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Utopía por albert2822

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, pertenecen al creador de One Piece, Eiichiro Oda.

Notas del capitulo:

Hola a tod@s. Aquí les traigo una nueva historia, creada especificamente para el concurso de fics de la pág. web de Lunapieces.

Una historia corta sobre dos de los personajes más misteriosos de la serie. Espero que os guste.

 

UTOPÍA

Ciudad de Loguetown, hace poco más de once años.

La noche era tranquila y la luz tenue de la luna entraba reflejada por los cristales de la ventana, iluminando la habitación donde ellos dos se encontraban haciendo el acto de amor. Esos esquejes de luz salían proyectados por toda la cama debido a la refracción de los rayos chocando con las lentes oscuras que el pirata rubio portaba. Pero a pesar de toda la luz de la sala, a él le era imposible ver el rostro de su acompañante ya que este lo escondía entre las sábanas y su orgullo. Pero, en realidad, no era solo eso lo que trataba de disimular.

-Basta, bastardo… vas a desgarrarme ahí detrás…- dijo con voz entrecortada el chico que refugiaba su vergüenza entre las ropas de la cama a la vez que procuraba que sus gemidos no llegaran a oídos del otro. Pero este no le hizo caso- ¡Joder, duele, maldita sea!

-Como si pudiera, con esos sonidos tan placenteros que estás produciendo.  Que sepas que me estoy controlando - contestó el chico rubio de lentes mientras continuaba embistiendo con fuerza a su compañero, palpando con sus amplias manos el torso desnudo de este-  ¿No ves como lo está disfrutando tu cuerpo, pequeño Croco?

-Cállate maldito, no sabes respetaaaar… a tus mayores- se quejó por los comentarios el hombre de oscuros cabellos, tales como la oscuridad que albergaba en su corazón. De nuevo, el hombre que llevaba el movimiento no prestó atención a los reproches del otro, solo pensaba en disfrutar del placer del sexo con aquella persona que estaba entre sus brazos. Y así hacía. El chico rubio encontró en el interior de Crocodile un lugar “especial” que provocaba sonidos verdaderamente gratificantes para sus oídos, pero parecía que a su acompañante no le gustaba que le provocaran de esa forma- Doflamingo… acaba yaaa…

-Si tanto lo deseas- le susurró al oído Doflamingo para posteriormente comerle la oreja. Con una de sus manos, se quitó las gafas y de nuevo se acercó a Crocodile, girándole el rostro para fundirse ambos en un beso tan apasionado que ni ellos dos se lo habrían imaginado nunca. Aunque tratara de esconderlo, el rubor en las mejillas del hombre de arena tras aquel gesto era inconfundible y eso excitó en gran medida al chico rubio. Sus movimientos, acompasados, comenzaron a tener efecto en sus cuerpos. Tal era el calor y la excitación que había en ellos, que al poco de escuchar el ruego de Crocodile, ambos se vinieron a la vez tras retomar sus embestidas. Al acabar, Crocodile se giró para replicarle al rubio su dureza, pero no pudo. Este ya se había recostado para dormir, y al hombre de arena no le quedó otra que hacer lo mismo e irse a dormir sin poder ver el rostro de su amante. Ambos se quedaron durmiendo en la cama del hotel mientras la noche salvaguardaba sus sueños y pensamientos. Sin embargo, los de Crocodile estaban centrados en las últimas acciones del rubio, quien había actuado diferente a lo normal.

A la mañana siguiente, los primeros rayos del sol iluminaron los ojos del adormecido Doflamingo. Lentamente, y sin hacer ruido, se levantó de la cama no sin antes colocarse las gafas. Se vistió con una bata blanca de plumas y encaminó su paso hacia el ventanal de la habitación. Mientras miraba el horizonte de aquella ciudad del comienzo y el final, su mente no dejaba de reflexionar en todo lo que acontecería en un futuro, después de aquel día.

