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Jamas los perdonaremos por Mariela

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, son de shunigku nakamura.

El fic es completamente mio, 

pero NO VOY A RESPONDER PREGUNTAS SOBRE ESTO

-Mi nombre es Adriana Gollden, soy reportera estadounidense de Confesiones del más allá, y me encuentro en la casa de retiro con los señores presentes originarios de Japón, que tuvieron la desgracia de vivir una experiencia de terror en la muy conocida mansión del cementerio. Una que durante años ha estado abandonada, y se ubica en una isla a las afueras de la ciudad de Londres-Inglaterra-decía una chica de cabello negro, piel blanca y ojos azules, vestida empresarialmente

-Buenos días, mi nombre es Onodera Ritsu-saludó un anciano sentado al lado de otro más alto

-Y el mío es Takano Masamune

-¿Cuáles son sus edades actuales, señor Onodera y Takano?-pregunto Adriana

-Actualmente, 121-respondió Ritsu

-123

-Díganme, ¿cómo llegaron a esa casa?

-Bueno, llegamos ahí para escapar de la guerra, pero francamente hubiera deseado quedarme

-Gracias Onodera-sama, ¿cuáles fueron sus emociones ante la experiencia?

-Miedo-contesto Takano-Yo, en ese tiempo era un ex-militar, no era una persona que se asustara fácilmente, ni siquiera creía en fantasmas cuando llegué ahí, pero nuestra estancia en esa vieja casa realmente había sido aterradora y créanme que...una sola noche ahí, te hace creer que el infierno existe

-¿Cómo empezó todo?

-Hummm...-Ritsu relajo el cuerpo y embozó una sonrisa, como tratando de recordar, y ante la acción, Takano tomó la palabra

-Todo empezó hace 96 años...

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Caminaba lentamente por los pasillos de su nueva casa, era grande y con varias habitaciones, muchas de ellas con puertas algo viejas, y antigüedades por doquier. Realmente no le había gustado nada dejar su otra casa, pero la guerra los había orillado a eso, y no tenían otra opción. La mansión que Takano había comprado, era realmente hermosa y lo más alejada de la ciudad que pudo, lo último que quería era que ambos durmieran con miedo a que una bomba nuclear les cayera encima. Abrió y observó cada uno de los cuartos que poseía, eran muchos, pero solo dos le llamaron la atención: uno tenía juguetes y muñecas, con un decorado para niñas y el otro, tenía una cama matrimonial con dos armarios y un balcón que tenía una vista perfecta del cementerio. Se acercó a él, y observó todo el lugar, se veía algo apagado y nostálgico, aunque tal vez, se debía al mal clima de nubes de lluvia que se empeñaban en cubrir el sol-Ahhh, sí que sabes elegir lugares románticos, Masamune-pensó Ritsu, ese ambiente lo ponía muy triste ya que le recordaba a todas las personas que había perdido por culpa de la guerra. Repentinamente, un aire muy frío lo golpeo, meciendo sus cabellos y dándole un escalofrío que lo recorrió por toda su columna vertebral-¿Qué fue...-luego, sintió el miedo invadirlo como si estuviera a punto de morir, y una muy fría respiración que oía cerca de su cuello, sintiendo que alguien estaba detrás de él. Se volvió bruscamente, sin ver nada, luego volvió a sentir esa presencia en el balcón, se volteo y esta vez, logro ver a un hombre muy alto y musculoso, con cabello naranja y ojos del mismo color, vistiendo de la misma manera que él, pero el color de piel era muy pálida, como si se tratara de un muerto. Ritsu sintió miedo, se quedó en shock al verlo parado frente a él, mirándolo fríamente, parecía que en cualquier momento lo iba a atacar. Pero justo cuando lo vio avanzar dos pasos hacía él, uno voz ronca los interrumpió

-¡Ritsu! ¿Qué haces ahí? Hay cajas que desempacar-dijo Takano, acercándose a él

Al oír  la voz de su amante, el ojiesmeralda volvió en sí y se volvió a mirarlo, para luego regresar su mirada hacía el balcón, dándose cuenta que ese hombre de ojos naranjas ya no estaba

 -¿Ritsu?

-¿Lo viste?-pregunto volteando a mirarlo

-¿A quién?

-Al hombre que estaba parado ahí-señalo el balcón

-¿De qué estás hablando? No había nadie ahí cuando entré

-Pero ahí estaba, ¿cómo es posible que no lo vieras? Era alto, musculoso, tenía el cabello naranja y ojos de color castaño, además de que su piel era cadavérica

-Ok. Creó que el cambio de ambiente ya te afecto. Estoy seguro que lo imaginaste

-Pero...

