puta mierda y no creo que esta vez se le pase muy rápido.

   —Por eso mismo estoy tan angustiado —aceptó el Alpha sentándose finalmente en la cama—. Primero se entera de lo que pasó con nosotros y ahora esto. Tengo miedo de que no quiera verme más. Tengo miedo de que me culpe por esto y me odie.

   —¿Culparte? —masculló André—. Qué pena pero las nalguitas muy bien que las puso a voluntad. ¿Qué tal estuvo?

   —Uffff. Fue increíble —sonrió por primera vez Bruno luego de tantas horas—. No sabes lo que me tuve que contener para no metérsela de verdad. Es delicioso como un Tiramisú. Quiero lamerlo entero y follarlo hasta la inconsciencia.     

   —¡Aja! Con que mi primito se está volviendo un sucio pervertido que se casi folla chicos en los patios de sus casas y mata a sus primos en el proceso.

   —¡Oye!

   —Si, ya. No me burlo más. Más bien déjame contarte que yo también tuve algo de acción.

   —¿Cómo? ¿En serio? —Los ojos de Bruno brillaron asombrados mientras se dejaba caer en el lecho junto a su primo—. ¿No me digas que tú y el hermano de Shante?

   —Lo besé… mejor dicho, nos besamos —sonrió André satisfecho—. Bruno, ya no puedo ocultarlo más. Ese hombre me encanta. Es un bruto insolente que a veces quiero matar y humillar, pero me encanta. Cuando estoy con él siento las piernas como gelatina y siento que pierdo la voz. ¿Será que estoy enamorado, Bruno? ¿Es esto amor?

   —No puedo creer lo que escuchan mis oídos. —Bruno se incorporó un poco, de veras muy asombrado—. ¿Tanto te gusta ese hombre, André? ¿No estás haciendo esto sólo por ayudarme? ¿De veras te gusta ese tipo?

   André negó con la cabeza.                           

   —No me gusta, Bruno. Me encanta. Me hace perder la cabeza y sentirme todo el tiempo como si estuviera flotando en una nube.

   —Madre mía… Eso es justamente lo que yo siento cuando estoy con Shante.

   —Entonces…

   —¿Será que también son una pareja predestinada?

 

 

   No supo en qué momento se quedó dormido pero finalmente lo logró. El sueño fue corto pero reparador. Gau estaba a su lado y al parecer no había pegado ojo en toda la noche, preocupado por velar su sueño.

   —¿Descansaste, mi chiquito? —preguntó el cansado Alpha. Shante terminó de despertar por completo y le sonrió. De repente llegaron a su mente todas las escenas de la noche anterior y como un vendaval lo golearon fuerte, turbándolo de nuevo.

   —¡Harsha! ¡Harsha!  

   —¡Tranquilo! ¡Calma! Todo está bien, no te apures. Todo va a estar bien.

   —¡Pero Harsha! ¡Harsha está muerto, Gau! ¡Harsha está muerto!

   A Gau le partía el corazón verlo así, pero no podía hacer otra cosas que consolarlo. Desde que se había ido a vivir a Italia, Shante había hecho una linda amistad con su primo y eran casi inseparables. Su pérdida iba a ser un duro golpe en su vida y quizás le tomara mucho tiempo conseguir otro amigo de verdad. Pensó en André Iandoli. Ese mocoso nunca podría ser un buen amigo para su hermano, sólo lo estaba usando para pasárselo a su primo y seguramente burlarse aún más de él. Su rechazo por ese niño se estaba convirtiendo ahora en verdadero asco. Lo había besado, sí, y lo volvería a hacer muchas veces más si era preciso. Si ese mocoso quería jugar, entonces jugaría con él. Pero a su manera, siempre con el control de su lado. Ese par no iban a jugar con su hermano, no se los iba a permitir. Ese cuentico de que habían follado sólo por accidente no tenía ni idea cómo había sido pero de accidente seguro que no tenía nada. Seguro seguían siendo amantes y les gustaba de vez en cuando romper la rutina seduciendo a victimas vulnerables e inexpertas como Shante.

   Con cuidado limpió las lágrimas de su hermano y le acomodó el cabello despeinado. En ese momento notó el collar de oro en el cuello del omega. Era una joya finísima de estilo hindú. Parecía costosa. No recordaba que sus padres le hubiesen mandado nunca algo como eso, y tampoco sabía por qué su hermano la llevaba puesta a semejantes horas. Prefirió no preguntar nada. De momento. Shante no se fijó en la mirada de su hermano, estaba demasiado nervioso para notarlo. Con cuidado se puso sus lentes y fue al baño a cepillarse los dientes y tomar un baño. En ese momento su celular vibró pero no lo oyó porque ya estaba en la ducha. Gau revisó el aparato y vio el mensaje. Era de un tal BMAP, sin embargo, no podía leerlo ya que el aparato estaba bloqueado.    

   BMAP, se preguntó. ¿Qué podía ser eso? ¿Alguna empresa de sistemas quizás? Si, eso era probable. Sin darle más importancia al asunto le dijo a Shante que lo estaría esperando abajo para desayunar. El ambiente de la casa era horrible y todos parecían haber pasado la noche completamente desvelados. En ese momento toda la familia  estaba reunida ya. Shante bajó media hora más tarde, ya sin el collar que le había obsequiado Bruno. Fue durante la ducha que se dio cuenta que aún lo llevaba y rogó a los dioses porque nadie lo hubiera notado. Acompañó al mamagui de Harsha todo el tiempo. En una de esas revisó su celular y se apartó un poco cuando vio que era un mensaje de Bruno. Tembló muy asustado.

