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Mi pequeño Charles//Mi pequeño Erik por Dark_Gaara

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Notas del capitulo:

¡¡¡¡ÚLTIMO CAPÍTULO DE MI PEQUEÑO CHARLES!!!!! Increíble, ¡pero llegó! Muajajaja. Ahora, en serio. Es el capítulo final, aunque como saben (o no), el fic no termina. Sólo....bueno, ya lo leerán. La verdad mañana me voy de viaje por unos días, así que quise actualizar el fic antes n.n Pero aún no empecé el próximo, asíque no sé cuanto tardaré, trataré obvio de que no sea muuucho. Como ven, vengo actualizando más seguido ;)
 También descubrí porque tardo en actualizar. Pero lo diré al final, para no spoilear. Lo que sí les cuento que este es el capítulo más largo que he escrito que no sea one shot. Tiene casi 8000 palabras :D Así que espero que lo disfruten <3! Le puse mucho amor, y desde el principio tenía pensado todo lo que ocurre en este capítulo.

Hay algunas partes donde reflexiono mucho sobre cada personaje. Sóolo quería comentarles que hay una reflexión que me inspiró para otro fic (en realidad es una idea Cherik que tengo hace mucho). Pero estoy tratando de terminar este primero para no dejar ninguno abandonado uwu También se me ocurrió un crossover con Supernatural, un Cherik + Destiel xD Tengo que controlarme.

 Muchísimas gracias a las personas que dejaron un review en el capítulo anterior (y obvio que en el fic en general). En serio. Sin ustedes este capíulo se hubiese subido en muuuuucho tiempo más. O quizás ni siquiera lo hubiera subido. No es una amenaza, es que en seiro pensé que ya nadie leía esto. Así que, el capítulo va para ustedes!
 Sin más, espero que les guste~

Erik cerró la puerta de su cuarto con un ruido sordo. Estaba apurado, pues no le gustaba la idea de dejar a Charles pequeño, solo en su cuarto. La verdad estaba un poco muy cansado de todo aquello. No de cuidar a Charles, pero sí de que el inglés casi dependiera de él, siendo que siempre se mostraba independiente. Y eso le gustaba a Erik. Entre muchas otras cosas que le gustaban de Charles. Estaba tan apurado que no vio que alguien lo esperaba afuera, así que se sorprendió cuando chocó contra algo. Pestañeó, acomodándose. Mientras, Hank se acomodaba los anteojos.

-Ten más cuidado.-le gruñó Erik.

-No pensé que ibas a salir tan apurado.-se excusó Hank.

Erik suspiró. Estaba agotado en todos los sentidos posibles. Por la preocupación, ir de acá para allá, el torbellino de sentimientos que lo poseía. Sabía que podía explotar en cualquier momento, así que trató de calmarse. Charles se enojaría mucho si le pegaba a Hank.

-En fin. ¿Qué quieres?-preguntó un poco más calmado.

Hank lo miró extrañado. Esperaba que Erik lo insultase un poco más, o que le dirigiese una mirada asesina, o que simplemente se fuera dejándolo ahí parado. Evidentemente, Lehnsherr estaba cambiando. Y era bastante obvio saber quién estaba operando ese cambio en el polaco.

-Raven me pidió que te avise que la cena ya casi está lista.

Erik alzó una ceja, sin comprender.

-Pero Raven me dijo que cuidase a Charles. Así que ella te debe haber enviado a su cuarto, no al mío.-dijo con desconfianza.

Hank tragó con dificultad.

-Sí, fui al cuarto de Charles primero. Él me dijo que te encontraría aquí.

-¿Y por qué no le dijiste directamente a él que la cena está casi lista?-inquirió.

-Bueno, es que…tengo que hablar contigo. Acerca del mutante que los atacó, e hizo que Charles se achicara…

Erik abrió los ojos con temor.

-¿Ocurre algo con él? ¿Le pasará algo a Charles?-preguntó confundido.

-No, no.-respondió rápidamente Hank, sorprendido del temor que había en la voz de Erik. Realmente se preocupaba mucho por Charles.-Charles está bien. Estará bien.

Se sorprendió aún más cuando sintió que la mano del polaco se posaba sobre su hombro.

-Bien. Mira, Hank. Ha sido un día muy largo y agotador. Lo único que ahora me preocupa es que Charles esté bien, y que recupere su tamaño. Lo que tengas que decírmelo, dímelo mañana, cuando ya todo esté bien.

Sin esperar respuesta comenzó a caminar. Hank seguía sorprendido, parado frente a la puerta de Erik.

-Oh, y dile a Raven que no iremos a cenar.-le gritó Erik desde el pasillo, sin detenerse.

O---O----O----O-----O------O

Erik entró al cuarto y encontró que Charles aún seguía sentado en la cama. Se tranquilizó por dentro al ver que estaba bien.

-Le he avisado a Hank que no iremos a cenar.-le explicó el ojiazul.

-Bien.-contestó Erik, y omitió su encuentro con el muchacho. No quería pensar en lo que le diría del mutante. Ya se preocuparía por ello una vez que Charles volviese a su tamaño real.

El polaco dejó la remera que había agarrado para dormir en la cama y una bolsa, y luego se dirigió al baño a lavarse los dientes. Dejó la puerta abierta para asegurarse de oír a Charles. El ojiazul se movió hasta sentarse en la remera de Erik. Era cómoda, y olía a él. El polaco sonrió ante el gesto, en silencio. Pero en realidad los ojos azules no se despegaban de la bolsa. Erik rió cuando descubrió esto.

-Puedes abrirla si quieres. Es tuya, de hecho.

-¿Es mía?-preguntó confundido.- ¿Me compraste algo?

-Tú me lo pediste.-respondió sin más.

Charles alzó una ceja, sin comprender. Pero como tenía el permiso del polaco, se acercó a la bolsa, tirándosela encima. Sobre él cayeron varios trozos de tela. Se sacudió, aún sorprendido. Erik rió por lo bajo, sin poder evitar pensar que Charles se veía demasiado adorable. Aunque su pensamiento fue lo bastante intenso como para que el telépata pudiese captarlo, éste se encontraba demasiado absorto en entender de qué iba todo aquello. Sólo cuando tomó uno de los trozos se dio cuenta: se trataba de una remera diminuta….exactamente de su tamaño.

-Me pediste que te comprara ropa acorde a tu nuevo tamaño, ¿recuerdas?-explicó.

Charles pestañeó, recordando ese pedido. Sonrió con alegría. Otra vez Erik le mostraba lo amable que era.

-Cierto, muchas gracias, mi amigo. Aunque-y rió divertido- compraste bastante.

