Capítulo 21: Confesiones de todo tipo.
-¡¿Me puedes explicar de qué se trata todo esto?! –Solo Dios sabía cuánto detestaba esa situación.
Apenas habían pasado unos tres dias desde su reunión con Maximiliano, pero los rumores se esparcían cual peste, especialmente, si el protagonista de dicho rumor, era el exitosísimo Christopher Owen, aunque en este caso, no dudaba que fuese el propio Max, quien echara a correr todo, a final de cuentas, la presencia de Chris en el movimiento, era muy favorecedora.
-¿Me estas escuchando siquiera? –
-Lo hago, lo hago. –Suspiro abatido, masajeando su tenso cuello. La noche anterior había sido bastante mala, su pequeño retoño había decidido hacerse notar, y Castiel vomito hasta entrada la madrugada, razón por la que ahora estaba cansado como el infierno. Tener a su adorada hermana, chillándole en el oído, no mejoraba la situación.
-Dijiste que no ibas a exponerlo. –Recrimino la mayor. Arrastrando una silla, y tomando asiento frente a su hermano, solo para escrutarle directamente con sus ojos de intenso verde esmeralda.
-No quiero exponerlo, créeme que esto también me da miedo, no quiero que nadie dañe a Castiel, no quiero que hablen mal de él, no quiero que le lastimen. Si fuera por mí, metería a toda mi familia dentro de una burbuja, y procuraría que nunca sufran de nada en esta vida. –Suspiro. –Pero no puedo. –
-Me alegra que lo hayas asumido. –Hablo la mayor un poco más calmada. –Sé que lo amas, todos en esta familia le adoramos, pero Castiel necesita su libertad. Él te quiere mucho, y no desea causarte preocupaciones, por eso se reprime bastante, pero todos sabemos, que si no fuera por Daniel, Theo, y Giulian, que le hacen compañía, hace tiempo se hubiera vuelto loco en esa casa. –
-Lo sé. –Suspiro.
El silencio se hizo, durante una pequeña fracción de minuto, que ambos hermanos aprovecharon para ordenar sus propios pensamientos. Chris sabía perfectamente lo que venía ahora, y tenía el discurso listo para responder a Clarissa.
-Cuando yo quise meter a Castiel en el mundo textil, me enviaste al demonio. A mí, que soy tu hermana, y que sabes que protegería a Castiel con mi vida, de ser necesario. Ahora se lo entregas a Maximiliano, de quien juraste alejarlo todo lo posible, los dos conocemos el historial de Max, comprendí tus razones en ese tiempo, pero ahora no te entiendo. ¿Qué pretendes conseguir? ¿Qué te hizo cambiar de opinión? –Consulto la mayor medio acongojada.
Chris levanto su vista, solo pasa encontrarse con los intensos ojos verdes de su hermana. Llevaba poco maquillaje esa mañana, y a Chris le encantaba eso, su hermana era tan hermosa, que solo se hacía un daño al cubrir su rostro con tanto maquillaje. Vestía también, más simple que nunca, una camiseta blanca, que se ceñía maravillosamente a su escultural silueta, vaqueros azules, y unos zapatos bajos, que él mismo le había regalado la navidad pasada. Chris adoraba a su hermana, y para él, Clarissa se podía ver bien hasta con un saco roído encima. Pero ese no es el tema, el tema es su hermana, una mujer pretenciosa, como pocas, y que nunca abandona su habitación sin el look perfecto. Esa no era una casualidad, Clarissa probablemente se había enterado de todo hace poco, y corrió a su oficina para enfrentarle tan pronto como le fuera posible, muestra tangible de cuanto le importaba Castiel.
Se vio a sí mismo, resignado a contarle la verdad. No podía huir de esos ojos esmeraldas, tampoco era capaz de inventar una excusa, o bajarle el perfil. Sin contar que llevaba cargando ese peso desde hace unos dias, y aunque lo negara, ansiaba hablar con su familia, recibir apoyo, un consejo, algo que le guiara en todo lo que estaba a punto de hacer.
