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Torre de Marfil por niky-cham

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Notas del capitulo:

Hola, hola. He regresado. Me tarde mucho en escribir este capitulo. Estoy terminando el semestre y en cada tiempo libre que encontraba escribia unas 400 o 500 palabras y seguia con mis deberes u.u

Buenas noticias, este semestre lo termina para mi el viernes y estare de vacaciones hasta marzo :)

Muchas gracias a las personitas que me han dejado algun mensajito en el capi anterior. Respondere los comentarios de este capi ;)

Lean.

 

Capítulo 3: Giros y vueltas.

Los meses pasaban volando y su familia le traía más alegrías que nunca. Su hermanito, quien pasó dias enteros pegado a los libros consiguió aprobar todos sus exámenes de ingreso, algunos con más honores que otros, su muchachín tenía talento con los números ¡Y no solo eso! La física y la química se le daban igual de bien, estaba orgulloso, realmente se sentía muy orgulloso de su hermano menor. Pero Giulian no lo era todo, el otro amor de su vida también le sorprendida día a día con cada uno de sus progresos, Theo ya había cumplido seis maravillosos y saludables meses, y con ello la aparición de su primer diente de leche, un incisivo en la encía inferior de su boquita, era pequeño y blanquito, Christopher como todo padre obsesivo había partido veloz a comprar un pequeño cepillo dental y dentífrico para bebés. Cuidarían la dentadura de su nene desde el primer día.

-Paola ¿Ya no quedan naranjas? –Pregunto el doncel, con medio cuerpo dentro del refrigerador, por más que buscada en la canasta de las verduras, no conseguía dar con ellas.

-Lo que está ahí es todo lo que queda –Respondió la mujer cortante. Castiel saco su rostro de la heladera y observo a la mujer con una mueca entristecida.

Se levantó del suelo y se alejó del congelador, apenas había alcanzado a cerrar la puerta de este, cuando la sirvienta de forma brusca abrió la puerta del mismo y de paso le golpeo todo el costado derecho. Castiel soltó de inmediato un quejido, ella le observo con molestia.

-Esta cocina es demasiado pequeña para dos personas –Reprocho como si su imprudencia hubiera sido causada por la “falta de espacio”, cosa que con los gusto excéntricos de Christopher no era posible, en esa cocina cabria cómodamente un elefante. –Para empezar tú ni siquiera deberías estar aquí, este es mi lugar de trabajo. –Agrego la cocinera.

-Ten cuidado con esa boca Paola. Él es tan patrón nuestro como el Señor Owen, y esta casa también le pertenece –Critico Adelina ingresando al lugar.

-Cállate, tú tampoco deberías estar aquí. Tanta gente, lo único que logran es entorpecer mi trabajo –Reprocho la cocinera sacando unas verduras del congelador y cerrando la puerta estruendosamente. Castiel bajo la vista cohibido.

Adelina gruño observando a Paola con odio, el menor no hizo más que encogerse en su posición, y agarrarse el brazo adolorido.

Incluso a Theo pareció molestarle la situación. El niño que durante todo este tiempo había estado sentado en la silla de comer, comenzó a soltar balbuceos y hacer morritos arrugando la nariz, y golpeando sus galletas contra la mesa plástica.

-Mi cielo, estas lleno de migajas –Hace apenas unos dias su pediatra le había recomendado comprar cierto tipo de galletas eran blandas y dulces. Cosa que le había fascinado a Theo, después de todo hasta ese momento su dieta se limitaba a leche y jugos naturales de naranja y zanahorias –Vamos  a cambiarte –

El niño pareció entender pues al ver a su papi acercarse estiro los brazos para ser alzado y cambio de humor completamente una vez en brazos del doncel, arrebujándose entre ellos para terminar de comer su galleta.

Estaba saliendo de la cocina, cuando fue interceptado por Adelina.

-Oye, no puedes dejar que ella te hable así, tú eres jefe. Entiéndelo de una vez –La jardinera no dijo más que eso y se marchó. Obviamente dejando a Castiel pensativo al pie de las escaleras.

Rencillas como la de esa mañana, eran cosa del diario vivir para el doncel. Para empezar la menos contenta al enterarse de que Castiel se quedaría en casa, como nada más y nada menos que la pareja oficial de su jefe, fue Paola. Encima de eso ella estaba obligada a aceptar al doncel metiendo sus narices a diario en lo que ella consideraba “su cocina”. Castiel había sido tajante al decir que él y solo el, se encargaría del cuidado de Theo, por supuesto que Christopher como padre y todos sus tíos estaban incluidos en ese cuidado, pero el doncel no quería niñeros, ni ayudantes, ni cocineros involucrados con su bebé, y ese era un problema, pues era el doncel quien le administraba cada una de sus comidas a Theo, lo cual implicaba el uso de la cocina por lo menos cinco o seis veces al día. Paola se había hecho la ofendida, argumentando que Castiel le estaba faltando el respeto como cocinera.