 -Vamos Ritsu, olvídalo ya. Bajemos, hay que desempacar-dijo dándose la vuelta para irse

-De acuerdo-Pero estoy seguro que ahí estaba

Ambos volvieron al primer piso y comenzaron a desempacar todas sus cosas, las más íntimas las llevaron a la habitación que usarían, justamente la que tenía la cama matrimonial  y donde Ritsu había visto a ese hombre de piel cadavérica. Cuando cayó la noche, el pelinegro bajo a cocinar para cenar, dejando a su esposo solo en la habitación, quien se encargó de acomodar todo de tal manera que se pareciera a su antigua casa. Colgó los marcos con fotos de ambos, puso los libros en los estantes, acomodó la ropa en los armarios, y sus pertenencias en los cajones de las mesitas de noche, colocadas cada una en los lados de la cama-No puedo creer que llegáramos a esto, esa guerra está acabando con todo-pensó, colgando el último marco en la pared, ese era el más especial ya que tenía la foto de cuando ellos se conocieron. Respiró con cansancio y se estiró un poco, para luego dirigirse a la puerta y salir rumbo a la cocina Bajaba las escaleras, cuando escuchó la risa de una niña alegre resonar en la casa, volteó a todas partes, buscando a la dueña de la risa, más no  lograba verla. La volvió a escuchar más cerca, haciendo que se pusiera más nervioso, hasta que logró ver a una niña como de 10 años, con cabellos naranjas como los del hombre y poseía el mismo color de ojos y piel. También, vestía un lindo vestido blanco que la hacía lucir hermosa a pesar de emanar un aura tan fría. Se encontraba al pie de la escalera, mirando a la cocina

-¡Oi! ¡Espera!-la llamó, haciendo que ella volteara a mirarlo con una sonrisa-¿Quién eres tú? ¿Qué haces aquí? 

La niña no le respondió y salió corriendo a la cocina, seguida poco después por Ritsu, quien prácticamente irrumpió en el lugar

-Vaya Onodera, tú sí que tenías hambre-se burló el peli negro, al ver la manera tan estrepitosa en que el castaño había entrado

-¿Dónde está?-interrogó ignorando la burla

-¿Quién?

-La niña que entró aquí

-¿Cuál niña?

-¡Pues la del cabello naranja con vestido blanco!

-No tengo idea de lo que hablas, aquí solo estamos tú y yo, y no, no vi a ninguna niña entrar a la cocina

-¿Estás seguro?

-Sí, ¿por qué?

-Por nada-respondió bajando la cabeza-¿qué hay de cenar?

-Curry, siéntate. Te serviré-le ordenó, sirviendo los platos

-Claro

La cena pasó rápidamente para Ritsu, no dejaba de pensar en ese hombre del balcón ni en la niña del vestido blanco que había visto al pie de la escalera, por alguna razón le causaba miedo y nostalgia, y eso le intrigaba  mucho. Una vez terminando de cenar, ambos se fueron a dormir, habían tenido un largo día, y esa sería su primera noche en esa casa. Después de ese día, los días transcurrieron con rapidez. Ritsu se sentía más aterrorizado con cada minuto que pasaba en casa, la niña y ese hombre se le aparecían por doquier y aunque se lo decía un millón de veces a Takano, este no escuchaba. Parecía que solo a él lo intimidaban, rompiendo espejos, encerrándolo en alguna habitación, provocándole pesadillas, e incluso, intentaban acabar con su vida. Escuchaba las risas de la niña resonar en toda la mansión, para luego verla parada frente a él con una mirada alegre y angelical, mientras ella le preguntaba-¿Quieres jugar conmigo?-dejándolo en una encrucijada. Cuando decía que sí lo llevaba a su habitación, lo encerraba y todos los juguetes se movían por si solos, además de que los muebles siempre lo atacaban de alguna forma, y cuando se negaba, esta niña se enfurecía y lo lanzaba contra la pared, para luego soltar un agudo grito que le lastimaba los oídos. Con el hombre era otro cuento. Cuando él se le aparecía, era para atacarlo, ya fuera con su propio cuerpo o con armas del lugar donde lo hiciera. En la cocina, los cuchillos lo atacaban por sí solos, en el baño lo encerraba y el agua comenzaba a  subir al grado de casi ahogarlo. Había veces en las que repentinamente tosía sangre, mientras alucinaba con que se le hacían los órganos u otras en las que su cuerpo sangraba sin heridas o razón lógica. Sin embargo, llegó una noche en la que todo cambio. Parecía una noche como cualquier otra, las horas transcurrieron con rapidez, podía sentirse un ambiente frio, pero tranquilo hasta el momento, los aires fuertes del campo azotaban los árboles, meciendo sus hojas y ramas, causando pequeños crujidos al estar algo viejos, la luna brillaba  con intensidad, mientras poco a poco era cubierta por la nubes de tormenta, y una intempestiva neblina descendía de ellas, cubriendo todo el pantano, el cementerio y la casa. La marea comenzó a subir, cubriendo varios caminos, lo que hacía imposible que cualquiera pudiera salir de la isla donde estaba ubicada la mansión. El silencio se apodero del lugar, apenas resonaban las manecillas del reloj que caminaba lentamente  al igual que la luna en el firmamento, los dueños de la casa dormían plácidamente, sin saber lo que les esperaba. Y con el toque de media noche, todos los relojes se pararon, el viento se hizo más frio, y todo en la casa pareció cobrar vida. Los juguetes de la habitación infantil comenzaron a moverse solos, como si alguien jugara con ellos, las cajas de música antiguas se abrieron y desataron su melodía en toda la mansión, rompiendo todo silencio existente. En la habitación de Takano y Ritsu, el peli azabache se removía inquieto, las melodías retumbaban en sus oídos tan fuertes, más de lo que era, obligándolo a abrir los ojos