-Les dijimos a todos que el embarazo estaba perfecto. –Soltó en un suspiro, que su hermana no le permitió terminar.
-¡¿Y no lo está?! ¡¿Ha pasado algo con Castiel?! ¡Por el amor de Dios Christopher, dime que él bebé está bien! –Interrumpió alterada, la mayor.
-No te asustes, el bebé esta fantástico, muy saludable, y sobre todo muy grande. –
-¿Qué quieres decir con eso? –
-Cuando fuimos al control, esperábamos que Castiel tuviese poco más de un mes. Nos sorprendimos mucho cuando Robert dijo que ya estaba por los cuatro meses. Nos dijo que a los donceles no les iba muy bien con los anticonceptivos. El que Castiel consumía, definitivamente fallo, pero no solo eso, también produjo cierto desbalance hormonal, y es por eso que, hasta el momento, Castiel no había perdido su periodo. Pero no te preocupes, aun así, todo está bien, y no hay ningún problema con el embarazo. – Aseguro Christopher.
-Entonces, ¿Qué salió mal? –Insistió, aun preocupada. Chris aun no aseguraba nada sobre aquello, pero ella podía verlo, en la mirada de su hermano había preocupación y angustia. Christopher suspiro.
-Nuestro hijo ya estaba lo suficientemente grande, así que Robert nos ofreció ver de inmediato el sexo. No pudimos resistirnos, y resulto que vamos a tener a otro pequeño doncel en la familia. –Anuncio. La sonrisa en el rostro de su hermana, no pudo ser más hermosa y animadora, precisamente por eso, le había costado tanto terminar la frase. –Pero Castiel, rechazo a nuestro bebé. –
-¿Qué? –Clarissa estaba de una pieza. Parecía no haber comprendido, y esperaba que Chris corrigiera tal aberrante afirmación. –Castiel nunca rechazaría a su propio hijo. –Ese no era Castiel, estaba segura de que no hablaban de la misma persona.
-Lo hizo. –confeso derrotado. –No le he hablado de esto a nadie, Castiel tampoco lo ha contado, me dijo que se avergonzaba de su actitud. –Menciono. –Pero yo creo que esto se viene arrastrando desde hace un tiempo. Hace un rato, por ejemplo, Giulian nos contó que estaba enamorado de un doncel, y fue esa la razón por la que corto con su novia. Castiel se peleó un poco con él, término llorando solo en el jardín. Yo, imbécil, pensé que solo era una escena de celos, esos dos hermanos se sobreprotegen mucho el uno al otro, solo pensé que Castiel no quería que hubiese otro doncel en la vida de su hermano. –
-No fue así. –Aseguro Clarissa.
-No. –Suspiro Christopher. –Castiel, tiene muchos traumas, y a pesar de que siempre se muestra tranquilo, son situaciones como estas, las que lo hacen estallar. Tiene miedo Clarissa. –
-¡¿Miedo de que?! –Exclamo la mujer. –No hay miedo tan grande que te haga rechazar a tus hijos. No hay. –
-Por favor, no digas nunca eso frente a Castiel, ya se odia mucho por lo que hizo. –Musito entristecido. Clarissa paso saliva lentamente, y asintió a las palabras de su hermano. –Tú y yo, y muchos también, podríamos creer que no excusas para lo que dijo, pero no es verdad. Castiel tienen miedo de que nuestro bebé pase por lo mismo que él ha pasado. –
-Imposible. –Aseguro Clarissa. –Este bebé, no es igual a Castiel.
-¿En que no lo es? Mataron a Deán. Y ese niño, Alexander, lo hubieses visto, sus padres nadan en dinero, y le han protegido todo lo posible y más, pero él no es feliz, de verdad, si le hubieses visto, el pobre no entraba en su propia emoción, y eso que apenas le llevamos a casa, por lo que entiendo, sus padres no le sacan ni al centro comercial. La vida de ellos tuvo, y tienen tantas complicaciones como la de Castiel. –Argumento el menor.
