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Confesiones de un rubio pasivo NO adolescente © por Charly D

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Notas del fanfic:

Una pequeña continuación de la turbulenta y algo cruel vida de Mikel Rivierea.

Notas del capitulo:

Espero que les guste esta breve continuación.

Nunca pensé que la vida de una persona se fuera a complicar tanto, pero ¿qué puedo decir yo? Mi vida desde siempre ha sido un completo desastre, feo, cabello horrible, dientes con frenillos, más flaco que un palo de escoba… sí, mi existencia ha sido tan fea como yo. Aunque ha ido mejorando con el paso de los años, digo, ya no estoy tan feo como en mis años mozos, me salió un poquito de panza que fácilmente se disimula con las playeras que ocupo.

 

A veces el mundo nos vende una historia en la que el final llega con el “…y vivieron felices para siempre” en el cual el príncipe y la princesa se suben al carruaje jalado por caballos blancos y en medio de una escandalosa fiesta se despiden yendo rumbo a la felicidad eterna. En ese momento se dan un beso y la palabra “fin” aparece, y colorín colorado el cuento se ha acabado… ¡Pero no! Eso es imposible que le pase a Mikel Rivierea, jamás me ocurriría eso.

 

¿Por qué lo digo? Fácil, porque en este momento el tonto de mi amado tormento y yo buscamos desesperadamente el acta de nacimiento de nuestra pequeña hija, como cualquier pareja de padres tenemos que inscribir a la nena al colegio, ¿no pudo quedarse para siempre como una bebé? Aún recuerdo el día que llegamos a casa de mis papás con ella.

 

FLASH BACK

 

-Mira papá, mamá, ella es nuestra hija- sonreía feliz mientras cargaba complacido a mi hija.

-¡Pero qué lindura!- mi padre corrió a verla y en el trayecto noté que ‘accidentalmente’ aplastó salvajemente el pie de George.

-¡Oiga!- gritó molesto mi panzón favorito, bueno, no está tan panzón, pero es cierta esa leyenda urbana que a los hombres se nos bota la barriga cuando tenemos nuestro primer hijo, o fue eso o es que ya comemos demasiado.

-¡Mira Jerome tiene tus ojos!- dice emocionada mamá. Luego de una pelea horrible en la que casi me divorcio (pues habíamos quedado que el semen de George sería el que ocuparíamos y el muy desgraciado me embriagó para masturbarme y sacar mi semillita porque según él quería que nuestro primer hijo fuera mío) teníamos a la continuación de la dinastía Riviere.

-¡Yo quiero ver! ¡Quiero ver!- mi tía Beth trataba de quitar a todos los estorbos para conocer a su sobrina nieta, le dejaron el paso para que viera a mi nena.

-Admírala Beth, tiene el sello de la familia- mi papá sonreía orgulloso.

-¡El cielo me asista!- exclamó alarmada mi tía, se colocó sus lentes para poder ver bien- E… ehm… está simpática- forzó una sonrisa, volteé a ver a mi hija y no entendí porque puso esa cara.

-Espero que se componga- entre su inocencia la pequeña Francine de diez años decía.

-¡Hija!- la reprendió mi tía

-¿Qué?- la miró sin comprender- la pobrecita está fea… más fea que…-

-Francine es hora de tu merienda- dijo mi tía.

-Pero acabo de merendar-

-No es cierto… ve a comer- y de un empujón la lanzó a la cocina. No es cierto, mi nena no está fea, solo está hinchada, algo morada, con un cabello terriblemente necio, pero viéndola con ojos de amor está hermosa.

 -No le hagan caso, es una niña exagerada- sonrió

-Tiene razón Beth, mi hija es hermosa- y como todo padre ensanchado de felicidad George miraba embelesado a su primogénita.

-¿Y qué nombre pensaron para la niña?- preguntó mi tía, mis padres y Francine nos miraban expectantes…

-Pues se llamará…-

 

FIN DEL FLASH BACK

 

-¡La encontré!- gritó George sacando un papel medio arrugado de la caja de fotografías.

-¡Por fin! Llevamos toda la tarde buscándola, se supone que tu tenías que guardar los documentos de la niña- le recriminé

-¿Yo? Pero si tú eres el encargado de eso, yo solo soy el conchudo que trae dinero- lo miré retadoramente.

