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Dios maldiga a los rubios por niky-cham

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Notas del capitulo:

Hulas a todos. Ya he regresado, es casi viernes... casi porque me pase en unos minutos, pero no importa.

Muchas gracias a todos por comentar, esta semana si les he contestado :) Asi que fuera de agradecerles no les digo nada mas, vayan a leer lo que les he dicho a cada uno ;)

¿Quieren leer el capi? Pues haganlo :D

Capítulo 6: Tu confianza. Nuestra amistad.

Que frustración provoca el ver como las manecillas del reloj se mueven a un más lento, cuando no deseas otra cosa que acabe el día.

Llego a su oficina muy temprano, y se encerró dispuesto a terminar sus pendientes lo antes posible. Quería tener tiempo por la tarde, después de todo, no se juntaría con cualquier doncel. Era Naruto Uzumaki de quien estábamos hablando.

¿Qué tenía ese doncel de especial? Se habían llevado como perros y gatos en su primer encuentro. Y la segunda vez que se vieron  no podría catalogarse como algo más que: Desastrosa. Sin duda alguna. Entonces ¿Por qué? ¿Por qué le encantaba esa personalidad, ese carácter? ¿Por qué moría al ver esos ojos color cielo, y sus hebras doradas meciéndose al viento? ¿Por qué Naruto había sido el único capaz de hacerle olvidar a su hermano?

Pero no estaba enamorado, claro que no. Ese rubio le intrigaba, es cierto, y quería acercarse a él, también es verdad. Deseaba ayudarle, y deseaba verlo. Con cada fibra de su ser, deseaba encontrarse con esos ojos azules en su camino, rogaba para que su desayuno se hiciera eterno y las horas en su falta, más cortas. Pero no estaba enamorado. Jamás se enamoraría de un rubio con ojos zafiros, idéntico a quien le había robado su amor de juventud, y hermano.

Ya debían ser cerca de las siete de la tarde. El sol comenzaba a ponerse y los colores cálidos del ocaso se colaron entre las ranuras de sus persianas. Atraído por el calor de la tarde, se levantó de su asiento, levantando  las persianas y observó desde el quinto piso de su empresa, el bello sol, escondiéndose tras el océano.

-Te ves hermoso parado allí. Con tu vista perdida en el horizonte, y la poca luz del sol dándote en la cara –Comento una voz femenina a sus espaldas. Atraído por ella giro el cuerpo y se dejó engatusar por esos brazos delgados y envolventes –No me has llamado, Sasuke –Comento la joven acercando su nariz a la contraria.

-Debo tener mis razones –Respondió estoico. Resistiendo con todas sus fuerzas agarrar a la muchacha del cuello y besarla con toda la pasión que contenía hace semanas.

-Vas a hacer que me entristezca ¿Acaso no sabes lo mucho que añoro tus llamadas? –Su respingada nariz se froto con la contraria. Sakura siempre había poseído sus truquillos. Y la carne de Sasuke era débil.

Afiebrado de pasión, tomo el cuerpo delgado entre sus brazos, estampándola junto a la ventana, ella soltó un gemido mudo, pero no de dolor por el agresivo acto, sino de placer por los labios que raudos se acercaron a callarla. Inteligente cruzo sus brazos tras la nuca del moreno, apegando sus cuerpos, enlazando sus labios. Que ganas de no separarse nunca. Pero el oxígeno pensaba lo contrario.

-Vamos a cerrar las persianas, que el mundo no se entre de nuestro amor en tu oficina. –Menciono ella bajándolas, oscureciendo rápidamente el lugar.

-Sería una buena idea –Beso los labios contrarios rápidamente –Pero para otro día. Hoy tengo un compromiso –Sonrió travieso y se alejó de la joven, quien no podía creer lo que estaba sucediendo.