-¡Pero no es la misma situación! –Rebatió Clarissa.
-Claro que no lo es. –Acordó Chris. –La situación de nuestro hijo será diferente. Aun así, no puedes culpar a Castiel por tener sus miedos. Yo ya te he hablado de esto, Castiel ha vivido cosas horrorosas, paso hambre, maltratos, ¡Dios santo, su padre intento abusar de él! –Exclamo abatido, consiguiendo dejar a su hermana impávida.
-¿Su padre qué? –Pregunto en un murmullo angustiado. Chris negó con un nudo en su garganta.
-No se la historia en completo, y tampoco creo que sea yo quien la debe contar. Solo es eso, Castiel un día hablo conmigo, y me dijo que su padre, quien nunca se hizo cargo de él, intento “tomarlo”, en la calle, él era apenas un niños. –
-No. –Gimió la mayor, cubriendo sus labios para ahogar su desesperación.
-Yo no quiero exponerlo, tú sabes eso mejor que nadie. Pero esta fue nuestra decisión, queremos hacer algo para que nuestro hijo tenga una vida normal, sin ser excluido, discriminado, abusado. Deseamos que él pueda desenvolverse en este mundo, pero sin miedo a las consecuencias, y para eso... –
-¿Se van unir al movimiento? –Consulto Clarissa. Chris asintió.
-Yo pretendía meterme solo en el tema de la demanda, pero ya sabes cómo es Max, él pensó que si nos incluía en la imagen de todo esto, las cosas podrían mejorar, y ganar algo más de apoyo. –explico. –Además, Castiel quiere hacerlo. –
-Su vida no será la misma de antes. –Asevero Clarissa.
-Lo sé. –Suspiro el menor.
-¿Ya no piensa más lo del bebé? –Consulto, preocupada por la respuesta. Chris soltó un bufido.
-Tú lo has dicho. Castiel no puede rechazar a sus hijos, ese no es él. Este embobado por el nuevo embarazo. Pasamos muy mala noche, vomito mucho, y se veía tan mal que creí que terminaríamos en urgencias, pero ni eso le quitaba el gusto, me repitió varias veces que no me preocupara, y que este “sacrificio” es poco por tener a otro bebé en su vientre, creí que yo estaba ahí para apoyarle, pero el termino dándome consuelo a mí. –Rio.
-Te ganaste la lotería. –Bromeo Clarissa. Chris soltó una carcajada más fuerte. –Bueno, si así están las cosas, aprovechare la situación y hare una vez más la propuesta. “Préstame” a Castiel para mi próxima línea de ropa. –Solicito sonriendo.
Chris estuvo en silencio un rato, la verdad es que ya no podía alejar a Castiel del mundo de los medios, su precioso doncel se estaba metiendo en la boca de los lobos, solo por el bien de su nuevo retoño, y ante eso, mientras más famoso e intocable, mejor. Quizás la idea de que Clarissa le lleve a las pasarelas, no fuese tan mala. Sin embargo, había un pequeño problema.
-No soy el dueño de Castiel, lo lamento mucho, pero no puedo “prestártelo”, así como así. –Sabía que su hermana no lo había dicho de esa manera, pero lamentablemente, debía dejar las cosas claras. –Si quieres que mi esposo sea parte de tu próxima línea de ropa, yo no tengo problema alguno, pero debes hablarlo con él, y claramente respetar su embarazo, no quiero largas sesiones fotográficas, ni nada de absurdas dieta. –Aclaro Chris.
-¡Bueno, bueno! –Exclamo la mayor. –Tendré que hablar con mi adorable cuñado entonces. Pero pierde cuidado, mi próxima línea se basara solo en ropa maternal, me gustaría incluir a algunos donceles en la imagen promocional, y obviamente, si uno de ellos es mi hermoso Castiel, me sentiré aún más realizada. De todos modos, pierde cuidado, yo también quiero que mi cuñado y sobrino, estén saludables, créeme, no pondré en riesgo la salud de Castiel, por ningún motivo. –Afirmo.
