El ambiente tenso del lugar se podía apreciar a kilómetros de distancia. Toda la bodega estaba rodeada de hombres armados, entre ellos estaba su jefe. Este sin titubear le dispara a dos de los agresores que estaban cerca del azabache, dándole en plena frente y matándoles al instante.
-Dan solo un paso más y conocerán el sentir tener una bala metida en su cuerpo- dijo el pelirrojo. Este observa detalladamente el estado deplorable que se encontraba el doncel- aprésenlos a todos- dijo mientras se dirigía hacia donde estaba el ojos color zafiro
Tan solo con esas simples palabras bastaron para que todos los culpables del secuestro fueran sometidos contra el piso violentamente, sin importarles que entre ellos había una mujer en estado.
-¿Te encuentras bien pequeño?- le pregunta una vez estando al frente de él.
-Sí, solo… estoy algo adolorido- le sonríe.
-Bien, iras con unos de mis hombres al hospital para que te revisen como se debe ¿de acuerdo? Yo pronto iré para halla -le abrasa. El pelinegro asiente con un movimiento de cabeza- Benjamín lleva al hospital a Demian, y a ese sáquenlo de aquí- señala a Joseph que estaba a unos metros de distancia de donde estaban el pelirrojo con el pelinegro.
-En seguida señor- el individuo llamado benjamín, en compañía de otros cinco sujetos se llevaron al doncel con el castaño rumbo al hospital.
-¿Pensaste que con eliminar de tu camino a Demian podrías salirte con la tuya así como si nada, rata? ¡Ja! No me hagas reír
-Maldito ¿quién te crees que eres?- le dice el ojimiel con odio
-La persona que te mostrara el verdadero infierno- sonríe siniestro
-T-tenga piedad, soy una mujer que está e-embarazada, se lo imploro- le ruega Alicia con sus ojos llenos de lágrimas.
-Tú crees que me importa eso. Ustedes cometieron el peor error de meterse con la familia Babussi, y pagar por eso… Enciendan todo este lugar, no quiero que haya ninguna evidencia que nos vinculen, ¿entendido?
-Sí señor.
Tras decir esas palabras, el pelirrojo se retira del lugar escuchando los gritos y ruegos de cada uno de los implicados en el secuestro y daño hacia su ojiazul.
Pasaron un par de minutos y ya se podía apreciar las llamas que yacían por toda la bodega abandonada; los gritos desgarradores de se oían desde adentro habían cesado hasta que no se oyeron más, así confirmando la muerte lenta y tortuosa de los cuerpos calcinados producto del fuego.
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En el hospital se encontraba el azabache siendo vendado por una enfermera. Un Doctor ya le había revisado todo el cuerpo, procurando si tuviera alguna fractura, cuando no halló ninguna gravedad en el pelinegro, le pidió a una de las enfermeras que le tratase las heridas y que le inyectaran un antiinflamatorio para el dolor muscular.
-Bien muchacho, ahora te tienes que cuidarte. No hagas movimientos bruscos durante algunos días, así evitaras el dolor corporal que tendrás.
-Muchas gracias Doctor.
-De nada; y antes de que te vayas pasa por la farmacia para que te den estos medicamentos- le da la receta médica y se despide del pelinegro.
Cuando ya había retirado los medicamentos de la farmacia, se disponía a irse del hospital, pero fue detenido por la voz preocupada de su prima.
-¡Demian!- se acerca al azabache- ¡¿Pero qué te sucedió?!
-Me caí andando en bicicleta- le miente- y a todo esto ¿Qué haces aquí?
-Por tu padre…
-¡¿Qué sucedió?!
-Emilio llamo a mama porque encontró a tu padre inconsciente en su despacho, ahora ella se encuentra con él.
-No me digas que…- susurra para sí mismo que para la pelicastaña- ¡¿en qué habitación se encuentra?!
-Mama me dijo que esta en observación.
-Vamos para allá.
Caminaron rápidamente hacia donde se encontraba el padre del azabache, pasando por los pasillos del recinto hasta llegar a donde se encontraba el mayordomo.
