Capítulo 11: Nuestra familia.
En un comienzo quiso creer que las palabras de su hermanito eran una simple broma, pero el paso de los segundos, y la mirada decidida de Giulian le dieron a entender, que no era ningún chiste lo que estaba hablando.
-Ven aquí amor –Llamo con un gesto de manos a su hijo. El pequeño Theo había agarrado unas hojas de su tío, que estaban cerca del suelo, y su papi, previendo una catástrofe, le llamo antes de que hiciera destrozos con los documentos de Giulian.
El ambiente era tenso. Castiel tenía al bebé sobre sus muslos, al igual que Giulian tenía la bandeja del desayuno. Comida que aún no se dignaba a tocar.
-¿Pelearon? –Pregunto después de un largo silencio. Giulian pareció hacer una mueca indecisa, y tardo un rato en decidirse a negar con la cabeza.
-No hemos peleado –Aclaro, arrugando su nariz, sin quitarle la vista a su par de tostadas.
-¿Por qué has crecido tanto? –Castiel se levantó de la silla y dio un largo suspiro, volvió a dejar al nene en el suelo y con sus manos libres, quito la bandeja de los muslos de su hermano, sentándose junto al menor, sobre el colchón de la cama – ¿Qué está sucediendo Giulian? ¿Ya no confías en mí? –Los ojos azules del mayor se posaron cálidos sobre la figura de su hermanito, con paciencia depósito una suave caricia sobre sus mejillas, sonriendo conciliadoramente.
Ellos se amaban, no había duda de aquello. Sin embargo, desde los incidentes pasados, cuando Giulian se enteró de la verdad de Castiel, pasando por el embarazo del doncel, su propia operación, y luego el nacimiento de Theo, incluida la relación de su hermano con Christopher. Su fraternidad ya no era la misma. Al principio ambos lo asumieron como el cambio que significaba agrandar ese pequeño mundo en el que antes habían estado tan solo ellos dos, pero ahora que lo veía con más calma, se daba cuenta de que Giulian realmente le estaba evitando.
-Confió –Dijo el menor aceptando las caricias, pero huyendo a las miradas –Es solo que… –Inspiro ampliamente, hasta llenar sus pulmones –Han pasado muchas cosas. Yo no quiero interrumpirles con mis problemas –Menciono deprimido.
-No interrumpes, tonto. Somos una familia, estamos aquí para apoyarte en tus problemas, esa es nuestra única misión ¿Lo entiendes? –Apretó la mejilla de su hermanito.
-Ustedes son una familia –Susurro desviando la mirada.
Las manos de Castiel se alejaron de su rostro, y aun cuando seguía huyéndole a la mirada, sabía que los orbes de su hermano, se habían vuelto fuertes y severos.
-No vuelvas a decir eso nunca más. Tú eres parte de esta familia. –Externo decidido el menor – ¿Qué te hace pensar que no lo eres? Tú lo sabes, sabes el esfuerzo que todos han puesto en incluirnos en la familia Owen. –
-¡Pero tú eres la pareja de Christopher, y el padre de Theo! –Exclamo el menor dolido –Yo solo soy el moribundo arrastrado por su hermano. –
-¡No! –Golpeo las palmas de sus manos contras los muslos, evitando soltarle una bofetada al menor.
Theo que jugueteaba a un lado, se había alejado asustado de su papi, pues nunca antes había visto al doncel tan enojado.
-Tú eres mi hermano, y te amo como tal, Theo aún es pequeño, pero tú sabes que te tiene un gran cariño, y de los Owen, él no es el único. Christopher te adora, sé que es estricto contigo, pero no es porque no te quiera, el me lo ha dicho muchas veces, está orgulloso de ti, tal como lo estoy yo, y tiene grandes expectativas contigo, tu sabes que te consiente y siempre termina dándote todo lo que le pidas. Puede que Clarissa sea la menos cercana, pero ella también te aprecia mucho, en más de una ocasión se ha acercado a ti y siempre intenta incluirte en cada una de sus ideas. De Arthur ni hablar, cada vez que nos ve pregunta por ti, como has andado, e incluso tú eres testigo de cómo llego corriendo para verte cuando colapsaste la semana pasada –Castiel aprecia acalorado, sus mejillas rojas y la respiración agitada, denotaban que él se tomaba esa discusión bastante en serio.