-Bueno, no sabíamos cuánto tiempo ibas a estar de ese tamaño.-explicó otra vez. Luego agregó, con voz cansada-Además tomé lo primero que pude, sólo quería irme de allí.

-Oh vamos Erik, no puede haber sido tan malo estar en contacto con el mundo exterior un rato.-bromeó.

-Claro que sí, fue aterrador.-repicó, recordando cómo las dependientas lo habían acosado.

Charles rió dulcemente ante la expresión de Erik. A vece s podía ser muy cruel….y otras simplemente alguien muy tímido.

-Pero a fin de cuentas llegaste aquí en una pieza.-comentó.

-Porque me valí de ciertas estrategias.-respondió.

 Mientras respondía, Erik recordó la mujer que se le había acercado insinuadoramente, y a la cual él había espantando al explicarle –falsamente, ¿no?- que la ropa era para su novio. El recuerdo fue tan fuerte en su mente que llegó claramente a Charles. Erik comenzó a reírse, pues la expresión de la mujer había sido épica. Charles esbozó una pequeña sonrisa, aunque no era para nada alegre.

-Lo viste, ¿cierto?-preguntó Erik al ver la sonrisa de Charles. Estaba tan divertido que no le molestó la invasión.- Está bien, puedes reírte. Fue muy divertido.

Charles trató de reír, pero no le salía. Algo le incomodaba muchísimo en el pecho. De pronto sentía que su corazón pesaba, pues las dudas tienen mayor peso cuando están en tensión. Siguió sonriendo, pero falsamente. Tampoco quería ser demasiado obvio. Esperó a que Erik se calmara un poco, y respiró profundamente.

-¿Por qué le dijiste eso?-preguntó simulando sus nervios, refiriéndose a que le había dicho que la ropa era para su novio.

-Fue lo primero que se me ocurrió para que dejara de acosarme.-dijo aún entre risas, pero ya calmándose.- Pensé que aún si le decía que tenía novia, era capaz de no importarle. Pero aquello….Por Dios Charles, su expresión fue tan graciosa…Creo que se hubiera espantado menos que si le decía que soy un mutante.

-Quizás…-fue la respuesta del inglés, bastante serio.

Erik se calmó, sin notar aún nada extraño en su amigo. Justo en aquel momento, Charles irrumpió sus pensamientos.

-¿Y tú crees eso?

Erik lo miró sin comprender.

-Quiero decir, sé que no te parece aterrador que seas un mutante. Pero ¿piensas eso de la gente que es…bueno, tu sabes…?

-¿Te refieres a ser gay?-lo interrumpió Erik, confundido por el titubeo de su amigo, que solía ser muy seguro de sí mismo. Charles asintió con la cabeza, expectante. Erik alzó una ceja, sin comprender muy bien qué ocurría.- No veo nada de malo en ser mutante, tampoco veo nada de malo en ser gay.-suspiró.- ¿Por qué te erizas tanto?

Charles sintió que aquél peso que sentía en parte se aligeraba. Sonrió, ahora más sinceramente.

-Oh, nada. Me molestan esas actitudes, eso es todo.

-Charles-Erik no entendía bien de que iba aquello, pero quería dejar algunas cosas claras.- si Raven me parece hermosa cundo es ella misma, ¿crees que me parecía mal que dos personas del mismo sexo estuviesen juntas? No creo en las anormalidades.-y le parecía tan obvio.

- Me complace oír eso de ti.-Charles sonrió más brillantemente aún.

El corazón de Charles revoloteaba. Al menos, sabía que Erik no tenía prejuicios u odio hacia los homosexuales. Eso era un gran paso. Y era obvio, luego de lo que el polaco le había dicho. Por un momento, se sintió un idiota por dudar de la integridad de Erik. Pero es que el miedo al rechazo era tan grande….

Erik tuvo que contener el aliento un momento. ¿Por qué le importaba tanto al oji azul? ¿Sería que él…? Bueno, no es como si le sorprendiese del todo. Pero si era así, quizás entonces él realmente tenía una chance. Charles interrumpió sus pensamientos.

-¿No preguntarás mi opinión?-preguntó con curiosidad.

Erik sonrió con algo de burla, como si Charles le preguntase una tontería.

-Charles, tu amas a todo ser viviente sobre la tierra. Me parecería ilógico que discriminases a alguien, y menos si es por a quien ama.

 Las mejillas de Charles se colorearon de rojo. Erik podía ser muy dulce cuando se lo proponía.

-Tienes una linda imagen de mí.-fue todo lo que pudo articular.

Erik creyó que moriría de diabetes ante ese diminuto Charles sonrojado.

-Tengo un lindo modelo.-contestó, coqueto.

Charles sintió que su corazón iba a saltársele del pecho. Necesitaba ya tener su tamaño normal para poder abalanzarse sobre Erik, y tocarlo, y besarl-

-Entre toda la ropa tienes un pijama.-la voz de Erik lo trajo a la realidad.

Charles seguía sin reaccionar, así que el polaco se acercó y recogió todas las prendas que habían volado por la cama, dejando afuera un pantalón y una remera manga larga a juego, ambas azules con rayas blancas. Perfecto, pensó Charles. Luego, Erik se quitó la campera y la camisa, dejándolas en la silla que había en el cuarto. Tomó la remera que había dejado en la cama y se la puso. A continuación comenzó a desabrocharse el cinturón, y a bajarse los pantalones. Charles contuvo el aliento, embelesado otra vez por el cuerpo de Erik. No podía evitarlo: los músculos marcados, las piernas tonificadas, la piel lisa, todo….era magnífico. Erik era magnífico. Sacudió ligeramente la cabeza, tratando de evitar de esa manera, pero era imposible. No podía, no con un Erik semidesnudo frente a él. Su propio cuerpo comenzaba a reaccionar, sintiéndose más caliente, más ansioso, más…excitado. ¡Rayos! No podía estar pensando eso de Erik. El problema, justamente, es que no tenía que ver con si lo pensaba o no: era lo que sentía. Se mordió el labio inferior, tratando de alejar la mirada, a ver si eso evitaba toda la secuencia de imágenes no aptas para menores que estaban desfilando en su cabeza. Agradeció infinitamente ser él quien pudiese leer las mentes, y no viceversa.

-Si no quieres usar el pijama que te compré, puedes dormir con esa ropa.-comentó Erik, al ver que su amigo aún no se había cambiado.- O puedo buscarte otra cosa en la bolsa.

-¡No, no! Está bien. Está perfecto, de hecho.- se apresuró a decir Charles al ver que Erik volteaba a buscar la bolsa.

Erik asintió en silencio, sin comprender al inglés. Éste suspiró, tratando de calmarse. Con la excusa de buscar el pijama se dio la vuelta, lo cual era un alivio porque hacía que dejase de ver a Erik   semidesnudo. Comenzó a cambiarse él también.

