29.-Pláticas.
— ¿E-eres mi papá?—Se quedó helado, parecía que creía que mentía pero no lo hacia.
—Si Yujiro, yo soy tu padre biológico. —Vi como su cara lentamente se contraía, y sus ojos enrojecían por el producto de las lágrimas. Lo abrace de pronto por impulso propio. Siempre había tenido este sentimiento con él—Realmente te quiero, siempre lo he hecho. Quédate conmigo hijo…
Lo quería conmigo, no importaban las consecuencias. Hubiera deseado que cuando dijo sus primeras palabras fueran dirigidas a mí. Ver todos los momentos no como un tío si no como un padre. La necesidad de tenerlo conmigo superaba todos los límites que hubiera podido conocer.
Su silencio me mataba, las dudas entraron en mi mente como cuchillos. Lo sujete tan fuerte que pude haberlo roto, vi su expresión de miedo. Lo cargue para caminar rápido. Vi como Takahashi corría hacia mí. Esta vez recuperaría lo que era mío. Buscaría mi felicidad ante todo. Camine tan rápido a mi carro, lo más rápido que pude. Y arranque. Vi cómo iba llegando Ryuchi, apenas a nuestra cita acordada, pero no me detuve, el carro seguía su rumbo. En el transcurso lo miraba debes en cuando. Percatándome de su confusión. Él seguramente debe pensar que soy la peor persona del mundo. Muchas veces me pidió que me lo llevara y hasta ahora lo hice. En el fondo ambos sabíamos que éramos padre e hijo
—Sé que las cosas son difíciles de entender ahora, pero lo entenderás. —Me volteó a ver y sentí su insistencia con su agobiada mirada.
—Yo también te quiero. —Sonreí, había sido la respuesta anterior. Cuando el habla se le había ido y se quedó mudo. Haberme “robado” a mi hijo había sido una de las mejores cosas que pude haber hecho. Más adelante respetaría sus decisiones respecto a Takahashi pero nunca dejaría de ser su papá y el mi hijo.
A lo largo del camino se hizo poco a comparación de mis ansias por llegar al departamento. Por fin lo tenía en mis brazos después de que se me fue arrebatado.
Abrí la puerta y subí con él a la puerta principal, la cual abrí. Ambos entramos, se sentó en el sofá. Intenté hablar con él aunque era mejor darle un poco de tiempo. Le había dado una noticia fuerte.
Lo esperé, todo el tiempo que quisiera lo iba a esperar. Me senté a un lado de su cama esperando una pregunta, una palabra. Lo que fuera. Escuche un ruido atrás de mí. El peso de sus manos se puso en mis hombros. Era Haitani, detrás de mí. Había llegado. Me alivie de pronto.
— ¿Él es mi otro papá?—Nos miró a ambos curioso. Yo asentí con la cabeza y lo tome de ambas manos. Él volvió a centrar su cabeza, analizando lo que ocurría. Aquel día, donde ambos se vieron Yujiro había notado el tono de su cabello por lo cual se alejó en ese instante.
—No quiero que te alejes nunca. Pasé lo que pasé, tú eres mi hijo y eso nunca cambiará—Por primera vez en toda la tarde ya no vi ese miedo en sus ojos. —Si quieres ver a Takahashi y Akihiko será tu decisión, yo no te quitaré ese privilegio. ¿De acuerdo? Si quieres irte con ellos…
—¡¡N-no!! Yo no quiero irme con ellos—Dijo muy seguro, alegrándome por completo. Después de todo no estaba enojado. —Quiero quedarme contigo, siempre. —Sus ojos se abrieron más y su cara se deshizo en lágrimas, desbarato el agarre de nuestras manos y me abrazo con enorme fuerza—Yo quiero que tú seas mi papá… yo te quiero.
—Yujiro… —Correspondí con enorme alegría y pedí que eso no fuera un sueño. Jamás me hubiera imaginado estar de nuevo así.
Me encargaría de que no nos volvieran a separar nunca, Haitani acarició mi cabeza. Me separé para levantarme. Esa tarde estábamos los tres juntos. Como familia. ¿Por qué mi padre me había quitado tanto?
Terminando de comer, vimos una película. El día había acabado y acomodé las cosas de un cuarto vació que sobraba en mi casa. Ni siquiera supe porque lo había puesto, pero había servido para esto. Ellos se fueron a esa habitación en lo que acomodaba la principal. Mi celular no dejaba de recibir mensajes. Mañana seguramente me visitaría mi padre, reclamándome que era un malagradecido.
Quería hablar con Takahashi, de una buena manera y sabía perfectamente que si lo hacía en este momento no sería así. Quizás fui lo bastante duró para no notar que fue una víctima de mi padre. No estuvo bien lo que hizo pero en parte no es mala persona. Analizando las cosas desde un principio todo estuvo planeado. Todo menos tener un hijo.
Incluso para mi padre fue degradante que lo tuviera, aunque para mí fue la cosa más bella entre tanta cosa falsa. Si las cosas volvieran a ocurrir no cambiaría nada, absolutamente nada. Vi como mi pareja se pasó al cuarto, agotado por los múltiples juegos de nuestro hijo.
—Ya se durmió. —Bostezó mientras se subía a la cama y se acomodaba a un lado de mí. Rodeo mi cintura con sus brazos. —Me siento muy feliz de que esté con nosotros aunque tú padre estará furioso.
—Ya nos encargaremos de eso. —Voltee mi cuerpo para mirarlo, él sostenía una sonrisa. —Lo único que me importa ahora es que estamos los tres juntos.
Puso una sonrisa curiosa, para después levantar poco a poco mi camisa de dormir. Yo lo besé, sorprendiéndolo por mis acciones. Le gustaba que tomara la iniciativa. Trato de meterse entre mis pantalones, provocándome un leve gemido. Sin embargo ambos nos quedamos mudos al escuchar una pequeña voz enfrente de la cama.
—No puedo dormir—Se taño el ojo izquierdo, mientras se trepaba a la cama con dificultad, Haitani se separó de mi para ayudarlo y acomodarlo entre los dos. Nos tapó con la cobija. Yujiro se aferró a mí como una abeja al polen. Y no importó cuanto pasará jamás se separó. Iba ser una de las tantas noches que nos iba a interrumpir de esta manera, aunque no me molestaba.