-¡Tía! ¡¿Cómo se encuentra mi padre?!
-Mi niño- le abrasa- primero tranquilízate, ¿sí?- el menor le asiente. Cuando ya se había calmado, la pariente comienza hablar- el médico nos dijo que en estos momentos tu padre se encuentra estable.
-Qué alivio- suspira- ¿les dijo que le sucedió?
-No, pero le tomaron algunos exámenes para ver qué es lo que tiene, solo hay que esperar los resultado.
Se quedó en silencio el pelinegro pensando en todo lo ocurrido en todo este tiempo. Aun no podía entender el hecho de que la avaricia de su madrastra hubiera llegado a tal extremo. El dinero puede llegar a cambiar a la gente y convertirlos en seres ansiosos de poder, que los llevaría a una destrucción.
Una mano se posó en su hombro sacándolo de los pensamientos que se estaban formando en su mente; levanta la mirada conectándola con los ojos color azul oscuro. Este se sienta a su lado y le pregunta:
-¿Cómo te encuentras?
-Carlos… ¿Cómo sabias que me encontraba aquí?
-Acuérdate que deje a benjamín para que te cuidara, pero no desvíes el tema y responde a mi pregunta
Suspira resignado el azabache- Me encuentro bien, solo estoy preocupado por mi padre.
-Ya verás que estará bien
-Eso espero- en eso llega un doctor preguntando por los familiares del padre del pelinegro. Este se acerca rápidamente a donde se encontraba el médico preguntándole de inmediato- ¿se encuentra bien mi padre, señor?
-Así es joven, tuvimos suerte de que su padre solo bebiera una mínima cantidad de veneno y además de que su mayordomo pudiera encontrarlo justo a tiempo para poder estabilizarlo. En estos momentos él se encuentra despierto en la habitación, si gusta puede pasar a verle.
-Muchas gracias.
Demian.
Me despedí del doctor agradeciéndole por haber salvado la vida de mi padre y me dirigí a la habitación en donde se encontraba. Cuando me encontraba al frente de la puerta mis manos temblaban de los nervios que tenía en esos momentos; reuniendo todo el valor decido abrir de una vez por todas la puerta.
Desde el momento en que ingrese a la habitación, mi padre no despegaba su mirada de mí. Estuvimos un rato en silencio observándonos mutuamente, silencio en el cual fue cortado por él mismo.
-Perdóname… perdóname hijo por todo el daño que te hice.
No tenía palabras para poder responderle; me encontraba tan sorprendido que mi mente por un momento quedo en blanco, ni siquiera me di cuenta cuando había empezado a llorar.
-Sé que todo el dolor que te provoque, nunca se te olvidara… pero déjame enmendar todos mis errores.
-P-padre yo…
-No hace falta que digas nada. Yo tengo la culpa de todo, pero si tan solo me dieras la oportunidad de ganar tu perdón, eso me haría muy feliz
-Esta… bien- le dijo con la mirada hacia el suelo.
-Gracias hijo. Sé que no te defraudare. Ahora puedes volver a la casa y empezar desde cero ¿Qué te parece la idea?- pregunta el mayor
-¿eh?- levanto la vista inmediatamente, viéndole incrédulo- no hace falta que vuelva, yo ahora me encuentro viviendo con mi novio y me encuentro bien allí- le digo.
Mi padre frunce el ceño molesto- ¿Pero cómo prefieres estar con él? ¡Pertenece a la mafia! además si quieres tener un novio lo puedes hacer con unos de los hijos de los inversionistas que pertenecen a nuestra empre-
-¡Basta!-le interrumpo- enserio no te entiendo. Hace unos momentos estabas disculpándote y ahora me quieres controlar mi vida ¿es qué acaso nunca cambiaras?
-Es que no te das cuenta de que él pertenece a la mafia. No tendrás ningún futuro estando al lado de ese tipo de personas.
En los ojos zafiros del doncel se reflejaba la tristeza que sentía en esos momentos. Por un momento pensó que las cosas podrían mejorar, pero que equivocado se encontraba, su padre seguirá siendo el mismo de siempre.