Erik disimulaba, pero lo veía fijamente. Claro que le costaba hacerlo porque Charles estaba muy diminuto. Aun así, quería ver y grabarse cada línea, cada retazo de piel blanca y pura, cada músculo. Sólo podía pensar en cómo se vería en realidad, con el tamaño verdadero del inglés. Cómo sería ese cuerpo que tanto le gustaba siendo pequeño, o sea que más grande…..Y su piel, ¿sería tan suave cómo se veía? Apostaría su mutación a que sí, por todos los demonios. Si Charles tuviese su tamaño normal, y no fuese entonces un abuso de poder, realmente estiraría su mano, tan sólo para tener contacto con esa espalda, para sentir el calor ajeno, la suavidad…

-Me queda perfecto.-comentó Charles, una vez vestido.

-Sí.-y salió de su boca sin que pudiera detenerse a pensarlo.

-…De tamaño-terminó innecesariamente Charles la oración, riéndose por lo bajo ante la respuesta de Erik.-Gracias.

Erik pestañeó, abrumado por todas las sensaciones que lo recorrían. Al final, el día había más agotador por ellas que por el cansancio físico.

-Vamos a dormir.-pidió el más pequeño.

Erik asintió. Apagó la luz y se acostó en la cama. El cuarto no quedaba del todo a oscuras porque se filtraba un poco de luz de la luna y las estrellas por la ventana, pero no era incómodo o molesto, era agradable. Erik sintió que su cuerpo se erizaba cuando tocó el colchón: aquel en el cual Charles dormía todas las noches. Se quedó tieso, sintiéndose nervioso. No quería romper la armonía de aquél lugar que se le hacía tan sagrado. Allí Charles se acostaba cada noche, buscaba descanso, tenía insomnio, se hacía preguntas, sufría pesadillas, disfrutaba sueños placenteros, meditaba, seguro leía….¿haría algo más? El cuerpo de Erik se tensó aún más, mientras sus mejillas se sonrojaban con fiereza. ¡Definitivamente era un pervertido! Pensar aquellas cosas con tan sólo acostarse, era demasiado…

-Erik.

La voz lo interrumpió pero no lo relajó, todo lo contrario. Ante el silencio del mencionado, Charles agregó, con dulzura.

-Sé que te he estado pidiendo esto todo el día de hoy, pero…¿me ayudas?

Aquellas palabras cayeron sobre el polaco como un balde de agua fría. ¡¿Cómo se había podido acostar así sin más, dejando a Charles allí a sus pies, indefenso como estaba?!

-¡Lo siento!-se apresuró a decir, mientras se sentaba en la cama.

-No te disculpes. Has hecho muchísimo por mí hoy.-contestó amablemente.

 Erik tomó al pequeño y empiijamado Charles en su mano. Se veía tan adorable….como un pequeño y bello muñeco. Charles bostezó, y Erik creyó que moriría de diabetes ante tanta dulzura. Se acostó con él aún en su mano, y lo depositó en su pecho. Luego alejó la mano, y subió la sábana y el acolchado para que cubra a Charles. Éste se quedó sentado, sin comprender.

-¿Me vas a dejar aquí?-preguntó confundido.

-No quiero aplastarte.-explicó como una obviedad.

-¿No te mueves mientras duermes?-preguntó temiendo caerse del pecho del polaco.

Hubo unos segundos de silencio antes de que Erik contestase.

-Cuando te crías en ciertas circunstancias, tus hábitos se forman de esa manera. Y cuando vives en un peligro constante tu propio cuerpo hace su mayor esfuerzo por pasar desapercibido.

Hubo otro momento de silencio.

-Así que, no me muevo. No te preocupes por ello.-concluyó.

-… ¿Y no te molesta que duerma aquí?-preguntó inseguro y nervioso.

Erik sonrió en la oscuridad. Aún si no podía verlo, Charles se dio cuenta de ello.

-No. Buenas noches, Charles.

El inglés sonrió con nerviosismo y felicidad. Erik le permitía estar allí, sobre él, tan cerca…se acostó con alegría, acomodándose rápidamente al pecho de Erik. Si hasta parecía que estaba exclusivamente diseñado para que él estuviese encima, porque le era especialmente cómodo.

-Buenas noches, Erik.

O-----O----O----O----O---

Su cuerpo pesaba como plomo. No recordaba cuándo había sido la última vez que se había sentido tan agotado física y mentalmente. Era casi como si no pudiera pedirle a su cuerpo que se moviese. Tampoco es que hubiese intentado hacerlo, pero tan sólo pensar en intentarlo le producía molestia. Sin embargo, la sensación desagradable le duró poco tiempo, pues algo más llamó su atención. Sentía debajo de él algo que conocía: calor corporal. Esa sensación tan particular, estar arriba del cuerpo de alguien, lo llenó de pronto de sentimientos encontrados. Por un lado, le llegó la calidez ajena, comenzando a llenarlo. En algunos lugares incluso tocaba la piel ajena, esa suavidad propia del órgano humano. Pero también lo atacó la angustia. ¿Sobre quién estaba? ¿De quién era el cuerpo que descansaba debajo suyo? ¿Había llegado a esa situación de la manera que imaginaba? ¿Habría disfrutado, al menos, la noche anterior? No importaba realmente. Porque en verdad jamás disfrutaba plenamente tener relaciones con alguien. Placer, sí, claro que sentía. ¿Disfrutarlo plenamente? Jamás. Siempre había una pared entre él y la otra persona, una desconexión que no podía zanjar. Y sabía que no era porque generalmente se trataba de sexo casual, porque tampoco era como si se acostase con alguien que no le gustaba. E incluso en relaciones más formales le había ocurrido lo mismo. Siempre, cada mañana en la cual despertaba sobre o debajo de un cuerpo ajeno, ocurría lo mismo: frente a la calidez ajena, de la supuesta compañía, aparecía mucho más intensamente la angustia, el vacío. El saberse solo, aun estando acompañado. El saber que muchos podían hacer vibrar su cuerpo, pero nadie era capaz de hacer vibrar su alma al mismo tiempo.