Pocos minutos después de que el rubio se despertara, lo hizo Crocodile, a quien a causa del lío mental de esa noche, le había costado conciliar el sueño. Sin embargo, cuando abrió sus ojos estos se quedaron fijos en una figura. Una silueta esbelta, bien tonificada y cuidada, e incluso por su mente pasó el adjetivo de suculenta, pero claro que no lo iba  admitir delante de nadie y menos del rubio. Para desviar estos pensamientos, rompió el silencio de aquella habitación, dándole su particular buenos días a su acompañante.

-¡Joder, casi me rompes el trasero, ero-Mingo! Como me vuelvas a hacer eso, te mato- amenazó de buena mañana el chico moreno todavía cabreado por las acciones de la última velada.

-No te preocupes por eso, que no habrá una próxima vez- sin girar su rostro hacia él, sin desviar la mirada del horizonte, Doflamingo soltó su resolución, aquella que estaba en sus pensamientos durante estas últimas horas.

-¿De qué estás hablando?- preguntaba incrédulo Crocodile quien no entendía las palabras que había escuchado salir por la boca del rubio.

-De que nosotros no volveremos a tener sexo. Total, eso era lo que tú deseabas- contestó Doflamingo, la primera parte con tono decisivo, mientras que la segunda le costó algo más de pronunciar. No obstante decidió aplicar una nueva táctica- He escuchado los rumores de que rondas por la zona de Arabasta. No me digas que añorabas estar cerca de tu elemento natural, Crocodile. Vas a tener que portar un saco de arena siempre contigo, jajaja.

Pero esta respuesta no agradó para nada al hombre de cicatriz en el rostro. Con tremenda fuerza, pegó un  puñetazo en la mesilla de noche, casi partiéndola en dos y se puso de pie delante del rubio, a pesar de que este decidió no voltear su cabeza.

-¡¿Pero qué coño estás diciendo ahora?! ¡¿Pretendes que acepte esta tontería tuya?! Tú me hiciste así… así de lascivo, maldita sea. Me sometiste, me avergonzaste y heriste mi orgullo cada vez que metías tu polla en mi culo. ¡¿Acaso has pensado alguna vez en lo despreciable que me sentía cada vez que lo hacíamos?!- Crocodile sin duda estaba muy cabreado. Más bien, furioso. Su voz empezó a elevarse con cada pregunta que le lanzaba al otro- ¿Crees que deseé toda esta humillación? Joder, pues claro que no. Pero ahora no pretendas seguir siendo tú el que  tome las decisiones. Ser el único que es libre en esta maldita mierda. Tú me hiciste esto y debes tomar la responsabilidad, Doflamingo.

-Pero no puedo- contestó escuetamente el chico que miraba por la ventana.

-¿Porqué? Explícame el motivo de esta idea tan irracional y egoísta- le exigió Crocodile mientras seguía gritando con furia y enfado destrozando  la firmeza de su amante.

-Porque dentro de poco iniciaré el plan definitivo, el más importante en mi vida y no puedo estar ligado a nadie, y menos a ti- contestó sin dar muchas explicaciones Doflamingo.

-¿El plan definitivo? ¿De qué cojones estás hablando ahora? – volvió a cuestionarse el hombre llamado Crocodile, quien seguía sin entender las verdaderas intenciones de aquella persona, a la vez que notaba como su pecho ardía, y no precisamente era de la misma forma que lo hizo la anterior noche.

-Recuperar lo que es mío por derecho y obtener mi ansiada venganza- reveló por fin su objetivo el joven amo de rubios cabellos mientras seguía apartando la mirada hacia el otro.

-¿Es esa la verdadera razón? ¡¿Es esa la maldita razón por la que me apartas de tu vida?!- Crocodile se cansó de tonterías y cogió por el brazo a Doflamingo y le obligó a mirarle a los ojos para escuchar su respuesta.

-Eres… eres una molestia para mi plan… Para mí, Crocodile- contestó el chico de dorados cabellos enfrentando por primera vez al otro.

-Ya veo, soy una molestia para lograr lo único que te importa- Crocodile lo soltó y se marchó hacia la cama para sentarse sobre el borde de esta- El resto solo somos meros juguetes y entretenimientos mientras intentas lograr tu propósito. Yo solo fui una mera marioneta en tus manos. Ahora entiendo todo- contestó aún más cabreado mientras veía como el chico rubio se acercaba cada vez más a la ventana y la abría- Pues sabes, ¡tu dichosa venganza contra el gobierno mundial te llevará a la muerte!