-“No es como si yo vaya a envenenar al niño” –Dijo aquella vez con molestia.

-“Nadie ha dicho eso. Castiel asiste a las consultas con el médico y es el quien sabe mejor lo que puede o no comer nuestro hijo. Paola por favor limítate a trabajar en lo que te corresponde. Yo también apoyo a Castiel en su decisión y opino que solamente él debe hacer estas tareas –Fue la respuesta de Christopher, cosa que dio por zanjada la discusión.

Sin embargo no había sido suficiente. Paola por supuesto no había vuelto a mencionar el tema, pero la mujer ponía todos sus esfuerzos en dificultarle las cosas al doncel…

-Mi vida, ya estas todo dulce otra vez –Le comento a su niño una vez estuvieron solos en la habitación.

Junto a la llegada de los dientes un efecto secundario se había agregado, la salivación. Su hijo babeaba día y noche, eso en conjunto con las dulces galletas no era buena combinación. Aunque siempre agradecía el hecho de que el estado anímico de su bebé no había cambiado con el brote de los dientes… Su cuñada solía decirle: “Espera y veras cuando le salgan los colmillos”, pero para eso deberían pasar otro par de meses más.

-Bien, tu y yo iremos al centro comercial –Le comento al tiempo que comenzaba a cambiarle de ropas.

Dejo a su hijo como todo un galán, con sus ropitas limpias y recién planchadas, el nene se movía en la cama observando como ahora era su papi quien se arreglaba para salir.

Llevaba los cabellos humedecidos por la ducha, una camisa azul marino de fondo, apenas se veía el cuello de esta, pues encima  llevaba un suéter color verde agua, janes y los zapatos de charol que le había regalado Clarissa. En su dedo anular el flamante anillo de zafiros que le había regalado su amado Christopher.

Bajo las escaleras con el bebé en sus brazos, tomo la carriola en el primer piso y puso a Theo dentro de ella. Camino un buen trecho hasta llegar al estacionamiento y observo a Francisco con una sonrisa encantadora.

-Fran ¿Puedes llevarme al centro comercial? –Consulto esperando una positiva, que por supuesto obtendría, después de todo para eso había sido contratado el conductor.

-¡Claro señorito! Quédese usted aquí, yo vengo enseguida –El hombre de unos cuarenta años acostumbrara a llamarle señorito, cosa que le avergonzaba mucho.

En apenas unos minutos Francisco estaciono frente a él un auto grande y familiar. Por lo que tenía entendido había costado una pequeña fortuna. Y es que ese vehículo no solo era espacioso como para la familia entera, sino que además poseía las medidas de seguridad más elevadas en el campo de los automóviles.

Castiel fue ayudado por el hombre a guardar la carriola, luego ubico a Theodore en su silla para bebé y se sentó junto a él, ambos observaban los cambios de paisaje. Por supuesto la zona en la aquellos residían era la más lujosa. Y por órdenes expresas de Christopher, nadie tenía permitido llevar a Castiel más allá de los barrios altos. Por supuesto por una cosa de seguridad.

-Muchas gracias Francisco –

-No hay de que –Dijo con un asentimiento de cabeza.

-Puedes ir a casa si quieres, yo me daré unas vueltas por aquí, no creo que vaya a almorzar en casa –Comento mientras colocaba al bebé de nueva cuenta en su carrito.

-Como usted diga, solo debe llamarme cuando quiera regresar –Apunto, antes de retirarse con una pequeña reverencia como despedida.

El doncel solo se quedó allí de pie, observando como “su empleado” se marchaba. Era muy feliz con su nueva vida, y no lo negaba, sin embargo y por más esfuerzo que pusiera en ello, aun no conseguía acostumbrarse a ciertas cosas… Tener empleados era una de ellas.

Ahora ya estaba en el centro comercial, pero le costaba un poco organizar sus ideas. Realmente solo había llegado allí con el fin de salir de casa, ahora no tenía muy en claro por donde comenzar.

-¿Qué te parece si vamos a recorrer un poco? –Los ojitos azules se alzaron al oír la voz de su papi, soltó sus manitas completamente ensalivadas y dio un par de palmaditas en respuesta.

Así, y en la mejor compañía, padre e hijo comenzaron a dar vueltas por la infinidad de tiendas del centro comercial. Poco tiempo paso antes de que Castiel se viera envuelto en una tienda de bebés, como era su costumbre reviso entre los colgadores la talla de su nene, siempre una o dos más grande de lo que indicaba su edad, y es que el hijo de Christopher Owen crecía exponencialmente.