   “Por favor, quedé muy alterado con todo lo que sucedió. Necesito saber cómo estás. Te lo suplico, llámame”

   Quedó con el alma en vilo después de leer el mensaje pero no lo contestó. Estaba demasiado confundido y alterado para decir o hacer cualquier cosa. La familia lo había decidido, luego de que el dictamen de medicina legar saliera, la familia entera viajaría a la India para el sepelio de Harsha. Debía ser quemado en Varanasi, la ciudad sagrada, para que su alma pudiera estar más cerca de lograr alcanzar el paraíso.

   —¿Ya le avisaron a Nanda y a su familia? —preguntó de repente el patriarca de la familia.

   —Si —contestó uno de los hermanos de Harsha—. En este momento está en la morgue con mi baldi.

   —¿Y  cómo está? —quiso saber el mayor.

   El hermano de Harsha negó con la cabeza, sus ojos se llenaron de lágrimas.

   —Destrozado —respondió—. Perdió a su prometido y a su hijo. 

   “Su hijo”, pensó Shante sintiéndose completamente destrozado. No sólo había destruido una vida, había cegado dos. La de su primo y la de un bebé en formación. Se sintió la peor basura del mundo y volvió a echarse a llorar. Necesitaba escuchar al medico legista, saber que era lo que pasaba porque no podía seguir viviendo con esa terrible sensación. Los dioses lo castigarían de la peor forma en esa vida y en las que siguieran. ¿Qué sería en su próxima reencarnación? ¿Un reptil arrastrándose por los suelos, un insecto? Gau miró a su hermano desde su asiento y se le partió el corazón verlo tan desolado. Había una desesperación en Shante que estaba más allá de la perdida de su primo pero no sabía qué era exactamente. No lo reconoció en ese momento.

   Por un rato más siguieron así. Shante ocupado con su celular mientras los demás conversaban en voz baja. De repente escucharon un sonido en la puerta. El baldi de Harsha había llegado acompañado de Nanda. Todo el mundo se puso de pie para recibirlos y abrazarlos. Shante miró a Nanda y la culpa volvió a caer sobre él como un aguacero torrencial. El miedo y la desesperación lo hicieron pararse junto al resto de su familia para ir a consolar al hombre,  dejando el celular abandonado en el sofá. Nanda abrazó a Shante y lo consoló también sin sospechar el verdadero motivo de su terrible llanto. Mientras estaban todos aún junto a la puerta escuchando las noticias que traían los recién llegados, un nuevo mensaje llegó para Shante. Gau tomó el teléfono que esta vez estaba no estaba bloqueado y vio que se trataba del mismo BMAP de hacía un rato. Pensando que podía ser algo importante para los estudios de Shante buscó el mensaje y lo leyó.

   “Shante, por favor. Necesito saber cómo está todo por tu casa. ¿Le contaste a tu familia  la verdad sobre lo qué pasó anoche? Te lo ruego, avísame qué pasa. Estoy muriendo de ansiedad”

   Gau dejó el teléfono es su sitio justo en el momento en que Shante regresaba muy nervioso en busca de su aparato. Estaba frio, mirando al omega como si fuera un desconocido. ¿Qué era eso que había leído? ¿Quién era ese BMAP y que jodida cosa estaba pasando allí?

   Una horrible sospecha se clavó en su pecho. BMAP. Bruno. La primera inicial era por Bruno, podría jurarlo. El resto era lo que no le coincidía. No sabía el segundo nombre de ese tipo pero su apellido era Racchelli. No había R en las siglas. Rayos. Tenía que descubrir qué mierdas era lo que había sucedido y qué rayos era esa “verdad” de la que hablaba ese mensaje. Con calma se puso de pie y buscó en el identificador de llamadas del teléfono fijo de la casa. Había varios números del día anterior, dos eran locales y los demás eran números de la India. Los dos números locales tenían horas distintas de entrada. Gau tembló. El primer número era de una llamada que había entrado muy temprano en la mañana y pertenecía a una de las criadas de la casa, el otro número tenía dos registros, uno en la tarde y otro en la noche. ¡Era el mismo número! El numero del tal Giovanni y luego el número desde donde lo había llamado André Iandoli era el mismo número. Entonces…

   Gau aprovechó la confusión en la sala y sin llamar la atención se distanció de la familia subiendo las escaleras con dirección al cuarto de Shante. Con una terrible opresión en el pecho buscó uno a uno los cajones de su hermano hasta que dio con la libreta que habían traído el día anterior. La reconocía, ¿cómo no? La había tenido en sus manos y él mismo se la había entregado a Shante. Una nota estaba entre las hojas, una nota que tenía un mensaje que lo dejó frio.

   —¿Gau? —Shante estaba en el umbral de la puerta viendo a su hermano con sus ojos llenos de lágrimas abiertos de par en par. Gau se acercó hasta el tembloroso omega  y sin una sola gota de compasión descargó una fuerte bofetada en su rostro.

   —¡Naga!

 

   Continuará…

 

 

Notas finales:

Naga: Víbora.

No pude dejar de reír en toda la escena de la muerte de Harsha. Pobre Shante, de veras que tiene una suerte.

Gracias por continuar aquí. Un besote.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).