-Pues ese será el castigo por todos los pecados que he cometido- dijo Doflamingo mientras deshizo el cierre del ventanal y lo abrió. Tras esto, se volteó cara a su amante- Adiós, para siempre, Crocodile.

Doflamingo saltó por la ventana, para más tarde surcar los cielos con sus hilos. Cuando volaba, el viento del amanecer chocaba contra su rostro, el cual estaba empañado y dejaba un rastro de cristales por formar como si fueran dientes de león esparcidos por el cielo. Mientras, en la habitación del hotel, desnudo y postrado sobre la cama, se quedó Crocodile. Solo, él y su frustración abandonados y despechados. Sintiéndose utilizado y humillado. Pero sobre todo, notando como algo en su interior se encogía por momentos.

-¡Joder!- gritó con sufrimiento y frustración tras pegar, de nuevo, un puñetazo, pero esta vez sobre la cama.

Rainbase, más conocida como “la ciudad de los sueños”, hace más de cuatro años.

Hace ya varios años que Crocodile decidió instalarse en la región de Arabasta para conseguir aquello que más desea, la fuente de todo poder militar. Para ello, fundó una organización criminal denominada Baroque Works, quienes operaban infiltrados en las diferentes instituciones del reino para encontrar información sobre su objetivo final. Mientras tanto, él se hacía pasar por el héroe del pueblo para ganarse el aprecio de las personas y del gobierno y así hacer que sus actos delictivos pasaran por alto. Sin embargo, necesitaba personas de confianza para la consecución de su propósito, y estaba eligiendo a aquellas más poderosas que se convertirían en los agentes principales de su organización. Pero antes, la clave para la obtención de ese poder militar había caído en sus manos, en forma de una joven mujer buscada por el gobierno mundial, la cual, acababa de ascender como su mano derecho en la banda criminal.

-Sir Crocodile, le dejo los candidatos a agentes oficiales en la mesa. Personalmente, y siguiendo sus directrices, estuve investigando y creó que estos serían los adecuados para ocupar esos puestos- dijo una chica de cabellos oscuros en forma de melena corta, tras dejar unos papeles sobre la mesa de quien era su jefe.

Mientras de fondo la chica observaba una inmensa pecera repleta de hambrientos cocodrilos, delante de ella, un sillón de despacho comenzó a girarse, hasta que los ojos de aquel que portaba una cicatriz y los suyos se cruzaron. Crocodile comenzó a revolver y a leer por encima los papeles que le había triado la mujer. Tras pasar un rato, había llegado ya a una conclusión.

-Buen trabajo, Miss All Sunday. Tengo grandes expectativos en el caza recompensas Daz Bones y en el resto. Todos ellos serán buenos “agentes”- explicó contento y con cierta ironía el hombre de oscuros cabellos, pero de repente, algo le llamó la atención. Algo que portaba la joven- ¿Qué lleva ahí?

-El News Coo del día. Iba a terminar de leerlo ahora- contestó la chica morena mientras sacó de entre sus brazos el periódico.

-Déjeme ver- por alguna razón que no entendía, Crocodile estaba muy interesado en leer el periódico del día de hoy.

La mujer se lo entregó y mientras su jefe observaba la página principal, esta comenzó a comentarlo.

-Creó que trae un artículo sobre el Shichibukai Donquixote Doflamingo, pero no recuerdo el titular- dijo la mujer de oscuros cabellos a la vez que el hombre seguía observando con detenimiento aquel artículo de prensa.

-“El adorado rey de Dressrosa”- leyó en voz alta Crocodile justo cuando comenzó a sentir que la ira iba consumiendo todo su ser. En ese instante, se le pasó por la mente desgarrar a pedazos el periódico o dárselo de comer a los cocodrilos, pero la voz de la chica hizo que detuviera sus impulsos agresivos.

-¿Está usted interesado en saber lo que le ocurre al resto de sus compañeros del Shichibukai?- preguntó, un tanto inocente e inmiscuida, la joven de melena corta, a quien le gustaba tener información sobre las personas con las que trabajaba.

