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Torre de Marfil por niky-cham

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Notas del capitulo:

Hola amores <3 he regresado. Se que me tardo mucho, pero si me siguen en facebook saben que intento mantenerlos informados de todo con constancia, tambien saben que desde ayer estoy escribiendo :)

Lamento una vez mas no alcanzar a responder sus comentarios, porque tengo que salir, pero si los respondere al regresar de mi salida, y tambien respondere los comentarios de este capitulo 30 ;) Hay algo que quiero que hagan, propongan nombres, necesito un nombre lindo que pegue con los nombre de los personajes <3 De preferencia un nombre que no empiece con la letra "C", pues siento que ya son muchos personajes, Clarisa, Castiel Christopher :S En fin, espero que se apunten en colocarle un nombre al nuevo bebé, dejenlo en los comentarios <3 Y como siempre muchas gracias a todos por su paciencia y apoyo, los amo un monton.

¡Ya llegamos al capitulo 30! espero que lo disfruten :)

 

Capítulo 30: Romance en tiempos de guerra.

—Si, si, yo soy la encargada de los niños desde este momento, deja ya de darme indicaciones y mueve ese trasero tuyo. —Dio una palmada sobre los redondos glúteos de su cuñado, Castiel dio un respingo avergonzado y rehúyo la mirada de Clarissa escondiendo sus sonrojadas mejillas.

—¡Hey! —Reclamo su hermano tan pronto vio el acto. —Eso es mío. —

—¡Ya! Vámonos pronto, —interrumpió el avergonzado doncel, cerrando un poco más su abrigo, lo suficiente como para cubrir la mitad de su rostro.

Luego de una rápida despedida la dulce pareja se marchó del lugar intentando a su vez hacer poco ruido para que Theodore no notara su partida.

Sobre el vehículo el ambiente era bastante más relajado, Castiel había olvidado la broma de su cuñada, o más bien lo había pasado a segundo plano, después de todo iba mucho más entretenido contemplando el paisaje tras la ventana, él no era mucho de abandonar su casa por lo que siempre le era emocionante dar un paseo con su pareja.

—¿Adónde me llevaras? —Consulto después de diez minutos de viaje, sabía que se alejaban del hogar, y aunque Christopher le había dicho “ponte guapo”, solo eso y nada más que eso le había soltado de su cita.

—Es una sorpresa. —Externo el empresario, dispuesto a mantener el misterio, aunque bien sabía que aun si le contaba a Castiel donde lo llevaría a cenar el doncel de todos modos no conocía ni en revistas el lugar.

Treinta minutos, ni más ni menos, fue lo que tardaron en llegar a lo que parecía un edificio alto, de estructura moderna, simulaba estar hecho completamente de cristal, aunque bien sabia Castiel que eso no era posible. Un buen hombre se acercó a recibirlos con mucha educación, recibió las llaves del auto de Christopher, siendo él quien lo condujera seguramente a un estacionamiento. Chris no hizo más énfasis en aquello, solo le tomo la mano guiándolo dentro del edificio, Castiel estaba ansioso, pero solo fueron recibidos por un largo y aburrido pasillo, la recepción estaba a uno de los costados, pero nadie les tomo atención por lo que pasaron directo a un lujoso ascensor.

—Ya Chris, ¿dónde estamos? —Volvió a preguntar el doncel, una vez en la privacidad del ascensor.

—No seas impaciente, ya lo veras. —Tranquilizo el mayor, aunque esa calma duro poco cuando Castiel vio que marcaba el último piso del edificio, el veintinueve para ser más exactos.

El viaje en ascensor fue largo y aunque Castiel sintió vértigo en más de una oportunidad, lo oculto aferrándose a la mano de su pareja, intentando como fuese ignorar la situación. Por fin, después de lo que pareció una eternidad, las puertas del dichoso transporte se abrieron, dejando a la vista lo que era el ultimo piso de un espejado rascacielos. Los pocos comensales se giraron a observar a los recién llegados, Christopher le tomo la mano con todo orgullo, dejándose guiar por un mozo hasta la reserva de su mesa. Un poco más alejado del resto de clientes, aunque no por ello aislados del todo, una mesa para dos les esperaba en el costado que daba directo a la cristalina pared. Las piernas de Castiel fallaron una vez cerca del vidrio, Chris sonrió un poco y le ayudo a tomar asiento.