De hecho, hacia bastante tiempo que había desistido de esas prácticas. Bueno, desde que había conocido a Erik. Y es que pasaba casi la mayor parte del tiempo con él, o entrenando a los chicos, o concentrado en su tesis. Incluso durante sus escapadas para reclutar mutantes se le hacía más interesante charlar con el polaco en un bar o en su habitación de hotel que salir a buscar a alguien que le diese un rato de placer. Quizás había dudado con Moira, porque apenas la había conocido había logrado hacerle vibrar un poco el alma. Una humana que sabía de los mutantes y apoyaba su causa…Sí, sonaba bien, le gustaba. Y quizás hubiese podido seguir ese camino…Si no hubiera aparecido un mutante herido y fuerte a punto de ahogarse. Porque en cuanto había sentido esa mente llena de acertijos, de culpas, de debilidades y fortalezas, de orgullo y heridas, de inteligencia y voluntad, supo lo que realmente era que alguien le moviese el alma. Y lo había confirmado cuando vio esos ojos verdes y enigmáticos. Pero había sido más que eso. Aún en ese momento, por más que lo hubiese querido negar, su cuerpo también había vibrado. El rostro del polaco, su cuerpo, su actitud, todo él le había producido una sacudida, una revolución de deseo: tanto a ese cuerpo como a ese alma quería tocarlos, acariciarlos, rozarlos, besarlos. Inconscientemente, Charles supo que Erik podría ser quien calentase su alma y su cuerpo a la vez.

Ahora, bastante tiempo después de eso, comenzaba a verlo conscientemente. Pero era tan difícil… ¿Qué pensaría Erik? O peor, ¿Qué sentiría? El polaco era tan hermético, tan difícil de entender a veces. ¿Querría tener algún tipo de contacto con alguien, cualquiera sea? Por lo menos a él, evidentemente, le había cedido un pequeño espacio en su corazón. ¿Podía aspirar a más? ¿Podía aspirar a tener su corazón completo? ¿Y su cuerpo? ¿No sería mucho pedir? ¿No debería conformarse con lo que Erik había podido darle, que viniendo de él ya era mucho? No. Porque Charles quería todo de Erik.

Lo más curioso es que deseaba tanto poder tener más contacto con Erik que hasta olía su olor. Sin abrir los ojos volvió a aspirar, y otra vez le llegó el aroma característico del polaco, causándole un cosquilleo involuntario en la piel. Ante ese olor no se le hacía tan incómoda la calidez ajena. Incluso sintió el deseo de removerse un poco, para sentirla aún más. Si tan sólo realmente fuese Erik quien estuviese durmiendo debajo de él….Pero, ¿de quién se trataba? Y más importante, ¿por qué tenía el mismo olor de Erik? Ya demasiado intrigado, abrió los ojos. Bueno, evidentemente se trataba de un hombre. Y ese color de remera le recordaba al que le había visto a Erik usar para dormir. ¿Realmente era…? Alzó con suavidad la cabeza para no despertar a su acompañante. Su corazón dio un vuelvo cuando descubrió que, efectivamente, se trataba del polaco. Por un momento se quedó estático. ¿¡Qué hacía durmiendo sobre Erik!? ¡Y el polaco estaba tan calmado! Sí, con su vasta experiencia en verlo dormir, podía afirmar que estaba cómodo con su cuerpo encima de él. Entonces, ¿eso quería decir que él y Erik…? Su corazón se aceleró y se quedó sin respiración. Debía calmarse para pensar con claridad, para entender qué estaba pasando en realidad, pero la emoción era tanta, combinada con que aún no terminaba de despertarse, que le era complicado. Respiró profundamente varias veces, hasta que por fin pudo recurrir a su memoria. Recordó entonces todo lo que había ocurrido el día y la noche anterior. Erik había sido tan dulce como para colocarlo encima de él al dormir. Eso ya era suficiente contacto físico con el polaco, debía admitirlo. Más calmado, volvió a examinar el rostro apacible de Erik. Embargado por la dulzura de la persona ajena, estiró el brazo, queriendo tocar ese rostro, tal cual había querido hacer el día anterior, lo cual había sido imposible debido a su pequeño tamaño. Y cuando las yemas de sus dedos rozaron la piel, lo comprobó. ¡Había recuperado su tamaño normal!

Sintió que algo se movía encima de él. Algo…no, alguien. Se quedó quieto, sin mover un solo músculo, e incluso contuvo la respiración. Aún estaba un poco dormido, lo cual era raro, porque solía despabilarse rápidamente. Y es que debía haber dormido demasiado plácidamente para no despertarse siquiera teniendo a alguien encima de él. Forzó a su mente a recordar qué había pasado antes de dormirse, mientras planeaba en cómo podía zafarse de ese peso, que seguro era una amenaza. Siempre era una amenaza. Pero entonces, ¿por qué seguía vivo? No sentía dolor alguno. Y aquella persona tampoco hacía un movimiento, no lo atacaba, siquiera estaba reteniéndolo. Tampoco recordaba haber mantenido relaciones con alguien. No eran muchas veces, así que lo recordaría. No era nada adepto al contacto humano. Y sin embargo, algo dentro suyo permanecía tranquilo, incluso le decía que disfrutase aquella situación. Por fin, recordó lo que había ocurrido el día anterior. Entendía entonces porqué había dormido tan profundamente: estaba exhausto física, mental y emocionalmente. Tremendo día había sido. Cuánto agradeció por fin poder acostarse, esperando que la cura en Charles funcionase… ¡Charles! ¿Habría recuperado su tamaño o seguiría pequeño? ¿Estaría bien? ¿Tendría algún efecto secundario? Abrió los ojos sin proponérselo. Lo primero que vio fueron dos ojos azules y brillantes, que también mostraban signos de haber sido abiertos hacía poco tiempo. Pestañeó varias veces. Allí estaba Charles, recién despierto, mirándolo fijamente.

-Buenos días, Erik.-dijo un poco avergonzado por la situación, sonriendo.

Erik quiso pellizcarse para asegurarse que no fuese un sueño. Supuso que la alegría y ansiedad que estaban explotando en él se debían al hecho de que Charles hubiese recuperado su tamaño. Y que no tuviese nada que ver con amanecer con el inglés sobre él, sonriéndole con el pecho al descubierto. Dios, tenía que reprimirse de no encerrarlo entre sus brazos y no dejarlo salir de ellos nunca.

-Recuperaste tu tamaño.-fue todo lo que pudo articular.

Charles sintió la ansiedad de Erik y tuvo algo de temor. Bueno, era probable que a Erik no le agradase la idea de despertar con alguien encima suyo, ya lo sabía. Y no es como si él fuese la mujer más bella del planeta. Pero, sorprendentemente, Erik no le pidió que se bajara instantáneamente. Eso lo calmó bastante.

-Eso parece.-respondió aún con su sonrisa.

Entonces Erik también sonrió, aún adormilado, y Charles supo que todo estaba bien. Más que bien. Tenía a Erik allí, abajo suyo, sonriéndole en la mañana, con una expresión en el rostro de haber dormido como los dioses. Lo único malo era tener que retenerse de acomodar su cabeza en ese pecho tan trabajado y seguir durmiendo aspirando ese aroma. O de acercarse a esa sonrisa mañana, y acariciar esos labios….Rayos, otra vez esos pensamientos. Últimamente eran demasiado seguidos. Y demasiado intensos. Quizás era porque estaba pasando mucho tiempo con el polaco.