-¡No! Como si se pudre en el mismísimo infierno- gritó enfurecido Crocodile cara a su secretaria quedando esta, muy sorprendida por la actitud incontrolada de Mr.0- Váyase a trabajar, y deje de meterse en asuntos que no le incumben.

La mujer apodada Miss All Sunday se retiró del despacho como alma que lleva al diablo. Hacía poco que estaba bajo las órdenes de aquel hombre y tenían intereses en común, pero jamás lo había visto tan enfurecido. Sin duda, esta entendió que no debía meterse con aquel hombre que en la actualidad era su superior. Mientras, en el interior de la sala, Crocodile, solo y en silencio terminó de leer el artículo sobre su antiguo amante y no pudo evitar unas palabras que salieron por su boca.

-Ellos solo conocen la estúpida fachada que tiene, pero en realidad es la persona más manipuladora que conozco- sin embargo, tras pronunciar esta última afirmación un recuerdo vino a la memoria del hombre del garfio. Un recuerdo de aquella noche, el cual, provocó en él un rubor que no pudo evitar.

Rainbase, hace poco menos de un año.

La fecha para la consecución del objetivo final de Baroque Works estaba muy cercana. Debido a eso, su superior había llamado a sus subordinados a una reunión extraoficial. En estos momentos, se encontraban en medio de esta, donde revelaban la identidad de Mr.0 a los agentes oficiales.

-Señores, os presento a Mr.0- introdujo la señora Miss All Sunday a su jefe mientras este, quien presidía la mesa. Volteó su sillón y se presentó ante el resto de sus subordinados, que habían ejecutado las misiones encomendadas manteniendo fidelidad a la organización y desconociendo hasta hoy la verdadera identidad de su jefe.

-¡¿El Shichibukai Sir Crocodile?!- dijo Miss Doublefinger a la vez que tiró la pipa de humo que movía entre sus dedos. Mientras, el resto se habían quedado atónitos por la revelación del cabeza de su organización.

-Pero, esto no puede ser- se preguntaba Mr.2 Bon Kurei, el okama de la banda, quien aquella idea no la concebía en su cabeza- Un aliado del gobierno mundial no puede operar organizaciones criminales a escondidas.

-Señores, cálmense. Entiendo su sorpresa y sus inquietudes, pero, ¿y sí la verdadera intención del aliado del gobierno es derrocar a este?- lanzó la pregunta del millón el hombre cuyo apodo era Mr.0 pero que en realidad se llamaba Crocodile, uno de los siete piratas que servían al gobierno del mundo a cambio de unos privilegios.

-¡Eso es imposible!- contestó confundida pero a la vez muy sorprendida la agente Miss Merry Christmas.

-Eso no es verdad, porqué la misión final de esta organización criminal es hallar el arma militar más poderosa del mundo, el Plutón, y con ella conseguiremos derrocar al gobierno mundial y al resto de nuestros enemigos. ¡Os presento la operación Utopía!- Crocodile reveló su objetivo definitivo cara al resto de sus agentes oficiales- Además, conseguiremos un país desde el cual dominaremos el mundo. Tendremos Arabasta y al mundo en nuestras manos- de nuevo, Sir Crocodile quien decía orgulloso su plan, se calmó para entrar en los datos para la ejecución final-El resto de los detalles de la misión están en los papeles.

La agente Miss All Sunday repartió al resto de integrantes los detalles de la misión. Tras esto, todos ellos firmaron un pacto de silencio y complicidad, y pusieron en marcha las más viles artimañas para lograr su objetivo.

Plaza central de Alubarna, unos días más tarde de la reunión en la Rainbase.

El todavía desconocido pirata Monkey D. Luffy acababa de derrotar al Shichibukai Sir Crocodile, después de que todos sus planes, tanto la obtención del Plutón como la explosión en la plaza de la ciudad, se frustraran por los piratas del sombrero de paja. Ahora, mientras la lluvia regresaba a la región de Arabasta tras tres años de sequía, el que antaño era respetado como el héroe del país ahora yacía inconsciente en medio de la muchedumbre y la polvareda de la plaza central. Las miradas de los aldeanos, quienes acababan de averiguar la verdad del complot de la organización criminal contra el país, se clavaban sobre el cuerpo inerte de Crocodile. Entre la multitud, los soldados de la marina llegaron para detener a los criminales. En particular, a una inexperta capitana de azulados cabellos le tocó la labor de arrestar al cabecilla de toda esta organización.