-¿Tienes algo que hacer ahora? –Pregunto tranquilo el mayor, ordenando algunas cosas en su escritorio.
-No, faltan como cinco horas para que tenga que ir a buscar a Mateo al colegio, nada más. –Respondió.
-Entonces ven a almorzar a casa. –Ofreció sonriente. –Antes tendrás que acompañarme a hacer unas compras. Se acabó el helado de arándanos, y tu cuñado esta que muere por uno nuevo. –Carcajeo.
-¿Antojos? –Consulto la mayor.
-¡Como nunca antes! Tu sobrino va a ser un caprichoso de primera. –Soltó divertido, y ambos carcajearon.
-Bueno, no puedo negarme a una oferta como esa ¿Ya nos vamos? –Consulto la mujer, sabía que su hermano se estaba adelantando un poco en la hora de salida, pero también sabía que era su propio jefe, y que podía hacerlo, si se le daba la gana.
-Sí, hacemos unas compras y luego a casa. Creo que Daniel iba a cocinar Lasaña, y déjame decirte que ese es otro doncel con muy buena mano en la cocina. –Alardeo el menor.
-Es como un don. –Rieron.
Las compras no tardaron mucho, Chris saco apenas lo necesario, después de todo, tenía gente que hicieran las compras grandes por él, y esto solo se trataba de cumplir los antojos de su amado a la brevedad.
Subieron al auto, con un charla amena que aligero el viaje y acelero el tiempo, apenas se dieron cuenta cuando ya estuvieron en casa.
Chris dio una vuelta tranquila por el estacionamiento, dejo el auto en su lugar, y se disponía a bajar las bolsas, cuando el reconocible grito de su esposo llamo su atención.
-¡Vete de aquí! –Exclamo fuerte y desgarrado su doncel.
Chris observo a Clarissa, quien había pasado de la completa palidez, a un rojo grana impregnado de ira.
-Le mostrare su lugar a esa malnacida. –Gruño la mayor, azotando el calzado contra la acera.
Solo basto echar otra mirada al lugar de los hechos, para descubrir lo que estaba pasando. La intrusa, antes cubierta por un pilar, se había movido unos pasos en contra de Castiel, como si quisiera volver a entrar a la casa.
-Catalina. –Soltó el pelinegro con asco, siguiendo los pasos de su hermana.
A medida que avanzaban, podían oír con mayor claridad la discusión acalorada entre Castiel y Catalina. Daniel tenía a Theo en sus brazos, pero no dejaba de intentar calmar a Castiel. Catalina por su parte se mantenía altiva y amenazadora, aunque su rival no se dejase amedrentar.
-¡Esto no tiene nada que ver contigo! –Exclamo la mujer. –Ella es hija de Christopher, y tiene todo el derecho a ser reconocida. –Soltó de pronto.
Desde entonces los hechos ocurrieron demasiado rápidos como para poder interpretarlos. Su vista oliva se fijó por primera vez en aquella pequeñita de unos tres años, tenía sus cabellos lacios castaños, y ojos almendrados, estaba escondida tras las piernas de su madre, y no parecía divertida con la discusión. Lo mismo pasaba con su amado hijo. Theo pocas veces veía a su papi tan alterado como ahora, y no podía evitar el rictus de miedo y tristeza al ver a su amado padre, peleando con otra persona.
Todos estaban quietos, impávidos, analizando la situación, el tiempo pareció haberse detenido, pero la manecilla volvió a girar cuando.
-¡Castiel! –Exclamo Daniel desde la entrada.
Todo ocurrió en cámara lenta, pero Castiel cayó al piso lo suficientemente rápido, como para que nadie le pudiese agarrar.