Todos los tíos del pequeño tenían gustos bastante más maduros para la ropa de bebé, justamente por eso era que su hijo poseía una gran cantidad de jeans, zapatillas y camisas a cuadros o camisetas de mezclilla, sin embargo él y Christopher eran un poco más clásicos, casi siempre preferían los monitos enteros con diseños infantiles, Castiel tenía la fija idea de que su nene podría vestir más a delante con todas esas ropas juveniles, sin embargo este era el único momento en que podría llevar ropitas cómodas y sencillas, acorde a su edad.

-Mira amor –Castiel puso en alto un pijama blanco con un bordado en celeste tenue, el diseño de una luna y un pequeño osos durmiente, de daban todo el toque al diminuto pijama.

El nene levanto su vista poco interesado, Castiel calculo el tamaño por encima de la ropa, y el niño se dejó hacer sin poner mayor resistencia.

Camino a la caja con la pijama en mano, durante el trayecto también había cogido una especie de rosca hecha de gel, era color verde agua y tenía un mango con pequeños diseños de estrellas y aviones. Según había escuchado eran muy buenos para que los niños masticaran durante todo el proceso de brote dental.

-Hola, quiero llevar estas cosas por favor –La mujer de pie tras la caja computarizada, le observo de extremo a extremo. Miro a un lado y con desdén las cosas que el doncel le había pedido llevar, y luego con un gesto le pidió al guardia que se acercara.

-Si nos permite, debemos revisar la carriola antes de hacer la venta, es un política de la empresa en casos de robo –Explico observando al guardia y a Castiel intercaladamente.

El menor observo a la vendedora con gesto impresionado, muchas otras veces habían hecho compras en ese lugar junto a Christopher, sin embargo esta era la primera vez en que nombraban tal política. Indeciso saco a Theo del carrito y permitió que el guardia revisara cada recoveco, las personas que entraban a la tienda le observaban como si de un ladrón se tratase, sintiéndose humillado cuando incluso tomaron el enorme bolso de bebé que tenía en la canasta del carrito, revisando hasta los pañales de su retoño.

-Esta todo en orden –Anuncio el guardia después de dejar todo en su lugar. Castiel asintió con las manos temblorosas y dejo a su pequeño inocente de regreso en su carro.

Muchas otras personas habían pasado por su lado, varias de ellas habían hecho su compras, todas llevaban carrito, sin embrago él fue al único que revisaron de pies a cabeza.

-¿En efectivo? –Consulto la mujer sacándole de sus cavilaciones.

-Si, por favor –Solicito y al mismo tiempo abrió su billetera buscando el monto que debía pagar. Con un sabor amargo en la boca abandono la tienda. Seguramente si hubiera estado con Christopher o Clarissa, incluso con Giulian, eso no hubiera sucedido. Se encogió de hombros asumiendo que esa era su realidad y continuo el recorrido, esforzándose por no recordar la escena.

Luego de la tienda de bebés paro en una librería, le encantaba el olor y la mística sensación de entrar en ese lugar, los libros nuevos cubrían paredes y repisas. Le agradaba pasar sus dedos sobre las portadas y maravillarse con cada una de ellas.

-Tu tío dijo que quería una lámpara para su laptop –Comento acercándose a la zona de accesorios. Tomo de allí una pequeña lámpara de luces led, era color azul y se podía regular, su fuente de energía iba conectado a la propia computadora, pero por lo que pudo leer también tenía baterías, además de eso decidió comprar algunos lapiceros para su hermano, y unos separadores de libros para el mismo.

Antes de hacer la compra decidió revisar la sección infantil, por absurdo que sonase esa era su sección favorita. Tomo de allí tres libros de cuentos, aquellos que más llamaron su atención, luego partió a la caja.

-Buen día –Un hombre de unos treinta y tantos le atendió con una cálida sonrisa -¿Eso es todo lo que desea llevar? –Pregunto apuntando a los libros.

-Buen día –Respondió –No, también quiero estas dos –Menciono colocando la lámpara y los separadores sobre el mesón. El hombre asintió relajado y comenzó a pasar los códigos.

-Siempre hay personas fieles a los clásicos –Comento entusiasmado –Con toda la tecnología de hoy, son pocos los que prefieren los libros físicos, actualmente todos leen la versión digital –suspiro encogiéndose de hombros -¿Los lleva para el bebé o tiene niños más grandes en casa? –Consulto dejando las cosas en una bolsa.

-No, este es el único por ahora, aunque la verdad creo que yo disfruto mucho más de los cuentos que el –comento Castiel risueño.

-¡Claro que sí! Mis hijos recién comenzaron a tomarme en cuenta cuando cumplieron unos cuatro años. Ahora no pueden dormir si no les leo antes –Se carcajeo tambien.