-Sir Crocodile, queda usted detenido en nombre de la justicia impartida por la marina. Se le acusa de los cargos de atentar contra la vida de la familia real de este país, de asesinato de personas inocentes, de manipulación de objetos prohibidos, de…- la voz de la capitana iba desapareciendo en los oídos del medio inconsciente Crocodile. En su lugar solo podía ver y escuchar a aquel hombre de rubios cabellos, y mientras le seguían leyendo sus acusaciones, unas imperceptibles gotas, distintas a las de la lluvia, empañaron el rostro de aquel hombre egoísta de la arena.

Dressrosa, una semana después de la detención de Crocodile en el país de Arabasta.

El rey del país, de rubios cabellos y estrafalarias prendas de vestir, dormía sobre la silla de su escritorio mirando al horizonte por la ventana. Desde hacía varios años que esa había sido una costumbre suya, que no se podía quitar. Mientras descasaba sus ojos, un rostro lúgubre se le apareció en sus sueños. Un rostro que pudo identificar bien por la cicatriz que lo atravesaba por la mitad. Pero cuando este rostro le iba a decir algo importante, una estruendosa voz de fuera le interrumpió el sueño con aquella persona de su pasado.

-¡Doffy!, ¡Doffy! Tienes que leer esto, son noticias importantes- sin pedir permiso un hombre grueso se acercó al joven amo. De aspecto grotesco tanto por el abrigo andrajoso que portaba como por los mocos que colgaban de su nariz, no tenía el cuidado de respetar la intimidad ajena ya que siempre que hablaba con una persona, se le echaba encima.

-¡Trébol, te he dicho mil veces que no armas tanto alboroto cuando entres!- dijo Doflamingo tras despertarse un tanto cabreado por la irrupción- Además, apártate de encima de mí. No me dejas espacio para respirar.

-Lo siento Doffy- se disculpó el señor, a quien parecía tenerle gran respeto y admiración.

-Da igual- el joven amo no quiso darle más importancia a algo que era imposible de evitar para su subordinado- ¿Qué querías?

-Ha llegado un mensaje directo del gobierno mundial, y además, debes leer este artículo cuanto antes- anunció Trébol las noticias mientras dejaba sobre la mesa el periódico con la noticia y el mensaje. Aunque iba a leer antes la información del gobierno mundial, sus ojos se desviaron hacia la imagen que acompañaba el titular de principal de la portada del periódico, y se quedó estupefacto al leerlo.

-Doffy, ¿te encuentras bien?- preguntó Trébol tras ver como la cara de su joven amo cambiaba por completo tras la lectura de aquella noticia. Un rostro con el ceño fruncido, con las facciones furiosas y las manos inquietas. Sin duda, un semblante totalmente desencajado tras las revelaciones expuestas.

-Lárgate Trébol- dijo enfurecido Doflamingo a su subordinado para que se callará y lo dejará solo.

-Pero Doffy…- replicó el subordinado al superior casi otorgándose un pase directo a la tumba por esta acción temeraria.  

-¡He dicho que te largues! O ¿quieres que te vuele los sesos aquí mismo?- amenazó Doflamingo a uno de sus subordinados más fieles, notándose la gravedad del asunto.

Sin decir ni una palabra ni un reproche, Trébol se marchó por donde vino. Estaba claro que el joven amo estaba cabreado, como nunca lo había visto, y eso que lo conocía desde hacía tiempo. Dentro, en el despacho y sin que nadie le molestará, el hombre de rubios cabellos terminó de ojear la noticia que tenía delante a la vez que sentimientos encontrados iban formándose en su mente y su interior.