-¿De qué compromiso hablas? Tu compromiso es aquí conmigo –Soltó como último recurso. Después de aquel beso pensó que ya tendría a Sasuke en sus manos. Pero el joven empresario no estaba de acuerdo con ese pacto.

-Estoy seguro de que no es aquí. Y mucho menos contigo Sakura.  –Soltó una suave carcajada. Aunque no se estaba riendo de la peligrosa, en realidad fue algo más relajado, como para suavizar la situación. –Anda, te llevo a tu casa –Soltó para tranquilizar a la mujer, pero ella enfurruñada tomo sus cosas y camino al elevador.

-No es educado rechazar a una bella mujer, Sasuke. –

-Tampoco es educado que la bella mujer, llegue a la oficina de un hombre, a hacer propuestas obscenas. –

-¡Yo no te he hecho ninguna propuesta obscena! –

-¿Querías tomarte un café en mi oficina? ¿Con las persianas cerradas? –Inquirió sarcástico el moreno. Sakura desvió la vista ofendida, y no le  hablo más hasta llegar al estacionamiento. Muy molesta podría estar, pero no perdía la oportunidad de ser llevada hasta su casa por el Uchiha.

Condujo cerca de quince minutos para dejar a la joven en la mismísima puerta de su hogar.

-Llámame ¿Si? –Dijo la muchacha desde la venta, haciendo un gesto con las manos. Sasuke asintió para que se marchase tranquila.

Quizás debía acabar sus juegos con esa pobre mujer. Sakura se estaba enamorando y el dudaba corresponder sus sentimientos. No lo hizo en el pasado, no lo hacía en el presente, y difícilmente sucedería en el futuro.

Suspiro aferrando sus manos al volante. Por el momento se divertiría solo con Karin, al menos hasta que Sakura calmara sus ansias.

-Soy detestable –Soltó para sí mismo en el vehículo. Eran pensamientos como esos los que le hacían pensar que los Uchihas eran todos unos desalmados, para ellos el sexo no tenía amor. Por eso dudaba tanto de los sentimientos de su hermano hacia ese rubio. Aunque claro, el también había profesado alguna vez sentimientos por el Uchiha mayor.

Volvió a suspirar, decidiendo no pensar más en eso. Ahora tenía un asunto más importante que atender.

Entro en su lujoso departamento, desato la corbata lanzándola sobre el sofá, por hoy olvidaría su obsesiva compulsión por el orden, y se permitiría ser desprolijo. Los pantalones sobre la cama, la camisa encima de su escritorio, el resto de prendas ni siquiera se molestó en saber a donde habían llegado. Cambio sus ropas por unas más casuales que el traje que solía llevar para el trabajo, se dejó el cabello perfectamente despeinado, y no llevo más que su billetera y el teléfono móvil. Agarro las llaves del auto antes de partir y se fue de regreso al centro. Al fin tenia los minutos contados.

Llego puntual para ver como el rubio salía de un supermercado, venia despeinado, pero con una sonrisa satisfecha en el rostro. A lo lejos le hizo una seña, y Sasuke acerco el auto, disfrutando la mueca de desagrado que había hecho su acompañante.

-Es la segunda vez que me harás subir a este es auto –Comento enfurruñado.

-Tercera –Corrigió el Uchiha, observando de soslayo como el rubio se abrochaba el cinturón de seguridad –Estabas inconsciente la primera vez, pero sobre este auto, así que cuenta –Agrego, y las mejillas del menor se tiñeron de un adorable carmín.

Naruto le había hecho la ley del hielo. Estaba hundido en su asiento mirando por la ventana, tenía el entrecejo fruncido y los labios apretados. Si fuera cualquier otra persona, seguro Sasuke le había hecho bajar del auto, pero aquel gesto en el rubio, se veía totalmente adorable. Esa noche descubrió una cosa. También disfrutaba de hacer enojar al doncel.

-¿A dónde vamos? –Pregunto después de que Sasuke estacionara el vehículo.