 Parpadeo un poco y se sentó al borde de la cama, con los pies desnudos en el frio suelo

 -¿Qué demonios sucede?-exclamo irritado por tan imprudente escandalo a tales horas de la noche

Se levantó, camino fuera de la habitación y cerro la puerta para evitar  que el frio se metiera y enfermara a su amante. Miro a su alrededor, todo estaba completamente oscuro, se escuchaban ruidos por doquier pero parecían provenir más de una recamara al final del pasillo, la cual tenía las luces encendidas. Desconcertado, se dirigió hacia ellos, no sin antes sacar su pistola, la cargo y apunto hacia delante. Camino despacio sin hacer mucho ruido. No había nadie más en la casa, excepto  ellos dos, por lo que creía que alguien se había metido a robar o algo peor, muy a pesar de saber que era totalmente imposible considerando su ubicación geográfica. Se paró en el umbral y observo la habitación, apuntando a todos lados, no parecía haber alguien ahí, pero siendo un ex militar, no se confiaría, avanzo dos pasos hacia dentro, cuando de pronto, la puerta se cerró azotándose, haciéndolo reaccionar. Corrió a tomar la perilla, jalándola brutalmente para abrirla, pero sus intentos eran en vano

-¡¿Qué demonios?!...¡OIGAN! ¡DEJENME SALIR MALDITOS! ¡ABRAN!-gritaba golpeando la puerta

Tan concentrado estaba en salir, que no se dio cuenta cuando un hombre alto, casi de su estatura, con cabello negro, piel cadavérica y ojos azul grisáceo, apareció detrás de él. Vestía  con un traje de esos de Inglaterra que estaban a la moda en ese entonces, y miraba a Takano fríamente, quien seguía sin notar su presencia

Ritsu-

Se encontraba dando vueltas en la cama, apretando los ojos y sudando, por laguna razón  no podía conciliar el sueño. De pronto, despertó abruptamente y sentándose en el colchón mullido, su respiración era agitada, el sudor cubría todo su cuerpo y su rostro, se tallo los ojos y miro a su alrededor, dándose cuenta que se encontraba solo

-¿Masamune?

Diablos, ¿A dónde se fue?-pensó. Había tenido una pesadilla sobre todos los que perdió en esta cruel guerra que se libraba, pero estaba seguro que no era solo eso lo que le impedía dormir, había creído que Takano intentaba poseerlo mientras dormía, ya lo había hecho antes, pero dado que no estaba ahí, esa opción quedaba descartada. Entonces, ¿Qué había sido aquel calor tan fuerte que le impedía dormir? ¿Aquel que ardía como el fuego mismo? Sentía como si se estuviera quemando en una hoguera, aunque creyó que solo era su imaginación, despertar tan agitado y sudando, no daba crédito  a esta hipótesis-Quizás, es solo que la noche está caliente- por desgracia, eso no podía ser. La noche estaba más fría que el crudo invierno, y lo sabía ahora que el viento empezaba a recorrerlo completamente. Intento llegar a una conclusión lógica, cuando sintió un escalofrió en su piel, de pronto, sentía que era observado, se volvió hacia la puerta, la cual empezó a  abrirse lentamente, rechinando en el proceso. Ritsu se asustó al ver que se había abierto sola, y sintió más terror cuando se escucharon susurros por doquier, salto de la cama e  intento salir corriendo de la habitación, pero antes de llegar a la puerta, se detuvo en seco y vio con terror al hombre de cabello naranja parado en el umbral, sin embargo, esta vez lloraba sangre y su expresión era de un profundo dolor y a la vez, un odio indescriptible. Este hombre avanzo dos pasos hacia él, quien retrocedió al instante, chocando con un mueble  detrás de él

-¿Qui-Qui-¿Quién…e-es u-uste-ted?-pregunto tartamudeando del miedo, ya lo había visto muchas veces, pero solo en ese momento se atrevió a preguntar su nombre

El hombre lo miro fijamente durante un largo rato, hasta que finalmente movió los labios para hablar…o eso creyó Ritsu, ya que muy al contrario, el hombre solto un desgarrador grito, parecido al de un animal feroz al borde de la muerte, y toda la habitación se incendió en llamas, al igual que el cuerpo del menor, quien comenzó a correr por todos lados, tratando desesperadamente de apagarse, sin tener éxito alguno

-Jamás los perdonaremos-dijo el hombre, aumentando las llamas

Takano-

-¡MALDITA SEA! ¡ABRANME!-pateo con más fuerza-¡RITSU! ¡RITSU!...¡RIT…-se detuvo al sentir un escalofrió recorrer todo su cuerpo

De pronto, sintió que era observado por alguien, se volvió hacia atrás apuntando con su arma, mas no había nadie, recorrió todo el cuarto, preparado para disparar y cuando abrió el armario para verificar que estaba vacío, volvió a sentir que había alguien detrás de él. Se volteo   hacia atrás rápidamente, encontrándose con el hombre de cabello negro y ojos azul grisáceo, quien lo miraba fríamente, sin intimidarse ante el arma que le apuntaba

-¡¿Quién eres tú? ¿Qué haces aquí? ¡Contéstame!- pregunto Takano-Oiii-pero el hombre no le respondió-Tsk. Bien, te lo buscaste-dicho esto, le disparo hasta vaciar su arma sin importarle agujerar la puerta-¡¿Qué diablos?!

