Hace algunos días llegaron a la tierra y no se habían vuelto a ver, Bardock; aquel soldado de clase baja con una increíble fuerza y el Rey Vegeta.
El hombre de cabello alborotado, se hallaba sentado bajo un árbol cerca de la casa de Son Gokú, su hijo. Pensaba en aquellos buenos recuerdos:
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Viajaban en una gran nave en dirección a la tierra, él hacía parte del escuadrón de escoltas del Rey, un ruido lo despertó, los demás seguían durmiendo; para que preocupar, si iban a la velocidad de la luz. Sin embargo le inquieto y se dirigió hacia donde escuchó eso
Al llegar vio a su señor algo inquieto y deambulando por los pasillos de esa gran nave
-Mi lord ¿se encuentra bien?
Volteó para responderle – Bardock ¿verdad? – Lo vio asentir – sí, me intriga saber que está haciendo mi hijo en la tierra y porque tu hijo no cumplió la misión de destruir ese planeta – No estaba enterado de nada, ni siquiera Raditz se dignó a informarle, tampoco su hijo Tarble, que hacía poco la había visitado.
-¿desea que lo acompañe?
-Pues hace rato no hablo con alguien, un poco de compañía no estaría de mal – Sonrió de medio lado para abrirle la puerta de su cuarto e invitarlo a pasar
Hablaron de muchos temas, Bardock le contó sobre sus visiones del futuro y sobre la realidad del Príncipe Vegeta. Hacía calor en ese cuarto y el rey se despojó de su vestimenta usual, quedó en bóxeres y cubriendo su entrepierna con una sábana.
Bardock se tomó la libertad de quitarse la parte superior de su traje, se hallaba sentado al frente de la cama sobre una silla.
Ambos se observaban de reojo, se sentían nerviosos y sin saber porque, “uno de ellos sí”, Bardock estaba embobado con ese rey, lo enloquecía; su vello en el pecho, sus marcados músculos, su perfecto rostro y su perfecta cabellera en punta
-Ven acá Bardock – le pegó a la cama indicándole donde debía sentarse – Mira este reporte de unos Saiyajines que recientemente investigaron el planeta tierra – Se puso más nervioso cuando vio al otro pararse y encaminarse hacia él, una gran erección era apresada por el pantalón.
Al menor se le olvidó y por su nerviosismo ni se dio cuenta, sólo se sentó al lado del rey y ya – es un hermoso planeta – dijo tocando la pantalla del dispositivo que mostraba las imágenes. De pronto sintió una calurosa mano tomar la suya.
Era el rey observándolo y acercándose peligrosamente, ya estaba embobado pero dejó que el otro tomara la iniciativa, sus respiraciones chocaron, ese olor, esa sensación a macho mezclada en una sola, estaba temblando y el mayor no dejaba de acercársele hasta que chocaron sus labios.
El de cabellos de flama no tenía experiencia, apenas restregaba sus labios contra los del otro que se encontraba inmóvil, al ver que no correspondió se separó muy apenado – Lo lamento – pronunció para voltear a ver hacia otro lado. Bardock salió del trance y bruscamente le volteó la cabeza para besarlo con lujuria.
Ahora el rey era el pálido, correspondía esos besos mientras veía como el menor torpemente con una mano se quitaba la ropa y con la otra lo manoseaba en su parte baja. Poco a poco se fue acostumbrando a esas nuevas sensaciones y cerrando sus ojos mando su mano al miembro del Guerrero.
Sus lenguas peleaban por buscar ser la dominante, pero el rey era fuerte, además jugaba sucio apretándole el glande al más joven, se le fue acomodando encima, su altura era casi la misma, Bardock perdía la batalla y dejándose dominar abrió sus piernas para que se acomodase, ahora sus miembros rozaban empapados de fluido trasparente, sus besos iban de lujuriosos, apasionantes a salvajes y torpes, respiraban agitadamente. Sus caderas se movían a un mismo ritmo, sus prepucios subían y bajaban a cada movimiento, estaban perdiendo la razón y soltando leves gemidos que se ahogaban. Solo unos minutos más y sus cuerpos ya sudaban resbalando más fácil.