-Oye papá…- mi hija se acerca, mal momento, estamos teniendo una pelea de maridos desesperados.

-Ahora no preciosa- la detengo y sigo discutiendo- ¡Tú eres responsable de esos detalles George!-

-Papi George…- habló a mi esposo.

-Dame un segundo linda…- la detuvo y continuó- Tú eres responsable de eso, yo me mato trabajando y llego a casa cansado- miserable, bien me dijo mi padre no te cases, pero no le hice caso y ahora me peleo por un acta de nacimiento.

-Papá…- la nena nos hablaba pero seguíamos peleando.

-Debes cuidar la identidad de la niña… ¿te imaginas si se pierde su acta? ¿Cómo vamos a comprobar que ella es ella?-

-¡Papá! ¡Quise prender la estufa y se me quemó un guante y lo aventé al sillón y el sillón se está quemando!- de inmediato volteamos y vimos como nuestro sillón favorito ardía en llamas.

-¡Mi sillón!- gritó George

-¡Mis guantes!- y llenando jarras, tazas, platos y uno que otro envase de yogurt apagamos el incendio de nuestro sillón, el cual aún no terminamos de pagar. Nadie dijo que tener hijos era fácil.

 

Mi nena, de cabello rubio, piel blanca, anteojos y flaquita como palito de escoba nos miraba entretenida mientras su padre y yo apagábamos el incendio que ocasionó. Ahora creo que ser papá es la aventura más caótica que me pudo pasar, todo era más fácil antes, cuando era joven solo me preocupaba porque George no me tirara al depósito de basura y no irme señorito, ahora debo trabajar, mantener un casa, atender a un marido barrigón y una hija que demanda mucho tiempo.

 

-Nena, cuando quieras algo de la estufa díselo a papá George o a mí ¿De acuerdo?- Cansado por apagar el incendio en mi cómodo sillón le indiqué a la niña.

-Pero si te dije, bueno les dije…- ¿Nos dijo? ¿A qué hora? Ya estoy como mi abuelita Francisca, en paz descanse, no lo recuerdo.

-A ver hija, no nos dijiste nada…- George ya la iba a regañar cuando ella ocupó “el arma”-No, no te va a funcionar esta vez…- y entonces a niña acentuó más “el arma”, noté como mi esposo comenzaba a fruncir el ceño y éste le temblaba, señal de que…-De acuerdo, no te regañaré esta vez, pero la próxima si te va a ir mal- ella ganó. Cuando él quiere reprender a la nena, ella pone carita de gato, como mi neko cuando quería más comida, mi pobre gato, ya anda flojoneando en el cielo de los gatitos, y entonces el hombre cae rendido y pierde todo su poder, esa es “el arma” de ella.

Lo miro reprobatoriamente.

-¿Qué? La próxima vez si va a ser enserio- claro, eso dijo las otras cuatro veces.

 

Estábamos limpiando el desastre de cosas quemadas, cuando George dio la vuelta para poner una taza en la mesa, lo vi y noté cómo su calmado rostro comenzaba a ponerse rojo, eso es señal de que está comenzado a…

-¡Hija de tu padreeeeeeeeee!- está comenzado a enojarse. Entre sus manos tenía una hoja de cuaderno. Me acerqué y miré de qué se trataba. Era un dibujo, mal hecho, de un oso el cual tenía un corazón y con letra fea y torcida decía con todo mi amor seguido por el nombre de nuestra hija.- ¿Quién le anda dando estas cosas horribles a mi hija?- estaba furioso.

-Ah, es un dibujo que le dio su compañerito del kínder, Iker- dije con tranquilidad, olvidando por completo algo…

-¡Pero quién demonios se cree ese Iker para andar dándole cosas a mi niña! Lo voy a golpear, ¡No! mejor le pagaré con dulces a los bravucones del kindergarden para que lo golpeen… sí eso haré- había olvidado que mi esposo se convirtió en papá, y desde que yo recuerdo George es celoso con todo lo que es suyo, y esa niña es suya, la luz de sus ojos…

-Cálmate, no es para tanto- intenté tranquilizarlo.

-¡Claro! Como no es tu hija- lo miré y estaba a punto de darle un tremendo guantazo.