-Lo sé –respondió el menor bajando la cabeza –Pero es difícil. –Prosiguió con una mueca entristecida –Antes te tenía solo para mí –Quejo sonrojado.
Por un segundo se había impresionado antes tales palabras, luego suspiro y volvió a sonreír. Su hermanito era recién un adolescente, había pasado por tantas cosas el último año, siempre reprimiéndose para no ser una molestia, y él hasta ahora no lo había notado.
-Puede que ya no tengas un monopolio de Castiel –Comento sobre sí mismo –Pero siempre seré tu hermano mayor, estamos a un pasillo de distancia, y su sabes que dejaría de hacer cualquier cosa por ti. –El menor se dejó acariciar una vez más, y Castiel disfruto al saber que estaba consiguiendo convencer a su hermanito –Yo también he debido compartirte ¿No? Con tu novia Anastasia. Dime ¿Qué sucedió con ella? –
Allí venia de nuevo, arrugo su nariz y renegó un poco de continuar aquella conversación. Lástima para él, que Castiel no se iría de allí sin una respuesta.
-Yo no la amaba –Soltó de pronto, sorprendiendo a Castiel.
-¿Amor? Ah, Giulian, eres tan pequeño para hablar de amor –Suspiro –Ustedes se quieren, disfrutan estar juntos ¿Por qué te preocupa no sentir amor? –
-Yo… Si la quiero, y no es que me preocupe. Es solo que… –Hizo una pausa, macerando sus próximas palabras –Creo que debemos ser amigos. Ella fue la primera persona que conocí fuera del hospital, y claro que me emocione mucho y la estimo demasiado por que estuvo conmigo siempre, a pesar de lo difícil que era, por eso yo no quiero hacerle más daño. –
-¿De qué daño estás hablando? –
-De no amarla –Aclaro el menor, pero eso no terminaba de convencer a Castiel.
-¿Y tú sabes cómo se siente el amor? –Para sorpresa del doncel. Giulian asintió.
El silencio se propago durante unos segundos, que al menos para Castiel, fueron interminables, pero después de tanta espera, al fin observado a su hermanito coger el aire y comenzar a hablar.
-Fue tan extraño. Apenas le vi, sentí como el suelo desaparecía bajo mis pies, un calor agradable y otro cosquilleo, me recorrió del abdomen al pecho. Pensé que estaba nervioso, pero mientras más le conocía, más me fascinaba. Me gusta su voz, y la forma en la que se le enredan los cabellos, como arruga la nariz y me golpea con toda su fuerza, pero sigue siendo como un gatito indefenso. Yo… –Susurro hasta perder la voz en esa única palabra –Castiel, creo que estoy enamorado. –Confeso.
Los ojos azules de su hermano le observaron vibrantes y confusos. ¿Cómo debía actuar, después de semejante descripción del amor? No podía negarlo, el no sintió aquello la primera vez que vio a Christopher, su primera vez fue un respeto profundo, sumado al nerviosismo y el terror que cargaba consigo después de tantas desilusiones y crueldades, pero ese hombre se había ganado su amor, y debía admitir que sus sensaciones hacia Christopher eran idénticas a las de Giulian por aquella desconocida.
-¿Estudia contigo? –Pregunto, intentando evitar la catedra desequilibrada del amor.
Giulian negó con la cabeza ante la pregunta del mayor, cosa que sin duda dejo descolocado a Castiel.
-No, estudia en casa. Es el hermano mayor de uno de mis amigos –Explico mordiéndose los labios.
-¿Hermano? Giulian ¿Tu estas? –
-Es un doncel –Interrumpió antes de que Castiel pidiera seguir con sus palabras.
-¡Un doncel! –Exclamo el mayor – ¿Enamorado de un doncel? ¡¿Tienes idea de lo que eso significa?! –Elevo la voz, dejando al menor completamente perplejo.
-¿Qué puede significar? ¿No es lo mismo que con Anastasia? –Pregunto como si pareciera obvio.