El peli azabache abrió los ojos como platos, sintiendo como su cuerpo se paralizaba, al ver que después de tantos disparos, aquel hombre seguía de pie como si nada hubiera pasado

-¿Qué-¿Qué…

El hombre empezó a llorar lágrimas de sangre, todo se incendió en llamas y dijo

-Jamás los perdonaremos

Y con esto, solto un grito desgarrador como el de un monstro, Takano estaba en shock y el terror lo dominaba, de pronto sintió que una cuerda ataba su cuello y lo jalaba hacia arriba, ahorcándolo lentamente. Intento quitarse esa soga, pero por más que buscaba, en su cuello no había nada que sostener.  El aire empezó a faltarse, el calor lo asfixiaba, se retorcía tratando de soltarse, pero sus intentos eran en vano. Sus ojos se desorbitaron mientras todo se hacía cada vez más borroso, lo único que podía ver era a aquel hombre que lo veía con tanto odio. Este se acercó a él con un cuchillo en la mano, el cual alzo dispuesto a terminar con su sufrimiento de manera indolora

-aaakkk…tskcrak

-Siente lo que yo sentí…ve lo que yo vi….muere como yo morí

-aaak…rak

Dicho esto, alzo su puño con ira y lo dirigió a Takano, quien inmediatamente cerro los ojos y espero el golpe final

De pronto, se despertó tirado a mitad del pasillo, respiraba dificultosamente y sudaba frio, tenía su arma aun en la mano. La reviso rápidamente, dándose cuenta que no tenía ninguna bala, por lo que entonces…

-Todo fue real-susurro con el corazón latiéndole a mil por hora, y el miedo erizándole la piel, en eso, recordó a cierto castaño que había dejado solo en su habitación. Se levantó y salió corriendo de regreso al cuarto, con un solo pensamiento en su mente-Ritsu…

Ritsu-

El menor podía sentir como el fuego le quemaba su piel, la temperatura estaba insoportable, trataba con desesperación  apagar su cuerpo, pero nada funcionaba. Rebusco en los cajones hasta que encontró una pistola con balas, la tomo y apunto hacia el hombre, deduciendo que si lo mataba, el fuego desaparecería. Disparo hasta vaciar el arma, y con la última bala el hombre desapareció, al igual que el fuego. Ritsu se dejó caer al suelo de rodillas, le costaba respirar mientras seguía viendo el lugar donde había desparecido aquel castaño de piel pálida

-Ah, ah, ah

-¿Quieres jugar conmigo?-se sobresaltó al escuchar una voz fría a su lado, se volvió encontrándose con una niña, la misma que siempre veía correr por la casa

-¿Eh?

-¿Quieres jugar conmigo?

-Etto..-la miro fijamente-¿Cómo te llamas?

-¿Y tú?

 -Onodera Ritsu

-¿Quieres jugar conmigo?

-Pero, primera di tu nombre

-Hiyori…-contesto entusiasmada-Kirishima Hiyori, ¿quieres jugar conmigo?

-A…

-¡Ritsu!-fue interrumpido por el grito de Takano quien golpeaba la puerta tratando de abrirla-¡Ritsu! ¡Ritsu! ¡Abre la puerta! ¡Ábreme Ritsu!

 -Lo siento Hiyori-respondió levantándose del suelo-Pero no puedo jugar contigo-camino hacia la puerta y tomo la perilla dispuesto a abrirla

-Vas a morir

-¿Eh?-volteo a verla desconcertado, dándose cuenta que su mirada alegre había desaparecido y ahora lo miraba con frialdad y desprecio-Hiyori…

-Jamás los perdonaremos….jamás….jamás…¡JAMÁS!-grito desgarradoramente como si el rugido de un monstro, todo se oscureció y unas manos quemadas tomaron a Ritsu por atrás, sosteniéndolo e inmovilizando su cuerpo-¡JAMÁS LOS PERDONAREMOS!

-¡AAAAAAAAHHHHHHHH!

-¡RITSU! ¡RITSU, ABRE LA PUERTA! ¡RITSU!

 -AAAAAHHHH

De pronto, cuchillos empezaron a enterrarse en el cuerpo del menor, quien se removía con extremo dolor, sentía todo muy real, el corazón se le aceleraba, el miedo y el dolor lo consumían totalmente. Lagrimas rodaron por sus mejillas, mientras una mano cubría su boca, callando sus gritos. Cada vez escuchaba más lejos los gritos de Takano, quien lo llamaba con desesperación. Pedazos de piel se le eran arrancados con salvajismo, la sangre chorreaba y salpicaba el suelo oscuro, el sufrimiento no paraba, ya no podía soportar el dolor, con horror vio como esa niña antes angelical y ahora con el rostro manchado con lágrimas de sangre y con una mirada diabólica, se le acercaba con un cuchillo en la mano

 -¡mngnn!...nnnmnmugh

-Jamás los perdonaremos-susurro apenas audible, mientras alzaba el cuchillo a la altura del pecho de Ritsu, justo donde estaba el corazón