-Ya, perdón, si es tuya, pero… ¿No crees que sea mejor meterla a una escuela de monjas? Ahí puede aprender las cosas de Dios, capaz y decide ser religiosa, ese sería un buen camino para la niña- me dice con ojitos brillantes y sin poder evitarlo más, tomo uno de los cojines casi incinerados y golpeo su cabeza.

-¡Ninguna hija mía irá a una escuela de monjas! Te controlas y olvidas que esto pasó- este hombre es igual a mi padre- Además, recuerda que tú me sacaste de casa aun cuando mi papá te odiaba, cosa que sigue  haciendo lo claro, y te valió un cacahuate, así que resígnate, algún día vendrá un George a llevarse a nuestra niña-

-Lo tuyo y lo mío fue diferente, lo de la niña… eso… ¡Jamás! Mi pequeña se quedará aquí, conmigo, cuidándome cuando sea anciano y yo seré el único hombre importante para ella- niego con la cabeza y digo: Hogar, dulce hogar.

 

 

 

Vamos en la camioneta rumbo al colegio de la niña. Luego de batallar para encontrar sus documentos, los cuales George había guardado por varios lados de la casa, pudimos inscribirla. La primaria era un lindo lugar, espacio amplio, jardines y patios bonitos, aparte de ser la escuela en la que mi esposo y yo estudiamos y donde nos conocimos, qué bellos recuerdos, ya casi llegamos cuando siento que la nena me jala de mi dedito.

-¿Qué haces mi amor?- le pregunto, George no nos hace caso pues maneja.

-Es que… no puedo…- miro que sigue jalando mi dedo, ¿qué tiene?

-¿No puedes qué?-

-Esa cosa que tienes amarrada…- saca su lengüita y continúa con su labor.

-No te entiendo… en fin… Estaciónate aquí…- digo cuando veo el colegio, volteo para decirle a la niña que se siente y entonces el muy bruto frena de golpe haciendo que la cabeza de mi hija y la mía choquen. Tiene una mollera muy dura o la mía es una piedra… nos miramos fijamente y ponemos cara de puchero…

-¡George tonto!- dije con ganas de llorar

-¡Papá burro!- dijo ella y sí lloró.

-¡Lo siento! Es tu culpa Riverea, tú me dijiste que aquí…- me contestó

-Pero no seas bruto, no te vas a estacionar detrás de la camioneta de esa anciana que tenemos enfrente-

-¿Y por qué no? Si ella puede estacionarse ahí yo también-

-No, ella tiene inmunidad porque es viejita-

-Ahora resulta que la viejitas pueden hacer lo que quieran ¿no?- me debate

-Pues sí, ¿no recuerdas a mi abuelita Francisca?-

-Aaaah… cierto…- iba a continuar pero su celular sonó, lo miró, sus ojos temblaron y no contestó.

-¿No vas a tomar la llamada?- pregunté mientras limpiaba las lágrimas de mi hija.

-Ehm… no, luego… Ya bájate y lleva a mi princesa a la entrada- entrecerré mis ojos, este tipo le gusta darme órdenes, majadero-Te veo en la tarde mi amor, pórtate bien y nada de estúpidos novios ¡eh!-

-¡George! Por favor, es una niña, ella no anda pensando en…- iba a decir cuando la niña se escapa de mi mano y va corriendo al lado de un niño con peinado de rayita…

-¡Iker!- dijo mientras corría, el niño la vio y sonrió, se abrazaron y entraron juntos ignorando al padre rubio que la veía desde lejos y al padre castaño que casi arrancaba el volante del auto.

-Es el mocoso que iba con ella a kindergarden ¿cierto?- un aura maligna aunada a ojos rojos como bestia iracunda del infierno se presentaron frente a mí.

-Ehm… pues… ta… ta…- y como si se tratara que la cosa se pusiera peor, una voz al fondo de la camioneta se escuchó…

-Es el novio de mi sobrina y Mikel lo sabe desde que empezaron, ahora ¿se pueden apurar? que si no voy allegar tarde como todas las mañanas- lo olvidé por completo, la chismosa de Francine iba con nosotros, ahora es una adolescente de dieciséis años y está insoportable, cree que nadie la entiende, que nadie la quiere, que nadie la respeta, tiene el autoestima regada por el suelo, pero ni eso le quita las ganas de entregarme cada que puede…

-¿Qué tu qué?- mi esposo me mira, ella sonríe y se vuelve a poner sus audífonos.