-Nunca cambiaras padre… pero solo te diré una cosa- cierra los ojos para luego mirarle con decisión- me perdiste para siempre, y desde ahora seré feliz sin ti; no me convertiré en unos de tus juguetes en los cuales puedas manipular. Quédate con todo tu preciado dinero, porque yo no lo necesito- le doy la espalda y me acerco a la puerta, para luego decirle- adiós padre- se marcha de la habitación dejando al mayor en shock.
Se aleja rápidamente de la habitación, encontrándose en unos de los pasillos al pelirrojo; este se le acerca y le abraza por la cintura. Sin poder contener las lágrimas las deja salir empezando a llorar en el ancho pecho de Carlos, mientras que este le conformaba.
Salieron del hospital cuando el azabache se encontraba mejor, despidiéndose de su tía y prima –ellas no quisieron preguntarle lo que le sucedía porque sabían que él no diría alguna palabra– ingresando al automóvil que los esperaba a las afuera del recinto.
En todo el camino no pronunciaron palabra alguna; uno porque estaba metido en sus pensamientos y el otro porque quería darle su espacio. Al llegar a la residencia, el menor fue directamente a su habitación seguido por el ojiazul, este le sujeto la muñeca deteniendo su andar.
-No te encierres en ti mismo y confía en mí, sabes que yo estaré para ti en cualquier momento- el azabache se da la vuelta, mirándole fijamente.
-Te he causado tantos problemas.
-Claro que no, además tengo que proteger lo que es mío- sonríe coqueto acariciándole la mejilla con su mano derecha- sé que a tu padre no le agrado, pero aun así no cargues con toda esa responsabilidad.
-Tú tampoco deberías de cargar con toda esa responsabilidad
-¿A qué te refieres?
-Dime la verdad- le mira directamente a los ojos- ¿qué sucedió una vez que me fui de esa bodega?
El pelirrojo no se esperaba esa pregunta. Iba a tratar de evadirla, pero la mirada seria de su pequeño de ojos zafiros no se lo permitía. Soltando un suspiro resignado solo le dice “recibieron su merecido y ya nunca más se meterán contigo” dando por terminado el asunto.
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Durante los siguientes meses las cosas pasaron entre tranquilas y dificultosas; una de las razones fue el embarazo de Dylan, ya que al cumplir los seis meses de gestación tuvo que guardar reposo en cama porque presentaba signos de aborto. Por otro lado estaba el pequeño azabache, que en el transcurso de sus vacaciones decidió estudiar en la universidad en la carrera de arte, que se encontraba en la ciudad de Venecia.
Desde paso lo sucedido en el hospital con su padre, no tuvo contacto alguno con él, pero por las noticias de la televisión se enteró que su progenitor se había vuelto a casar con una mujer quince años menor que él, y que además se encontraba embarazada.
Esa noticia el azabache no le tomo importancia, de hecho ya la veía venir; por lo que conocía a su padre, él buscaría a otra mujer que tuviera case y una buena posición social para así unificar las empresas, y que además le diera un heredero para su fortuna.
Además el pequeño de ojos zafiros tenia cosas más importantes que estar pendiente en las tonterías de su progenitor; y unas de ellas era que en esos momentos se encontraba en su habitación discutiendo con el pelirrojo.
-Carlos habíamos acordado que serían dos guardaespaldas ¿no es así?
-Sí, y no entiendo por qué estás molesto - dice el mayor, que estaba recostado en el respaldo de la cama observando atentamente a su doncel que se encontraba de pie con su ceño fruncido- aunque te ves hermoso estando enfadado- le sonríe coqueto.
-¡Estoy hablando enserio!- dijo mientras cruzaba los brazos en clara señal que se encontraba molesto- quiero que me digas ¿por qué tengo a más de tus hombres como de guardaespaldas? Y no me mientas porque sé que son más de dos.
-Solo estoy protegiendo lo que es mío, que es a ti y a nuestro hijo que se encuentra en tu vientre.
-No sé cuántas veces te he dicho que no lo estoy.