En la mente de Doflamingo iban resonando las frases que aparecían en el cuerpo de la entrevista: “Desarticulada la organización criminal que quiso destruir el país de Arabasta” “Con el nombre de operación Utopía ¡atentaron contra la familia real Nefertari!”. Pero la que más llamó la atención al hombre fue aquella en la cual aparecía el nombre del cabecilla de la banda: “La banda estaba dirigida ni más ni menos que por el Shichibukai Sir Crocodile”. Doflamingo estaba consternado, más bien afligido, con un dolor y una confusión en su pecho que no había tenido en años. Intentó calmarse pero le era difícil. Se levantó del asiento, y pegó un puñetazo en la pared de detrás. Tras esto, se volvió dejando una mueca en los ladrillos del castillo y un fuerte dolor en su mano, por la cual comenzaba a salir sangre. Optó por desviar su atención de aquello y leer la nota del gobierno mundial. Sin embargo, esta sembraría en Doflamingo el pánico que más se temía. El mensaje decía: “Esperamos que usted no tenga la intención de usar un arma ancestral contra nosotros, como el estúpido de su compañero, el ya ex Shichibukai Sir Crocodile. Porque de lo contrario lo pagaría muy caro, Donquixote Doflamingo.”

-No puede ser…- el hombre de pelos dorados como los rayos del sol que entraron aquella mañana de hace once años no se podía creer la conclusión a la que había llegado- No puede ser que tú aún… serás idiota.

Utilizando de nuevo sus hilos, salió por la ventana de la habitación, decidido a ir a cierto lugar a resolver de una vez aquel malestar en su interior.

-Doffy, Doffy, ¿Dónde vas?- preguntaba gritando el subordinado Trébol desde el patio del palacio al ver la partida de su amo. Sin embargo, este no recibió respuesta ya que en los pensamientos de Doflamingo solo había cabida para uno.

Prisión de Impel Down, actualmente.

Dos días le había costado al hombre de lentes oscuras y rubios cabellos arribar hasta aquella inmensa e infernal prisión. Sin prácticamente parones y con horas de sueño perdidas, por fin se encontraba frente al sitio donde quería estar. Nada más llegar, los carceleros de dentro notaron su presencia y en seguida fueron a recibirle a la entrada. En este caso le tocó al vice alcaide Hannybal, un sujeto de aquellos que solamente se quieren a ellos mismos y que con aires de superioridad se acercó al invitado recién llegado.

-¿Qué le trae por este lugar, Donquixote Doflamingo?- preguntó Hannybal con  tono soberbio e irrespetuoso hacia la persona que tenía delante de él- Le recuerdo que este es un lugar tabú para gente como usted.

-Vengo a ver a un prisionero- respondió el rubio con pocas palabras sus intenciones ya que no deseaba perder tiempo frente a ese individuo hipócrita.

-Eso no será posible. Dentro de nuestra política de normas y leyes, y como usted bien conocerá, no está permitida la entrada de un ser ajeno a la prisión a no ser que venga acompañado de un alto cargo del destacamento de la marina- denegó la petición el carcelero, quien disfrutó haciéndolo- Y menos dejaremos pasar a un pirata, da igual que esté protegido por el gobierno mundial.

Sin darle casi tiempo a reaccionar, Doflamingo cogió por el cuello al carcelero y lo elevó mientras lo estrangulaba con furia. Sus dedos apretaban con fuerza el cuello del hombre a quien pronto le faltó aire.

-Más le vale que regrese su trasero ante su jefe y le diga que me deje entrar. De lo contrario, sufrirán una ira peor que la del propio gobierno mundial- amenazó peligrosamente el pirata a la vez que apretaba cada vez más su mano, dejando casi sin respiración al vice alcaide.

Pero al final parece que sus palabras fueron escuchadas ya que la puerta de la prisión se abrió. Al momento, Doflamingo tiró al suelo al carcelero pero antes de entrar, exigió unas nuevas peticiones para complacer su estancia en aquel lugar.

-Deseo ir solo, no hace falta que nadie me acompañe, y espero discreción con  las cámaras, si no quiere que acabe lo que empecé hace un momento- volvió a intimidar Doflamingo con aquellas peticiones, mientras que Hannybal solo pudo asentir con la cabeza para complacer al pirata.