-A comer hamburguesas y papas fritas. –Respondió él con gesto orgulloso.

-¡¿Hamburguesas?! –

-¿Qué sucede? ¿No te gustan? –El Uchiha, ya había estacionado el auto, no quiso sacar la llave por si el rubio tenía una idea mejor.

-Me gustan –Aseguro confuso –Pero tú… pensé que escogerías algo más exagerado. –

-¿Quieres comer caviar? ¿Langosta? ¡Yo te llevo! –Exclamo exagerando un poco –Pero supuse que si iba a uno de esos lugares no podríamos irnos a medias –Repuso suave, disfrutando como las orbes del rubio se volvían cristalinas y enormes.

-¡¿Lo hiciste por mí?! –

-¿Por quién más? –Consulto lo obvio, y Naruto sonrió complacido. – ¿Hamburguesas estarán bien? –Pregunto a su acompañante, y el rubio con toda emoción asintió sonriente.

Era divertido, no había comido una hamburguesa hace años, recordaba que ese tipo de comida en su juventud era de la que menos le hacía gracia. Comida rápida, grasosa, poco atractiva, prefería los brillantes menús de su casa, ir al centro comercial a comer, siempre le había significado una pérdida de tiempo. Pero hoy no, el pan estaba exquisito, y nunca las papas se habían saboreado tan bien. Quizás no fuera la comida, sino la compañía.

Descubrió que Naruto era un loco atolondrado que podría perder el tiempo hablando de cualquier estupidez, llevaba diez minutos sin probar bocado. Y ¿Cómo podría haberlo hecho, si estaba hablando desde que entraron al lugar?

-Deja de perder el tiempo y come –Externo el moreno riendo.

Naruto a sus años no podía completar el simple laberinto para niños que traían las papas. Y llevaba tres minutos quejándose de que el bendito mapa no tenía solución.

-Ya voy, ya voy –Soltó dejando el arrugado papel sobre la mesa.

Sasuke pensó que le daría una mordida inmediata a la comida, pero no fue así. Observo al rubio inclinarse sobre su mochila, rebuscando en ella alguna cosa en específico. Sonrió al encontrarla y luego puso el estuche verde sobre la mesa.

-Ya vengo –Comento levantándose.

-¿No ibas a comer? –Consulto el moreno confundido.

-Debo ponerme esto primero –Aclaro el rubio. Y pronto Sasuke cayó en lo estúpido que había sonado. Claro, a veces tendía a olvidar las especialidades de Naruto. –Ya vengo. –

Observo al pequeño desparecer por los baños, el que Naruto se fuera, sin duda le quitaba el apetito. Gracias a Dios, no duro mucho.

-¿Vamos a ser amigos entonces? –Pregunto el rubio bebiendo su soda sin azúcar.

-Esa es la idea, si no nos matamos en el intento –Respondió Sasuke, y el rubio soltó una jocosa carcajada.

Le entusiasmaba la idea. A ambos para ser sinceros. Naruto era una persona desinhibida, y no dudaba que el pudiese hacer cuantos amigos se le antojaran, pero el rubio era orgulloso, y con cada persona que se le había acercado en el pasado, creo una muralla infranqueable. Siempre le había molestado que se metieran en su vida, finalmente todos le demostraban que le tenían lastima, y el terminaba hartándose y alejándolos a todos. Solo Deidara y Gaara habían sobrevivido a las rabietas del blondo, y eso a medias, pues Naruto tenía la costumbre de alejarse de ellos cada cierto tiempo, ya que apenas agarraban confianza, comenzaban con su charla de: “Somos amigos y debemos ayudarnos”.

-Me molesta la lastima. Si están conmigo es para disfrutar de mi compañía. Y no para criticar como vivo, ni lo poco que puedo mantenerme, menos meterse con mi enfermedad ¿Entiendes? –Se desahogó el rubio.