—¿Te gusto la sorpresa? —Susurro sobe su mejilla, dejando que el aliento cálido rebotara en la tersa piel de Castiel quien giro rápidamente la cabeza y deposito un dulce beso sobre sus labios

—Estas realmente loco, tú quieres darme un infarto de verdad. —Respondió con una sonrisa.

Estaban en todo lo alto de un rascacielos viendo la inmensa ciudad atravesó de las cristalinas paredes de vidrio, absolutamente todo estaba rodeado del cristalino material, Castiel a ratos olvidaba respirar de la pura impresión de estar sentado en tan increíble lugar.

—Creo que podemos ver nuestra casa desde aquí. —Comento Christopher divertido.

—¿Cuál es? —Pregunto Castiel acercándose un poco más al Cristal, ciertamente tenía miedo, pero aquella era una experiencia que no podía perder, aun si le temblaban las piernas de solo pensar en lo alto que estaban.

—Esa chiquita de allá, ¿la vez? —Christopher apunto un pequeño punto blanco en la lejanía, Castiel achino un poco los ojos en el intento de hacer calzar esa pequeña hormiguita con la imagen de la imponente casa que tenía en la cabeza.

—No es tan pequeña. —Comento incrédulo.

—¿Tienes idea de lo lejos que estamos? —Respondió Chris divertido.

—No me lo recuerdes. —Soltó simulando un escalofrió. —Es muy bonito aquí Chris, gracias por traerme, de verdad nos haces muy felices. —

—¿Muy felices? —Castiel no respondió, corrió su silla un poco, intentado no hacer mucho ruido, cuando estuvo lo suficientemente cerca de Chris tomo su mano y la puso sobre su ya prominente vientre. —¡Había olvidado al pequeño polizón! Oye pequeño deja que tu papi se concentre en la cita, ¿está bien? —Se suponía que intentaba tranquilizar al bebé, pero al parecer oír la voz de su padre solo consiguió que diera pataditas más fuertes y rápidas.

—Le gusta escuchar a papá, siempre se pone muy alegre cuando tú hablas, en cambio cuando yo le canto se queda bien tranquilo, parece que lo aburro un poco. —Soltó medio divertido. Chris simplemente sonrió en silencio, ciertamente sabía que su hijo se ponía muy activo cuando le escuchaba, por lo que opto por no hablar mucho para que el bebé se calmara un poco.

Estaban sumidos en un mundo aparte cuando un joven mesero interrumpió un tanto incomodo aquel singular momento.

—Disculpen la interrupción, —carraspeo un poco, —¿ya han pensado que van a servirse? —

Christopher y Castiel cruzaron miradas, poco tardaron en bajar la vista avergonzados, la carta de comidas permanecía cerrada sobre la mesa, ninguno de los dos se había molestado si quiera en mirarla un poco.

—Discúlpanos tú a nosotros, la verdad es que aún no revisamos el menú, ¿podrías venir en unos cinco minutos? —Hablo Christopher. Mientras Castiel con sigilo devolvía su silla a su lugar.

El muchacho no dijo nada, solo realizo una pequeña reverencia antes de retirarse. Tan pronto se fue, la pareja tomo la elegante libreta, recorriendo apresurados la lista de platillos que ofrecía el lugar.

—Te conozco lo suficientemente bien como para saber lo que estás pensando. —Ataco Christopher al ver de reojo la expresión poco satisfecha de Castiel. —No observes los precios, solo ordena y ya. —

—Pero… —

—Sin “peros”, —interrumpió. —Es nuestro aniversario Castiel, relájate esta vez. —El menor no dijo nada, solo bajo la vista y volvió a repasar la lista de platos.

El mesero volvió una vez transcurridos los cinco minutos, Christopher pidió un plato con codorniz, arroz y verduras, parecía delicioso, aunque Castiel se decantando por un plato más simple, pero no menos apetitoso.

—Yo quiero un plato de pasta. —Solicito cerrando el menú.

—¿Estás seguro? —Consulto Chris, cuando el joven ya se hubo marchado. Castiel sonrió.