Tardó varios minutos en llegar hasta el fondo de aquella prisión subterránea. Había atravesado terribles infiernos para ir, pero a él no le importaba, ni siquiera se inmutaba, solo deseaba estar cuanto antes allí abajo. Ya en el último nivel de la cárcel, el nivel seis de vigilancia, aquel donde se hallaban los peores monstruos que había dado el mundo de la piratería, salió con paso firme a buscar su objetivo. Pero antes, lanzó su ataque Tamaito, es decir, su bala de hilo, para destrozar las cámaras de aquel piso.

Comenzó a avanzar por el extenso pasaje manteniendo el semblante inmutable ante las feroces y asesinas miradas de los encarcelados, incluso escuchaba abucheos y amenazas a las cuales hizo oídos sordos. Sabía perfectamente que alguno de ellos podría ser un antiguo enemigo suyo, pero eso no le importó. Solo pensaba en proseguir su camino. Fue por ese mismo motivo, sumado al intento de crear privacidad, que creó unas largas y cubiertas telarañas en los barrotes de las celdas con su ataque Kumo no Sugaki. Con esto consiguió tapar su presencia al resto de presos, menos a uno. Retomó sus pasos. Pasos que se escuchaban perfectamente a causa del eco de la prisión y por el tacón de su calzado. Poco a poco se aproximó hasta el lugar donde quería llegar y, finalmente, unas celdas más allá, allí se encontraba él. Miró de frente el calabozo, sin decir nada. Miró con sigilo a la persona que había en su interior. Era un hombre que conocía muy bien, pero ahora se encontraba bastante desaliñado y descuidado, con sus respectivos ropajes de preso y con su inconfundible grafio y cicatriz en el rostro. Sin embargo, a pesar de que deseaba mantener aquella tranquilidad por unos momentos, todo silencio llegaba a su fin, pero no fue él el encargado de acabarlo.

-¿Qué haces aquí?- preguntó una voz dejada desde dentro de la mazmorra. Una voz que no le importaba nada, ni siquiera seguir viviendo. Pero sin duda, una voz dolida por todo lo que había tenido que sufrir en su vida.

-He venido a verte- contestó con cierta sonrisa el hombre de pelo rubio quien intentaba mantener su habitual arrogancia aunque en cierta forma le costaba bastante- ¿No te alegras de verme, Croco?

-Hace tiempo que no me llamas por ese nombre, desde…- no término de decir Crocodile la frase cuando fue el otro quien había contestado.

-Desde la última vez que hicimos el amor, juntos- respondió Doflamingo a Crocodile.

-No. Desde la última vez que me humillaste y heriste mi orgullo- contestó con dolor el preso mientras el invitado sentía como caía sobre él el peso de aquellas duras palabras- Márchate. No deseo hablar contigo. Solo aguardo el momento que me ejecuten o me mate yo de cansancio.

-¿Por qué lo hiciste?- preguntó Doflamingo sin escuchar la petición que le había hecho la otra persona.

-¿Por qué hice qué?- Crocodile quería que su visita especificará más el tema sobre el que le preguntaba, aunque en el fondo sabía perfectamente a que se refería con aquella pregunta.

-¿Por qué intentaste destruir al Gobierno Mundial? – especificó más su pregunta el chico de rubios cabellos y lentes oscuras.

-Simplemente, por ambición por obtener poder- contestó sin pensárselo dos veces Sir Crocodile.

-¡Mentira!- por primera vez en la vida, Crocodile vio como Doflamingo comenzaba a alterarse. Era como si estuviera a punto de perder los nervios, o como si estuviera a punto de hacer una locura- ¡¿Por qué decidiste tomar mi objetivo?! ¡Explícamelo, bastardo!

-Porque te quiero- respondió escuetamente y en voz baja el hombre que estaba entre rejas, revelando por fin la desdicha de su corazón.

Doflamingo se quedó sin palabras. Por unos segundos, el silencio volvió a inundar aquel lugar. Simplemente, este miraba estupefacto al otro después de la confesión que acababa de escuchar. Sin embargo, como era tan extraño, Doflamingo aún no lo tenía claro todo aquello que sus oídos apenas habían llegado a escuchar.