Algo cortó la línea de pensamientos del inglés. Una sensación. Su mente e imaginación no eran las únicas reaccionando esa situación tan tentadora. Su propio cuerpo estaba comenzando a sentir un cosquilleo que conocía de sobra. Sobre todo aquellas partes que tenían contacto directo con la piel ajena, como si la calidez corporal se traspasase automáticamente. Charles se extrañó ante esta observación. ¿Por qué sentía directamente la piel de Erik? Cuando el polaco cerró los ojos un momento, queriendo descansar un poco más, el inglés aprovechó para auto examinarse. Debería haberlo notado cuando estiró su mano….no tenía manga. Pensándolo bien, no tenía remera: su pecho al descubierto lo delataba. Pero eso no era lo peor. Espió debajo de las sábanas, y comprobó su peor miedo: no tenía ropa alguna. ¡Estaba desnudo! ¡Encima de Erik con sólo un bóxer y una remera, y él completamente desnudo!

Se quedó tieso por un momento. Al parecer Erik aún no se había dado cuenta, eso era algo bueno, pero ¿qué debía hacer? Su primer impulso fue cubrirse. Pero no. Quizás salir corriendo. En ese momento, Erik se acomodó un poco, restregando su pierna en cierta parte sensible del inglés. Charles se mordió los labios, tratando de controlar el torrente de emociones que sentía, pero sobretodo tratando de controlar las reacciones de su cuerpo ante aquél roce. Erik pareció darse cuenta de que algo andaba mal, porque frunció ligeramente el ceño. ¿Qué era eso que había sentido recién? La piel de Charles, definitivamente. Era tan cálida y suave…pero era abrumador sentirla tan directamente.

De repente, Charles se bajó del pecho de Erik y se acomodó de espaldas a él. Su corazón latía agitado. Quería controlar sus nervios, pero era difícil. La vergüenza, la excitación, el miedo, la ansiedad…todo estallaba en él de una manera que sólo Erik Lehnsherr podía conseguir. Era siempre tan calmado…excepto si estaba desnudo arriba del polaco. Y más si el simple roce con la piel ajena le producían tantas de ganas de refregarse y fundirse con el cuerpo ajeno. Todo era tan incorrecto y tentador a la vez que ni siquiera se le ocurría una buena excusa para su comportamiento.

 Erik pestañeó un par de veces, sorprendido por el movimiento brusco y sin aviso previo del inglés. ¿Tanto le molestaba estar encima de él? Creía que Charles tenía mucha más experiencia en tener contacto físico con otra persona, y que no le molestaba. Bueno, no es como si abrazase a todo el mundo por allí, tenía respeto por su propio espacio personal. Pero no parecía molestarse cuando ellos accidentalmente se rozaban o se tocaban.  Todo era tan extraño entre ellos, y más últimamente.

-Charles…-murmuró, sintiéndose vacío sin ese cuerpo sobre él.

-¿Sí…?-preguntó con la voz temblándole un poco.

Un poco sí. Pero suficiente para que Erik lo notase.

-¿Estás bien-

Se interrumpió bruscamente. Porque mientras preguntaba se había girado, quedando de espaldas a Charles, para poder hablarle más de cerca, y quizás ver si estaba en serio bien. El problema ocurrió en realidad cuando la parte de abajo de su cuerpo también tocó la parte de abajo del cuerpo de Charles. Porque sin proponérselo, su entrepierna chocó con el trasero ajeno. No sólo eso: el trasero ajeno desnudo, ya que enseguida sintió que esa piel no estaba cubierta. Pero antes de pensar que esa era la razón por la cual Charles se había incomodado repentinamente, su mente quedó en blanco, y su cuerpo se tensó ante la intensa sensación que lo recorrió ante aquel contacto. Sentir su entrepierna pegándose al trasero de Charles lo llevó a otra dimensión de placer, quitándole la capacidad de hablar. Incluso no pudo reprimir que un pequeño jadeo escapara de sus labios. Y Charles, que estaba de espaldas, de pronto sintió que Erik se apoyaba en él, bueno, más específicamente en su trasero. Su mente tuvo una suerte de cortocircuito, y por un momento se fueron la vergüenza y el temor, porque también lo inundó un tremendo placer, una gran ansiedad. Y un gemido ronco escapó de sus labios antes de que pudiera mordérselos.

Los dos quedaron por un momento en silencio, tratando de asimilar todo lo que sus cuerpos sentían.  Todo el deseo contenido que estaba a sólo un paso de explotar. Pero era tan abrumador, que sus propios miedos les impidieron sentir la ansiedad del otro. Incluso sus jadeos fueron oídos como únicos, sin oír el gemido ajeno. Así, el placer intenso dejó paso  a una incómoda tensión.

Sin que ninguno dijese una palabra, Erik se levantó de la cama bruscamente.

-Voyalbaño-dijo sin espacio entre palabras, siendo más un balbuceo que una información.

Charles sintió que su tensión se relajaba recién cuando oyó cerrarse la puerta del baño tras el polaco. Suspiró, tratando de retomar su postura usual. Su cuerpo aún parecía extrañar el calor ajeno, pero trató de no concentrarse en eso. Sí, había sido…indescriptible, sentir a Erik tan cerca. Ni hablar de cuando, casualmente, las partes más sensibles de ambos se encontraron….Charles sintió un escalofrío de miedo y ansiedad. El sólo recuerdo de ello le erizaba la piel. Y haber tenido que contener un gemido…. ¡Había estado tan cerca de tirar todo lo que había construido con Erik por la borda! Debía ser más cuidadoso. Aún no entendía bien qué pasaba entre el polaco y él, y no podía arriesgarse. No con una persona tan herida y difícil como Erik. Lo último que quería era hacerle daño. O, casi peor, alejarlo de su lado. Así que debía tener muy en claro todo para poder avanzar. Pero para eso necesitaba un poco de tiempo, y tiempo sin preocupaciones. Por suerte había recuperado su tamaño normal. Estiró sus brazos y sonrió con felicidad. Bien, algo menos de lo cual hacerse cargo. Ahora podía revisar el día anterior con claridad. Los hechos, los sentimientos, las actitudes. Y no sólo los propios: los ajenos también. Suspiró, está vez con alegría nerviosa. Tenía mucho en qué pensar, sí, aunque si tenía la palabra Erik enredada en aquellos pensamientos, más que molestarle, la idea le atraía. Además, ahora tenía algo que no había tenido en todo el día anterior, y qué claro que aprovecharía.

Porque ahora tenía un cuerpo que le permitía abrazar a Erik.