-Y ¿Por qué estás tan seguro de eso? Acaso… ¿Ya te hiciste la prueba?
-No, pero sé que no lo estoy. Además ¿qué te hace pensar en esa posibilidad?
-Bueno… me he dado cuenta que mes has empezado a comer el doble de lo que antes lo hacías, y también están tus repentinos cambios de humor; para mí eso es más que suficiente que lo estas.
-Esto es absurdo Carlos, solo por eso me dices que estoy en estado; pero bueno me hare esa maldita prueba para que te des cuenta que yo tenía la razón, de hecho ahora mismo iré a la farmacia a comprar una.
-No hace falta que lo hagas, en el armario hay una bolsa negra, que en ella se encuentra tres tipos de test de diferentes marcas. Si te preguntaras el ¿Por qué las tengo? Simplemente me estaba preparando para este momento- suelta una risita.
-Maldito- murmura el azabache, dándose la vuelta, dirigiendo su andar hacia el armario. Busca entre las ropas del pelirrojo hasta hallar la bolsa; la toma y se va directamente al baño sin siquiera mirar al de ojos azules oscuro.
En el baño se da cuenta que efectivamente habían tres tipos de pruebas; refunfuñando toma una de ellas leyendo las indicaciones detalladamente, una vez leída prosigue en realizarla. Espera los cinco minutos que se demora en aparecer los resultados, sorprendiéndose por lo que sus ojos veían en esos momentos.
-No puede ser… ¿acaso esto es una broma?- dice incrédulo. En sus manos estaba una prueba que le decía que estaba embarazado- Esta cosa debe de estar errónea, si es eso.
Nervioso, se hace otra prueba con la esperanza de que esta saliera negativa, pero cuando vio los resultados, decía lo mismo que la primera prueba. Se hace la tercera y última con el pensamiento de que la tercera es la vencida, pero de nada le serviría porque en las tres le dio positivo.
Con los nervios a flor de piel sale del baño con las tres pruebas de embarazo en la mano. Se encuentra con el pelirrojo que estaba de pie al frente de él con una sonrisa de felicidad.
-Positivo ¿cierto?
-Como…- fue lo primero que atino a decir, dejando caer al piso las pruebas
-¿Qué? ¿Acaso quieres que te recuerde como lo hicimos? Por mi esta bien el recordarte el cómo llego nuestro hijo aquí- le toca el vientre cariñosamente.
-¡Carlos!- se tapa con sus manos el rostro de lo sonrojado que estaba; oportunidad que aprovecha el mayor para abrazarle y besarle la cabeza.
-No sabes lo feliz que me encuentro es estos momentos. Amor llegaste a mi vida para iluminarla. Te amo tanto.
-Yo también- le mira a los ojos y le da un corto beso que fue intensificado por el de cabellos rojizos.
Estuvieron abrazados por un rato, hasta que el mismo pelirrojo rompe el contacto físico. El azabache aprovecha eso y se sienta en la orilla de la cama observando cada movimiento que hace su pareja.
Carlos busca en los cajones de su guarda ropa un cofre. Cuando lo encuentra saca de él un objeto; se lo guarda en el bolsillo de su pantalón y se acerca a su pequeño doncel.
-Sé que no es el mejor momento, pero no quería esperar más- le toma la mano haciendo que se levantara, le mira directamente a los zafiros- no te puedo prometer serás feliz estando a mi lado, porque no sé cómo será nuestro futuro. Sé que habrá momentos en los cuales te enojaras por mis decisiones o actitudes, pero lo sabremos solucionar juntos. Lo que si te jurare es que mi amor hacia ti será eterno, y que te cuidare a ti y a nuestra familia con mi propia vida…por eso te pregunto a ti, Demian castillo… ¿te gustaría casarte conmigo?
En todo ese rato el azabache no hacía nada más que derramar lágrimas, que cuando escucho la última frase, se lanzó a los brazos de su amor besándole todo el contorno de la cara y deteniéndose por un momento para decirle.
-Acepto amor y sé que seré feliz a tu lado- le da un largo beso que de inmediato fue correspondido.