-¿Cómo?- preguntó incrédulo el rubio rompiendo de nuevo el silencio, y haciendo que ahora sí captará la atención del hombre de cicatriz en el rostro.

-¡Que te quiero, imbécil!- gritó Crocodile tras levantarse del suelo y acercarse hasta los barrotes con movimientos alterados y nerviosos- ¡Que desde el maldito día que me dejaste, no te he podido sacar de mi cabeza! ¿No lo entiendes aún? ¡Que mi mundo solamente ha girado en torno a ti, que todas mis acciones fueron… fueron para conseguir tu felicidad! ¡Baroque Works, la Operación Utopía, Arabasta, el arma Plutón, todo!- de repente los ojos escondidos detrás de las oscuras gafas se abrieron de par en par- ¡Busqué el arma Plutón para destruir al gobierno mundial por un único motivo, para quitar esas cadenas que te tenían atrapado, para que fueras libre, joder! ¡Creé toda esa organización criminal solo por ti, e intenté ser el dueño de Arabasta para estar a la altura de ti, de un rey, para que no hubiera una brecha entre nosotros dos como entonces, que no nos permitiera estar juntos!

No lo podía creer. Eso era una confesión en toda regla. Crocodile se había enamorado de él a pesar de todo lo que le había hecho. Incluso este estaba a punto de llorar. Además, todo lo que había hecho, todos sus planes habían girado sobre él. Era sinceramente sorprendente. De repente, sumado al corazón alterado del hombre de arena, el pecho del rubio, por primera vez en su vida, se sentía aliviado.

-Pero soy un imbécil por quererte- dijo Crocodile frustrado mientras golpeó su cabeza con los barrotes de la celda- Porque tú no me quieres. Ya me lo hiciste comprender bien aquel día.

-¡No, eso fue una mentira! ¡Yo te quería, y te quiero! Pero…- reveló por fin Doflamingo todo lo que sentía, hacia el hombre que lo sentía- Yo no quería ligarte a mis absurdos y egoístas planes para protegerte. Porque te causaría más dolor estar en el bando de los perdedores como yo. Sabía que era un suicidio enfrentarse al Gobierno Mundial, por eso no quería que tú siguieras conmigo, que acabarás igual de mal que yo.

-Idiota- contestó Crocodile a la vez que con su mano, sacada por fuera de los barrotes, pegaba un golpe en el cogote del rubio- Tenías que habérmelo consultado. Mira todo lo que hemos hecho por esta idiotez.

De repente, y aunque pareciera absurdo, Crocodile no pudo evitar unas carcajadas desde lo más profundo de su interior. Tales eran las risas, que este se agachó al suelo casi revolviéndose en medio de la celda. A su vez, Doflamingo se sentía reconfortado, por no decir liberado. Por fin en su vida se sentía bien y sin preocuparse por el dolor de la venganza contra el gobierno mundial ni por cualquier otra cosa.

-Sabes…- el rubio se puso en el mismo nivel que Crocodile, sentándose en el suelo, y consiguió llamar la atención de este, quien paró sus risas y se acercó a él. De repente, Doflamingo comenzó a mover sus dedos mientras hablaba- Siento mucho todo el dolor y el sufrimiento que has tenido por mi culpa. Pero… prometo que un día, tú y yo crearemos esa gran Utopía que deseas, en la que podremos vivir felices y sin preocupaciones.

Ante estas palabras, Crocodile no pudo contener las lágrimas. Comenzaron a caer por todo su rostro, desde la cicatriz hasta pasar por la comisura de sus labios. Brotaban desde lo más hondo de su corazón, como si hubiesen aguardado mucho tiempo y mucho dolor en su interior. Pero es que lo que había ocurrido, significaba mucho para él. Esas lágrimas aumentaban cada vez que miraba a su mano. En ella, Doflamingo había tejido con sus hilos un anillo, la promesa de crear juntos, su perfecta Utopía.

Notas finales:

Bueno, espero que os haya gustado este pequeño relato de un solo capítulo, y si teneis tiempo, podeis comentar (que a mi me hace muy feliz recibir reviews)

Además, dentro de poco actualizaré mi otro fic con el desenlace de esa parte de la historia.


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