-¡Qué maravilla! –Castiel recibió su bolsa luego de haber pagado por ello. Se despidió con una sonrisa y el hombre hizo lo mismo.

-Que tenga un buen día, y disfrute de sus compras –Menciono el vendedor antes de que Castiel abandonara la tienda.

De a poco y gracias a esa experiencia había conseguido olvidarse de su mala pasada por la tienda de bebés.

Sin darse cuenta había pasado poco más de una hora, algo apresurado comenzó a caminar directo a la salida, pero justo antes de cruzar la tienda se regresó para realizar una última compra.

-Este es el café que le gusta a tu papá –Presiono el frasco de vidrio entre sus manos. Christopher veía un café único, era extranjero y muy amargo, ese en especial venia en granos y eso era algo que había aprendido después de un par de meses, a Christopher le encantaba el café en granos.

Esa fue su última compra del día, Camino apresurado hacia el verdadero lugar al que deseaba ir. No quedaba a más de quince minutos caminando y la zona era lo suficientemente segura como para trasladarse todo ese trayecto sin la compañía de algún conductor o empleado de Chris.

Era un edificio impresionante, tenía doce pisos y la estructura era arquitectónicamente hermosa, por dentro predominaban un ambiente laboral muy serio, pero las pequeñas áreas verdes y las coloridas sillas de escritorio armonizaban el lugar.

-Hola Sofía –La joven tras el mostrador levanto la vista y luego abrió sus ojos impresionada.

-¡Señorito Castiel, no nos avisó que vendría de visita! –Exclamo la mujer encantada.

-Es una sorpresa ¿Esta Chris en alguna reunión importante? –Consulto esperando una respuesta negativa.

-¡No, qué va! Ha estado confirmando pagos toda la mañana. Seguro estará encantado de verte –Comento encantada.

-Subiré entonces –Anuncio, y la chica solo respondió con un gesto de manos “Adelante, adelante”.

La secretaria personal de Christopher era una cosa aparte, se veía como una mujer muy seria para su edad, jamás reaccionaba animada de verle. Pero por boca de Chris sabía que ella le tenía aprecio y estima, solo le costaba demostrarlo.

-Señor Castiel. De inmediato anuncio su vista –Dijo clavando sus ojos verdes en el recién llegado.

-Nada de eso Dory ¿Podría pasar a verle directamente? –Ella soltó el intercomunicador y no lo pensó dos veces antes de dejar pasar al Doncel.

-¿Ya vas a tomar tu hora de almuerzo Dory? –Consulto el varón sin siquiera alzar la vista.

-La verdad esperaba que tú te tomaras la hora de almuerzo con nosotros –Respondió el doncel soltando una carcajada suave al final.

-¿Qué es esto? ¡No me dijiste que vendrías! –Exclamo levantándose de su escritorio – ¡Campeón! –Soltó llamando la atención del bebé. Theo agito los brazos y balbuceo entusiasmado de ver a su padre. Christopher embelesado, no tardo más de un minuto en alzar a su hijo en brazos –Hola amores –Saludo besando la frente de su retoño, luego poso sus labios sobre los de Castiel.

-¿Vamos a almorzar? –Consulto el doncel al terminar el beso.

-Claro, deja que apague todo por aquí y nos vamos ¿Has venido con chofer? –

-Solo hasta el centro comercial. Die unas vueltas, compre una cosas y me he venido caminando hasta aquí –Aclaro, recibiendo una mueca desconforme del varón.

-No diré nada esta vez, pero no me gusta andes solo, es peligroso –Recalco.

-No pasa nada –Repuso Castiel, quitándole importancia.

Terminaron comiendo en un lujoso restorán familiar, los cuales generosamente accedieron a calentar la comida de Theo entregándoles platos y servicios para el bebé.

Fue una comida amena, Christopher había reaccionado encantado de ver las compras de Castiel, especialmente agradecido por el café.

-¿Tienes alguna otra cosa que hacer esta tarde? –Pregunto Castiel observando al mayor. Chris levanto la vista y negó con la cabeza.

-¿Quieres que te acompañe a algún lado? –Consulto.

-Si –Dijo Castiel de vuelta –Quiero ir a mi antiguo hogar. –

Notas finales:

¿Que les parecio? Ya desde aqui partimos con la trama como corresponde :D

Debo anunciar que el proximo capitulo sera este domingo. Y ya que estare de vacaciones espero mantener la actu semanal los dias Domingos desde ahora hasta el mes de abril :)

Comentarios ¿Merezco algo de eso? Espero leer sus mensajes, por que esta semana pretendo responderlos, asi que estare velando por ellos :3

Nos leemos el domingo~


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