El de clase baja estaba por llegar y no sabía qué hacer con ese cuerpo; no sabía si arañarlo, apretarlo con sus manos o simplemente pasar sus manos suavemente - AHHHHHHHHHHHHHHH - Se liberó abrazándolo fuertemente y rodeándolo con sus piernas.
Aquel líquido blancuzco liberado por el menor dejó más resbaloso su miembro y después de darle una mordida en el cuello también se corrió entre jadeos.
Su majestad estaba sonrojadísimo, se echó para atrás sentándose sobre los talones, observó su abdomen, su vello empapado y el del otro, ambos empapados de semen, se liberaron en cantidad.
Una vez más unas piernas lo atraían, entendió lo que deseaba el soldado, con sus dedos limpio ambos fluidos y los dirigió a la entrada del menor, dos dedos no se hicieron esperar para adentrarse causando que apretara sus dientes y dejara escapar unas lágrimas. El Rey lo tomo de la nuca para darle un profundo beso mientras se recostaba sobre el e introducía un tercer dedo.
Fue trabajoso, pero se acostumbró a esos dedos que imitaban una penetración, pidiendo más movía sus caderas haciéndolos entrar hasta el fondo.
Lo sintió, debía reemplazar sus dedos por algo más largo y grueso, se acomodó tomando su miembro al tiempo que sus dedos salieron lo fue metiendo lentamente mientras le besaba el cuello por miedo a que lo mordiera.
El menor rechinaba sus dientes y dejaba escapar más lágrimas °°° No pensé que doliera tanto °°° su mente se lo pedía, retírate, su cuerpo no obedecía y aguantaba, qué más daba, el único consuelo era besar a su rey, tomándolo de los cabellos comenzó un lujurioso contacto bucal.
El mayor se retiró lentamente, para volver a entrar suave, ya estaba resbalosos, ¿Cómo aguantar aquello? Sin dudar era lo más sensacional que había hecho, el vaivén aumentaba, ayudaba a su soldado a que se relajara tomándolo del pene para masturbarlo.
Bardock se descolocó cuando ese pedazo de carme en su interior dio en un punto que lo hizo blanquear los ojos, nunca se sintió tan bien, y daba una y otra vez, el rey lo estaba torturando con sus leves movimientos, tanto de las estocadas como de su mano, Bruscamente la retiró de su miembro para hacerlo él mismo. – Rápido – pidió en suplica. Sus piernas fueron puestas sobre hombros ajenos, unas manos se sujetaron de sus rodillas levantándolo a la altura de la entrepierna, Las caderas de su rey ahora su se movían, ese miembro salía más y al volver el choque de sus pieles retumbaba en la habitación, extrañaba esos besos.
El mayor lo notó, le estaba tocando el rostro y la barba tratando de acercarlo a él, no podía negarse, se recostó haciéndolo doblar, le tocó apoyarse en los pies para seguir penetrándolo, se descargaba con más furia, cada vez más rápido, esa estrechez caliente y resbalosa ya le estaba haciendo perder la cordura.
Debajo Bardock se masturbaba hasta el fondo y gemía como loco, estaba una vez más por llegar y clavo sus unas en la espalda del rey, con sonoros gemidos y sus músculos tensados, su miembro expulsó tres chorros de semen que fueron a dar a su cuello.
El de cabellos de flama sintió como su miembro era apresado fuertemente en pulsos por aquella entrada, ya no lo soportaba más y dio una estocada enterrándose, sus ojos se blanquearon y empezó a temblar mientras se liberó llenando la cavidad de su soldado, segundos después perdió su estabilidad y cayendo sobre él salió de su cuerpo manchando con su semilla las cobijas.
Estaba adolorido, su entrada palpitaba como una gran herida, se sentía apenado, feliz, confundido, se iba a levantar para irse de ahí cuando unos fuertes brazos lo ataron de su pecho atrayéndolo.
El rey se acomodó detrás y sin dejar de abrazarlo se durmió junto con su soldado.
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Se reía de solo pensarlo, se paró decidido a ir a buscarlo.