-¡NMM!-intento gritar, pero la mano se lo impedían removía su cabeza rogándole que no lo hiciera, mientras soltaba masa lágrimas de dolor y miedo-…nghnmm

-Jamás los perdonaremos-volvió a decir, y el hombre de cabello negro con ojos azules, y el de cabello naranja con ojos del mismo color, aparecieron detrás de ella, pronunciando las mimas palabras

-Jamás los perdonaremos

-Jamás los perdonaremos

-mnghnn…¡mnng!-se removió con más fuerza

-¡JAMÁS LOS PERDONAREMOS!-gritaron los tres con rabia y dolor, y así, el cuchillo se clavó en el pecho de Ritsu y el fuego consumió su cuerpo

El menor vio por última vez a los tres involucrados que lloraban sangre, para luego caer en la inconciencia, mientras  su cuerpo se quemaba lentamente. En ese momento, Ritsu supo que era el fin…

-¡Ritsu! ¡Ritsu!

-¿Eh?...¿Masamune?-pregunto abriendo los ojos lentamente, estaba desorientado, pero luego recordó lo que había sucedido y se sobresaltó, buscando alrededor a sus atacantes-¿Dónde están? ¿Dónde están Masamune?

-¿Quiénes?

-Los dos hombres y la niña

-Aquí solo estamos tú y yo

-¡No! ¡Aquí estaban! Lo juro

-Ritsu

-¡No!...no estoy loco, sé que están aquí-dijo rompiendo a llorar

-Ritsu-se acercó a él y lo abrazo amorosamente, hundiendo su cabeza en su pecho

-Sé que están aquí…lo se

 -Te creo…te creo Ritsu, te creo

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-...jamás había sentido tanto miedo, como el que sentí aquella vez, de verdad creía que iba a morir-decía el anciano con la mirada fija en el suelo

-Ni yo tampoco-habló Takano-Juro que esa noche, de verdad, tuve mucho miedo. Esa noche, creí por primera vez en mi vida, que los fantasmas era reales y que estos si venían del infierno

-¿Qué paso después?-pregunto la estadounidense

-Lo que paso después, señorita Adriana, es que conocimos el infierno

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....desde ese día, todo fue un tormento. Esas personas se aparecían por doquier, ya fuera de día o de noche, siempre rondaban la casa, pero era cuando todo estaba oscuro cuando atacaban. Era, en cierto modo, una rutina. Vera, todas las noches, la marea subía de nivel hasta bloquear todos los caminos, a la media noche en punto, todos los relojes se paraban, el viento se hacía más fuerte y frío, los juguetes de la habitación de la niña comenzaban a moverse solos, y las cajas de música desataban sus melodías que resonaban en toda la mansión, y ellos, siempre ahí, siempre tratando de matarnos. Incendiaban la casa, lanzaban cuchillos, la inundaban, nos ahorcaban, rompían vidrios, tiraban muebles, de todo hacían, hasta disparar armas mientras dormíamos. Nos dimos cuenta que los dos hombres mayores, de los cuales aún no sabíamos sus nombres, solo aparecían después de que la niña fuera vista por alguno de nosotros dos, por lo que en cierta forma, era una advertencia. Pero los ataques siempre eran más dirigidos hacía Ritsu que a mí, yo solo...siempre estaba en el momento y lugar equivocado. Fue esto lo que nos llevó a investigarlos, usando de base el nombre de la niña y el parecido que tenía con uno de ellos. Descubrimos que el hombre de cabello y ojos del mismo color, era el padre de Hiyori, su nombre era Kirishima Zen, y el otro, el de ojos azules, se llamaba Yokozawa Takafumi, y que ambos eran amantes, pero a pesar de eso, su hija los aceptaba, y eran felices como...algo así como una familia. Sin embargo, ellos tambiénestuvieron en el lugary momento equivocado, pues cuando isla era habitada por un pueblo, los militares de Alemania arribaron ahí, fue cuando Adolf Hitler cazaba a los homosexuales, y ellos no fueron una excepción. Leímos en las investigaciones y periódicos, que el pueble los aborrecía tanto que muchas veces intento entregarlos, pero no lo hacían al pensar en la niña, así que los dejarán por su cuenta, les daba igual si los atrapaban o no, ni les importaba lo que les hicieran. Sin embargo, hubo una mujer que los odiaba , asqueaba y detestaba tanto, que no solo llevó a Hitler a su casa, también se encargó de ayudar a los militar a castigarlos, los encadenaron y encerraron en prisión hasta que murieron todo junto a su hija...o eso fue lo que creímos, lo que les hicieron a todos, pero los del pueblo, los soldados y esa mujer sabían la verdad, el castigó fue más cruel de lo que pensábamos, sin embargo, no lo supimos hasta que decidimos contactarnos con ellos, llevando una ouja y a alguien experta en eso. Nos costó mucho encontrarla, pedí  favores que nunca pensé usar, pero valió la pena, ya que finalmente, dimos con su paradero. Encontramos a la mujer que los entregó, y inesperadamente, descubrimos que se trataba de Onodera Mei, la bisabuela de Ritsu, quién pasaba sus días arrepintiéndose de sus actos, así que la llevamos pensando que con ella calmaríamos su ira. Pero que no sabíamos era terrible infierno que desataríamos esa noche...