-¡No lo es! Dios santo ¡No lo es! –Continuo, pasándose las manos temblorosas por el rostro –No hay derechos, no hay leyes, no ayudas, NO HAY NADA PARA LOS DONCELES ¿En que estabas pensando? –
-Castiel… –
-No puedes –Gimió alejándose de la cama –No puedes. Serán renegados, excluidos. –
-Castiel. –
-¿Si le asaltan? ¡¿Si lo violan?! ¡¿SI LE MATAN?! –Exclamo desesperado –Nadie te va a dar justicia. ¡NADIE TE VA A DAR NADA! –Grito alterado.
-¡Castiel! –Sus manos se aproximaron a él con rapidez. Jalo al mayor y le envolvió en un abrazo, al tiempo que sentía la respiración agitada de su hermano, y las manos temblorosas aferrarse a su pijama –Castiel ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo? ¡Tú eres un doncel! –Exclamo horrorizado – ¿Cómo puedes discriminarte a ti mismo? –
-Tú no has visto. ¡Tú no sabes! –Exclamo engarrotado de nervios.
Y tras estas palabras sintió su propio pecho oprimido, la angustia rodeo su garganta y dolor incomodo le hizo difícil respirar. Entre sus brazos Castiel temblaba y gemía. Tenía razón, había mucho de lo que el desconocía, pero también sabía que su hermano estaba equivocado, asumiendo lastimosamente esa realidad, detestándose a sí mismo por ser doncel, y al resto que fuera igual a él.
-¿Qué es este escándalo? –
-¡Castiel! –
Christopher y Daniel irrumpieron en su habitación. El pelinegro les observaba, analizando todo con detenimiento. Mientras el rubio, apresurado se había acercado al nene, que estaba nervioso en una esquina de la habitación.
-Ustedes dos ¿Qué ha pasado? –Christopher levanto una de sus cejas, observando tanto a su pareja, quien le huía la mirada, como a su cuñado.
Giulian estaba dispuesto a responder, de hecho, justo cuando pretendía hacerlo fue interrumpido. Castiel se soltó de su agarre y comenzó a correr escaleras abajo, mientras que los tres en la habitación quedaron perplejos e inmóviles observando el rastro que había dejado el otro.
-Daniel, cuida un momento de Theo, por favor. –Observo de soslayo al doncel, que entre sus brazos había levantado al pequeño consentido de la casa. Daniel asintió, retirándose pronto de la habitación para no causar más molestias. –Tú y yo vamos a hablar. –
Había buscado por todas la habitaciones, de arriba abajo y de norte a sur, pero el rastro de su amigo, había desaparecido por completo. Estaba preocupado, pero tristemente ya había hecho todo a su alcance, ahora solo le restaba encargarse de Theo, y esperar.
El sonido de pasos en la escalera le alerto sobre que la charla había terminado, al fin. Salió apresurado del corral para bebés, y desde el marco de la puerta observo como Christopher se aproximaba por el pasillo.
-No pude hallarle –Confeso entristecido. Pero eso a Christopher pareció no importarle.
-No te preocupes. Sé dónde está –Repuso con voz que intentaba ser conciliadora. –Iré a hablar con él ahora. ¿Te molestaría seguir con Theo un rato más? –De inmediato el rubio negó a la pregunta, y Christopher un poco más tranquilo se encamino a la entrada trasera de la casa o más bien la puerta que daba directo al jardín.
Sus pasos le encaminaron mecánicamente a ese lugar, rodeado de arbustos, y como suelo, el césped húmedo y verde. El pequeño trozo de paraíso, donde se escondían los querubines y al mismo tiempo, el refugio emocional de su adorado Castiel.
-¿Te molesta si me siento aquí contigo? –Pregunto con suavidad. El menor, por toda respuesta, simplemente se hizo a un lado, dejándole un espacio entre los arbustos y su cuerpo. – ¿Qué sucede amor? –Paso su brazo por detrás de la pequeña espalda, y con algo de fuerza le froto los hombros. Él ya había oído toda la historia, sin embargo quería saber porque aquello le había alterado tanto.
-Está enamorado de un doncel. –Gimió sin levantar la vista, de hecho sin alzar el rostro, que estaba escondido entre sus rodillas.