Pero primero lo primero. Erik seguía allí, en el baño, y podría salir en cualquier momento. Y vaya que no quería otra situación incómoda como la de recién. Juntando fuerzas, Charles se levantó de la cama. Se estiró, disfrutando volver a tener un tamaño ciertamente más cómodo. Se dirigió al mueble que contenía su ropa y se puso un par de bóxers, fijándose en que sean presentables, por las dudas.  Ahora que estaba más calmado, se daba cuenta de lo que seguramente había pasado: al crecer, su propio cuerpo había destrozado el pequeño pijama que vestía. Se sintió un poco apenado ya que Erik había hecho un gran esfuerzo por conseguírselo, aunque no había nada que hacerle. Buscó lo más rápido que pudo algo con qué cubrirse, seguro de que Erik ya debía estar por salir del baño. La prenda ganadora fue una camisa blanca, casi transparente. Se la colocó con descuido, cuando oyó que, efectivamente, la puerta del baño se abría. En un abrir y un cerrar de ojos pegó un salto para quedar exactamente del otro lado de la puerta.

Sólo cuando cerró la puerta del baño, Erik se permitió volver a respirar. El resultado fue un largo jadeo, con su mano apoyada en la pared para no caerse de la impresión. Su corazón latía a mil por minuto, y su mente no dejaba de jugarle malas pasadas con imágenes no aptas para menores, con cierto inglés como protagonista. ¡Dios, qué suave era el trasero de ese hombre! ¡Y qué tremendamente inapropiado era ese pensamiento! Pero no podía evitarlo, porque su propio cuerpo no le permitía olvidar esa suavidad y esa redondez.  Con sólo recordar el cuerpo del inglés sobre él lo inundaba una calidez física y emocional que jamás había sentido. Se llevó la mano a la boca, tratando de calmarse. No podía estar pasándole todo aquello. Sólo podía rezar porque Charles no se hubiese dado cuenta de nada. Y el inglés era tan perspicaz… ¿lo habría oído gemir? ¿Habría sentido cómo su piel se erizaba? ¿Habrían llegado a su mente de telépata los fuertes pensamientos que Erik había tenido ante aquel erótico contacto? Erik quería morir de vergüenza. Respiró, tratando de calmarse. Charles no había dicho nada, no se había quejado ni se había enfadado. Incluso ahora no oía nada del otro lado de la puerta, así que tampoco es como si se hubiese ido corriendo espantado. Quizás no se había dado cuenta de nada, a fin de cuentas aún estaba adormilado, y quizás atontado por haber recuperado su tamaño normal. Erik suspiró. Realmente esperaría que algo así estuviese pasando.

Se lavó la cara con agua bien fría, para lograr calmarse. No sólo sus nervios tenían que ser relajados, también su cuerpo aún caliente, que parecía anhelar demasiado más contacto con esa piel ajena tan suave. Necesitaba agua bien fría, quizás una ducha. Primero, en verdad, necesitaba irse de ese cuarto al suyo, alejarse del inglés que revolucionaba su corazón y sus hormonas. No podía creer que lo hiciera sentirse de esa manera, tan débil. Debía recuperar su fortaleza, pensaba. Luego de mojarse la cara se vistió. Erik estaba acostumbrado a huir repentinamente de ciertas situaciones, así que obviamente había agarrado sus ropas en un rápido movimiento mientras iba a encerrarse al baño. Se colocó los pantalones y la remera, aún encima de la de dormir, porque sólo quería estar decente para escaparse a su cuarto.

Abrió la puerta tratando de mantener una postura más fría y relajada. Pero se le cayó todo a los pies en cuanto alzó la mirada. Allí lo esperaba, exactamente frente a la puerta del baño. Un Charles que se debatía entre ser lo más adorable o lo más sexy que había visto en toda su vida. El inglés estaba semidesnudo, cubierto sólo por un bóxer negro ajustado que remarcaba ciertos atributos. Una camisa blanca transparente abierta le caía desde los hombros, que más que cubrirlo, parecía delinear su contorno de una manera sugerente. Sus ojos azules lo miraban fijamente, con un brillo de alegría pero una sombra de aún estar adormilado. Su cabello castaño caía de manera desordenada y despeinada, evidenciando que aún no se había arreglado. Y su sonrisa….los labios siempre tan rojos estaban curvados de esa manera tan característica del inglés, con una sincera alegría, su usual sensualidad, y un leve gesto de nerviosismo. Todo el conjunto estaba adornado por un leve sonrojo en las mejillas siempre tan pálidas.

El corazón de Erik se detuvo unos momentos, al igual que su respiración. Esa imagen de Charles era de lejos lo mejor que había visto al comenzar un nuevo día. Quiso, al mismo tiempo, abrazarlo tiernamente, besarlo intensamente, y prácticamente arrojarlo salvajemente a la cama que estaba detrás de él. La cama, aún deshecha, en combinación con ese Charles tan tiernamente sexy, le hicieron preguntarse por un breve instante si realmente el inglés había empequeñecido y por eso habían dormido juntos, o si en verdad él y Charles habían pasado la noche de otra forma, más íntima, y ahora Charles simplemente lo esperase de esa manera que se espera a un amante luego de una noche salvaje y excitante: semidesnudo, adormilado, contento y nervioso. Y con esa expresión satisfecha en el rostro del inglés, era obvio que lo habría disfrutado.

Tuvo que respirar varias veces para convencerse de que esa no era exactamente la situación. Pero, ¡cómo le hubiese encantado que lo sea! ¡Qué le estuviese permitido sentir como auténtica esa inmensa felicidad de saberse amado y deseado por la persona….! Sus pensamientos casi estallaron en su mente, aún demasiado cobarde para admitir la verdad que tenía en frente, en forma de un Charles seductor y sonriente. Estaba tan lastimado…una vida de soledad y dolor le había producido establecer un mecanismo de auto defensa: no amar ni dejarse amar. Y le había funcionado. Hasta que un telépata idiota de ojos azules como el mar y piel pálida como la nieve había irrumpido sin aviso en su vida. Y con cada sonrisa, y con cada palabra de ánimo, deshacía ese mecanismo que Erik tan detalladamente había armado. Su armadura caía, y él no podía hacer nada para evitarlo, más que quedarse parado en el marco de la puerta con una expresión idiota en el rostro.

Charles rió suavemente y sin burla ante la expresión de Erik, y el polaco realmente creyó que no sería capaz de controlarse. Es que el inglés realmente parecía una amante ansiosa y tontamente enamorada. ¿Charles? ¿Realmente enamorado? No, eso no debía ser posible. El inglés parecía ser de esas personas que sólo tocan y se van, sin entregarse realmente. Y era entendible. ¿Quién podía merecer todo de Charles? Un hombre tan maravilloso, con tanto para dar…. ¿quién merecía siquiera recibir una parte?