-Abuela, ¿esta lista?-pregunto el castaño

-Claro que lo estoy. Es hora de que pague el precio de mi maldad-contesto la anciana en silla de ruedas

-Abuela...

-Tranquilo mi niño, tarde o temprano esto iba a pasar. Siempre supe que ellos se vengarían de mí, pero no deseaba que mi familia pagara el precio

-¿Por qué lo hiciste abuela?

-Porque envidiaba lo que ellos tenían, una familia y felicidad a pesar de todo

-¿Qué crees que pase?

-Lo que debió pasar hace mucho. No te preocupes, no dejare que lastimen, cueste lo que me cueste

-Pero...

-Disculpen-los interrumpió Takano llegando con ellos-Onodera-san, ya todolisto, ¿vamos?

-Sí, vamos. Ricchan, llévame por favor

-Claro abuela

Ritsu tomó la silla de ruedas de su abuela y la empujó hacía la habitación donde se llevaría a cabo todo, detrás caminaba Takano mirando el reloj, ya casi era hora. Entraron a un pequeño cuarto totalmente oscuro, con una mesa en cuyo centro se encontraba una vela que apenas los iluminaban, y la ouja lista para ser usada. Había tres sillas, en las cuales se sentaron Takano y Ritsu, mientras la anciana se colocó en un extremo de la mesa, justo donde estaba la ouja, dejando libre la última silla. Los tres colocaron sus manos sobre el ojo que se usaba para señalar las letras, respiraron hondo y con el toque de la media noche, justo cuando el reloj se paró, la anciana empezó el ritual

-Amigos unidos para invocar, espíritus prestos a escuchar-recitó y al instante, la silla sobrante fue despegada de la mesa, como si alguien se fuera a sentar, haciendo que los amantes se asustarán -Abuela

-Si hay alguna presencia aquí, ¡Manifiéstate!-casi grito la anciana

Pasó un rato, en el que el silencio era penetrante, el frío se hizo más fuerte y todo alrededor se oscureció, hasta que el ojo de la ouja comenzó a moverse por sí solo, haciendo que los tres despegaran su mano, mientras esta señalaba las palabras

-Aquí...estamos-leyó Takano

-¿Qué quieren?-pregunto la anciana, y el ojo volvió a moverse-Queremos...venganza-al leer esto, se paralizo completamente, haciendo un esfuerzo por hablar-¿Co-contra mí-mi?

No

-¿Entonces?-habló Ritsu con un mal presentimiento

Contra...ti

Y apenas terminaron de señalar el mensaje, cuando fue lanzado violentamente contra la pared. Takano quiso ayudar pero alguien lo lanzó hacía la pared contraria, mientras lo golpeaba, y unas manos quemadas empezaron a sujetarlo, cubriendo también su boca para que no gratara. La anciana Mei grito suplicando que no los lastimaran, sentía impotencia al estar pegada a una silla sin poder ayudarlos. Ritsu fue sujetado fuertemente por los mismos brazos quemados que emergían por doquier, la vela se apagó, yde pronto, justo delante sus ojos aparecieron Kirishima, Yokozawa y Hiyori, quienes lloraban sangre y los miraban con un odio tan profundo, al igual que un sentimiento de dolor que impulsaba su venganza

-Por favor...por favor no...Se los suplicó-imploró la anciana llorando aún más

Los tres no se inmutaron en lo más mínimo, incendiaron el cuarto y encadenaron a Ritsu y Takano con cadenas ardientes, llegando a una temperatura ideal para fundir hierro. Los dos empezaron a retorcerse de dolor, soltando lágrimas al ya no soportar el sufrir, ¿por qué no los mataban de una vez? Estaban haciendo su muerte más lenta y dolorosa, preferían morir ya, que seguir sufrimiento. La anciana ya no podía con tanta impotencia, que intento pararse de la silla, pero como es obvio, se cayó azotando en el suelo. De repente, por los ojos de Ritsu y Takano se reprodujeron escenas  tan dolorosas de la muerte de sus atacantes

-Vean lo que nosotros vimos...-empezaron a recitar-sientan lo que sentimos, y mueran como nosotros morimos

-¡NMMN!

-¡NGHMN!

Flash Black

Los soldados entraron rompiendo la puerta e inmediatamente invadieron toda la mansión, revisando hasta el más mínimo detalle. Rompieron todo a su paso, derribaron puertas, e irrumpieron a todas las habitaciones, hasta que por fin dieron con ellos, quienes se encontraban escondidos en el sótano. Los golpearon y arrastraron fuera de la mansión, ni siquiera a la niña le tuvieron piedad, la sacaron como si fuera un animal peligroso que debía ser tratado con rudeza. Los tres suplicaban piedad entre lágrimas, mientras eran atados de pies y manos, y sus ojos eran vendados, nadie los ayudaba, solo escuchaba los insultos, las ofensas y las humillaciones de los soldados, mientras los azotaban y golpeaban, hasta que ninguno tuvo fuerzas ya para siquiera arrodillarse, se encontraban tirados en el suelo con  sangre en todo su cuerpo y llorando amargamente. Los mayores imploraban piedad y una  salvación para su hija, alegando que ellos les hicieran lo que quisieran, pero que su pequeña se salvara, másla única respuesta que consiguieron fue las carcajadas de mujer que se burlaba de ellos y no paraba de ofenderlos, diciéndoles cuan repulsivos les parecían. Los azotes siguieron hasta dejarlos semiconscientes, y Hiyori a punto de morir