-Pero quieren ayudarte. –

-¡Yo les diré cuando necesite ayuda! –Exclamo iracundo –No es necesario que ellos pasen cada hora del día ofreciéndome limosna. He trabajado todos estos años para mantenerme y seguiré así. –Expuso molesto. Sasuke suspiro.

-¿Y si yo te ofreciera mi ayuda? –Pregunto bajito.

-Te puedes ir a la mierda con tus buenas intenciones incluidas –Soltó frunciendo el ceño. Después de todo tenía razón, Sasuke era igual a todos, o al menos eso creyó, hasta que las escandalosas carcajadas del moreno le sacaron de sus cavilaciones.

-¡Eres único! Me atrevería a decir que la primera persona en mandarme a la mierda con mis buenas intenciones, eres tú –Y que gracia le había hecho. Solo hizo la pregunta para tantear territorio, pero la respuesta de Naruto había sido la más memorable de toda su vida.

-No te burles. –

-No me burlo. ¿Cómo podría burlarme? ¡Acaban de mandarme a la mierda! –Exclamo el moreno, provocando que Naruto se hunda más en su silla.

Después de un rato las risas se calmaron. El rubio parecía molesto, pero realmente no lo estaba, aunque para Sasuke su expresión seguía siendo igual de divertida.

-No lo harás ¿Cierto? –Pregunto el rubio huyéndole la vista. –No serás como los demás. No me acosaras con lo de la diabetes y mi mal vivir. –

-Mientras te vea bien puedes contar conmigo. Pero créeme que si te sucede algo insistiré en ayudarte –Naruto no estaba muy conforme –Necesito a mesero vivito y coleando. Nadie prepara mejor café que tú. No puedo dejar que te enfermes. –

-¡Estúpido! –El puño de Naruto se estampo en el hombro del moreno sin mucha fuerza. Y ambos rieron por las tonterías del moreno.

-A riesgo de ganarme otro golpe. ¿Me dejarías llevarte a casa? –Consulto al salir del local donde habían comido. Naruto le observo de lado y luego miro el lujoso auto. Era de noche y tenía frio.

-Solo por esta vez –Murmuro arrugando la nariz.

-Ya veremos que tal me va a la próxima –Le guiño el ojo.

-Te voy a decir que no. –Aseguro el rubio.

-Está por verse. –Rebatió el moreno.

-¿Es un reto? Por qué puedo comenzar por irme caminando ahora mismo –Amenazo Naruto.

-Claro que no. Es una broma. No te  pongas necio, y acompáñame –Abrió la puerta del vehículo, y el rubio, aunque a regañadientes, se subió al mercedes.

El camino fue tranquilo. Uno de los más gratos en conducir. La casa de Naruto quedaba cerca, pero antes de detenerse quiso molestar al rubio una vez más.

-Quiero comprarme un Audi ¿Qué opinas? –Soltó sonriente.

-¡Muérete Uchiha! –El rubio se bajó del auto detenido –Si te comprar uno, juro no subirme jamás. –Agrego dándole la espalda.

-¡Nos vemos mañana! –Exclamo el moreno antes de que el rubio subiera las escaleras. Pensó Naruto estaría lo suficientemente molesto como para ignorarlo, pero no fue así. El doncel giro el cuerpo y asintió con la cabeza, haciendo un gesto de despedida con las manos y una sonrisa en el rostro, la despedida duro tan solo cinco segundos, luego volvió a girarse y esta vez subió las escaleras.

Sus dias se harían más divertidos, ahora que Naruto estaba a su lado.

Notas finales:

Wow, wow. Buen capitulo, calmadito, para que vean que soy buena.

¿Quieren emocion? La otra semana comenzamos de nuevo. Pero antes...

¿Que les paecio este capitulo? ¿Bueno, malo? Dejenlo en la caja de comentarios, estare muy feliz de saber su opinion, y me hare el tiempo de responderles ;)

Espero que les haya gustado mucho.

Nos leemos el proximo viernes.


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