Erik, obviamente, no. Alguien tan malditamente lastimado y tan jodidamente miserable no era siquiera un postulante a recibir algo de esa maravilla.

-Erik…-pronunció casi en un murmullo embelesado Charles, mirándole fijamente.

No, tenía muy en claro que él no lo merecía. Dolía. Vaya si dolía. Como el mismísimo infierno. Pero él ya había sobrevivido al infierno. Y sabía que una clave era escapar de aquello que generaba dolor.

-¿Estás bien? ¿No tienes ninguna secuela?-preguntó lo más fríamente que pudo.

Charles lo miró, tratando de comprender la situación.

-Sí, estoy bien.- contestó sorprendido.

-Me alegro. Ya puedo irme, entonces.

Y Erik, sin volver a mirar a Charles, se dirigió a donde había dejado sus zapatos.

Charles se quedó unos segundos mirando aquel lugar, ahora vacío, que tan sólo unos segundos antes ocupase Erik. Pestañeó varias veces, reacomodándose. ¿Erik acaba de ignorarlo? Reconocía que a veces, muy pocas veces, podía pecar de auto confianza. Pero no era el caso. ¡Era la primera vez que alguien se le resistía de esa manera! Porque Charles Xavier era muy consciente de sus encantos. Sabía que sus ojos eran atrayentes, que su sonrisa podía ser una invitación indecorosa y que su cuerpo, si bien no era el de un atleta, podía ser llamativo con la decoración adecuada, como un bóxer y una camisa blanca abierta. Sí, lo había hecho a propósito. Es cierto que no sabía cuán realmente hondo había calado su imagen en el polaco. Aun así, era una táctica usual que utilizaba cuando quería hacer caer a alguien a sus pies. Está bien, sabía que el polaco no era una persona cualquiera y que era extremadamente difícil. Así que no es como si esperase realmente que Erik lo hubiese arrojado a la cama, ni siquiera besado, pero… ¡Bueno, sí, esperaba mínimamente conseguir un beso! ¡O una sugerencia, maldito magnético! Charles suspiró, tratando de superar su frustración. Él mismo aún no sabía que quería de Erik, tenía que admitirlo. Su corazón era un revuelo. Y su cuerpo…bueno, aquello ya ni nombre tenía. Por algo había recurrido a sus propias estrategias de seducción, sin estar muy seguro de todo aquello. Quizás había sido algo bueno que el polaco no hubiese sucumbido. Además…a Charles no se le pasó por alto la expresión estupefacta que había puesto el polaco al verlo. No era sólo asombro…allí había algo más. Había visto ansiedad, y tentación. Hasta algo de emoción. Y se había quedado congelado por unos momentos. También le habían llegado esas sensaciones desde la mente ajena, incluso una explosión de emociones positivas, entremezcladas con ciertos temores. Charles sonrió para sí mismo. Tal vez causaba más cosas en el magnético de las que éste estaba dispuesto a admitir. Y él lo esperaría. Porque sabía cuán herido estaba Erik, y era consciente de que era una villanía exigirle ciertas actitudes. Tenía que tener paciencia con él, y claro que la tendría.

Él siempre esperaría a Erik.

El polaco terminó de atarse los zapatos a una velocidad increíble. Quería largarse de allí antes de hacer algo de lo que se arrepintiese para siempre. Y Charles no se la ponía nada fácil estando semidesnudo.

-Me voy.-dijo más por cortesía que otra cosa, encaminándose a la puerta.

-Erik, espera.

La voz lo detuvo. No podía evitarlo: si Charles lo llamaba de esa manera tan desesperada, no era su mente quien respondía. Era su maldito y casi olvidado corazón, quien detenía su cuerpo. Aún así, no sé dio vuelta. De hecho, ni siquiera pudo preguntarle qué ocurría.

Sintió como los brazos ajenos lo envolvían desde atrás. Las manos de Charles se enredaron en sí mismas sobre su pecho. El inglés se pegó al cuerpo del polaco de tal manera que Erik podía sentir en su espalda el latir del corazón ajeno. Un bombeo tranquilo, que parecía bombear en su propia mente, porque el latido resonaba allí para recordarle lo cercano que estaba el inglés. Su cuerpo se tensó ante el contacto tan directo y tan inesperado. Charles lo agarraba casi con fuerza, como si no quisiera dejarlo ir. Ni siquiera parecía importarle el hecho de estar semidesnudo. Erik se quedó quieto. Jamás podría sacar a Charles de encima. Menos si lo agarraba de esa manera tan necesitada. Él siempre estaría si el inglés lo necesitaba, y siempre se quedaría allí si se aferraba a él.  Y supo que nunca se iría tampoco cuando Charles enterró su rostro en su espalda.

-Erik…-murmuró, como para asegurarse de que el polaco lo estaba oyendo. De hecho, eso fue lo que devolvió a Erik a la realidad, quien se había perdido en el abrazo.

-Charles…-respondió, en señal de que era consciente de lo que el inglés estaba haciendo, y lo aceptaba. Al menos por el momento.

-Yo sólo quería…-sintió que el inglés sonreía sobre su espalda, y un escalofrío de emoción lo recorrió.- Agradecerte. No digas nada, déjame hablar.-y su voz fue tan suave…- Creo que no te lo he dicho correctamente. O tal vez sí, pero no me cansaré de decírtelo. Quiero que te quede claro. Todo el día de ayer…fue ciertamente difícil para mí. Toda mi vida he estado acostumbrado a tener el control. Más aún, he tenido que estarlo. Tal vez sea mi mutación, o mi carácter, o las circunstancias, o todo junto. Lo cierto es que siempre he protegido a las personas, siempre he tenido que guiar, explicar y cuidar. No es que me moleste. Pero…me cuesta muchísimo hacerme a la idea de depender de alguien. Oh, hasta decirlo me incomoda.-rió nerviosamente.- Supongo que a todos nos pasa alguna vez. Así que ayer…realmente no estaba muy contento con la situación. Sabes, ser tan pequeño... ¡tienes que depender de alguien que te cuide y te ayude sí o sí! Y no fue nada fácil para mí. Hasta que me di cuenta que podía depender de alguien más. Que podía dejar que alguien también se encargase de las cosas. Incluso pude dejar que alguien me cuide. Sólo podías ser tú, Erik.-volvió a reír, con sincera alegría.- Fuiste la primera persona en quien pensé, y no me equivoqué. Fue la primera vez en mi vida que sentí que yo también podía…relajarme, y dejar que alguien me cuide.-suspiró levemente.- Y más aún, sé lo que para ti significa hacerte cargo de otra persona. Aún no conozco exactamente todas tus heridas, o todo lo que pasa por tu cabeza. No, no me meto en tu mente.-bromeó.- Pero te conozco lo suficiente, Erik Lehnsherr, para saber que ayer hiciste tu mejor esfuerzo para superar tus propios demonios, sólo para protegerme y ayudarme. Siempre valoraré eso. Muchas gracias, Erik.