-Como tú –Aseguro el mayor con obviedad, y Castiel asintió con la cabeza. – ¿Qué tiene de malo que sea como tú? –Consulto esperando obtener alguna palabra de parte de Castiel.
-Va a sufrir. No quiero que Giulian sufra –
-Deja eso. Anda mírame –Tomo la barbilla de su doncel y le hizo levantar el rostro –Yo estoy contigo, y jamás he sufrido por eso ¡Es más! Tú me haces el hombre más feliz de este universo. –Las mejillas de su amado se tiñeron al instante. Christopher sonrió pensando que le había convencido, pero la expresión desalentadora, que vino tras ese sonrojo, decía todo lo contrario.
-Soy un problema para ti –Soltó suavemente. Christopher deseo haber negado al instante, sin embrago prefirió aguardar, necesitaba saber que cruzaba por esa cabecita confundida. – ¿Te molesta verdad? Te molesta que salga, porque sabes que es peligroso. No me muestras en público, yo lo sé, me rechazaron el la fiesta de Clarissa, y lo habrían vuelto a hacer, pero tu decidiste encerarme en casa. Yo no quiero ser un problema para ti, porque sé que jama estare a tu altura. –
Que ganas tenia de darle una bofetada y regresarlo a la realidad. Hizo uso de todo su auto control, para suspirar agresivamente y luego clavar sus orbes color olvido, sobre la figura lastimosa de su pareja.
-Ellos no están a tu altura. Y ese es su problema –Soltó enfadado –Es verdad que esa noche me enoje mucho contigo. Sentí celos de Maximiliano y te arrastre a ti en mis propias inseguridades. Pero el resto no fue tu culpa, si ellos te rechazaron, sé que lo hicieron, no es cosa tuya. Superficiales, clasistas, todos son unos asquerosos desagradables ¿Por qué querría yo, juntar a mi adorada pareja, con gente de esa calaña? –
Al parecer Christopher tenia las cosas mucho más claras que el mismo Castiel. Pobrecillo, tanto le había costado llegar a donde estaba, y aun no conseguía disfrutar de ello. ¿Hasta cuándo Castiel continuaría sintiendo que no merece nada de lo que le rodea?
-Estoy de acuerdo con tu hermano –Soltó de pronto, provocando que el doncel levantase la vista –No tienes razón alguna para discriminarte. Mucho menos a ese chico que le gusta, puedes tener razones si lo conoces, pero es injusto que lo jugué así solo por ser doncel. Igual que tú. –
-Giulian no está enamorado. Es otro capricho. –
-¿Cómo lo sabes? –Inquirió el pelinegro, un poco más calmado.
-Yo a su edad nunca… –
-Tu a su edad tenías otras preocupaciones –Aseguro Chris, interrumpiendo las palabras del menor.
Quieto ante dicha realidad, recordó aquellos años. Él tenía casi la misma edad de Giulian cuando su pa murió, por un segundo se compadeció de sí mismo, era tan pequeño y tuvo que tomar una responsabilidad tan grande.
-Deja que descubra el mismo si es un capricho o no. Ni siquiera sabes si ese doncel va corresponder sus sentimientos. Acaba de romper con su novia, está pasando por su primera desilusión amorosa. Y aunque yo intenté darle aliento, estoy seguro de que no es a mí, a quien necesita. –Chris recorrió su mejilla con suavidad, su voz tenía un deje comprensivo y tierno. Castiel se dejó hacer.
-Eres la voz de la razón –Susurro recibiendo las caricias de su hombre. –Supongo que tendré que apoyarlo. –
-Siempre le has apoyado. –Menciono Chris – ¿Ya estas mejor? –
-Eso creo –Respondió indeciso – ¿Podría quedarme aquí un momento? – Christopher sonrió.
-No pienses demasiado ¿Esta bien? –
El doncel asintió, aun sabiendo que era mentira. Y dejo que su pareja se marchase tranquila, mientras el hundía su mente en los recuerdos más dolorosos que pudiese tener. Era agotador, desesperante. Él ya había visto tantas cosas en su vida, paso por varias de ellas también. Aun temía por sí mismo, pero ahora una preocupación más se sumaba a su cabeza. Temía por el corazón de su pequeño hermanito.