-¿Qué hacemos con ellos, señor?-pregunto un soldado al general Hitler

-Quemen vivos a la niña y al padre biológico, y al otro, sáquenle los órganos-dijo, para luego darse la vuelta y marcharse junto a un escuadrón de militares

-Ya escucharon al general, ¡Quémenlos vivos!-exclamó la señora Mei

Inmediatamente los soldados ataron juntos a Hiyori y a Zen, juntando sus espaldas, los llenaron de combustible, y antes de incendiarlos, les destaparon los ojos para que vieran la muerte de Yokozawa, quien se encontraba en el suelo, a distancia algo corta entre ellos

-Takafumi...-susurró con dolor, sabía que ese sería su fin

-Zen...-respondió el otro

-Espero que disfrute la vista Kirishima-san jejeje-dijo un soldado, bajando a la altura del ojiazul con unas pinzas en la mano, las cuales empezó a acercar a los ojos de Yokozawa

-¡No! ¡No se atreva! ¡Takafumi! -grito Zen con desesperación, sabía lo que ese hombre quería hacer-...no lo haga por favor, piedad...-suplicó aumentando el llanto

-Jajajajaja-el soldado no lo escuchó y arrancó sin ninguna consideración los ojos del peli azabache

-¡AAAAAAAAAAHHHHHHHHHH!

-¡TAKAFUMI!

-Papa, Oni-chan...¿qué pasa?-pregunto Hiyori al escuchar tales gritos de dolor

-Jajajajajajaja

Las risas continuaron al igual que los gritos, el soldado abrió el abdomen de Yokozawa y empezó a sacar sus órganos, liberando sangre a chorros que manchaba el pasto verde, el ojiazul no hacía más que retorcerse y gritar a pulso, del dolor que sentía. ¡Diablos! Dolía peor que si te desgarraron por dentro, Zen no dejaba de llorar y removerse en las cuerdas, la impotencia lo carcomían, era más doloroso que los golpes que le daban por intentar librarse. Gritaba con desesperación, tratando de llegar a él, pero esos malditos monstros no se lo permitían. Fue hasta que Takafumi dejo de gritar y removerse, hasta que lo único que se escuchó fueron susurros, cuando por fin decidieron acabar con su sufrimiento, le arrojaron combustible y le prendieron fuego, al igual que a Kirishima y a Hiyori. El castaño miro por última a su amor, y susurró

-Te Amo Takafumi

-Y yo a ti, Zen-respondió el otro, apenas audible, para luego ser consumidos por el fuego, dando fin a sus vidas, más nunca a su amor...

Fin del Flash Black

En cuanto las imágenesterminaron, Takano y Ritsu regresaron a la realidad, viendo como el fuego les carcomía la piel sin piedad alguna. Ahora lo comprendían todo, ellos solo querían vengarse y lo hicieron...empezaron con el pueblo y ahora lo harían con la mujer que los destruyó, ante sus ojos, Onodera Mei tenía la culpa, pues ¿qué mal habían hecho para merecer tal muerte? ¿Acaso era malo amarse? No, entonces ¿dónde estaba lo monstruoso? ¿En qué eran hombres? La respuesta de la podrida sociedad era sí. Y ellos solo querían vengar su muerte. Querían justicia y no pararían hasta conseguirla

-Jamás los perdonaremos-dijeron de manera maligna, mientras se acercaban a Ritsu

-¡No!...-grito su abuela-¡Déjenlo! ¿Qué le van a hacer? ¡No!

Takano se removió con fuerza en sus cadenas, a pesar de saber que solo lastimaba  su cuerpo, pero eso no le importaba, solo quería salvar a su pareja, no podrían vivir sin él. Mientras la anciana, se arrastró hasta los pies de Kirishima y lo miró con suplica

-...no, por favor...-él solo la ignoro y al igual que Yokozawa y Hiyori, empezó a acercar lentamente su mano al cuerpo del menor, quien se removía con miedo y lágrimas en los ojos

-¿Quieres probar la muerte?-preguntaron al unisonido!-Te hundirás en lo más profundo del infierno

-¡MNN!

-...nghnnnmm

-¡NOOOOOOO!-grito nuevamente la abuela, captando la atención de los tres-¡NO LO LASTIMEN! ¡LLEVENME A MÍ! FUI YO QUIEN LOS ENTREGÓ, FUI YO QUIEN LOS ASESINO, ¡LLEVENME A MI, MALDITOS HOMOSEXUALES!