Por un momento el silencio reinó entre ambos. Erik podía sentir que el corazón de Charles estaba un poco más agitado, aún si su respiración, todavía sobre su espalda, era regular y calmada. Él, por su parte, hacía varias palabras del telépata que había olvidado siquiera cómo respirar. Sólo podía estar allí parado, sintiendo la calidez ajena envolverlo en una atmósfera paradisíaca y armónica. Y a cada palabra de Charles, y a cada risa en su espalda, sentía cómo esa atmósfera lo llevaba más y más profundo, a un lugar con olor a colonia y gusto a cariño. Un pequeño espacio íntimo dónde ni siquiera sus propios temores o heridas del pasado podían penetrar. Sólo estaba él y ese inglés que lo hacía sentirse realmente querido y necesario. Sólo dos corazones latiendo acompasados. Era demasiado abrumador. Le encantaba, sí. Pero se sentía tan débil emocionalmente….no sabía exactamente qué debería hacer.

-Charles…-murmuró, contrariado. Su voz tembló ligeramente.

-No te preocupes, Erik. No tienes que decir nada. Yo sólo quería que lo supieras.-respondió suavemente, porque sentía el remolino de sensaciones en la otra persona.

 Erik contuvo la respiración. Charles era tan dulce, tan comprensivo…Parecía que realmente no le importaba lo herido que él estaba, lo difícil que se le hacía estar de una manera tan cercana con otra persona, no sólo físicamente, sino sobre todo emocional. Charles parecía tenerle paciencia, sin exigirle una respuesta mentirosa o difícil. Parecía esperar a que él remendase sus propias emociones gastadas y sin uso, sin apuro. Erik sonrió levemente. Y decidió que tenía que demostrarle al inglés que estaba agradecido con sus palabras, con su pequeña confesión (porque sabía que Charles era soberbio, y le debía haber sido realmente difícil admitir su debilidad, aún si era ante él) y con su reconocimiento. Estiró ambas manos, y las cerró sobre las manos de Charles que descansaban en su pecho. Sintió que las manos del inglés se erizaban ante el contacto inesperado, pero no se alejaron. Su piel estaba un poco fría, y era muy suave y delicada. Erik dejó que la tibieza de sus manos se fundiese con la piel ajena, sintiendo que también sus almas se fundían un poco. Notó que Charles se sobresaltó ligeramente, seguro por la sorpresa. Pero sin decir nada, enterró su rostro aún más en su espalda. Erik sintió como una nueva oleada de calor lo recorría enteramente ante esa caricia.

Se quedaron allí unos minutos, sin saber ninguno cuánto tiempo ocurrió. Tan sólo sentían el calor ajeno, con los corazones acompasados, y las mentes en armonía. No se miraban, así que no debían ocular sonrojos o nervios. Podían disfrutarse plenamente, sin miedos, sin vergüenza, sin recelos.

Sin mediar palabra, Erik fue deslizando lentamente sus manos, para devolverlas al costado de su cuerpo. Enseguida Charles deshizo su agarre, tomándose su tiempo para quitar sus manos del cuerpo de Erik. Las palabras ya estaban de más, ambos lo sabían. Cuando sintió que el inglés definitivamente dejaba de aferrarse a él, Erik siguió su camino hacia la puerta. La abrió, sintiendo como el inglés seguía en donde lo había estado abrazando, clavando sus ojos azules en su espalda. Así, volteó ligeramente la cabeza.

-Nos vemos más tarde.-murmuró, porque no quería que su frialdad lastimase al telépata.

Su corazón dio un pequeño vuelco cuando volvió a ver esa imagen tan magnífica de Charles. Y más aún cuando su rostro fue adornado con una pequeña sonrisa, llena de felicidad.

-Nos vemos más tarde, Erik.-fue su respuesta, suave como siempre.

Erik cerró la puerta. Su corazón latía con tanta fuerza que se preguntó si no sería la primera vez que en verdad latía. No se quedó ni un momento del otro lado de la puerta, porque temía que algún pensamiento escapase de su mente  y llegase a la del telépata. Tenía demasiado en qué pensar aún, y no quería correr ningún riesgo. Comenzó a caminar a paso rápido a su cuarto.

Charles se quedó mirando la puerta que Erik acababa de cerrar. Suspiró, y se llevó una mano a su corazón, tratando de calmarse. Hacía demasiado tiempo que no se sentía de esa manera. Tan emocionado y temeroso a la vez. Quizás, en realidad, jamás se había sentido realmente así. Aún no quería admitirlo, por más obvias que fuesen las señales. Suspiró, un poco contrariado. Sentía que su habitación estaba más vacía sin Erik, así como su cuerpo y su corazón. Y se preguntó si podría lograr que el polaco llenase todo, de vuelta. Algo tenía claro: no volvería a llegar al punto de medir diez centímetros para saber qué ocurría entre él y Erik. 

 

FIN DE MI PEQUEÑO CHARLES

CONTINÚA EN MI PEQUEÑO ERIK (En este mismo fic, próximo capítulo <3)

Notas finales:

Ahora sí, les cuento. EN mi cabeza pasa algo como esto: "Voy a escribir que Charles abrió los ojos y descubre que durmió sobre Erik". Cuando lo escribo queda esto: "Su cuerpo pesaba como plomo. No recordaba cuándo había sido la última vez que se había sentido tan agotado física y mentalmente. Era casi como si no pudiera pedirle a su cuerpo que se moviese. Tampoco es que hubiese intentado hacerlo, pero tan sólo pensar en intentarlo le producía molestia. Sin embargo, la sensación desagradable le duró poco tiempo, pues algo más llamó su atención. " Y toda una sarta sobre la vida sexual de Charles que no pensaba poner xD! A veces tengo miedo de irme mucho de tema. En serio agradecería si eso les molesta y preferirian un fic más directo, con sólo hechos+diálogos. No sé si pueda cambiarlo, pero me interesa su opinión jajaja.

¿Les gustó? ¿Es un buen final para MPC? Personalmente extrañaré al adorable mini Charles. Espero que el mini Erik me quede bien uwu No dejen de leer, porque Mi Pequeño Erik viene 'inmediatamente' después. Trataré de acutalizar pronto. Por favor, agradecería mucho que me dejaran reviews con sus opiniones, críticas, comentarios, lo que sea n.n Saber que me leen me incita muchísimo a escribir y actualizar pronto

Nos leemos~!


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