—Era lo que más se me antojaba de todos los plantos. Este nenito no me dejara siquiera disfrutar de una langosta. —Bromeo palmeando su abdomen. Y es que ciertamente, en el embarazo de Theo podría haber contado con los dedos de la mano las veces en que sintió algún tipo de antojo, sin embargo, con su caprichoso polizón era una cosa completamente diferente, ya incluso había perdido la cuenta de la cantidad de antojos que tenía al día.

—Creo que será parecido a Clarissa. —Comento no muy animado el empresario, Castiel se limitó a soltar una corta carcajada, no se imaginaba criando a un niño con la personalidad de su querida cuñada.

—Esta vez si me has sorprendido bastante, pensé que la cita sería diferente. —Cambio de tema.

—¿Diferente cómo? —

—Pues, como eres tú supongo, esto no se parece tanto a ti, eres un poco menos social. —Aclaro, Christopher bebió un poco de agua comprendiendo el punto de su pareja.

—En realidad tienes razón. Siempre tuve en mente este lugar, quería que lo conocieras porque es muy bonito y de todos modos la comida es de las mejores que he probado, pero como tú dices al principio pensé arrendar todo el lugar por la noche, supuse que sería más romántico se te traía aquí un lugar completo para nosotros dos, después comprendí que en realidad no era romántico tan solo egoísta, sinceramente mis hermanos piensan que a mí no me gusta mostrarme contigo porque tengo miedo a la crítica, pero no hay nada más falso que eso, lo que piense la gente no tiene ningún tipo de relevancia en mi al menos, aunque si debo reconocer que temía un poco que si tuviera relevancia en ti. —

—¿A que te refieres? —

—Últimamente has cambiado bastante, sé muy bien que ahora tienes mucha más confianza, pero hace un año tú eras más bien inseguro. Realmente si hablaban algo de mí no me importaba en lo más mínimo, pero si que me molestaba que hablaran de ti, especialmente si no eren cosas buenas y podrían dañarte. —

—Eres muy lindo. —Soltó sin pensarlo mucho, Chris le dio una mirada de pocos amigos, tenía esa clase de comportamientos tiernos muy de vez en cuando, pero no le gustaba para nada que los recalcasen. —Bueno, ¿y que sucedió hoy? —

—Quise alardear de mi bello doncel a todo el mundo. —Comento con simpleza. —De a poco he comprendido que no obtendré nada bueno resguardándote en una caja de cristal. Cometo el error de pensar que eres muy frágil, pero la verdad es que olvido que tú has pasado situaciones mucho más complejas que yo, y también olvido que en esos 1,58 metros se esconde un gran carácter, sé que te haces el dulce, pero verdaderamente eres todo un demonio. —

—No finjo nada tonto. —Rio.

—¿Ves? Esa risita de ángel también fue una de tus artimañas para conquistarme. —

—No use artimañas. —Se defendió, aunque bien sabía que todo lo que Christopher estaba hablando eran bromas.

Muy dispuestos estaban a seguir discutiendo aquella estupidez, pero el mesero se acercó con dos humeantes y apetitosos platos, dejo cada orden en su lugar y destapo un lujoso espumante que parecía no tener pizca de alcohol.

—Muchas gracias. —Despidió Chris al camarero. —¿Brindamos? —Consulto levantando su copa, Castiel respondió con el mismo movimiento. —Por dos años juntos y una bella familia en proceso, que sean muchos más mi vida. —

—Claro que si. —Chocaron las copas y bebieron lentamente un sorbo, estaba delicioso.

Una charla amena acompaño su comida, faltaba poco para el segundo cumpleaños de Theodore por lo que la mitad de la cena dio vueltas en eso. Tan pronto como acabaron el mesero retiro los platos, no sin antes ofrecerles postre, soufflé de chocolate y fresas para ambos.

—Todo ha estado muy bueno, la comida, el ambiente, la compañía. —Comento Castiel llevándose un bocado de postre, uno de los últimos vale destacar.

—Pero no ha terminado. —Externo, buscando inmediatamente un objeto en el bolsillo de su saco, una preciosa caja alargada se expuso a los ojos del doncel, era de color crema con un precioso lazo turquesa encima. —

—No tenías… —

—Claro que si. —Interrumpió Christopher. —Ábrelo. —Los dedos temblorosos de Castiel obedecieron la orden, deslizo el lazo delicadamente y quito la tapa con mucho cuidado, ante él se encontraba un precioso reloj de oro blanco con varios diamantes rodeando la circunferencia del reloj, sutil y delicado, lucia hermoso en su delegada muñeca.