-Ehm… pues… yo… yo no…- ¡salvado por la campana! Suena su celular de nuevo. Respiro hondo. Noto que él se pone incómodo.- ¿No vas a contestar?- pregunto.

-Ehm… no. Es de la oficina, al rato veo qué quieren. Ya es hora de irnos, si no Francine llegará tarde. ¿Verdad preciosa?- le pregunta, ella le sonríe amablemente.

-Eso sí, vamos a dejarte, linda- la miro y pone su cara de palo, la que siempre tiene, a veces creo que me odia.

 

 

Luego de dejar en la preparatoria de la malhumorada de Francine, George me lleva a mi trabajo, es la rutina diaria, parecía llevar prisa, porque manejó más rápido que de costumbre, este marido mío es un sujeto tan extraño, a veces me pregunto qué le vi, por qué no me fije en otro, por ejemplo en Mau, pero me sería muy difícil amar a otro hombre que no sea este panzón celoso y a veces mal encarado.

-Mikel, hoy llegaré tarde, así que no me esperes para cenar- otra vez, ya son dos noches con esta que no llega a cenar.

-Vaya, creo que debes trabajar demasiado- digo con pesar, no me gusta que la nena y yo estemos sin él.

-Si- me contesta seco, parece que no está de muy buen humor.

-¿Pasa algo?- lo miro, él sigue concentrado en manejar. Por unos segundos me mira de reojo y luego vuelve la vista al frente.

-Nada…- gira el volante y se estaciona frente a mi trabajo- Ya está, que tengas un buen día- se acerca me besa rápidamente en los labios y vuelve a su postura de conductor.

-Bien… te veo más tarde…- algo preocupado me bajo y lo miro, ¿será que exagero o en verdad ha estado algo enojón últimamente?

Me hace una mueca de despedida y arranca, George a veces es un tipo muy extraño.

 

 

 

En la tarde voy a casa de mi madre, porque ella pasa por mi hija al colegio y la lleva para allá. Estamos en la sala tomando café, mi tía Beth no tarda en llegar, porque Francine también está ahí, la muy haragana se bota en el sofá mientras ve sus películas de asesinatos y cosas feas, la adolescencia es algo por lo que los seres humanos jamás deberíamos  pasar, se sufre mucho, si lo sabré yo.

 

-Hijo, ¿Estás bien?- me pregunta mi mamá mientras muevo el café con la cuchara.

-¿Eh? ¿Cómo?- salgo de mis pensamientos. Mientras lo hago, mi princesa sigue aferra con mi meñique, es mi hija,  no cabe duda, es igual de rara que yo.

-Está… está enredado…- dicen mientras mira algo en mi dedo, algo que por supuesto yo no sé qué es.

-Ya te dije que no puedes hacer nada…- le dice Francine sin dejar de ver su película de muertos, por lo que mi hija se levanta y va a platicar con ella. Esas dos muchas veces pareciera que platican en clave. Las miro y siento como mi mamá me jala del brazo.

-Mikel, ¿Te pregunté si estás bien?-

-Sí, claro… muy… muy bien- le sonrío-

-Te noto serio, desde que llegaste te veo algo pensativo, ¿pasa algo con George?- y como si fuera adivina da en el blanco, mi marido.

-Pues… no sé… es algo extraño, ayer estuvimos discutiendo, hace uso días, cuando inscribimos en el colegio a la niña todo parecía normal, pero siento que anda algo estresado de un tiempo para acá, como enojado, no sé qué le pasa, le pregunto pero no me dice nada, hoy no llegará a cenar, es la segunda noche que pasa eso y me parece raro- contesto apesadumbrado.

-Ay hijo, yo creo que es normal, a veces tu padre anda igual y por más que le pregunto no me dice nada, déjalo unos días, quizás es pasajero, ya volverá a ser el mismo- me dice mientras sonríe, me gusta platicar con mi mamá, siempre tiene la palabra justa en el momento indicado.

 

Unos instantes después suena el timbre, mamá abre y aparece la figura algo regordeta de cierta persona…

-Llegó la alegría del hogar…- canturrea y la miro, hoy no estoy muy animado- Pero qué carita, me recuerdas a cuando eras más feo que la cola de un perro Mikel…- se me acerca y me mira.