Estas palabras enfurecieron a Kirishima y a su familia. Los tres se lanzaron sobre la abuela, y el piso se hizo un agujero oscuro por el cual la arrastraban a la oscuridad. Takano y Ritsu pelearon para liberarse y salvarla, pero fue demasiado tarde, la anciana se hundió en la oscuridad, y con eso, todo desapareció. Ambos fueron liberados y corrieron a abrazarse con todo el amor que tenían, lágrimas caían de sus ojos, mientras se consolaban mutuamente, ninguno quería hablar, tan solo llenarse de amor, esperando jamás volver a vivir algo así.

Al amanecer, recogieron todas sus cosas, las subieron su auto y se marcharon de ahí, pero antes de que subiera junto a su amante, Ritsu le dirigió una última mirada a la mansión, y en la ventana  del último piso, se encontraban Yokozawa, Kirishima y Hiyori mirándolos con frialdad, como diciéndoles"Jamás vuelvan" el menor solo los ignoro y subió al auto, el cual arrancó lejos de ahí, la pesadilla había terminado...al menos, para ellos dos

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-¿Y por qué no se habían ido antes?-pregunto Adriana

-Porque la casa, literalmente no nos dejaba ir-respondió Takano

-Cerraba las puertas y ventanas o bloqueaba los caminos, cualquier cosa que nos impidiera irnos-completó Ritsu

-De acuerdo. Y ¿creen que aún sigan allí?

-Sí-contestaron al unisonido

-¿Por qué? Si ya tienen a la culpable

-Porque...-intentó hablar Takano, pero el menor lo interrumpió

-Porque esa es su casa, ahí es donde quieren estar y mientras sean felices, les harán lo mismo a cualquiera que desee invadirla

-¿Tienen algún comentario final para los que lean esta noticia?

-No. Solo que no le deseamos esta experiencia a nadie, y quien la viva, le deseamos lo mejor para salir bien de ahí. Porque ellos no se detendrán, estamos seguros y la prueba está en que pese a todos los años que han pasado, esa casa, esa isla, esas almas, aún siguen en pie con toda su fuerza. Ellos...pelearan por la felicidad que se les fue arrebatada

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EXTRA-

Mientras tanto, en la mansión, Hiyori jugaba felizmente en el jardín, paseándose entre las tumbas de los muertos, mientras era observado por sus padres, quienes se encontraban sentados en una banca cerca de ahí. Claro, el mayor hacía de las suyas, aprisionando a su amante en un amoroso abrazo, con el cual lo acostó en la banca y se posiciono sobre él

-¡Quítate de encima maldito viejo pervertido!-grito sonrojado y tratando de apartarlo

-Are, Takafumi. Qué lindo te ves todo sonrojado, jejeje

-¡Cállate!

-Vamos, ¿esa es forma de tratar a tu adorado amante?-hizo un puchero

-Sí, cuando es maldito pervertido

-Ehhh, que malo. Eres una esposa tan cruel-dijo acercándose a sus labios

-¡¿A quién llamas esposa?! Eres un-mmmn

Antes de que pudiera replicar, sus labios fueron capturados por el castaño, quien introdujo su lengua dentro de su cavidad, explorando cada rincón de ella. El menor se sonrojó con locura, sintiendo su corazón acelerarse ante el contacto con el mayor. Poco a poco fue correspondiendo al beso, rodeando el cuello de su amante con sus brazos, mientras él rodaba su cintura y presionaba su rodilla contra su ingle. Sus cuerpos fríosempezaron a calentarse al estar tan pegados al otro. Kirishima se separó para luego comenzar a saborear su cuello, haciéndolo suspirar de placer, pero justo cuando iba a soltar su camisa, ambos fueron iluminados por las luces de un auto que se estaciono en la entrada de la mansión, del cual bajo una familia que por su apariencia, era de dinero

-Tsk-gruño el mayor apartándose de Yokozawa, quien seguía con las mejillas rojas-¡Maldición!

-¡Papá! ¡Oni-chan!-los llamó Hiyori llegando con ellos

-¿Qué pasa Hiyo?-le preguntó el pelinegro

-¿Ya vierón? Llegaron nuevos compradores

-Sí, ya los vimos hija-contesto Yokozawa levantándose de su lugar, al igual que Kirishima-Estos no parecen tan pacientes

-Mejor-habló el ojinaranja con molestia, habían llegado en el peor momento al interrumpir su intimidad-Así será más fácil deshacernos de ellos

-Vaya, con estos ya son 6 los de este mes

-Cada mes vienen más Oni-chan-dijo Hiyori desanimada

-No importa cuántos vengan, no importa cuántos años pasen, jamás nos iremos de aquí. Jamás

Y así, los tres miraron hacía el cielo, mientras una paloma blanca salía de entre los árboles y alzaba vuelo rumbo a su destino. La sociedad ya les había arrebatado la felicidad una vez, no dejarían que se las quitaran de nuevo, no importaba cuantos llegaran a la casa, ni cuantos años pasaran, jamás se irían de ahí, y se encargarían de deshacerse de cualquiera que invadiera su hogar. Sin importar de quien se tratara, pues jamás perdonarían al mundo que se empeñó en separarlos, ni a la podrida gente racista que los aborreció y humillo de la peor manera, pues ellos...

-Jamás los perdonaremos

 

Fin

Notas finales:

¡NO SE RESPONDERA A NINGUNA PREGUNTA!

En cambio, los reviews si seran respondidos


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