—Es muy bello, Christopher, gracias. —Observo una vez más el lujoso accesorio y sonrió al pensar en lo bonito que se veía, luego giro un poco y comenzó a rebuscar algunas cosas en su bolso, una caja plana y de tamaño regular envuelta en papel de regalo salió. —Feliz aniversario. —Comento medio enrojecido entregándole su regalo al mayor, en cierto modo estaba avergonzado, su regalo no se comparaba en nada con lo que Christopher le había dado.

Chris recibió el obsequio en silencio, sonrió apenas echo un vistazo dentro, lo primero que saco fue un cuadro de cristal con cuatro fotografías, la primera fue sacada el anterior día de los padres, Theo estaba en el jardín y sostenía un cartel de madera que decía “te amo papá”, la segunda fotografía era de sus vacaciones los tres estaban en la playa llenos de arena y despeinados, le gustaba mucho esa foto, la tercera había sido sacada en una reunión familiar de hace poco, estaban todos en la sala de su hogar y por ultimo había una pequeña imagen de la última ecografía de su bebé.

—Me encanta. —Comento repasando cada uno de esos recuerdos, en todos se la había pasado realmente bien.

—Queda algo más. —Musito el doncel.

—¿En serio? —Castiel asintió. Chris volvió a revolver en la caja, y ciertamente había algo más. Hace una dos o tres semanas en una junta de trabajo había manchado su corbata favorita con vino, Castiel se había sorprendido pues cuando eso pasaba Chris solía dejarlo por la paz y simplemente iba por otra corbata, sin embargo, había luchado mucho para quitarle la mancha a esa, aunque lamentablemente no lo consiguió. —¡Mi corbata! ¿Cómo le quitaste el vino? —

—Probé con varios limpiadores y le di como tres o cuatro lavados, supongo que la mancha se quitó de a poco. —Se encogió de hombros.

—Esta corbata me la regalo mi padre, fue para una fiesta de la empresa, la última antes de que falleciera, de verdad no me quería deshacer de ella. —Confeso observando la prenda, Castiel sonrió conforme. —Hey, ¿Qué es esto? —Antes se había escondido entre el nudo de la corbata, pero con tanto movimiento descendió un poco, colado entre la prenda se hallaba un simple, pero elegante anillo de plata. —¿Es parte también del regalo? —Pregunto sonriente. Castiel asintió.

Deslizo el anillo hasta sacarlo de la corbata, hacía ya un tiempo él le había regalado un anillo muy similar a Castiel, de plata, con algunos diamantes incrustados, igual al que ahora colocaba en su dedo.

—Tienes nuestras iniciales. —Comento. —Me ha encantado todo, gracias amor. —Chris se acercó a los labios de Castiel, quien ya sonreía un poco más conforme con su regalo.

Compartieron un casto beso, antes de llamar al mesero y agradecer por todo. Christopher por supuesto se encargó de la cuenta, mientras Castiel preparaba todo para marcharse.

—Todo fue maravilloso, hasta me dan ganas de no irme. —Externo el doncel antes de subir al ascensor.

—Es bueno que digas eso. —Respondió Chris esperando que las puertas del aparato cerraran, tan pronto como sucedió, Christopher empojo a Castiel a una de las paredes del cubículo, beso sus labios con fervor y justo después de separarse. —Tengo un cuarto de hotel esperándonos justo en este edificio. —

Notas finales:


¡No me maten! Se perfectamente que quieren mas, pero la verdad es que el capitulo se estaba alargando un poco y no alcance a añadir la escena que sigue, por supuesto intentare subirla lo mas pronto posible en el transcurso de la semana aprovechando mis vacaciones :)

De todos modos, y aun con el apresurado final, espero que les haya gustado mucho este capitulo, fue muy hermoso y tiernos y romantico <3 a mi me ha gustado mucho, es una probadita mas de lo lindos que pueden ser estos dos, y lo bien que llevan su relacion, aunque siempre les muestre su faceta como familia, ellos como pareja tambien son muy dulces y se divierten mucho.

Espero que puedan darse un tiempo de dejar un comentario, diganme si les gusto y por supuesto "ponganle el nombre al nuevo bebé :)"

Muchas gracias por todo.

Nos leemos tan pronto como sea posible~


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