-Está así porque George se dio cuenta que ya no lo quiere y por eso Mikel se siente temeroso de formar parte de las estadísticas de los divorciados- menciona mi prima desde el sofá, pero qué adolescente granienta y malhumorada más chismosa, pero si basta con preguntarle a ella para que sepan mi vida… jovencita entrometida…

-No es cierto, George me quiere y no me voy a divorciar…-

-¿Si se divorcian me puedo quedar con mi abuelita Rosetta?- pregunta mi hija, ¡pero qué rayos! Hasta mi hija piensa eso…

-No, ya te dije que yo me quedaré con la tía Rosetta cuando mi mamá y mi papá se divorcien, tu quédate con tu otra abuela-

-¡Francine! Por favor, ¿de dónde sacas esos disparates?- la regaña mi tía Beth.

-Ay mamá, ¿a poco no sabías que papá llegó desde ayer?- dijo ahora sí mirándonos. Esa niña es el demonio, en verdad, pienso seriamente en separar a mi nena de su maléfica compañía.

-¿Desde ayer? ¿No llegaba hoy? ¿Pero qué está pasando aquí?- se sienta mientras piensa.

-Ay niñas, por favor, no digan esas cosas, sus papás no se van a divorciar- entra mi mamá a calmar los ánimos, lo bueno es que a ella sí la respetan.

-Pues si me voy a quedar contigo tía, porque tu también te vas a divorciar, ¿A poco no sabías que mi tío Jerome ya no se queda en el trabajo por las tardes?- nos mira la malvada, será que volvió a las andadas mi papá… ¡Noooo!

-Eso no es cierto Francine, tu tío está en el trabajo…- dice mi mamá mientras se sienta. Ahora estamos los tres sentados y algo preocupados.

-Tenemos que averiguar qué pasa con nuestros maridos, esto no es algo bueno, lo huelo, aquí apesta a algo raro, y me suena q   ue alguien anda de fácil, y no somos nosotras- la miro mal, yo no soy mujer- Bueno, no es un secreto que tú eres el pasivo del matrimonio, así que te considero una más del club- me sonrojo.

-¿Qué es pasivo papá?- me pregunta mi hija y me sonrojo más, no sé qué contestarle.

-Ay niña, mi mamá se refiere a que tu papá George se la cla…- no, no dejaré que acabe…

-¡Nada nena! No escuches a esa adolescente encarnación del mal- mocosa grosera.

-¡Ya cállense! Le estoy llamando a Víctor- mi tía tiene el celular en la oreja, luego de varios intentos dice- me manda el buzón…-

-Deja le llamo a George…- uno, dos, tres tonos… nada… lo intento y nada… me manda a buzón de voz.- ¡Ay mamá! ¡Ay tía! Me manda al buzón, no me contesta…-

-Es todo, tenemos que investigar, vigilar, espiar a nuestros maridos, esos infelices nos están traicionando…- asiento, mi tía tiene razón, algo aquí anda mal…

-Ya, no sean exagerados, tranquilícense- mamá nos dice.

-Como a ti no te manda a buzón por eso no te espantas hermana, pero a ver, llámale a Jerome a ver si te contesta…- la reta mi tía Beth.

-No, haré algo mejor, le llamaré al trabajo y verás que está ahí- toma el teléfono de casa y marca, le reciben la llamada- Buenas tardes señorita, me podría comunicar con mi esposo, Jerome Riviere por favor…- espera unos segundos y notamos que abre los ojos como platos- ¿Cómo está de permiso desde hace dos días?- espera otros segundos y se despide amablemente de quien le contestó…- Muchas gracias, es muy amable…- con furia estrella el teléfono- ¿Por dónde comenzamos a espiar a esos traicioneros?- iba a contestarle mi tía cuando mi móvil suena…

 

-Hola…- contesto, es Tina, la ex plástica

-¡Mikel! ¡Mikel! ¡Nicholas me engaña! ¡Me está engañando!- me dice mientras llora, mis parientas ven como mi rostro se transforma, les preocupa, me preguntan en voz baja qué pasa, sin poder mentirles les digo…

-Es Tina… Nick la engaña- comento tapando la bocina para que ella no escuche que estoy soltando el chisme…

-Es todo, esos miserables sabrán quienes somos…- dice mi tía muy enojada, yo con el teléfono en la mano me cuesta creerlo… George muy posiblemente me está engañando…

 

 

 

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

¡Gracias!


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